La naturaleza y sus oficios

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© De la Edición y los textos: Ángel Sánchez Crespo/guadarramistas.com

Fotos tratadas por Ángel Sánchez Crespo a partir de los originales: Los oficios del monte y la madera. Pgn 14 © Ángel Sánchez Crespo Título: Madera de pino silvestre. Valsaín (Segovia).

COPYRIGHT Este libro, con todo su contenido, está protegido por la legislación de Propiedad Intelectual vigente. Ni la totalidad ni parte de este libro pueden reproducirse, almacenarse o transmitirse por ningún procedimiento fotográfico, mecánico, reprográfico, óptico, magnético o electrónico, sin la autorización expresa y por escrito de los autores y editores.

ISBN: xxxxxxxxxxxxxx Depósito Legal: xxxxxxxxxxx Impreso en España/Printed in Spain COORDINACIÓN Y EDICIÓN: Isabel Pérez DISEÑO: Ángel Armisén

Otros oficios ligados al monte. Pgn 36 © Ecelan Licencia Creative Commons Título: Nevero, Azuara (Zaragoza). Los oficios del pastoreo.Pgn 54 © C3PO Licencia Creative Commons Título: Ganado vacuno de raza avileña negra ibérica (Sierra de Villafranca, Ávila, España). Oficios ligados a la ganadería. Pgn.68 © Pierre Bona Licencia Creative Commons Título: Calenzana -Corsica- Fromages de Sartène présentés à la foire 2010. Oficios de la piedra y el mineral. Pgn. 82 © Ángel Sánchez Crespo. Título: Canchales de granito en la Pedriza del Manzanares (Madrid). Oficios de la fibra textil vegetal. Pgn. 100 © Manuel M. Vicente. Licencia Creative Commons Título: Cestas de mimbre en Valdemoro (Madrid). Los oficios de la fibra textil animal, la lana. Pgn. 110 © jroblear Licencia Creative Commons Título: Batán en el pueblo de Aniezo (Cantabria, España). Los oficios del cuero y las pieles. Pgn. 118 © Tomascastelazo Licencia Creative Commons Título: Pile of leather. Los oficios del campo y la agricultura. Pgn. 124 © Valdavia Licencia Creative Commons Título: Harrowing with mules in the Festival of La Trilla of Castrillo de Villavega (Palencia, Castile and León). Los oficios derivados de la explotación de insectos. Pgn. 130 © Waugsberg. Licencia Creative Commons Título: Bees and drones on a honeycomb. Los oficios de la caza. Pgn 146 Autor del cuadro, Joachim von Sandrart 1606-1688. Dominio Público. Los oficios de la recolección y cultivo de hongos. Pgn. 156 © Mars 2002 Licencia Creative Commons Título: Agaricus bisporus. Los oficios del agua, el mar y la pesca. Pgn. 162 Autor del aguafuerte, Jean Pierre Houël 1735-1813. Título: La pêche du thon (La pesca del tonno), acquaforte di Jean-Pierre Houël, 1782. Dominio público. Otros oficios. Pgn. 174 © Safa.daneshvar. Licencia Creative Commons Título Saffrom farm.

EDITA: guadarramistas.com

Oficios de ayer, motores de la economía de hoy. Pgn. 190 © Grez Licencia Creative Commons Título: Cerdo ibérico.

A todos ellos, hombres y mujeres, que consagraron sus vidas a los más duros trabajos, y cuyo esfuerzo nos permitió avanzar como sociedad

!


LA NATURALEZA Y SUS OFICIOS ! Un repaso por la historia de los antiguos oficios del medio natural

ÁNGEL SÁNCHEZ CRESPO

guadarramistas.com


LA NATURALEZA Y SUS OFICIOS

ÍNDICE

" Introducción

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Los oficios del monte y la madera

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Hachero Medidor, tronzador, trochador y cargador Gabarrero Resinero Peguero Descorchador Desmochador Ganchero o almadiero, raier Carbonero Piconero

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Otros oficios ligados al monte

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Los vigilantes del bosque. De las cenderas a los guardas forestales Lobero Nevero Ventero y portazguero Peón caminero Recolector de setas y frutos silvestres Trementinaires

38 40 43 46 49 51 52

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Los oficios del pastoreo

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Vaquero del monte Dulero Cabrero y porquero Pastor Esquilador Boyero

56 59 60 61 65 67

Oficios ligados a la ganadería

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Matarife y guisandera Castrador Quesero Albéitar y herrador Albardero y bastero Yuntero o domador de yuntas

