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ENTORNO MACROECONÓMICO
ENTORNO MACROECONÓMICO
Durante el 2012, los bancos centrales alrededor del mundo combatieron agresivamente los efectos negativos del proceso de reducción de deudas y de ajuste fiscal en las economías avanzadas.
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El proceso más importante detrás de la gestación de la crisis financiera internacional de los años 2008 y 2009 fue la excesiva acumulación de deuda del sector privado en las economías desarrolladas. Muchas familias se endeudaron por adquirir viviendas que no podían pagar; muchas empresas, especialmente en el sector de bienes raíces, gestionaron préstamos para construir viviendas de forma masiva; y muchos bancos, a su vez, tomaron deudas con el fin de proveer el financiamiento requerido.
Dicha situación llegó a su fin cuando las familias y las empresas no pudieron cumplir con los pagos asumidos, lo que devino en grandes pérdidas para los bancos. Como resultado, estos debieron reestructurarse y la constante reducción del crédito a nivel global detonó en un proceso de contracción económica generalizada.
Para contrarrestar los efectos de esta crisis financiera, los gobiernos alrededor del mundo se embarcaron en planes agresivos de estímulo fiscal, a pesar de que varios de ellos tenían ya sus cuentas públicas en déficit y altos niveles de endeudamiento. La acción simultánea de los gobiernos fue efectiva; sin embargo, la medida deterioró más sus cuentas fiscales e incrementó sus deudas.
A partir de allí, desde finales de 2009 hasta el 2012 se ha observado un esfuerzo del sector privado en las economías avanzadas por reducir su endeudamiento a través de la práctica del ahorro. Así, las familias han moderado significativamente su gasto de consumo; las empresas han reducido sus planes de inversión y de contratación de personal; y los bancos han disminuido el otorgamiento de créditos de forma considerable.
De esta manera, en 2012 el desempeño de la economía mundial ha sido determinado por dos procesos simultáneos: por un lado, se produjo la continuación de la reducción de deudas en el sector privado de los países avanzados, que genera un crecimiento lento con riesgos permanentes de recesión; y por el otro, existió la necesidad de los gobiernos de estas economías de reducir sus altos niveles de endeudamiento.
En forma paralela, las acciones coordinadas de los bancos centrales del mundo permitieron aminorar las presiones recesivas que ejercía el proceso de reducción de deudas sobre la economía mundial. Las medidas de los bancos centrales inyectaron liquidez al sistema financiero, lo que aumentó la predisposición de las instituciones financieras a prestar con menores tasas de interés. Debido a que su endeudamiento era aún alto, el sector privado no aprovechó estas tasas bajas para tomar más préstamos, sino que las utilizó para refinanciar su deuda existente. La abundancia de liquidez en el sistema financiero incentivó a los bancos a demandar bonos emitidos por gobiernos con cuentas fiscales frágiles, con los cuales estos pudieron financiar su déficit.
El 2012 fue definitivamente el año donde la crisis fiscal europea acaparó titulares, aunque casi siempre por malas noticias.
Aunque la crisis europea genera incertidumbre en la economía mundial desde hace tres años, el 2012 fue particularmente intenso para Europa, a pesar de que el año inició con cierta sensación de calma. Entre noviembre de 2011 y febrero de 2012, el Banco Central Europeo (BCE) aplicó dos rondas de inyección masiva de liquidez, lo que permitió reducir el riesgo de crisis en el sistema financiero europeo. Así, las perspectivas de crecimiento para la economía mundial comenzaron a mejorar en los primeros meses del año.
Lamentablemente, este naciente optimismo duró muy poco. Aunque en los mercados financieros europeos se observaba tranquilidad tras los anuncios del BCE, los datos económicos de producción, empleo y confianza empresarial de la
eurozona continuaron empeorando. Parte de este deterioro se explicó por el agravamiento de la crisis inmobiliaria experimentada en la economía española, la cual se tradujo en fuertes pérdidas para las instituciones bancarias de ese país. Estas pérdidas generaron el temor de una crisis financiera que no podría ser contenida por el gobierno español ante la fragilidad de sus cuentas fiscales.
Adicionalmente, el aumento de la incertidumbre respecto del cambio de gobierno en Grecia incrementó la probabilidad de que este país salga de la zona del euro en el corto plazo. Con ello, los mercados financieros a nivel global volvieron a experimentar incertidumbre.
Recién en junio de 2012, se formó un gobierno de coalición en Grecia que se comprometió a seguir aplicando medidas de ajuste para poner sus cuentas fiscales en orden. Además, las autoridades europeas acordaron poner a disposición del gobierno español fondos que le permitiesen recapitalizar su sistema bancario.
