Pisadas en la Niebla POESĂ?A Brenda Mezzini
H E B E L
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Brenda Mezzini PISADAS EN LA NIEBLA POESÍA HEBEL
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Pisadas en la Niebla POESÍA Brenda Mezzini
HEBEL ediciones Humus | Poesía 5
PISADAS EN LA NIEBLA | POESÍA © Brenda Mezzini, 2017 2° Edición © HEBEL Ediciones Colección Humus | Poesía Poñén, Concepción, Chile, 2018. www.issuu.com/hebel.ediciones Imagen de portada: © Yuan Li Diseño y edición: Luis Cruz-Villalobos Qué es HEBEL. Es un sello editorial sin fines de lucro. Término hebreo que denota lo efímero, lo vano, lo pasajero, soplo leve que parte veloz. Así, este sello quiere ser un gesto de frágil permanencia de las palabras, en ediciones siempre preliminares, que se lanzan por el espacio y tiempo para hacer bien o simplemente para inquietar la vida, que siempre está en permanente devenir, en especial la de este "humus que mira el cielo".
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PRELUDIO
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Aquí Brenda camina Deja sus huellas en la sutil penumbra Luminosa Leve Que parte lentamente Y vuelve Que llora en silencio Que asoma por la mañana Por la noche Y que espera ser oída Por un corazón atento Aquí Brenda camina Deja sus pisadas en la luminiscencia De sus días De sus noches Y al parecer logra detener el palpitar El instante nítido La luz que pasa a su propia velocidad El tiempo y el espacio Musitandos Aquí Brenda camina Llora Ríe también Calla Pero lo hace como una hoja parda Que cae desde algún otoño no visto Y que puede morir y renacer De la noche a la mañana O de la mañana a la noche. Luis Cruz-Villalobos Verano de 2018 Poñén, Concepción, Chile 9
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PISADAS EN LA NIEBLA
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El fin de la noche
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Barquillos de nuez Ella recupera su pequeña vida como una exhalación... Es un pajarillo frágil con su plumín imperceptible entrelazado en una jaula de huesos. Los ojos tocan las esquinas imposibles como barquillos de nuez en el agua. Tocan el borde y vuelven en el impulso... ¿Cómo es posible que te ame tanto? ¿Cómo es posible que no pueda poseer todo el silencio que te abarca? Contengo la respiración, es un juego de niños, un juego de acercarse y alejarse... aparecer y desaparecer. Pero luego viene la humedad de la noche que nos va cercando como los hocicos de los gatos. Respira a nuestro lado. O irrumpen violentos los ruidos opacos del día. No es cierto. Nada ha cambiado. Es todo una misma sensación. El sol sobre las cosas, el aire filoso. El pensamiento es más fuerte, se antepone, eclipsa toda acción. Es una melaza, un pesado barniz sobre todo movimiento. ¿Dónde está la niña que con su canción recogió las imágenes del pasado? Hay un tiempo para todas las cosas. Hay un tiempo para todo. Yo toco las texturas como ciega, ciego papel que fluye en una cascada fresca y burbujeante. El camino es hacia adelante. Ella susurra una canción para dormirse. Tengo la certeza de que todo será así para siempre.
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Un capullo De su corazón se desprendía una fuerza incontenible que la hacía suavemente firme, resistente. Una mirada fuerte, segura. La extraña alegría, como un capullo, de estar viviendo una vida secreta, en íntima soledad. Ese mismo corazón era el que había acogido todos los atardeceres más implacables. Los que se sentían en la piel como un escozor, la emoción de lo que se termina... Tal vez no tenga que ser así, quizás aquí se termine todo, antes de haber empezado lo que podría ser... Yo pensaba esto una y otra vez, entrecerrando los ojos por la agresividad del cielo. Todo lo que no es capaz de amar, lastima inútilmente... Llevo mi emoción arrastrándola a través de los días y éstos se hacen largos por su peso. Porque los días no pasan, el tiempo se detiene cuando una imagen queda instalada entre los párpados. Todo se hace crudo, enceguece con su brillo de verdad. Otoño, tibia luz: Será mejor que lo olvides todo.
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Esa bella música Ella experimentó un intenso placer, como una muerte lenta, como una profunda caída. Bello y retardado. Luego quedó fija, mirando las cosas a su alrededor o dejando que ellas la observaran, esmaltadas sutilmente en grave silencio. Yo junté mis pedazos en el instante, como reforzando todo lo anticipado. Toqué la realidad en la pared rugosa y fría. Plegué las sombras tras de mí. Ambos perseguimos esa bella música que hacen los cuerpos transformados. El querido perfume que exhala la piel. Agua de azahar, frescos juncos que besan la superficie en una caricia. ¿Dónde quedó esa noche que persigo, que añoro, que despoja sus imágenes una y otra vez? ¿Dónde está el lugar de la profunda caída, del grave silencio? ¿Dónde ese querido perfume? No pasó nada y pasó tanto por donde ahora sólo hay etéreos laberintos de pensamiento... Las manos entrelazadas se aferran, buscan el futuro. Yo retorno a mí, reconozco mi respiración, el soplo de vida de todas las cosas. Finalmente ella sintió que debía entregarse a las cosas hasta el color de la memoria. O más allá... Hasta perder el color, el calor, el fuego del recuerdo. Como si no pudiera dejar de repetir los finales y los comienzos. Una grulla que sólo se sostiene en una pata. Frágil, azotada por el viento rebelde, por el sol. Así es como los hechos dejan sus marcas hasta en el
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cuerpo. Y las sonrisas y las lĂĄgrimas se expanden, anchĂsimas, livianas como hojas secas; hasta desaparecer cual fantasmas sigilosos en la niebla.
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Impalpable, níveo presente, corazón que desdibuja latitudes... Correrán inmutables las horas tras de tí... Párpados que se levantan como las láminas doradas y delgadas de los viejos íconos, el olor de las casas del silencio... Dime que no, para que otra vez pueda recrear un bosquecillo, un transcurrir, una historia... y que las velas a lo lejos iluminen lo oscuro. Una ventana, un campo resplandeciente de tulipanes.
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Un mar de imágenes como todo el cansancio después del amor Digo no saber lo que me habita Quizá fuera demasiado feliz, vertiginosamente ―como todo el viento del mundo sobre una misma cara― Un palpitar del sol sobre la superficie del agua Una realidad que se muestra y que no queremos ver
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esta nieve imaginaria alimentada por pliegues de memorias seres que no proyectan sombra una noche durando más de lo acostumbrado, como si nunca terminara de amanecer, esta luminosidad que se proyecta sobre mi cuerpo progresivamente... forjándolo, reiniciándolo los ecos son fugaces sobre el verde de un día resplandeciente y la luz de esta nieve imaginaria cayendo, un secreto feliz que nos hace sonreír
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el rugido del mar me encierro en mí misma para descubrir los ruidos de lo que no se dice, sumergida en el vastísimo mar ensordecido por el silencio de la luz, allí donde la luz apenas llega a dar una breve campanada y persigo en las olas una extraña voz que parezco escuchar desde siempre... un rugido, un viento, un canto de delfín o de sirena
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Todos los días que son mi ausencia me ha desgarrado un ojo de luz el color intangible y traslúcido del aire sobre unos cabellos de algas que azotan las horas de ensueño― Cuando sea una imagen más allá de todo temblor forjaré con mi cuerpo un barco a contraluz capaz de llegar (casi sin viento) a la otra orilla.
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Acaricio los restos de las sombras, el rastro de un sueño, huellas de la noche que fue en mí vibración. No temas. Todos los silencios son desiertos fecundos que pueden ser habitados. Todas las noches pueden ser un vacío. Y todos los resplandores enceguecen al principio.
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Toda palabra encierra un silencio ...¿y cómo fingir que uno no escucha el golpeteo seco del agua, de esta lluvia plateada que pisa tantos pececillos, tantos ojos abiertos a la nada? Sobrecogedora, la noche es intacta como una bocanada de vacío, el frío se clava en la verticalidad de los cuerpos, el frío, el viento del instante ...¿y cómo fingir que uno no escucha el vasto mar ensortijado por la luz?
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Nombre de tu nombre quietud interrumpida por ladridos negros, por sueĂąos dormidos a los pies de la noche Estrella, sollozo, isla de lo que no fue El viento persigue, insiste sobre los pasos de la sombra Canto de la luz en unas flores apagadas Nombre de tu nombre
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Escucho ese murmullo en la quietud Los caballos galopan en mi corazón ante el abismo Dicha que resplandece en un breve fulgor entre las manos. A veces es difícil, como si todo coagulara en un punto a la vez, como si toda el agua del mundo desembocara en el mismo río de sosiego. O de desesperación. Es una tranquilidad asfixiante. No ver más luz y sin embargo seguir. Las cosas como testigos mudos. Confiar, temer, arriesgar; Y un verde muy profundo ante mis ojos, fotograma de la infancia (... ese murmullo) La luz abrió un camino certero, fue desenvolviendo la verdad. La noche profundizó en su canto y el día contempló desiertos casi imperceptibles, inventó una música escurridiza. El refugio de la soledad. Me reconozco en lo que transcurre, en lo que permanece, ese murmullo. Como un recuerdo que golpea. Animal mezquino, piedra negra o víspera de la noche.
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En el filo resplandeciente de la noche, donde dormita el pájaro bajo su plumín, fuera de la mirada implacable del mundo, una respiración late ciega, busca una salida en el laberinto de la mente "De lo demás, nada sé, escucho una historia que se repite, un mismo soplo, un mismo roce, un mismo amor" ... Una caricia de paz que seca la lluvia interminable, el contínuo ruido del mar bajo los ojos, los párpados tiernos del olvido. "Yo vi lo que quise ver, lo que mostraba mi reflejo en el resplandor." Cuando los niños terminen de cantar será de nuevo la noche.
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"Acaricio con palabras", dice ella, "porque me cuesta hacerlo de otra manera" y su voz barría el polvo de una mañana soleada Las cosas despiertan a su naturaleza porque todos los momentos del mundo se confabulan en éste. La noche busca su azul más profundo mientras ella deja ya de acariciar con las palabras, como si fuera una sorda, como si fuera una muda, como si fuera una canción que se repite...
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Las nieblas se ajustan a mi cuerpo, difuminando toda su soledad, el aislamiento de su avanzar constante. Yo vi la escisión, la hendidura, la grieta del silencio desdoblarse tras mi paso. Los ecos de la noche persiguen mis palabras que sollozan; la noche, prisión transparente de un amor perfecto, inalcanzable. Observo los sucesos desde afuera, los minutos se estiran, se extienden brazos y piernas como una canción cuyo estribillo se repite inagotable. Ojos a través del murmullo de la lluvia, la mirada interrogadora de un niño en la infancia sosegada, llena de sol abrumador. Lugar punzante donde todo se ve, donde se trasluce el sentido detrás de los ruidos. Los años fueron una excusa para no salir del laberinto, las horas recogieron el más breve instante en un destello. Le tiramos un señuelo al animal del miedo. No sé si fui exactamente yo quien atravesó por ciertas cosas como si las tocara, como si las percibiera sangrar. La dicha es feroz y cuando viene de golpe es como si el corazón ardiera. Vi una luz a lo lejos abrirse paso en la quietud. Una voz solapada que me llama expectante,
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reverberando como un sĂşbito temblor. Y el azul del cielo que hiere los ojos como la primera vez en todas las cosas.
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No sé hacer otra cosa más que ir hacia el azul dorado, el fondo primitivo más allá de la capa de luz de las cosas quietas. Cuando las palabras vengan a mí, cuando me encuentren, temo no reconocer su llanto, de tanto esperar el agua de sus sueños, de tanto soñar que apilo las letras como los bloques de un castillo de piedra de un país lejano y lleno de consonantes.
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La estrella que te persigue es la misma, hueco de resplandor, temblor de la mano áspera, erosionando el recuerdo que atraviesa la vasta estepa Frío y tedio, noche callada, el pan y la lluvia... Esperar en la plaza la visita a la cárcel en el ojo vacilante del suicidio; Volodia, niñito grande de sombrero raído, las cartas que nunca escribiré, la estrella que te persigue
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nada más que los pasos estrellándose contra el silencio los niños recogen el vestigio de los huecos-instantes que iluminan -el roce alado de la esperanzay siempre hay ruidos por debajo de la quietud o soñamos con algo que no existe como si ardiera fugaz en nuestra mente una flor brillando en la nieve una flor que tiembla, que titila
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El fin de la noche Habría que llegar hasta el fin de la noche. Atravesarla y resistir. Sólo por el hecho de resistir, luchar contra el cansancio. Sentir los ojos que pesan, el cuerpo que se desdobla como si nos mirara desde afuera. Sentado frente a nosotros. Porque ella mira todo con desesperación, desde la desesperación... Las lágrimas son saladas y tibias; ahora lo descubre, ¿cómo no lo había notado antes?... Habría que llegar hasta el final de la noche. Resistir. Probarse. Superar el estado del cuerpo. Recibir el amanecer con el miedo del atardecer. Como el principio de lo que se termina. Salir del cuerpo. Salirse de lo que se agota. Llegar hasta el hambre. Tocar el vacío, ¿cuál es mi noche? ¿cuál es mi tiempo? El que encapsula todas mis voces?... Es un sufrimiento sin dolor. Aúllo. Escribo para callarme. Es un hallazgo. Una silenciosa aceptación.
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Poemas en prosa
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Jardín Botánico Más luz Más silencio Una vida Un día Recorro el espacio, el jardín secreto de flores extrañas, plagado de laberintos... Intactas y blancas esculturas rodean las salidas como gigantes conejos de mazapán alojados en un rincón de la infancia quieta y sosegada. Todo es muy tibio. Es un húmedo invernadero de plantas que nos miran. Los seres circulan a mi alrededor creyendo tener algún lugar adonde ir. Las nervaduras atraviesan las hojas como una lava densa que se vuelca sobre las acequias. Nervaduras de conocimiento silencioso. Eterna sabiduría de la naturaleza. Cada camino es un espejo. Todo sendero un camino circular. Persigo en el horizonte un fulgurante encuentro de conciliaciones. Todo final es un comienzo. La tersa brisa de la tarde es una señal, un anuncio que traen los pájaros distantes. Desde el presente se cristaliza el centro de la búsqueda. Todo es certeza, todo es transparente verdad. Atrás quedan encrucijadas y dudas del pensamiento volátil
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como nubes pasajeras. Valió la pena chamuscarse las alas. El centro es un imponente reloj de sol estático y luminoso. Hay tanto silencio como dentro del ojo de un huracán. De él se desprenden varios caminos en forma de rayos. Todo final es comienzo. Todo comienzo, eterna verdad.
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Nocturno vuelo Nocturno, todo precipicio es abismo. Hay una música imperceptible producida por los roces de las cosas. Toda caída es oportunidad. Toda palabra es salto, creación. Vuelo de estrellas. Estado de deslumbramiento. Las piedras blancas iluminadas por la luna mostrarán la reluciente verdad. La sangre es espesa y azul pero no se nota. El cuerpo se congela en una sonrisa. El vacío es el recuerdo de una leve caricia o un beso fugaz. Sólo se rememora lo bello cuando el camino es cercado por una densa y profunda oscuridad. O cuando nos invade el silencio de lo perdido. El deseo de recobrarlo. Es cuando la piel se vuelve más próxima. Aparece la lluvia y es veraz: purifica el olvido, deshiela los álgidos instantes de terror... Yo me encuentro aquí, Las miradas de los otros no comprenden, Yo me encuentro aquí, cubierta por el grave silencio de la invisibilidad.
