Reportaje M ás autonomía personal evita problemas emocionales Pág. 16
Opinión Cuando el sistema educativo se olvida de la parte emocional Pág. 17
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El Cuaderno b
C rist in a G u t iérrez “En el peor momento, podemos v er lo mejor de cada alumno” C R IS T IN A G U T IÉ R R E Z L E S T Ó N Educadora emocional, escritora y directora de La Granja
Cristina Gutiérrez es autora del libro ‘Crecer con valentía’, sobre los peligros de la sobreprotección. JORGE ZORRILLA
La educadora anima a los docentes a formarse en Educación emocional para entenderse a sí mismos y así poder conocer de verdad a sus alumnos y conectar con ellos. A D R IÁ N A R C O S
educar@ magisnet.com
Cristina Gutiérrez lleva 37 años trabajando en La Granja de Barcelona, una granja escuela por donde pasan cada año más de 18.000 niños de todas las edades, de escuelas públicas, privadas y concertadas, niños de pueblo y de ciudad... Y en esos 37 años nunca antes se ha encontrado tantos niños con tantas carencias emocionales:
miedos a casi todo, bajas autoestimas, desconfianza, inseguridad..., pero tampoco antes había visto a tantos padres asustados. La solución, para ella, está en la Educación emocional. Pregunta. En tu libro ‘Crecer con valentía’, destacas la importancia de educar con valentía, fortaleza, confianza, seguridad... ¿Es lo que les falta a los padres hoy? Respuesta.—Lo que les falta a los padres sobre todo es confiar, que etimológicamente significa tener fe. Deben tener fe en los hijos, en que los hijos pueden. Y en el que nace nuestro bebé tenemos que tomar una decisión muy importante, y es quién queremos que eduque a nuestro hijo, si nosotros o nuestros miedos. P ¿Qué ha cambiado en esa actitud de los padres?
b “A hora los padres son mucho más desconfiados, y una ev idencia es la sobreprotecció n, que es ya una pandemia” “L a Educació n emocional es la herramienta básica para saber quié nes somos, que nos hace ú nicos, especiales y diferentes”
—Ahora los padres son mucho más desconfiados, hay muchos más miedos, y una evidencia es la sobreprotección que se ha convertido en una pandemia. P ¿Por qué se produce ese mayor miedo? ¿Qué ha cambiado en la sociedad? —El gran cambio lo empecé a notar a principios de los años 2000, porque me di cuenta de que los niños ya no me escuchaban cuando explicaba algo, ya no conseguía modular actitudes ni comportamientos, los padres se enfadaban por cualquier cosa... Creo que durante esos años de opulencia, cambiamos el ser por el tener. Y además tenemos todo doble: dos móviles, dos teles, dos videojuegos para que los niños no discutan ni se enfaden. En definitiva, para que no haya conflicto. Y si no hay conflicto, no estamos entrenando a los niños a tener herramientas para gestionar ese conflicto. Estamos haciendo que los niños sientan que no puedan, porque cuando le llevo la mochila al cole, en realidad le estoy diciendo “ya la llevo yo que tú no puedes”; o cada vez que discuto la nota del examen con el profesor, en realidad le estoy diciendo “ya voy yo porque tú no puedes”; y lo mismo cuando miro el WhatsApp de los padres para ver qué deberes tocan. Y en todas esas situaciones le estoy entrenando en la dependencia, en la irresponsabilidad, en la falta de autonomía y autoestima. P ¿Qué recomendaciones les darías a los padres para evitar esas actitudes? —Primero que confíen, que pongan límites pero sin ser pesados. Si no hacen los deberes, no pasa nada; al día siguiente se van a llevar la bronca, tienen que espabilar, ver que ellos pueden; y, sobre todo, no sobreproteger, no hacer nada que ellos puedan hacer. Evolutivamente estamos diseñados para crecer, ser autónomos y útiles para la tribu. P Trasladándolo al ámbito educativo, ¿cómo tiene el profesor que actuar con este tipo de alumnos sobreprotegidos? —Cuando tienes a un niño de 10 años sentado en el suelo, enfadado con el mundo y te dice: “la vida es una mieeeerda”, con la e muy larga, a mí lo que me salvó la vida fueron las herramientas de la Educación emocional. Primero me ayudaron a entenderme a mí, porque yo salí del sistema educativo sabiendo el nombre de los ríos o que París era la capital de Francia, pero no tenía ni idea de quién era e iba caminando por el mundo con la mitad de información. Y después me ayudaron a conocerlos a ellos, y ver las personas que hay detrás de esos ojos. Cuando eso pasa y ves lo maravillosos que son, entonces es cuando conectas. La Educación emocional es la herramienta básica para saber quiénes somos, qué nos hace únicos, especiales y diferentes. Porque eso que te hace única, especial y diferente es a lo que seguramente te acabarás dedicando. Y mejor descubrirlo a los 20 o 25 años que como yo, que lo descubrí a los 35. Me hubiera ahorrado 15 años.
