AGUACALMA POESÍA
Daniel Blanco Durén
HEBEL
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Daniel Blanco Durén AGUACALMA POESÍA HEBEL
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AGUACALMA POESÍA Daniel Blanco Durén
HEBEL ediciones Arte-Sana | Poesía 5
AGUACALMA | POESÍA © Daniel Blanco Durén, 2015. © HEBEL Ediciones Colección Arte-Sana | Poesía Santiago de Chile, 2015. www.benditapoesia.webs.com Qué es HEBEL. Es un sello editorial sin fines de lucro. Término hebreo que denota lo efímero, lo vano, lo pasajero, soplo leve que parte veloz. Así, este sello quiere ser un gesto de frágil permanencia de las palabras, en ediciones siempre preliminares, que se lanzan por el espacio y tiempo para hacer bien o simplemente para inquietar la vida, que siempre está en permanente devenir, en especial la de este "humus que mira el cielo".
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PRIMER CAPÍTULO
IDENTIFICAT
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Gotas de Arena Soy el mar el viento que crece no he pretendido ser más. Soy el que llaman mensajero que vuela sembrando el fondo oceánico. Soy todo eso Azul Intenso Rodeado de olas Sin tiempo. Vertí mi sueño más fino en la inmensidad de los cielos eternos. Soy la gota más profunda un soplo de fuego marino. Mis manos esconden secretos que puedo cantar en palabras. Si bien fui sólo arena del mar 9
un quásar de luz y sal me hizo creer en el alba. Luego me transformé en un río subiendo al sol un poema del árbol caído. Pero caer ya no importa más. Mi beso se hizo al vuelo cogió aliento en ciertas almas. Y pasaste un día frugal del que no puedo olvidarme. Caminaste como siempre Pero pasó que me retrataste con el pincel de tu mirada. Una noche sentenciaste y llovía mi expresión: Tú eres la poesía que Dios hizo persona. Se eclipsaron mis latidos. Mis ojos hicieron olas. Me perdí por un segundo en el decreto de tu boca 10
en tus ojos de laguna en tus palabras y lo que evocan. Se evaporó el tiempo al instante al saber que eras mi idioma. Marqué mi libro sagrado con la esencia de tus olas. Desaparecí a todas las cosas. Me monté sobre una aurora y pinté los boreales del planeta. Deshice fábricas bajo cascadas Transformé edificios en torres de libros de colores llenos de frases imaginarias. Me dejaste caer la bendición de tu bufanda. Y ungiste mi destino con la canción de las palabras Esperaré el exacto minuto cuando vengas a deshora. Te daré aquel día hechizos
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que disuelvan todas las tempestades. Y cuando pase el temporal te contarĂŠ que me salvaste. Te rodearĂŠ feliz entre mis brazos con sur de magia respiro y miel de mar. Somos dos gotas de arena y Dios cuida el arenal.
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Azul Soy el mar el viento un ángel vestido de azul que vuela desde el fondo del océano. Azul profundo intenso rodeado de olas en inmensidad de caricias náuticas Soy la insondable humedad un hechizo marino de la creación. Mi alma contiene delfines correteando las crestas blancas. Mi alma esconde niños azules también corriendo entre el agua salada. Soy la sal un alado delfín soy el ángel de agua y el dragón.
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Ă brase mi pecho en mares que en mis alas vuela el sol.
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Otro Busco el océano inmenso oculto en tus ojos de niña. Mojas mis pies en otras olas y dejas tu aroma en mi piel. Es el amor el mar vestido de seda de agua. Hoy me convertí en otros ojos e hice tu pecho correr. Recuerdo haber sido otro pero ahora eres parte de mi calma. Mira en mis hojas la evolución de mis latidos. En mis helechos de agua salada. Léelo en mis ojos nuevos si no soy otro arribando desembárcate de mi pecho. Abraza a la primera nube que pase y cuéntale a todos que vas a volver. Mira el desorden en la cama de tus pensamientos
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esta tormenta de amor ya no tiene fin. Escucha al tiempo. El latido del reloj ya no es el mismo. He cambiado los espejos nada sigue igual. Busco quedarme desnudo envuelto tan s贸lo en tus manos. Pero no cabe mi respiro. El sol y el mar son quienes limpian mi fuego y mientras intento hacer tu pecho nacer.
