5 minute read

Cine. Luca

CRÍTICA DE CINE

LUCA

(2021)

Dirigida por Enrico Casarosa

POR ANÍBAL RICCI ANDUAGA

Ingeniero Comercial. Escritor

Largometraje del estudio Pixar, dirigido por este creador italiano de storyboard (guion gráfico) que solo tiene un corto animado a su haber (La Luna), pero que ha participado en varias películas del mismo estudio, entre ellas, Ratatouille, Up, Coco y Soul.

Es una cinta de animación orientada a los más pequeños, que cuenta las aventuras de Luca, de trece años, al conocer a Alberto, quien se convertirá en su amigo entrañable.

La particularidad de estos dos chicos es que originalmente habitaban en las profundidades del océano y según cuenta la leyenda estos eran catalogados de «monstruos marinos» por los humanos.

Alberto es un joven atrevido que tienta a Luca a descubrir el mundo de los «monstruos de tierra» (humanos). No es el Demian oscuro de Hermann Hesse, pero indudablemente este nuevo amigo invita a Luca a cruzar los límites vedados por su familia.

Luca es un muchacho impoluto, obediente pastor de peces, y se verá envuelto en aventuras para escapar de las profundidades abisales donde su tío lo rescataría de las malas ideas que rondan su cabeza.

Esta cinta es para niños de menos de diez años, aunque la perfecta factura de su animación y lo simple de la historia, la hacen disfrutable para ver en familia.

El apartado técnico es un punto álgido: una paleta de colores muy vivaces diferencia claramente el mundo submarino del terrestre y las texturas de las ropas nos hacen recordar la técnica del stop motion, en definitiva, es toda una experiencia disfrutar estas secuencias muy bien logradas.

La historia no es muy original: una carrera de bicicletas (medio tan emparentado con la cultura italiana) será el vehículo para obtener dinero y comprar una Vespa (símbolo italiano de las motocicletas) para recorrer toda Italia.

La Vespa es una aspiración, representa la libertad absoluta, y estos chicos sueñan con montarse en ella y viajar por el mundo desconocido de los humanos. La idea de la carrera parece extraída de los peores momentos de Star Wars (recordemos al niño Anakin) y no parece a la altura de los guiones imaginativos a que nos tiene acostumbrados Pixar.

La anécdota transcurre en Porto Rosso, una típica localidad de pescadores italianos que el director ha inventado para la ocasión (en la realidad, existe una playa con ese nombre). Cuando Luca piensa en la Vespa, su imaginación se dispara y el guion mezcla realidad y sueños en unas secuencias impecables. Hace recordar la imaginería desbordante del

maestro Hayao Miyazaki. Es posible que la localidad ficticia (Porto Rosso) sea un juego de palabras con el título Porco Rosso del Studio Ghibli.

Sin embargo, hay que guardar las distancias. Los personajes secundarios de Luca, que viven en la Italia de los años 50, son estereotipos bastante burdos de los habitantes de Italia, algo brutos y buenos para comer pastas. Hay una diferencia mayúscula con los personajes arquetípicos de Miyazaki.

El arquetipo es un modelo primario y original al que recurre el arte, es único y representa las características de una entidad particular. Muy utilizado por el maestro japonés para dibujar al valiente, al héroe o cualquier personalidad de carácter universal.

En el caso de Luca, dado su público objetivo, recurrir al estereotipo es un recurso perfectamente válido. El estereotipo es una idea comúnmente aceptada de determinadas personas (los italianos, por ejemplo) y en la mente de un niño (que recién comienza a observar el mundo) puede confundirse el estereotipo con el arquetipo. El primero no es una idea original, es común, y el segundo es la idea primigenia e irrepetible.

Pero convengamos que para un niño puede ser muy útil conocer las características de los habitantes de un lugar a través de una idea preconcebida por la sociedad. De hecho, en sus primeros años un niño está aprendiendo a sociabilizar.

Luca es una película de iniciación, el paso de la niñez a la adolescencia. Un canto a la amistad (mensaje para los niños) y también una historia contra los prejuicios sociales hacia el que es diferente (mensaje adulto). No está mal hacer cine de varias lecturas: estos «monstruos marinos» han vivido su vida escondidos de una sociedad que les temía y en cierto modo los odiaba.

El problema con la película es que el mensaje de la amistad vuela con alas propias, en cambio, el mensaje de tolerancia es dibujado de manera apresurada, aunque hay que reconocer que cuando el padre de Giulia se da cuenta de que los supuestos monstruos son los amigos de su hija, la cinta emociona y no cae en sensiblerías, debido a que ese mensaje no es para los niños (todavía no lo entenderían).

Los personajes principales (Alberto y Luca) en cambio, sí tienen algo de arquetípicos, por eso nos recuerdan al maestro Miyazaki. Alberto es el alquimista que transforma la manera de observar el mundo que tenía Luca, le abre los ojos, pero siempre hay cariño detrás y ambos demostraran que defienden a sus amigos, aunque vayan en contra de las normas sociales.

Esta aventura de Pixar refresca la mirada más adulta de por ejemplo Soul (2020) que acaba de obtener una estatuilla del Oscar. Luca es una película para disfrutar sin darle muchas vueltas.

Es una visión tan distinta de la niñez según Tim Burton: Frankenweenie (2012), donde el mundo de los otros (Jean-Paul Sartre) era observado de una manera mucho menos amable, más adulta, a pesar de ser una película animada. Esos otros (la sociedad) eran mucho más despiadados.

En la película de Enrico Casarosa, el otro (Alberto) no estrangula la libertad de Luca, no aliena su estada en la tierra, es el amigo incondicional que lo invita a compartir el mundo de los humanos.

This article is from: