Weye/ Instinto

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instinto

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El machi weye era central en la cultura mapuche antes de la invasión española, no obstante, su rol y comportamiento no se ajustaba a lo que sus invasores consideraban como permitido. Los weyes recorrían el espectro del género frente a la mirada escandalizada del cristiano colonizador.


Instinto Editado, creado y diseñado por: Weye, lectura y escritura creativa Reunidos en un afán por recolectar los frutos de voces olvidadas, armamos de papel esta memoria y de personas un taller. 1ª edición - Abril 2018 Santiago, Chile grupoweye@gmail.com Facebook: grupoweye Instagram: grupoweye

Al metro se subió un joven mozo que me miró fijuamente, fotográficamente, radicalmente, con un propósito a-me-na-zan-te se bajó y esperando algo, quizás una decisión instantánea mía, y antes que el vagón volviera a ser vagón, cerró los ojos con guiños de gatito agarrándome con una fuerza simbólica, mientras yo jugueteo en la cara con mi pelo sucio, como el de una muñeca recogida del techo para resistirme a descubrir ante él, mi gran nariz quenrada... mi instinto de travesti vieja me advierte que podría salir, otra vez, cagada... Dramas pobres (Extracto), Claudia Rodríguez


Entre más feminizado está el o la sujeto, mayor vulnerabilidad presencia. Asimismo, hay un transversal sentimiento del instinto y género que hace que los textos aquí presentes se vuelvan relevantes a la hora de analizar la situación de las mujeres y la comunidad LGBT frente a toda una sociedad que históricamente a invisibilizado su presencia y callado sus demandas. Llegamos al norte a compartir lecturas, además de aquella parte interna y emotiva que nos brinda la literatura: la escritura. Aquí se muestran historias de (auto)(de)construcción, espacios, orígenes y, por sobre todo, de amor, libertad y deseo. Pasa que el contexto tantas veces es adverso que necesitamos no perdernos y no ser sujetos pasivos frente a la desigualdad. Por eso aquí otorgamos un espacio de claridad a quienes no lo tienen en el día a día y, a través de la literatura, brindamos ese lugar de visión y protección en donde todos podemos ladrar y morder.

prólogo Respondemos de forma innata a los distintos sucesos que se nos presentan. En ellos nos movemos y defendemos con un impulso natural que hace que actuemos sin conciencia o raciocinio respecto del estímulo que los provoca. Podemos ver que la realidad es temer constantemente, donde la no represión del instinto que sale de la norma social, merece castigo porque los marginados son y somos presenciados como una peste esperpéntica capaz de contagiar a los demás. Si extrapolamos esta situación a una problemática concreta, podemos abrir los ojos y ver que vivimos en una sociedad donde el papel de lo femenino es visualizado como símbolo de debilidad. (6)

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Poesía 12 Descubrimiento de América 18 Miedos y ausencias

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Narativa Afortunadamente gay Transculturación Una suerte de Marlon B... Ya llegué

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Benjamín Sierra Pía Cereceda Catalina Neira Salgado Varinia Roa Fonseca Matías Rojas Pérez Jessica Aguilera Gómez

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Descubrimiento de amĂŠrica BenjamĂ­n Sierra

Pintura: Carlos Merida Polished ( 12 )

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II Serpiente de tierra ancestral durmiente. Rompe el letargo del cobre del salitre bajo la ardiente piel. Me invita a la guerra del firmamento oscilante terremoto sideral. Serpiente de mar choca impaciente. Se enredan, se desarman, se deslizan violentamente mientras manos someten a quien la acuna aran, cultivan, exportan.

I

III

Que tu flujo acaricie suavemente mis costas mientras mis tierras y valles y estepas mientras mis cerros, volcanes y riscos mientras mis selvas profundas; se alzan al cielo de ciclo inagotable. Tus olas me rompen. Rocas, estrelladas bocas pasan. Mis suelos impuros limpios de agua mis templos sagrados llenos de huellas, huellas de varios dejadas atrás que con las lenguas vamos a quemar.