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Animal extraño Despertar de lanzas de sol nublado sobre los ojos. Ojos petrificados, labios de sal y el agua de las flores marchitas. Todo es más lento en la humedad. El cuerpo se mueve con dificultad, como un gran barco hundido y callado habitado por animales extraños. Eso dijo: "El hombre es un animal extraño, un animal de metódica melancolía. Alguien que pasea su soledad." La voz es ronca, es un maravilloso incendio que engulle el aire de los cielos. Círculos de humo negro que se elevan. Todo lo que habitamos ya ha sido soñado. Recojo la consciencia del dolor. Nada es inocente. Un pájaro desconocido me mira fijo a los ojos. Siempre hay testigos. Siempre la misma sensación. Creemos conocer todo lo que está sobre la Tierra.(Es una rara emoción, un estremecimiento.) Yo reconozco el misterio en un suspiro. Nostálgica incertidumbre de la existencia. Una canción de cuna suena mientras trazo mi camino en los pliegues del mar.
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Desierto Uñas dormidas tocan la cara de la desesperación. Sus finos cabellos como verde-secas algas enredadas. Los ojos carcomidos por conversaciones de fantasmas. La luna derrama su resplandor incontenible, purísima leche de los recuerdos... Pero las estrellas contemplan todo sin decir nada. Sólo descorren el velo del silencio. Telón de sombras inhóspitas. Todo es un páramo, un desierto reseco de soledad. Mis voces son entonces las voces del reconocimiento. Me llaman como si quisieran recordarme. El amor es una sensación tibia de un tiempo olvidado. Un triste cartel abandonado. El viento es voraz e intrépido. Se lleva las cosas que quedan por ahí. Las arrastra a su pesar. Mis brazos caen pesados como peces enormes y sin vida. ... Pero de a poco viene la música, no está todo terminado. Aparece la lluvia en la mirada y su gran alivio. Es un amanecer sin desolación.
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Expulsar la muerte Furiosa amarilla locura de los sentimientos intactos. Piedra inamovible. Las cosas salen hacia afuera para expulsar la muerte de sus entrañas, para escaparse. Para eludir esa muerte viscosa que es como un lodo que ahoga. No podemos respirar. Miramos hacia atrás... ¿Dónde están los niños que nos seguían? El cielo se cubre súbitamente con nubes violetaplomizo. Parecieran desaparecer nuestras esperanzas. Sin embargo, es sólo un momento. Un momento de tensa quietud que antecede a la tormenta. Los árboles clavan sus raíces más profundamente en el suelo. La muerte lanza su miedo en un grito escalofriante. La noche prosigue como todas las noches, en aparente tranquilidad. Tomo entre mis manos frías las frágiles hojas del deseo. Los pasos tienen ojos. Ya ven su camino. Las miradas de los otros son cristales temblorosos. De a poco voy sintiendo el olor de lo conocido, el anhelo de lo propio. La angustia desaparece. He llegado al centro del laberinto de espejos.
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Nubes impresionistas Es un mar, un mar de tinieblas. El día llegará cuando llegue el día. Un destino atroz, implacable. El amor es flanqueado por nubes impresionistas y burguesas. Poesía de los quietos instantes preciados. A nuestro alrededor hay lenguajes extraños, ajenos a nosotros. Somos atravesados por la violencia de lo efímero... Pero hay un silencio que subyace bajo todo candor. Las manos son inocentes. No saben lo que hacen. Los ojos siguen una lectura sin sentido. Mi corazón es apresado por unas manos venosas. ...¿Es que ya sobrevino la noche? Las piezas encajan reconstruyendo un momento. Presencia silenciosa de la luz. Todo es agresivo. Las cosas reales duelen en los ojos desnudos de la infancia. Pero el agua es lo más terrible, siempre se cuela por los intersticios del tiempo. Es una cercanía de muerte blanca y miedo. ¡Aquí, aquí! grita un niño en la noche. Las piernas tiemblan como árboles flacos y pelados. Cuando cantes esa canción se te pasará todo.
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Atardecer Ilusiones que fluyen por el cielorraso de los espectros. Viaje al país de las sombras largas. Estamos listos para el amor. Es un lugar blando, parece no haber dolor. Eso dicen. Las serpientes verdes llevan en sus bocas todo el conocimiento. También hay voces de niños. De niños que ríen y fuentes de agua cristalina bajo el sol. El sol es un párpado rasgado por florecillas violetas en forma de nubes. La gente va toda para un mismo lado, como un denso y lento cardumen. Acechan tiburones vigilados por linternas. Allí hay tanto silencio que parece pesado. Una atmósfera pesada como un murmullo de viejas tomando el té. Se pueden escuchar las sirenas a lo lejos, mientras los edificios se desdoblan en reflejos húmedos por el calor. El ruido del acero es insoportable, aunque su brillo sea tan bello... Es la sensación cuando se aproxima el amor y cuando éste nos invade, una angustia bella y triste que se instala como el sordo ruido de las olas y su insistencia, su afán de repetición... ¿Por dónde perseguir al horizonte
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y su rayo verde que se desvanece fulgurante en su quietud?... Majestuoso silencio, tristeza de lĂĄpices afilados... La brisa me despierta al tiempo. Virtud de lo real cercando el anochecer de un sueĂąo.
