Revista Literaria
Palabras Indiscretas n.9 ISSN-2172-7562
Poesía Prosa Crítica Literaria Columna Literaria Información del GLPI Y más…
Editor José Mª Pérez Sánchez (JM. Persánch) Coordinación General: Graciela Giráldez Ed. Junio 2013. Cádiz (España)
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Revista Literaria Palabras Indiscretas del Grupo Literario Palabras Indiscretas Sitio oficial Revista online Facebook Issuu ISSN- 2172-7562 n. 09 Junio de 2013 Idea original: José Mª Pérez Sánchez (JM. Persánch) Coordinación general y maquetación: Graciela Giráldez Coordinadora adjunta: Mariela Barcia
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La revista tiene la intención de estrechar lazos culturales y literarios entre los escritores de los países hispanohablantes a través de las letras.
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CONTENIDOS: COLUMNA CULTURAL
PP: 6 –9
REPORTAJE
PP: 10 –12
ÁREA DE POESÍA
PP: 13 –17
ÁREA DE RELATO
PP: 18 –38
CRÍTICA LITERARIA
PP: 39 –45
LA GACETA
PP: 46 –47
RECORDAMOS A
PP: 48 –53
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Escritores colaboradores de poesía y relatos: Juana García Romero – Mario Islasainz – Ricardo Casal – Javier Sachez – Graciela Giráldez –Gonzalo Salesky –Claudio Rabec – Eva M. Medina Moreno – Pernando Gaztelu – José Alberto Medina – Rcvicent – María Teresa Alaez García- María José Castejón – Francisca Olmos – Evelyn De Lezcano – Damián Gandiz – Nuría de Espinosa – Eduardo Protto – El Seis - JM. Persánch – Mabel Zaves. La artista plástica María D. Giráldez nos presenta su obra “Huerta Chica” óleo de 60 x 80 En la sección Reportaje nos visita José Luis Nieto Aranda
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PUBLICACIONES DEL GLPI Acuarela de pensamientos (2009)
Raíces (Cuando las páginas pasan solas) (2010)
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Entre la utopía y la distopía (2011)
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Espejos de papel (2012) Comprar en librerías online Lulu Bubok
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e-revista de Humanidades http://www.sarasuati.com Editor Iván Matellanes
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por JM. Persánch RECORDANDO A SAUSSURE Y EL SIGNO LINGÜÍSTICO CASI 100 AÑOS DESPUÉS
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n este texto me centraré en formar reflexiones y elaborar ejemplos sobre
conceptos citados en el Curso de lingüística general (1915) de Saussure. Concretamente, en las características atribuidas de arbitrariedad, mutabilidad e inmutabilidad del signo lingüístico. El signo lingüístico saussuriano plantea abiertamente una dualidad constitutiva que acarrea varias implicaciones directas. En este sentido, de la descripción del signo lingüístico saussuriano se desprende un carácter inmotivado o, en otras palabras, erigido en un hilo que entreteje el significante y significado sin albergar una relación natural, sino que, muy al contrario, representa una imposición del sistema lingüístico sobre el individuo y su elección. Pues éste, muestra de su arbitrariedad, no acepta cualquier tipo de combinación, un hecho que además deriva en el concepto de inmutabilidad de la lengua; pongamos por caso (a) “mesa” por “caballo” y (b) “Mi haber rompido el de madera cuchara.” (a) Relación arbitraria e inmutable entre significante y significado.
: CONCEPTO _______________ Mesa
: IMAGEN ACUSTICA
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(b) Relación de arbitraria e inmutable estructural de la lengua. Mi haber rompido el de madera cuchara ˃ Yo he roto la cuchara de madera La combinación no permite el pronombre posesivo en función de sujeto, el pretérito perfecto con formación de infinitivo, la construcción morfológica regular de “rompido” proveniente del verbo “romper” en sustitución del irregular “roto,” la ruptura de orden lógico o anteposición del sintagma preposicional “de madera,” ni la discordancia de géneros entre el artículo “el” y su sustantivo “cuchara.” Y, sin embargo, el mensaje sería comprensible y efectivo entre dos hablantes de la lengua desde el punto de vista comunicativo. Por lo que más allá de la función comunicativa, la arbitrariedad apunta a un uso estilístico normativo, que responde a la cimentación de estructuras psíquicas de relaciones entre significados y significantes morfosintácticos. Vida, comunidad y lengua, son tres viajeros inseparables que se nutren mutuamente. Las fuerzas sociales, históricas y culturales se cimentan en el habla, y ésta lo hace en el producto histórico que se impondrá a futuras generaciones. Por ello, la lengua no supone un artefacto libre, como ejemplifican los casos (a) y (b), sino una herramienta de comunicación y pensamiento heredada. Consecuentemente, la tradición cultural moldea y funda la arbitrariedad del signo lingüístico a través de una codificación relacional psicolingüística, que revela, no solo el estado del hablante y su lengua, sino de una evolución indirecta en las nociones y relaciones de significantes, significados y normas. El concepto de inmutabilidad del signo hace referencia a la estabilidad y solidificación, tanto de los procesos de codificación como de las estructuras de su conservación por parte de la comunidad. En otras palabras, la lengua no puede ser modificada por el individuo voluntariamente. Sin embargo, Saussure reconoce que existe la posibilidad de una mutabilidad del signo lingüístico basada en unos procesos inconscientes. Pues, la lengua, como elemento cultural procedente de la elección histórica colectiva de la masa parlante, parece carecer de mecanismos que eviten un desplazamiento en, o alteración de, la relación prestablecida a priori entre significado (concepto) y significante (imagen acústica). Paradójicamente, sin excepción, todas las lenguas quedan sujetas a una evolución – mutabilidad- lingüística histórica. En esta línea, a modo de ilustración, consideremos los siguientes ejemplos: 1. Mutabilidad socio-histórica: Históricamente, el término “latino” venía siendo asociado a países cuyas culturas y lenguas provenían del contacto con Roma, su imperio y el latín. De esta forma, Napoleón Bonaparte acuñó el término latino-americaine –latinoamericano- para referirse a la extensión cultural y lingüística de países como Portugal, España o Francia en el nuevo mundo de las américas. De esta forma, a través de un indicador geográfico, se hacía
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distinción respecto a los “latino-europeos.” Con el paso del tiempo, Estados Unidos se apropió del término “americano” como propio de los “estadounidenses,” hecho que provocó una partición semántica en los usos anteriores, desembocando en las actuales asociaciones significante/significado: “latinos” para los “latinoamericanos” y “europeos” para los “latinoeuropeos.”
Mutación ˃
: Concepto
________ Latino
________ Latino
: Imagen acústica
2. Mutabilidad socio-política: La disparidad, en la raíz, de los planteamientos y concepción sobre la lengua desde las tradiciones hispana y anglosajona, representan un ejemplo claro de la naturaleza dual – mutabilidad e inmutabilidad- del signo lingüístico como código. Por un lado, la tradición anglosajona es esquiva a la formación de una academia de la lengua inglesa, sino que se otorga mayor énfasis a los usos cotidianos para su normativización por medio de un proceso natural. Es decir, es la sociedad, y los medios de comunicación son también parte de esa sociedad, quien establece en gran medida la aceptabilidad y corrección del habla. En este sentido, no se tiene que esperar a que ninguna academia de la lengua valide su uso. Por ejemplo, encontramos términos nuevos como “google” con capacidad de desempeñar funciones correspondientes a categorías verbales como, al menos, nombre (“Google is a search engine”) y verbo (“You can google it”). Sin embargo, este uso naturalizado de una mutabilidad léxica, que sustituye a “You can look it up in the internet” no la suplanta, pues es temporal, porque el término “google” y sus categorías caerán en desuso cuando el hecho que lo originó desaparezca o quede obsoleto. En otras ocasiones, la política lingüística anglosajona es planificada directamente desde el ámbito académico y la esfera política. Resultado de esto último podemos citar el nacimiento del lenguaje políticamente correcto o el movimiento Plain English. 3. Mutabilidad político-académica: En un intento por forzar una igualdad entre hombres y mujeres, a pesar de que el sexismo no sea la lengua sino la actitud del hablante, tanto desde la política española como desde la Real academia de la lengua española, se han venido esmerado por revisar los usos lingüísticos del género en la lengua cotidiana. Dando lugar, muestra de una entelequia sin sentido común no aceptada por la masa parlante, a aberraciones estilísticas como el siguiente supuesto: “Los padres y las madres que tengan niños/as y sean miembros/as o socios/as de esta asociación de vecinos/as podrán recogerlos/las desde el lunes.” Un uso completamente artificial y contra natura que hace inútil la buena intención que la origina,
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pues la lengua tiende a la economía de lenguaje y no al uso superfluo impositivo consciente y voluntario de la lengua. O, en palabras de Saussure sobre la no mutabilidad de manera consciente de los usos lingüísticos, y las relaciones establecidas entre significantes y significados, que, en el caso anterior, se explica a la complicación de romper con los genérico “padres” o “niños” como elementos inclusivos de lo masculino y lo femenino “madres” y “niñas.” Lo cual demuestra que la lengua y sus usos no escapan y existen fuera del hecho social y contexto espacio-temporal. Así pues, para acabar, en base a lo explicitado, observamos cómo la arbitrariedad, mutabilidad e inmutabilidad del signo lingüístico abarcan la totalidad de los principios de fuerzas sociales, históricas y culturales se cimentan en habla en lengua, como fruto histórico con el que se alimentará lingüísticamente a generaciones posteriores. Y, en síntesis, lo hace planteando una sistematización psíquica en la relación de los significados y los significantes de los usos sociales del lenguaje.
REDES AMIGAS
Club de escritores Palabra sobre palabra
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por Graciela Giráldez
______________________________________________ Nos visita el escritor JOSÉ LUIS NIETO ARANDA ______________________________________________ José Luis Nieto Aranda (Madrid, 1962) Inició estudios de Filología y Periodismo en la universidad Complutense de Madrid. Actualmente reside en la capital, donde trabaja en la empresa privada como asesor comercial. Escritor por necesidad desde su juventud, hasta 2008 no publica su primer libro: “Un tiempo de adiós”. Posteriormente, en 2011, saldría “Rastros perdidos” y en 2013 nace “Diario de improvisaciones”. Su tercer poemario publicado, aunque algún otro proyecto poético aguarda su edición. Blog:: http://diariodeimprovisaciones.blogspot.com.es/
*** Conocí a José Luis un día del mes de mayo de 2013, en el recital poético musical que brinda la asociación literaria poiesis conjuntamente con la asociación aragonesa de escritores, este evento se realiza en la provincia de Teruel en la localidad de Alcañiz. De este recital, que fue también la presentación de su nuevo poemario “Diario de improvisaciones” , he de destacar de José Luis su nervio poético y el lenguaje con que aborda la poesía en el aventurado examen de la existencia.
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A continuación… ¡LA ENTREVISTA!
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¿Desde cuándo comenzó a escribir? que le ha motivado Desde la adolescencia he tenido una necesidad de plasmar todo aquello que no era capaz de transmitir con palabras: aquellas imágenes y sentimientos que fueron (y son) vivencias con todos los matices, con todas las consecuencias. No hubo que buscar motivación alguna: se nace poeta, aunque ayudaron las primeras lecturas de autores (clásicos o modernos) en aquellos densos libros de texto que cargábamos camino al colegio. ¿Qué es para usted la poesía y cómo la definiría? Como dijo Caballero Bonald en una noche de presentación de uno de sus últimos libros: la poesía es un estado de ánimo. Y yo añado: plasmado en realidades o fantasías. No conviene encorsetar la esencia de la poesía, ni ceñirla a definiciones más o menos exactas. Creo que lo mejor que se puede decir de la poesía es que es una manera distinta de contar las cosas, los sentimientos. ¿Cómo ve la poesía de estos tiempos tan agitado, donde otros medios de expresión expresión como el cine, y la industria del entretenimiento se desarrollan vertiginosamente. Cree usted desaparecerá, por qué? Desde siempre la poesía ha sido algo minoritario por lo que no creo que le afecte mucho esa competencia referida (que no creo ni que sea competencia) La mayor cualidad del arte es que se puede expresar de múltiples maneras: pintura, cine, escultura, poesía. Cada apartado tiene sus seguidores y sus detractores y, lo que es seguro, es que tienen la continuidad asegurada. Otra cosa es la facilidad para transmitir la poesía: corren tiempos difíciles para la edición, para la propagación de los muchos y buenos poetas que hay actualmente y el público, en general, sólo conoce los nombres de siempre, que copan los comentarios y las noticias de la crítica del sector. Es necesario promover recitales, publicaciones, actos…Toda iniciativa en ese sentido será bienvenida. ¿Qué es para usted ser escritor? Me gustaría decir que un oficio pero, para mí, un oficio es aquello que, ejerciéndolo, da de comer. Lamentablemente un poeta no vive de su poesía (materialmente hablando) así que diré que ser escritor, para mí, es tener la capacidad de crear sueños donde no hay nada, de transmitir emociones a lectores que se identifican, de generar oasis en los desiertos.
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¿Cree que el escritor es un ser obsesivo? Obsesivo… compulsivo. Un escritor (y no hablo de calidad) preocupado de su obra procurará moldearla, pulirla, retocarla y nunca estará satisfecho del todo con ella porque siempre pensará que se puede mejorar. Es cierto que eso crea cierta desazón, cierto sentimiento incompleto y, en ocasiones, mucha, mucha ansiedad. ¿Es necesario que el escritor sea un hombre comprometido? El único compromiso ha de ser consigo mismo, con su estilo, con su obra, con su verdad, con sus letras. ¿Cuáles son los autores que influyen en su obra? Ángel González, Gil de Biedma, Luis Alberto de Cuenca y otros quinientos más. ¿Qué hace antes de escribir, tiene usted algún ritual? Ninguno. Soy un tipo de lo más normal. ¿Cómo ha cambiado su lenguaje lenguaje poético a través de los años? Dado que empecé a publicar muy tarde, mi lenguaje no ha variado mucho en los tres libros que he sacado. La forma, sí. Sobre todo en Diario de improvisaciones. ¿Cómo ve usted hoy por hoy la industria editorial? Igual que el resto de industria española: en crisis. Y la solución, como he dicho, va a ser complicada. ¿Cómo autor que soluciones le daría a este problema? Uff... bastante tengo con crear. No creo que me corresponda a mí contestar a esta pregunta. Lo siento. ¿Cree ¿Cree en los concursos o certámenes literarios? Nunca me he presentado a ninguno por lo que mi opinión sería la que me han transmitido otros autores que sí lo han hecho y, obviamente, no sería una opinión cierta ni rigurosa. ¿Qué opina de las nuevas formas de difusión literaria como las revistas literarias, blogs, páginas sobre literatura, en fin la internet en general? Todo lo que aporte para la transmisión de la poesía es muy positivo. De hecho muchos autores nos aglutinamos en Facebook, foros y blogs y nos mantenemos informados sobre las últimas publicaciones, recitales…. Yo mismo tengo un blog que ha dado el título a mi último libro: Diario de improvisaciones.
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Circunstancias: “No somos disparados a la existencia como una bala de fusil cuya trayectoria está absolutamente determinada. Es falso decir que lo que nos determina son las circunstancias. Al contrario, las circunstancias son el dilema ante el cual tenemos que decidirnos. Pero el que decide es nuestro carácter”. José Ortega y Gasset Amaneció y no te sé, Contribución de Mario Islasainz
duele niña, son tantas las mariposas expuestas en el bosque de la vida, que siento necesito callar y no puedo. ¿Crees que debería hacerlo? Nadie sino tú tiene la respuesta. Yo, necio de lo que gusto y de quien me gusta, padezco la urgencia de saber hacia dónde enviar estos
Contribución de Mabel Zaves
vuelos que no me caben en el alma. Todo dentro de este añejo
El hombre que me pretende El laboratorio, ¿afina su ser y le construye un traje a la medida basado en los principios de la lógica, que alimentan las teorías matemáticas o pertenece a la órbita celeste?
corazón dicta a ti, de ahí que no pueda acallar al remolino de recuerdos que se conduele conmigo, porque no estás en este amanecer que corre por su cuenta sin saber a qué huele un caprichoso transcurrir en donde amanecido, niña, sigo sin saberte.
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Siempre podemos encontrar un instante, un momento en el que disfrutar de una buena
Contribución de Nuria Espinosa
lectura. Un libro es una puerta abierta a todo un infinito lleno de imaginación.
Bajo la sombra de un olivo la serenidad me acompañaba arropada por el verde ramaje que obligaba a mi pensamiento a iniciar el camino hacia el sendero del riachuelo que fluía incesante, letra a letra, por cada nueva página de un caluroso atardecer que cobijaba el silencio de la soledad.
ANTE TI Ante ti, me expongo. Ante ti, me alegro. Ante ti, me realizo. Ante ti,
Contribución de Juana García Romero
en fin, vivo.
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Soneto que regalé a mis compañeras de Metáforas por el día de la Mujer y, en concreto, a Diana Gioia. También regalé al grupo la estructura del soneto. http://www.metaforas.com.es/foro/index.php?topic=311 9.0
Contribución de María Teresa Alaez Garcia
A la Mujer Frágil mujer, nacida de la nada oculta en los aromas adyacentes creados por poetas sin membrete, escondes la bondad entre tus lágrimas. Surgiste, así, del blanco de una concha marina que recoge tu embeleso. Venus final, belleza azul de cuento, brillante astucia, dulce, fiel, dichosa. Sublime inteligencia sepultada en tejidos arácnidos. Especie herida por varones de tu casta. Hera feliz, mujer trabajadora, amante dama en invisible lecho. Como Afrodita, emerges de las olas.
Contribución de María José Castejón
POEMA Compuesta la proposición no compartida. Llamada filosófica sofocada sin discutir. Complejo problema sin resolver. Vuelve y dialoga sin la fogosa actualización de tu idea. Respeta al opuesto y vive con él la respuesta en la eternidad
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CABALGARÉ Cabalgaré al lomo, de un caballo blanco, por senderos cubiertos de amapolas,
Contribución de Francisca Olmos
con aroma a esperanza. Cabalgaré cruzando, por ríos risueños, que cantan al aire, melodías de llanto y sangre. Cabalgaré buscando, el reflejo de tus ojos, sobre los míos, con tu pelo reposando. sobre mi espalda y acabaré mi viaje, con el silencio, de mi alma recogida.
Contribución de Evelyn De Lezcano CADA DÍA Hacemos pequeñas cosas, cada día. Nos levantamos, cada día. Comemos y nos comemos, cada día. Opinamos y nos contradecimos, cada día. Hablamos y callamos, cada día. Mentimos y desmentimos, cada día. Nos arrodillamos y nos alzamos, cada día. Incendiamos y apagamos el fuego, cada día. Así, cada día, cada momento, construimos y desconstruimos el ritual agónico que nos acerca y nos aleja del infierno.
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Espejos Convexos
Contribución de Graciela Giráldez
Poema 19º Entre dos respiraciones se comprime el espacio. Late la vida sin saber bien dónde ir. -Ir; ¿a dónde?Ir es una manera de escapar de algo. Y entre dos respiraciones escapa el presente de ti. Escapar, huir, evitar. No nombrar; es callar, ocultar, y te lleva a ese espacio comprimido donde aprieta y larga. Deja sin aire, respira hiriendo los pulmones, pero no sangra, no cicatriza, sólo cierra y abre como una puerta que da paso al ayer, al hoy y se refleja en ti.
QUISIERA SER Quisiera ser, tu fatiga tus ojeras de amante, y en tu seno el instante en que mi amor te abriga. Quisiera ser, tu gemido tu párpado postrado, quisiera ser lo que has dado con todo tu sentido. Quisiera ser en tu olvido,
Contribución de Ricardo Casal
lo jamás olvidado, quisiera ser del pasado lo más tierno vivido. En fin por lo cantado quisiera ser ... tu marido.
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“La experiencia no tiene valor ético alguno, es simplemente el nombre que damos a nuestros errores.” Oscar Wilde
EL REGRES EGRESO O por Claudio Rabec
La luz del sol rebotaba astillándose y formando un enorme círculo blanco, ceniciento, que manchaba el cielo el camino el campo, mientras el tren devoraba kilómetros dibujando la campiña, transcurriendo pueblos, nombres propios de estaciones que sus ojos parecían estar descubriendo, pero que en realidad él conocía de memoria, una memoria ancestral que le había transmitido su abuela en esas noches de infancia, en aquella época en que esa Galicia triste y árida formaba parte de la cotidianeidad de sus sueños...Nombres como Vilasantar, esa aldea de la que Doña Francisca, a pesar de haber pasado tantos años lejos, nunca se había ido... pero también Sarria, Corgo, Lugo, Rabade, aldeas casi de leyenda, pueblos desgarrados, convertidos en fantasmas por la hambruna de la guerra, esa guerra que él conocía hasta los últimos detalles pese a no haberla vivido...lugares que, hasta hoy, el creía que solo vivían en sus fantasías... villorrios lentos, estaciones de madera que formaban parte de sus juegos imaginarios allá en la casa de Parque Chas... Atrás había quedado esa larga eternidad de avión y esas lágrimas y esa congoja y la despedida y el llanto de su madre en Ezeiza diciéndole esa frase que aun sonaba como un eco detrás de sus frontales “te das cuenta hijo, somos los hijos de los que vinieron y los padres de los que se van”, y los llantos de otras madres y de otros hijos y las caras de esperanza y el “van a estar mejor” y su Santiago, ese purrete que podía ser él mismo, aferrado a las faldas de su abuela y ese interrogante sin respuesta “porque no venis con
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nosotros abue?”... y como explicarle a sus dulces tres años tanto desgarro... y su Franco con sus cinco años preguntandole si en España habia jugueterías y si se conseguian los autitos Hot Wheel...y luego una vez en el embarque, ese espacio que no es ni irse ni quedarse, la duda... ese dejo de duda y la pregunta eterna del “estaré haciendo bien...?”. Y ya en el avion y cuando llego la noche y las dos cabecitas reposaban en su falda, sus sueños llenos de preguntas, mientras todo dormía y esas ganas de refugiarse en el regazo de su madre como cuando era pequeño y ese de quinto le habia robado la bolita lechera, que su padre le había regalado y que el guardaba como un tesoro.... Pero algo lo consolaba: el sabía que otras angustias estaban despiertas al mismo tiempo en otras filas, y eso servia al menos para sentirse menos solo... Y luego Madrid y ese mundo extraño de la estacion Chamartin, Madrid la majestuosa, el centro del mundo, esa Madrid que su abuela nunca pudo conocer, ella que tuvo que irse por mar sin poder siquiera permitirse la congoja ni las dudas.... Y mientras el futuro se acercaba, su imaginacion volaba como el tren y llevaba su alma, que volvia a Parque Chas, y por su mente desfilaban y se mezclaban imagenes, sonidos, perfumes de jazmin en el patio de la vieja casa de la calle Victorica... y la voz de su madre cantando una muiñeira y los domingos de mesas largas e historias de morriña. Y de alli y con la voragine de un tobogan la vision cambiaba e imaginaba su encuentro, el tan esperado encuentro con el tío Alfonso, aquel al que tanto conocia sin jamas haberlo visto,. Y las improntas iban en sube y baja acunadas por el vaivén del vagon...de Parque Chas a Vilasantar, de su infancia a Ezeiza, de la congoja a la esperanza. El chirrido del freno del tren interrumpió el viaje de su sueño y la voz del guarda del tren, con ese acento tan familiar pero a la vez tan extraño, lo despertaría a la realidad... “Curtis cinco minutos de parada”.... Franco le diría: “ya llegamos papa? ..” y casi simultaneamente en sus ojos se posaría como un espejismo esa estación de madera, una más de tantas, tan igual a las de su infancia, donde apenas cinco o seis almas solitarias esperaban paradas, como pintadas en el paisaje... Una de esas almas seria su tío Alfonso, aquel del que tanto le hablaba su abuela Francisca antes de morirse cargando con el dolor de no volver a verlo nunca. Aquel que habia sido su ángel guardian en esta historia, y que lo esperaba para recorrer junto con el, sus valijas, su familia y sus sueños los 7 km de tierra arida que lo llevarian a Vilasantar, esa aldea donde a los 40 años y luego de tanto dolor, él retomaria la historia de la familia Mendez en el sitio exacto donde su abuela la habia dejado.
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LABRYS por Damián Gandiz
dgandlaz@hotmail.com Labrys: Antiquísima hacha cretense de dos caras,
derivada de las inmemoriales bifaces de la Edad de Piedra. De su nombre proceden las palabras “trueno” y “laberinto”.
Lo único que hay es agua. Nada más hay. En ocasiones, cerca del nunca, un pez de oro se asoma, y pronto vuelve a sumergirse. El Océano es Infinito y Profundo. Pero exactamente en el centro se yergue la Isla. En el medio de las aguas incesantes; tal vez existe tan solo para remarcar el carácter interminable de lo que la rodea, hasta el imposible fin; para que aquel que observe desde afuera lo recuerde. Pero quizás nadie esté observando. La Isla se levanta en el centro de las aguas grises, líquido que agita el viento melancólico, que también, a su modo, es gris. Quién puede determinar dónde termina el color y comienza el sentimiento. Justo en el centro; no importa dónde esté, cualquier punto del Infinito es su centro. Es como si se moviera: la Isla flota, y el centro del Mar se mueve con ella para recibirla. La Isla es el hogar de los hombres. Los hombres se entienden entre ellos y viven en paz. Ninguno se aventura fuera de la Isla, porque saben que el Mar no tiene término, y un solo paso en él los perdería sin remedio: jamás podrían volver. Así que los hombres decidieron hace mucho quedarse en la única tierra firme que conocen. Y también decidieron que serían felices. El Sol se movió, como todo se mueve; giró incontables veces, incluso sobre su propio eje, para que nadie tuviera derecho a reclamarle nada; marcando así, por medio de sus signos, el inasible paso del Tiempo. La vida era larga y próspera. Sin relieve, sin sobresaltos, sin aventuras. Y porque estaban rodeados de agua, esos hombres, esos hombres que habían decidido ser felices, comenzaron a dudar. ¿No sería que se engañaban a sí mismos? Vivían tranquilos en su tierra, pero en cualquier momento, con sus ojos, o en su memoria, o en sus sueños, volvían a ver el Océano, y un ligero estremecimiento les sacudía la piel: a pocos pasos de su felicidad, la duda gris golpeaba la costa, horadándola lentamente. ¿Qué había más allá del Mar? ¿Era real su satisfacción, tenía sentido? Se congregaron en la plaza central, la misma que usaban año tras año para realizar las fiestas de gran pompa en que se congraciaban con el Dios, cuando el fugaz Sol se encontraba en un preciso punto señalado. En esa plaza que está en el centro de la Isla que está en el centro del Mar se juntaron: esta vez no para agradecer, sino para cuestionar.
