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SE IBA APAGANDO LA LUZ EN SU MIRADA Película ortocromática, láminas de oro y resina 89 x 87 cm
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| exposición #10
Jerarquías de intimidad (2004) (El encuentro)
ÉL NO LA VEÍA COMO… Película ortocromática, láminas de oro y resina 89 x 87 cm
Jerarquías de intimidad Obra reciente de Luis González Palma
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Jerarquías de intimidad Obra reciente de Luis González Palma | Azorena Aponte, Tomás Rodríguez Soto Curaduría | Gabriela Quero Coordinación | Soledad Sánchez Asistencia de Luis González Palma (Córdoba, Argentina) | Tomás Rodríguez Soto Museografía | Gisela Viloria Diseño Gráfico | Samuel González Corrección de textos | Gráficas Acea, CA. Impresión | Caracas marzo 2006
CENTRO CULTURAL CHACAO
exposición #10
Gabriela Quero Coordinadora de Artes Visuales | Ivan Oropeza Coordinador de Artes Escénicas | Nahir Ramírez Promotora Cultural | Maria Isabel León Asistencia a la Dirección | José Flores Servicios Generales | Héctor Sierra Asistente I |
Diana López | Presidenta | Fundación Chacao
Jerarquías de intimidad Obra reciente de Luis González Palma “Somos y no podemos ser otra cosa que hispanoamericanos. Somos hispanoamericanos y es esto y no otra cosa lo que nos da dignidad, valor y presencia en el mundo.” Arturo Uslar Pietri, 1979
Para la Fundación Chacao es un honor presentar la exposición Jerarquías de intimidad del fotógrafo guatemalteco Luis González Palma, uno de los representantes más vitales de la fotografía latinoamericana desde finales del siglo XX. Este artista ha explorado el tema de la común identidad y memoria a través de técnicas muy personales, donde la fotografía se transforma en recuerdo de nuestras raíces ancestrales. En 1994, González Palma expuso Ángeles Mestizos en el Museo de Bellas Artes en Caracas, y desde entonces se estableció un especial afecto entre fotógrafos, coleccionistas, público general y su obra. El Centro Cultural Chacao abre sus puertas a este singular artista latinoamericano para que los caraqueños puedan disfrutar nuevamente de la riqueza de su trabajo. Dentro de su panorama de posibilidades, la Fundación Chacao tiene como norte fomentar y difundir el arte de América a través de sus manifestaciones actuales y abordar temáticas y problemas que han girado en torno a su reflexión, con lo cual, nos hemos ubicado en el mapa de la escena artística local en apenas nuestro primer año de funcionamiento. Artistas emergentes y consagrados se han dado cita en el espacio expositivo del Centro Cultural Chacao para dejar huellas en este intenso quehacer, cambiante y sorprendente que es el arte contemporáneo.
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La exposición quiere hacer evidente el compromiso de un grupo de personas e instituciones que apoyan la fotografía como manifestación artística. Agradecemos a Azorena Aponte por el entusiasmo con el que ha colaborado en la realización de esta muestra. También a Elizabeth Culbert y Tomás Rodríguez por acercarnos aún más a la belleza y sutileza de la obra de González Palma. Y a DHL por su importante patrocinio en el traslado de las obras.
Tomás Rodríguez Soto
Imágenes desde la intimidad La obra reciente de Luis González Palma La muestra que hoy ofrecemos al público presenta la obra más reciente de Luis González Palma, expuesta en dos cuerpos de trabajo con diferentes alcances y discursos. Se trata de las series Jerarquías de intimidad (2004-2005) y La luz de la mente (2005), las cuales proporcionan una nueva aproximación a este significativo artista guatemalteco, quien ha propiciado, a lo largo de la última década, una subida de valor del discurso fotográfico latinoamericano en los circuitos de arte internacionales. Desde su inicio en la producción de imágenes artísticas, Luis González Palma se ha servido de un fuerte sentido de introspección que estas nuevas propuestas vienen a reafirmar abiertamente. Trascendiendo con mucho el estudio puramente indigenista, los primeros trabajos que dieron reconocimiento internacional a este artista –expuestos en Venezuela bajo en nombre Ángeles mestizos– tienen ya como sujetos a indígenas guatemaltecos, representados en sobrias puestas en escena cargadas de elementos simbólicos, que esbozaban, desde el principio, el interés centrado en el ser humano y en sus emociones; interés expresivo que ha venido desarrollando hasta nuestros días.