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Demasiado azul Ella era parte de su vida con la sensación de haber estado allí siempre... Con la familiaridad de ser una más de las cosas que la rodeaban. Yo respiro los momentos, parecía decir... Cada tanto me sobresalta mi presencia, mi pequeña existencia, como una música inesperada que irrumpe de pronto en el silencio, quebrándolo... Yo soy parte de todas las cosas, respiro a su ritmo. El cielo es gris azulado porque todo está demasiado quieto. Es un destello de alegría y plenitud lo que me recorre... Yo quisiera quedarme allí en ese instante para siempre, en la breve sensación de felicidad, de dicha... Fugaz. Fugaces y profundos son los momentos como una escalera de música vertical y ascendente. Tan bellos que duelen. Todo pasa por la sensación. Por el cuerpo. Es muy verde y húmedo el placer. Un escalofrío. Una sequedad en los ojos. Cierta hermosa angustia prolongando la mirada sobre el deseo. Somos presencias voraces que habitan un resquicio sin sentido. Nos cruzamos. Constatamos ausencias. Buscar no es encontrar. Yo hallé mi noche en el fondo de un recóndito abismo. Mis pasos siguieron huellas de miradas, señales por el camino. Yo recupero mi verdad como un tesoro entre mis manos en la espesa niebla. Veo a través. El cielo es demasiado gris. Demasiado azul.
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Luciérnaga Miró con atención como si tratara de dilucidar ruidos distantes. Entornando los ojos. La luz cubría las superficies del día con traslúcida textura. No hay nada más profundo que el silencio de la soledad. En mis ojos hay una constante luciérnaga fosforescente que aletea. Es la impermanancia de las cosas. Y su intermitente luz. Nada es lo que parece ser. Yo recuerdo una mueca difusa, un presente con algo de desencanto. El tiempo gira su cabeza como una lechuza... Una y otra vez veo esa mancha roja que se extiende en el piso, que me va a tocar. El futuro es un lobo que pisa los talones. La noche persigue al día como si quisiera alcanzar sus alas desgastadas de ceniza, de etéreo algodón de azúcar. Días de calor húmedo, de azúcar húmeda... Me resisto a reconocer la verdad.
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La araña Ella es un cielo, un impresionante cielo en tensión, a punto de estallar en lluvia, un cuerpo al borde, a punto de estallar en lágrimas. Noches de mi silencio. Yo fui el secreto que atravesó tu ausencia. La impalpable presencia del recuerdo. Un velo de luz, misterio de las cosas más simples, su esencia. Ella está contenida, detenida en un momento más pequeño, más efímero que una brizna de luz. La niebla que cubre las cosas también es algo contenido. Ella es una araña que se queda quietecita y vigilando, acechando todo lo que la rodea. Una araña cristalizada en el instante de luz. Con su tela teje ágiles dibujos en silencio. Luego la lluvia se llevará algunas cosas, para que el sol más tarde se pose, acariciando los hilos con su calor. La araña se presenta poseyendo todo con su mirada. Es el misterio, no dejando lugar al misterio. Como la sensación de acercarse llega al cuerpo y éste es internamente movilizado por extrañas fuerzas, una impaciente
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ansiedad... Me invade súbitamente la impresión de estar más viva que nunca, en una vibrante intensidad... La emoción no me rodea, me atraviesa, fluyendo como un eléctrico río por todo mi cuerpo. Traslúcido, profundamente blanco, escondido bajo inmensas nubes a punto de estallar.
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El Hartazgo Las paredes del dique se derriban, desbordadas en un atardecer de lo que no fue. Es un ahogado grito gris como las nubes que nos observan, el algodón hirientemente hinchado a punto de estallar en mil pedazos. Vómito de sangre. ¿Dónde la desesperada agonía? ¿Y la posesión del miedo? ¿Miedo o vacío? ¿O enjambre de oídos ciegos a la música? Es un mar de voces tapadas y opacas... Un musgo que no se despega, verde esmeralda que brillantemente lo cubre todo. Agua-invasión cercana de la soledad. Lo misterioso inalcanzable. Ella había hablado de dejar. Todos quedaron mudos como cables en la quietud. Intactos. Y los pasos que van a ninguna parte. El dolor de permanecer. Dejo el cuerpo. Escupo el desprecio por todo. Es mucho resistir. La resignación cansa más que las horas blancas y pesadas. No hay angustia. Ha desaparecido. Las campanas son vibrantes y claras. Precisas. ¿Dónde entonces la luz que seguir ? Es un cami-
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no de piedras amarillas como destellos de sol espejados en el agua. Los niños me lo recordarán todo, pensó ella. Y su lento caminar era más seguro, más ceremonioso. Hay un aire de primavera fresco y soleado en este distante amanecer. Parece que los ruidos me acarician con su canto. Es un instante para conservar. Lo que permanece es atesorado en el silencio.
