Revista Literaria Palabras Indiscretas nº 8

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Revista Literaria

Palabras Indiscretas n.8 ISSN-2172-7562

Poesía Prosa Crítica Literaria Información del GLPI Columna Literaria Y más…

Editor José Mª Pérez Sánchez (JM. Persánch) Coordinación General: Graciela Giráldez Ed. Febrero 2013. Cádiz (España)

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Revista Literaria Palabras Indiscretas del Grupo Literario Palabras Indiscretas ISSN- 2172-7562

n. 08 Febrero de 2013

Sitios Webs http://palabras.indiscretas.tripod.com http://rlpi.webs.com

******* Edición e idea: José Mª Pérez Sánchez (JM. Persánch) Coordinación General y maquetación: Graciela Giráldez Coordinadora adjunta: Mariela Barcia

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CONTENIDOS: COLUMNA CULTURAL PP: 8 - 10 REPORTAJE PP: 11 - 13 ÁREA DE POESÍA PP: 14 - 21 ÁREA DE RELATO PP: 22 - 37 ÁREA DE CRÍTICA LITERARIA PP: 38 - 41 LA GACETA PP: 42 - 43 RECORDAMOS A PP: 44 - 48

Este contenido queda sujeto a Licencia Creative Commons Reconocimiento [attribution] No comercial [non.comercial] Compartir bajo la misma licencia [Share alike] por lo que el lector puede copiar, distribuir y comunicar públicamente la obra siempre que siga los requisitos expuestos de atribución a su autor y procedencia del mismo.

La artista plástica María D. Giráldez nos presenta su obra “Lago de paz”. Pág. 41 En la sección Reportaje nos visita la artista plástica Libera ángeles donde nos cuenta algo de su vida. Fe de erratas: En el nº 7 se confundió el nombre de Daniel de Cullá por Cuella por lo cual pedimos disculpas a nuestro querido colaborados. Ω

Escritores colaboradores de poemas y relatos: Pablo Amaya – Amaia Villa – Silvia Company de Castro – Javier Sachez – Juan M. Patraca – Miguel Ángel Acuña – Mabel Zaves – Graciela Giráldez –Gonzalo Salesky –Claudio Rabec – Eva M. Medina Moreno – Feher MoonUrrea – Enrique F. Arauz Flores – Ketty Sanna – Fernando Di Filippo – Guillermo Haskel – Daniel De Cullá – América Rojas – Hernando Castillo – José Alberto Medina – Rcvicent – Martha A. Lombardelli- Edy M. Muscio – Pilar Hernandis – Mario Islasáinz – Inés Ramón – Lizarraga- Mariela Barcia - JM. Persánch.

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Esta revista pertenece al Grupo Literario Palabras Indiscretas

(GLPI), que nació de la unión de varios escritores hispanoamericanos que publicaron en un poemario conjunto en Septiembre 2008 como resultado de un concurso literario.

La revista tiene la intención de estrechar lazos culturalesliterarios entre los escritores de los países hispanohablantes a través de las letras.

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PUBLICACIONES DEL GLPI Acuarela de pensamientos (2009)

Raíces (Cuando las páginas pasan solas) (2010)

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Entre la utopía y la distopía (2011) Sinopsis En Entre la utopía y la distopía, se invita al lector a descubrir el derecho a creer y hacer de creencias realidades. En este sentido, el GLPI se esmera por crear una historia que mire al futuro, reinventando el pasado si es necesario, y conjeturando hasta el infinito, en un esfuerzo por dar voz al sin voz, persiguiendo la utopía, no de un mundo mejor, sino de un mundo más justo.

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También disponible en formato e-book. http://ebooks.elcorteingles.es, http://www.amazon.es y http://ebooks.fnac.es/

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Espejos de papel (2012) Sinopsis Un espejo es un objeto mágico, que te suplanta y te encierra en su imagen, que te observa silencioso y conserva tus secretos. Un espejo es el libro de tu alma, de tu presente, de tu pasado, y la fantasía del mañana. Espejos de papel se sumerge en todo ello suplantando y reinventando personajes, lugares y esencias para revelar la existencia de mundos paralelos, germinar secretos y depositar la verdad del alma. Comprar en http://www.lulu.com/shop/grupo-literariopalabras-indiscretas-glpi/espejos-depapel/hardcover/product-20542680.html o en http://palabrasindiscretas.bubok.com/

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e-revista de Humanidades http://www.sarasuati.com Editor Iván Matellanes

Letras, Tu revista literaria Ediciones Alvaeno © y Ediciones Santel © http://www.alvaeno.com/letras.htm Email:letras@alvaeno.com Belianís, información general y cultural http://www.belianis.es Email: info@belianis.es

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Por J. M. Persánch

Breve reflexión sobre Walter Benjamin y la obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica1 ***** «En un tiempo muy distinto del nuestro, y por hombres cuyo poder de acción sobre las cosas era insignificante comparado con el que nosotros poseemos, fueron instituidas nuestras Bellas Artes y fijados sus tipos y usos. Pero el acrecentamiento sorprendente de nuestros medios, la flexibilidad y la precisión que éstos alcanzan, las ideas y costumbres que introducen, nos aseguran respecto de cambios próximos y profundos en la antigua industria de lo Bello. En todas las artes hay una parte física que no puede ser tratada como antaño, que no puede sustraerse a la acometividad del conocimiento y la fuerza modernos. Ni la materia, ni el espacio, ni el tiempo son, desde hace veinte años, lo que han venido siendo desde siempre. Es preciso contar con que novedades tan grandes transformen toda la técnica de las artes y operen por tanto sobre la inventiva, llegando quizás hasta a modificar de una manera maravillosa la noción misma del arte.»

Paul Valéry, Pièces sur l’art («La conquéte de l’ubiquité»). 1

Benjamin, Benjamin, Walter. Walter. “LA OBRA DE ARTE EN LA ÉPOCA DE SU REPRODUCTIBILIDAD

TÉCNICA” TÉCNICA” (1936) Traducción de Jesús Aguirre. Madrid: Ed. Taurus, 1973.

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Originalidad y autenticidad han sido dos conceptos ligados al artefacto artístico desde que el arte cumpliera su mayoría de edad y albergara consciencia. Y la misma actitud crítica resultante del arte hacia el propio arte, supedita las bases del pensamiento artístico, de la misma manera que el mar condiciona sus mareas. La propia motivación reflexiva humana sobre la excepcionalidad consciente de la obra de arte, le atribuye un carácter sacro, cuasi trascendental, como necesidad liberadora que da respuesta a la psique de un periodo histórico. En este sentido, frente a sus copias, efectivamente, la obra es única en sí, y por sí misma.

Sin embargo, por una parte, en relación al concepto de ‘aura’ artística, contrariamente al postulado expresado por Benjamin, el 'aquí y ahora' supone una disposición tan intangible, que la cuestión se vuelve per se más filosófica que artística o estética, y sentimental más que crítica. En mi opinión, la herencia cultural no se destruye. Tampoco la proporción aurea del objeto, sino que sufre –en su reproducción masiva- una mutación poniendo de manifiesto la poliformidad artística, y su traslación espacio-temporal. En este sentido, por ejemplo, con respecto al cine, no se da una liquidación del concepto artístico, sino una adaptación y transposición de consciencia del arte con respecto a los tiempos. ¿Diríamos que el Quijote perdió su aurea porque, los escribanos primero, y la imprenta después, lo reprodujeron hasta la saciedad? […] Con ello, apunto a que, consecuentemente, la proporción aurea de la obra no reside en el ‘aquí y ahora’ como halo del proceso creador, tampoco en su calcable y caduca autenticidad, sino en la significación intrínseca como artefacto excepcional en relación a su tiempo, junto a la capacidad de encapsular la psique colectiva, bien sea de forma visual o verbal. Más aún, por otra parte, considero que la proporción aura del cine es distinta en su esencia, por la que necesita del paso del tiempo para cimentarse en tal elemento como objeto de culto. En otras palabras, con el paso del tiempo, la obra queda más oculta, y eso parece

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devolverle –si es que alguna vez lo perdió- su valor artístico, igualándolo con las estatuas de las vírgenes a las que alude Benjamin.

Finalmente, tampoco estimo oportuna la rotundidad con la que Benjamin se presenta ante el objeto estético. Pues éste marca una ruptura entre la pintura y la fotografía, el teatro y el cine, para mi ficticia, desde el mismo momento que confiere una ejecución unitaria a los primeros con respecto a los segundos. Por mi parte, entiendo que la ejecución nunca es unitaria, por lo que, partiendo de sus planteamientos, ambas plantean una fragmentación y neutralización de su supuesta función artística. Y, aunque la actitud del recipiente se manifieste ligeramente diferente en unas frente a otras, las masas siempre tienden a hacer uso de su anonimato para desvirtuar su papel frente al objeto, sea el que sea. Y el hombre, ante sí mismo.

RED AMIGA

http://www.clubdeescritores.com/elclub/index.php http://palabrasobrepalabra.es/

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Colabora: Mariela Barcia

Nos visita la artista plรกstica LIBERA ร NGELES

CONOZCAMOS SU OBRA

Atrapada (representa al tema del maltrato a la mujer)

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LA ENTREVISTA. ¿A qué edad edad comenzaste a pintar? Con tan solo tres años tenía una extraña obsesión con los pinceles, témpera etc… y todo lo relacionado con la pintura artística en general. A la edad temprana de seis años tomaba clases particulares de dibujo y pintura. ¿Es pura afición afición o te has preparado para ello? Comenzó siendo una afición pero con el transcurso de los años hasta la actualidad, he ido ampliando mis conocimientos artísticos. Tras acabar la E.S.O, ingresé en bachillerato artístico en el Pedro Espinosa en la localidad de Antequera (Málaga), una vez acabada éste fase fui inscrita en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla. Pasados 5 años de estudios, el 24 de septiembre de 2009 fui otorgada con la titulación de Licenciada en Bellas Artes. En este momento curso el Doctorado, en el mes de septiembre de 2010 expuse mi Trabajo de Iniciación a la Investigación ante el tribunal y aprobé satisfactoriamente. Actualmente trabajo en mi Tesis Doctoral. ¿Qué te inspira en tus proyectos? ¿Sueles hacerlo espontáneamente o prefieres elegir un tema y desarrollarlo? La finalidad de mis obras es incitar al espectador a adentrarse en la profundidad que en ellos habita, es decir, que no solo admiren lo aparente. Por ello decidí centrarme en las vivencias, hechos, sentimientos… del mundo que nos rodea, aunque he de explicar que siempre intento reflejar el lado optimista a las calamidades existentes. ¿Qué aspiraciones o motivaciones tienes para un futuro? En la actualidad sigo con mi formación artística como he dicho anteriormente, a la vez que imparto cursos de pintura al óleo y acrílico subvencionados por la Junta de Andalucía. En estos momentos mi proyecto de futuro es el de opositar para dedicarme a la enseñanza. quieras uieras Sé que has realizado exposiciones, ¿Te han otorgado alguna distinción que q mencionar?