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El tema de estas primeras series de retratos se centra en el indígena y su cultura como fuente de un pathos social ya antiguo, que el autor plasma en imágenes que manifiestan una gama de emociones cercanas a lo depresivo; en la cuales pone en evidencia el dolor y la fragilidad del modelo quien nos afecta poderosamente con su mirada cargada de gran dignidad y resignación. En estos primeros trabajos hay tanto del autor como es posible poner en una obra de arte; pero efectivamente hay mucha más exposición personal de la que en su momento los espectadores nos percatamos, y que esta nueva obra coloca de relieve con mayor fuerza. Jerarquías de intimidad participa obviamente de este juego cómplice de hablarnos desde lo más personal. Esta serie deja de lado al retrato como recurso discursivo y aborda el terreno de las relaciones humanas, en especial de pareja, mediante objetos y escenarios diversos como sujetos de escenas que metaforizan este complejo mundo de los afectos humanos. Las obras comprendidas en esta propuesta nos presentan también el ahondamiento en la estrategia usada por este autor, con relación a los nombres de las piezas. Los títulos toman especial relevancia por su fuerte conjunción con el discurso de las imágenes. Ofrecen una afortunada interrelación que aporta mucho en lo simbólico y expresivo. Crean atmósferas de ida y vuelta que no sabemos si se originan de lo plástico o de lo verbal, que amplían y reducen, a la vez, el significado de cada una de las piezas. Cabría recordar aquí el concepto esbozado por Andrei Tarkovski en su libro Esculpir en el tiempo, sobre la imagen artística: tiende hacia lo infinito y conduce hacia lo absoluto, pues efectivamente estas enunciaciones, que rozan el bolero o el tango, tienen la propiedad de abrir la imagen a las más variadas interpretaciones, sin alejarse ni un poco de lo que su autor al mismo tiempo quiere enfatizar. Las primeras obras de esta serie son de 2004 y corresponden a un segmento titulado El encuentro, en el cual los nombres de las piezas evocan sucesos del pasado, memorias del desengaño. Por otra parte, las piezas realizadas en 2005 y reunidas bajo el subtítulo El duelo, se enuncian en presente y rompen a señalar lo concreto, esbozan la aceptación de las circunstancias, de las cosas como son.
El trabajo de Luis González Palma tiene una fuerte carga romántica –en el sentido del género artístico–, que se hace evidente en la capacidad de su obra para expresar estados de ánimo y sentimientos íntimos. Y es quizá con esta nueva serie, cuando esta peculiar forma expresiva del autor explota en una aún más entrañable y personal expresión. Es claro que el autor esboza aquí una suerte de poética de las Relaciones que lo lleva a adentrarse en lo que han sido sus temas primordiales: el dolor, la belleza y lo sagrado; y que resalta con esa muy peculiar iluminación del fuego, amarilla, marrón, tradicional y oscilante, y sobre la base de encuadres de la memoria, por decirlo así, que pueden llegar a parecernos obsesivos. Estas obras reiteran su abordaje sobre situaciones que por tan cercanas nos resultan difíciles de aprehender. Jerarquías de intimidad pareciera venir a poner también de relieve el tema de la sombra, de lo oscuro en nosotros que permanece oculto y no puede (o desea) ser visto. La sombra se manifiesta en su obra con esa misma iluminación, llena de sugerencias, que crea ambigüedades y centra la tensión en el punctum de cada escena. Esta particular iluminación se nutre del oro del fondo, eleva las imágenes al rango de icono, de portal que permite la comunicación con un misterio sagrado que se revela en nuestra presencia. Desde esta tendencia a la sacralización de las imágenes y de su misterio intrínseco, surge la serie La luz de la mente. Este conjunto de obras ratifica la posición plástica y conceptual de Luis González Palma, al ofrecernos un nuevo grado (o ángulo) de aproximación al poder de la imagen artística. Para propiciar este acercamiento, el autor se sirve, por un lado, de un estudio del tratamiento de la luz como ha sido usada en distintos pintores clásicos y, por el otro, del poder de evocación de las imágenes clásicas de la cultura occidental, encarnada en los paños de pudor de Jesús crucificado. La reflexión sobre la luz en la pintura clásica se trasluce como el reconocimiento de su influencia en nuestra forma de ver y de percibir las emociones: a través de las formas que ellas crean, de las atmósferas interiores que los pintores clásicos reconocieron y plasmaron para nosotros. No es de dudar que estas ideas afecten profundamente a nuestro autor, reconocido heredero del tratamiento de la luz en ese arte barroco guatemalteco, que lo ha venido influenciando con sus estados de ánimo sagrados.
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1 Según las enseñanzas de los monjes budistas tibetanos, como el venerable Lama Guendun Rimponche.
Y en la misma línea, La luz de la mente subraya el enorme poder de las imágenes clásicas, manifestado en la fuerza de invocación que unos simples paños anudados tienen en nosotros, al traernos reminiscencias de los temas más sagrados de Occidente. Iconos en verdad de la cultura occidental ya contemporánea y que en nosotros parece mover esa ausencia de lo que estos paños cubren, y que se manifiesta en una imaginación forzada por el autor y sus fotografías. El título La luz de la mente acusa a su vez una curiosa conjunción u oposición, formulada por el artista entre la representación iconológica occidental y las ideas orientales budistas vinculadas a “la identificación de la manifestación y la mente”1; que traen a nosotros complejos conceptos como el de “Maya”, que puede resumirse grosso modo como el principio de ilusión que empapa al mundo material y el transcurrir del tiempo vistos por el hombre. Así, se coloca sobre la mesa el tema de la ficción y el de la cualidad de la imagen de poder ser la máxima expresión de la realidad, concreción verdadera de lo que en nosotros no alcanza a ser.
Elizabeth Culbert. Nueva York, febrero 2006 | Traducción de Rebeca Blackwell
La mirada interior Hace un año me senté a escuchar en Town Hall, Nueva York, a Antonio Muñoz Molina, quien describía los pensamientos que alguna vez se apoderaron de él mientras observaba a una joven que leía en el metro En busca del tiempo perdido. Él formaba parte de un grupo de escritores que abordaban la interrogante de si la escritura en realidad tiene el poder de cambiar las cosas. Sentada en el oscuro auditorio, lo escuché describir la afinidad que sintió con aquella extraña en un tren lleno de gente. Él se refería a ella como a alguien con quien había compartido un secreto, alguien que estaba permitiendo que su vida se viera profundamente modificada por el acto de sumergirse en palabras escritas por alguien en otro siglo y otro idioma. Ya ella no se encontraba en ese tren, estaba viajando por un lugar “mitad imaginado, mitad recordado”. ¿Estaba descubriendo una verdad sobre sí misma? ¿Qué le estaba enseñando Proust acerca del amor o los celos, o acerca del paso del tiempo? ¿Sabía ella que se estaba haciendo parte de una comunidad de viajeros?
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Mientras mis pensamientos divagaban al compás de la cadencia de la voz de Muñoz Molina, gravité, no hacia el París o el Combray de Proust, y definitivamente tampoco hacia las profundidades del metro de Nueva York. Lo que yo vi fue el trabajo América de Luis González Palma. Me sentí parada frente a la obra por primera vez, olvidándome de mi entorno y dejándome llevar a otro lugar. Yo era una estudiante universitaria de visita en un museo de arte, cuando descubrí este trabajo de un artista para mí desconocido en aquel entonces. No estaba preparada para ser atrapada por la mirada firme, incisiva, de América y envuelta por la fuerza de su presencia. Aislada en la gloria asignada a la corona sobre su cabeza, ella comenzó a brillar con más calidez, cargada de una fuerza superior. La longitud de su cuerpo estaba disuelta en los materiales que la sostenían dentro del plano de la foto. Un cambio subyacía: el tiempo y el espacio se tornaban flexibles y una nueva historia emergía de la fotografía. No importó que yo no reconociera esta figura, que intelectualmente no supiera quién la había traído a la existencia, ni quién dictaba el rol que ella asumía. Un significado mayor vivía en el acto solitario de ver, en el hecho de encontrar refugio en una obra de arte y de saber que otros podrían compartir esto. Sentí que el