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El rey Minos y la reina Pasifae salieron al balcón de su palacio, acompañados de sus hijos, la bella Ariadna y el bello Androgeo; y junto al pueblo, que estaba más abajo, congregado en la plaza, levantaron la cabeza y contemplaron el Cielo despejado y casi alegre. Clamaron que la existencia era feliz, demasiado feliz para ser cierta, y le exigieron al Dios que diera alguna señal; lo conminaron a que se presentara ante ellos y les declarara si su dicha era real, o una cruel mentira. Si el Dios aparecía, si se dejaba ver, si comprobaban su Ser, eso sería prueba suficiente de que el Universo estaba justificado. Todos oyeron un llamado en su corazón, silencioso pero inapelable; una voz que sin palabras los instaba a acercarse a la playa. La playa marca el límite entre la Isla y el Mar. Entre la Isla y el Resto. Encabezados por los monarcas, el pueblo llegó a la arena que señala el borde de la seguridad y la certeza, y observó las aguas con oscura esperanza, aguardando la señal con que habían desafiado al Dios; y la señal llegó. Abriéndose paso por entre la espuma y el asombro, surgió del Océano un Toro magnífico; el Dios había prometido, y cumplía con la palabra empeñada. Pero ahora los hombres se arrepentían de haber preguntado lo que no les convenía saber: porque ese animal sagrado, que demostraba la existencia del Dios, mostraba su oblicua esencia: un ser irracional había emergido absurdamente desde aquella Nada Infinita por la cual se lo cuestionaba. Era una paradoja espantosa: el Dios existía fuera de toda duda; pero no así el Orden que se suponía debía deducirse de su Ser. El Universo no es Cosmos: es Caos. El corazón humano es tan profundo como el Mar. La primera en entender plenamente las consecuencias de lo que acababa de ocurrir fue la reina Pasifae: en cuanto vio a aquel Absurdo surgiendo de las aguas, perdió la razón y encontró la pasión. Se enamoró del magnífico Toro, con una obsesión tan intensa que ocupó todo el espacio de su alma, sin dejar lugar a ningún otro sentimiento o pensamiento. Se soltó de la mano de su esposo, y cayó de rodillas, admirando al Divino Despropósito. El corazón humano es tan extenso como el Mar. El rey Minos contempló a su mujer arrodillada en la arena, y entendió que ese amor torcido jamás podría enderezarse. Pero amaba a su reina con un sentimiento sin condiciones: aunque sabía que no sería correspondido. Su amor se profundizó con la traición; y para complacerla, hizo traer, de la Ciudad de los Filósofos, a Dédalo, el gran arquitecto. Dédalo era el técnico más hábil de toda la Isla; inventó el arte de la metalurgia, los canales de riego que se nutrían del Mar, y la máquina que marcaba el tránsito del Sol y señalaba el fin y el comienzo de cada año. Era el máximo pensador, solo pensador: exacto, frío y mecánico como sus creaciones; pero, también como sus creaciones, carecía de alma. No creía en nada, y por eso podía todo: era la pura racionalidad encarnada, despojada de toda clase de pasión y compromiso. Justamente por eso no tuvo reparos cuando lo empujaron al límite; cuando Minos le pidió que pusiera su suprema condición humana al servicio del Animal-Dios: Dédalo habría de
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construir una vaca hueca de metal, para que pudieran satisfacerse aquellas enfermizas pasiones: la de Pasifae por el Toro y la de Dédalo por un problema a resolver. La reina se ocultaba en el interior de esa cáscara artificial, y el Toro Sagrado podía así unirse a quien no amaba. El fruto de ese amor asimétrico fue el asimétrico monstruo Minotauro; una criatura dual que es un símbolo vivo: el horror que nace cuando el hombre se involucra con el Absurdo. El joven monstruo crecía veloz; y su vista, retorciéndose y bramando, resultaba insoportable. Entonces Minos pensó en aniquilarlo. Pero la pasión que lo había creado era inagotable, y sus progenitores volverían a engendrarlo una y otra vez, sin fin. El rey razonó que, ya que no había manera de destruirlo, la misma Técnica, que había permitido su nacimiento, debía ahora ser la encargada de encerrarlo y ocultarlo. Dédalo construyó entonces el Laberinto: la patología de la racionalidad. El límite de la razón, la razón empleada para que la razón se extravíe. Arrasó el espléndido palacio de Minos, y en sus terrenos levantó el desmesurado y soberbio edificio diseñado para la perplejidad y la perdición; y con grandes esfuerzos y precauciones recluyeron al monstruo. El corazón humano es tan oscuro como el Laberinto. Pasifae buscó a su espantosa criatura, y al no hallarla se desesperó, y se hundió aún más en la locura. Sentada en su trono clamó a gritos, pidiendo, exigiendo, que le restituyeran a su retoño. Y el pueblo, otra vez reunido en la ahora desmantelada plaza, tembló de pavor al oir los lamentos de su reina. En el trono de al lado Minos bajaba la cabeza con los ojos muy abiertos y vacíos, mientras se sumergía en su propia desolación y perdía su antes clara cordura. El Minotauro crecía en su cárcel de puertas abiertas; su madre lo reclamaba con lágrimas en los ojos y en el corazón; y Minos y su pueblo vivían en un temor sobrenatural y en la más completa inacción. Hasta que una grieta de abrió en el alma del soberano, y la partió en dos, en tres, en mil pedazos; se levantó temblando de cólera y mandó que le trajeran de inmediato a Dédalo. Sin mayor trámite lo condenó a muerte, a él que había alcanzado la cima de sí mismo, a él que había marcado el paso del Sol; lo condenó a muerte sin causa, sin culpa, sin motivo, sin razón. Y el gran arquitecto se inclinó sobre el cadalso y recibió el labrys como había recibido todo lo demás en su vida: sin emoción. El corazón humano es tan confuso como el Laberinto. Desde la venida del Toro, la incertidumbre había ganado por completo el alma de los hombres; y toda actividad había cesado bruscamente, porque si el Universo no tiene sentido, entonces nada tiene sentido. Pero no era posible vivir sin más en esa constante espera sin esperanzas; y los hombres decidieron engañarse a sí mismos y se declararon unos a otros que el Dios había efectuado ese milagro atroz para demostrar el Orden de Todo, o más bien el Orden de Todo-elResto, en oposición a aquel máximo signo del Sinsentido. Se lo repetían unos a otros sin cesar: las mujeres en los desolados mercados, los padres a sus hijos en los hogares, los amantes en la penumbra de los umbrales tardíos: Aquello no fue nada, no fue nada; la vida tiene sentido. Sigamos comprando, sigamos educando, sigamos besando. Pero el símbolo
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había existido y había sido visto, nada volvería a ser igual, aunque lo negaran; y en los sombríos atardeceres resuena el bramido del Minotauro, y los hombres se estremecen porque recuerdan que no lo han olvidado. El corazón humano es tan retorcido como el Laberinto. La farsa no podía durar. Esta nueva felicidad era impostada e insustancial, falsa, y un resentimiento sin destinatario claro se difundió por toda la Isla. Cundió el descontento, y más tarde, la ira. La violencia entre los hombres, desde aquella primera ejecución sumaria, había aumentado, y se contagiaba veloz. El padre estaba contra el hijo, y el hijo contra el padre. En un disturbio en la Ciudad de los Filósofos, donde había nacido Dédalo, fue muerto Androgeo, el hijo de Minos. Dos guardias arrojaron los despojos ensangrentados ante el trono y se marcharon sin pronunciar palabra. Y por primera vez en mucho tiempo salieron órdenes del palacio. Era un mandato pavoroso, pero los hombres lo acataron porque, a diferencia del terror desnudo en que vivían sumidos, aquel terror nuevo traía una apariencia de Orden. Ese simulacro los calmaba, solo por la regularidad que significaría para sus vidas a la deriva; por eso no lo cuestionaron. El rey Minos mandaba que, así como él y su primogénito habían tenido que enfrentar lo peor, todos hicieran lo propio: cada hombre y mujer, al llegar a la edad que Androgeo tenía al fallecer, ingresaría al Laberinto y se enfrentaría al Minotauro. El que pudiera salir bien librado, sería dispensado de cualquier sacrificio ulterior, libre para hacer lo que deseara, si es que tenía todavía algo que desear. Los hombres callaron, y aceptaron. Ya no tenían nada que perder. Ni que ganar. El corazón humano es tan manso como las aguas. Uno tras otro entraban los jóvenes al Palacio del Minotauro, por turnos; ninguno regresó. Los mayores enviaban a sus hijos a enfrentar el Horror, y volvían a casa algo cabizbajos; no llegaban a sentirse tranquilos por cumplir y hacer cumplir la Ley que los eximía del abrazo del hijo del Dios. Era solo cuestión de tiempo para que también los viejos se toparan con su Fin, y como todo había sido creado por el Dios… Tarde o temprano cada uno tendría que dar la cara ante su propio monstruo. La población de la Isla disminuía; la vida, tan rara en el Universo, escaseaba, porque eran más los hombres que morían que los que nacían. Los hombres que ya existían, que sufrían, no querían traer al Mundo más sufrimiento. El corazón humano es tan raro como la Isla en medio del Mar. El joven Teseo había nacido en la Ciudad de los Filósofos, donde pereció el hijo de Minos. El día previo a alcanzar la edad de la Prueba, lo embargó un sentimiento que se había convertido en poco común entre los hombres: tuvo miedo de su suerte. Temeroso de su destino, consultó el oráculo del Dios; templo que había sido abandonado, porque nadie podía ya creer en vaticinios: el futuro está sometido al capricho del Omnipotente, y no regido por la razón del Omnisciente. Teseo atravesó el jardín de pastos crecidos y senderos de piedra quebrada. Hizo a un lado las espesas enredaderas que habían invadido la magnífica puerta e ingresó al templo derruído. Al fondo halló la grieta en el suelo sin edad que era el oráculo: por ahí se filtraban los vapores proféticos del mar que rodeaba a la Isla por los lados y por debajo. Junto al
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profundo santuario se aburría, inclinada sobre unos muebles en ruinas, la bella y perdida sacerdotisa. Sin prestarle apenas atención le cobró la tarifa usual, casi sin mirarlo ni hablarle; y se acercó al oráculo y aspiró los humos adivinatorios y tóxicos. En el idioma de los hombres, veneno y antídoto se dicen con la misma palabra. Entonces la pitonisa fue poseída, y el Dios Lejano e Inescrutable habló por su boca humana. –Te prometo el éxito si te dejas guiar por el amor –dijo con voz terrible. Luego salió del cuerpo extenuado de la mujer, que cayó al suelo, fuera de sí. Teseo salió del templo del Dios con un ánimo muy diferente del que tenía antes de entrar. Ante semejante promesa, su antiguo temor se había desvanecido, y ahora lo colmaba el deseo de entrar al Laberinto y destruir al Minotauro. Era una obsesión igual de poderosa, e inextinguible. El Sol volvía a elevarse sobre el horizonte, como tantas otras veces en el pasado; como en todas las ocasiones en que el hombre lo había contemplado. Qué patraña, pensó Ariadna, qué simulacro fallido y perezoso de Ley; más que regularidad era mera repetición, inercia: lo normal es más fácil que el milagro. Se instaló en la puerta del Laberinto, como hacía todos los días, para despedir a los que ingresaban a sus múltiples habitaciones y corredores. No quería que murieran sin haber saboreado antes una última sonrisa humana. Pero esa mañana aún no había llegado nadie; el lugar estaba desierto, pero aguardando. Teseo la vio desde lejos, y se iluminó. El Dios lo condenaba sin remedio, pero también le daba la oportunidad de la salvación, si sabía interpretar sus sutiles señales. Ariadna lo vio desde lejos y se iluminó, pero se puso en guardia. Tal vez estaba ya tan acostumbrada a la desesperación que no la hubiera cambiado por la felicidad. Pero algo cierto había acontecido, un hecho definitivo que condicionaría todo lo porvenir. Se acercaron el uno al otro en silencio. Ella fue la primera en hablar. –¿Vienes al Laberinto a enfrentar tu destino? –le preguntó. –Sí –respondió él. –Pero mi destino no es, como crees, sucumbir: yo voy a destruir al Minotauro. –El Minotauro no puede ser destruído –repuso ella, con ese pensamiento en su mente pero con una ligera ilusión en contrario en su corazón. –Es más fuerte que cualquier hombre; sus huesos son de bronce, y su alma, de sombras; sus cuernos están más afilados que un labrys. Tú no podrás vencerlo. Incluso si lo matas, él volvería a nacer, una y otra y otra vez, hasta el Fin; mientras tú, siempre el mismo, envejecerás, te gastarás. Tú eres pasajero, pero él es inmortal. Teseo se entristeció grandemente. Creía que su valor sería contagioso, imaginaba que inspiraría el mismo valor en la mujer que amaba; quizás más valor aún que el que él mismo poseía. –Tal vez tengas razón –reconoció. –Tal vez todo esfuerzo sea inútil, tal vez toda esperanza sea en vano. Pero más inútil aún es vivir de este modo; más vana es la cobardía de ni siquiera intentarlo.