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Poemas breves
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porque las voces buscan alimento entre la voluntad de los dĂas y la sonrisa congelada de la muerte en algĂşn lado, tal vez no cercana pero posible. yo vi caer plomo caliente sobre una tierra despojada, plagada de incertidumbre. y luego el silencio, la mudez con su tersura inevitable.
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y una lluvia que cae con furia, con una vitalidad desorbitada. son los vientos desaforados de mi pensamien to, atosigados por la rebeldía más feroz. yo quise noche y la dije, la nombré. después no digas que no. que no pido lo que quiero. que no dije amor. que no lo nombré.
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una extraĂąa luz por entre los soles deseosos de lluvia. y esa mano que estruja el ocaso. imperceptibles lilas cayendo de dolor. la noche. su extraĂąa luz. los dedos del tiempo que se acercan.
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habitada entro en mĂ misma. una marea que fluye de deseo por la vida. real. vida. atravieso los espejos de mi soledad. es una confusiĂłn que me agrada. dulce. segura. profusa de fantasmas.
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un intenso resplandor ilumina el rostro candoroso del amanecer. ella. buscando una inocencia perdida. piel de telaraĂąa transparente. el dolor abre los ojos de la noche.
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pĂşrpura. sangre. ilusiĂłn deseosa de ser realizada. eran muy blancos y carnosos los jazmines. tal vez demasiado. y un laberinto muy intrincado el de la memoria. miro atĂłnita la tela rasgada del presente.
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el amor irrumpe con certeza, palpable como un grito. Imagen interna configurada en el afuera. ser que persigo y me persigue en un silencio coral. una pared de plumas que amortigua los pasos, las voces, las horas...
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una tímida canción se asomaba desde la lejanía. lo que yo vi era infinitamente hermoso. tomo mis días como animalillos livianos entre mis manos. frágiles. poseídos. entregados a un destino de probable supervivencia.
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el parpadeo incrĂŠdulo. esta es una historia que se repite. la resistencia. la lucha. la aceptaciĂłn. la imposibilidad y la angustia a travĂŠs del enrejado de los minutos. los hechos vienen hacia mĂ como lobos hambrientos...
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... y ahĂ estaba. reconociendo cada instante como propio. el tesoro de las voces. la niĂąa que les pertenecĂa. los fulgores y las sombras, puliendo una mujer como un diamante
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la profusión de imágenes atravesaron mis bosques azules. un sueño de vértigo interminable. alcanzar esa luz que se ve a lo lejos. profundizar en las noches hacia el día. cuál es el tiempo que persigo? dolor del mundo todo en un mismo ser. visión de la crudeza inevitable de las cosas. *
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como relámpagos. como rostros centelleantes en la oscuridad, en el plateado manto intacto. yo tengo una súbita intuición. insomnio develado. revelación de un misterio. Las cosas me miran en la quietud. los ojos fijos, como animales embalsamados.
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fluir a través de las fronteras del espíritu. yo vi luces que formaron un cerco. quisiera acercarme a lo prohibido. ir más allá. ella siguió insistiendo en lo imposible, como si en eso radicara su propia fuerza. incandescente, imantada, sobrenatural, posible...
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liviana, etérea, llevada por una energía invisible, así fuí hasta mí misma, sumergida en sueños imposibles. giro en círculos concéntricos, en espirales de humo blanco. callada, intacta, encuentro vestigios de una noche más humana.
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las horas se espesan en el cuerpo de la tristeza. pero mis imĂĄgenes pueblan una casa de recuerdos felices, un lugar donde los ocres mares no se secan. yo estoy con mis sentidos alerta, permanezco asĂ por instantes interminables, mientras la realidad me mira con su filo. atenta. agazapada. custodiĂĄndome.
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el amor contiene imĂĄgenes que el tiempo desconoce. acariciamos el momento, lo atesoramos como algo irrepetible. es profundo y pleno, pero incierto. entre las sombras me debato por lo que debo ser. el amor tiene la tensiĂłn de las redes nuevas. atrapa pececillos de esperanza. es dulce ciĂŠnaga y espejado cielo.
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percibo la mĂşsica casi inaudible de los minutos. mis ojos vislumbraron la tempestad y el sol. voy al encuentro de una verdad que se impone, que trasciende la sutil naturaleza inestable de las cosas. apunto a las intuiciones para darles en el blanco. veo la nada. lo quiero todo.
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cuando despierto a la dorada consistencia del universo, mirando las estrellas azoradas; me visto con el ropaje azul de las esperas. mi piel es una lluvia violenta. cuando digo este verde. cuando digo esta sensaciรณn.
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ĂĄrboles se recortan sobre el cielo azul punzante, lastimoso. en breves segundos, un tiempo eterno. mi piel sabe de dĂas, de noches acechantes. la experiencia es secreta sabidurĂa. yo mismo nada sĂŠ... sĂłlo permanezco. en estado de alerta circundo toda naturaleza.