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EDUCACIÓN EMOCIONAL
Competencias para la vida L a base del é x ito y de la felicidad. Por ejemplo, en I nfojobs ya se miran las competencias emocionales. Y nosotros hace años que seleccionamos por esas competencias. Sin embargo, no estamos enseñándolas, cuando es totalmente necesario ir por la vida con empatía, con autoestima que es la base del éxito y la felicidad, con autonomía para no depender de los demás o para decir no, o con valentía para afrontar los miedos.
P De forma práctica, ¿cómo le puede ayudar al profesor? —En La Granja, por ejemplo, la Educación emocional es ya una ciencia aplicada, con resultados demostrados, donde se ve un aumento de la competencia emocional de los niños además de una bajada muy significativa de la ansiedad. Nosotros compartimos todo con los docentes, hacemos demostraciones gratuitas tanto en La Granja de Barcelona como en la nueva de Madrid. Ahora tenemos la herramientas cuando surgen los conflictos, y en esos momentos podemos aprender y enseñar lo realmente importante, que es quiénes somos. Cuando todo va bien, todos somos fantásticos, pero en los peores momentos de conflicto, ahí demostramos quiénes somos, y tiene que haber un docente que vea lo maravilloso que hay dentro de cada alumno. P ¿Cómo debería plasmarse la Educación emocional en el sistema educativo? —Primero tiene que ser transversal, y después muy práctica y con sentido, de forma que los niños lo sientan, porque si les vamos a meter un rollo, eso no va a funcionar. La Educación emocional tiene que ser mi herramienta, y como Cristina, allá donde vaya, haga la actividad que haga, lo llevo dentro, lo llevo puesto, es una manera de mirar de forma diferente, dignificando a ese niño, mirando con el corazón. Tenemos que dar ese espacio y tiempo para que los niños se encuentren, para que hablen y disciernan entre ellos. Y descubres que los niños te dicen unas cosas que te sorprenden. Después de su paso en La Granja, pregunté a una niña de 12 años qué se llevaba de allí, y me dijo: “La autoestima es como una botella que debemos mantener llena para estar bien con nosotros mismos”. Y es cierto, porque muchas veces vamos con la botella medio vacía y así es muy fácil que nos afecte cualquier cosa. P ¿Les faltan a los profesores este tipo de competencias? —Por supuesto, y debería estar integrada en el sistema universitario. Es importante que el docente sienta ese despertar, que entienda todo lo que le pasa, porque si no, somos como máquinas. La Educación emocional si no emociona, no funciona. M
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Magisterio Miércoles, 19 de febrero de 2020
Si aprendemos a identificar y a gestionar nuestras propias emociones, aprendemos a conocernos mejor a nosotros mismos y, por ende, a ser capaces de responder ante ciertas situaciones y tomar
Mayor autonomí a ev ita problemas emocionales U na superv isió n que combine el establecimiento de lí mites con la promoció n de la autonomí a personal puede prev enir problemas de conducta y emocionales en la adolescencia. A D R IÁ N A R C O S
adrian@ magisnet.com
Una supervisión parental que combine el establecimiento de límites con la promoción de autonomía puede prevenir problemas de conducta y emocionales, e incluso mejorar el bienestar de los hijos adolescentes. Esta es una de las principales conclu-
