S E S A L C E R T EN Órgano Informativo de la Juventud Revolucionaria – GAR | COOPERACIÓN VOLUNTARIA Nueva época | Año 3 | Número Especial | Diciembre 2014 | http://gar-mx.org | jr@gar-mx.org
EJES PARA ASUMIR LA EDIFICACIÓN DEL
IPN DEL SIGLO XXI
El IPN se encuentra en una fase de transición de enorme trascendencia histórica. El próximo Congreso Nacional Politécnico (CNP) a realizarse tiene el reto de edificar el IPN del siglo XXI. Para avanzar hacia la democratización global del IPN, debe garantizarse que el CNP sea diseñado sobre una organización ampliamente democrática, plural y transparente. El futuro del IPN dependerá del modo en que se organice el CNP. El régimen que ha regido el funcionamiento del IPN el siglo pasado es anacrónico. Un escenario de Lampedusa, es decir, simular que todo cambia para que todo siga igual, haría que el futuro fuera el pasado. Generaría una regresión histórica impidiendo que el IPN asuma los compromisos que debe encarar en el nuevo siglo. Para que el IPN pueda asumir convertirse en una institución del siglo XXI, está convocado a democratizarse en toda su amplitud. El anhelo más profundo que emerge del actual movimiento politécnico, el más importante desde el 68, es justo el de la democratización global del IPN.
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Presentamos aquí una propuesta para discusión de la comunidad. Tres coordenadas políticas son centrales para avanzar hacia la democratización del IPN. La primera, elegir representantes para el CNP mediante planillas está lejos de ser una vía democráticamente correcta. Las planillas no son la forma política más adecuada para responder a principios democráticos. En lugar de planillas, las votaciones para elegir representantes para el CNP, deben ser personalizadas. La mejor configuración democrática del CNP sería una en la cual las candidaturas fueran individuales y objeto de votación específica. Todos los integrantes del CNP, sin excepción, deben estar legitimados sobre el reconocimiento expresado hacia ellos por el voto democrático de su comunidad. Todos y cada uno de los miembros nombrados para el CNP deben ganarse su lugar. Deben mostrar que tienen propuesta seria y de fondo para impulsar el desarrollo del IPN. Todos y cada uno deben mostrar que tienen reconocimiento en el sector estudiantil, docente y no docente al que van a sigue en pág. 2 ONARIA
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viene de portada representar. Para que demos –en este caso la comunidad politécnica–, sea un auténtico kratos, o sea una autoridad política efectiva, la unidad genuina representantes/ representados debe garantizarse. El CNP debe tener como fundamento principios consistentes de democracia real. Además, como una prioridad, su organización debe abrir participación a ponentes que presenten proyectos globales de democratización del IPN y de nueva Ley Orgánica.
El contraproyecto neoliberal ha apuntado a destruir el proyecto fundacional cardenista del IPN, de identidad firmemente nacionalista. La tecnificación de la educación politécnica y el establecimiento de salidas laterales –lo que significaría formalizar para el IPN el abandono del compromiso por ofrecer ingenierías o licenciaturas completas–, la cancelación de la autoridad de las academias para abrir paso a nuevas formas intencionalmente nada claras de evaluación docente (como pretende la reforma educativa, que en el fondo es una reforma laboral) y la conversión de espacios como Canal 11 para operar con fines de lucro, fueron líneas esenciales de una transformación regresiva para el IPN que el Nuevo Reglamento 2014 pretendió imponer. Toda la comunidad politécnica debe estar conciente de ese contraproyecto, porque los reglamentos de orden neoliberal han venido afectando al IPN desde 1998. El IPN requiere convertirse en una institución del siglo XXI, pero la mejor forma de lograrlo sólo podrá ser a partir de heredar y actualizar su proyecto fundacional cardenista. Se requiere una nueva Ley Orgánica para el IPN, diseñada sobre principios democráticos y nacionalistas.
La segunda coordenada, sería históricamente fértil que la elección de representantes al CNP se definiera sobre campañas con base en foros de debate plural y fundamentado. Las candidaturas requieren tomar posición ante la problemática del IPN y la construcción de alternativas históricas democráticas. En ese contexto, todos debemos tener en cuenta la crítica de fondo al Nuevo Reglamento que logramos abrogar. Hay fuerzas interesadas en abrirle nuevo paso a los principios neoliberales del Nuevo Reglamento que acabamos de abrogar a partir de cambiarles sólo su forma. Lo más delicado, sin duda, fue que el Nuevo Reglamento era violatorio de la Carta Magna: pretendía cancelar la libertad de expresión, además de que se planteaba degradar derechos ciudadanos –situación que, de todos modos, sigue presente con el actual reglamento porque sectores importantes de los estudiantes no tienen derecho a representación ante los Consejos Técnicos–. En su versión final, el Nuevo Reglamento volvía objeto de sanción paros o huelgas. Sobre él, hubiera sido imposible el largo paro vivido en el IPN para defender derechos históricos.
Con base en prácticas muy atrasadas, sigue habiendo fuerzas políticas interesadas en cancelar la libertad de expresión al interior del IPN. Pero las instituciones de educación superior constituyen espacios de naturaleza plural y la democratización del IPN debe hacer valer esa naturaleza. La tercer coordenada política, entre las instituciones educativas más importantes de México, el IPN es la única que no es autónoma. Esa carencia histórica, requiere ser subsanada. La democratización global del IPN exige su autonomía. Pero, no existe autonomía sin adjetivo. Autonomía vertical y autonomía democrática no son sinónimos. El IPN del siglo XXI requiere un proyecto de autonomía propio. Sería un gran avance para la historia de México, la autonomía democrática del IPN. La pieza central para la autonomía democrática sería la conformación de órganos de gobiernos paritarios: Consejos Técnicos Paritarios y un Consejo General Paritario. Órganos que dotarían a profesores, estudiantes y no docentes de capacidad real de intervención en la toma de decisiones.
Ese carácter anticonstitucional de lo que pretendió ser un Nuevo Reglamento fue cuestionado, en entrevistas a destacadas y destacados profesores y estudiantes politécnicos, a nivel internacional en televisión desde CNN y en el programa de radio Contragolpe de Luengas desde California, y a nivel nacional en periódicos como La Jornada y revistas como Proceso. En este boletín exponemos varios de los planteamientos decisivos que se formularon en esos medios a nivel nacional e internacional.
Puedes encontrarnos en nuestro cubículo en el Anexo de la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Edificio K. Asiste a las reuniones de coordinación escribiendo a jr@gar-mx.org Más información: http://gar-mx.org | fb: accionrevolucionariaMX | twitter: gar_mexico
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EL DESAFÍO DE LA AUTONOMÍA DEMOCRÁTICA PARA EL
Un IPN del siglo XXI, edificado sobre la democracia real como su fundamento y órganos de gobiernos paritarios, brindaría equilibrios y estabilidad al instituto para asumir proyectos de desarrollo educativo de largo aliento. Garantizaría la existencia de programas de becas para que todos los estudiantes concluyan sus carreras. En el IPN del siglo XXI ningún estudiante se debe quedar sin acabar su carrera. Garantizaría políticas de basificación docente digna, que respeten el esfuerzo académico y abran el reconocimiento salarial para acceder al estándar de vida que corresponde a profesores de nivel superior, para asumir dedicarse a plenitud a sus funciones en el desarrollo estratégico del IPN del siglo XXI. Garantizaría política laboral digna para el personal administrativo, abriéndoles el reconocimiento que se merecen en las instancias formales de gobierno politécnicas.