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“Si destruyo al Minotauro, el Mundo volverá a tener sentido [y quizás entonces tú me ames].Y si al menos lo intento, entonces, al menos, seré yo quien le de un sentido al Mundo. Voy a enfrentar mi nuevo destino: intentar vencer el Horror. Ariadna era la hija de Minos, el rey capaz de un amor tan poderoso, que la traición de su amada no hizo más que profundizarlo: el rey siempre fiel a sí mismo, a su propia Ley, aunque fuera precisamente esa ley autoimpuesta la que lo aniquilaría por completo. Por eso la hija del rey pudo comprender a Teseo, y sus ansias de combatir aquello que amenazaba con reducirlo a la Nada. Su madre Pasifae se había enamorado del Absurdo; ahora ella se enamoraba de quien desafiaba al Absurdo. La bella cara de Ariadna había cambiado: de algún modo, estaba aún más hermosa. Indudablemente, la piel y la carne y los huesos eran los mismos de antes; pero ahora el alma se asomaba a ellos. –Espera aquí un momento –susurró. Volvió a los restos del palacio de Minos; del cadalso abandonado –pues ya nadie se ocupaba de cumplir la ley ni de violarla– tomó el labrys aún ensangrentado. Luego destejió veloz una de sus sábanas, y formó un irregular ovillo con el hilo; no era una obra perfecta como la que podría haber creado el hábil Dédalo pero, en su sencillez y rusticidad, era honesta, y cumpliría su misión. Teseo, ante la puerta del Laberinto, aguardaba impaciente; temía que ella jamás regresara. Eso sí sería insoportable. Al fin apareció, y por un momento ambos parecieron serenarse. –Toma este hilo –dijo Ariadna. –Desenróllalo a medida que avances; te acompañará. Y toma este labrys: cuando halles al monstruo, extermínalo: dególlalo sin piedad, sin remordimiento; que su sangre espesa e infame vea la luz, y él, la oscuridad. Luego, vuelve a enrollar el hilo: te conducirá de vuelta a la salida, de vuelta a mí. Te estaré esperando. Adiós [dulce Teseo, amor de mi vida; sé que lo sabes, pero no puedo decírtelo. Me han traicionado tantas veces… No me atrevo, tengo miedo. Pero te amo. Quiero que sepas que te amo.] Entonces Teseo tomó los presentes, la miró con profundidad, y sin besarla entró al Laberinto. Teseo recorre los pasillos vacíos. Las paredes son lisas, el piso es liso, todo es del mismo color; apenas es posible diferenciar un corredor de otro por los esqueletos caídos. También hay un esqueleto que vive dentro de él. Detrás va el hilo de Ariadna; por delante, el pesado labrys de bronce, presto y cruel. El Minotauro no aparece, pero se lo adivina a cada paso, a cada respiro. Igual que el padre de su padre, el Dios, que no está en ninguna parte pero se presenta en cada rincón. Aguarda agazapado, acechando, siempre a la vuelta de la próxima esquina; la expectativa de Teseo acelera su corazón: el órgano también es un Laberinto en el que se debaten los héroes y los monstruos. El Minotauro también me busca; los dos estamos encerrados. “Hubo un tiempo, ya lejano y perdido, en que solía consolarme de mi melancolía pensando que en realidad yo era el normal, y lo monstruoso, el resto del Universo. Más tarde llegué a
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aceptar que el diferente era yo, para, más tarde aún, dejar de aceptarlo, y llegué entonces a creer que nada era diferente (pero, ¿diferente a qué?), sino, apenas, disímil: pura multiplicidad sin centro, como este Laberinto en que estoy encerrado y en el que vivo. Como el Laberinto en que todos estamos encerrados y en el cual vivimos. Ese espíritu dialéctico y conciliador llegó a aburrirme cuando, al levantarme por las mañanas, recordaba que ya todo estaba resuelto, y solo quedaba aguardar con paciencia el fin; fin aparentemente inevitable pero, por desconocido, tan lejano… “Supongo que todo es simplemente como es, como tiene que ser. No puedo salir del Laberinto para compararlo con el exterior. Si no puedo salir, es porque no existe el ‘afuera’. “Ahora todo vuelve; sé que nací para ser el final de todas las cosas, y me encuentro yo mismo convertido en una cosa, otra cosa más que busca su final. ¿Cuál será? “Nunca me detengo; los corredores se bifurcan, se bifurcan y vuelven a bifurcarse; mis pasos resuenan en las galerías vacías, cubiertas de polvo y sin telarañas. Jamás sabré lo que me depara el futuro, el próximo instante. Siempre estaré un paso atrás, y siempre un paso adelante.” El corazón humano es tan absurdo como el Universo. Minos buscaba a su amada, pero ella permanecía más allá de su alcance: estaba en manos del Dios. El Universo se desmoronaba, y ella pasaba los días en el interior de la vaca de hierro que había forjado Dédalo para su malsana satisfacción. La vida había perdido su centro, y ella lo colocaba de manera artificial en esa perversión permanente. Cuando un problema no tiene solución, solo resta la venganza. No interesa contra quién; si hay un mal, que tenga retribución: no importa la justicia. En un solo latido de su corazón, el infinito amor de Minos contra su mujer se trastocó en inacabable aborrecimiento. Él también buscaba su propio centro; él también quería justificar su propia existencia; pero todo había conspirado en su contra: ni la Bondad, ni la Justicia, ni el Amor, habían servido para nada: no habían tenido ningún efecto. Su reino estaba en completa decadencia y muy pronto, con un débil suspiro, la Vida Humana se extinguiría; y sin nada que la sostuviera, la Isla se hundiría en el Océano sin fondo y no quedaría rastro ni memoria de su pasada grandeza y esplendor. Se perderían para siempre las grandes creaciones del hombre, sus valerosas resistencias contra el Mundo caótico: desaparecerían la matemática, la ciencia, la técnica y el arte. También el amor. El Dios no las recordaría, porque evidentemente no se interesaba en esas cosas. No era el único Solo quedaba enviarle un mensaje, a todos: al Universo, al Dios, a Pasifae; solo un símbolo. Lo máximo a que puede aspirar un hombre en esta vida es a dar un símbolo; tal vez, a convertirse él mismo en un símbolo. Minos tomó del suelo un labrys oxidado, abandonado por algún guardia fugitivo; y, en pleno acto de amor, descuartizó al Toro Sagrado. Luego puso un candado en la vaca falsa, esa cáscara vacía, esa pura superficie y apariencia, encerrando a su amada; y encendió una gran hoguera por debajo. Los terribles gritos de dolor se abrieron paso a través del metal, pero no a través de la perdición.
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Todos los esqueletos se parecen; y al cabo de varios cientos dejan de servir como señales para orientarse en las habitaciones infinitas. En ocasiones hacía marcas en las paredes con el labrys para así distinguir un cuarto de otro, pero las marcas nunca volvían. A veces, un levísimo rompimiento de la monotonía gris, cuando en un corredor transversal al que recorría se adivinaba una tenue línea a ras del suelo: era su hilo, se cruzaba con su propia huella. Pasó un tiempo que solo Teseo podría haber medido, pero no se preocupó de hacerlo. No le importaba; siempre sería demasiado. Una enorme montaña de pasado se acumulaba a sus espaldas; el tiempo se desenrollaba igual que su ovillo; el futuro se aproximaba, implacable, cada vez menos grueso, cada vez más fatal. Y al acabarse el hilo, se encontró en un callejón sin salida. Ese pasillo terminaba en un sólido muro, idéntico a las paredes, idéntico al techo y al piso, idéntico a todo. Gris e inevitable. El corredor terminaba abruptamente, sin esperanzas ni explicaciones, sin conducir a ninguna parte. No había otra cosa que hacer: dio media vuelta y comenzó el camino inverso, tratando de no indagar en esa pared fuera de lugar, por miedo a perder la razón. El Monstruo no había aparecido: ese era el mayor Absurdo de todos. Helaba la sangre y sacudía y despertaba a los fantasmas de la locura; casi era lo más lógico, lo más coherente. Quizás había Orden en el Mundo, después de todo; y esa tragedia no era más que una espantosa pesadilla, como un enorme pez de oro que hubiera irrumpido brevemente en la Realidad; al menos serviría como contraste: ahora todos apreciarían en su justa medida el Sentido del Universo, y volverían a reunirse en la plaza para agradecerle al Dios por haber enviado esa patológica señal que, al fin y al cabo, demostraba su existencia y su sabiduría; si bien de un modo complejo y arduo y acaso retorcido, como conviene a un Dios, a un Ser Infinito que no nos es dado nunca terminar de entender; nos basta con saber que Él sabe lo que hace. El ovillo crecía, y recuperaba las esperanzas que había dejado esparcidas por el suelo: pronto me reuniré con mi amor, pensaba. No faltaba mucho; ese era el primer esqueleto de la serie, estaba seguro de reconocerlo: doblando aquel ángulo estaba la Entrada que se convertiría en la Salida, y luego en la Felicidad. Volvió a pisar la tierra de la Isla, y la luz del Sol lo encegueció. Tanteó con las manos, buscando. Al fin sus ojos se habituaron otra vez a la claridad del Mundo; pero Ariadna no estaba ahí. Teseo, desesperado, especuló. “¿Cuánto tiempo estuve perdido? ¿Se habrá cansado de esperarme? Entonces ¿por qué me dio el hilo y el labrys, las soluciones que me incitaron a hundirme en el Laberinto? Sobreviví; pero no tengo a la mujer que amo, y la mujer que me ama no me tiene a mí. ¿Cuál será mi culpa? ¿Qué ha sido de la promesa del Dios?” Se escuchó entonces desde el Laberinto el triste bramido con que el Minotauro solía detener el curso de la sangre de los hombres. Si no existe el Orden, el Dios no tiene por qué cumplir sus promesas. Ni el Dios, ni nadie. Teseo vivió luego muchas otras aventuras, que tampoco permanecen en el corazón de los hombres.
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LA A SEÑ SEÑORA LOS VESTIDOS DE L ORA LE QUE EDABAN MUY BIEN QU por Eduardo Protto
Los niños dormían. El señor y la señora salieron temprano con el auto. Le dijeron que iban de compras. Ella terminó de limpiar el baño, ordenó la cocina y repasó el dormitorio principal. El vestido que había usado la señora la noche anterior estaba desparramado sobre la silla. Le pareció una muñeca decapitada y sin relleno. Lo tomó con cuidado y antes de colgarlo se paró frente al espejo y lo extendió sobre su torso. Se miró deslumbrada. Como por ensalmo se sintió transportada a otro mundo, distinto del que provenía, sin mugre, sin violencia, sin necesidades infinitas. Un mundo mejor que aquel que en su niñez se avizoraba desde el ventanuco de la pieza de madera y chapa en que vivía. Se quedó todo el día pensando en tan bonita sensación. Era un modo tan bueno como cualquier otro para no recordar cuando a los dieciséis años se fue a vivir con Santiago. Entonces su madre lloró y le encomendó que tuviera cuidado, que la vida era dura y difícil. Nunca imaginó que lo fuera tanto. Santiago se mandó a mudar al poco tiempo que su niño murió. Desde entonces erró sin rumbo fijo, entre drogas y alcohol, hasta que conoció a los hermanos de la iglesia evangélica. La rescataron del barranco de sordidez en que se había hundido. Empezó a trabajar como sirvienta en casas de familia allegadas a la congregación y un buen día llegó al hogar del señor y la señora. Le dieron una linda habitación y algo de ropa fina que la señora ya no usaba. Eran las dos de la misma talla y los vestidos de la señora le quedaban muy bien. Un verano en que fueron a Brasil de vacaciones, la llevaron para que se ocupara de los niños y de los quehaceres de la casa. Jamás había visto el mar y la maravillaba. Por las tardes tenía unas cuantas horas libres y las aprovechaba para caminar por la playa, contemplando absorta los morros cubiertos de vegetación y coronados de nubes. Nunca más volvió a ver algo tan lindo. Lo más de agua junta que recordaba era aquella de los arroyos cercanos al rancherío en que nació, por el lado de Tacuarembó. Una tarde, cuando faltaban pocos días para regresar, mientras la señora tomaba sol y jugaba con los niños, el señor regresó a la casa para dormir una siesta. Primero pasó al baño para darse una ducha. Al rato entreabrió la puerta y pidió que le alcanzara una toalla seca. Buscó una de color blanco muy grande y se la llevó. El extendió su brazo para recibirla pero en cambió la tomó a ella de la mano y la atrajo hacia sí. Ella se dejó. El señor estaba mojado y olía a perfume y le hablaba al oído mientras la poseía. Eso le agradó por lo raro. Cuando regresaron a Montevideo, el señor la ignoró por un tiempo, pero otra vez que la señora no estaba la llamó y la tuvo de nuevo bien apretada contra su pecho. Esas cosas sucedieron de vez en cuando en los últimos meses. Una vez se le ocurrió preguntarle por qué lo hacía y él respondió que era porque le gustaba su piel.