Niebla cálida se entraña en los oídos como el veneno que gotea de los colmillos. Florecen los astros en azul fuego se muerden los sabores intensifican los aromas destiñen los colores se escurren los vientos estallan las flores gritan en llamas los nativos que sucumben al éxtasis de fricción. De tocadas

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de oĂ­das de saboreadas de miradas; que jamĂĄs me han de compadecer.

VI Estrelladas bocas pasan de tus viajeras que me explotan cartĂłgrafos experimentados recorren resguardan ocultan arropan.

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miedos y ausencias PĂ­a Cereceda

IlustraciĂłn: Fontanelle89 ( 12 )

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no se apaga Pasan los años las horas las personas las metas Los libros las hojas las madres Las prosas, versos y estrofas Durante un gran periodo de tiempo las dudas surgen los miedos florecen pero no puedes arrancarlos

Sentir que no siento sentir más de lo que siento sentir los años que no tengo Tal vez debería dejar de sentir lo intento

Van creciendo contigo con el tiempo con el miedo

Pensar que no estarás que no estaré que te irás que me iré

No sabes si morir es olvidar O olvidar es morir Si después de esto te volveré a ver O volveré a sentir

Que el alma se apaga, pero no muere que el cuerpo muere

¿Será una eternidad? ¿Será el descanso sin palpitar? ¿La vida de un alma sin cuerpo existirá? ( 50 )

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¿el amor una vez gastado volverá a brillar? ¿las creencias serán verdad?

Al saber que no sabia De un mundo sin salida

¿creer me hará real? ¿existirá una verdad? ¿volverás?

Un túnel sin ida Oscurece la salida

Intento recordarte como mi mente amiga Intento escindir mis problemas de la amistad Mente amiga que lo que te pasó No nos pase a todas

Una salida que se esconde si salgo no me creerán si salgo me cuestionarán mente amiga que no me duela tu final.

Mente amiga En ti había certeza De que algún día nuestro comportamiento y nuestros besos sean libres de anunciar mente amiga el agrio y el tosco alimentan el morbo Bella es acusada de zoofilia Ariel de transexualidad Mi amiga se viste de negro Su mundo tiñó de negro ( 52 )

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afortunadamente gay Catalina Neira Salgado

Montaje: Reincarnatedconstructivism ( 12 )

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En todo caso, a mi casa nunca llegó la citación por “comportamiento extraño del alumno”; al parecer les daba lo mismo. Aunque una vez me llevaron al psicólogo del colegio y él me preguntó si me gustaban los niños. Obvio no fue una pregunta tan directa para un niño de en ese entonces siete años, pero entendí qué quiso decir eso. Al final le dije que no, que no sabía de esas cosas y que me había dado hambre. Me paré y me fui a comer un Chocman a una banca.

Desde que tengo uso de razón que me han gustado los niños. También desde que tengo uso de razón, el hecho de que a una persona le guste otra de su mismo género era un tema tabú para mi familia. En mi casa, tú decías la palabra “homo” y era un silencio acompañado de miradas que te indicaban un rotundo “ahórrate el comentario”. Tal vez por eso nunca se dieron cuenta de que yo era medio... como decirlo… niñita. En segundo básico los niños de mi curso se pasaban recreos enteros gritándome que era nena porque no quería jugar a la pelota con ellos. Me apuntaron varias veces con el dedo después de que las profesoras me encontraran encerrado en el baño, jugando con una Barbie.

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Al año después ya me daba cuenta de muchas cosas. Por ejemplo, que la primera persona que me gustó fue mi mejor amigo, Felipe. Tenía ocho años, exactamente la misma edad que yo, pero a mí me gustaba él como persona, y me gustaba el hecho de que le asustaran los bichitos que andaban por las plantas del colegio. Nunca lo vi con otros ojos, no me gustaba de forma erótica; qué va a saber un niño de ocho años de erotismo, un niño que apenas sabe pronunciar bien la letra R. A propósito, él fue el único niño que se me acercó, aunque después la mamá lo cambió de colegio porque no le gustaba que yo me juntara con él. Me quedé solo hasta que salí de octavo básico. A los dieciocho años yo ya me consideraba colita/maricón/ marico/fleto/gay. Como quieran llamarme, yo ya era un hueón gay asumido. Salía a discos pa’ puro comerme minos, nunca he tenido relaciones serias, no entiendo cómo la gente puede llegarse a amarse entre sí y dedicarse frases mamonas sin sentirse raros. Pero bueno, debo decir que salir del closet en una familia conservadora y chupapi del papa... no es fácil, no fue fácil. Se enteraron por mi hermana más chica, que me escuchó decirle a un amigo que me gustaban los minos. Ahí fue corriendo donde mis papás. ( 51 )