artista, un desconocido generoso, extendía su mano en un gesto abierto de confianza y bienvenida; que me pedía detenerme y dejar que el sentimiento me penetrara. Mirar en la profundidad de una obra de Luis González Palma es un acto de belleza y remembranza. Más allá del comentario social y político que muchos ven implícito en su fotografía, lo que más nos afecta es la facilidad con la que ubicamos nuestros roles privados en escenarios creados por él. La presencia física de su arte invita. Cada trabajo, manido, deslustrado, vistiendo las huellas del tiempo, es como una reliquia de una excavación psicológica. Seduce con pistas acerca del pasado, acerca de una historia que podría ser real y podría ser nuestra. Símbolos fundamentales con frecuencia enterrados bajo el detritus de la era digital —como la rosa, la luna, y la corona— existen en sus fotografías para desacelerarnos y devolvernos a un leguaje básico, intuitivo. Con alivio nos deshacemos de nuestras sospechas modernas ante la belleza y el sentimentalismo, para sumergirnos en el misterioso placer físico de mirar. Los rostros de González Palma tienden a ser atemporales y apatriados; existen en un lugar sin nombre, gobernado por la espiritualidad. Desnudan al observador de sus defensas y lo mantienen suspendido en la superficie de la imagen. Su mirada fija (que con frecuencia recurre como tema y como función pictórica) es el
punto de interacción entre el artista y el observador, es el conducto a través del cual se reconoce la soledad. Aquí, la cuestión de la fe es elevada y se honra la coexistencia entre el dolor y la belleza. Más recientemente, en unas fotografías compiladas bajo el título de Jerarquías de intimidad, González Palma reubica este punto de interacción, desplazándolo del primer plano hacia las profundidades de la imagen. Escenificando sus fotografías en distintos espacios y paisajes de Córdoba, Argentina (el lugar de su estudio) y, en la mayoría de los casos, eliminando la mirada directa como sujeto y vehículo transmisor de su mensaje, González Palma nos exige un nivel de participación mayor. Nos vemos entonces forzados a dar un paso adelante y mirar mejor. La recompensa es una experiencia expandida que nos transporta, construida sobre las mismas obsesiones que han conducido la obra artística de González Palma desde un comienzo, pero más abierta a la posibilidad de la magia y el absurdo en lo mundano. Estas fotografías son como sueños recurrentes. Están puestas en un territorio que es simultáneamente familiar y misterioso; nos dirigen por un laberinto de pensamientos y encuentros mentales que no necesariamente se amoldan a las reglas de la lógica. Cuando figuras y rostros están presentes, sus miradas son evasivas y se niegan a encontrarse con nuestros ojos ávidos. En Donde parece darse lo real, el personaje nunca admitirá que lo observamos. En Él no la veía como, su mirada se escabulle mientras ella se retrae en la oscuridad. Por momentos la presencia directa de la figura humana se desvanece por completo y deja cuartos vacíos como vasijas para recuerdos e historias. Un cuarto registra las vidas que pasan por él y los eventos que tienen lugar en su interior, en nada distinto a la forma en que una fotografía registra las marcas de un momento o de un evento. Sabemos esto de forma intuitiva cuando entramos en una habitación; interpretamos las pistas físicas e intuimos algo sobre las personas que la ocuparon antes que nosotros. Los cuartos de González Palma están llenos de posibilidades, rebosados de detalles provocativos que conducen a mil dramas diferentes. Son espacios en donde los ojos merodean y las mentes divagan. Así como los antiguos palacios de la memoria son agentes del recuerdo, contenedores de las historias que ilustran nuestra condición común.