IPN DEL SIGLO XXI Erika Celestino Profesora de la Escuela Superior de Economía Dra. en Estudios Latinoamericanos El movimiento estudiantil politécnico 2014, cuyo carácter consiste en ser en su esencia un movimiento espontáneo democratizador, ha alcanzado hasta ahora, ante todo, tres grandes victorias. 1) denunciar fuerte y alto la tecnificación de la formación educativa politécnica a nivel superior y el empobrecimiento de las carreras técnicas de nivel medio superior. Degradación que tiene que ver con el proyecto del Estado neoliberal por ofrecer una fuerza de trabajo juvenil y barata, sin formación humanista, al capital privado nacional y transnacional. 2) cancelar un Nuevo Reglamento Interno violatorio del derecho de libertad de expresión plasmado en la Carta Magna. Con el Reglamento que pretendía imponer la Dra. Bustamante cualquier estudiante que alterara el “orden”, usara sin autorización los símbolos del IPN o realizara paro o huelga, podía ser objeto hasta de baja definitiva. 3) a partir de poner en su pliego petitorio la demanda de votaciones para elegir Director General, abrió el debate sobre el proyecto de la autonomía para el IPN.
Es enteramente falso que la autonomía llevara al IPN a un escenario de perdida de derechos laborales. De ningún modo, eso acontecería. Al revés, la autonomía democrática llevaría a tener que resolver la actual situación tan extraña en la cual la Reforma Educativa ha colocado a docentes y administrativos del IPN. En el Foro Autonomía para el IPN y sus Posibles Consecuencias, realizado recientemente en Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía, se señaló que se ha generado para todos los sujetos contratados por el IPN una especie de limbo, ya que no queda claro a cual apartado del art. 123 corresponde nuestra actual situación laboral. La autonomía democrática permitiría pasar del apartado B al apartado A de ese artículo, manteniendo todos los derechos laborales ganados e incluso conquistando más. Eso requiere saber plantear correctamente el proyecto de autonomía democrática.
Al entrar en ese debate es decisivo percibir que no existe la autonomía sin adjetivo. Hay que diferenciar de fondo lo que constituye el proyecto de una autonomía autoritaria de una autonomía auténticamente democrática. A continuación voy a sintetizar los fundamentos profundos de la ponencia que expuse en el Foro Público “¿Democratización y Autonomía en el IPN?”, convocado por la Asamblea General Politécnica, el 12 de octubre de 2014.
La autonomía democrática constituye una oportunidad de futuro abierta para el IPN del siglo XXI. Existen fuerzas políticas interesadas en cerrar esa potencialidad histórica y mantener el régimen obsoleto del siglo pasado para el IPN actual. Operan con el efecto espantapájaros, desvirtúan lo que se juega en la autonomía para confundir y desmovilizar. Por supuesto, autonomía no es privatización. Si alguien habla de autonomía para simular cuando, más bien, impulsa privatización, da gato por liebre. Debe diferenciarse cuando se habla de autonomía de modo genuino de cuando se hace de ella un simulacro. Foros públicos fundamentados son clave para esclarecer nuestras oportunidades de futuro. El reto del CNP es impulsar la democratización global del IPN. Impulsar ese proyecto nos lleva a la autonomía democrática como alternativa para edificar el IPN del siglo XXI.
Es de un enorme atraso que en México exista el derecho de todos los ciudadanos para elegir Presidente a partir de la mayoría de edad, pero no se pueda hacer ejercicio del derecho al voto para elegir la máxima autoridad del IPN, de modo que su Director General es nombrado verticalmente por el Presidente de la República. Si se plantea la autonomía para el IPN la comunidad debería elegir lo que debería ser su propio Rector –que es la figura correcta–. Sin duda, conforma un pendiente histórico de primer orden la autonomía para una de las instituciones educativas más importantes de nuestro país.
