Gustavo Gall "El resto" Episodio Complementario

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“El resto” –un relato de Gustavo Gall Episodio complementario

Complementario 1: “Jamaica, no problem” Telli movió unas chapas que cubrían la puerta del galpón de los Peralta, mientras en la vereda, Pablina y Enzo se quedaron hablando junto al cadáver de la mujer zombie. Tras las chapas estaba el portón de madera con un enorme hierro cruzado en diagonal que el mismo Enzo fabricó para mantener cerrado el galpón. Solían acudir allí cuando necesitaban alguna herramienta porque el viejo Peralta tenía de todo. Sin embargo Telli no recordaba haber visto ninguna carretilla. Al entrar se encontró con Luca. Estaba sentado en el borde de la mesa en la que el viejo Peralta solía armar sus maquetas, como hobbie, una actividad que empezó a llevar a cabo obsesivamente después de haberse jubilado en la bulonera. Se quedó petrificado al verlo allí. Luca, que terminaba de fumar su cigarrillo, arrojó la colilla al suelo y, saltando desde la mesa, la aplastó de un pisotón. Se levantó las gafas espejadas sobre la cabeza calva y sonrió. -¡Ey, Chabón!- saludó enfáticamente. Llevaba puesta su campera de cuero sobre una camiseta blanca en la que se 1


dejaba leer: “Jamaica- No Problem”. Tenía los pantalones de jeans sucios y destrozados como si un perro se hubiese ensañado con ellos. Telli lo miró, con ojos de pánico, y no le devolvió el saludo. Las visitas de Luca nunca eran agradables para él. -¿Vamo a tomar una ginebrita?- dijo Luca. -No hay- murmuró Telli. Luca, sin dejar de sonreír amigablemente, extendió los brazos, echó un poco el cuerpo hacia atrás y, con las palmas de las manos hacia arriba, exclamó: -¡Ehhh! ¡Man! Telli cerró fuertemente los ojos y batiendo la cabeza como un loco repitió... -No estás... no estás... no estás... ¡ahora no, por favor! Luca se le acercó y lo detuvo... -¡Tranquilo amigo! Se te va a salir la cabeza. Telli respiró agitado y entreabrió un poco los ojos. Sentía la mano de Luca agarrándole el brazo. Era imposible ignorar una percepción tan real. -¡No me toques, Tano! ¡No me toques!- dijo con la voz temblorosa pero amenazante-. Vine a buscar una carretilla y me voy...- y los ojos furiosos desbordaron en lágrimas. -Bueno, bueno... yo no te molesto... solo te invitaba al bar... -No hay bares, Tano, no hay ginebra, no hay gente, no hay nada... el mundo desapareció... Luca estalló en una espontánea carcajada. 2


-Me acordaste a esa canción de The Cure... “No light, no people... no cars… no people…” decía algo y después no people... muy punk- comentó con ese jovial acento italiano y su perfecto dominio del inglés-. Ahí a la vuelta de la calle hay un bar que está siempre abierto y lo atiende un gordito que tiene un flequillo así... como una cortina. La otra vez fui y estaba sonando música de The Clash y el gordito me dice... -¡Basta!- lo interrumpió Telli tapándose los oídos. Lo miró con agresividad, lo empujó para apartarlo de su camino y avanzó unos pasos dentro del galpón. Luca, sin dejar de sonreír como un niño, levantó las manos y se mantuvo a un costado. -¡Ok, ok, man! Yo no te molesto… Telli revisó los rincones y exploró por todos lados. Había una sierra, una mezcladora, palas, rastrillos, picos, una masa... de todo, pero nada parecido a una carretilla. Luca volvió a intervenir... -Ahí al fondo, atrá de l´ puerta, hay un carro d´ madera. Telli miró en dirección a la puerta del fondo cuyos vidrios repartidos estaban oscurecidos con bolsas de nylon pegadas con cintas. Giró la llave y comprobó que el pelado le estaba diciendo la verdad. Desconfiaba siempre de sus aires burlones. Se trataba de un carro fabricado con maderas y enormes ruedas, como las de bicicletas de gran rodado. Luca le ayudó a liberarlo de la chatarra que tenía encima y también lo ayudó a sacarlo hasta la puerta, pero Telli no le permitió salir del galpón. Lo empujó hacia adentro y cerró el portón de madera y las chapas, mientras se escuchaba la voz del italiano protestando desde el interior del galpón... 3


-¡Man! ¡Voy a quedarme solito acá d´ nuevo! ¡Shit! ¡Dejame un pucho! -No fumo, Tano, ya no fumo- balbuceó. Tiró del carro hasta reunirse con los otros dos que lo estaban esperando. A pesar de que se había cubierto con la máscara Enzo advirtió el susto en sus ojos. -¿Para qué usarían este carro los Peralta?- preguntó Telli pretendiendo disimular. Pero Enzo lo conocía demasiado... -¿Telli, está todo bien? -Si, si... todo en orden... Se hizo un breve silencio. Telli intentó evitar el contacto directo con su mirada. Se lo veía intranquilo. -¿Seguro que estás bien?- insistió Enzo. Telli asintió moviendo la cabeza y levantando el dedo pulgar.

Complementario 2: “Homophila” -¿Para que atrapaste a esa zombie?- le preguntó Pablina a Enzo mientras observaban como el cuerpo se quemaba. -Curiosidad científica, ya lo dije. -Esa sería una explicación correctamente política, pero en el fondo sabemos que no es eso. -Sí, sí es eso. -No, no lo es.- retrucó ella-. Su inferioridad de condiciones te habilitó a ejercer una forma macabra de 4


venganza. Querías que padeciera y para sentirte conforme, para saciar eso, la única posibilidad era presenciando su sufrimiento. La idea de que se muriera por ahí de todos modos, sin verlo y sin percibirlo, no te servía. -¿Qué sabrás vos? -Es eso- aseguró la muchacha-. Sabés perfectamente que la herida que te provocó es mortal, y que no tenés chance, y te da bronca que un rasguño de nada tire a la mierda tanto esfuerzo y tanto trabajo. Yo también querría vengarme. No le disparaste porque un disparo iba a cortar con el proceso justiciero de la venganza. -Estás hablando al pedo. Vos no me conocés y no sabés nada de mí. De hecho deberías estar agradecida de que yo te permitiera estar con nosotros. Pablina dejó escapar una risa embutida en su máscara. -Esa es otra... Mirá, Enzo, yo me las arreglo perfectamente sin vos y sin tu amigo, y sin una “Madriguera”, y vos lo sabés muy bien. Pero lo que pasa es que... en el fondo... sabés que te queda poco tiempo... necesitás dejar las cosas en orden. Te sentís responsable de tu amigo y yo soy tu única opción. -¡Engreída! -Es así. Yo estoy acostumbrada y preparada para sobrevivir. Tu amigo Telli no tendrá posibilidades cuando vos no estés. Enzo permaneció en silencio mirando la fogata. A través de las brillantes llamaradas se veía el cuerpo de la mujer zombie incandescente. 5


-El tipo ese... Ignacio, y vos, no son nada de los Ayala ¿verdad? -No. Apenas los conocimos- respondió Pablina sin rodeos. -¡Lo sabía! Me di cuenta desde el momento en que él abrió la boca. Las hijas de los Ayala eran cinco y no tres, y el padre no tenía hermanos. -Ignacio supo que lo descubriste. Cuando me llamó para despedirse lo único que me dijo fue que tuviera cuidado con vos. -¿Qué hacían en esa casa? -Refugiarnos, como todos. Sobrevivir.. Teníamos que llegar al centro, a la Capital, estábamos cansado y pasamos por acá y entramos al pueblo por comida y provisiones. Descubrir refugios y “Madrigueras” es nuestra especialidad. Del mismo modo que encontramos el escondite de esa familia hubiésemos descubierto tu super-bunker- explicó la chica. -¿Y qué hicieron? ¿Los asaltaron? -¿Querés saber la verdad?- preguntó Pablina encarándolo desafiante. Enzo asintió moviendo la cabeza. -Mirá como están las cosas y como se torció todo. No hay lugar para la piedad ni para los buenos modales. Esta Horda que apareció, de la cual pertenecía esta hembra...- y señaló al fuego- ...nos venía persiguiendo a nosotros. Nos estaban pisando los talones. Cuando entramos en la casa de esos Ayala, sacamos a toda la familia del refugio y nos metimos nosotros. No había sitio para todos. En el forcejeo y la lucha uno de los zombies lastimó a Ignacio, que, por 6


cierto, ya a estas alturas, habrás deducido que no era mi tío. Fue mi compañero de misión. Todo esto sucedió tres días antes de que vos y tu amigo aparecieran por ahí, curioseando. La Horda estuvo deambulando por las calles, y los Ayala ocultándose donde pudieron hasta que pretendieron volver a su casa y allí fueron fatalmente interceptados por los zombies. Esta hembra que te rasguñó debió haber quedado encerrada ahí, en el correo, por accidente, dos días antes de que se la encontraran ustedes. Enzo guardó pensamientos.

silencio.

Trataba

de

ordenar

sus

-Dijiste algo de una misión... ¿Qué misión? -Ahora viene la verdad de la milanesa... Espero que estés preparado para entender esto, y te repito la advertencia... yo voy a continuar con lo que tengo que hacer, sola o acompañada. Si intentás impedírmelo, te reviento. La única opción que tiene tu compañero Telli, soy yo. Por lo tanto tené mucho cuidado con lo que intentes. Si realmente lo querés y respetás su vida no vas a intentar joderme. ¿Queda claro? Enzo hizo caso omiso a su advertencia... -¿Qué misión?- insistió con un tono de estar perdiendo la paciencia. -Pertenezco a un grupo de supervivientes que, con otros grupos, trabajamos en un proyecto en común llamado “El resto”. Los individualismos no nos han servido para nada y definitivamente, los seres humanos, somos animales sociales. Juntos, los grupos de supervivencia, podemos revertir esto. Nos llevará mucho tiempo, pero eso no importa. Cada grupo tiene una función, y el mío, al que pertenezco, está 7


exclusivamente designado al tráfico. Nos conectamos con otros grupos aliados para transportar los elementos que se necesiten a favor del “El resto”. Ignacio no te mintió cuando te habló del Doctor Parodi... El Doctor Schwarts, el especialista Dafuncci... la vacuna Hb76... Todo eso es cierto. La fundación trabaja en el antídoto certero, la vacuna existe. Todo lo demás es verso. Lo que hacen los otros laboratorios son solo pruebas de exterminio con otros fines que desconozco. Por eso es que te dije que tu hermana se dirige a una trampa si su grupo va al Norte. Pues bien, nosotros, los traficantes o ruteros, como quieras llamarnos, hacemos estos viajes todo el tiempo. Ahora me dirijo a la Capital y llevo unas muestras fundamentales. -¿Muestras de qué?- preguntó Enzo tratando de ordenar tanta información en su cabeza. -Moscas. -¿Cómo que moscas? -Si. Moscas de la fruta... Drosophilas... Cuatro pares de cromosomas, setenta por ciento de compatibilidad con el genoma humano, casi todas las enfermedades de los mamíferos y el cincuenta por ciento de secuencias proteínicas... Como tenemos este antecedente análogo y un ciclo de vida corto, son los animales que van a salvarnos el culo. ¿Porqué te creés que estas moscas desaparecieron rápidamente? Las moscas que veas en los cadáveres no nos sirven- explicó Pablina-. “Homophila” es la base de datos que estudia la genética humana homóloga en estas moscas de la fruta. Son muy difíciles de encontrar. Hay un laboratorio de genética de biología evolutiva en la Provincia de Tucumán que nos proporcionaron las cepas inmunizadas. 8