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González Palma hábilmente nos guía hacia estos espacios por medio de escenografías cinemáticas y de la inclusión de elementos que desafían la realidad (después de todo, sus fotografías siempre han desafiado la realidad, y en consecuencia la tradición de la fotografía en sí misma). La cabecera de una cama busca su pata ciegamente intentando realinearse a sí misma a través de una pared sólida, ajena al trayecto que le dará su totalidad. Una mesa con un corte limpio en la mitad mantiene su balance y su utilidad para uno, ¿quién cesa de reconocer su otra mitad? ¿De quién era el espíritu que se levantó de la silla de ruedas y abandonó el pasillo vacío? ¿Cuál será el recuerdo al que honran un par de sillas cuyos respaldares rígidos crecieron entretejidos como las raíces de un árbol milenario? Las conexiones se pierden, se rompen, y se redescubren. Para ser un cuerpo de trabajo que ofrece placeres tan inmediatos y espacio para la imaginación, Jerarquías de intimidad es particularmente exigente y riguroso. La escandalosa ausencia de un protagonista en estos dramas requiere que llenemos el vacío. Cuando una pareja baila en la esquina de un cuarto vacío, reticentes a incluirnos en su comunicación privada, como sucede en No sabía que ella estaba pensando en, ¿quién protagoniza? ¿En dónde toma lugar realmente la narrativa? En un cuarto vacío la nada requiere una búsqueda más profunda para encontrar un reflejo. Nada nos detiene en la superficie, no hay un rostro en el que podamos intentar reconocer un sentimiento común, no hay una mirada meditativa y analítica que ofrezca con rapidez la promesa de la revelación. La acción está establecida más al fondo, en la profundidad
del área pictórica y en la profundidad de la mente del espectador, donde se suspende la incredulidad, se valida la emoción, y se admite la posibilidad. Se requiere una participación absoluta, porque en la ausencia del otro no es posible evitar verse a sí mismo.
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Estas imagines congeladas —estas unidades básicas de la memoria— nos dan refugio. Son las ficciones y sueños de otra persona que podemos hacer nuestros. Nos dan un lugar donde podemos ubicar nuestros pensamientos, emociones, recuerdos más secretos y profundos. En la solitaria experiencia de mirar una obra de arte reside la promesa de la mayor intimidad: la oportunidad de conocernos a nosotros mismos y de conectarnos con personas a quienes de otro modo jamás hubiéramos conocido. Una oportunidad de encontrar un confidente, de permitir que el amante de nuestros sueños se materialice, de responder a una pregunta que sólo nosotros mismos podemos hacernos. Y de hacernos parte de esa comunidad de gente de todas partes que por siglos han hecho lo mismo.
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Jerarquías de intimidad (2004) (El encuentro)
RECORDABA SU SILUETA PÁLIDA Película ortocromática, láminas de oro y resina 89 x 87 cm
EN EL INSTANTE QUE NADA PASABA Película ortocromática, láminas de oro y resina 89 x 87 cm
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PARA NO HABLAR DE ELLA Película ortocromática, láminas de oro y resina 50 x 50 cm
NO QUERÍA HABLAR DE ESOS AÑOS Película ortocromática, láminas de oro y resina 50 x 50 cm
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Jerarquías de intimidad (2005) (El duelo) CENTRO CULTURAL CHACAO
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COMO UN SECRETO SE SEDUCE A SÍ MISMO Película ortocromática, láminas de oro y resina 120 x 100 cm
CUANDO LA VERDAD ES ABSUELTA Película ortocromática, láminas de oro y resina 120 x 100 cm
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DONDE PARECE DARSE LO REAL Película ortocromática, láminas de oro y resina 120 x 100 cm
EL REVÉS DE LA ENTREGA Película ortocromática, láminas de plata y resina 120 x 100 cm
EL GOCE DE LO NO DICHO Película ortocromática, láminas de plata y resina 120 x 100 cm
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La luz de la mente (2005)
1631-1632 Película ortocromática, láminas de oro y resina 100 x 100 cm
1580-1585 Película ortocromática, láminas de oro y resina 100 x 100 cm