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Recostada en mi esencia Viniste al mar a beber de mis alas y te quedaste allí recostada en mi esencia. Viajé por el tiempo directamente a tus mares a pronunciar en secreto el aroma de tus labios. Y tu boca exhalaba olas de la mía. Reíamos juntos por eternidades pero te extraviaste. Vi tus ojos en el océano. Desorientados en el alcohol de las situaciones en el escenario de mis deleites en el horizonte lejano de un fantasma inexistente. Y entonces ocurrió lo insospechado. Una mariposa 17
escapó de tus manos y desataste todas las tormentas. Vino la reacción volcánica e incendiaste los bosques en el fondo del mar. Una pieza perdida en el rompecabezas y sobre la copa de agua desatado el huracán. Debí desaparecer limpiándome el pecho sacudiendo mi estadía en la intemperie con la lluvia evidente que lanzabas sobre mi rostro. Me asediaste hasta salir del agua sólo para hundirme en mi propio reflejo. Y decidiste quitarle el valor a todo lo que no controlabas. Me empujaste hasta la puerta del puente para emprender el vuelo 18
de una vida prodigada y escribir esta reseña mordida de extravío. Vuelvo a mi bosque urbano en paz y sonriendo porque ella descansaba recostada en mi esencia. La estela ingrávida que selló tu abrazo con un susurro envuelto en silencio Es un dejo de decepción en la argamasa. Se fragmenta la calma el agua del alma. Vaporicé los colores y los sentidos y desterré de mí el perfume de tu risa.
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El silencio de tu boca Besó tu boca mi palabra y la dejé anclada en silencio. Y sin que tú supieras me hice poesía y me robé tu beso. Y tus labios degustaron el sabor de mi mirada y guardaron el secreto que ocultaba yo en mi pecho. Ahora alcanzo a ver tu húmeda expresión de ángel y esa cálida canción de tu boca enmudecida. Pero no niegues a mis ojos esa fragua de tus labios pues si yo me hice beso es porque tú me dabas vida. Besó tu boca mi pecho más tú no te diste ni cuenta.
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Porque sĂŠ te encerraste en tu piel a calmar esa dulce tormenta. Y fui rocĂo en tus ojos y fui caudal en tu tierra mientras a mĂ me mataba el silencio de tu boca en la eterna espera.
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Poemareas I Dame un beso de mares, de rojizos oleajes de fuego. Vísteme de tu boca y canta de nuevo a mi oído. Déjate que mi agua cubra tu ser por completo. Deja que ahogue tu boca hasta ya no poder respirar. Busca de dónde salen estas húmedas gotas marinas y vístete de mis olas, desvístete de mi sal. Nos hicimos a la mar simulando oleajes de seda. El océano brotó en tu pelo cargado de marea sagrada. Cantó tu suspiro en la brisa, y la lluvia cayó en mi boca al temblor de tus labios.
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II Le doy un beso a tu risa vestido de adolescente. Desnudo mis labios de hablarte y parece que vuelvo a ser. Dame un beso de mares de tu universo excĂŠntrico y deja que el fuego abrace, sin prisa en el sol sin tiempo. Dame un beso de mares, de rojizos oleajes de fuego. VĂstete de mi boca y escucha mi canto de cielo.
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III Prometo que me sumergí en tus ojos en un planeta saciado de oleaje. La barca de tu sonrisa y tus lunas hipnóticas anhelaban sumergir mi nombre. En tus aguas siempre que fuera en tus aguas. La oscilación en el mar me hizo pensar en tormentas y descifrar las partículas de tu hambre de agua salada. Luego tu ondulante movimiento y esa danza oceánica de tu cintura enmudecida que no paraba de llamarme. De apretar mis manos. Descubrí que las mareas 24
escapaban de dos lunas. No de una sin fortuna. Tú querías continentes. Tu perturbación deliciosa de mover los océanos de provocar tempestades de romper la corteza de sacudir los hemisferios sin dejar una gota de huella sobre la arena.
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IV Agitado delirio por el sueño de tus ojos desnudo en tu imaginación aún conservo mi oleaje. La ideología del océano es una imponente cordillera. Las olas son espejos si detienes el tiempo y divides el polvo sobre cristales de auroras. Es el mar y sus mareas su humedad inmaculada. Nívea calma imponente en la profundidad de sus aguas.
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Amo la Lluvia Amo la lluvia, mojarme la ropa. Mirar hacia el cielo cuando la luz llora. Sentir el hormigueo intermitente de las gotas que chocan en mis manos. Exhalar sobre el aire mojado, inhalar el vapor frío de la tierra en éxtasis. Sentir el olor limpio de la tierra humedecida, ese aroma intenso a nube fresca, a piedras etéreas, a esporas de cúrcuma y sándalo. Amo el cemento brillando en el suelo y que la ciudad refleje al cielo por el lugar donde mires. Amo los círculos concéntricos que forman las gotas en las pozas de agua. El sonido a chapoteo de un zapato veloz, la percusión a destiempo sobre un metal cercano. Amo las gotas de lluvia y sus espectáculos sobre los vidrios. Amo nublar los ojos 27
y ver, al otro lado de la ventana, un cuadro nuevo de Monet que no tendrá ningún museo. Amo las gotas que se unen a otras, las que caminan como escalando, sobre el parabrisas en la carretera. Amo las lágrimas del cielo que se suicidan en mi ventana como dejando una estela en el vacío. Amo, también, las que saltan en bunjee. Me deleitan las atrevidas. Las que tienen la osadía de colarse por tu cuello hasta erizar tu piel. Amo la lluvia… y el sonido de las piedrecillas que aplasta tu zapato sobre las losas. Amo el secreto ritual de la ciudad de vestir a la gente con paraguas y elegantes chaquetas grises. Pero por sobre todo… amo imaginar estar contigo bajo una sombrilla, mientras el cielo se cae a pedazos.
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Idioma Soy testigo del milagro de haber conocido al destino y ver su mano prodigiosa moviendo cuerdas de viento y ángeles invisibles. Tengo la experiencia labrada en el alma y los ojos podados de añejas decepciones. Yo sé lo que era estar insatisfecho de no conocerte. Había llegado desde lejos a todos los lugares frecuentes necesarios. Acicalé las ciudades y barrí los hemisferios enfrentando a la humanidad. Humecté mi discurso y mejoré el vuelo para que me reconociera 29
el alma correcta para hacer eco en otro pálpito y no te hallé. Me escabullí de la prensa incontables veces y monté el caballo brioso de mis palabras alborotadas, que hice llover frente a miles y no apareciste. Pero bastaba el accidente orquestado del tejedor del sino para conocerte como conocí a tantos otros y saber en un latido que eras diferente que hablabas mi idioma que sonreías a la pronunciación 30
de mi lenguaje de otra ĂŠpoca y que cuando te escuchaba se me crispaba el pelo de sentir que hablabas de mis propias vivencias.
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SEGUNDO CAPITULO
DONCELLA DEL AGUA
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Falling Todo comienza con una larga caída. Me perdí en tus ojos en un mes llamado Noviembre. Y cuando hablo de perderse me refiero a volar por los aires. Y es un néctar dejarse caer en el espacio ingrávido que hay entre nosotros. Y caí en ti. Me extravié por completo casi todas las veces palpando tu océano. Intuyéndome un segundo en el bosque iluminado de tu mirada transparente. Me perdí en tu sonrisa en el aroma de tu pelo 35
o debo decir con nostalgia que caí libremente por un universo análogo contenido en la expresión feliz de tu rostro mirándome. Y me dejé caer por entero en el encanto de tus labios. Me perdí tan sólo en ti extraviado en la tormenta en el secreto indómito de la hoguera de tu alma. Encontré mi camino de retorno a casa en el propósito feroz de conquistar tu pecho. Me embarqué en la dulce empresa de hacerte cómplice de mi sonrisa. De acompañarte de alguna forma el segundo en que me necesites. De acariciar tu alma escrita con los pétalos de mi boca.
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De buscar la canciĂłn sabia que me acercara a tus dĂas. De humectar mis ojos siempre. De dejarte tu espacio. De perderme contigo hasta volverme a encontrar. De comprender un poco el ritmo de tus pasos para jamĂĄs de nuevo volverme a apresurar.