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Tras mi última exposición en la Casa de la Provincia en Sevilla, he sido invitada por un galerista para exponer el próximo mes de octubre de 2012, en Noruega. La verdad es que la idea resulta muy conmovedora, ya que creo que es una puerta abierta mas, para el reconocimiento de mis obras. ¿A qué pintores admiras? No podría decantarme por uno o dos pintores en particular, pues que cada uno de los pintores estudiados tienen sus características personales que me impresionan. Un ejemplo de los pintores españoles sería las pinceladas de Sorolla, la mirada expresiva en los retratos de Julio Romero de Torres o la verosimilitud con la realidad en las obras de Diego Velázquez. Si debo destacar que en mis obras existe cierta influencia de algunos profesores docentes en la Facultad de Bellas Artes, como pueden ser Juan Francisco Cárceles Pascual, José Antonio García Ruiz, entre otros.

Bruno - Libera ángeles

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"No hay un solo rey que no descienda de un esclavo, ni un esclavo que no haya tenido reyes en su familia." Platón

Contribución de Pablo Amaya (@cid 33)

Ángel de Dios Ángel de Dios Infierno mío, El diablo y yo Ya no te esperamos. El sigue solo Con sus demonios, Así como yo Sigo con los míos;

Contribución de Mabel Zaves

¿y tú? ¡Feliz en el paraíso! …mientras el diablo

Grietas profundas

Pule sus cachos, Yo también pulo Los cachos míos

Tierra que gimes suficiente amor

O viceversa.

siempre guardando el incesante ritmo,

También afilamos

sigues besando sideral biorritmo

Nuestras cornamentas,

mientras el agua suministre honor. Crecen las grietas que transmiten miedo, hielos que alternan con la misma mancha cerca del filo que en el alba ensancha, bajo las urbes en constante enredo.

El diablo y yo Con puntiagudos cachos, Para hacer respetar nuestras coronas. Ángel de Dios Infierno mío, Desde el fuego eterno Donde me encuentro,

Vida que fluye en burbuja noble

Pido clemencia

crece en el árbol de sapiente estrella,

Ante el cruel destino,

brillos del aura que refresca ambientes.

Prometo arder Sin queja alguna,

Lejos el magma que amenaza el doble, cuando la grieta resucita bella lanza sus fuerzas en curvadas mentes.

Solo le exijo esta condición: Ángel de Dios Infierno mío, Quiero olvidarte.

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UNGIDA EN SIETE VELOS Ungida en siete velos me presento semillas de jazmín llevan mis manos Tengo una noche para hacerte reo atarte el corazón con tiernos lazos. Susurro en tu garganta leves besos

Contribución de Amaia Villa

Me muevo entre tus pliegues sin rozarlos te lleno de caricias con mi pelo mi aroma por tu pecho deja rastro. Toda la noche bailo en tus latidos para que al despertar ya seas mío y el sol de la mañana te recuerde lo que dijiste ayer entre suspiros y vengas a buscarme arrepentido para que vuelva a ti y en ti me quede.

NOVIEMBRE LLUEVE (A Consuelo)

Contribución de Silvia Company de Castro

Bajo lluvia fría de Noviembre caen los recuerdos sobre los tejados. El cielo descosido agita la memoria del asfalto mojado. Y mientras miro, llueve la nostalgia que suspiran los charcos. Hoy la lluvia llueve. No hay remedio para la herida infinita que detrás deja su gota. Y mientras miro, llueven vestigios de sombras, tropeles y capitanes de nuestro barco.

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Poesía #1 Debajo Del Cielo Por debajo del cielo la tierra se mueve,

Contribución de Feher Moon Urrea

Y con ello los ángeles sin alas, Disfrazados de personas buenas y malas, Repleto de intenciones que conmueve… Por ejemplo los hijos de nadie en los semáforos, Almas perdidas sin el consuelo de una familia, Sobreviviendo con el amor propio bajo ese rojo, Atardecer, frio amanecer, sin rendirle cuenta a la vida… Otro ejemplo seria los susurros de las noches de las hembras,

Contribución de Miguel Á. Acuña (Viento Azul)

El negocio ilegal del placer en las calles, duras peleas, Por sacar adelante el peso para poner pan en sus mesas, Unas hacen lo que tengan que hacer para sobrevivir en la maleza… Siguiendo los ejemplos en el día viendo pasar a los hombres de negocio, Camuflaje de hombres de vestimenta y glamur,

Un día lluvioso en mi recuerdo Eche a rodar mis pensamientos, esperando que alguno me acerque a tí, pero me equivoqué, todos me llevaron a ti.

Un albur y tabo que dice que tienen que aparentar nada sucio, Por qué en las madrugadas sus atracos suelen salir en los periódicos… Y sobre todas las cosas miles de historias debajo del cielo, Sonrisas de niños y niñas reflejando nuestro futuro en

Como la brisa tenue de esta madrugada húmeda, te me acercaste, tocaste a mi puerta y llenaste mi Alma.

este infierno, Familias felices, hombres y mujeres honestos por los vecindarios, Esto solo fueron historias reales de lo que pasa por debajo del cielo a diario…

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DEL INMOLADO CORAZÓN

Contribución de Enrique F. Arauz Del inmolado corazón mi casa lleva suspiros náufragos sin dueño donde el silencio apura a los veleros del alma, ahí se enciende la nostalgia. Añejo mar mezclado con palabras derramándose sobre manos-remos; Agitando los muelles del deseo donde atracó tu amor de madrugada. Hay puentes de ternura en mis bahías refugio bucanero de tu vida, marea de mis labios: Luz y sombra... Ahí un eco marino resucita a millares de besos que me inmolan ofrendando mi ser a tu memoria.

Contribución de Ketty Sanna

SONETO MODERNO 21 Este soneto está dedicado a todas las personas que han pensado en el suicidio: no hay que dejar que el dolor del corazón interfiera en la razón. ¡Bienvenida al infierno alma mía! Llama ahumada que irradia y abraza, Cuando la piel matizada el fuego roza, ¡Pobre ánima qué calor puro quería! ¡Bienvenida al infierno alma mía! La que vivía un sentimiento censurado, Por el amor de un hombre equivocado, Que pasión enfermiza le resplandecía. ¡Bienvenida al infierno alma mía! La que huya del mal, y buscaba la paz, Que sólo para él gastaba su energía. ¡Bienvenida al infierno alma mía! De continuar a vivir no has sido capaz, Y nunca jamás te acariciará la brisa fría.

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NO TOLERO

Contribución de Fernando Di Filippo

No tolero un fracaso antes de cualquier intento al guerrero tras los muros y su derrota al rencor esperando su momento. No tolero las orillas del Ganges, la discordia los mitos de Afrodita y sus conjuros. antojos de tirano terminando al gladiador. No tolero sin jardín a Babilonia y sus encantos al egipcio y sus misterios bajo arena a la tierra prometida y de prestado. No tolero que me quiten el tintero me den jaque en mi tablero ejercito y su rey abandonado. No tolero No lo voy a tolerar.

Contribución de Lizarraga Del libro “Poemas de Lodebar” Edición del autor, Tucumán, 2012

Duelos I Desde la ventana entreabierta, el viento delimita en la cama tu ausencia, y es como tener tu lápida en la casa, es abrazar las sábanas que ya no usas. Es velarme en tu cuarto porque he muerto en ti como un yo-hijo.

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Emociones

Contribución de Pilar Hernandis Influjo En Nayarit la Luna del Líbano arde y crece montes de zarzas y nardos y cipreses poleas tensa membranas anillas eslabones rasga arneses jadeos levanta y mares y horizontes y cadencias y murmullos y aparta diminuto albornoz en terciopelo y aumenta Palestina el azafrán

Segundo premio de poesíaII Semana de las Letras del Barrio de Torrero- 2005

Contribución de Guillermo Haskel

La mirada quedó presa en la red de sus pupilas, alcanzada en pleno vuelo como tierna mariposa. Quedaron sus ojos fijos en extasiado embeleso, las hebras de las pestañas se enredaron con el cielo. El sol, celoso galán, pretendió con sus reflejos despertar a las quimeras con guiños habilidosos. Las campanas repicaban y cerrado estaba el clero. El perfume del amor acalló la voz del cierzo. El mundo giraba libre por su eje en movimiento, éllos estaban ajenos… Las manos ya se rozaban y enlazándose sus dedos eran piezas de mecano uniendo ángulos perfectos. Sus labios, rojos claveles, las corolas entreabrieron y como abejas golosas probaron polen de besos. La sangre, veloz candela, prendía un breve incendio. Sofocando a las cenizas los poros en corta fuegos. Latidos se acompasaron a ritmo de un desamor y sus miradas ya libres desplegaron la pasión.

en tu capullo

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En plena ansiedad de la tarde escribo postrado ante la enorme ribera milenaria que me acoge por tu vientre nunca visto,

Contribución de Mario Islasáinz

por estos ojos que no son tuyos, por el silencio que daña más que una despedida, por la ternura de saberte inmersa en el devenir del tiempo, por la tristeza que dejó de habitarme luego de saberte, por el mar inmenso que no ha de atraparme nunca, por la soleada espalda que no arde porque no la has tocado, por una sonrisa que se aleja cada día que no te veo, por el sinsabor que padezco de no tenerte, por ti niña alada, ansioso en esta tarde, escribo.

Contribución de Graciela Giráldez

Espejos de aire Poema 2 Vi nacer la noche en tus ojos y comprendí la soledad de la luna.