Laurier es un canadiense que consiguió revertir la viruela después de cuarenta generaciones perfeccionadas de Drosophilas. Ahora tienen pensado mudar el laboratorio a la Capital, pero, mientras tanto, el equipo del Dr. Parodi va a adelantar trabajo. Yo traigo esas cepas en un krio-envase hermético que está escondido en una parte de este pueblo. Escondimos las pruebas fundamentales apenas llegar, antes de que nos sorprendiera esa Horda ambulante. Mi misión, y esta es la respuesta a tu pregunta, es hacer que esas cepas lleguen a su destino, cueste lo que cueste. Enzo volvió a quedarse en silencio. Aunque no terminaba de comprenderlo todo, aquello que acababa de soltarle Pablina tenía bastante sentido y había algo esperanzador de fondo. Se sintió ridículo al intentar competir con ella. Sin dudas la muchacha era una caja de sorpresas y su vida tenía mucho más sentido que la suya. -Sabía que había algo...- murmuró-. Me di cuenta por el modo en el que ejecutaste a ese zombie y en tu manera de dar ordenes. -Esto ya está- dijo Pablina arrojando el último chorro de combustible a la fogata-. ¡Volvamos! Enzo se ocupó de empujar el carro y finalmente lo abandonó en una de las esquinas de la plaza. Avanzaron de regreso a la Madriguera. Daban por supuesto que Telli ya estaría limpiando la habitación que sirvió como celda para la mujer zombie, y pensaban ayudarle a terminar con la faena. -Supongo que habrá muchos intereses de por medio y que tendrán enemigos y esas cosas...- reflexionó Enzo que seguía dándole vueltas al asunto-. Por algo manejan todo con un cuidado casi de espionaje. ¿Me equivoco? 9


-Todo esto, desde el principio, fue organizado con fines especulativos, Enzo...- dijo Pablina-. Seguramente alguien creó la viruela y el antídoto. Ya sucedió antes, no es nada nuevo. Ya hubo quienes manipularon la Influenza, el HIV, y tantas mierdas de esas. Pero esta vez algo salió mal y todo se torció, porque hubo un añadido inesperado... “las cenizas”. El accidente de Lamulia fue como veinte Chernobiles juntos y nadie estaba preparado para eso. -Igual no sabemos que está pasando en otros países- dijo Enzo con cierta esperanza-. Seguro que en Norteamérica, en Europa, en algún lado tienen otras expectativas. Paulina detuvo la caminata... -Mirá a tu alrededor, Enzo... ¿te parece que debería importarnos lo que esté pasando en otros lados? Para nosotros, ahora, así, incomunicados del mundo, somos los últimos ejemplares de una especie que se extingue. Estamos solos, huérfanos, aislados, sin recursos. El planeta pareciera estar sacudiéndose las pulgas. Por primera vez en la historia tenemos que arreglarnos y hacer algo por nosotros mismos. ¿Qué pasó hasta ahora? Nos despedazamos. Lo que hacen esas bestias a las que llamamos zombies es la esencia pura de lo que somos. Enzo se quedó pensativo. Reanudaron la marcha. -Pablina... ¿qué tenés pensado hacer con Telli cuando yo...? -Lo voy a cuidar, no te preocupes...- lo interrumpió-. Me va a venir bien porque necesitaré compañía y charla. Le contaré sobre todo esto de lo que te hablé y trataré de persuadirlo para que se una a nosotros. 10


Continuaron caminando unos metros hasta que vieron ese foco de luz que se movía nerviosamente en medio de la calle. Pablina desenfundó el arma. Enzo, al verla, hizo lo mismo y se abrieron, separándose uno para cada vereda. Se movieron agazapados como soldados. Distinguían la figura de un hombre que sujetaba el foco de luz. Se detuvieron a observar. Entonces la silueta humana empezó a gritar... -¿Dónde estás? ¿Adonde te metiste ahora? ¡Tano! Enzo, de inmediato, reconoció la voz de su compañero y advirtió a Pablina para que no disparase... -¡Tranquila! Baja el arma. Es Telli.

Fin del Episodio complementario

“El Resto” por Gustavo Gall (Relato de ciencia ficción futurista, por entregas en episodios cortos) -Novena Entrega: Episodio Complementario (11 páginas) Codigo de Registro 1212194222680 A.R.Ress Int. Copyright- Gustavo Gall Febrero de 2013.

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