siones del estudio científico en el que ha participado Ana Rodríguez-Meirinhos, doctora en Psicología de la Universidad Loyola Andalucía, junto a otros investigadores de la Universidad de Sevilla y de la Universidad de Gante. El trabajo, titulado When is parental monitoring effective? A person-centered analysis of the role of autonomy-su-
pportive and psychologically controlling parenting in referred and non-referred adolescents, ha sido publicado en la revista Journal of Youth and Adolescence y se ha realizado a través de encuestas a una muestra de más de 1.000 adolescentes procedentes de diversos centros de ESO de las provincias de Sevilla, Cádiz y Huelva. Esa combinación de la supervisión con la promoción de la autonomía implica que los padres establezcan límites y exijan el cumplimiento de las obligaciones, pero manteniendo una comunicación abierta con los hijos. Es decir, un diálogo para explicarles la importancia de las normas, ofrecerles alternativas y tener en cuenta su opinión.
En ese contexto, es probable que los jóvenes se sientan más escuchados, reconocidos y valorados, lo que puede favorecer que se muestren más comunicativos con sus padres y, por iniciativa propia, les revelen más información sobre lo que hacen cuando están fuera de casa. A su vez, en ese clima de mayor confianza, también es más probable que los jóvenes consideren como legítima la autoridad parental y se muestren más dispuestos a aceptar las normas, lo que incide positivamente en la eficacia de la supervisión. Nada recomendable, sin embargo, resulta la combinación de supervisión y control psicológico. Así, los autores del estudio han comprobado que cuando las reglas se imponen sin
tener en cuenta la opinión de los hijos y se utilizan estrategias de chantaje emocional para presionarles a que las cumplan, es probable que la supervisión sea menos efectiva y genere resistencias e incluso fracasos. Probablemente, las prácticas intrusivas y de manipulación transmiten una sensación de desconfianza que lleva a los jóvenes a percibir la supervisión como una intromisión en su intimidad. A su vez, esto puede favorecer que se sientan más presionados, legitimen menos la autoridad parental y tiendan a mostrar más conductas desafiantes y problemas emocionales.
Pact ar las n o r m as
Trasladándolo al ámbito escolar, Paola Ferrando, profesora de inglés y autora de la investigación Gestión del aula: Estrategias clave para el cambio, apuesta por pactar las normas con los alumnos: “Es muy interesante y divertido. Suelen ser muy duros al poner ellos las reglas, luego se arrepienten y hay que renegociarlas. Pero en general, las normas pactadas las cumplen mucho más. Ellos mismos reaccionan cuando alguien se las salta y comete una falta de respecto, grita en medio de clase, etc.”. Ese es un objetivo ideal: que ellos solos aprendan a controlarse.
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Magisterio Miércoles, 19 de febrero de 2020
Una competencia laboral clave La inteligencia emocional se está convirtiendo en un recurso laboral indispensable en los contextos profesionales, especialmente a la hora de liderar equipos de trabajo competentes. “El funcionamiento de un equipo depende, en gran medida, de la capacidad de sus miembros para gestionar las emociones”, señala Edgar Breso, profesor colaborador de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Con más de 15 años de experiencia formando equipos, constata que “las empresas contratan a las personas a partir de sus competencias técnicas, pero las despiden por falta de competencias emocionales”.