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una estrella. un instante que recuerda a otro momento igual o parecido. similitudes que alcanzan un estado de deslumbramiento. yo fui la que se dejaba ver. un claro del bosque de pequeĂąa certeza.
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ella estaba percibiendo ruidos mรกs allรก del silencio. unas ciertas voces internas que le daban la impresiรณn de no estar sola, recordando el paso de otras miradas sobre su rostro, callando sensaciones, reteniendo movimientos
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¿dónde están aquellos rostros que se dibujaban en las noches inciertas? ¿dónde el recuerdo de los días de luz tan pura, de filosa luminosidad? atesoramos lo bello del pasado como un minúsculo capullo de placer. breve, intenso...
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Poemas recientes
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Escribir, Porque te ven llorar Los pรกjaros lloran en la noche Los gatos Treparse por una escalera de cristal que no tiene fin para no llegar a ninguna parte. Y querer saber enigmas. Intuiciones. Nociones de la dicha. Del dolor. Escribir. Tocar el terciopelo filoso del aire. Tocar las cosas. O nombrarlas. Es lo mismo. Escribir
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Este sol, esta luz que enceguece realidades, que con su punzante filo quiebra la perturbada noche Y las imágenes que se suceden tratando de sofocarse… persistiendo en forjar el entramado de los días… somos un conglomerado de recuerdos y sin embargo sólo podemos habitar este presente. Esta luz silenciosa y absoluta, esta fragilidad de patas de ciervo, que posan sigilosamente su mirada sobre las cosas quietas.
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Piso con cuidado el campo minado de las palabras en esta maĂąana desnuda donde la luz es tan punzante como el cielo que me corona. Alivianada de recuerdos tomo las manos de mis pasos presentes y camino hacia un horizonte de fulgor. Mis ojos contemplan el callado misterio de la naturaleza su habitar radiante la no-resistencia de su esplendor
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memoria y sueño en los pasos cansados a través de la noche Perfume persistente de los tilos al atardecer Un instante que atrapa al mundo Quietud inestable por encima del murmullo de las cosas, los rostros… Lo ajeno inconmensurable del Universo Concluyo el día en la vibrante inmensidad, dicha fulminante… Te atrapo, te vivencio, y en un arrebato fugaz no te dejo ir
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La indómita presencia que traviesa todas las cosas respira en el fulgor. Te busca aunque no quieras como un animalito ciego Murmullo que te persigue detrås de los ojos de lo nunca visto. Destello o huella del camino incierto de tus certezas. ‌Porque creemos que estamos a salvo y en realidad estamos desnudos ante tanta luz ante la inmensidad de lo no-dicho
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Tomo el corpúsculo iridiscente de la noche sus deseos alados y el cúmulo azul de sus desvelos Un amanecer lluvioso que no llega Gato que acerca su hocico a la mejilla que espera Atravieso la noche en el recuerdo de unos pasos y su imagen blanca que me baña exenta de emoción En la calle el agua ya se seca dejando su estampa imborrable huella de quietud
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Los ruidos se te alejan. La luz fulgurante irrumpe agresiva en el silencio. El insomnio es la gota que horada la piedra de las memorias no escritas en la tumba del cielo. Dos metros hacia arriba cerca de los pájaros púrpuras del sol. Cercana a la cascada de risa seca que sin embargo se quiebra una y otra vez “Esta música la conocemos desde siempre” parece decir en un sueño despierto. Un sueño que persigue el murmullo del mar.
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En lo intangible del recuerdo soles imperturbables de la noche vierten su lava sobre mi cuerpo expectante Lo que se dijo mucho es una nieve negra Y lo que no una copa vacía que no resuena más. Los pájaros esperan la caída al borde del silencio Sus ojos son ciegos ante el resplandor de la verdad.
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La humedad perfora hasta el fondo de los ojos. Las voces en la madrugada son campanadas sordas. Toda existencia es abismal. Y el sinsentido resuena en los aĂąos. Es una playa desolada. Perseguimos lo que sabemos inalcanzable. No hay fantasma de soledad en la reuniĂłn de las voces. Y tenemos la impresiĂłn de llegar a casa.
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Una caricia como la belleza de un cartel de neón bajo la lluvia Y su reflejo Y su respuesta Eco bálsamo sensación de plenitud Soy la quietud que se instala detrás del viento Memoria de una infancia sosegada que abrigó los miedos como quien sostiene con delicadeza a una avecilla temblorosa hasta que se duerme en su sueño de fulgor.
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Una vida entera en la aceptación de las cosas y sus nombres persiguiendo el murmullo cristalizado de la luz en cada instante quiebro asà la opacidad de la rutina Persisto en la mirada que aparta los ojos. Y en silencio abrazo los momentos El sagrado acercamiento al amor‌ El sigilo respetuoso con el que atravieso los misterios latentes de mis noches.
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El dolor es una rosa que se quema con el frío. Y sin embargo nadie quiere ser un cúmulo de escarcha. Somos el animalito soñoliento que busca su rincón de calor. A ciegas. Intuitivamente. Dando vueltas sobre sí mismo. Las marcas que quedan en la piel manifiestan Una resiliente belleza. Latencia que resplandece en el centro, en el corazón de todas las cosas.
