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Victoriano Arenas y una isla con olor a fútbol
La Saturnino Moure es una cancha de fútbol en un lugar excéntrico, a la vera del Riachuelo, en el límite entre la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires.
Texto: Santiago Nuñez
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Son las 14:15 y por la entrada del Camino de la Ribera, frente a la silenciosa fábrica SIAM, a un Honda Fit gris oscuro se le apaga el motor al traspasar una vía abandonada. Vuelve a arrancar, transita unos metros y llega a la puerta. “Tesorero”, les dice a las dos personas de mantenimiento del club. Le cobran $300.
Por detrás un niño y su padre vienen, como cada domingo de por medio, buscando sus sueños. Están vestidos, casi pintados, de celeste y blanco. Gorrito y camiseta. “Nací en este barrio y ahora vengo de Morón”, comenta Juan, que dice que sigue al club de sus amores desde 1989. “Victoriano Arenas es como la selección de fútbol de Brasil: no tiene clásico”, indica, sonriente, mientras su hijo deambula por la “pata” en la que el agua se ve a los dos costados.
Cerca de su desembocadura final, el agua del río Matanza mete una gambeta. En la “Isla del CAVA», por el Club Atlético Victoriano Arenas, el Riachuelo tiene olor a fútbol.
“Victoriano Arenas vende lotes”. Cuenta la historia que ese cartel inmobiliario colocado en los terrenos en los cuales jugaba sus partidos dio origen al nombre Juventud Obrera de Victoriano Arenas, un 2 de enero de 1928. Poco tiempo después, comenzaría a llamarse como lo hace hoy en día.
Está afiliado a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) desde 1963. Antes, edificó su sede en 1942 (hoy se encuentra Paso de Burgos 82, Valentín Alsina) y adquirió en 1947 los terrenos de donde se encuentra su estadio, llamado Saturnino Moure, en la costa del Riachuelo, en Coronel Molinedo y las vías del Ferrocarril Belgrano Sur (Piñeyro, Avellaneda).
El primer gran suceso de su historia futbolística se dio en 1974, con el subcampeonato de la Primera D que le dio el pase a la tercera categoría del fútbol argentino. En 1976 estuvo realmente cerca de jugar por un pasaje a la Primera B. Pero no lo logró y al año siguiente descendió a la última categoría del fútbol argentino. En esos años jugaba para Victoriano el conocido Norberto Outes, que luego pasaría al Independiente de Bochini y sería campeón de dos torneos Nacionales (1977 y 1978), además de lograr un título local con el Boca de Maradona, en el Metropolitano de 1981 (jugó cinco partidos en el certamen).
Luego de varios años de malaria (llegó a estar desafiliado una temporada), Victoriano volvió a la C en 1990, lugar del que descendió tres años más tarde. Recién en 2017/2018 pudo dar la vuelta y consolidarse como un equipo de la Tercera División, en donde hoy pelea para no descender.
El reloj ya dice que falta poco para las tres en punto. Los equipos hacen precalentamiento en el campo de juego, que ya tiene sus leyendas presentadas en forma de banderas. “Vayas a donde vayas te vamos a alentar. En las buenas y en las malas. Hasta morir” o “Nosotros hacemos la historia” son algunos ejemplos. En la parte de atrás del lado este, hay todo un pedazo de tierra en modo descampado, con los yuyos altos y una cancha abandonada. Se puede escuchar la cumbia proveniente de las casas de Capital Federal. Mientras tanto, arriba de los vestuarios, el periodista Guido Colunga, de TodosUnoTV, ubica los elementos necesarios para la transmisión en una cabina cuadriculada sin ningún tipo de vidrio. “La mayoría de las veces como local y visitante sigo a Victoriano. Desde el año pasado estoy en la campaña”, indica y agrega: “De local siempre trae gente, le vaya bien o mal. Es lindo charlar con los hinchas y ver la pasión. Victoriano estuvo muchos años luchando en la D, por suerte hace unos años ascendió y se mantiene. Está en la parte de abajo de la tabla pero se mantiene. La gente siempre viene, apoya y alienta. Tira para adelante. Este laburo es hermoso. Gracias a Victoriano conocí varias canchas de la C. Me gusta esta expe- riencia”.
El aroma del Riachuelo se entremezcla cuando en las narices aparece el humo parrillero.
Un meandro es el nombre técnico que tiene una curva pronunciada de un río. En el Riachuelo ya no queda casi ninguno dado que desde principios del siglo XX se procedió a la rectificación del curso fluvial. No obstante, ese trabajo no pudo realizarse a la altura entre el Puente Alsina y el Pueyrredón, dejando casi sin tocar la curva a la altura de Piñeyro, porque la cantidad de puentes ferroviarios que pasan por la zona impiden la obra.
Es así que existe el Meandro de Brian, bautizado de esa manera por la ya inexistente estación Ingeniero Santiago Brian, frente a la calle Iguazú del Ferrocarril Oeste y Sarmiento. Es casi una península a la altura de la emblemática empresa de electrodomésticos SIAM, a la vera del Riachuelo. En esos terrenos se emplaza el estadio “Saturnino Moure”, con capacidad para 1500 personas.
El Meandro, además de ser un lugar singular geográficamente, también trae aparejado un problema de papeles. Si se sigue el curso rectilíneo del Riachuelo, el lugar está bajo jurisdicción del Gobierno porteño. No obstante, sólo se puede llegar al lugar vía terrestre por la provincia de Buenos Aires, ya que la única conexión con la Villa 21-24 es a través de un puente ferroviario.
En el plano legal, también habría un vericueto. El catastro (registro administrativo de los inmuebles y los terrenos) de la Ciudad lo ubicó como “Manzana 104, Sección 26”, del barrio de Barracas, con dirección en la calle Luna 2101. El planteo suena sensato: ese límite fue trazado con el plan de la rectificación incluida. No obstante, el tema nunca fue resuelto y hoy los servicios de la cancha de Victoriano Arenas se pagan en el Municipio de Avellaneda.
Desde el punto de vista cultural, el debate parece saldado. En 2020 Avellaneda fue designada por ley como la “Capital Nacional del Fútbol” con el estadio de Victoriano incluido, además de los de Racing, Independiente, El Porvenir, San Telmo, Dock Sud y Arsenal. “Para la conciencia de la gente está en Provincia”, indica Juan. Su parecer es rectificado por una hincha en la tribuna y por Matías Varela, vocal titular del club, que también cuenta a la pasada que los roles son muy cambiantes en el club: “El vicepresidente hasta hace dos o tres semanas era el camillero”. El CAVA no es de CABA.
Solamente Colunga tiene alguna duda: “Está la brecha sobre si es de PBA o de CABA. Yo creo que es de los dos. Me voy a lavar las manos. Pertenece a los dos, porque está literalmente en el medio del río”.