César Iglesias Profesor de la Escuela Superior de Comercio y Administración, Tepepan COLABORACIÓN SOLIDARIA DE ACADÉMICOS POLITÉCNICOS
Si eres estudiante o académico del IPN manda un correo y discutamos este número especial de Entre Clases: autonomiaipn@gmail.com
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Pero se vuelve central al llegar ahí, identificar en todos sus alcances lo que significa el proyecto de la Autonomía Democrática para el IPN en el siglo XXI.
2) Autonomía administrativa democrática. La autonomía en sí misma ya permitiría que el IPN dejara atrás su dependencia respecto de las decisiones de la SHCP y la SEP. Hasta ahora, el IPN no puede auto-administrar sus recursos. Incluso los autogenerados, se entregan a Hacienda, que define si los regresa o no y cómo.
Un proyecto global de Autonomía Democrática para el IPN debería considerar, por principio, 3 ejes: 1) Autonomía política democrática. Dejar en manos de la comunidad politécnica la definición de su Rector es central pero no basta, porque perfectamente pueden integrarse estructuras de poder circulares que, al margen de la comunidad, nombren al interior de sí misma sucesores y gestionen los recursos del IPN hacia arriba. Es imprescindible que el Rector del IPN sea elegido, desde el principio, con base en votación universal, libre y secreta ejercida por toda la comunidad estudiantil, docente y no docente.
La autonomía administrativa democrática debería garantizar que los recursos del IPN se canalizan hacia su comunidad, para cumplir, ante todo, 3 objetivos estratégicos: a) diseño y cumplimiento de programas de becas cuya finalidad debe ser garantizar que ningún estudiante politécnico se queda sin concluir su licenciatura o su ingeniería. Nada de salidas laterales, que abandonan al estudiante a su suerte. Seguridad a la educación superior y media superior. B) programa de basificación digna a la planta docente. Los profesores deben ser reconocidos por su trabajo y su trayectoria académica. Su antigüedad, curriculum y calificaciones deben ser criterios de definición de basificación digna. Debe detenerse la política de basificación según criterios discrecionales neoliberales de los directores y subdirectores. Basificación digna que garantice superar los graves impactos del contraproyecto neoliberal en las condiciones de trabajo de la comunidad docente. Y c) edificación y desarrollo de la infraestructura y equipo tecnológico del IPN para asumir sus compromisos con una educación de alta calidad para el siglo XXI.
Pero tampoco basta. Para que la autonomía sea auténticamente democrática todos los altos cargos del IPN deben ser igualmente elegidos con base en votación de la comunidad estudiantil, docente y no docente. El Secretario General, Secretario de Gestión Estratégica, el Secretario de Administración, el Secretario Ejecutivo del Patronato de Obras e Instalaciones, el Secretario de Extensión e Integración Social y –muy importante– el Abogado General deben nombrarse con base en votación secreta y universal. El Secretario Académico con base en votación de la comunidad docente y estudiantil. El Secretario de Servicios Educativos con votación de la comunidad estudiantil. El Secretario Ejecutivo de la Comisión de Operación y Fomento de Actividades Académicas y Director de Publicaciones con votación de la comunidad docente. Y el Secretario de Investigación y Posgrado con votación de la comunidad docente, estudiantil y no docente de los centros de investigación y las unidades de posgrado.
3) Autonomía educativa democrática. Las Academias –que prácticamente desaparecía el Nuevo Reglamento de la Dra. Bustamante, abriendo condiciones para diseño de mecanismos intencionalmente nada claros de evaluación de los docentes– y los Colegios de Profesores deben seguir siendo los órganos de diseño y re-estructuración de los planes de estudio. Los Consejos Técnicos Paritarios deberán ser los órganos en los que los planes de estudio se revisan, consultan y, de ser procedente, se aprueban, para luego pasar al Consejo General.