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Hada No es un secreto eres hermosa. Al fin abriste tu corazón en mí tus brazos al aire burbujeando estrellas. Disfruto tanto beber tus palabras necesitaba oírte conjurar tus hechizos escuchar el canto amable de tus mariposas y el aire nocturno de tus sílfides manos. Eres el hada aunque mis ojos no vean real y tangible palpable y entera como el beso de tu pecho de tus labios de agua.
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Sol Frutal Sol Océano invariable voz de oleajes. Autorízame a conquistarte sobre la grava de tus dunas que voy a henchir tus pulmones con el agua de mis mares. Me quedo contigo... Eternidades que hacen soles... Microsegundos que se marchan ajetreados... En cada efluvio afectuoso de tu voz de ángel en tu sabia armónica en tus alas de hada. Deja de correr entre el libro y la corte entre el deber y los latidos entre el campus y mi pecho. Vuela por mis montañas descubre la esencia benigna de tu locura silvestre.
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Y quĂŠdate por un segundo sabio quieta antes de volver. A correr a correr la rutina de mil encantos. Vestida de luz tu piel mi mujer de mar y sol de mis ojos sombrĂos.
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Conquistarte Conquistarte es la aurora. Es como seguirte de lejos y mirarte en silencio esperando tu vuelta. Conquistarte lentamente atravesando tus sentidos es vestir tu corazón del fino terciopelo de mis palabras al viento. Conquistar tu entendimiento es besar tu inteligencia con un hechizo travieso que te haga comprender que admiro la visión de tu esencia. Conquistarte cada día será trepar cada cuanto una nube y bajar una estrella para enredarla en tu pelo. Conquistarte simplemente es caer más adentro en tu espacio bendito. 41
Hoy voy cayendo como una gota de rocĂo que desprendes de tus labios. Hoy se mece el cosmos en su ocĂŠano de estrellas y me sumerjo en tu sol pues voy cayendo en tu seda.
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Cerca del Mar Hoy brilla en tu mirada la luz de mi cercano mar y un reflejo sobre el agua que se acerca del oriente. En secreto y en silencio vi tu voz que vino a hablar y la carta trajo el Sol, pero yo no pude verte. Escondida de su fuego la persigue el reloj. Lleva prisa en el papel y la consigna de su mente. Más a veces a lo lejos en su voz canta un fagot pero vuelve hasta su almohada sin parar ni detenerse. Hoy estás cerca de mí le dije a aquella estrella y su oído despertó floreció de nuevo el mundo. No te cueste más creer que esto es para ti, doncella.
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Oleajes de mi pecho desde el ancho mar profundo. Qué me queda si tu boca al besarme se hace breve. Y me deja aquel resabio de que no podrás quedarte. Me pierdo en tus caricias tus palabras por si cedes más ocurre que mi fuego hoy ya no podrá a tocarte. Sólo deseo invitarte a mi fogata enmudecida. Ven a sentarte conmigo mirarte es acariciarte. Más parece que no vienes que estuvieras escondida. Y yo escribo en las estrellas porque son de mi oleaje.
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Abro mi camisa Abro mi camisa. Soy la nube perdida en un hombre o tal vez un hombre perdido en la nube. Pero soy el que agita tu playa buscando mar. Soy el que vuela entre dulces presagios batiendo alas sobre las olas. Abro mi camisa mientras suspiras. Mientras tus ojos me devoran incontenibles. Desato el pareo flameante el viento que nos separa. Besarte serĂĄ mĂĄs dulce. Cortinas a las ventanas. DesvĂsteme de colores que yo veo al sol en ti. Bebe la esencia eterna que hay bajo mi camisa. Abre mi camisa.