Cada vez que ellos se ausentaban, ella tomó la costumbre de ponerse las mejores ropas de la señora y pasear así engalanada por la casa. Había un vestido rojo, un poco largo, que le encantaba. También unos corpiños de seda con encajes. Eso sí, se mantenía a prudente distancia de los perfumes franceses, eran como vecinas chismosas, pues tenían un olor persistente y temía ser descubierta si se los ponía. En ocasiones en las cuales, debido a algún feriado largo, todos se marchaban al campo de Colonia y la dejaban sola, ella se sentía como si fuese la dueña de casa, se preparaba ricas comidas y bebía de los buenos vinos que el señor estibaba en el sótano. Al aproximarse la fecha y hora del regreso de la familia, ritualmente se desprendía de las vestiduras ajenas y ordenaba todo para no levantar sospechas. Con rabia lo hacía, como si fuera despojada injustamente, por el reloj implacable, de algo que le gustaba imaginar como propio. Entendía que aquello con lo que jugaba podía resultar un juego peligroso. Pocos días atrás, mientras estaba en la cocina, trabajosamente inclinada cortando frutas para preparar una ensalada, la señora, que andaba cerca, le alcanzó una cuchilla nueva para facilitar la tarea, avisando que tuviera cuidado, pues era muy filosa. La examinó con mirada minuciosa, como si fuera un objeto extraño y familiar a la vez. La inquietud que a veces la asaltaba se fue tornando más duradera y frecuente. Le sobrevenían pensamientos raros en los que el resentimiento se mezclaba con un rencor incontrolable. Se refugiaba en la oscuridad de su cuarto esperando sosegarse. A menudo lo lograba. A principios de marzo los niños comenzaron con la nueva escuela en Montevideo. Estaban en condición de pupilos y esa separación entristecía a la señora. Coincidentemente, el señor viajó a Brasil por asuntos de negocios. La señora salía por la mañana y regresaba a eso de las nueve de la noche sin deseos de cenar. Hablaba poco y se encerraba en su habitación. Ella no sabía en qué cosas andaba. Apenas se marchaba la señora, comenzaba con su trabajo: limpiaba y ordenaba la casa y hacía las compras. En medio de tales rutinas flotaban muchas horas muertas. Eran sus ratos felices, le sobraba tiempo para probarse las nuevas ropas de la señora, las cuales había comprado hacía poco. Una tarde se animó a esparcirse un poco de perfume detrás de la oreja. Jamás había sentido semejante aroma en su cuerpo y el olor la embriagó y le pobló la cabeza de ideas, de sueños y de pesares. El viernes, temprano por la tarde, entró al vestidor de la habitación principal y abrió el guardarropas de la señora. Eligió unos zapatos negros de tacos muy altos. Descolgó el vestido rojo y se lo puso y también usó un poco del perfume que más le gustaba. Así vestida anduvo por la casa y finalmente recaló en la cocina a tomar mate. Cavilando se quedó largo rato sentada mirando a través de la ventana. Los pájaros sobrevolaban el parque. Oyó el canto de un bichofeo y se dijo que pronto llovería. Anocheció sin que se diera cuenta. Pocos minutos antes de las nueve de la noche, se levantó como si un trueno la hubiera despertado de una pesadilla para sumergirla en otra. Se incorporó, hurgó en el armario, tomó la cuchilla filosa y con una sonrisa inusual salió despacio, atravesó la sala de estar y el
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vestíbulo y se paró junto a la puerta de entrada a esperar. Entrevió las luces del auto y contuvo la respiración al oír como las llaves entraban a la cerradura y la giraban…
TRIPOLAR TRIPOLAR por El Seis
poetaelseis@yahoo.com.mx
Soy un tipo extraño, vesánico; me confieso partidario de la frenología. Además siempre he considerado un hombre “precursor” a Franz Joseph Gall, de la conducta humana, de sus múltiples funciones, y maravillosas problemáticas. Un “elegido” para buscar entre los “castillos de la ciencia”, la escalera “escondida”, que sin duda, nos llevará al conocimiento de la complicada mente. Aunque me gustaría añadir en este espacio que, Gall, tiene o presenta ciertos rasgos específicos (fácil de localizar) en su testa, que lo ponen como una evidente víctima de una terrible enfermedad mental. Y además presenta algunas protuberancias craneales, y las medidas topográficas de su cerebro (según un estudio realizado por el que escribe), son por mucho las de un ser enfermizo y mórbido. Estaba “bendecido” por un tipo de demencia, que hace “pensar” a quien la padece: que él es un ente sano y brillante e intelectual. Las teorías “poéticas” de Jung, me siguen causando un interés desmedido. Hasta he considerado su trabajo más relacionado con la liturgia del arte, que con el conocimiento de la razón humana. Su veneración por la literatura budista y védica, es para él hasta una forma especial de religión, salvadora del “alma” personal y colectiva de Occidente. Es un buscador incansable (tenaz), que se sumerge en la aguas cristalinas (“sacrosantas”) de Buda, Brahma, Vishnú, Kali, Rama, y demás, (corrientes orientales). Donde cree encontrar: una sanidad mental (“eterna”), llena de mantras, yoga, que puedan llevar al hombre si no a la “iluminación”; si cuando menos, a la “normalidad” psicológica. E inclusive me considero un freudiano clásico, con todas las ventajas o locuras que conlleve esta aseveración. El trabajo psicoanalista de nuestro estimado Sigmund, es en verdad la mejor “obra literaria” que jamás haya leído. Está escrita en una bella prosa críptica, simbólica, alegórica, que hace que cualquier ávido lector, llegue al clímax intelectual y estético al leer cualquiera de los libros del insigne “padre” de la psiquiatría moderna. Desconfío de los nuevos teóricos del psicoanálisis, de sus métodos inconclusos, y hasta de su capacidad personal, para llevar a cabo semejante empresa. También señalaré que han perdido su alma “artística”, y se ahogan en el mar del eclecticismo. La mayoría no se atreve o no puede realizar un trabajo “completo” o general de la psique, con los riesgos que esto implica. Seres amorfos que no se aventuran (o se comprometen) de forma seria y formal, a
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buscar otros caminos, otras vías, para rescatar la salud del “espíritu”, “alma”, que se encuentra atrapada en la celda de la sinrazón. Tengo una tendencia (agrado) clara y precisa por ciertas etapas específicas de la “maldita y/o bendita” antigüedad. Además me intereso (de sobremanera) por algunas circunstancias de los individuos, donde éstos, se encuentran atrapados en su mayoría… en el siguiente status: La locura funcional; y por una selecta minoría, que ha sido “iluminada”, por eso que llaman la demencia, desvarío, delirio, y hasta han llegado a recurrir (para señalarlos) a la expresión cruel y despiadada: Vesania. Yo soy un claro ejemplo de un desquiciado, muchos “estudiosos” de mi conducta me han diagnosticado con este título y algunos con epítetos de mayor “relevancia”. Mis gustos son de un orden exquisito y hasta “espiritual”. Nunca podré olvidar los cinturones de castidad (“objeto moral”); que algunos hombres utilizaban para dejar en buen resguardo a sus mujeres, para que no fuesen presa de los “abomínales” celos y la desconfianza. Individuos que tenían que partir a un viaje de negocios; o ser partícipes de alguna guerra necesaria (inevitable); o realizar un “vuelo” psicológico, hacia el “país abstracto” de la preocupación marital, y convertirse en víctimas del amor desmedido, patológico. Aunque a mí me interesa como objeto de placer, me levanta las más bellas pasiones, y los sentimientos más mórbidos. Considero a estas damas “sometidas”: unas golfas involuntarias, que hacían maravillas con sus manos, con sus cálidas bocas, con sus eróticos años, y con esos pechos henchidos del máximo placer… Lo que menos importaba era la famosa llave o los servicios del cerrajero. Todo era un ritual de sexualidad incomparable. También hacen explotar mi cerebro “en estado de interdicción”, cuatro monjas de hermosura suprema, de piel extremadamente blanca, de ojos azules, y cuerpos perfectos. Recluidas en algún convento del Medievo: revolcándose en alguna celda austera, y de piadosa construcción material. Teniendo como testigo principal de sus inquietantes y encendidas pasiones a la madre superiora, la cual, espera con desesperación, ser convidada a semejante festín de placer desmedido y pleno. Mientras se escucha el sonido límpido de una campana llorona, y los repetidos cánticos y rezos que invaden el entorno “sagrado”… Y ¡ahh!, el olor exquisito del incienso místico; los cirios ardientes, donde las flamas muestran rostros de diversas formas y actitudes… Me vuelve loco la vestimenta de la mujer antigua; siempre y cuando fuese guapa y de un cuerpo antojable y primoroso. Nos dejaban mucho a la imaginación y a la dominante pasión del hombre sexual. Vestidos largos, frondosos, de diversas telas, y algunos aditamentos para resaltar la belleza. En realidad era muy poco lo que podía mostrar al eterno enamorado o al vidente furtivo, pero… ellas (apasionadas por naturaleza) sabían cómo excitar a sus fieles admiradores, y lo más importante así mismas. Cuando el “calor se sube a la cabeza”, las féminas son expertas en las lides sexuales. No usan ropa interior, verbigracia: el
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reglamentario sostén, y el menos encantador calzón, haciendo que la ropa del exterior, las acaricie todas; mientras sentadas, quizá leyendo una novela de amor, sus cuerpos vibran como un violín antiguo. El pretendiente llegaba a visitar a su “prometida”, amante o amiga, y esperaba el momento oportuno, para levantarle ese vestido “incómodo”, y poder ver en toda su plenitud el divino cuerpo ardiente de la mujer deseada. No existe mayor “objeto” de veneración que el cuerpo excitado, trémulo, palpitante, y lleno de pasión desmedida, hasta la locura, de la mujer en espera de un coito. Ella, es la iglesia, y el hombre el feligrés… Los sonidos de pasión de diez hembras en brama, son la mejor melodía que mis oídos jamás hayan escuchado. En este momento que estoy hospedado (voluntariamente) en el manicomio de una ciudad, donde todo el día llueve tristeza, y el viento trae consigo un puñado del más cruel dolor… escribo estas líneas incoherentes, y oscuras, negras. Pero qué le vamos a hacer, si tan sólo soy un hombre de mediana edad, que padece de alucinaciones, y de cierto dolor psíquico. Tengo junto a mis huesos (de plata) a la psiquiatra, que desnuda y excitada, me dice: ¡Te amo! Una enfermera de nombre Nubia, que me está lamiendo el falo erecto, y exclama: ¡Me vuelves loca! La médica general (de algunos 26 años) que inquieta nos besa a todos los copartícipes de la sesión sexual, mientras aúlla: ¡Oh, oh! Tenemos vino francés, cigarros verdes, y una lluvia de “polvos cósmicos”. Yo estoy bien, perfecto, hasta sublime. Lo único que no recuerdo (ahora) es mi nombre, ni siquiera mi número de paciente… Todo vibra al compás del amor sexual. Y hasta las paredes blancas del lugar donde me encuentro, se abren de piernas, mostrando todo el esplendor de su vagina cálida. Todo huele a pasión a frenesí, el cual se impregna en mi piel, como una sanguijuela. Mis mujeres en estado de arrebato amatorio, despiden un aroma muy parecido al de Afrodita, cuando sale desnuda del embravecido mar, buscando mis brazos… Hasta la luna desnuda, presa de una fogosidad explosiva, se desprende de su sitio habitual, y cae en la cama de mis enardecidos deseos. Hoy todo se mueve (en este momento) entre caderas perfectas, pechos rosáceos y de diversos tamaños, pieles de diferentes tonalidades y esencias, talles disímiles, piernas bien torneadas, glúteos de ensueño, clítoris en fuga, vulvas húmedas, labios carmesí, y lenguas serpenteantes. Y ustedes, hombres normales, medianos, promedio, buenos ciudadanos, ¿cómo se encuentran
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LA FEROCIDAD DE U UN NA GOTA por Eva M. Medina Moreno
Era una gota rápida, prematura. El ritmo, sofocado. Gota enfurecida que, tomando el papel de líder, se quejaba por la fugacidad de su vida. Pensé que si hubiera sido gota pausada, de ritmo lento, nadie la habría escuchado. Sin embargo, nadie parecía hacerle caso, nadie se acercaba allí y cerraba el grifo, aunque eso significase acabar con ella. Sólo yo había captado algo, al menos la había escuchado. Aunque no me acercase al grifo, vivía con intensidad el desarrollo de esa gota. Hubo un momento de exterminio. Luego, el espacio se ensanchó, para que no olvidase que ella seguía allí esperándome, cansada de repetirse, una y otra vez.
ROSA S ROJAS por Gonzalo Salesky
En la puerta del hospital de urgencias, donde estacionan las ambulancias, había una pelea entre dos hombres. Me llamó la atención porque solamente uno de los dos golpeaba al otro, que no caía al piso a pesar de los tremendos puñetazos que le aplicaban en el rostro. Habían comenzado dentro de un taxi y bajado de él a los tumbos. Quien recibía los golpes ni siquiera sacaba las manos de sus bolsillos, como si en ellos estuviera protegiendo algo valioso. No ofrecía ningún tipo de resistencia, sólo buscaba evitar los impactos. Pero no lograba hacerlo del todo, y el que golpeaba de manera feroz –que por su ropa parecía ser el taxista– le asestó varias trompadas más hasta que el agredido, al fin, se decidió a correr. Me pareció extraño que no hubiera intentado defenderse o al menos, alejarse cuanto antes. Perdí de vista a los dos hombres y seguí caminando. Entré al hospital por una de las puertas laterales. Venía bastante apurado, como siempre. Iba a visitar a un pariente internado y sólo llevaba un ramo de rosas rojas en mi mano derecha. Unos segundos después, sentí que me empujaban desde atrás. Trastabillé y casi caigo al suelo. En una de las galerías, cerca de la terapia intensiva, el mismo hombre que había recibido los golpes me tomó del brazo y con un arma pequeña apuntó a mi pecho. Haciendo ademanes, me obligó a acompañarlo. No dudé un segundo. Estaba muy lastimado y de su ojo izquierdo parecía caer sangre. Su camisa blanca, llena de pequeñas manchas de color oscuro. Y sus dientes...
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Corrimos un largo trecho. La gente se horrorizaba al ver su cara destrozada y el revólver que llevaba en su mano derecha. Parecía algo grotesco, un hombre desequilibrado corriendo al lado de otro que seguía sosteniendo, como si fuera un trofeo, un ramo de flores. No entiendo por qué en ese momento no pude soltarlo. Entramos a un pequeño ascensor. Allí bajó su arma y me miró a los ojos por primera vez. Sacó de su bolsillo una pequeña caja de color blanco, cerrada con cinta adhesiva, y me la entregó sin decir nada. Al detenernos en el segundo piso, volvió a tomarme del brazo y así corrimos hasta el borde de un balcón que se encontraba unos pasos delante de nosotros. Abajo, la gente había empezado a congregarse. Extrañamente, a pesar de todo, yo me encontraba tranquilo y seguro de que no iba a lastimarme. Algo en su mirada lo decía. Pero aún no llegaba a entender por qué me había dado la caja. – No la abras todavía. Sólo después que me vaya. No cometas los mismos errores que yo. Habló como si estuviera leyendo mi mente. No tuve tiempo de preguntarle nada. Acercó la punta del revólver a su garganta, debajo de la nuez de Adán, y disparó. Se desplomó sobre mí. Y la sangre... ¡por Dios! Tanta sangre a borbotones sobre mi ropa, mis zapatos y el ramo de flores. Me lo saqué de encima. Sentía vergüenza de pensar más en el asco que me producía ensuciarme que en la locura y el drama de ese pobre hombre. En pocos minutos llegó la policía. Tarde, como en las películas. Sólo atiné a quedarme sentado, apoyado contra la pequeña pared que nos rodeaba. Guardé la caja en el bolsillo. Tuve la tentación de dejarla tirada o de esconderla en el pantalón del suicida, pero preferí respetar su último deseo. Cuando todos se fueran, la abriría. Ya en mi departamento, cerca de las cinco, aún no había podido almorzar. Seguía asqueado por la horrible sensación de la sangre caliente sobre mi cuerpo. Volvía a verla, manando con violencia, mojando mis manos y mis pies. Me senté en el living. Acababa de llamar la policía para pedir algunos datos y ver si podía aportar algo más. De paso, me avisaron que el psicópata no había muerto todavía. Estaba muy grave, internado en el mismo hospital de esta mañana. Era prácticamente imposible que sanara o despertara, según el comisario a cargo de la investigación. Sin embargo, algo me impulsó a ir a verlo. Para saber más de él o de su vida. Además, me tentaba la idea de dejar la cajita blanca de bordes plateados entre sus pertenencias. Pero no iba a poder hacerlo. Unos minutos más tarde estaba camino del hospital, por segunda vez en pocas horas. Llegué a la sala de terapia intensiva pero dos oficiales me impidieron el paso. Estaban parados al lado de la puerta, uno de cada lado.
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Me preguntaron si tenía relación con él, si era familiar o pariente. No quise decirles mi nombre, sólo contesté que lo había conocido hace poco tiempo. El más joven me dio el pésame por anticipado y me informó que podía quedarme por allí, para esperar el obvio desenlace. Les agradecí. Di media vuelta y busqué la salida. Había sido un día bastante largo. Después de subir a un taxi para volver a casa, tomé la caja y me decidí a abrirla. De una vez por todas. Nunca hubiera podido imaginarme lo que contenía. Tenía que entregársela a alguien. Pero no a cualquiera. Alguien que fuera capaz de llevar a cabo lo que la caja pedía. Vi por el espejo retrovisor que el taxista había observado lo mismo que yo. Y supe que comenzó a desearla, con todas sus fuerzas. Estacionó a los pocos metros, cerca del sector de entrada y salida de ambulancias, y giró hacia mí. Me exigió la caja y no quise dársela. Por eso mismo comenzó a golpearme. En el rostro, en los oídos, en el estómago… pero no la solté. La guardé en mi bolsillo, a salvo de todo. Tratando de esquivar sus trompadas, bajé del auto. Sin saber hacia dónde iba, empecé a buscar al próximo destinatario. Advertí que desde lejos nos estaban mirando. Era un hombre calvo, como yo, que parecía llevar algo pesado en sus manos. Lo seguí. Enceguecido por el impulso de compartir con alguien especial el contenido de la caja, fui hacia la galería donde se encontraba. Aún sin saber cómo iba a convencerlo de que aceptara. Se me ocurrió quitarle el arma a un guardia del hospital. Lo hice y corrí con todas mis fuerzas por uno de los pasillos. Mi corazón latía cada vez más rápido. La sangre ensuciaba mi camisa. Tenía el ojo izquierdo semicerrado y mis dientes… Encontré al calvo y lo tomé del brazo. Con la pistola apunté a su pecho y lo obligué a correr junto a mí, para alejarnos de todo. Nos refugiamos en un ascensor. Cuando bajamos en el segundo piso, casi sin aliento, le di la caja y le indiqué: – No la abras todavía. Sólo después que me vaya. No cometas los mismos errores que yo. No tuvo tiempo de preguntarme nada. Allí mismo, cerca del balcón, acerqué la punta del pequeño revólver a mi garganta y disparé. Caí sobre él. Y mi sangre... por Dios, tanta sangre a borbotones sobre su ropa, sus zapatos y el ramo de rosas rojas que él seguía sosteniendo entre sus manos, como si fuera un maldito trofeo.
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BANCO NCO
2º premio de micrrorelatos “Ciudad de TrujilloTrujillo2012”
por Javier Sachez
Carlos abrió el periódico por la sección de deportes y sonrió. Su equipo de siempre había fichado al último crack del fútbol. “Con este tío ganaremos la liga”, se dijo. La cifra rondaba los noventa millones de euros. Carísimo, pero merecerá la pena. De niño, Carlos nunca acudía al estadio porque su padre no podía pagar las entradas. Pero daba igual. Carlos escuchaba los partidos por la radio. En la foto se distinguía el rostro sonriente del jugador, vestido con la nueva camiseta del equipo.
—Tras tres años de sequía, este año ganaremos la Champions— murmuraba Carlos—. Nos ha costado noventa millones pero merecerá la pena”. Cuando el último cliente del cajero cerró la puerta, Carlos se tumbó en el suelo salpicado de colillas, bebió un trago de vino del tetrabrik y se arropó con la hoja desplegada del periódico para pasar la noche de la mejor manera posible.
OCIILXTE OC XTE por José Alberto Medina
jamedina11@gmail.com
La vieja cargó la escopeta después de mucho tiempo y le descerrajó dos tiros de cerca, el animal la vio detrás de la nube de polvo y ladró por última vez, las chispas de las explosiones terminaron por apagarse , y así fue como Ociloxte le soltó la pierna que le estaba mordiendo hacía cien años, ambos cayeron pesadamente hasta el fondo de sus miserias ...
EL REFLEJO por Pernando Gaztelu Grité para que todos lo oyeran y me di cuenta de que estaba solo. Aún así seguí gritando. —Imbécil, maldito idiota. ¿No puedes entenderlo?¿Por qué te cierras en ti mismo? Ya el único que lo niega eres tú —me dijo el muy bastardo.
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—No puedo creer lo que estoy oyendo. Treinta y tantos años amargando cada minuto de mi vida, ¿y ahora quieres que crea que quieres que…? ¡Mis últimos días! ¡Tu puñetera madre! ¿No se te ocurre algo mejor para joderme la vida? Ya nada me sorprende. No me engañas más. Eres un maldito hijo de perra. —¿Por qué no quieres verlo? Mírame a la cara. Mírate. La muerte no espera. Aunque la niegues allí estará. Deja todo y vámonos de viaje. Vámonos lejos, al fin del mundo… —Tú quieres que me echen del trabajo, que deje mi carrera, que sea como tú, un alma libre, un loco enfermo que sólo piensa en vivir la vida. ¡Despierta! Aquí el único que va a morir es tu sentido de la realidad. —¿Te lo repito? Mírame a los ojos: ¡Cáncer terminal! ¡Etapa crónica! ¡Deja el maldito trabajo y vámonos a disfrutar lo que queda de vida! —Ni aunque fuera cierto lo dejaría todo, y menos para irme contigo. ¿No lo entiendes? Tú eres todo lo que odio… Y yo soy… Maldito infeliz, ya ni sé lo que soy. Ya ni sé lo que quiero ni lo que dejo de querer, porque en todos lados estás tú y tu estúpida locura imberbe. Esa que… —Déjalo. Vamos a morir. Tú y yo. Porque el que mandas, eres tú. Yo sólo he sido una voz lejana, esa que nunca quisiste escuchar. Apaga la luz. No mires más este espejo. No quieres ver lo que refleja, ni oír lo que dice. Apagué la luz y me fui a dormir. Aquella noche fue más oscura que de costumbre. No podía ver ni oír nada. Cuando llegó la muerte, grité con horror, pero ya era tarde.
NATIVAS NATIVAS por R. C. Vicent
Nos hemos dejado engañar una vez más, casi sin darnos cuenta, por las personas que dominan el dudoso arte de la oratoria y el poder de las palabras. Hemos asumido ser los “alternativos”, para todo, si consumes productos biológicos no tratados con productos químicos y sintetizados eres una persona “alternativa” si permites que tu hija tenga la libertad de aprender eres “alternativa”, si vives en contacto permanente con la naturaleza eres “alternativa”, si haces cualquier cosa no convencional a la actual sociedad eres en definitiva “AlterNativa”. Alternativo según la DRAE significa: “el que se contrapone a los modelos oficiales comúnmente aceptados...), en palabras más populares: el otro, el raro, el extraño... mientras que nativo es volviendo a la DRAE “Innato, propio y conforme a la naturaleza de cada cosa.”, ¡el ser de siempre!
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Llevamos millones y millones de milenios habitando este planeta, siempre las civilizaciones pasadas han sabido mantener el contacto con la tierra, y solo hasta hace poco mas de medio siglo una minoría de los habitantes de este planeta (que no llegan ni al 30%) han roto con todas la tradiciones y costumbres ancestrales, ellos, los auténticos alternativos, nos han querido despegar de nuestro entorno, viviendo indiferentes al planeta que nos alimenta y mantiene, del mismo modo que siempre hemos tenido el derecho a poder escoger nuestro aprendizaje al ritmo y las necesidades de cada persona hasta que se institucionalizo la educación y todas estamos obligadas a ser educadas o adoctrinadas en unos conocimientos específicos y a un ritmo concreto que nunca pregunta ni respeta el proceso de aprendizaje del aprendiz, las mujeres que deciden parir en sus casas al ritmo que su cuerpo lo determine y sintiendo el proceso son las “alternativas” y las que se van a un lugar frío de sentimientos, donde te instrumentalizan todo el proceso son... ¿las nativas? Es hora de tener las cosas claras y no sentirnos las extrañas, ellos son los extraños, ellos los que han roto con milenios de tradiciones y costumbre, es hora de sentirnos orgullosas de lo que somos, las personas que buscamos el volver a vivir en armonía con nuestro entorno y con nosotras mismas, las Nativas.