Cuando se me ocurre salir de la pieza escucho a mi hermana decir:

sudado, con audífonos colgando de sus orejas y ropa deportiva. Qué vergüenza, yo llorando y mi primer amor frente mis ojos. Actúa natural, me dije a mi mismo.

— ¿Mamá, por qué al Benjamín le gustan los niños? Me limité a encerrarme de vuelta en la pieza, me acosté en la cama a mirar el techo. Lo siguiente que escuché fueron los tacos de mi mamá en las escaleras.

— Felipe, no... No sé qué decirte, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos. — Así es. Vivo en la población de abajo, salgo a correr a esta hora, y no sé, algo me dijo que me acercara a ti, te ves muy mal, vaya sorpresa.

— Baja, apúrate que tu papá quiere hablar contigo ahora. Con la vista en el piso, me senté frente a ellos en el sillón, a escuchar la lluvia de comentarios anticolita. “Te vas a quedar completamente solo”, “qué dirán los vecinos”... entre otros. Me dio rabia, me paré y le dije: - Que tenís un hijito maricón po’, eso es lo que van a decir las copuchentas de la junta de vecinos. Qué tanta hueá, no se va acabar el mundo porque me guste el pene. Me fui con un portazo y corrí hasta llegar a una plazoleta donde me puse a llorar, como la nena que soy. — ¿Benja? - escuché una voz ronca al lado. — Benja soy yo, el Feli. Sólo conozco a un Feli, el Felipe. Pero es imposible que sea ese Felipe, ha pasado mucho tiempo ¿Y si no es él? Levanté la vista, efectivamente era él. Después de diez años, estaba frente a mí, ( 52 )

Mi mundo se estaba cayendo a pedazos y de la nada aparece Felipe, mi Felipe, con su pelito crespo y su linda piel morena. Tengo tantas cosas que decirle y tenerlo en frente hace que mi estómago sienta águilas. Me contó que yo fui, inconscientemente, su impulso. Que gracias a mi yo de unos años, el que jugaba a las Barbies, fue de gran ayuda para darse cuenta más adelante que en el fondo, era igual a mí. Y que en su inocencia de niño no entendía de sexualidades, pero que tiempo después, se fue dando cuenta. Yo lo miraba a los ojos y sentía que podía entenderlo, sentía una conexión que jamás sentí con nadie. Muchas personas dicen que ser gay es algo anormal, un pecado, una barbarie. Pero es porque aún no se dan cuenta que el amor va mucho más allá de un pene o una vagina, es algo que conecta con el alma sin importar tu género.

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Transculturaciรณn Varinia Roa Fonseca

Ilustraciรณn: Jenny Johannsen ( 12 )

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por el fruto, por las gallinas. Las pobres durante el 18 y para Navidad son las desaparecidas del pueblo. Nadie las vio, nadie las oyó. Y el trato a los perros, amarrados como esclavos, con cadenas al cuello y una pita larga para moverse a comer; y si uno comete el error de matar una cabra o animal del vecino, los ahorcan ¿Quién dijo que el campo era paz, tranquilidad o amor? He defendido a los perros, como profeta en el desierto, me he amarrado a los árboles cuando los compradores aparecen con la sierra, y me quejo y reclamo cuando veo cómo utilizan la tierra de basurero local. En el campo crece una bolsa por cada árbol, los jóvenes se entretienen cazando pájaros y conejos. La escopeta es al niño, como el embarazo a la niña. Sin embargo, aquí sentí amor por la vida, por el viento y por tu cuerpo abrigado en el invierno. Tierra de diaguitas, tierra de astrónomos y caminantes. Aquí los cerros te reciben entre piedras, cactus y los siempre presentes pimientos. Por aquí pasaron imperios incas, españoles, se crearon las encomiendas y las caravanas de esclavos. Y yo, mestiza de historias sureñas y europeas, me allegué con las mochilas llenas de buenas intenciones, seminarios de bioconstrucción, varios diplomas bajo el brazo, futuras muletas para mi vejez. ¡Sorpresa! La tierra me esperaba para enseñarme a cultivar, a mostrarme que los pájaros se comen el brote si no estoy presente. Aprendí hacer churrascas, a comer queso, aceitunas y mucha uva. Los vecinos familiares de mi pareja, compañero y hoy esposo, peleados a muerte por las tierras, por el centímetro de cerco, ( 50 )