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Contribución de Juan Manuel Patraca

La madre de un inmigrante Madre Te escribo estas líneas, espero estés bien, día a día Hoy, que como inmigrante estoy en este país extraño. Añoro y siento la nostalgia de tu sonrisa De tus religiosos “bueno días” y tacto de la bondad de tus manos. Madre Como inmigrante; tú no sabes cuan, vulnerable estoy y extraño Tu mirada; que siempre me regalabas cristalina y bondadosa, Tu filosofía y sapiencia de tantos años acumulados. Tu filantropía, que das al moribundo hermano; dispuesta. Madre En este inmigrante-país me despierto y despliego la pereza, Con fe e insuperable fervor, doy gracias a mi bondadoso dios; Por volverme en si, de mi muerte prematura. Pero, sobre todo por ser molécula de su sangre y corazón. Madre Acá; como incontables inmigrantes, vivo en destierro y mucho miedo He sufrido; discriminación, hambre, sed, granizo, lluvia y nieve. En ese momento esta tu mirada angelical, que jamás olvido; Flaqueo y tu cual martillo golpeas y mi voluntad la mueves. Madre Gracias mil; por tus buenos deseos, bendiciones por ser como eres Te veo en tus domésticos quehaceres, percibo tu mirada prodigiosa. Eres un faro inextinguible, estando en la cordillera del Everest, Ángel, que apareces en mis sueños; rezo, te veo como una diosa. Madre Desconozco, que futuro espero adverso, como tantos inmigrantes; Menos aún sé; si en este país, moriré pobre, miserable o rico. Cabal; yo sé, que si olvido de usted, (10,000 veces) perverso seré. Moriría en paz, porque de una humilde mujer mexicana fui hijo.

Haikus En una lágrima

Contribución de Inés Ramón

también se extiende y brilla el arco iris. £ Mis pies desnudos desvanecen palabras sobre la arena.


"Las palabras tienen el poder de destruir y sanar. Cuando las palabras son buenas y sinceras tienen el poder de cambiar al mundo." Buda

CINCO GUERREROS Finalista de II Premio de Relato “Taller de escritores” (Barcelona, España) Gonza Gonzalo Salesky

Llegaremos a Brasilia en dos horas. Nos aprestamos para la gran batalla. Hace décadas que la opresión viene forjando nuestro deseo de luchar y de ser libres. Ajusto mi cinturón y me preparo para el lanzamiento. Mis cuatro compañeros de cápsula están listos. Alfa 9810 tiene los ojos cerrados, quizá por los nervios, quizá por la emoción. Es su primer vuelo fuera del continente. El resto de nosotros tiene algo de experiencia, pero no más valentía. Mi nombre es Beta 4791. Nací el día doce del primer mes de 2083 en la base europea Esperança, cerca del país que antes llamaban España. No tuve la suerte de conocer a mis padres. Tal vez ellos también estén viajando en alguna de las miles de naves que nuestro Líder ha enviado hacia el Imperio. Allí, no nos esperan. No conocen nuestras nuevas armas. Ni siquiera saben de nosotros, encerrados en sus enormes burbujas, distraídos por sus pantallas, alienados por sus medios de comunicación… no imaginan que vamos a invadirlos. * En mi infancia escuché una hermosa leyenda. Relataba la cruzada de grandes hombres, que liberaron Eurasia de un oscuro tirano. La comparto para animar a mis compañeros. Delta 0462 me asegura que la historia es cierta y que ocurrió hace unos doscientos años. ¡Doscientos años! ¿Será así? Ojalá recuerden esta gesta durante tanto tiempo. Por ahora, no sé nada de Gama ni de Omega. Ni sus números de serie, ni su edad... Pero en sus rostros veo el mismo maltrato que hemos sufrido como pueblo.


Pese a todo, pudimos adaptarnos. Siempre lo hicimos. Estamos decididos a ser libres. Acabo de cumplir dieciocho años y nunca pude decir lo que sentía. Me acostumbré a hablar en voz baja, a no mirar a los ojos, a callar, a no pensar distinto. Con Alfa fuimos compañeros de escuela-cárcel. Doce años completos levantándonos de noche, picando roca, limpiando el excremento de nuestros dictadores de América del Sur. Setecientos metros bajo la superficie, casi sin luz ni agua, con poco aire… La esclavitud ha moldeado y templado nuestro espíritu. Así, aprendimos a compartirlo todo. No lo que sobraba, lo que faltaba y apenas alcanzaba. Día tras día, creció en nosotros el sueño de libertad. * Pasan los minutos y siento que mi traje me ajusta bastante. Acostumbrado a la escasez, llevo pocas provisiones. Sólo guardo dentro de mi ropa una fotomóvil de mi futura esposa, que una y otra vez me saluda y alienta. Eso me hace más fuerte y me asegura que esta guerra… esta guerra valdrá la pena. Seguimos volando, cada vez más rápido, en una de las naves que la Resistencia ha lanzado rumbo a la capital del Imperio Suramericano. Aquí, como en las otras, hay cinco guerreros dispuestos a todo, uno de cada raza europea. Kilómetros y kilómetros de orgullo y valor me rodean. En este momento, en mi pantalla-facial aparece la imagen de nuestro Líder, que nos repite, con voz serena pero firme: VAMOS POR TODO. QUEREMOS SER LIBRES... VAMOS POR TODO. QUEREMOS SER LIBRES... VAMOS POR TODO. QUEREMOS SER LIBRES... Con la tranquilidad del que es capaz de dar la vida por lo que ama, me recuesto sobre la ventana que muestra las estrellas y trato de descansar un poco. * Sólo faltan cuarenta segundos para llegar. Me siento feliz. Veo a través de mi casco que la batalla final ha comenzado. Y estoy seguro… la victoria será nuestra. ¡Viva la Gran Eurasia! ¡Viva!

EL OTRO TRO Claudio Claudio Rabec Rabec Amen dico vobis quia unus vestrum me traditurus est Vulgata, Mateo 6:24

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No fueron necesario bandos ni proclamas. El rumor comenzó murmurante, tibio como un hilo de agua. Y se desperdigó, en pocas horas, como un torrente que fluyó hasta desbocarse fuera de su cauce. En espacio. Pero, ahora lo sabemos, también en tiempo. Decían las bocas que se sucedían, que un nuevo sacrilegio había ocurrido anoche en el temido monte. Espesura entre las nubes, testigo inerte de esa otra traición. Becerro quiescente, presagio que amenazaba desde hacia una eternidad con revelar una vez mas la ira en forma de tormenta. Había sido por dinero, decían algunos. Y lo había entregado con un beso. Treinta monedas. Un beso. Una traición La cita simbólica fue en la explanada del templo. Y ello era hasta obvio. Ese era el centro de su prédica, el punto implícito de reunión con el que para ellos era el elegido. El apóstata, para los otros Bastaron apenas unas pocas horas para que esa nube humana fecunde, rebasando generosamente el sitio del mercado. En un momento, casi como respondiendo a la urgencia de una tácita señal, el enjambre se puso en movimiento. Masa de siluetas indefinidas y fronteras ambiguas que transcurre confusa, inconexamente. Centenas de cabezas que proceden como una intensidad amorfa, caótica. Permítaseme sospechar que ese tumulto se conduce más por pura inercia que por teleológica intención. Como aquella esfera eterna, cuya circunferencia está en todos lados y su centro en ninguno. El seno de esa marcha indolente, era sólo interrumpida por convulsivos abucheos de agitadores que, actuando con puntual alternancia, cambiaban murmullo en clamor. Espiral carente de dirección y sentido que se propagaba como un cabeceo, hasta percutir sobre un horizonte impreciso y retroceder lento, como el oleaje. No obstante, en esos siseos devenidos turba que parecían carentes de engrama, cualquier desprevenido observador seria capaz de identificar, con una cierta periodicidad, el resonar del Nombre Maldito. Convengamos que su impopularidad resultaba a este punto, casi previsible Además de poseer una roja y envidiable belleza luciferiana, era el mas fiel de sus acólitos, el mas cuidadoso con las formas. Un buen administrador designado por el elegido, como el encargado de velar sobre el tesoro, cuidadosamente acopiado entre las dadivas de los fieles. Sin duda la elección no fue casual. El era, además, el más ilustrado de todos, el inteligente. Y eso, claro, nadie lo perdona. Mismo si intuyen que su inteligencia resultaba mas el producto de cierta astucia y de una satánica habilidad que de una supuesta erudición. La certeza del sacrilegio crecía a medida que la onda avanzaba. Al mismo tiempo que hervían las incertidumbres acerca del móvil. Cuestiones de envidia, orgullo, codicia, gloria personal, o ajuste de cuentas eran las versiones mas esgrimidas en los corrillos. Otros, de espíritu algo menos primitivo lo acusaban de rebelión. O de obrar como sicario de los Señores del Templo para acallar al impostor. O de una historia de celos por la mano de la que le lavo los pies al Otro.

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Versiones menos verosímiles supieron circular en los ambientes más doctos de ese vértigo: el argumento esgrimido era que si bien ambos acordaban que las condiciones estaban dadas para instaurar el reino tan esperado, para El, era el momento de dejar la paz celestial y pasar al terreno de la guerrilla. Pero el Otro insistía en pregonar la paz. Quiso forzarlo a la rebelión. Y lo empujo al calvario El anecdotario menciona que hasta hay quien osó redimirlo por impaciente e inocente. El beso fatal no fue otra cosa que una forma de afecto extrema. Aducían que ante la irrupción abrupta de las tropas El sólo quiso dar una prueba de su amor incondicional… II El grueso de la turba, la de los fieles al Otro, marchaba muy detrás. No lograban ver lo que ocurría (y quizás allí estuviera, más que en una presunta incertidumbre, el verdadero motivo de la escalada del rumor). Los separaban del sequito de las almas condenadas, hordas de centuriones, la guardia pretoriana, los sacerdotes del Templo y cientos de curiosos cuyo único mérito constituía en que sus moradas habían quedado incluidas como mojones a los lados del cortejo Ellos, los del privilegio de los miradores, fueron los que, al paso de la turba facilitarían ciertos detalles del suplicio. Afirmarían haberlo percibido sudando su sudario, portando el madero como un karma, sin proferir palabra alguna, callando estoicamente, de un silencio calmo, los pormenores de la traición. Las primeras columnas de la muchedumbre llegarían al sitio del cráneo ya entrada la noche En el confuso horizonte de sombras que autorizaba lo avanzado del crepúsculo, algunos creyeron ver lo que parecía una cruz. Mucho más alta que las otras, se alzaba orgullosa, pendiendo en medio del lúgubre paisaje. Pero el lento vaivén con que se aproximaban haría más precisos los contornos del suplicio. Lo que se figuraba frente a sus ojos era en realidad un árbol. Una higuera estéril. Solo unos pocos, (dicen que los mas perspicaces o los mas cercanos, aunque tengo para mi que se trató de los mas píos) reconocerían, en medio de su perplejidad, al que yacía inerte, por cuatro clavos solidario de ese tronco. Lo identificarían por su cabellera que volaba, inerte, como una llamarada. Y por la bolsa y la cuerda pendiendo de sus manos III Dicen que hasta el último instante dudó entre la cruz y la soga. Pero eran necesarios demasiado coraje, demasiada humildad para hacerse cargo de toda la ignominia de los hombres.

