Capítulo 7. Delors “El personal docente en busca de nuevas perspectivas”. Vemos el siglo próximo como una época en la que los individuos y los poderes públicos considerarán en todo el mundo la búsqueda de conocimientos no sólo como un medio para alcanzar un fin, sino también como un fin en sí mismo. Esperamos mucho del personal docente, al que se le exigirá mucho, porque de él depende en gran parte que esta visión se convertirá en realidad. Los docentes son los que deben despertar la curiosidad, desarrollar la autonomía, fomentar el rigor intelectual y crear las condiciones necesarias para el éxito de la enseñanza formal y la educación permanente. Lo que está en juego es considerable y pone en primer plano los valores morales adquiridos en la infancia y durante toda la vida. Para mejorar la calidad de la educación hay que empezar por mejorar la contratación, la formación, la situación social y las condiciones de trabajo del personal docente, porque éste no podrá responder a lo que de él se espera si no posee los conocimientos y la competencia, las cualidades personales, las posibilidades profesionales y la motivación que se requieren. Una escuela abierta al mundo. Los niños llegan a clase cada vez más marcados por la impronta de un mundo real o ficticio, que sobrepasa ampliamente los límites de la familia y del vecindario. Cuando los alumnos pasan menos tiempo en el aula que ante el televisor, es grande el contraste que se les presenta entre la satisfacción instantánea ofrecida por los medios de comunicación masiva, que no requiere ningún esfuerzo, y la exigencia del éxito escolar. Los docentes y la escuela han de afrontar nuevas tareas: convertir a la escuela en un lugar más atractivo para los alumnos y facilitarles la clave de un verdadero entendimiento de la sociedad de la información. Por otra parte, los problemas de la sociedad circundante no se pueden ya dejar a la puerta de la escuela: la pobreza, el hambre, la violencia y la droga entran con los alumnos en los establecimientos escolares. De los profesores se espera que no sólo puedan hacer frente a los problemas y orientar a los alumnos, sino que además tengan éxito allí donde los padres, las instituciones religiosas o los poderes públicos han fracasado frecuentemente. Prolongar el proceso educativo fuera del establecimiento escolar, organizando experiencias de aprendizaje practicadas en el exterior y, en cuanto al contenido, estableciendo un vínculo entre las asignaturas enseñadas y la vida cotidiana de los alumnos. Para que puedan adquirir la autonomía, la creatividad y la curiosidad intelectual que son los complementos necesarios de la adquisición del saber, el maestro debe mantener forzosamente una cierta distancia entre la escuela y el entorno, para que los niños y los adolescentes tengan ocasión de ejercer su sentido crítico. “Solista” a la de ”acompañante”. Expectativas y responsabilidades. La competencia, el profesionalismo y la dedicación que se exige en los docentes hacen que recaiga en ellos una ardua responsabilidad. La concepción y la aplicación de las