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Una suerte de Marlon Brando moreno y provinciano MatĂ­as Rojas PĂŠrez

Montaje: anĂłnimo ( 12 )

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la municipalidad había instalado luminaria eléctrica alrededor de la cancha, junto con unos pequeños árboles y arbustos que le quitaban la sensación desértica que había acompañado desde siempre a la población. Ahí estaba cuando apareció M con su grupo de amigos, una pelota, y el Wilson, el quiltro de la población. Una polera pirata del Barcelona, con la diez de Ronaldinho en la espalda y unos shorts cortos vestían a M. Indumentaria que dejaba ver sus musculadas piernas. Moldeadas al calor de las pichangas en canchas de tierra, que a B le parecieron raramente atractivas.

B se reencontró con M el día que cumplió catorce años. Ambos vivían en un pequeño pueblo del norte de Chile. La casualidad los encontró cerca de la multicancha donde M solía jugar con los amigos de la población, esas amistades que muchas veces no se hacen por afinidad, sino por la cercanía emocional que da vivir en las mismas casas pareadas. B volvía del colegio. 18:15. No quería llegar a su casa de inmediato. No porque no quisiera estar ahí, sino porque no entendía el ritual de celebrar los cumpleaños. Se sentía ajeno, emoción que le molestaba en exceso cuando era en su casa. Así fue como, tras vueltas por el barrio, llegó a las bancas de la multicancha.

Hace un par de meses, con la casualidad de las elecciones, ( 50 )

B permanecía con su característica mirada perdida. Fija en las piernas de M, como tratando de aferrarse a algo que no podía definir, ni mucho menos expresar. Hasta que escuchó su nombre de los labios de M... Se asustó al verse descubierto. Bajó la mirada, y con una risa nerviosa lo saludó, mientras éste se le acercaba. No te acordái de mí, hueón- le dijo M, con una seguridad que B consideraría momentos después como sensualmente avasalladora. Aunque igual es normal, tu estábai súper chico cuando mi mamá te cuidaba. Nos ponían la tele y veíamos monos toda la tarde. Estái bien grande, hueón – le decía. En tanto, con un gesto de absoluta masculinidad le empujó el hombro derecho y con sus yemas lo apretó un poco. En todo ese momento B no dijo una sola palabra, tratando de recordar el momento exacto cuando se conocieron. Mientras, sentía la ebullición de un sentimiento que no sabía que existía en su interior, como pájaros de fuego que revoloteaban dentro de su bajo vientre. Ya, me voy mejor. De ahí hablamos, que me están esperando – dijo M mientras miraba fijamente a B con sus ( 51 )


ojos castaños. Nos vemos – alcanzó a responder de forma tímida B, cuando en eso M salió corriendo. Meses después B recordaría ese momento. Las piernas, las manos y los ojos de M, y de nuevo sus piernas. Cuando en su habitación tratando de ser silencioso, empezaría a acariciar su pene.

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ya llegué Jéssica Aguilera Gómez

Ilustración: A. T. Velazco ( 12 )

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Mientras caminamos le recuerdo a mi amiga: te vas y me voy. Ella con cara de que nunca ganará esta batalla, solo asiente. Caminamos, hablamos de cualquier cosa y esperamos en la calle Independencia. Finalmente, su colectivo se acerca, el tan anhelado veintisiete. Revisamos y está apto, según nuestras miradas. Apenas abre la puerta del coleto, ella me grita: ándate, me avisas. Y se va. Miro la patente, la memorizo, solo como juego.

Un casual viernes, una junta, ya anotada ¡Por fin! La semana ha sido horrible, apenas había dormido, pero necesitaba esta salida. Reviso el celular una y otra vez, por si el plan ha cambiado para más tarde. Decido que no se cambiará, así que me visto. Mi pieza es un desastre, la ropa está esparcida en la cama y otras, que tuvieron peor suerte, por el suelo. Sé que este panorama no cambiara: los días que vienen me levantaré desayunaré, vagaré por el mundo y luego, chan chan, desastre número un millón ¡Felicidades! La junta ya establecida sucede. Al fin puedo decir chao semana de mierda. Siempre hacemos este ritual: nos juntamos un día X, comemos, hablamos de todo y nada y listo. Además, para que sea nuestro ritual, alguien casi siempre lo está necesitando de manera urgente. En esta ocasión yo, que no doy más. Finish, cataplún. Son las dos de la mañana y decidimos irnos a casa. Comenzamos a caminar desde la plaza, porque vamos a ir a esperar el colectivo. ( 50 )

Comienzo a caminar, mi casa queda a diez minutos a paso rápido, pero ojo sin correr. No me voy en colectivo porque no me gusta el encierro, además es una historia para otra vez. Camino, miro, camino, miro. La calle desierta, a ratos uno que otro auto, o los mismos de siempre con su música, gritándote cualquier cosa. Camino, miro las luces anaranjadas y las palmeras que son el paisaje de la noche. Sigo caminando, celular en mano, por si acaso. De repente siento alguien tras de mí, cambio la ruta, solo para disimular, porque pensaba que estaba siendo exagerada. Pero no, sí me seguía, no sé cómo llego otra vez, un paso tras de mí. El corazón late, tuc tuc tuc, mi respiración es tan fuerte y pesada, solo atino a caminar apretando el celular. Apenas veo la calle de mi casa casi corro de felicidad. Pero no, decido mirar atrás, otra vez, me digo no hay nadie, solo yo. Abro la puerta, respiro, mis piernas no dan más y me siento. Le aviso mi amiga que ¡Ya llegue! Y espero mientras me contesta, solo diez minutos, me acuesto y pienso en lo que pasó. ( 51 )


rrer.

Ahora es tarde, él ya está demasiado cerca como para co-

Siento su perfume dulce incrustado en mi nariz, ¡por la chucha!, ahora tendré que vivir con ese olor y recordarlo cada vez que me vea en pelota en el espejo, cada vez que otro weón me toque, cada vez que llore cuando crea haberlo superado. Lo veo meter la mano a su pantalón. Náuseas. Veo más puntos negros que luz de los faroles.Estoy a punto de desmayarme y apreto los ojos y los abro de golpe. El saca un cigarrillo y lo prende, bota el humo cuando pasa por mi lado y después dobla la esquina hasta perderse.

epílogo

Yo corro hasta mi casa.

Son las 23:12 y siento la adrenalina bombeándose directo en mi sangre. Respirar ya no alcanza a llenar dos pulmones apretados y el sudor escurre gélido entre mis manos, una aferrada al celular y el otro como tenaza a la mochila. Mi vista se expande, la oscuridad ahora tiene nuevos terrores. Mi oído se afina, escucho la elasticidad de mis tendones estirarse al sutil movimiento de mis rodillas. Mis músculos se tensan, mi torso se agazapa y de mis labios juro escuchar un leve gruñido.

Lo miro acercarse, él es solo uno y yo estoy lista.

Nuestras miradas se cruzan por un segundo y mis fuerzas quieren salir por mi garganta. Mis piernas quieren huir, pero están plantadas a un pavimento aún caliente del verano. Mi cabeza me traiciona. No debí ponerme este vestido, me arrepiento de no haber tomado la micro antes, si no estuviera curada, podría hacer algo. ( 88 )

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Este fanzine fue impreso durante el tibio otoño de 2018, entre amigues viejos y nuevos, en Santiago de Chile. La familia tipográfica para texto y títulos es Frutiger. Todo se ha impreso en papel bond de 80 g. 1ª edición 100 ejemplares

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Agradecimientos a:

@grupoweye


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