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Del Parque Rivadavia a 4Chan
De nacionalistas cristianos a neoliberales. Del Parque Rivadavia a las redes sociales. El derrotero del movimiento neonazi en Argentina.
Texto: Yair Cybel
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Ni loco suelto ni lobo solitario. Fernando Sabag Montiel, el hombre que intentó asesinar a Cristina Kirchner, se inscribe en una tradición política de larga data en el país: el neofascismo o neonazismo. Y no es una mera suposición ni una especulación periodística: Montiel tenía tatuado un Sol Negro, una Cruz de Hierro y un Martillo de Thor, tres símbolos relacionados con el neonazismo, además de participar de grupos virtuales de extrema derecha.
«Morenazis» es la forma despectiva en la que el movimiento antifascista calificó durante años a los neonazis del tercer mundo. Lejos de la superioridad de la raza aria que promovían los jerarcas del Tercer Reich, estos grupos se inscriben en una serie de prácticas que datan de finales de los años 80, asociadas en su origen a tribus urbanas y movimientos nacionalistas y que tienen su expresión más novedosa en los liberales, anarcocapitalistas o libertarios.
De nacionalistas cristianos a neoliberales. Del Parque Rivadavia a las redes sociales. El derrotero del movimiento neonazi en Argentina tiene sus particularidades y ha mutado al calor del kirchnerismo y el ascenso de los discursos de extrema derecha en Europa.
En los años 90, el Parque Rivadavia fue la cuna del neonazismo local. El puesto de libros número 27, gestionado por Alejandro Franze, funcionaba como una suerte de punto de encuentro de militantes de extrema derecha, Allí, desde la fachada del intercambio literario, se organizaban pintadas y encuentros. «Inmigrantes ilegales deportación», se leía en el paredón de fondo del parque a mediados de esa década.
El 28 de abril de 1996 fue tal vez el día más simbólico para el movimiento neonazi del Rivadavia. La CORREPI realizaba un recital en el Parque en homenaje a Walter Bulacio. Tocaban Todos Tus Muertos, Actitud María Marta, Los Miserables, Un Kuartito, Los Piojos, Los Caballeros de la Quema, 2 Minutos y La Renga. Según los organizadores había arriba de 30 mil personas en esa jornada, pacífica, hasta que comenzaron las provocaciones.
Un grupo de skinhead neonazi comenzó a irrumpir entre el público y llegó a empujar a la abuela de Bulacio. Los organizadores llamaron a la calma, pero la tensión escaló. Comenzó así una batalla campal de la que participaron grupos punks antifascistas, militancia de partidos populares como Quebracho, y algunos de los asistentes al recital. La Policía detuvo a 32 jóvenes y el saldo fue una víctima fatal: Marcelo Scalera, un militante neonazi de 32 años. En un comunicado posterior, las organizaciones de derecha denunciarían como responsables a «una intolerante horda drogada anarco-bolchevique”.
Después de este hecho, Franze perdió influencia frente a Alejandro Biondini, el nuevo líder del neonazismo local. Militante de la derecha nacional, Biondini mezclaba una estética fascista con reivindicaciones nacionales en materia económica. Un clásico nacionalsocialista que llegó a formar el Partido Nuevo Triunfo, proscripto por la justicia y devenido en Bandera Vecinal, con el que obtuvo 0,63% de los votos en su postulación a diputado nacional en 2021. Una cifra muy minoritaria pero, al mismo tiempo, su máximo histórico: 51 mil votos, muy superior a sus performances electorales desde la primera vez que se presentó en 2011.
Pero la emergencia de los grupos anarcocapitalistas, liberales y libertarios marcó un quiebre en la extrema derecha argentina. De pedir la expulsión de inmigrantes a luchar por la abolición de los impuestos. Del Parque a las redes. En su última crónica, Juan Ruocco, recopila la manera en que funcionaba Rouzed, el foro argentino similar a 4Chan donde participaba Sabag Montiel. No es una novedad: la desregulación de Internet posibilitó la emergencia de discursos extremistas en plataformas. «El empleo de Rouzed como hub para extremistas lo convierte en parte de una tendencia global de sitios de chat anónimos, públicos y relativamente no moderados», señala en su investigación Roucco, que se inmiscuyó en grupos de Telegram para conocer la dinámica de funcionamiento de estos grupos.
Pese a las «nuevas tendencias» de inspiración anarco-capitalista, las históricas derechas también perviven. Da cuenta de esto el allanamiento al local «Centro Cultural Kyle Rittenhouse», y la detención de José Derman, referente y propietario del inmueble. De católicos a liberales, las influencias ideológicas de la extrema derecha han mutado tanto como sus prácticas. La radicalización por derecha del campo de lo decible, la desregulación comunicacional y la crisis política y de representación que atraviesa la sociedad argentina, abonan a estas situaciones.
La Crisis Hist Rica De La Verdad
Increíble, pero real. El intento de magnicidio contra Cristina Fernández de Kirchner suscitó sospechas por parte de sus habituales detractores políticos: lejos de conmocionarse por el alcance del hecho, cierta masa incrédula planteó desde un primer momento que se trató de algo «armado» y que la vida de la vicepresidenta jamás corrió peligro. Nuevamente, para sorpresa de extraños, la política de la posverdad revela que los datos objetivos -un sujeto armado y gatillando sin éxito a pocos centímetros de CFK- tienen menos importancia para este sector que las opiniones y emociones que suscita. Duele escuchar este tipo de opiniones negacionistas en un contexto de alto riesgo para la democracia argentina. Más si provienen de familiares o amigxs. Lo cierto es que dichas afirmaciones se sustentan en discursos de odio que se han instalado desde comienzos de la década pasada en la agenda pública local, los cuales circulan tanto en medios de comunicación tradicionales colonizados por el poder económico como en las redes sociales donde un grupo de «influencers» ultra-derechistas obtuvieron creciente popularidad. Lamentablemente, la creencia negacionista de un sector minoritario -pero intenso a la vez- viene siendo moneda corriente cada vez que se presenta un suceso de magnitud. Ocurrió con la llegada de la pandemia y la declaración de la cuarentena obligatoria, cuando un grupo de energúmenos salió a las calles para reclamar por las libertades y el fin de la «dictadura sanitaria». Fueron los mismos que intentaron boicotear la vacunación contra el COVID-19, si bien el grueso de la sociedad les dio en ese momento la espalda.