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El ruido de la lluvia es atemporal bajo la estela latente de los recuerdos repetidos. Tantas manos entrelazadas de tantas caminatas de atardeceres inacabables. Establezcamos las pautas del no-olvido. El lugar donde confluyen anhelos miedos sueños y después… El amplio espacio compartido. Bálsamo y luz. Paisaje de resplandor.
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Todo lo que subyace… Las pulsaciones del silencio profundo. Pasos cargados de sinceramiento en la espesa nube de los recuerdos –quizá una sonrisa. Persigo una noche de insomnio blanco ¿Anticipo mi canción interna, la realidad que se despoja ante mis ojos? Me cubren los ríos del desvelo, los ojos de los lobos negros, que miran fijamente desde las sombras.
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Las voces en el sueĂąo
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Yo tomé entre mis manos aquel último destello de luz en el crepúsculo. Un brillo que se prolongaba dorado y viscoso en unos ojos entornados. La sabiduría intacta de un día que se cierra, de un minuto que se engarza al otro como perlas flotando en el silencio del instante. Y en ese momento yo lo vi, yo lo presentí todo. Las imágenes azules que una tras otra iban cayendo, persistían en su caída vertiginosa. Eso. Una imagen que hablara por toda una vida. Espacio. Tiempo. Pensamientos que nos distraen. Quisiera colocarme detrás de la obstinada montaña del silencio. Sin más voces que la quietud. Sin más compañía que la nada. La noche en su sabio callar conoce todos los secretos. Nunca los sueños fueron sacudidos por el viento. El conocimiento de las voces que en el sueño me lo dijeron todo. Un carro tirado lentamente por caballitos de mar, revelándolo todo a su paso, abriéndose camino. El mar es denso y oscuro. Hay una luz a lo lejos..., un faro gigante que desde la distancia lo ilumina todo. Pasa su luz sobre las cosas mostrándolas de a poco, casi tímidamente. Como sabiendo la luz de cada una. Yo sabía que el amor era el más difícil de los caminos. Eso lo había reconocido y aceptado como la vía de la verdad, mi verdad, mi libertad... Muchas veces había atravesado la noche en estremecimiento, en alerta de los sentidos, en sensibilidad despierta como un cuchillo que centellea bajo el agua. Reconocer mi tiempo. Reconocer el de los otros. Mis días elegidos y atesorados. Los momentos, la memoria... Es un temblor el verde de la infancia. Verde y húmedo, sepia y perfumado. Una música que recordaremos siempre. Yo lo había visto todo antes de llegar. Los pasos, el día, la tenue luz que llenaba las cosas por sus bordes. Y cada uno de sus gestos fueron revividos en el tacto. Unas pequeñas muertes. Unos aleteos de aterciopelada
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mariposa. Y sin embargo yo creí, yo seguí la luz que creía ver. Era una irrealidad como un bello sueño interminable. Una real, una auténtica ilusión... ¿Había creado realmente un espejismo? Ante mí... las perfectas horas de mi creación. Yo viví un sueño profundo: Una realidad. Cada atardecer. Cada noche inventada. Pero lo creado es un teatro, una obra para representarse. La niña llora la muerte de sus juegos. La niña llora la noche. Ella fue recordándose... Sus ojos están afuera y la miran desde un jardín lleno de sombras. Yo la veo. Parece desamparada. Sus manos no tienen flores. Sus pies están callados. Sus cabellos son algas muertas. Sus ojos la miran desde afuera. Porque la niña se acercó al amor. Porque la niña se acercó a la muerte, se aproximó al sufrir de su tiempo. La imagen se congeló. Yo seguí mi camino a través de la sala de espejos. En la noche conmovida se estremecieron las hojas con un aire misterioso. Yo recorro mi camino en las venas de los blancos brazos. El cuerpo cambia, espíritu transmutado... Todo retorna a casa. Todo se reconoce y se reconcilia consigo mismo. Esa es la visión. Vuelve a ser uno lo que antes fuera dualidad, fragmentación, caos. No sabemos demasiado. Sólo tenemos intuiciones. A él le fue recordado salir en la búsqueda. Ella escucha los sonidos de la dulce miel. Unos ruidos cristalinos como fuego claro. Un encuentro hoy. Un destino. Una vida rememorada... ¿Y dónde está la sensible noche? ...¿Cuál es el tiempo de mi corazón? El sol que besa la arena dormida nada sabe de su magnitud. Las estrellas tampoco saben cómo se ven, sólo lo intuyen... "
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Brenda Mezzini nació en Buenos Aires en 1972. Se formó en Escuelas Waldorf (Rudolf Steiner) y además de poeta es traductora literaria de alemán e inglés y profesora de ambos idiomas (UBA). Estudió cine, teatro, música y pintura. Sus libros son: "Y si gritás tal vez sólo te escuche" (1995), "El asombro de la noche" (2004), "Noche, niña, rezo" (2009), participación en antología Ed. Le Croupier (2017) y "Pisadas en la niebla" (2017), libro que aquí se publica en su segunda edición. El 8 de marzo de 2012 el 102 le otorgó el premio "Mujer Ejemplar del Partido de intendente de su ciudad San Isidro", por su labor en el ámbito de las Letras.