70 72 74 76 78 79

Oficios de la piedra y el mineral

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Pedrero, picapedrero, cantero y molero Calero Yesero Adobero, ladrillero y tejero Salinero Minero Arenero

84 87 89 91 93 95 98

Oficios de la fibra textil vegetal Espartero Linero y linarero Cañamero, hondonero, cestero y cañicero

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LA NATURALEZA Y SUS OFICIOS

Los oficios de la fibra textil animal, la lana Cardador, hilandero y tejedor Batanero Tintorero

Los oficios del cuero y las pieles Curtidor y zurrador

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Los oficios del campo y la agricultura 125 Labrador y sembrador Hocero, dallador, trillador y espigador Molinero Gañán, bracero, jornalero, capataz, mayoral y encargado Aladrero Arriero Zahorí y cabañuelero

Los oficios derivados de la explotación de insectos: abejas y gusanos de seda Apicultor mielero y cerero Sericultor

126 128 131 132 133 134 135

131 140 143

Los oficios de la caza Alimañero y cazador oportunista Montero Cetrero y halconero 10

147 148 150 151

Los oficios de la recolección y cultivo de hongos Trufero y pelusero

157 159

Los oficios del agua, el mar y la pesca

163

Pescador de sanguijuelas, angulas y cangrejos de río Riachero Mariscador y percebeiro Conservero y pescador de anchoa Almadrabero Redera

165 168 169 171 172 173

Otros oficios

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Pimentonero Azafranero Horchatero Datilero y palmero Platanero Arrocero

176 179 181 183 185 187

Oficios de ayer, motores de la economía de hoy

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Cultivador de cítricos La viticultura y los viticultores Olivarero, aceitunero y aceitero Jamonero

192 194 199 203

BIBLIOGRAFÍA

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INTRODUCCIÓN

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ste libro nace con la intención de mantener vivo, en nuestra memoria, el recuerdo de todos aquellos hombres y mujeres, en muchos casos nuestros padres, abuelos y anteriores generaciones, que dedicaron su vida a trabajar, a trabajar para vivir, o lo que es lo mismo, a vivir trabajando. En tiempos en los que el trabajo es un bien escaso, donde anhelamos ese empleo o esa oportunidad que nos dé la estabilidad económica que necesitamos, resulta paradójico que no hace tanto, el trabajo sobrara. Sobrara por exceso, por fatigoso, por inconmensurable, por agotador, nunca por satisfactorio o bien remunerado, especialmente cuando se trataba de sacar partido a lo que la naturaleza ofrecía. Las jornadas interminables de los agricultores, el frío invierno que acompañaba al hachero, la piedra implacable domada por los canteros, los largos y tortuosos caminos de montaña que los neveros recorrían con sus cargamentos de nieve, las noches al raso de los pastores, los desvelos de los carboneros o la vida pendiente de un río que sobrellevaban los gancheros, son algunos ejemplos de lo que pretendemos mostrar en este libro. No pretende ser un texto con aspiraciones antropológicas,

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aunque si se puede sacar provecho en este sentido, bienvenido sea. Cada uno de los más de cien oficios que se muestran puede ser objeto de posteriores estudios pormenorizados, de enriquecimiento bibliográfico. Además de los oficios comunes o más habituales, la enorme diversidad natural, geográfica y humana de la Península y las peculiaridades insulares han determinado oficios muy concretos, adaptados a lo que la diversidad natural ofrece en cada lugar, por lo que se han recogido algunos de ellos, aquellos más conocidos o de mayor repercusión económica, sin que en ningún caso, la falta de mención de muchos otros suponga pasarlos por alto o no reconocerlos. Quizá en el futuro, un nuevo texto nos permita tratarlos con la atención que merecen. También en un futuro esperamos poder recoger todos aquellos oficios antiguos, desaparecidos y olvidados, que se desarrollaron en el entorno urbano. De momento, empezamos con los oficios de la naturaleza y con el recuerdo cariñoso a los hombres y mujeres que dedicaron su vida a obtener de ella sus frutos. Si este libro os despierta la curiosidad, os devuelve algún pasaje de vuestra historia familiar o simplemente os resulta grato, estaremos satisfechos.

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LOS OFICIOS DEL MONTE Y LA MADERA # Hachero Medidor, tronzador, trochador y cargador Gabarrero Resinero Peguero Descorchador Desmochador Ganchero o almadiero, raier Carbonero Piconero

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l aprovechamiento de los recursos que ofrecen los montes ha constituido una de las bases de las economías tradi-

cionales. Muchas poblaciones asentadas al pie de los bosques han tenido como principal modo de subsistencia los aprovechamientos madereros, ya sea a través de la corta de árboles o del uso de la madera, para obtener otros productos como resina, pez o carbón vegetal. La mayoría de estos oficios han desaparecido o se han transformado como consecuencia del uso de maquinarias, aunque algunos otros, como el de resinero, han adquirido un nuevo auge motivado por la crisis económica y la necesidad de encontrar formas alternativas de obtención de ingresos económicos.

# Hacheros Uno de los oficios que requerían fuerza física, destreza y adaptación a las exigencias del monte y a las inclemencias meteorológicas era el de hachero. Hasta que la evolución tecnológica permitió sustituir el golpe de hacha por la sierra mecánica, este oficio, principio de la industria y artesanía maderera, era imprescindible.

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en período de reposo vegetativo. Es en esta época del año cuando la savia no fluye, aspecto esencial para evitar pudriciones o debilidad en la madera cortada. Su trabajo consistía en talar los árboles y posteriormente retirar la corteza, las ramas y limpiar los nudos hasta dejarlos completamente limpios y preparados para la intervención de otros profesionales como los medidores y tronzadores. Cortar el árbol no era una tarea tan simple como comenzar a dar golpes de hacha. Los hacheros analizaban primero la caída del árbol, o mejor dicho, buscaban cuál era lo que ellos denominaban mejor caída. Efectuaban unos cortes iniciales que eran la base fundamental para guiar al árbol en su derribo y, posteriormente, mediante tronzador –una especie de serrucho largo-, o a golpe de hacha, talaban el ejemplar. De la buena o mala caída del árbol dependía el mayor o menor deterioro de la madera, y el mayor o menor daño sobre los otros árboles arrastrados con el derribo. Por supuesto, también dependía de esta pericia la vida de todos los que estaban a su alrededor. No todo era fuerza, la técnica y el buen hacer eran parte fundamental del oficio de hachero.

El hachero pasaba largas temporadas en el monte, y lo hacía en otoño e invierno, cuando los árboles se encuentran

Una de las tareas que requerían de mayor habilidad era la de retirar la corteza, lo que se denominaba desroñar. Para ello, los hacheros empleaban un hacha de doble filo. Por un lado, el hacha era ancha y por el otro, algo más estrecha. Con la parte ancha desprendían la corteza y con la otra cortaban nudos y deformidades del tronco hasta dejarlo limpio. Había que ser muy meticuloso, procurando eliminar la corteza sin

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LOS OFICIOS DEL MONTE Y LA MADERA

tocar la madera y, por supuesto, además de hábil, fuerte, porque aquellas hachas de doble filo no pesaban menos de 2 Kg.

tas y rápidas a las que solamente les falta fabricar el mueble y venderlo.

La parte del árbol que aún quedaba fijada al suelo también tenía su utilidad, se empleaba como leña para hacer fuego. Extraer el tocón tampoco era tarea sencilla. Primero había que quitar la tierra de alrededor y posteriormente cortar las raíces más fuertes del árbol hasta conseguir sacarlo por completo del suelo. Después, mediante cuñas y a golpe de mazo, se abría el tocón que se troceaba y convertía en piezas pequeñas y astillas.

Sin embargo, antiguamente, el monte se llenaba de oficios. A la labor de corte en sus diferentes fases se unía la necesidad del transporte y la carga. Los trochadores limpiaban las sendas o trochas por las que los animales de carga, guiados por los arrieros, iban a transportar los troncos que previamente habían sido subidos a los carros por los cargadores. En resumen, trabajo duro, pero trabajo para todos.

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Medidores y tronzadores

Gabarreros

Una vez que el hachero había talado y desroñado el árbol entraban en juego diferentes profesionales de la madera. Uno de ellos era el medidor, encargado de marcar en cada pieza las medidas en que debía trocearse, o lo que es lo mismo, la longitud de las trozas. El encargado de llevar a cabo la nueva tarea era el tronzador, que ya dejaba los árboles definitivamente cortados en trozos más pequeños.

Aunque la palabra gabarrero se considera autóctona de la Sierra de Guadarrama, lo cierto es que el término gabarra se refiere a una embarcación pequeña y chata utilizada para la carga y descarga en los puertos. Haciendo un ejercicio de imaginación, la gabarra se transforma en el centro de la Península en un equino o en un carro tirado por bueyes. Es así como le encontramos más sentido al origen de la palabra que define a este oficio.