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Más Desviste mi aroma silvestre de ángel caído y susúrrame a los ojos la risa que escondes. Cántame una canción con tus ojos y bailemos sobre los árboles bajo las hadas brillantes pegadas al cielo. Quédate conmigo que aún queda mucho más. Más palabras salvajes en mi libro no escrito de hechizos Más suspiros de paciencia tranquilizando tu corazón. Más detalles de romance ocultos en los bolsillos. Más otoños sin hojas buscándote una canción. Más deseo en mis manos por tocar tu espalda desnuda. 46
Más de ése aire ígneo que bebiste de mis pulmones. Más de mi eterno deseo desatándose bajo la luna y mares sobre tu cuerpo oleajes de fuego y flores. Más agua limpia y mensajes por cuanto quieras pedir. Más silencios para oírte y sueños que hacen volar. Más de ése hombre ameno que tú sacaste de mí más de lo imaginable siempre con aire nuevo. Más sed incontenible por beberte desde tus labios más estallidos de risas detonando en tu boca de miel. Yo no quiero que pienses en dosificar despacio guardo en el mar las estrellas que puse sobre tu piel.
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Déjame Ahogar tu Llanto o Canción Contra la lluvia Déjame ahogar tu llanto en el fuego de mi pecho Luna Mágica. Desviste mi aroma salvaje de ángel alado. Susurra la risa que escondes. Canta una canción con tus ojos y bailemos sobre los árboles junto a las nubes flotantes. Hipnotízame con tu voz tibia. Encántame con la vara pura de tu pensamiento herido. Enséñame tus mares lejanos y descansa sobre mi pecho. No más gris. No.
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No mĂĄs lluvia interminable. Soportar la novela que agota repetir la canciĂłn indeseable. Si es posible apagar la tormenta voltear la hoja y erguirse. DĂŠjame ahogar tu llanto en el agua de mi escucharte. Hasta que la herida sane quiero leerte limpiarte. Toma mi abrigo tibio refugio es mi hoguera arroparte. Bebe hasta que amanezca. Hasta que el sol se levante.
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Atardece Hoy vi el mar escondido en tus ojos y se eclipsó la luna de envidia al verte sonreír. Hoy me hice a la mar y mi oleaje lloverá incesantemente. Sobre tu boca sobre tu pelo sobre tus playas de arena salada y esconderé mi voz tan blanca a los latidos del sol de tus arbóreas pestañas. Podría vivir sostenido en el brillo de tus ojos y detener planetas hasta ver que se apacigüe tu respiro hasta ver cómo te alejas de la tierra adormecida entre las nubes del rocío mientras yo canto tu canción enamorada.
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Anclado en tí Me quedé anclado en el hechizo de tus ojos en la lluvia que escondía tu cabellera salvaje. Valiente primavera. Me quedé en tu boca y en el susurro de tu voz que disfrazaba el deseo de tus pechos marinos. Me quedé en la miel que imaginariamente destila de tu alma en oleaje sagrado. Medusa enamorada. Me quedé eternamente en tus ojos de nube y en el llanto que intentabas ahogar con tu sonrisa. El ángel del mar se quedó contigo para siempre
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en la brisa más cálida que el viento soporta. Gloriosa felicidad. Hoy te amó la canción y en tu ser va mi sonido. Te haré sonreír de día con el sol de mis olas. Me quedo anclado en tu danza de madreselvas y moriré agitado si no descifras mi ser. Y la respuesta está en el agua. Estoy dulcemente atrapado en el imperio de tu esencia inmerso en la marea deliciosa de tu alma tatuada en mí.
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TERCER CAPITULO
TORMENTA
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La Lluvia de tus Ojos Sé bien quién eres mas escampa el sol cuando apareces. No quiero que te vayas de nuevo. Te ruego no te vayas de nuevo. Dejaste el misterio en mí de saber qué te traes de ver la magnificencia bajo el oleaje de tu pelo. Algo de mí quedó en tu sonrisa y avizora el tiempo tu respuesta ancestral. Es el pétalo y la lluvia la que baja por tu cuello. Brincaste sobre mí con tu inocencia sobre las olas imborrable al turno que espera la nata de las alturas.
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La tregua es que me buscaste que encontraste un ángel perdido en el momentáneo destierro. Soñé que dormía en tus labios y en tu pecho indomable. Llueve el cielo desde tus ojos eras lágrima y eras verano. Llovían tus ojos sobre un mar de tisanas sobre el roce infinito sobre un barco encallado. Subió la marea y te cubrieron mis mares. La caricia despierta en la penumbra tus manos. Sin jamás comprender el porqué de tu llanto.