1 G e s t ió n e m o cio n al. Saber gestionar las emociones no es lo único que tiene que hacer una persona inteligente emocionalmente. También hay que saber interpretar las emociones de los demás. 2 E m p at í a. Un trabajador con inteligencia emocional será una persona “empática” que sabrá “entender mejor las necesidades y las conductas de sus compañeros, clientes, proveedores, etc.”, explica Breso. Y no solo eso, sino que también será “más competente a la hora de procesar información y tomar decisiones”.
r decisiones que a priori tienen un grado mayor de dificultad. © VECTOR MINE Ferrando considera fundamental trabajar el terreno emocional y la motivación y cree que lo mejor es tomar medidas preventivas y correcciones no invasivas basadas en el refuerzo positivo, la mediación, evitar el enfrentamiento entre profesor y alumno, etc. La profesora asegura que “ni los castigos ni las amenazas suelen funcionar, especialmente con los grupos más conflictivos, en los que pueden incluso aumentar la hostilidad y el enfrentamiento”. Sarah Ebery es directora de TEMS (The English Montessori School), centro con la pedagogía Montessori centrada en la Educación emocional y a construir experiencias que ayudan al desarrollo de la personalidad de cada niño. Según Ebery, “si aprendemos a identificar y a gestionar nuestras propias emociones, aprendemos a conocernos mejor a nosotros mismos y, por ende, a ser capaces de responder ante ciertas situaciones y tomar decisiones que a priori tienen un grado mayor de dificultad”. Para ella, “cuando a un niño se le dice que no puede llorar, porque los niños no lloran, ese niño se reprime y acaba canalizando sus enfados, rabietas y tristezas de una forma mucho más perjudicial para él que la del propio llanto, por ejemplo, mediante
b “Cuando a un niño se le dice que no llore, este se reprime y canaliza sus enfados de una forma mucho más perjudicial” “Si al niño se le permite manifestar libremente sus sentimientos, aprenderá a razonar de forma más eficaz” comportamientos agresivos y violentos”. Sin embargo, “si al niño se le permite manifestar libremente sus opiniones y sentimientos, a la vez que se le enseña, argumenta y explica la situación, aprenderá a afrontar y razonar de forma mucho más eficaz para su propio bienestar y desarrollo”. Esta es la razón por la que en Montessori desarrollan los conceptos de “mentalidad de crecimiento” y de resiliencia, entendida esta última como la capacidad de las personas para superar circunstancias complicadas
3 D e s m o t iv ació n . Por el contrario, a las personas a las que les falta esta competencia emocional les pueden pasar dos cosas: que les genere malestar con ellas mismas, con el riesgo de sufrir patologías laborales como el síndrome de agotamiento profesional o ‘burn-out’ y la desmotivación laboral, o que les cause dificultades para promocionarse y para generar un clima de trabajo adecuado para maximizar el rendimiento de su equipo, alerta Breso. y hacerles frente. De esta forma, se orienta a los alumnos y se fomenta su fortaleza, independencia, autocuidado y capacidad de autonomía y autogestión, lo que les ayuda a aprender a adaptarse y a hacer frente al día a día y a los retos de un futuro en constante movimiento.
E m p e z ar e n la in f an cia
Pero para Ebery, “es esencial trabajar esas emociones desde la infancia, cuestión que se puede hacer a través de la realización de sencillas actividades que les estimulen y les permitan expresarse con total libertad”. De hecho, el proyecto Learning to be, en el que han participado más de 120 colegios de toda Europa, también revela la importancia de implementar el aprendizaje socioemocional en las escuela desde edades tempranas. Los estudiantes españoles más jóvenes (entre 9 y 11 años) son más propensos a desarrollar habilidades como el afecto y la preocupación por los demás, la toma de decisiones responsables, la potenciación de relaciones positivas o el manejo de situaciones difíciles. Además, se ha demostrado que el aprendizaje emocional y social mejora el bienestar, el comportamiento y los resultados académicos de los niños. M
OPINIÓN
¿ Y la p a rt e em ocion a l? Eugenio Maqueda
Coautor de 'Cuentos con emoción'
U