La artista plástica María Dolores Giráldez nos presenta su cuadro “HUERTA CHICA” ( óleo 60x80 ) Visítala en: http://www.mdoloresgiraldez.com.ar/index.html
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CRÍTICA LITERARIA Procedente de la revista REMOLINOS Nº 39 agosto-septiembre de 2009
_____________________________________________ PREÁMBULO A LA FILOSOFÍA EN LA OBRA DE CORTÁZAR por César Pancorvo Rosazza cesar.pancorvo@gmail.com
Le doy un beso a la señora de Regules, el té al chico de los Rivas, y me reservo para resistir por dentro. Me digo: <Ahora estoy cruzando un puente helado, ahora la nieve me entra por los zapatos rotos>. No es que sienta nada. Se solamente que es así, que en algún lado cruzo un puente en el instante mismo en el que el chico de los Rivas me acepta el té y pone su mejor cara de tarado. Lejana
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HISTORIAS DE CRONOPIOS Y DE FAMAS
Entre las obras más importantes de Julio Cortázar, como, por ejemplo, la trascendental
Rayuela, que juega con las técnicas de lenguaje y con el método de lectura, y el libro de relatos Bestiario, donde prepondera el silencioso cuento Casa Tomada, está un libro de cuentos publicado en el año 1962: se trata de Historias de cronopios y de famas, una de las obras más surrealistas del autor, que excede los límites del realismo fantástico para darnos a entender un mundo de entes totalmente irrisorios y desconocidos. Este libro, irónico, delirante, será analizado a partir de las ideas filosóficas de pensadores notables como William James, pragmatista por excelencia, Ludwig Wittgenstein y el estadounidense Donald Davidson. Se tocaran aspectos básicos y claves del pragmatismo, y también temas como las tres variedades de conocimiento, de las que habla Davidson, los juegos de lenguaje de los cuales escribe Wittgenstein, los principios de coherencia y correspondencia, hipótesis vivas y muertas, los componentes de la comunicación, entre otros. En primer lugar, una pequeña reseña del libro estudiado, como para dar una idea más completa al lector: la obra, Historias de cronopios y de famas, es un libro escrito con una narrativa viva y colorida, aunque simple, y está escrito en un lenguaje lo suficientemente sencillo como para no dar problemas a los lectores más novatos –ellos ya tendrán algunos problemas entendiendo el fondo de la historia y las creaciones lisérgicas del autor–, pero que no da una visión total del mundo que quiere exponer. Consta de cuatro partes (Manual de Instrucciones, Ocupaciones Raras, Material Plástico e Historias de cronopios y de famas), y la cuarta parte de otras dos secciones (Fase Mitológica e Historias de cronopios y de famas). Cada parte, además, está construida por cierto número de cuentos, que generalmente superan la decena. La primera parte, Manual de Instrucciones, consta de varios cuentos que son instrucciones bastante descabelladas acerca de temas aleatorios –Instrucciones para llorar, Instrucciones para subir una escalera, Instrucciones para dar cuerda a un reloj, etc. La segunda es un compendio de cuentos, también de tramas dispersas, acerca de temas poco comunes –como la conducta en los velorios, etc. La tercera parte es la que consta de más relatos, que son también de temas variados, aunque siempre con ese toque cortazariano y la ironía ilógica. La cuarta y última parte, finalmente, es la principal del libro y se dedica a contar historia de los cronopios, de las famas y de las esperanzas, para dar a conocer sus actitudes y hechos. Los relatos no son muy largos: la mayoría no sobrepasan la primera página; el más largo no supera las cinco. El libro, que puede parecer un recuento de relatos algo dispersos y extraños/cómicos al comienzo, tiene como tema central el nombre del título…Las Historias de los cronopios y las famas, que son seres creados por la imaginación del autor, muy humanos, con sus virtudes y problemas también. Los cronopios son entes más inclinados hacia las artes, seres bohemios, poetas desordenados, idealistas, ingenuos y sensibles. Se les describe como criaturas húmedas y verdes. Los famas, al contrario, son como los políticos –y más aún, los políticos serios, oligarcas: son más serios, pomposos, rígidos, centrados. Un tercer tipo de criaturas, creadas por el argentino Cortázar, son las esperanzas: no
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están ni de un lado ni de otro, son sencillas e ignorantes. Esta puede ser una metáfora de que Cortázar hace acerca de la humanidad. Dato trillado, pero relevante, es que él fue conocido, por sus amigos, como el cronopio mayor.
Juegos de lenguaje Lo primero que puede ser relacionado a uno de los filósofos mencionados anteriormente –lo más evidente, también– son los juegos de lenguaje utilizados por Cortázar en su obra. El libro mismo (más específicamente, algunos cuentos) es un gran juego de lenguaje, pues uno no puede entenderlo a la primera; al ser una obra complicada, muy imaginativa, surrealista, está claro que es más difícil entender su temática que la de, por ejemplo, algún libro de Alfredo Bryce, por decir un nombre. Cortázar no es tan directo, juega más con el lector y utiliza recursos que hacen compleja su lectura. En primer lugar, uno nunca va a poder entender totalmente el juego de lenguaje de Cortázar en éste libro, sólo va a poder dar interpretaciones de él. Uno nunca sabrá, con exactitud, qué son los cronopios, las famas y las esperanzas. Sólo nos podemos dar una idea. Sin embargo, alguien que ha estudiado más a Cortázar –una persona más leída, o tal vez uno que fue amigo cercano– sí va a poder comprender mejor el juego de lenguaje que utilizó en esta obra. Los juegos de lenguaje que Cortázar utiliza en los cuentos podrían ser entendidos mejor por alguien del mismo contexto: una persona ya adulta, y de mundo, en los años sesenta. Cabe mencionar que Cortázar nació –según él, accidentalmente– en Bruselas, en el año 1914. Mientras el lector más se pueda acerca a ése contexto, yo creo que va a poder entender mejor el juego de lenguaje usado en la obra, los lugares, las jergas, etc. Se puede deducir que los juegos de lenguaje pueden ser mejor entendidos por alguien que conoce lugares como: Amalfi, la plaza Quirinal de Roma, la calle Humboldt, el Luna Park, o la pintura La Dama del Unicornio de Rafael, etc. Ahora, entender el fondo de la historia es otro tema. Uno de los ejemplos más claros de no entender el juego de lenguaje se da cuando uno comienza a leer los cuentos y no entiende lo que son los cronopios, ni los famas, ni las esperanzas. Uno puede entender la palabra fama o esperanza, pero Cortázar les da un significado completamente diferente al del diccionario. Le pone ese nombre a criaturas. La palabra cronopio ni siquiera está en el diccionario, así que tal vez el lector nunca la haya escuchado. En este caso, estarán más familiarizados con el juego de lenguaje quienes hayan leído algunos cuentos o quienes conozcan un poco más sobre literatura. Uno, tras leer algunas páginas del libro, comprenderá que Cortázar se refiere a cronopio como “criatura húmeda y verde, sensible, artista, desordenada, etc.”, a fama como “criatura seria, rígida, ponderada” y a esperanza como “ser aburrido, ecuánime, sin voz ni voto”. Así, se puede ver que hay varios juegos de lenguaje en este libro, depende la arista que se quiera analizar: la forma, el fondo, los personajes, los lugares, etc.
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En Historias de cronopios y de famas, Cortázar le pone un dialecto o lengua desconocida a los seres que inventó. (Es raro, pues también pueden hablar español.) Por ejemplo, está una escena donde un cronopio se encuentra con un fama, en la liquidación de la tienda La Mondiale. El fama llega y le dice al cronopio: “Buenas salenas cronopio cronopio”. Es respondido por el cronopio: “Buenas tardes fama, tregua catala espera”. Luego el fama pregunta: “¿Cronopio cronopio?” El cronopio responde: “¿Hilo?” Y el fama dice: “Dos, pero uno azul.” En otro cuento del libro, llamado El baile de los famas, se muestra a los famas cantando: “CATALA TREGUA TREGUA ESPERA”. Luego, Cortázar nos vuelve a indicar un saludo que le pueden hacer los famas a los cronopios: “Buenas salenas, cronopio cronopio”. Y otro canto: “CATALA TREGUA ESPERA TREGUA”.
Costumbre de los famas muestra otro juego de lenguaje: al estar lastimado y herido un fama, los cronopios lo compadecen diciendo: “cronopio, cronopio, cronopio”. Es su juego de lenguaje, que nosotros no conocemos, pero que sí es entendido por los cronopios y también por los fama. El relato finaliza así: “Y el fama comprendía, y su soledad era menos amarga”. El juego de lenguaje de los esperanzas se puede apreciar a su totalidad, como quien ve libros a través de un escaparate, en el cuento Telegramas, donde se ve el telegrama que intercambia una esperanza con su hermana. Este juego de lenguaje, de hecho, es más entendible por nosotros, aunque ellos (en la ficción) viven con él: “OLVIDASTE SEPIA CANARIO. ESTÚPIDA. INÉS”.
No se puede hablar de Julio Cortázar y de juegos de lenguaje sin hablar del idioma que creó –aunque éste no se muestre mucho, o casi nada, en la obra analizada acá. El juego de lenguaje más completo de Cortázar se muestra mucho más en la novela de 1963
Rayuela (que debe ser mencionada para explicar este tema). Aquí, Cortázar crea un lenguaje que aparece en el capítulo 68. El capítulo entero está escrito en ese idioma. En glíglico, o sea. Pareciera que el autor lo ha creado para que nadie lo entienda, lo cual lo haría innecesario, pero sí es comprensible. Posee la misma morfología y sintaxis que el castellano –hasta algunas palabras castellanas–, la puntuación no es tan extraña y es un lenguaje de sonidos, más musical. El lenguaje sí puede ser entendido y compartido por los enamorados que crea Cortázar en aquel capítulo. Se presenta un ejemplo de glíglico: “Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias”.
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Pragmatismo, variedades del conocimiento y más Pasando a otro tema, es importante señalar que Cortázar, mediante su comunicación escrita –mediante los libros–, nos da una forma extraña de entender el mundo, le da un sentido distinto al mundo. En cuanto a la idea de persuasión, éste libro es una obra de literatura, una obra de arte y, por lo tanto, no tiene ninguna voluntad de persuasión salvo ser creíble per se para el lector. Si estamos de acuerdo con Donald Davidson, no se cumple el concepto de verdad objetiva, pues la fuente de ésta es la comunicación interpersonal. Dado que uno no puede tener comunicación interpersonal ni con Cortázar, ni con los personajes urdidos en su ficción, no existe realmente una verdad objetiva. Después de todo, debemos recordar que es literatura. Podemos tener la seguridad de que es ficción con el simple hecho de contrastar entre lo verdadero y lo falso, entre la apariencia y la realidad. La base de la comunicación, para Davidson, está en la estructura tripartita que se forma entre hablante, intérprete y mundo compartido. En este caso, existe un hablante y un intérprete (el narrador y el lector), aunque el mundo no es precisamente compartido. La mayor parte de él sí es compartido (las historias se desarrollan en el mundo humano que todos conocemos), pero hay una parte muy subjetiva, inventada por el autor y existente en su mente. Cabe resaltar, otra vez siguiendo palabras de Davidson, que lo objetivo y lo ínter-subjetivo son esenciales a cualquier cosa que podamos llamar subjetividad, y que el contexto de Cortázar es lo que formó su subjetividad. No se puede entender a la perfección lo que Cortázar quería transmitir –como es el caso de toda literatura, donde hay que interpretar y no se puede saber cuáles eran los verdaderos sentimientos del autor al escribir, aunque casualmente algún lector podrá intuirlos–, y para calibrar su pensamiento habría que compartir su mundo. Sólo él sabía qué quería decir. Sobre todo en la primera parte se puede apreciar que el pragmatismo es una idea importante en la ficción de Cortázar: no pierde tiempo describiendo a los cronopios o a los famas, sino que va directamente a relatar –de manera objetiva y con un toque de humor– sus extrañas historias, sus hechos, sus acciones, las cosas que afectan sus vidas. Además, incluso desde el principio, Cortázar se enfoca en asuntos pragmáticas. El primer cuento se llama Instrucciones para llorar y es precisamente eso, un manual de pasos minuciosos que deben seguirse al llorar, que empieza con la frase: “Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. (…) Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia dentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto”. Va directo a la acción práctica. Pasa lo mismo con Instrucciones para subir una escalera, donde se cuenta algo que tiene finalidad práctica: “La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto (…)”
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Algo similar ocurre en los siguientes relatos, donde Cortázar va directamente a la acción, a lo que afecta a las personas y a sus necesidades, aunque disparando desde la ficción: por ejemplo, dando instrucciones sobre la forma de tener miedo, pero mencionando a un libro que, de ser abierto a las tres de la tarde, mata al lector: es una mezcla entre la narración inverosímil e instrucciones pragmáticas. Al contrario, se muestra totalmente antipragmático en otro cuento (Preámbulo a las
instrucciones para dar cuerda al reloj). Ahí escribe de relojes desde un punto de vista más etéreo, que no tiene nada que ver con los efectos prácticos en las personas. Extracto: “Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. (…) Te regalan –no lo saben, lo terrible es que no lo saben–, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero que no es tu cuerpo (…) Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días (…) Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia a comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.” El cuento Historia se consume en un solo párrafo: “Un cronopio pequeñito buscaba la llave de la puerta de calle en la mesa de la luz, la mesa de luz en el dormitorio, el dormitorio en la casa, la casa en la calle. Aquí se detenía el cronopio, pues para salir a la calle precisaba la llave de la puerta”. Aquí se juega con el principio de coherencia, con la consistencia lógica de lo que dice el hablante. El otro principio que señala Davidson es el de correspondencia, que lleva a un intérprete u oyente, o en este caso lector, a descubrir que el hablante está respondiendo a los mismos rasgos del mundo a los que él respondería en circunstancias parecidas. Cortázar tiene conocimiento y entendimiento de todos los juegos de lenguaje, de todos los tiempos y de la naturaleza no sólo de seres como los cronopios y famas, sino también de animales y plantas, como las tortugas y los eucaliptos. Sabe todo. Sabe lo que piensa y cuáles son sus sensaciones. Sabe, siempre, lo que hay en la mente de sus personajes ficticios y, finalmente, sabe del mundo que lo rodea, y también del mundo que describe. Esas son las tres variedades de conocimiento de las que habla Davidson al comienzo de su escrito.
Hipótesis vivas y muertas Las hipótesis vivas y muertas de los cronopios y famas se pueden ver en varios cuentos, porque son parte de su vida. Hay cosas que están dispuestos a hacer –hipótesis vivas– y cosas que no –hipótesis muertas.
