Benemérita Escuela Normal “Manuel Ávila Camacho”.
Licenciatura en Educación Preescolar.
Curso: Educación histórica en el aula. Docente: Martina Alvarado Sánchez.
Cuarto semestre.
Ensayo. “¿Existe interés por parte de los alumnos el aprender historia?”.
Alumna: María Goretti Jiménez López.
Zacatecas, Zac. Abril 2016.
“¿Existe interés por parte de los alumnos el aprender historia?”. “Cualquiera puede hacer historia; pero sólo un gran hombre puede escribirla”. Autor: Oscar Wilde.
Introducción. Década con década nos damos cuenta que el interés por el conocimiento de nuestra historia es escaso, desafortunadamente pocas son las personas que se sumergen en la investigación que va más allá de saber quién o quiénes fueron los personajes históricos que dan luz a las clases impartidas por los docentes de educación básica desde años atrás pero, ¿realmente los alumnos están atentos a los hechos históricos que celebramos año con año en una fecha determinada? Para esto no hay respuesta puesto que desconocemos completamente las necesidades o dudas que llegan a los niños, especialmente en la edad preescolar. No podremos decir que el infante está realmente interesado ya que de un día para otro se lo olvida lo que se está festejando y es ahí donde la educadora debe hacer énfasis y darse cuenta o proponerse ideas sobre cómo mantener esa información, cómo lograr que se identifiquen con la historia o, mejor dicho, cómo pueden ser grandes historiadores en un futuro. Considero importante el hecho de que no existe, al menos en el PEP 2011, un campo que se especialice en hechos históricos o, mejor aún, un apartado que nos diga: “¿Cómo enseñar historia en la edad preescolar?”. Desde mi punto de vista desde ahí radica el problema, si el plan de estudios no marca que se enseñe éste curso, el docente no la empleará puesto que considera no es importante para la vida de un niño. Es importante hacer énfasis en las dudas de los alumnos, ayudarlos a interesarse en su vida, su historia, buscar la manera de que por cuenta propia busquen en diversas fuentes lo que desean conocer, diseñando estrategias que faciliten la comprensión de la misma así como la intención de hacerlo.
No se trata pues, de mostrar la historia con hechos históricos, se trata de que el docente se juegue el papel con sus alumnos mostrándoles lo divertido que es saber de historia, tener conocimiento acerca de uno mismo, es decir, lo que hoy en día rodea al individuo humano y por qué.
Desarrollo. El enseñar historia en la educación básica implica un conocimiento memorístico de fechas con acontecimientos importantes o no tan importantes, sino que, lleven consigo el momento en que “grandes héroes” hicieron de nuestro país un lugar mejor. El docente no conoce realmente el hecho de <<enseñar historia>> puesto que continúa con los estereotipos aprendidos desde su infancia, emplea la estrategia de robotizar a sus alumnos así como lo hicieron con él/ella. Partimos desde la idea de que los estudiantes de las nuevas generaciones analizadas o próximas a analizar no se interesan en nada, creen que la escuela sólo es para “aprobar” ciertas materias o, peor aún, la utilizan como medio en el cual
pueden
“guardar”
a
los
niños
por
un
momento
determinado.
Desafortunadamente no se toma en cuenta el trabajo que realizan las instituciones día con día, nos damos cuenta de la realidad que se está viviendo, aquella en la que el individuo deja de interesarse en lo académico, considerando así los cursos como una pérdida de tiempo. Debido a esto, nos enfocamos en la parte de “¿Cómo lograr que exista interés propio por aprender? ¿Cómo lograr que los alumnos no pierdan el sentido de conocer sobre su historia o la de otros seres que los rodean?”. Sin lugar a duda, es una tarea difícil pero no imposible de lograr. “Es importante diferenciar a la historia como conocimiento construido y validado por la comunidad de los historiadores, de la historia como proceso social y aún de la memoria histórica, definida aquí como la historia recordada por los colectivos humanos” (Belinda Arteaga y Siddaharta Camargo, 2, sin año).