N padre que no sabe que está proyectando sobre su hijo sus propios miedos, un niño que es tan bueno y normal que es visto y tratado como raro, una niña frustrada porque no le sale un dibujo a la primera, un niño secuestrado por una tablet, una niña con celos por la llegada a casa de un hermanito... Las historias que conforman Cuentos con emoción (Ed. Desclée de Brower) están basadas en situaciones cotidianas, en personas normales y corrientes, por lo que es muy fácil que cualquiera de nosotros pueda reconocerse en todas ellas. Mi intención cuando los escribí fue que los adultos disfrutaran con el mensaje, que les resultara interesante ese momento de lectura a sus hijos o nietos, a la vez que las niñas y niños se entretenían con lo que sucedía en cada cuento. Mi compañero, Juan Lucas Onieva, se ha encargado de la parte didáctica, pues, tras cada cuento, ha incluido una serie de preguntas y actividades didácticas con las que poder trabajar la emoción principal de cada historia. Hemos querido contribuir de esta manera a poner nuestro granito de arena a la Educación emocional, en la que creemos firmemente. Es curiosa e ingenua (o perversa, según se mire) la idea que transmite nuestro sistema educativo: el cuerpo se cuida a través de la Educación física, y la mente a través los conocimientos. ¿Y la parte emocional? A mí personalmente me hubiera encantado que alguien me hubiera explicado que existían recursos con los que afrontar distintas situaciones emocionales por las que he pasado, o simplemente cómo normalizarlas o aceptarlas. Por ejemplo, que me hubieran enseñado que es bueno estar en ese estado de recogimiento al que invita la tristeza, porque es la manera que tenemos de asimilar algo negativo que nos ha ocurrido; o que es necesario tener miedo, porque nos permite huir de situaciones peligrosas; o simplemente algo tan básico como que la felicidad no es la alegría. Hubiera sido estupendo que me hablaran de la empatía o que me hubieran hecho ver que hay que restar importancia a lo que te dice un amigo cuando tiene un mal día, o que dejar de mirarse el propio ombligo es una buena manera de tener una buena relación de pareja. Lo que nos enseñaron los mayores sobre las emociones, al menos hablo por mí, fue muy poco y casi siempre equivocado. Todos hemos escuchado frases como “no deberías estar así”, “no seas miedica” o “deja de llorar que no es para tanto”, lo que significaba automáticamente la invalidación de la emoción, es decir, sentíamos que nuestra experiencia emocional no era aceptada. Validar no significa estar de acuerdo, pero sí hace que esté presente la empatía, el interés por entender lo que siente la otra persona. Recibir la no validación de una emoción tiene consecuencias importantes para la persona: se siente el rechazo de la experiencia emocional (además, duele especialmente si se trata del padre o de la madre o el profesor/a); inhibe la capacidad de verbalización de la emoción, puesto que se intenta evitar recibir nuevamente ese rechazo; y, por supuesto, perjudica la autoestima y aumenta el sentimiento de culpabilidad. Por otra parte, al recibir la invalidación, esa persona no va a tener la capacidad de aprender a validar cuando sea su turno, por lo que imitará lo que no debería haber aprendido. Hoy día somos conscientes que de ser “competente” emocionalmente es fundamental en todos los ámbitos. Cada minuto de nuestra vida está condicionado por nuestro estado emocional y por el de los que nos rodean. Cada escena que vivimos la vemos a través del filtro de nuestras emociones, por lo que saber reconocerlas, saber conducirlas, saber gestionar las de los demás se hace imprescindible. La Educación emocional tiene que ver mucho con poder llegar a tener salud emocional. Esta parte tan importante del ser humano está absolutamente descuidada por nuestro sistema educativo, y en algún momento habrá que cambiar este estado de las cosas. En un mundo en el que ya la información sobre cualquier tema está tan a mano, cobra mucha más importancia el desarrollo de habilidades y destrezas. Y en lo referente a nosotros, los docentes, en nuestra formación permanente podrían ofrecer, además de los contenidos típicos (idiomas, nuevas tecnologías, etc.), recursos para relacionarnos con compañeros y alumnado de manera más comprensiva, más tolerante, más empática y más humana. Al fin y al cabo, solo podremos facilitar Educación emocional si la tenemos nosotros. M
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