1880 Película ortocromática, láminas de oro y resina 100 x 100 cm
1612 Película ortocromática, láminas de oro y resina 100 x 100 cm
Luis González Palma Nace en Guatemala en 1957. Vive y trabaja en Córdoba, Argentina. Su obra ha sido expuesta nacional e internacionalmente. Entre sus exposiciones personales se pueden mencionar las que ha tenido en The Australian Centre for Photography, Australia; The Art Institute of Chicago (EE UU), Palacio de Bellas Artes de México, The Royal Festival Hall en Londres, La Academia di Genova, Italia; y en festivales de fotografía como Photofest, en Houston; Bratislava en Slovakia; Le Mois de la Photo a Paris, Francia, y PhotoEspaña, en Madrid. Ha participado en muestras colectivas como la Bienal de Venecia, Fotobienal de Vigo, Bienal de Sao Paulo, Brasil; Ludwig Forum for International Kunst en Aachen, Alemania; The Daros Fundation en Zurich, Suiza; o The Taipei Art Museum, en Corea. Su trabajo está incluido en varias colecciones públicas y privadas incluyendo The Art Institute of Chicago, The Berlin Museum, El Centro de Arte Contemporáneo de México, La Maison European de la Photographie en París; The Houston Museum of fine Arts, en EE UU o la Fundation pour l’Art Contermporain, en París, Francia; Museo de Arte Moderno de Medellín y Sudamericana de Seguros
Fotografía: Lourdes Almeida
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Selección de muestras individuales 1989 “Autoconfesion”. Museum of Contemporary Hispanic Art, New York. EE UU. 1990 “El Sueño Tiene Los Ojos Abiertos”, Foto-Galería San Martín, Buenos Aires, Argentina. 1991 “La Fidelidad del Dolor”, Galería de Arte contemporáneo, México D.F. México. 1992 “Persistence of Beauty, Persistence of Pain”. The Art Institute of Chicago, Illinois. EE UU. “V Fotobienal de Vigo”. Vigo, España. “Nupcias de Soledad”, George R. Brown Convention Center. Fotofest, International Month of Photography, Houston, Texas. EE UU. 1993 “FotoFeis, International Festival of Photography”. Escocia. “Luis González Palma”. Moderna Museet, Fotografiska Museet, Estocolmo, Suecia. “Mitos y Metáforas”. Musée de la Photographie de Charleroi, Bélgica. “Luis González Palma”. The Minneapolis Institute of Art, Minneapolis, Minnesota. EE UU 1994 “The Silence of a Look”. Royal Festival Hall, Londres, UK. “Ángeles Mestizos”. Museo de Bellas Artes, Caracas, Venezuela. “25º Rencontres de la Photographie”. Arles, France. “Month of Photography“. Bratislava, Eslovaquia. “Luis González Palma”. Cleveland Center for Contemporary Art, Cleveland, Ohio, EE UU. 1995 “Luis González Palma, New Work”. The Photographers Gallery, Saskatoon, SK, Canadá. “Pensamiento”. Southeast Museum of Photography, Daytona Beach, Florida. EE UU. “Historias Paralelas”. Mes de la Fotografía, Quito, Ecuador. 1996 “Immobile”. Museo de Guadalajara, México. “Historias Paralelas”. Palacio de Bellas Artes, México D.F, México.
“Historias Paralelas”. Museo de Arte Moderno de Medellín, Colombia. “Historias Paralelas”. Biblioteca Luis Ángel Arango, Bogotá, Colombia, llevada al Museo de Arte Moderno de Medellín, Colombia (1997). “Acariciando La Muerte. V Bienal de Cuenca, Ecuador. 1997 “The Silence of a Look”, Mes de la Fotografía, Sao Paulo. Brasil. “Luis González Palma”, MIT, List Visual Arts Center, Cambridge, Massachusetts, EE UU. “Luis Gonzalez Palma”, Centro de Artes Visuales, Museo del barro, Asunción, Paraguay. 1998 “Bienal de la Habana“, Centro Wilfredo Lam, La Habana, Cuba. 1999 “Las Raíces del Paraíso”. Photo España, Centro Cultural De La Villa, Madrid, España. 2000 “Luis González Palma”. Palazzo Ducale, Genova, Italia. “Luis González Palma”, Mes de la fotografia de Mérida. “El Aura Sombría”. Pinacoteca Diego Rivera, Veracruz, México. “Luis Gonzalez Palma, New Work”. The University of North Texas Art Gallery, Denton, Texas. EE UU. “Las Raíces del Paraíso”. Fototeca de Pachuca, México. 2002 “The Silence Of The Gaze”. The Australian Center of Photography, Sidney, Australia. 2004 “Luis Gonzalez Palma (Antológica)”. Museo Santa Giulia, I Bienal de Fotografía, Brecia, Italia. Encuentro de Fotografía de Medellín, Colombia. Museo de Artes Visuales, Santiago de Chile; Chile. 2005 Instituto Italo-Latinoamericano, Roma, Italia.