Estas medidas aliviaron las tensiones en los mercados financieros sólo por poco tiempo. El temor respecto de que un rescate similar fuera necesario para una economía grande y con altos niveles de endeudamiento, como la italiana, elevó la tensión y llevó a las autoridades monetarias europeas a tornarse aún más agresivas con el anuncio de un programa de inyección ilimitada de liquidez. Dicho programa redujo la percepción de riesgo de crisis financiera en la eurozona desde agosto de 2012 hasta finales de año.
En el 2012, al riesgo casi permanente de una recesión en Estados Unidos, observado también en años previos, se sumó una gran preocupación por la sostenibilidad de sus cuentas fiscales.
A finales de 2011, la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) anunció un plan de inyección de liquidez que buscaba reducir las tasas de interés de largo plazo, especialmente de créditos hipotecarios. El objetivo era facilitar el refinanciamiento
de deudas de las familias estadounidenses. Tras el anuncio, se observó una reducción significativa de la percepción de riesgo de recesión en esta economía.
Sin embargo, a partir de marzo y hasta mediados de 2012, la alarma de recesión en el país norteamericano se reactivó debido al nerviosismo sobre la situación del sistema financiero europeo y la continuidad de la reducción de deudas del sector privado. Esta sensación de incertidumbre fue revertida a mediados de 2012 a través de una extensión del programa que la FED había anunciado a finales de 2011. Sin embargo, ante la continuidad de los signos de persistente debilidad económica, la FED adoptó una medida más agresiva a finales de 2012: la implementación de un programa de inyección ilimitada de liquidez.
Tras el anuncio de la FED, la percepción de riesgo de recesión se redujo temporalmente. Faltando pocos días para finalizar el año, Estados Unidos se convirtió nuevamente en una fuente de dudas para la economía mundial. A finales de 2012, una serie de exoneraciones tributarias, así como estímulos de gasto público, expirarían simultáneamente. Para evitarlo, el Congreso norteamericano debía alcanzar un acuerdo para prorrogarlas por un año más. Así, un posible desacuerdo en el Congreso respecto de estas medidas amenazaba con generar una recesión. Finalmente, el primer día útil de 2013 se llegó a un acuerdo, que mitigó el impacto completo del ajuste fiscal automático, pero a costa de generar incertidumbre en los mercados financieros durante todo el mes de diciembre.
A diferencia de años pasados, durante el 2012 China no fue la esperanza de la economía mundial. Enfrentó riesgos altos de experimentar una desaceleración abrupta en su economía.
La debilidad económica observada en el 2012 en Europa y Estados Unidos afectó a uno de sus principales socios comerciales: China. La fuerte desaceleración de sus exportaciones (especialmente hacia los países europeos) y las medidas gubernamentales de enfriamiento de su mercado inmobiliario, adoptadas con el fin de evitar burbujas en dicho sector, causaron temor por una abrupta desaceleración de su economía. De hecho, el PBI chino creció en términos
anuales 7.4% en el tercer trimestre de 2012, la menor tasa de los últimos cuatro años.
La alerta se mantuvo hasta dicho periodo, cuando la economía china mostró señales de re aceleración gracias a las medidas de estímulo aplicadas por sus autoridades. Por el lado fiscal, se implementó un programa de inversión, especialmente en infraestructura ferroviaria; en la parte monetaria, el banco central aumentó la liquidez en el sistema financiero a través de reducciones de los requerimientos de encaje.
A pesar de todo lo descrito anteriormente, los indicadores financieros cerraron el año con resultados positivos: la bolsa de Estados Unidos cerró con una alza de 13.4% (S&P 500), las bolsas de Europa se incrementaron en 14.9% (DJ STOXX 50) y las bolsas de Asia (Shanghai Composite) aumentaron en 3.2%.
Al igual que los indicadores bursátiles, las cotizaciones de metales industriales también revelaron alzas significativas. Los precios del cobre y del zinc aumentaron en 4.8% y 11.3%, respectivamente. Por su parte, los metales preciosos reflejaron la mayor incertidumbre con un aumento del precio del oro y de la plata de 5.6% y 6.2%, respectivamente. Finalmente, el entorno inestable y las políticas monetarias de la FED favorecieron la demanda de bonos del Tesoro norteamericano, cuyas tasas se redujeron significativamente en el 2012. En ese sentido, la tasa correspondiente a diez años pasó de 1.88% a 1.76%, mientras que la correspondiente a treinta años se incrementó ligeramente de 2.89% a 2.94%.