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Desaparecer Desaparecer yo. Como una silueta que debe perderse en la nube lejana. Como aquel asteroide y su larga blanca y sinuosa estela de nieve en la estrella que viene en la estrella que viaja y que sólo crecía y se hacía intensa al estar junto a ti. Cometa vagando que pierde su sol en la ajena galaxia. Desaparezco yo. Y se extingue a lo lejos el rastro que deja la estrella que marcha. Desaparece el agua que alimenta mi piel. Quien me hacía saborear de atardeceres eternos.
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Debo abstenerme de tu deliciosa existencia. Abstraerme de tu imagen siempre vestida de miel en medio del aguacero. Debo olvidar tu aire el dulce sabor de tus palabras y el tesoro que escondías en tu pecho. No me queda más que insistir al Sol y pedir de nuevo a ver si llueven vocablos del alba. Para que se alimente mi pecho de la grata sensación de tu luz de tu mirada que me sana el alma y de tu sobrecogimiento eterno a mis palabras. Dónde estás ahora... desapareciste. Porque si fuera la tristeza la causante, la que te tuviera atrapada yo correría a derretirla con el calor de mi boca. A liberarte del hielo frío de su presencia en ti. Pero no es lo que imaginamos... imaginamos que sólo desaparecía yo. Desapareces tú y algo de mí se desvanece en el alba. 58
Temo no volver a ser el mismo porque debo desaparecer. Pagaría atardeceres por verte reír de nuevo por quedarme quieto solamente observando la delicada armonía de tu rostro amado. Volvería a dar mi fuego por saborear tu aroma a calma por enredarme por completo con mis ojos en tu pelo y para darle a tu soledad un hechizo de sonrisa. Pero no es lo que acordamos... Imaginamos que sólo desaparezco yo.
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Más de Mil Días Creo que es sabio temer después de perder hasta el alma. Temer amar es un miedo sereno y caminar bajo el puelche con paso seguro. Pasé años en el bosque al borde del camino en la silla solariega que me dio la trova. Grata sorpresa fue encontrarte un día en una ventana de luz. Sin entender el porqué Te acercaste con tanto misterio. Mi retina creyó en tu mirada y olvidaba el oscuro halo viejo. Luego temiste hasta hablar de abrir el cielo de flores. Ponerle barreras al fuego un mar de contradicciones. Dibujé una ardiente fogata para hablar del llamado que hacías. 60
Hubo tanto silencio en el medio contábanse más de mil días. Empiezo a contar. Un día me fui cantando susurros y puse el rocío en mi voz. Quise que tu oído me viera que reconociera el sabor. Insistí y sobre rocas hablaste del secreto de tus labios. Mas aún no encajaba al llamado de tu maga reaparición. Dos días Tres días Los cuatro caminantes... Heme aquí y mi piel vuelve a absorber lentamente tu presencia ausente
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y voy suavizando a golpes mi pecho al latido de tus alas de plata. Ahora estoy asumiendo sentado en mi nube de cielo. Esta dulce visión repentina y eras tú arribando a mi puerto. Es la calma asida en mi diestra. No quiero que huyas en vuelo. Cuidaré éste... tu advenimiento. Escribiste tanto en mis pulmones allá al interior de mi pecho que siento como extravío que siento como olas de fuego. Sólo tú amaste el sol del océano aquel de perfumes desatados de letras anudadas sobre el oleaje de bálsamos de seda de espumas de agua salvaje. Tú acariciabas mi pecho y brotaba poesía encantada y mis manos sanaban tus ojos con el tinte azul de mi calma. 62
Corren los días dibujándose en mis ojos y venía caminando el siguiente. Por eso te doy esta lluvia esta explosión de sal el tesoro más fino. Eres tú quien valora los faros las luces encendidas las flores gritando primavera el trino ulular del tucúquere. Los rayos del sol en la aurora las letradas mareas arbóreas las viejas copas de vino las manos nevando caricias las alfombras de hoja en los inviernos. ¿Qué puedo querer más yo? Dibujar en tus labios sonrisas encontrar hipocampos perdidos. Quiero ver cuando cierras los ojos cuando llenas los mares floridos atesorar en tu pecho mi elixir los libros que escribí en el camino.