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TAN FRÁGIL COMO UNA HORMIGA SECA Eva Marí María Medina Moreno

La puerta de la habitación se abrió. «El desayuno», gritaron. Daniel, tumbado sobre la cama deshecha; sábanas y colcha en desorden. Se levantó con dolor de huesos y arrastró los pies hasta el comedor. Tenía el vaso de leche sobre la mesa. Una enfermera le dio las pastillas. Mientras se las tomaba, clavó los ojos en el hule azul claro. Recordó la primera vez que vio el mar; un niño frente a ese azul impenetrable. Por la noche, soñaba que su cuerpo y el de sus padres chocaban contra las rocas, despedazándose. La madre se quedaba con él hasta que se volvía a dormir; regustillo a melocotón entre las sábanas. En el desayuno ella le guiñaba el ojo, como si lo ocurrido durante la noche fuera su secreto. Por la tarde, la luz era tersa, acogedora. La madre le contaba historias en el porche. El aire, con olor a mar, impregnando su piel, y el cuento del gato con botas mientras lo acariciaba. «Mi señor el Marqués de Carabás», oía desde una distancia de treinta y cinco años. Tras el desayuno, iba a la consulta del psiquiatra. Era un hombre pequeño, serio, ordenado. Le pedía que recordase. Daniel lo miraba desde unos ojos grandes en una cara consumida. Le costaba articular palabra, como si algo en su interior se lo impidiese, una voz que le decía «no lo cuentes, si lo haces nunca saldrás de aquí». Aquella tarde salió al jardín. Se sentó en un banco de madera y fijó la vista en el suelo. Había hojas secas, piedras de distintos colores, unas grises, otras azules. Detrás de las hojas, distinguió una hilera de hormigas. En la fila, una de ellas arrastraba una hormiga muerta. Miró hacia la izquierda y vio el cadáver de otra. Lo cogió. La hormiga estaba seca y al tocarla se deshizo como si fuera polvo. Un olor extraño se apoderó de él; era una mezcla de aguas estancadas, árboles frutales y salitre. Olor que abrió una herida que supuraba. Recordó un domingo en el parque. Los padres le animaron a que jugase con chicos de su edad. Daniel se apoyó en un árbol, detrás de los columpios, y esperó a que el tiempo pasara. Unos minutos más tarde notó un picor. Miró al suelo y vio muchas hormigas. Algunas subían por las piernas; otras estaban en los zapatos. Gritó con fuerza. Una de ellas había llegado al brazo. Tres bolas negras a punto de reventar y unas patas de hilo. Se imaginó que las aplastaba, triturando su ligero caparazón; el jugo gris bajo las suelas. No se dio cuenta de que el padre estaba allí. «Están nerviosas porque has pisado el hormiguero», le dijo mientras le quitaba los insectos del cuerpo. «Acuérdate, ve con más cuidado, es su territorio y lo defienden». Después, le cogió la mano y caminaron juntos. Mientras Daniel se duchaba, las hormigas se adentraron en la retina. Esas figuras negras ahora corrían por los azulejos. Brotó de nuevo aquel olor extraño. Un olor que, aunque lo aborrecía, le cautivaba. Cerró los ojos con fuerza y escuchó caer el agua. Ese

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ruido lo llevó a la bañera de patas de la infancia. Le gustaba llenarla hasta arriba, con agua muy caliente; después llamaba a la madre para que le enjabonara el cuerpo o le frotase la espalda, pero ella, «ya eres mayor para que te bañe, tu padre está al llegar y no tengo la cena, termina pronto». Cuando ella se marchaba, cogía su esponja y la retorcía entre las manos hasta dejar trozos muy pequeños flotando en el agua. Aunque las horas se detuvieran, el tiempo pasaba rápido. Daniel fue al comedor y se sentó a la mesa. El blanco de la leche lo repugnó. Fijó la vista en el cristal de una de las ventanas. Las esquinas de abajo tenían vaho. La imagen de una noche muy fría. Nadie probó bocado. El padre gritaba a la madre. Ella intentaba calmarlo, pero él no quería escuchar. Se levantó bruscamente y dio un portazo al marcharse. «A la taberna», dijo la madre, «eso es, vete a la taberna», y salió de la cocina llorando. Pasaron minutos hasta que Daniel subió las escaleras. Se quedó junto a la puerta del dormitorio de los padres, y, tras su respiración entrecortada, oyó sollozos. Vio la figura de una mujer que en ese momento se le hacía pequeña, indefensa. Un cuerpo encogido sobre la cama. Se acercó, le acarició el pelo y le dijo «no te preocupes mamá, es un borracho». Ella se irguió mostrando un rostro severo. «¡Hablar así de tu padre!». Él se quedó inmóvil. Cuando salió, no sentía el peso de los zapatos. Parecía un personaje de ficción desdibujado. Entró en su cuarto y clavó los ojos en la fotografía que estaba frente al cabecero: la madre con un vestido de lino azul claro. Su estómago comenzó a girar y girar. «¿Por qué me haces esto?», le dijo. Notó pinchazos y olor a peces muertos; como si tuviera larvas de insectos en los intestinos y segregasen un líquido ácido. Los pinchazos eran agudos, su cuerpo se retorcía formando un ovillo. «¿Por qué me tratas así?», decía mientras se acunaba. Cuando los mordiscos de la tripa cesaron, se acercó a la ventana. Apoyó la cara en el cristal helado y sintió que su piel quemaba. «Las peleas eran cada vez más frecuentes», se escuchó decirle al psiquiatra, «él estaba menos en casa, y mi madre empezó a beber. No quería verme, como si mis ojos la delataran». ¿A quién llamaría?, pensó. Siempre que la madre hablaba por teléfono, sentada en el sofá del salón, él vigilaba receloso detrás de la puerta. ¡Cómo le dolía ese tono de voz tan falso, tan ingrato! Cuando salía, ella se inquietaba, ruborizándose como si la hubiera descubierto. «¡Déjame en paz! ¡Déjame!», y esas palabras, cuñas en el cerebro. «Algunas noches iban juntos a la taberna y volvían a casa borrachos», le dijo al psiquiatra. Él veía, desde la ventana del cuarto, como los padres se tambaleaban. Luego, las risas al subir las escaleras; latigazos en su piel desnuda. Al terminar la consulta fue a la habitación y cayó en la cama. El sueño lo abrazó. Ahora se encuentra en un lugar árido. Está en el suelo, boca abajo. Arrastra un cuerpo roto. Las piedras rasgan su piel, pero no siente nada. Sigue adelante. Las vértebras dibujan el camino como anillos de gusano. «No te pares», le dice una voz débil, ahogada. Trozos de arena se incrustan entre las uñas. El polvo se mete en sus ojos; una capa fina los nubla. Sigue recto. Se adentra en unos arbustos. Avanza despacio. Los pantalones quedan enganchados en unas ramas. Tira de ellos con fuerza, pero no logra desprenderse.

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Impulsa el cuerpo hacia delante. «Inútil, es inútil». Huele a sudor y sangre. Las ramas lo oprimen. «Quiero salir», grita. Al abrir los ojos, dos enfermeras lo sujetaban. Notó un pinchazo dulce. Sala de televisión. Imágenes en la pantalla. Daniel miraba al techo. El sol se filtraba a través de la cortina. Como aquel día, pensó. Se vio tumbado en el sofá, apoyando la cabeza en las piernas de la madre. Notó la calidez de los muslos. Ella lo empujó irritada. Daniel se levantó con brusquedad. Subió las escaleras con gangrena en la boca y mordeduras en la tripa. Los insectos lo invadían. Sintió que las hormigas se apoderaban del hígado, recubriéndolo de una capa negra. Los chinches despedazaban los intestinos. Tarántulas venenosas sobre los pulmones. Le costaba respirar. Las patas de un ciempiés salían por la nariz. Supuraba los olores fétidos de la putrefacción. Llevaba tres días sin dormir. La cabeza le pesaba como si las distintas partes del cerebro fuesen de acero y no se comunicaran. Ansiaba el vacío, la nada. Las palabras «a levantarse, el desayuno» lo violentaron. No quería desayunar, pero le obligarían. Tardó en incorporarse; los músculos se aferraban a la cama, como si estuvieran atados al colchón con cuerdas transparentes. Se levantó a coger la ropa, que estaba encima de una silla, junto a la ventana. Miró tras el cristal. El jardín estaba sereno. Su vista empezó a nublarse. Se vio con catorce años en la cocina. No estaba solo. La madre, sentada en una silla, con la cabeza hacia delante, dormía. En el suelo, botellas vacías. Daniel la miraba con desprecio, con odio. Fue hacia la llave del gas, la abrió y cerró la puerta al salir. El golpe de la puerta se unió al silbido de alas de insectos. Se tapó la cabeza con los brazos, pero el ruido era cada vez más fuerte. Abejas y hormigas voladoras zumbaban en sus oídos. El crujido de alas se adentró en el tímpano hasta llegar al cerebro. Olía a pantano, melocotón y mar. Olor que hizo brotar esas olas que engullían unos cuerpos descuartizados. «No me dejes aquí, no me dejes aquí», gritó golpeando la puerta hasta caer al suelo. «Ese olor nos separó, mamá, ese olor nos separó».