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Selección de Muestras Colectivas 1988 “Refiguration” (Refigura): Guatemalan Contemporary Visual Arts. Gallery of Contemporary Art, San Antonio, Texas. EE UU “Presencia Imaginaria”. Museo de Arte Moderno, Ciudad México. “Presencia Imaginaria”. Museo Nacional de Arte Moderno, Ciudad Guatemala. 1990 “Luis González Palma“, Cents Ans de Photografie au Guatemala, Maison de L’Amerique Latine. París, Francia. 1991 “Rencontres Internationales de la Photographie“. Arles, Francia. 1992 “Salón Latinoamericano del Desnudo“, Bienal de Sao Paulo, Sao Paulo, Brasil. “History Of Latin America Photography“, Madrid, España. 1993 “A song to Reality” (Canto a la Realidad), Photography of Latin America 1860-1993. Casa de América. Madrid, España. 1994 “V Bienal de la Habana”. La Habana, Cuba. “Arte Contemporáneo Latinoamericano”, Ludwig Forum für Internationale Kunst, Aachen, Alemania. “Image & Memory”: Latin American Photography, 1880-1992. Akron Art Museum, Akron, Ohio. Llevada a Meadows Museum of Art, Southern Methodist University, Dallas, Texas. EE UU. Llevada a Crocker Art Museum, Sacramento, California EE UU 1995. “Image and Memory”, Llevada al Museo del Barrio, Nueva York , EE UU, 1996. “Le Courage”. Chateaux Beychevelle, Bordeaux, Francia. 1995 “Traces: The Body in Contemporary Photography”. The Bronx Museum of the Arts, Bronx, Nueva York. EE UU. “Arte Contemporáneo Latinoamericano”. Haus der Kulturen der Welt, Berlin, Alemania.
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“Cruzando Caminos: 6 Fotógrafos Latinoamericanos”. Museo de Arte de Lima, Perú. 1996 “Bienal de Sao Paulo”. Sao Paulo, Brasil. “Pushing Image Paradigms: Conceptual Maneuvers In Recent Photography”. Portland Institute of Contemporary Art, Portland, Oregon, EE UU. “Arqueología del Silencio”. Museo del Chopo, México. 1997 “VI Bienal de la Habana”. La Habana, Cuba. “Festivales de Arte de Lima”. Lima, Perú. “Así está la cosa: Instalación y Arte Objeto de América Latina”. Centro Cultural de Arte Contemporáneo, México. 1998 “1,254KM”. Sol del Río en el Centro Wilfredo Lam, La Habana, Cuba. “Lumo Triennaali”. Jyväskylän Art Museum, Jyväskylän, Finlandia. 1999 “Contemporary Art from Guatemala”, El Salvador, Nicaragua, y Costa Rica. Taipei Museum of Fine Art, Taipei, Taiwán. “I Bienal Internacional de fotografía”. Centro de la Imagen, México D.F, México, Llevada al Museo Alejandro Otero, Caracas, Venezuela 2000. 2000 “Biennale di Venezia». Venezia, Italia. 2002 “La Mirada“. Daros Fundation, Zurich, Suiza. “Mois de la Photo a París“, Cite des Arts, París, Francia. “Images de Jesús“, Patrimoine Photographique, Hotel de Sully, París, Francia. 2003 “Mapas Abiertos“. Sala Telefónica, Madrid, España. “Mapas Abiertos“. Palau de la Virreina, Barcelona, España. “Todo Incluido“. Palacio del Conde Duque, Madrid, España. 2004 “Documenting Poetry”. Virginia Museum of Art, EE UU. 2005 “La Trama e l’ordito”, 51ª Bienal de Venecia, Pabellón Instituto Italo-Latinoamericano, Venecia, Italia. “La Mirada”. Biblioteca Luis Ángel Arango, Bogotá, Colombia. “El Puente de la Visión”. Museo de Santander, España.
Leopoldo López Mendoza Alcalde
Consejo directivo Miembros principales José Antonio Abreu Roberto Coimbra Antonio López Tahía Rivero José Manuel Sánchez Esteban Torbar Miembros suplentes Esteban Araujo Moisés Carvallo Bedelia González Jorge Viera Diana López Presidente Lindes Pérez Diego Gerente General
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