Autonomía política debe ser con sustento en proyecto de democratización global del IPN. No legitimación de élites de poder bajo la autonomía autoritaria. Lo que requiere de elección democrática de Directores, Subdirectores y Jefes de Departamentos de las Escuelas Superiores, de la misma manera los directivos de las Vocacionales, que tendría que ser acompañada por la conformación de Consejos Técnicos Paritarios. Los estudiantes politécnicos deben ser reconocidos en su mayoría de edad y tener todos sus derechos ciudadanos para votar, ser votados y tener voces con capacidad real de toma de decisión en los Consejos Técnicos.
La función de los nuevos planes de estudio debería ser poner el proyecto fundacional del IPN a la altura del siglo XXI con base en un irrenunciable compromiso nacionalista. La escisión histórica entre ingenierías y ciencias sociales y viceversa, debería resolverse tendiéndose profundos vasos comunicantes. Los economistas y administradores politécnicos del siglo XXI, por ejemplo, deben saber de teorías del desarrollo tecnológico. Y sustentar sus conocimientos en perspectivas nacionalistas. Los ingenieros deben desarrollar conocimientos en ciencias sociales que les permiten identificar los impactos ambientales, sociales y políticos de las diversas trayectorias posibles de innovación tecnológica. No existen tecnologías neutrales. Toda tecnología tiene impacto histórico. El IPN debe asumir su compromiso fundacional cardenista: impulsar el desarrollo de las nuevas tecnologías pero desde principios nacionalistas.
Debería efectuarse una consulta a la comunidad politécnica para elegir entre diversas propuestas de re-estructuración del Consejo General. Todos estos cambios deberían dar pie a una Nueva Ley Orgánica del IPN.
La autonomía constituye el gran pendiente de la historia del IPN. Pero la autonomía sólo puede ser tal si se fundamenta en la democratización global del IPN. Estos son los ejes que hemos construido el Grupo Plural de Profesores, Estudiantes y Egresados Comprometidos con el Proyecto Fundacional del IPN. Abrimos su debate a la comunidad politécnica y la opinión pública.
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DEMOCRATIZACIÓN Y AUTONOMÍA: LOS RETOS DEL
CONGRESO NACIONAL POLITÉCNICO 2) Para que la relación representantes/representados sea genuina, el CNP debería mantener una fértil relación con Congresos Locales –en cada escuela– donde se discutan a fondo los grandes temas que definirán el futuro IPN. Los representantes deberán expresar la postura de su comunidad, no su postura personal. De no hacerlo, serían removibles.
Joel Guerra Doble Presea Lázaro Cárdenas Profesor de la Escuela Superior de Economía Entre las instituciones educativas más importantes de México, la única que no es autónoma es el IPN. Eso no puede seguir así. No es una institución menor de edad, su autonomía constituye una carencia de primer orden. Para impedir que la oportunidad inédita actualmente abierta se cierre, hay que diferenciar críticamente tres escenarios: escenario de Lampedusa, autonomía como simulacro y autonomía democrática.
3) Heredando las lecciones más avanzadas de democracia en América Latina, cada Escuela debería ser reconocida con idéntico estatus de legitimidad, sin ventajas para una por encima de otras, por lo cual, proponemos que cada escuela tuviera para el CNP 12 representantes: 5 estudiantes, 5 docentes y 2 no docentes. Democracia real como fundamento del CNP.
Escenario de Lampedusa, simular que todo cambia para que todo siga igual, es al que empujan fuerza políticas interesadas en una regresión histórica, presionando por el nombramiento de un Director General que dote de marco de acción a las organizaciones porriles. Esa posición busca confundir, difunde la idea de la democracia como lastre. Hay que replicarle: no hay mejor terreno para el desarrollo educativo que la democracia.
El diseño programático del CNP tendría que poner a debate cada uno de los ejes de la democratización general del IPN. Para producir la autonomía democrática la clave sería debate a fondo de 3 ejes: 1) alcances e impactos de autonomía política democrática. No basta votación para elegir DG, al menos deberían elegirse así Secretario General, Secretario Académico y –ante todo– Abogado General. Todos estos cargos deben rendir cuentas. Altamente prioritario: debate sobre la conformación de un Consejo General Paritario y Consejos Paritarios en la Escuelas Superiores (con representación democrática de estudiantes, docentes y no docentes, dejando atrás la mayoría automática para los directores ya que no deberían formar parte de ellos los funcionarios).