NO BIENAVENTURADA Javi Javier Sachez No bienaventuradas las niñas menores de trece años. No bienaventurada Inti González en la mañana del trece de mayo, cuando caminaba de regreso al hogar, tras las clases recibidas en casa de don Zósimo, para reencontrarse con madre joven y despierta aún, sobre el sofá. No bienaventurada Inti por cruzar la calle principal, resplandecida de farola municipal, y adentrarse sin embargo por callejuela en forma de meandro, ayuna de luz, rica en puertas falsas, aliviadero de los que han de descargar el peso adquirido en la tasca de Andrés,

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dormitorio de perros que aún no han sido descoyuntados según providencialismo al uso. No bienaventurada Inti por hallar en el acerado a Tomasillo rudo, orinando en la pared exterior de la tasca, beodo y apurado de carnes, confundido bajo la noche inmensa y callada, mientras en las cristaleras del bar se adivinan cráneos y risotadas. No bienaventurada Inti González en su timbre de voz, que tenga usted buenas noches,

señor. No bienaventurada Inti González en su prisión repentina de brazos ferruginosos y aliento de metralla vívida, que hacía bailotear su flequillo azabache. No bienaventurada en su traslado a corralón sucio y tapizado de heces caninas, sin previa invitación oral. No bienaventurada en el desmantelar atropellado de sus ropitas de lana. No bienaventurada en el soportar un peso de noventa y dos kilogramos de hombre sobre un cuerpo con peso neto de veintisiete kilogramos. Por favor señor, por favor, por favor señor, por favor señor, por

favor señor. No bienaventurados sus muslos fabricados de antiguo adobe cuando fueron arquitectónicamente desplazados, planificadamente sujetos, finalmente separados por gruesas manos pringosas de ládano. No bienaventurados los brazos finos que se prodigan como los brotes de una higuera indecisa, palmeando, apartando sebosos brazos e infortunio cierto. No bienaventurados los glúteos mínimos de la muchacha, como dos manzanitas limpias de piel, apretados en firme por manos en número de dos que asemejan tenazas recién extraídas de hoguera esplendente. No bienaventurada su boca de finos labios andinos, taponada con gorra multicolor de poseedor presente y que exhala un tufo a garito cerrado, a pútrida hortaliza y a meado de perro. No bienaventurada la tez de la niña frente al rostro del hombre abordador y masticador de la lengua propia. No bienaventurados los veintisiete minutos del empeño ni las gotas de sudor del hombre, que caen sobre el abdomen de la niña como un bautizo impío. No bienaventurados los hipidos sordos de la muchacha. No bienaventurados los empujes rítmicos que acomete Tomasillo, con los ojos afilados de eslizón desprovisto. No bienaventurado dolor localizado y cortante. No bienaventurado el lastimero intercambio de fluidos, de ningún modo solicitados. No bienaventurado el delgado cuello, aprisionado por dedos gruesos y rígidos, que palpita en su escasez de oxígeno hasta que los piececitos golpetean el suelo en un despedirse último. No bienaventurado aire nocturno, preñado del olor del hombre y de las risas salpicantes del hombre aleve que se marcha, tarambana, hacia la zona iluminada por bombilla anexa. No bienaventurada la pared lejana y recibidora de escupitajo de despecho y culminación, por parte de Tomasillo, ambulante y sin gorra, camino de la tasca, mientras masculla entre dientes. No bienaventuradas las que duermen y no han de despertar ni por el alba, ni por el chillido neurópata del gallo, ni por el golpe de las contraventanas, ni por el llanto de los críalos. No bienaventurada Inti, húmeda y derramada, como una retama olorosa y recién pisoteada en aquel corralón, del que no brotará fresca fuente ni manantial alguno. No bienaventurada Inti.

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EL PERDÓN América Rojas Me dispuse a traspasar la barrera que yo misma me había impuesto..deje atrás los comentarios..y decidí hacerlo..si la voz de mi amiga..fue importante..porque me dio los ánimos y el coraje que mi corazón necesitaba..atrás quedaron los rezongos y lo inapropiado que pudiera ser..todo mi interior solo pedía ir..ir..de tanto pensar..deje fluir a mi corazón y me deje llevar por el..y el resultado fue mágico..quedaron en la nada..los rencores..los odios..solo visualice unos ojos cansados de vivir..una pequeña carita enmarcada por el dolor y la angustia de la enfermedad..y en compañía de mis hijos pudimos darle ánimos y fuerzas a este ser que tanta falta le hacia..y el vaticinio funesto..fue revertido..se alegraron sus ojos..revivió su alma..y sucedió lo inesperado..tornose lleno de energía y animo su cuerpo..el poder del amor

es

inmenso.."el

amor

todo

lo

puede.."

cuan

cierto

es..

Y ese largo viaje.para darle apoyo de todo su grupo familiar..me ha proporcionado mas alegria..que todo lo material que pueda haber obtenido estos últimos años..la maravilla en el dar..es increíble como regocija el corazón..y el perdón..te llena de algo grandioso..que es el premio que Dios otorga..a nuestras almas..

MILAGRO EN EL CAMIO CAMIO DE SANTIA SANTIAGO IAGO Daniel de Cullá O cómo en el Albergue de Peregrinos de la calle Fernán González en Burgos, un perro guardián de su sistema selló con una patada nuestra “Cartilla de Peregrino” o Culo. Daniel y Jesús son dos tongeletos, peregrinos, que hacen a diario su Camino de Santiago que va desde donde comienza la calle Fernán González, más o menos a la altura del Hotel Velada hasta donde termina la calle, donde el Solar del Cid tan alto a la falda del Castillo. El Hotel Velada antiguamente fue un almacén de piensos ( “pienso, luego existo”, como dijo el Asno de Apuleyo), donde actuaban Los Faraones, un conjunto de música popular y verbenera que encandilaba a gigantillos y gigantillas de la Ciudad sin igual con música arrebatada como un Rebuznar. -“ Más de una gigantilla quedó aquí preñada”, nos dice “Juana la Loca” una tronga, querida, manceba, como se la conocía en el ambiente puteril de aquellos años y en dos bares

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“ Mandi”, que existían, hoy ya desaparecidos, y ahora es una engreída beata. Ayer putas, hoy comadres, como dice el proverbio. “Los Faraones, prosigue, eran unos tíos bien plantados con sus instrumentos que nos excitaban demasiado! Siguiendo “pa riba “, macho, este Camino de Santiago y frente al Albergue de Peregrinos nos encontramos con la Plaza de los Castaños, ayer plaza de La Castaña, pues aquí, con furor arrebatado las mujeres de la vida prorrumpían en mil dicterios contra los hombres que no querían echar su gallo a la gallina, soma, ni por pienso. “Hay gallina para el rey o gallo”, cantaban. Aquí se practicaba sexo a diario por una sigala, moneda de una peseta, y más tarde por un tronchi o varo, billete de 5 pesetas. Existieron dos rameras que sentadas en sendas piedras abalaustradas traídas del Monasterio de Fredesval, donde, abiertas de ancas, y como con una gallina entre sus piernas, o un gato, al atardecer, recibían cuantos pollos vagos o dicharachos, creyentes o profanos, de partidos borriquistas o de Rebuznos clerical, se acercaban, cogiéndoles muy bien por los cabellos encajándoles en su embaucadora mira rodeada de pelos. Que por eso, y esta acción ha quedado para siempre el caso de decir que “ si uno o una quiere algo, como una gracia, un trabajo o beneplácito debe antes ser “por la piedra pasado””. -“ Por estas dos piedras , dice Martín, un zarrapastroso con paleto atrevimiento que se nos ha acercado, muchos embustes y patrañas se han desenterrado. Por aquí pasaron el Burgense, el obispo Don Mauricio y Fernando III el Santo. Una de estas piedras fue la primera colocada en la erección de la Catedral de Burgos. Se vio mojar a canónigos, a concejales y a mucha gente del populacho .Además el esposo de Gertrudis, una vecina suya de la Real y Antigua de Gamonal, le había confesado que había visto mojar hasta al cura párroco. -“ De verdad, Martín, te decimos, que tenemos listo el pienso pero no hay gallina que nos haya hecho caso”. De esta objeción pueril Martín hizo ni puto caso, continuando:” la crisis y el rescate a la banca son como ese cuenquillo de barro que cada puta tenía a su derecho lado para que el parroquiano del sexo pusiera su pela, peseta, que más tarde fue un duro, antes de hacer lo que se hace al Chichi penetrando. Que de esta crisis global solo quedará la esponja de putas o el estropajo, y el regüeldo, eructo o taco de los mamarrachos”. Le dejamos a Martín Rebuznando y nos dirigimos al Albergue de Peregrinos a tapiyar , tomar un cafelito , un capuchino nada malo, saliéndonos al encuentro un cancerbero bien basto, un tarro viejo, abuelo casi anciano, un bruto de pocas luces pero con muy mala leche. zacoime, criado de confianza o Sacrismoche, sacristán acaso. Sin entenderle al majadero, sin duda un enchufado de la Junta de Castilla y León o del Ayuntamiento, nos fuimos a sacarlo de una cafetera de pie quebrado, y a la rastra nos ha echado de este lupanar o tugurio de peregrinos y ermitaños este vigolero, ayudante de verdugo, con una coz en la “Cartilla del Peregrino” o Rulé, Culo, verdadero y majadero Tres de menor o Asno.

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Tan sólo se salvaron de este lance de honor al pedo o sello del peregrino y ermitaño, dos cacatúas que estaban en la recepción y un chaval atolondrado, carabobo con gafas de cristal de vaso. Salimos con el café en la mano y nos le tomamos en unos bancos que miran a la Catedral, desde el tivoldo o calle, de soslayo. Les echamos un poco de ron “Varadero” de cinco años, y les disfrutamos mientras un paseante con perro se sonríe mirándonos. -“ No está mal el gachó, eh, Jesús? Si hubiéramos sido bujarrones se la hubiéramos metido hasta el cuajo” “- Si, Dani, pero nosotros andamos a la caza del conejo puto o sacrosanto. Y en esta calle Fernán González , ayer Barrio Chino, hoy calle de los inválidos, nuestro camino de santiago, no se divisa ni un puto chumino. Cogemos el ascensor que nos lleva al CAB o Museo de Arte Válido, paseamos una exposición sobre el agua y otras chuminadas que nos hacen torcer la boca, entrándonos ganas de orinar con un descompasado reír, y nos fuimos a hacerlo cada uno con la suya. Una joven bedel apacible, nos dice que ya es la hora, que nos vayamos, pero volveremos porque el cafelito vale 40 ctmos y no 50 ctmos como en el Albergue de Peregrinos tan malo. Rodeamos la Iglesia de San Esteban , hoy del retablo, nos tiramos un par de cuescos, rilamos, ventoseamos, que a una niña espantaron , e hizo gestos extraños cuando su mamá comenzó a reír , quién lo creería, quizás soñando con tentisarar, tentar, manosear, nuestros testes a dos manos. Bajamos, de nuevo, a nuestro “camino de santiago”. Seguimos Fernán González, pasamos por delante del Palacio de Castilfalé, hoy Archivo Municipal, y Jesús me dice: “ Mira, hermano ( sobamela con la mano, pensé), allí a la derecha en lo alto me parió mi madre. Vivíamos en una habitación que el Consistorio nos había dejado, también vivía algún pobre de solemnidad, y otros vagos. Todos enchufados, claro. El Palacio de Castilfalé tiene olor a chumino quemado. Seguimos subiendo y pasamos la Iglesia de San Nicolás de largo. Más veamos: hoy hay bodijo y el bello sexo es un encanto. El retablo es de mármol y alabastro robados por los piratas españoles a los del Islam en barcos. Pasamos un Hostal de Burgos y al fin llegamos al Arco del Cid o Solar de Mío Cid, que dicen fue casa y cuadra donde él tenía su lerda pollina atada a la escabrosa tahona. Aquí, cuentan tuvo amores con tres esclavas “moras”, tres sultanas, pero esto fue una gran mentira, pues eran unas sirvientas de Modubar de la Emparedada, a quienes, eso sí, compró unas casas bajas en Castrillo Matajudíos, localidad en la provincia de Burgos, cuando puso a su mujer Jimena a buen recaudo de los monjes de Cardeña, de Gañanía, y a sus tres hijas las metió en tres botijas para que sexualmente no las asaltaran. A Jimena, su mujer, le puso cinturón de castidad, y la llave dio a los monjes para salvaguardarla. Más el muy cuco del Abad después de Maitines, primera parte del oficio divino de cada día, y Laudes, parte del oficio divino después de