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Nadie exacto excepto tú... y vienes de un tiempo dormido. Otro día canta en atardeceres de ámbar mientras el océano duerme. Sin embargo entre nosotros se cruzan los desconocidos. Pues la esencia evoluciona y el ojo afina al camino. Es tan sabio temer después de haberse perdido. Allí bajo nuestros puentes cambió el agua corre otro río. Se incendiaron los sentidos hay otra afectividad. Se agrandaron las pupilas de tus ojos rojos de los grises míos. En los pies descalzos lloran cicatrices
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hechas con los días sólo al hacer camino. Las heridas van raídas por el suelo duro y frío. Las heridas que se vician cuando no logran cerrar. Creo que nos conocemos. Somos los desconocidos. Que después de mil de todos sólo se vuelven a amar. Tan verdad eternamente era tu pecho y era el mío. Que ahora somos otros que no se logran abrazar. Más de mil días de estío de sabia tormenta y de mar.
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Herencia Te dejo un rayo de sol de mis ojos directo a los tuyos. Que ilumine tus días y noches en que el fuego de mi alma no esté. Dejo un suspiro en tu almohada envuelto en un sueño sereno para darle a tu ser mi calor un segundo antes de que te duermas. Te dejo un rayo de mi voz para que recuerdes a mis palabras. Mi húmedo legado de olas tibias para que sienta el color tu mirada. Te dejo un hechizo de calma y mi voz serena que te estremece que revuelve tus sabias neuronas aunque aún no me expliques porqué. Te dejo un escudo pequeño para protegerte de malas palabras de las malas miradas que acechen y que cuide a tu sensible alma. 66
Te dejo mis lágrimas para que jamás llores por mí para que recuerdes lo que siento y cómo visten mis ojos de mar, Cuando tú te pierdas una tarde cualquiera Cuando todo grite o cuando no estés de soledad. Te dejo un rayo de Dios para que alumbre tu nuevo camino para que veas tesoros en ti esos que supo ocultar el destino. Te dejo una pluma de mi ala para que vueles conmigo. Para que sientas que soy contigo junto a estas palabras que dejo.
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Calma Siento toda la calma. La tormenta silenciosa de vivir tranquilo. La verdad me hizo libre. Será una cálida estación en medio de las casas que vuelan. Ayer el océano soltó mi mano. Y nadé tanto me sumergí tanto en sus aguas bogué tanto en sus olas con el aire más limpio con el agua más inmaculada de mis ojos con el magma más selecto de mi pecho que nadie nunca hará dudar su transparencia. Una hoja no lucha contra el viento. Mi sabia de ámbar se siente agradecida 68
por haberla besado por dormir en su templo por beber de su pecho que no sabía volar ni volver a nacer. Hoy la soledad es la calma y mi cómplice. Sonrío en la superficie aunque nadie lo sepa. Vigilo tristemente el roble gigantesco que emerge irreprensible sobre mi cuerpo. Veo sobre mí al querube vistiendo atavíos y alas nuevas con una mirada suave que me serena. La amé con mi mar al son de estrellas al latir de sonrisas al son de los labios apasionados la amé con abrasadora poesía 69
y ella supo atesorarla en su pecho. Un ladrón de orquídeas me susurró al oído “uno es lo que ama no cómo te aman”. Y esa visión la decidí hace tiempo. Soy la calma ahora por el resplandor de sus ojos por darme su sonrisa de soles por el sabor imborrable que dejé en su boca de amaneceres. Y la amé con tormenta y con luna del alba con el fuego y el viento que abría mi piel. La amé con pureza con la fuerza de mi agua con aire y rocío humectando su ser.
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Heme aquí tan débil y quieto como el tibio silencio de una canción en espera. Como el horizonte oceánico sabiendo que viene el sol a sumergirse de nuevo en su agua milenaria.
Pasó la tormenta de un invierno angustiante y renacen las flores en los campos Elíseos. Reconozco el tesoro la sabia fulgurante. La entrega del océano tan entera y disímil a todo lo existente.
Hago venias al cielo por beber de tu boca por haber conocido el devaneo de tus ojos. Eras tú en mi sonrisa empapando mi sal. Quién sabrá si tú vuelvas a encontrarte en mi boca 71
y traigas tu luz a quedarse conmigo. Dios sabrá si en tu pecho tú escondes la lluvia y el tesoro del agua de esta tempestad.
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