Escenario demagógico: la autonomía como simulacro podría aceptar y hasta propulsar votaciones para elegir DG, pero nada más. Lo haría para dar gato por liebre: para recrear la estructura vertical de poder bloqueando la democratización auténtica del instituto. Este escenario podría continuar con el proyecto de reestructuración neoliberal del IPN, buscando volverla una institución con fines de lucro –como planteaba el derrotado Nuevo Reglamento para Canal 11–. Este escenario también lo pueden impulsar las organizaciones porriles, que buscarían cobertura con un nuevo DG metamorfoseándose y dejando de usar sus anteriores membretes.
2) alcances e impactos de la autonomía administrativa democrática. No basta que el IPN maneje por fin su presupuesto sin depender de Hacienda. Los Consejos Paritarios deberían ser órganos para garantizar que el presupuesto se canaliza hacia abajo, en beneficio de la comunidad.
La autonomía democrática constituye una oportunidad efectivamente abierta pero por definirse. A todas las fuerzas –a excepción de las organizaciones porriles– les convendría un escenario en que el nombramiento legal del DG se sustente en la legitimidad democrática. Generaría estabilidad y desarrollo estratégico del IPN a largo plazo. Para que la autonomía democrática pueda alcanzarse y no prepondere ninguno de los dos primeros escenarios, la pieza clave será el fundamento político y la estructura programática del Congreso Nacional Politécnico (CNP). Su diseño será históricamente decisivo. Para avanzar hacia la autonomía democrática, el CNP tendría que sustentarse en la democracia real. Proponemos a debate tres peculiaridades estratégicas para dotarlo de ese carácter:
3) La discusión de autonomía educativa democrática llevaría a evaluación de los programas de la educación media superior y superior para desmontar los efectos regresivos del proyecto neoliberal sobre ellos, de modo que el espíritu fundacional cardenista oriente nuevos planes con perfil nacionalista y humanista. El CNP debe abrir espacios para ponencias de invitados de dentro y fuera del IPN para exponer proyectos de fondo de autonomía democrática y discutirlos. El CNP tiene el reto de ser un Congreso Refundacional, esto es, que herede el proyecto fundacional cardenista del IPN pero para ponerlo a la altura de los retos del siglo XXI. Tiene el reto de sustentarse en la democracia real y poner a debate en todos sus alcances la potencialidad histórica a la mano de la autonomía democrática para el IPN del nuevo siglo.
1) Todas las fuerzas políticas democráticas deberían estar reconocidas e incluidas. Los representantes tendrían que ser elegidos con votaciones transparentes y amplias.
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EL RETO DE LA AUTONOMÍA DEMOCRÁTICA POLITÉCNICA Y EL EFECTO ESPANTAPÁJAROS docentes y no docentes integrados a la conformación de nuevos órganos de gobierno, con capacidad real de intervención en la toma de decisiones.