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maitines, a Jimena mientras dormía se le acercaba y contra el ojo del cerrojo introducía el glande o lo intentaba, más, oh milagro, a san Cucufato rezaba ( San Cucufato, San Cucufato, como no me hagas el milagro de abrir con el glande el cerrojo, de los cojones te ato) ; logrando abrirle pues tenía, eso dijo el monje portero y lego de la Portería, un picha ganzúa divina. El Cid , al marchar al exilio, adivinó que vivo no volvería, marchando montado en su mula, tan trotona como falsa, sabiendo haber perdido tiara o capelo, pero ganando para el rey qué de reynos Rebuznando tan bien como Jumento. Que por sus insignes proezas y portentos, el rey le hizo una tortilla su cerebro.

LA INTELIGENCIA DE LAS PLANTAS RCVicent RCVicent Es increíble aprender científicamente lo que uno intuye instintivamente, acabo de ver un documental titulado como este artículo, que nos obliga a recapacitar sobre nuestras relaciones con las plantas. No les damos el debido respeto a nuestra relación con ellas al creer que son seres de nivel “inferior” debido a que apenas se mueven, ni se expresan de manera que podamos entenderlas bajo nuestros parámetros convencionales de percepción, todas sabemos que se giran con el sol, las raices buscan la humedad... pero todo esto nos dice mucho mas de las plantas... Los estudios realizados en los que se encuentra el botánico de la Universidad de Florencia Stefano Mancuso demuestran que toda nuestra falta de entendimiento con las plantas ha sido un problema cuantitativo, que no cualitativo, se mueven poco, que no significa que no se muevan, así como poseen también inteligencia, aunque no esté tan desarrollada como la del resto de seres vivientes, poseen una red estructurada que funciona de manera similar a la neuronal, con sede en sus raices, es decir, técnicamente se puede hablar de que las raices son el “cerebro” de la plantas, además, los estudios demuestran que a nivel sensitivo están mas desarrolladas, pues cada ápice de raíz puede captar simultánea y continuamente información de como mínimo 15 parámetros químicos y físicos que utilizan para sí mismas y para comunicar con otras plantas a través de unas moléculas volátiles, creando un mecanismo de supervivencia de la especie que, por ejemplo, si se ven atacadas por algún elemento extraño, pueden provocar un cambio en su metabolismo para volverse tóxicas con su digestión. También se ha comprobado que poseen el mismo mecanismo de sueño que el reino animal, y que al igual que este cada especie la realiza de manera distinta. Y su relación con el reino animal es asombroso, para ellas una relación de vital necesidad por necesitar polinizarse, así que algunas veces ofrecen tratos satisfactorios para ambas partes,

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pero en el caso de la orquidea, llega a ser capaz de mentir al animal encargado de polinizarla, haciéndole creer que tendrá sexo y azúcar, sin conseguir nada a cambio. ¡Hasta hay voces que hablan de la manipulación de las plantas sobre los humanos, creando formas, colores o frutos llamativos que nos llame la atención y haga que diversifiquemos la planta por el resto del mundo! En definitiva, que las plantas poseen inteligencia, no en la misma cantidad pero si de la misma calidad que cualquier otro ser viviente, pues posee la que necesita para desarrollarse. Tal como dice Stefano Mancuso: Si se define la inteligencia como la capacidad de resolver problemas, las plantas tienen mucho que enseñarnos.

MURIENDO DE COSTUMBRE Y LLORANDE DE OÍDO

email: jamedina11@gmail.com

José Alberto Medina Así, frente a mí, me pareció que era La Maga de Cortázar: Delgada, nívea, bohemia, con nariz respingada y gruesas ojeras de juerga. Sus manos, blanquísimas, se llenaban de relumbrantes anillos. Un morral raído colgaba de su brazo como un desahuciado enano de feria. El parque se cubría ya de una indecible penumbra. Como sí el supremo, aburrido de observarnos, bajase una vieja persiana. La conocí ese día y me bastó para saber que, ella era justo lo que nunca había esperado. Días después, bajo las gastadas y sospechosamente olorosas sábanas de un pequeño hotel, con la sensación de placer que sucede a la cúpula, la observo, perfecta, con el infaltable cigarrillo emergiendo de sus labios de niña. De esos mismo labios que, minutos antes habían dejado escapar una sentencia: “estoy muriendo de costumbre y llorando de oído”. No pude ver más. Sólo sentí que ambos nos desvanecíamos y volábamos hacia una tarde limpia y sorprendida.

ADIÓS DIÓS PAPÁ Hernando Cast astillo La luz se reflejaba en el parquet y resaltaba las heridas en la madera, las sillas alrededor de la mesa, el sofá y el armario de la televisión. Tendido en el sofá estaba él, con la mirada

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perdida en el reflejo del parquet: la ventana se veía como un rombo en el suelo y las patas de las sillas se alargaban siniestramente. Eran las seis de la tarde y le parecía que en cualquier momento llegaría la noche. Con la cabeza a gacha y los ojos semiabiertos recordaba los últimos acontecimientos de esta trágica semana. No podía más que sufrir con tales imágenes. La casa vacía era lo que peor llevaba, todos le decían “ya te acostumbrarás” ¿por qué se tenía que acostumbrar? Había decidido dejar que los pensamientos irracionales lo dominaran, al fin de cuentas volverían porque eran más fuertes que él. Se sirvió agua en un vaso y la bebió a sorbos pensando en todo y en nada. *** Se incorporó y se puso a escribir una carta como si en ello se le fuera la vida: con ansias; la letra nerviosa, inclinada, esbelta. Las palabras se tropezaban como en la boca de un tartamudo y algún tachón dejó en evidencia sus dudas; cuando llegó al final la firmó como siempre, con ese garabato irrepetible. Buscó un sobre, la puso dentro y escribió por fuera “Para Carmen”. Entre la ropa que estaba planchada encontró su mejor camisa, blanca; cogió un buen pantalón y los zapatos de las bodas. Asomó la cabeza por la ventana antes de salir, ella solía hacerlo; el recuerdo fue inevitable y una lágrima asomó por sus ojos. No hacía frío, pero tampoco calor, se puso la chaqueta preferida, la que “ella” prefería. No podía respirar normalmente; lo intentaba, pero algo no se lo permitía. Las ocho de la tarde era buena hora para hacerlo. “¿Habría alguna mala hora para esto?” se dijo y cerró la puerta suavemente, sin dar llave. *** Se subió a la protección de cristal, el aire soplaba. Sus latidos se habían vuelto intensos durante la caminata. El atardecer cubría de rojos y azules el cielo; las nubes que había completaban la pintura realista, al observarla quiso llorar pero ya no le quedaban lágrimas. Una bandada de aves, en formación, dibujó en el cielo formas extrañas durante algunos segundos; el horizonte tomaba vida, todo aquello parecía una broma de mal gusto. Se giró varias veces para ver si alguien aparecía, por suerte estaba solo. Desde allí arriba las cosas se veían de otra manera: el río parecía más pequeño, más estrecho. Se dio cuenta que sus manos estaban temblando mientras se sujetaba de uno de los cables que sostenían el puente, sus piernas también estaban temblando, “no estamos hechos para esto” se dijo, cerró los ojos y respiró hondo. *** “¡No papá! ¡No! ¡No lo hagas!” oyó a lo lejos; era la voz de un niño que venía corriendo. Estaba decidido y tenía que hacerlo ya. ¿Para qué esperar? ¡No lo buscaba a él! y nadie podía evitar lo que tenía que suceder. Tomó impulso, volvió a cerrar los ojos y a respirar hondo. Al soltar el cable del puente, una fuerza incomprensible lo frenó en seco he hizo que se aferrara de nuevo al acero…

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Abrió los ojos lo máximo posible: el cielo no había cambiado demasiado, aunque comenzaba a caer una casi imperceptible lluvia; el azul había ganado la batalla al rojo y había más nubes. ¿Qué fuerza extraña le había hecho detenerse? ¿Que había sido esa presión en el pecho que lo había sostenido para no caer? El niño llegó corriendo hasta donde él estaba y quedó sorprendido al descubrir que Ángel no era a quién buscaba. Una mezcla de emociones los confundió: el niño pensó en decir “lo siento” pero no tuvo agallas —no terminaba de entender lo que veía—, Ángel por su parte tenía delante a un joven de unos diez años que lo miraba con tristeza —con los ojos clavados en él. El silencio los mantuvo atentos el uno del otro. —Señor, no lo haga —dijo finalmente el niño. —¡Vete! ¡Vete con tus padres! El niño comenzó a llorar, lloraba desconsolado como un bebé que estando solo no tiene a nadie. Ángel se dio cuenta del error. Bajó rápidamente y lo abrazó como si de su hijo se tratara. Sintió cómo los temblores nerviosos del pequeño pecho se le clavaban en el corazón, sintió cómo el sollozo y la respiración entrecortada, violenta, se le hundían hasta los huesos y comprendió, después de vivir aquel sufrimiento, que él no era el más desdichado y que su vida volvía a cobrar sentido.

