7 minute read

El reto de la educación

Volver al aula

Como si fuera una premonición, varias películas y series del siglo XX vislumbraron la utilización de la tecnología para realizar actividades en tiempo real, pero en distintos espacios físicos. Esta visión, que pareciera una idea de George Lucas para Star Wars, llegó tras la invención y globalización del Internet, el cual generó una nueva sociedad de la información mediante la rápida difusión de textos e ideas, en especial tras la invención de las redes sociales.

Advertisement

La televisión dejó de ser el único medio donde se transmitían las noticias, la radio dejó de ser el único medio de comunicación móvil, la música dejó de escucharse en tocadiscos y, con el paso del tiempo, la transformación tecnológica ha generado un impacto en el estilo de vida de las personas, siendo algo cotidiano durante el siglo XXI; sin embargo, no se han logrado inventar los carros voladores ni los skateboards flotantes, dejando mal parado al ‘Doc’ Emmett Brown en ese aspecto, pero sí se ha desarrollado tecnología similar a la de Volver al Futuro II, como las televisiones de pantalla plana, las videollamadas, el uso de aparatos para adaptar el hogar a un hogar inteligente, entre otros detalles.

Ahora, tras una nueva pandemia mundial que orilló a prácticamente todas las personas a limitar su movilidad y a establecer nuevas rutinas, costumbres y hábitos, la sociedad ha logrado incorporar el uso de las tecnologías dentro de sus actividades principales, siendo la educación un ámbito que no estuvo exento de este histórico acontecimiento. Desde el bachillerato hasta el posgrado, la incorporación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), Tecnologías para el Aprendizaje y el Conocimiento (TAC), así como las emergentes Tecnologías del Empoderamiento y Participación (TEP) y las Tecnologías de la Relación, Información y Comunicación (TRIC) han permitido innovar en las estrategias de enseñanza-aprendizaje que aplican los docentes, quienes se han visto orillados a aceptar el cambio después de poco más de 2 años desde

la declaración de pandemia por parte de la OMS.

El gran desafío para muchos docentes y alumnos sigue siendo la brecha digital ante el incremento de los precios de los servicios de Internet y telefonía móvil. Ante esto, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, 2021) ha planteado lo siguiente:

Esta época de hiperconectividad nos lleva también a reflexionar sobre la necesidad de contar con campañas y acciones sostenidas de Alfabetización Mediática e Informacional para afrontar los desafíos de la conectividad. La meta es dotar a las personas y sociedades de las competencias necesarias para navegar de forma segura, facilitando así el aprovechamiento de la tecnología con pensamiento crítico para tomar decisiones informadas y usar el conocimiento de forma relevante (p. 5).

Si nos remontamos a la educación del siglo XIX y XX, el siglo actual ha tenido pocos cambios en

cuanto a su método y praxis, pese a los avances científicos y tecnológicos que se cuentan hasta el momento. Desde la educación griega, la paideia (formación basada en valores) sigue siendo un pilar fundamental en los modelos educativos contemporáneos en México, buscando la formación de ciudadanos integrales al culminar la educación básica.

Tras la pandemia, múltiples instituciones educativas (especialmente las privadas) han buscado innovar en sus modelos educativos, ya sea desde la inclusión de las tecnologías dentro del aula o bien, incorporando actividades que requieren del uso de dispositivos electrónicos (tablets y/o celulares) para lograr resolver los ejercicios propuestos por el docente.

Esto ha potenciado uno de los pilares de la educación: el aprender a hacer ha pasado del constructivismo basado en los postulados de Montessori, Piaget y demás teóricos del paradigma psicopedagógico tradicional a una nueva visión tecnológica, centrada en la construcción del conocimiento mediante la aplicación de ejercicios en plataformas y aplicaciones que simulan problemas reales, dando paso a una nueva metodología que debe considerarse en los planes y programas de estudio desde el nivel básico hasta el superior.

Ahora bien… ¿Cuándo será posible apreciar la educación del futuro en el Sistema Educativo Mexicano (SEM)?

Los esfuerzos para lograr un cambio en la educación mexicana han sido diseñados y aplicados para brindar frutos a mediano y largo plazo; desde la inclusión del enfoque por competencias dentro del currículo mexicano, se ha buscado que la educación garantice un aprendizaje con mayor significado para adentrar al alumno en el contexto inmediato, garantizando una formación integral.

De la misma manera, la inclusión de la tecnología dentro del aula, pese a tener un precedente que no tuvo éxito (Enciclomedia), se debe volver una realidad para todos los actores educa-

tivos, buscando potenciar la interactividad que gran parte de los alumnos tienen en dispositivos con Internet para orientarlos hacia un uso y aprovechamiento educativo, rompiendo con el eterno tabú sobre el uso de celulares dentro del aula (como elementos distractores) y enfocando su uso en la búsqueda de información que complemente los contenidos temáticos abordados en la clase.

Tanto las escuelas públicas como las privadas deben centrar sus esfuerzos en innovar en sus estrategias de enseñanza-aprendizaje que garanticen un aprendizaje ad hoc a la época y a las necesidades sociales, lo cual requiere de una reforma en el diseño curricular que permitan generar planes y programas de estudio que aprovechen las tecnologías de acuerdo con las necesidades sociales, culturales, educativas y tecnológicas, analizando el contexto inmediato a través de una metodología curricular innovadora.

En la actualidad, el esfuerzo de los docentes por incluir la tecnología

en sus actividades ha servido para generar un progreso en el SEM, buscando romper con el paradigma tradicional de la enseñanza y de la evaluación al utilizar aplicaciones y plataformas educativas que sustituyen a los exámenes y pruebas de evaluación.

La intención de esta transición debe garantizar una mayor significatividad de los conocimientos, situación que en gran parte de dichas aplicaciones y plataformas se puede dar de manera inmediata gracias a la retroalimentación instantánea al terminar el intento (como en Educaplay, Factile, entre otros).

Ante esto, la evaluación que se pretenda llevar a cabo debe priorizar el enfoque formativo por encima del sumativo, guiando a los alumnos a la construcción de su conocimiento a través de un método evaluativo flexible, sin incidencia en su promedio final y que, además, brinde un espacio de autorreflexión en aquellas áreas donde hace falta reforzar el estudio y en donde el docente debe centrar su

atención para brindarle herramientas de estudio.

Como reflexión final, lo que se vivió durante esta época de confinamiento y de trabajo a distancia nos llevó a un ‘presente futurista’, donde se utilizaron los artículos personales (tanto electrónicos como materiales) en el acondicionamiento de espacios de trabajo y en la práctica de nuestros quehaceres, así como el uso de videollamadas de trabajo para el cumplimiento de las actividades y encomiendas laborales. Esto, sumado al avance tecnológico del momento, permitió una transición ‘sencilla’ al Home office, lo cual no hubiese sido posible en décadas pasadas ante la precariedad de la tecnología y la falta de infraestructura tecnológica en los centros laborales. Sin duda, hacía falta volver al futuro para descubrir cosas que ya existían y que no conocíamos.

* Auxiliar de desarrollo curricular en la Dirección de Planeación y Desarrollo Académico, Universidad Xochicalco

Referencias bibliográficas: UNESCO (2021). Memoria. Educación pospandemia: Salud mental y prevención de la violencia con la comunidad educativa. Recuperado de https://es.unesco.org/sites/default/files/docmemoria-foro-educacion-post-pandemia.pdf

28 | Lhdc

This article is from: