cuerpo
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El machi weye era central en la cultura mapuche antes de la invasión española, no obstante, su rol y comportamiento no se ajustaba a lo que sus invasores consideraban como permitido. Los weyes tenían la libertad de ejercer sobre el cuerpo e identidad, lo que quisieran, contrario a la religión colonizadora.
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1ra edición. Impreso en láser sobre papel hilado de 80 grs. el día 30 de Junio, 2017. Diseño portada: Grupo Weye.
Pero, pensándolo bien, y haciendo juicio a mi hermano, tomé la pluma en la mano y fui llenando el papel. Luego vine a comprender que la escritura da calma a los tormentos del alma, y en la mía que hay sobrantes; hoy cantaré lo bastante pa' dar el grito de alarma. Violeta Parra
editorial
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índice Miguel Bosé es un genio Volverme a ver Amigo Retrato de vela sobre mesa Íntimo Cueca de media tarde
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Anita Contreras Celso Iturra Avendaño Donald McLeod Edgar Rebolledo Emilia Macchi Jorge Urrutia Pablo Andrés Latorre Sebastián Guzmán
cuerpo
Ilustraciรณn: Ian Vรกsquez @iannnot
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miguel bosĂŠ es un genio Emilia Macchi
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Ilustraciรณn: Helga Scheel @helwiii
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volverme a ver Pablo AndrĂŠs Latorre
Miro la mano entera, repleta de curvas y surcos. Pensé que era tuya, bailaba al son de tu existencia. ¿Qué será de mí? pensaba. ¿Qué será de ti? pensé. ¿Es mío este cuerpo? pensaba que era tuyo.
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Pensé que esta mente ya no era mía. Pensé que estos recuerdos habitaban contigo, pensaba que nuestra vida era desde siempre; que nos parieron a la vez y un sueño nos separó hasta el reencuentro, cuando furtivamente cruzamos miradas y despertamos. ¿Tenían tus dedos mis surcos? ¿Cómo volver a ver mis manos, cuando ni ellas se entendían? ¿Cómo decantar el espíritu de tanta belleza? ¿Cómo atesorar a otro sin querer grabarlo en cicatrices? Miro mi cuerpo entero repleto de curvas y surcos. Son mías las marcas, es nuestra la historia. ( 23 )
Ilustraciรณn: Juan Fรกbrega @jcfabrega
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amigo Jorge Urrutia
D
urante el verano en mi casa siempre almorzábamos viendo Los Venegas. La hora de comer se tornaba prácticamente un ritual: mi mamá cocinaba y, poco antes de que estuviese listo, mi hermana aliñaba las ensaladas y yo agarraba una botella plástica para hacer un jugo Ambrosoli, casi siempre de manzana. Había que batirlo con mucha fuerza para que el polvo no se aconchara en el fondo. Ese era mi logro, batir la botella para que no quedara nada pegado que le fuese a quitar sabor al jugo. En ese tiempo sólo me gustaba jugar, no leía mucho y en la tele daban monitos en dos horarios: ZooloTV en la mañana y El Club de los Tigritos en la tarde. El resto ( 26 )
del tiempo siempre estaba con mis amigos en la calle. Un día invité al Pato a almorzar a mi casa. Cuando entramos, en la tele sonaba la canción de Los Venegas con su “subidubidubidubá” que nunca supe qué quiso decir. Mi mamá con mi hermana estaban en la cocina. –Ya trajiste gente otra vez, me dijo mi hermana con una mirada amenazante. –Sí, qué tiene. –No sé, yo digo no más, como pasan todo el día juntos. El Pato miró el suelo y no dijo nada. Yo tampoco. Me fui a la cocina a hacer un jugo, pero esta vez saqué un Zuko, que tomábamos sólo cuando había visitas. Ese día batí la botella con más fuerza que nunca, no podía quedarme ningún concho en el fondo. Primero eché un poco de agua al envase y luego el sobre de jugo, así en la botella quedaba mucho más espacio para poder batirlo y disolverlo bien. Moví de arriba abajo con fuerza, afirmando siempre el envase. Cuando ya estaba todo disuelto, eché el resto de agua para llenar la botella y cerrarla. Mi mamá sirvió los platos y con mi amigo partimos a sentarnos a la mesa. Había pollo arvejado con arroz. A mí no me gustaba mucho y el Pato comía poco. Ese día sólo se tomó mi jugo mientras mi hermana, insistentemente, le ( 27 )
preguntaba por qué era tan callado y yo le pegaba patadas por debajo de la mesa para que no lo molestara. Apenas probamos la comida, pero el jugo se acabó. Nos sentamos un rato en el sillón y yo saqué mis monos de los Power Rangers y Los Caballeros del Zodiaco para que jugáramos. Mi mamá nos mandó para arriba porque ella quería dormir un rato después de lavar la loza, y siempre dormía la siesta en el sillón. Nos fuimos al segundo piso y mi hermana se fue donde una de sus amigas. Mientras Shiryu peleaba contra Jason volando por los aires de mi pieza, al Pato se le cayó el mono de las manos en la batalla. Lo fui a recoger y, al pasárselo, le toqué la mano con delicadeza. Nos miramos y reímos. Seguimos jugando un rato hasta que nos cansamos y nos echamos en la cama mirando el techo. Yo sentía algo en la guata. Estábamos acostados pero no teníamos sueño. A mi lado sentía su cuerpo. Estaba nervioso y empecé a tragar saliva. Mi manzana de Adán se movía de arriba a abajo, agitada. Con el meñique toqué el dedo del Pato y él empezó a hacerme cariño en la mano. De un segundo a otro estaba encima mío y yo quería tocar su cuerpo. – ¿Juguemos al papá y la mamá?, me preguntó.
No supe responder nada, pero sí quería tocarlo. ( 28 )
Nos manoseamos por encima de la ropa. A veces estaba yo encima, otras veces él. Así lo hacen los papás, me decía. Pero hubo un instante en que nos quedamos mirando fijamente, un segundo en que supimos que algo estaba mal y paramos. Ese calorcito que sentía en la guata cambió por unos músculos tensos. Nos quedamos uno al lado del otro sin decir nada, con el miedo guardado en el silencio de la tarde hasta quedarnos dormidos. A las 6 mi mamá subió a despertarnos y nos preguntó si íbamos a tomar once luego. Mi amigo me miró antes de responder cualquier cosa. –Todavía no quiero tomar once, mamá, le respondí. Y el Pato se tiene que ir luego porque la tía le dijo que tenía que comer en su casa. –Bueno, compro menos pan entonces. .
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Ilustraciรณn: Ignacio Ortega @ign.ortega
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retrato de vela sobre mesa Anita Contreras
Somos prendida vela nocturna que no quema Sujetadas en un plato de fondo Lavado constantemente Por nuestras madres, tĂas, abuelas, bisabuelas, tatarabuelas y asĂ una casta infinita de mujeres platos. Vajilla que se lava y se relava Se guarda y se resguarda Sobre muebles domesticados. Somos hijas de esas vajillas Ahora velas sobre una mesa Que con furioso desvelo pretenden ( 32 )
Ser llamarada tibia que no quema. Somos prendida vela de forma vertical Con llama mirando hacia techo Mas no en ascenso De a poquito nos vamos consumiendo En la esperma Que recubre nuestra delgada silueta. Somos vela que seĂąala un alumbramiento prematuro Somos vela clandestina que se apaga Somos vela abortiva de luz. Somos vela que no alcanza a ser fuego Somos ese entremedio Materia combustible Objeto de deseo para el aliviar la oscuridad de algĂşn alguien.
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Ilustraciรณn: Gianfranco Giordano @gianfrancogiordano
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Ãntimo Donald McLeod
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Ilustraciรณn: Valentina Saraos @saraosvalentina
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cueca de media tarde Jorge Urrutia
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epílogo El cuerpo es el primer azar determinante de quiénes somos. La mirada curiosa de quien se ve por primera vez a sí mismo es el boceto que dibuja una narración por acontecer – aunque la tecnología médica le haga bondadosa resistencia a la inevitabilidad de uno mismo dando cabida a las reinterpretaciones. El cuerpo es el instrumento con que significamos nuestra existencia para el público. En el privado, somos una mentira – a veces soy quién quiero ser pero se me olvida quién estoy siendo – pero en la calle, somos espectáculo. Yo mismo me he visto calculando el ángulo del movimiento de mi mano, cuando los ojos achinados de un otro me pasan un pito, para hacerlo calzar con la coreografía virtual dispuesta en las ceremonias instagrameras. El cuerpo es, por supuesto, nuestra coreografía performática que interviene el espacio en que otros, conscientes o no, también se ponen en mi escena. Si me miran en la calle, que se deslumbren por mis colores brillantes; si me pegan en la micro, que se me rompa la cuarta pared; si me matan frente al carrito de completos trasnochados, que el público se ponga de pie para aplaudir. Esta ciudad es mi escenario, nuestro escenario: la puesta en escena del cuerpo es adueñarse del espacio. ( 49 )
Leticia Contreras · Marco Velarde Ignacio Ortega · Roberto Ibáñez Constanza Rojas · Álvaro Fuentes Osvaldo Araneda · Donald McLeod · Jorge Urrutia · Sebastián Guzmán · Edgar Rebolledo · Emilia Macchi · Anita Contreras · Pablo Latorre · Celso Iturra · Tomás Armijo Marcela Martínez · Valentina Saraos Mauro Valdés · Nicole González Barbara Zúñiga · Matías Ibarra
Agradecimientos por participación en Weye.
@grupoweye