OPUNTIA FICUSFICUS-INDICA Martha A. Lombardelli Desde la tranquera hasta la casa había, aproximadamente, una cuadra y media. Uno podía elegir caminar por la huella de los vehículos o ir por el borde, lindero al campo vecino. Justo en ese borde se encontraba la Opuntia ficus-indica. Conocida vulgarmente como planta de higo tuna. Suponíamos que se comía pero nunca lo intentamos. En mi casa se la ignoraba, sólo sabían que estaba allí; aislada, desconocida, sin valor. Y, a pesar de sus bellas flores y dulces frutos, no inspiró jamás una exclamación que la alabara… Creo que fue esa situación de la tuna la que me llevó a sentir cierto afecto por ella. Junto a ella me sentaba manteniendo una distancia respetuosa, para sacarme la máscara de la calle y ponerme la de hija. Jamás probé andar sin ellas. Guardaba –desde pequeña- una colección de máscaras adecuadas a las distintas situaciones: la alumna estudiosa, la amiga leal, la novia amorosa, la amante esquiva, la hija simuladora… Como el higo tuna, sabía dar hermosas flores, dulces frutos y despiadadas espinas. Cada novio que tenía, era llevado por mí a las cercanías del higo tuna, como lugar elegido

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para nuestra intimidad. Ahí le ofrecía el rostro de mis flores y la dulzura de mis frutos. También le ocultaba la insidia de mis espinas. Los novios retoñaban al ritmo de la estaciones. Se estrenaban en primavera y seguían su curso en verano, otoño e invierno. Hace unos días le di cita al último de mis novios. Le indiqué cómo debía llegar -para encontrarme- hasta dónde estaba la tuna. Estaría esperándolo mientras leía La Metamorfosis de Kafka que había empezado ayer. Cuando llegó, lo miré sonriente como una flor. Esperaba que viera mis frutos tempranos y lo sedujera el aroma o el color. Dio vueltas a mi alrededor cauteloso, sin acusar recibo de mi presencia. Evitó cuidadosamente acercarse.

Esperó

un

cuarto

de

hora

mirando

para

un

lado

y

otro.

-¡A mí no me hace esperar nadie y… menos esta estúpida mujer!- exclamó con ira. Luego, sorprendida, lo vi alejarse.

A UN POEMA ROTO Edy Marta Muscio

Alterando la dirección de la mirada, di vuelta a la esquina imaginaria y me encontré con el futuro. Con ojos clavándose, que miran el silencio para apurar la historia de la nada, con respiración desorientada entre recuerdos. Surgió el descubrimiento de un lenguaje, que se estira misterioso ahogándose en un mar de dudas, de aristas, de nostalgias, de íntimo deseo de algo mejor. Un entorno fantástico trágico, donde las cosas simplemente ocurren variando contrastes. Ríe y llora al mismo tiempo, mientras los sueños se marchitan en la valija de la apatía. El futuro está como un poema roto, con miedo a saltar, a ser, a emprender… Una voz me sacó de la reflexión _ ¿Qué te pasa, estás llorando la muerte de alguna ilusión?_

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CRÍTICA LITERARIA _____________________________________________ Por: Inés Ramón

Topología de una página en blanco: viaje hacia la lucidez.

Topología de una página en blanco constituye una ruptura con toda la obra anterior de Alejandro Céspedes. Rompe con la retórica, con la métrica, con los temas, con la tradición en la que estuvo instalado el autor y, sobre todo, se observa el definitivo abandono de la utilización de un yo confesional como vehículo para el texto poético que ya había comenzado en sus dos títulos anteriores. Si en “Los círculos concéntricos” la voz del yo aparece trascendida, prestada a un personaje femenino, y en “Flores en la cuneta” se diluye hasta desaparecer en un conjunto coral y amoral que prescinde del sujeto poético y ahonda en su objetividad, en Topología de una página en blanco “el sujeto no importa” porque “todo permanece inconcluso entre el sujeto que actúa de sujeto y el personaje que actúa de testigo”. Y es cierto, en este libro se configura un texto en donde la ausencia del sujeto es asfixiante. Estamos ante un libro sin acción. Incluso cuando se utiliza la primera o la segunda persona del verbo no se tiene la certeza de quién o a quién se habla. A veces, como en el poema de la página 57 creador y recreador (usando los términos de Céspedes) no se distinguen. El lector, necesariamente convertido en coautor, ha sido succionado hacia la página: “unos ojos enhebran su hilo por el hueco de tus ojos / minuciosas puntadas confunden las costuras/ las aprietan/ con ese microscopio verifican/ que la distancia que hay entre los dos/ no tiene límites/ ya ven/ lo que tú ves” para terminar con estas desasosegantes frases: “¿qué será ser tú? ¿qué será no ser tú? Céspedes nos muestra la existencia de un “yo” absolutamente impersonal y diluido que encuentra su forma en un “tú” al que de inmediato vuelve a hacer dudar de su existencia porque en ese instante ya ha sido transformado de nuevo en primera persona. Esta reversibilidad que convierte al lector en autor o que iguala e identifica a ambos sobre el espacio de la página es, tal vez, el principal mérito del libro. El texto de la página 69 no cuenta asombrosamente de qué forma se produce este acontecimiento: “nos cruzamos, sabemos de repente que en ninguno de los dos quedan orillas”. Otras veces es el mismo espacio/página quien habla, no tanto como sujeto, que también, sino como manifestación de una presencia inevitable. La virtud de Céspedes es no hablar de la página, eso sería muy fácil, sino hacer que sea la página quien demuestre su existencia. El autor nos anuncia en un breve texto preliminar que el libro reflexiona sobre los tres elementos esenciales de todo hecho literario: el espacio, el sujeto y el testigo. Y los trata no

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como partes divididas, sino completamente interdependientes entre sí, interrelacionadas constantemente mediante términos e ideas que funcionan como los enlaces de la red y hacen que el lector se pueda estar moviendo en todas direcciones, no sólo hacia atrás o hacia delante, sino hacia abismos o cúspides donde “aúlla su propio desamparo” . Cada una de esos tres planos (página/soporte, autor y recreador) funciona simultanea y sucesivamente como espacio (espacio topológico) en donde los otros dos se desarrollan como materia reflexiva. Estos tres territorios de conocimiento y reflexión se suceden en el libro en ese mismo orden: primero aquello que tiene que ver con el soporte, a continuación lo que tiene que ver con el sujeto y la creación del texto mismo, y la tercera la que hace al lector más radicalmente consciente de su papel en el poema. Pero, como hemos dicho, mediante textos interconectados a través de modos de conciencia que se mueven hacia múltiples direcciones. Porque en Topología de una página en blanco la palabra poética, despojada de todo artificio retórico, se pronuncia como pensamiento en torno a las propias posibilidades y límites de representación. El autor investiga intensa y extensamente las posibilidades de un lenguaje vivo, mutante, a través de un complejo entramado conceptual y simbólico que posee la virtud de ser y producir pensamiento en el acto de creación. Si en algún libro se cumple la máxima expresada por Vicente Huidobro, “Cuanto miren los ojos creado sea”, ese es

Topología de una página en blanco, porque de los múltiples niveles de lectura que coexisten en este libro singularísimo el más llamativo es el que ofrece al lector la capacidad de participar de manera activa e inédita en la construcción del texto. Esto acontece en el espacio simbólico de esa página en blanco, “donde todo lo imaginado converge conecta continúa” El poema se presenta bajo la forma de lo súbitamente inédito en cada nueva lectura e interpela al lector de un modo sorprendente e infrecuente. El poema posee la cualidad de convocarle, de abrir espacios para que éste pueda acceder y habitar el texto; y lo hace apelando e interrogando a su subjetividad.

Topología de una página en blanco produce en el lector la consciencia inequívoca de su propia presencia transitando por el texto. El autor cede su propia capacidad creadora que se consumará en la mirada del lector: “y de todo tu cuerpo sólo quiere los ojos / para entrar / para verse.” Esa mirada no será una, sino que el texto se manifestará diferente en cada lectura. Su incesante renovación en diversos niveles perceptivos será proporcional al vínculo que el creador ha establecido entre el lector y el texto. Durante la lectura, y en especial, después de cerrar el libro, el lector podrá asegurar que el poema le ha transfigurado. Será alguien revelado a sí mismo, alguien a quien el texto ha permitido explorar un amplio repertorio de emociones que le impulsará, necesariamente, a crear. No comprende, quizás, en un primer momento, que el poeta le ha invitado a correr el riesgo de ser un pensamiento que busca su propia revelación en el transcurso mismo de la lectura. El texto, por lo tanto, le ha restituido (en su sentido aristotélico) el ser: un ser “en acto”, aunque plenamente consciente de su propio vacío. En medio de esta compleja profundidad simbólica y conceptual, el poema, como una “frase sin sujeto, se mueve en el espacio de la pérdida”; en ese espacio abierto, en ese vacío,

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el autor invita al lector a “reformular la ecuación de los regresos” eliminando palabras “quédate con los versos mutilado/ y por esa ventana que has abierto/ accede” porque sólo “en lo in omp eto podemos encontrarnos / lo que falta nos nombra”, versos que nos remiten a lo esencialmente indiscernible,

Alejandro Céspedes

puesto que lo fundamental no es conocer, sino volver a desconocer. Se vislumbra, entonces, lo inaccesible, lo que carece de forma y fondo, pero cuya realidad emerge de forma contundente, de manera que es lo indecible lo que se presenta como lo más insinuante y revelador.

Topología de una página en blanco representa un quiebro estético de gran altura que rompe con muchos de los estándares de la poesía española no sólo contemporánea, sino de siempre, e incorpora un reto formal cuya propuesta se halla mucho más allá del encuentro armónico con la palabra dicha; está, por el contrario, inmersa en la hipótesis del feliz encuentro con la palabra por decir. Ésta es su competencia, pero —como lectores— exige que sea también la nuestra. Llevando hasta el extremo las palabras de Ángel González, “la poesía no admite lectores complacientes”, Céspedes pide más: “te exijo tener fe a ti que ya no crees”. En esta comunión que el poeta reclama al lector éste tiene que desaparecer, desprenderse de lo que se supone es su papel para hacerse él mismo un poeta con el texto; de ahí lo inabarcable de un libro que siempre está en permanente concreción, “uno ojo será una entrada...”, lo inacabable, porque no tiene fondo, es el propio lector -en función su propia capacidad y voluntad- quien dispone el último sustrato. El autor va dándole las llaves para seguir bajando, para abrir cada nuevo texto -textos que a veces usa únicamente como recordatorio de lo dicho (“en cada nuevo estrato surgen...”) para que no se olvide cuál es el papel de su lector.