Con el transcurso de los tiempos esta diversificación del trabajo se fue perdiendo, hasta nuestros días en que muchas de estas labores son realizadas por una maquinaria dirigida por un solo hombre y que maneja los troncos, los desroña, carga y apila en cuestión de minutos. Unas máquinas perfec-

Hoy en día, esta profesión ya sólo figura como reivindicación en las fiestas de algunos pueblos de la Sierra de Guadarrama, especialmente en la vertiente segoviana, y con mayor renombre en la localidad de El Espinar.

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LOS OFICIOS DEL MONTE Y LA MADERA

También conocidos como jornaleros del monte, los gabarreros se encargaban de limpiar el bosque de ramas secas, árboles caídos, troncos muertos, etc. Se trataba de un trabajo muy duro que permitía el aprovechamiento de la madera para usarla como leña, a cambio de muy poco dinero. Transportaban la madera con ayuda de burros, mulas, caballos o incluso carros tirados por bueyes.

La jornada gabarrera concluía al final del día, de noche, en condiciones meteorológicas terribles, en pleno invierno, a veces en medio de copiosas nevadas. Después, la leña se vendía para consumo doméstico, aunque en algún caso, como el de los gabarreros de Valsaín –Segovia-, el destino de sus recogidas era más especializado, se empleaba como combustible para la Real Fábrica de Vidrio de La Granja o la Fábrica de Loza de Segovia.

En algunas localidades, los gabarreros sólo transportaban la leña que cortaban los hacheros, aunque esta labor más profesionalizada era propia de los cargadores. Lo gabarreros, en sentido estricto, acudían a primeras horas de la mañana al monte en compañía de su equino y después de varias horas de difícil trayecto, abordando la peligrosa orografía de la montaña, iban cortando y recogiendo la madera muerta. La colocación de la misma sobre el animal –mula o caballo, en la mayor parte de los casos- era otra de las dificultades para llevar a buen puerto el jornal del día. Había que llevar la mayor cantidad posible de leña y además había que colocarla sobre el animal de la forma más firme y segura, para que en la arriesgada bajada de la montaña éste no perdiera el equilibrio y acabara barranco abajo. Catástrofe total para el gabarrero que perdería así jornal y animal. Además, había que esquivar otros tantos peligros de la naturaleza del pinar como los trampales o tollas, una especie de ciénagas formadas por la acumulación de agua tras las lluvias o las nevadas, en las que si caía el gabarrero o el animal, era imposible el rescate por sus propios medios.

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# Resineros La extracción de resina está asociada a la propia existencia del ser humano. Por su condición de impermeabilizante, la construcción de embarcaciones no puede entenderse sin el uso de la resina y la pez –sustancia producto de la cocción de la resina-. Las viviendas construidas de madera se aislaban del agua por medio de la resina. La iluminación artificial tiene su origen en las antorchas y teas que se servían de este pegajoso producto como combustible. Incluso la guerra encontró en la resina un medio implacable de ataque y defensa. La resina y la pez, ardiendo en forma de bolas de fuego, teas incendiarias o ánforas lanzadas en catapultas, fueron en la antigüedad las armas más eficaces y devastadoras. Posteriormente ha sido fundamental en la industria química. La trementina, el aguarrás, los perfumes, pinturas, barnices,

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LOS OFICIOS DEL MONTE Y LA MADERA

adhesivos y una innumerable serie de productos tienen su fundamento en esta sustancia extraída principalmente del pino.

Almansa, en Albacete; y Coca, en Segovia. La Guerra FrancoPrusiana paralizó la actividad resinera de Francia, lo que permitió aumentar las exportaciones españolas y la creación de nuevos centros resineros de gran importancia en Olmedo, Valladolid; Cuellar, Segovia; Mazarete, Guadalajara; Las Navas del Marqués, Ávila; o Avilés en Asturias.

La importancia de la resina determinó que el oficio de resinero fuera muy valorado. Muchas personas, pueblos y mancomunidades de la península Ibérica, especialmente de la zona central, han crecido y vivido gracias a este producto natural. La decadencia del oficio vino asociada a la importación de resinas más baratas de otras zonas del mundo y a la creación de resinas sintéticas. Actualmente, el de resinero es uno de los oficios que está resurgiendo, seguramente impulsado por la acuciante crisis económica y el desempleo, que obliga a retomar trabajos en desuso como un resquicio donde encontrar fuentes de ingresos. La labor del resinero se iniciaba en los meses de primavera, cuando los pinos, como el resto de la vegetación, se encuentran en período de actividad y la savia fluye por los troncos. Terminaba cuando el otoño inducía en el árbol el descanso vegetativo, que se prolongaba hasta la siguiente primavera. Cada resinero explotaba una mata o grupo de pinos formado por unos 4.000 o 5.000 ejemplares. Las matas se asignaban por sorteo y suponían trabajo fijo durante los cinco años siguientes, que eran los que duraba la explotación.