El 2012 fue el año en que la economía peruana avanzó con dos motores
encendidos, pero a velocidades marcadamente distintas.
Producto de las continuas inyecciones de liquidez de las autoridades monetarias de los grandes mercados, las tasas de interés de esas economías se mantuvieron en niveles históricamente bajos durante el 2012.
Por el contrario, las economías emergentes mostraron tasas de interés más altas durante todo el año. Estos mayores rendimientos generaron fuertes flujos de capitales hacia estas economías. En parte, dichos capitales fueron absorbidos por los sistemas financieros de estos países y, luego, redirigidos a las familias y empresas en forma de créditos. Esto permitió impulsar el consumo y la inversión de economías como la peruana. Por este motivo, aunque el entorno internacional se caracterizó por la inestabilidad a lo largo del año, el Perú no se vio severamente impactado. La demanda interna se convirtió en un motor que operó a toda máquina a lo largo del año con un crecimiento de 8%.
No obstante, las actividades más vinculadas a la demanda externa sí se vieron afectadas. En particular, el crecimiento del volumen de exportaciones peruanas se estancó en la segunda mitad de 2012, situación que no se presentaba desde el período 2008-2009. Aunque las exportaciones se convirtieron en un motor encendido “a media máquina” durante el 2012, el fuerte dinamismo de la demanda interna permitió que el PBI creciera por encima de 6.3% en el año, según estimaciones propias, un porcentaje ligeramente inferior al observado en el 2011 (6.9%).
Como consecuencia del entorno de elevada liquidez internacional y las buenas perspectivas de crecimiento local, la entrada de capitales hacia el Perú alcanzó niveles históricos. Este hecho generó que se mantuvieran las presiones apreciatorias sobre el nuevo sol, que cerró el año en S/. 2.55, por debajo de los S/. 2.70 reportado a finales de 2011. Además, estos flujos de capital permitieron que se conservaran excelentes condiciones de financiamiento para el gobierno, las familias y las empresas. El crédito creció alrededor de 16% y las colocaciones de bonos de empresas peruanas, tanto en los mercados locales como en los internacionales, alcanzaron máximos nunca vistos.
Ante la continua aceleración en el crecimiento del crédito, principalmente los créditos hipotecarios y de consumo, en el segundo trimestre del año, el Banco Central de Reserva (BCR) elevó las tasas de encaje en soles y dólares por tres meses consecutivos. Así, entre agosto y noviembre, la tasa de encaje aumentó
1.75 puntos porcentuales, alcanzando máximos históricos. Además, el BCR compró un monto récord de US$ 13,000 millones para frenar la continua apreciación del nuevo sol.
Por su parte, la Superintendencia de Banca y Seguros (SBS) modificó los requerimientos de patrimonio por riesgo de crédito de los bancos. De esta forma, a partir de 2013, los bancos deberán asignar mayor capital a exposiciones de ciertos segmentos de crédito, como los de consumo e hipotecarios. Asimismo, para controlar el excesivo flujo de capitales de corto plazo que pueden afectar la estabilidad del sistema financiero, la SBS redujo de 15% a 10% el porcentaje máximo del patrimonio efectivo que los bancos pueden sobrevender en dólares. Con esta medida, se espera que se encarezcan los préstamos, vía mayores tasas de interés.
A su vez, el Ministerio de Economía y Finanzas estuvo concentrado en mejorar la ejecución de la inversión pública. En ese sentido, a partir del cuarto trimestre del año, el gobierno decretó un aumento notable en el gasto público, principalmente en remuneraciones y bonos salariales para profesionales del sector. A pesar de este incremento, los problemas de ejecución de las inversiones y el aumento en recursos fiscales permitieron que el año cierre con un superávit fiscal de 2% del PBI. La deuda pública mantuvo su tendencia decreciente, y finalizó el año con un ratio de deuda sobre PBI de 20% y deuda neta sobre PBI de 4%, ambas en mínimos históricos. Esta solidez fiscal ha sido reconocida por las agencias calificadoras de riesgo, las cuales, en su mayoría, mantienen al Perú con una perspectiva positiva para mejoras futuras de calificación.
La inflación del país se situó en el 2012 dentro de las más bajas de la región. Cerró el año con una variación de 2.65%, luego de mantenerse gran parte del año por encima de 3%, el límite superior al rango meta del BCR. La dinámica del índice durante el año se explica principalmente por los precios de alimentos, en particular los de perecibles, que se estabilizaron en los últimos meses.