Topología de una página en blanco es más que una poética, es una autopsia de cómo se producen las ideas poéticas, y digo autopsia sabiendo lo inapropiado de este término porque pocos textos hay más permanentemente vivos que este libro. Esto es así porque describe una “topografía” del territorio de la idea y de cómo ésta intenta cimentarse en la palabra. Y sin embargo también es más que eso porque el autor nos advierte de continuo que la palabra “no funciona como material de construcción estable”. El libro se construye como un pavimento de losas movedizas, un puzzle que va cambiando a medida que se pisa para que no pueda darse ninguna condición de certeza. O sí, de que la única certeza a la que podemos abrazarnos es la permanente incertidumbre. Y todo ello haciendo poesía mientras se reflexiona sobre su esencia.

Topología exige tal nivel de implicación en el lector que quizá el mayor aspecto negativo de este libro sea, utilizando la antigua calificación de las películas, que “no es apto para todos lo públicos”.

Topología de una página en blanco es un viaje hacia la lucidez; es “leer sin gafas/ sin aletas sin oxígeno/ hasta que se acaba el aire/ y quien lee se da cuenta de que se le ha

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olvidado/ en qué dirección está la superficie”. Lucidez que, como bien nos advierte el propio autor, es “un lugar del que jamás se vuelve”. Le faltó añadir indemne. Tal vez por esa razón, como otro juego simbólico más o como un guiño a la virtualidad del eBook, haya querido el autor dejar grabadas sus huellas dactilares en las páginas 53 y 54 de todos los ejemplares de esta edición en papel.

La artista plástica María Dolores Giráldez nos presenta su cuadro “LAGO DE PAZ”

óleo 50x60

Visítala en: http://www.mdoloresgiraldez.com.ar/index.html

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LA GACETA DEL GLPI Nos presenta su libro: RONALD SÁNCHEZ

Chileno. Nacido en Coronel, creció en Quilpué y porteño por adopción, ha realizado lecturas en diferentes lugares de Valparaíso y sus alrededores. Parte de su obra se puede ver en el blog Sobrevuelos Urbanos. Su primer libro, “Invasión”, estuvo guardado durante un par de años buscando financiamiento para su edición impresa, hasta que finalmente logró ver la luz a través de Bubok. "Invasión" es un poemario que reúne 20 poemas escritos en verso libre y que narra la historia de un hombre que de un día a otro siente su mente invadida por extrañas visiones. Es un viaje a las inexploradas tierras del interior de las almas, sueños, deseos, vergüenzas, etc. del ser humano, las que se pueden recorrer a través de las páginas del libro.

Invasión Disponible en Bubok: http://www.bubok.es/libros/217863/Invasion Blog: http://sobrevuelosurbanos.blogspot.com

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Nos presenta su libro: GRACIELA GIRÁLDEZ Graciela Giráldez

nació en Buenos Aires, el 8 de julio de 1969.

Comenzó a escribir con temprana edad relatos y

poesía

que

acompañaban sus estudios de guitarra, solfeo. Cursó en la escuela Literaria del Sur talleres de relato breve y Poesía. Es miembro de la Asociación Aragonesa de Escritores (AAE) y también de Asociación Literaria Poiesis e integrante del Grupo Literario Palabras Indiscretas (GLPI) donde es vicedirectora y coordinadora general de la Revista Literaria

Palabras Indiscretas.

Ocupa su tiempo en labores

administrativas haciéndolo compatible con su pasión por la escritura, la lectura y la música. Vive en España desde 2001.

La frontera del silencio Disponible en: Lulu: http://www.lulu.com/spotlight/gracielagiraldez Bubok: http://www.bubok.es/libros/219728/LA-FRONTERADEL-SILENCIO Issuu: http://issuu.com/gracielagiraldezperez/docs/la_frontera_del_silencio_ issuu Blog: http://graciela69.blogspot.com.es/

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Recodamos a: Rubén Darío Su obra poética

Para la formación poética de Rubén Darío fue determinante la influencia de la poesía francesa. En primer lugar, los románticos, y muy especialmente Víctor Hugo. Más adelante, y con carácter decisivo,

llega

la

influencia

de

los

parnasianos: Théophile Gautier, Catulle Mendès, y José María de Heredia. Y, por último, lo que termina por definir la estética dariana es su admiración por los simbolistas, y entre ellos, por encima de Félix Rubén García Sarmiento, Sarmiento conocido

cualquier otro autor, Paul Verlaine.21

como

hoy

Recapitulando su trayectoria poética en

Ciudad Darío, Matagalpa, 18 de enero

el poema inicial de Cantos de vida y

de 1867 - León, 6 de febrero de 1916),

esperanza (1905), el propio Darío

Rubén

fue un

poeta

Darío

(Metapa,

nicaragüense,

máximo

sintetiza

sus

principales

influencias

representante del modernismo literario en

afirmando que fue "con Hugo fuerte y

lengua española. Es posiblemente el

con Verlaine ambiguo".

poeta que ha tenido una mayor y más duradera influencia en la poesía del siglo XX en el ámbito hispánico. Es llamado

príncipe de las letras castellanas.

Continua leyendo aquí Texto extraído de http://es.wikipedia.org/

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Su poesía: YO PERSIGO UNA FORMA Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo, botón de pensamiento que busca ser la rosa; se anuncia con un beso que en mis labios se posa al abrazo imposible de la Venus de Milo. Adornan verdes palmas el blanco peristilo; los astros me han predicho la visión de la Diosa; y en mi alma reposa la luz como reposa el ave de la luna sobre un lago tranquilo. Y no hallo sino la palabra que huye, la iniciación melódica que de la flauta fluye y la barca del sueño que en el espacio boga; y bajo la ventana de mi Bella-Durmiente, el sollozo continuo del chorro de la fuente y el cuello del gran cisne blanco que me interroga.

*Texto obtenido de http://www.los-poetas.com/

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Recordamos también a: Francisco de Quevedo Lo más original de la obra literaria de Quevedo radica en el estilo, vinculado al Conceptismo barroco y por lo tanto muy amigo de la concisión, de la elipsis y del cortesano juego de ingenio con las palabras

mediante

el

abuso

anfibología. Amante de

de

la

la retórica,

ensayó a veces un estilo oratorio lleno de simetrías, antítesis e isocola que lució más que nunca en su Marco Bruto. De léxico muy abundante, creó además muchos neologismos por derivación, composición Francisco Gómez de Quevedo Villegas y

y estereotipia y flexibilizó notablemente el

Santibáñez Cevallos (Madrid, 14 de

mecanismo de la aposición especificativa

1

septiembre de 1580 – Villanueva de los

en castellano («clérigo cerbatana, zapatos

Infantes, Ciudad Real, 8 de septiembre

galeones...»),

de 1645), conocido como Francisco de

escritores barrocos posteriores imitaron

Quevedo, Quevedo fue un escritor español del

de él. En su sátira se acerca a veces a la

Siglo de Oro. Se trata de uno de los

estética del expresionismo al degradar a

autores más destacados de la historia de

las personas mediante la reificación o

la literatura española y es especialmente

cosificación, y la animalización. Se ha

conocido por su obra poética, aunque

señalado,

también escribió obras narrativas y obras

característico de su verso, la esticomitía,

dramáticas.

esto es, la tendencia a transformar cada

Ostentó los títulos de señor de La Torre de Juan Abad y caballero de la Orden de Santiago

Análisis de su obra

mecanismo

además,

como

que

un

los

rasgo

verso en una sentencia de sentido completo, lo cual hace a sus poemas muy densos

de

significado,

como

era

prioritario en su poética, radicada en los principios del conceptismo barroco. La mayor parte de la producción poética de Quevedo es satírica, pero como ya

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apercibió el abate José Marchena sus

decadencia de España, y el soneto.

sátiras están mal dirigidas y, aunque

Abominó de la estética del Culteranismo

consciente de las causas verdaderas de la

cuyo líder, Luis

decadencia general, es para él más un

violentamente atacado por Quevedo en

mero ejercicio de estilo que otra cosa y se

sátiras personales. Contra la pedantería

vierte contra el bajo pueblo más que

y obscuridad que le imputaba se propuso

contra la nobleza, en lo cual no tuvo el

también editar las obras de los poetas

atrevimiento de, por ejemplo, el otro gran

renacentistas Francisco de la Torre y

satírico de su época, Juan de Tassis y

Fray Luis de León.

Peralta, segundo Conde de Villamediana. Cultivó también una fina lírica cortesana realizando un cancionero petrarquista en temas, estilo y tópicos, prácticamente perfecto en técnica y fondo, en torno a la figura de Lisi, que no hay que identificar como se ha querido con ninguna dama concreta,

sino

con

un

arquetipo

quintaesenciado de mujer. Destacan sobre todo sus sonetos metafísicos y sus salmos, donde se expone su más íntimo desconsuelo existencial. La visión que da su filosofía es profundamente pesimista y de rasgos preexistencialistas. El cauce preferido para la abundante vena satírica de que hizo gala es sobre todo el romance, pero

también

la

letrilla

(«Poderoso

caballero es Don Dinero»), vehículo de una crítica social a la que no se le esconden los motivos más profundos de la

La

poesía

de Góngora, fue

amorosa

de

Quevedo,

considerada la más importante del siglo XVII, es la producción más paradójica del autor: misántropo y misógino, fue, sin embargo, el gran cantor del amor y de la mujer.

Escribió

amorosos

(se

numerosos conservan

poemas más

de

doscientos), dedicados a varios nombres de mujer: Flora, Lisi, Jacinta, Filis, Aminta, Dora. Consideró el amor como un ideal inalcanzable, una lucha de contrarios, una paradoja dolorida y dolorosa, en donde el placer queda descartado. Su obra cumbre en este género es, sin duda, su «Amor constante más allá de la muerte Continua leyendo Aquí Texto extraído de http://es.wikipedia.org/

Su poesía: poesía: SONETO A LUIS DE GÓNGORA Yo te untaré mis obras con tocino porque no me las muerdas, Gongorilla, perro de los ingenios de Castilla, docto en pullas, cual mozo de camino;

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apenas hombre, sacerdote indino, que aprendiste sin cristus la cartilla; chocarrero de Córdoba y Sevilla, y en la Corte bufón a lo divino. ¿Por qué censuras tú la lengua griega siendo sólo rabí de la judía, cosa que tu nariz aun no lo niega? No escribas versos más, por vida mía; aunque aquesto de escribas se te pega, por tener de sayón la rebeldía.

*Texto obtenido de http://www.los-poetas.com/

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Revista Literaria

Palabras Indiscretas



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