El ser humano es un ser consciente de lo que hace y dice en lugar, un tiempo y con determinadas personas, considerando éstos puntos como el hecho de partida para comenzar a enseñar historia desde el nivel académico de preescolar. Toda situación es parte de nosotros, son momentos que nos marcan en la vida, haciendo la diferencia con otras personas, permitiéndonos darle continuidad a nuestra propia historia, dándole el énfasis de acontecimiento importante que vale la pena analizar. Considero la parte importante de los temas que se deben abordar en la educación así como el sentido que se le da a cada conocimiento adquirido por los alumnos. “Se pasó de la pregunta ¿qué contenidos históricos deben abordarse en la escuela? a ¿cómo lograr que en la escuela se aprenda historia como una forma de conocimiento específico?” (Belinda Arteaga y Siddaharta Camargo, 2, sin año). Como ya se mencionó, el docente juega un papel importante en la vida cotidiana de los niños, es en él/ella donde el pequeño encuentra a un ser capaz de lograrlo todo, de saber todo, de ser una persona que nada le pasa, que le puede enseñar hasta lo más complicado que pueda existir… el docente es eso y mucho más para un niño de preescolar. Hacernos la pregunta “¿cómo enseñar historia en el aula?” va más allá de conocer sobre ciertos personajes, ya que la primera duda que pueda surgir en el infante es “¿quién soy?, ¿a dónde voy?, ¿por qué existo yo?”, éstas y otras que pueden ser aclaradas si realmente existe el interés por enseñar, si nos apasiona el hecho de ser un guía para un grupo de alumnos. Pienso en lo fascinante que es conocer la historia de vida de cada uno de mis aprendices, así como relacionarlos con la vida de sus compañeros tratando de encontrar el interés de que existan otras personas a su alrededor dándole la validez necesaria de que esos seres forman parte de lo que pueden conocer como su “historia propia”. “Una historia en la que tienen cabida tanto los hombres y las mujeres comunes y corrientes como su vida cotidiana” (Belinda Arteaga y Siddaharta Camargo, 7, sin año).
Las historias surgen desde el momento en que nacemos hasta que morimos, adentrándose en qué hicimos en ese trayecto de vida, qué aportamos a la sociedad o que dejamos de aportar; vivimos pero no nos damos cuenta o no nos interesa saber qué estamos haciendo, qué es lo que nos está marcando, qué es lo que nos hace estar aquí en éstos momentos, quiénes somos y quiénes podremos ser… el curso de historia puede comenzar desde ahí, ya que cada alumno cuenta de diferente manera y con diversa índole su historia de vida. Si fijamos la mirada nos podremos dar cuenta que en algún momento existe interés por saber un poco de todo. Así pues, el hecho de conocer sobre la historia no comienza desde la memorización de fechas, acontecimientos, personajes llamados héroes de nuestra Patria, lugares en donde se llevaron a cabo dichos acontecimientos que dejaron huella en nuestro país; para todos, la historia comienza desde que nacemos, llevando con nosotros los hechos del pasado, relacionados con el presente dándole un valor al futuro que hemos preparado poco a poco. Pero para ello, se debe concientizar sobre lo que se está realizando, lo que se desea hacer y lo que se hizo, es decir, comenzar por comprender el presente por el pasado y el pasado por el presente para dar fruto al futuro propio. “La historia es mucho más que cualquier narrativa porque la historia es una disciplina compleja con sus propios procedimientos y estándares para elaborar conocimientos válidos sobre el pasado y sus múltiples relaciones con el presente” (Lee y Ashby, 2000).
Conclusión. El interés se pierde desde el momento en el que no se tiene conocimiento previo acerca de determinado tema, es decir, si el docente no conoce el contenido a abordar los alumnos no se muestran interesados en lo que se espera aprender en esa mañana de trabajo.
Es complicado buscar la manera de que el estudiante se adentre en su presente, se concientice sobre lo que puede lograr a futuro, claro que, es ahí donde el maestro es el guía para que sus alumnos se conviertan en grandes pensadores, se valoren así mismos a pesar de lo que han hecho y lo que no; se parte pues, desde la idea de enseñar historia como nunca se ha hecho, como nunca se ha propuesto, se trata de ser capaces de enfrentarnos a las críticas sin reflexión alguna, de hacer de nuestro alumnos seres pensantes y motivados de aprender que todo aquello que hacen o dicen va formando parte de su “historia real” y no de aquella que no vivieron, aquella historia que únicamente memorizan para aprobar la materia, para ser partícipes de los eventos que hacen alusión a dichos acontecimientos que, sinceramente, no les interesa. Hagamos pues, de historia una disciplina que tiene un valor primordial, mostrar que sin ella simplemente no existiría sociedad alguna. “El maestro de historia para el siglo XXI no requiere ser un personaje docto que conozca hasta el último detalle de todos los hechos históricos, ni un sujeto <<obediente>> que simplemente ponga en práctica un plan de estudios […} implica una forma de pensamiento y una toma de conciencia” (Belinda Arteaga y Siddaharta Camargo, 23, sin año). Bibliografía. Belinda Arteaga y Siddaharta Camargo, “Educación histórica, una propuesta para el desarrollo del pensamiento histórico en los estudiantes de la Licenciatura en Educación Preescolar y Primaria”, sin año.