Filantropia, que se aparece como una alegoría de la clase alta, trata sobre una hipótesis viva de los famas. Un gesto, según Cortázar, de gran generosidad. Se refiere a que los famas se encargan de las esperanzas heridas que se han caído de un cocotero, hasta que
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estén curada y vuelvan a subirse y caerse del cocotero. Ayudar a los esperanza, en estas circunstancias, es una hipótesis viva de los famas. Al mismo tiempo, es una hipótesis muerta de los cronopios, que son más egoístas. Mientras los famas están dispuestos a ayudar –dispuestos a la filantropía–, los cronopios no lo están. Otra hipótesis muerta de los cronopios es que no están dispuestos a tener hijos. Esto es explicado por Cortázar en el cuento Eugenesia. Algo similar se dice en Educacion de
principe, donde el autor comienza diciendo que los cronopios no tienen, casi nunca, hijos. Un ejemplo final de hipótesis muerta aparece en el último relato del libro, llamado Sus
historias naturales. Se muestra a un cronopio andando por el desierto, y encontrándose con un león. Este animal, en seguida, le dice que se lo va a comer. La hipótesis viva del león es comerse a los cronopios, al parecer. El cronopio, “afligidísimo pero con dignidad”, no se resiste a su destino. El león, extrañado ante la pusilanimidad del cronopio, dice: “Ah, eso no. Nada de mártires conmigo. Échate a llorar, o lucha, una de dos. Así no te puedo comer”. Es una hipótesis viva, para el león, comerse a un cronopio, pero es una hipótesis muerta comerse a un cronopio que no ofrece resistencia. Son entonces, así, las ideas de hipótesis vivas y muertas que se muestran en ésta obra de Cortázar.
Textos citados • CORTAZAR, Julio. Cuentos completos 2. Buenos Aires: Punto de Lectura, 2007.
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LA GACETA DEL GLPI NURIA DE ESPINOSA nos presenta su libro
La catástrofe que marcó un pueblo Escritora y poeta autodidacta, he publicado varios poemarios, una novela de misterio, un libro biográfico y participado en ocho antologías. Además de participar y organizar diferentes exposiciones, recitales, tertulias, charlas etc. Reseña “Aquella noche descendió del cielo la tristeza… la lluvia bajó con fuerza, agonizando en las viviendas; uniéndose a los crujidos de todo lo que arrastraba; junto al torrente de agua que sin piedad debilitó a las víctimas con su siniestra presencia ahogándolas entre sus brazos. Al recuerdo de quienes sobrevivieron, llega el rostro olvidado en la bruma nocturna, de quizás un sollozo aún presente, de una muerte arrebatada. Un dolor que a pesar del paso del tiempo, muestra una furia enmascarada en la impotencia que refleja aquella tragedia… durante la medianoche la lluvia inundó tantos hogares que de un solo golpe quedaron anegadas muchas ilusiones y esperanzas, que desaparecieron en el amanecer de un nuevo mañana” Un fatídico suceso del que se narran testimonios inéditos, así como fotos e información que durante años permanecieron en la mente de quienes vivieron tan terrible tragedia. http//escritoranuriadeespinosablogspot.com.es http//reflexionesdeunamentepolifacetica.blogspot. Puntos de venta en libreria Racó del Llibre com.es y Racó del Llibre Jove y Amazón.
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JOSÉ LUIS NIETO ARANDA nos presenta su libro José Luis Nieto Aranda (Madrid, 1962) Inició estudios de Filología y Periodismo en la universidad Complutense de Madrid. Actualmente reside en la capital, donde trabaja en la empresa privada como asesor comercial. Escritor por necesidad desde su juventud, hasta 2008 no publica su primer libro: “Un tiempo de adiós”. Posteriormente, en 2011, saldría “Rastros perdidos” y en 2013 nace “Diario de improvisaciones”. Su tercer poemario publicado, aunque algún otro proyecto poético aguarda su edición.
Diario de improvisaciones Valiéndose de la tercera persona, o mediante el uso de un yo poético, José Luis Nieto se cuestiona muchos de los aspectos de la existencia, transitando desde el anhelo auroral a un presente desencantado. La nostalgia y el escepticismo se funden en unas composiciones donde hay tanta distancia (ironía) como implicación (apasionado deseo). Lo que fue, lo que pudo ser, lo que es, lo que ya no será (o quizá sí), son los ejes que vertebran estas palabras poéticas. En suma, la obra es una arriesgada y lúcida indagación de la realidad. Disponible en: Editorial celesta correo: editorialcelesta@gmail.com Sitio web: http://deturbioenclaro.blogspot.com.es/
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Recodamos a: Roberto Juarroz Fue después profesor titular de la Universidad de Buenos Aires y dirigió el Departamento de Bibliotecología y Documentación de la misma entre 1971 y 1984. En esta universidad ejerció la docencia durante treinta años. Trabajó como bibliotecólogo para la Unesco y la OEA en diversos países y entre 1958 y 1965 dirigió veinte números Roberto Juarroz nació en Coronel Dorrego, Provincia de Buenos Aires, 5
de la revista Poesía = Poesía junto con Mario Morales.
de octubre de 1925 - †Temperley,
Colaboró en numerosas publicaciones
Buenos Aires, 31 de marzo de 1995) fue
argentinas y extranjeras y fue crítico
un poeta, bibliotecario, crítico y ensayista argentino1 . Graduado en la Facultad de Filosofía y Letras y en Ciencias de la información por la Universidad de Buenos Aires y becario de la misma, amplió estudios en La Sorbona. Marchó al exilio con el advenimiento del general Perón.
bibliográfico del diario La Gaceta de Tucumán (1958-63), crítico cinematográfico de la revista Esto es (Buenos Aires, 1956-58) y traductor de varios libros de poesía extranjera, en especial de Antonin Artaud. Su poesía ha sido muy estudiada y vertida a gran cantidad de lenguas. Desde junio de 1984 fue miembro numerario de la Academia Argentina de Letras. Recibió varios premios, el Gran premio de honor de poesía de la Fundación
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Argentina de Buenos Aires, el Esteban
Para él, la poesía es "el absoluto real", un
Echeverría de 1984, el "Jean Malrieu" de
nuevo sentido de lo sagrado sin teología,
Marsella en mayo de 1992, y el premio de
"la vida no fosilizada o desfosilizada del
la "Bienal Internacional de Poesía", en
lenguaje", un lenguaje que en él es
Lieja, Bélgica, en septiembre de 1992.
escueto y austero: sus piezas persiguen la
Obra
máxima condensación y rehúyen la rima y la métrica; en una conferencia dada en Montevideo en agosto de 1993 dijo que
Salvo su colección Seis poemas sueltos
"poco a poco se fue formando ese hecho
(1960), su obra se agrupa en una serie de
de vida que es escribir hasta que sentí que
volúmenes correlativamente numerados
la poesía era un poco fláccida, repetitiva,
del uno al catorce bajo el título general de
aún en los grandes poetas, con zonas en
Poesía vertical; el primero de ellos data en
las cuales cedía la tensión interior, ese
1958, el segundo de 1963, el tercero de
rango de intensidad que para mí tiene
1965, el cuarto de 1969 y así
siempre el poema. Eso me llevó a concebir
sucesivamente; en 1997 apareció la
una poesía más ceñida, más estricta o
décimocuarta entrega, en forma póstuma.
rigurosa, en donde cada elemento fuera
En conjunto, esta obra fue editada por
irreemplazable. La inclinación fue la de
Emecé en tres volúmenes.
recoger de las situaciones extremas eso que llevamos escondido en nuestro
En un principio influido por el
silencio, lo que barajamos y pocas veces
Creacionismo del chileno Vicente
decimos.
Huidobro y el simbolismo de Stéphane Mallarmé, la amistad de un "raro" de la
Para eso necesitaba un tipo de lenguaje
poesía argentina, el maestro del aforismo,
diferente que dejara de lado lo que las
Antonio Porchia, autor de un único libro
palabras tienen de ornamento, de euforia.
titulado Las voces, le influyó
Buscar formas de síntesis poética, que no
notablemente; le impresionaron, además,
es síntesis intelectual, en donde
los románticos alemanes, en especial
confluyeran emoción, sensibilidad,
Novalis.
inteligencia. Una forma de expresión que penetrase en las zonas aparentemente
Su temática se centró en la metapoesía y
prohibidas. Zonas que mucha gente se
su lenguaje se fue haciendo conceptual
veda a sí misma por temor".
conforme exploraba los límites de la palabra como nexo de relación del hombre
Sus poemas se hallan numerados en cada
con el mundo, un mundo contemplado
entrega, sin título. Prescinde de
como apofanía, como revelación. Es una
referencias geográficas o históricas, de
poesía imbuida en algunos aspectos por la
localismos verbales, de eurritmia o eufonía,
filosofía existencial de Martin Heidegger.
de efusiones sentimentales, de anécdotas, del uso de voces prestigiosas o a priori poéticas. Típicamente, sus depurados
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textos tienden a adoptar un modo
impersonales y abstractos, un conjunto de
asertivo, simétricamente estructurado, con
apartados sueltos de una única
significaciones frecuentemente
formulación general, al modo del
enigmáticas o paradójicas.
Tractatus de Ludwig Wittgenstein. Nunca hay un yo lírico, sólo un nosotros o un uno igualmente anónimo. La poesía de
No le interesa la musicalidad ni la experimentación con el lenguaje per se:
Juarroz es una pesquisa en demanda de
intenta buscar el fundamento último de la
un Ser ontológico fugitivo.
realidad exterior, por lo que su poesía es una especie de colección de callejones sin
En cuanto a sus ensayos, son
salida, una búsqueda constante. En
fundamentalmente Poesía y creación
medio de la convulsa historia argentina de
(Diálogos con Guillermo Boido); Poesía y Realidad; Poesía, literatura y hermenéutica (Conversaciones con Teresita Saguí).
su época, el silencio de Juarroz al respecto lo constituye en un extraño ejemplo de ascesis y de poesía pura. Sus poemas son deliberadamente
Su poesía: Quinta Poesía Vertical (1974) 18 Voy anotando en imágenes: las entrelíneas de un temblor, un cociente furtivo de la sombra, el residuo de un relámpago. Voy copiando modelos: la vida apretada en un muñón, la síntesis que se completa en un suicidio, un pan que rompe un beso. Voy subrayando textos: el vacío que suspende una frase, una palabra que pierde el equilibrio, una disonancia que canta. Voy llenando dibujos: el modo con que practico el infinito,
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la ocupación también transitoria de la muerte, el préstamo sin garantías de esta realidad. Voy llegando al comienzo: la palabra sin nadie, el último silencio, la página que ya no se enumera. Y así encuentro la forma de probar que la vida calla más que la muerte.
*Texto obtenido de http://www.los-poetas.com/
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Recordamos también a: José Martí seis años de prisión. Con la salud quebrantada, fue indultado y confinado en la isla de Pinos. Deportado a España en 1871, publicó El presidio político en Cuba, el primero de muchos folletos que abogaban por la independencia cubana de España y La República Española ante la Revolución Cubana. Terminó su educación en la Universidad de Zaragoza; donde en 1874 se licenció en Derecho y Filosofía y Letras. Años más tarde, vivió su destierro en Francia, en 1875 se trasladó a México donde se casó con Carmen Zayas Bazán, y en 1877 fue a Guatemala, donde enseñó por un tiempo en la Universidad Nacional. Volvió a Cuba en 1878 pero fue José Martí (1853-1895)
desterrado nuevamente en 1879 por sus continuas actividades revolucionarias. Se trasladó a EE.UU. donde vivió
Patriota y escritor cubano, apóstol de la independencia de Cuba, última colonia española en América. El hecho de haber muerto en la batalla lo transformó en el mártir de las aspiraciones cubanas a la independencia. Nació en el seno de una modesta familia española en la Habana, el 28 de enero de 1853, donde recibió su educación primaria. Fue discípulo de Mendive y de Luz y Caballero. A los 16 años por sus ideas revolucionarias fue condenado a
entre 1881 y 1895 en Nueva York, ejerció el periodismo y fundó en 1892 el Partido Revolucionario Cubano, del que fue elegido delegado para la organización de la lucha independentista. Fue ese año cuando fundó su diario, "Patria". En 1895 en la isla de Santo Domingo redactó el Manifiesto de Montecristi, en el que predicó la guerra sin odio, y que firmó con Máximo General Gómez y Baez, el héroe de la independencia cubana. Desembarcó con éste en
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Playitas, en el este de Cuba, donde
texto sobre San Martín.
murió un mes más tarde, el 19 de mayo de
Se destacó por su estilo fluido, simple y
1895, durante una escaramuza con tropas
sus vívidas imágenes personales. Sus
españoles en Dos Ríos.
Obras Completas, formadas por 73
Como escritor Martí fue un precursor del
volúmenes, se publicaron desde 1936 a
modernismo iberoamericano. Sus
1953.
escrituras
Información extraída de: http://www.los-poetas.com/a/biomarti.htm
incluyen numerosos poemas, "Ismaelillo" (1882), "Versos sencillos" (1891) y "Versos libres" (1892), la novela "Amistad funesta" (1885) y ensayos. En 1889 fundó y dirigió la revista para niños "La edad de oro" donde publicó un
Su poesía: poesía: ABRIL Juega el viento de Abril gracioso y leve Con la cortina azul de mi ventana: Da todo el sol de Abril sobre la ufana Niña que pide al Sol que se la lleve. En vano el Sol contemplará tendidos Hacia su luz sus brazos seductores, Estos brazos donde cuelgan las flores Como en las ramas cuelgan los nidos. También el Sol, también el Sol ha amado Y como todos los que amamos, miente: Puede llevar la luz sobre la frente, Pero lleva la muerte en el costado. http://www.poesi.as/Jose_Marti.htm
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Revista Literaria
Palabras Indiscretas