A estos siguieron otros en poblaciones de Burgos, Soria, Ávila, Valladolid y Segovia, entre otras provincias. Inicialmente, el método de extracción de resina era algo tosco. El resinero practicaba diferentes cortes en el tronco del pino para que la resina fluyera en abundancia. En el suelo se hacía un agujero que se forraba con hojas y musgo y simplemente se esperaba a que se llenara con la resina que escurría desde el tronco. La resina se recogía desde el agujero con una pala y se vertía en cubos de lata o madera. El contenido de los cubos se trasladaba hasta unas grandes tinajas llamadas pegueras o alquitaras. Esta operación se llevaba a cabo cuatro o cinco veces por temporada, practicando los cortes cada vez más arriba del árbol, que acababa muriendo por el exceso de cortes y sobreexplotación. Además, la resina recogida estaba impregnada de tierra, hojas y suciedad, y gran parte de ella se perdía filtrada entre las paredes del agujero o se resecaba y evaporaba en el largo trayecto que recorría desde las incisiones más altas hasta el suelo.

La industria resinera española se inició a mediados del s.XIX, en 1843, en la localidad burgalesa de Hontoria del Pinar, llegando a existir por entonces importantes centros neurálgicos de la actividad como Hornillo, en Valladolid;

Para paliar estos defectos y, fundamentalmente, evitar el deterioro de los pinares, se impuso el denominado método Hugues, empleado en Francia. Los cortes se practicaban

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usando un método menos dañino, situando justo debajo de ellos una vasija –a la que en España se denominaba pote-, en la que se precipitaba la resina a través de una chapa cóncava, dispuesta entre el corte y la vasija. Este método, denominado “aprovechamiento a vida”, era la contraposición al tradicional, llamado “aprovechamiento a muerte”. No solamente permitía obtener más beneficios, ya que se aprovechaba con limpieza toda la resina extraída, sino que aumentaba la vida del pinar. Sin embargo, a nuestros resineros les costó adaptarse al sistema, prefiriendo el viejo “aprovechamiento a muerte”. Finalmente, comprobaron que el método francés era mucho más rentable, algo que sin duda les convenció para terminar empleando el método Hugues.

mascar al polvo que emplean los escaladores para untar en sus manos y conseguir mayor agarre, pasando por lacas, pegamentos, barnices, aislantes y multitud de productos que necesitan fijación y adherencia.

A mediados del s.XX se estableció un nuevo sistema de resinación llamado “de pica de corteza con estimulantes”, en el que se impregnaba la herida practicada en el pino con ácido sulfúrico –líquido o en pasta- para estimular el sangrado del árbol. El ácido actuaba a modo de anticoagulante. Con este método no era necesario hacer incisiones tan profundas ni tan numerosas, se necesitaba menos esfuerzo físico y se aminoraba el deterioro del tronco, que podía ser talado y usado como madera cuando se agotaba el aprovechamiento resinero.

Un áspero trabajo el de los resineros, que pasaban jornadas enteras en el monte, si es que no pernoctaban en el mismo durante la temporada de resinación. A los peligros propios de la profesión, donde no eran extraños los cortes y las caídas, se unía la temible procesionaria del pino, aunque por fortuna el pino resinero, Pinus pinaster, que ha sido la especie predilecta para la resinación, no es la más infectada por este lepidóptero, cuyos pelillos urticantes pueden causar ceguera permanente, y siempre un desagradable e inolvidable recuerdo en forma de picor y escozor.

! Pegueros En relación directa con el pino y la resinación se encontraba uno de los oficios ya extinguidos, el de peguero, pezguero o pezero.

La resina extraída en los pinares españoles tenía como destino final la destilación y obtención de aguarrás y colofonia. El aguarrás es un conocido producto usado, entre otras cosas, como disolvente de pinturas. La colofonia, llamada pez de Castilla, es una pasta endurecida de color ambarino que se emplea en multitud de productos que van desde la goma de

Del mismo modo que los gabarreros sacaban partido al monte después de las cortas de los hacheros, los pegueros hacían lo propio con los restos de la resinación.

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Su trabajo consistía en recoger los llamados testellones, o lo que es lo mismo, pegotes de resina que había sido derramada al suelo


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