Erika Celestino y Vianey Ramírez Profesoras de la Escuela Superior de Economía En epistemología, efecto espantapájaros es el término que se usa nombrando aquella táctica que a partir de deformar lo que una posición formula, genera la imagen falsa de que la supera. Es sumamente importante que la opinión pública y la comunidad politécnica perciban que, apenas apareció la viabilidad de la autonomía democrática para el IPN del siglo XXI, ciertas fuerzas políticas, evidenciando su enorme atraso histórico –por delante, aquellas vinculadas a organizaciones porriles–, lanzaron una campaña de deformaciones para atemorizar presentando la autonomía democrática como un riesgo para el IPN. Esas fuerzas no hay que identificarlas para nada con las posiciones democráticas que tienen inquietudes y preguntas legítimas sobre la autonomía democrática. Cuando en el pliego petitorio emergió la demanda de votaciones universales para elección de Director General (DG), hizo nacer la demanda de autonomía. Ya no va a desaparecer nunca de la perspectiva de la comunidad politécnica. La democracia nunca será una amenaza para México o el IPN. Quienes así la presentan no pueden dejar de evidenciarse: si se niegan a distinguir la autonomía basada en la verticalidad de la autonomía sustentada en la democracia, es porque se aferran al régimen de poder disciplinario del IPN del siglo pasado. Se cierran a entender que la mejor forma de dotar de estabilidad y desarrollo estratégico al IPN hoy, reside en brindar legitimidad al nombramiento legal de los funcionarios que ocupan las posiciones principales de su estructura administrativa.
2ª deformación: la autonomía democrática es una amenaza para la economía del IPN. Planteando que la autonomía sería sinónimo de pérdida de derecho a la educación gratuita porque cambiaría la Ley Orgánica, se falsea la distinción entre órganos desconcentrados y descentralizados. La autonomía haría del IPN una entidad descentralizada, es decir, no subordinada jerárquicamente al Poder Ejecutivo ni a la SEP. De ningún modo significa que perdería su presupuesto federal, menos aún llevaría el IPN a ser un instituto que viole la Carta Magna. El derecho que estatuye la gratuidad de la educación pública esta en el art 3º constitucional, al que toda reforma de la Ley Orgánica del IPN debe responder. Más aún, sin autonomía, todo aumento al presupuesto del IPN es en sumo vulnerable. Mientras no exista autonomía, lo que por un lado se dio, por otro puede perfectamente quitarse. Hacienda controla y autoriza todos los recursos, incluidos los autogenerados. Cuenta con la autoridad para no regresarle, en la medida que lo defina, sus recursos al IPN. La lucha por el aumento presupuestal para la educación politécnica sólo podría garantizar su efectividad si se alcanza la autonomía democrática. La democracia económica sólo es realizable si se sustenta en democracia política: justo la función de los Consejos Paritarios sería velar que el aumento del presupuesto no se vaya hacia arriba, sino hacia políticas estratégicas de seguridad educativa, basificación digna de docentes y desarrollo de la infraestructura politécnica con tecnologías del siglo XXI.
Haciendo uso y abuso del efecto espantapájaros, varias son las desfiguraciones sobre el proyecto de autonomía democrática. Desmontemos aquí dos que son centrales.
El IPN es la única institución educativa pública de México que, pese a ser una de las más importantes de nuestra historia, no es autónoma. En el siglo XXI, esa carencia genera inestabilidad política y vulnerabilidad de su proyecto fundacional. La democratización del IPN ha surgido como una demanda irreversible. Alcanzarla exige contrarrestar el efecto espantapájaros, que pretende cerrar una oportunidad histórica que ahora es reto del Congreso Nacional Politécnico.
1ª deformación: la autonomía democrática es una amenaza política para el IPN. Sosteniendo que si se instalan votaciones para elegir DG, el IPN va a importar la corrupción que rige al sistema electoral mexicano y se va a degradar, esta posición introduce un falseamiento y un olvido. La corrupción siempre puede suscitarse en todo procedimiento electoral, pero suponer que los estudiantes son menores de edad y siempre serán corrompibles, no deja de revelar el toque de la perspectiva patriarcal con que se les mira. Falso, los estudiantes son mayores de edad, con derecho a desarrollarse políticamente y elegir no sólo DG, sino todos los altos cargos del IPN, además Directores y Subdirectores de las Escuelas Superiores. Pero la piedra angular del proyecto de autonomía democrática –que no por casualidad se “olvida” mencionar– reside en la propuesta de conformación de Consejos Técnicos Paritarios y, ante todo, en la integración inédita de un Consejo General Paritario. Estudiantes,
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