Dialogo Entre Masones Agosto 2017

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Dialogo Entre Masones

A r t í c u l o s Masónicos Seleccionados Año 4 - N° 44

Agosto 2017


Herbert Oré Belsuzarri Mario López Rico Vicente Alcoseri Julio Villarreal III

-Leyendas perdidas de la masonería Juan el Bautista….…………………………………………………………3 -Bristol y su importancia para Latinoamérica………10 -Bristol: Un estudio masónico único………………… ….13 -El ascenso hacia la verdadera luz, no siempre significa una verdadera luz en ascenso…………………18 -Rituales nativos del Brasil…………………………………22 -Index Librorum Prohibitorum…………………………..29 -Malleus Maleficarum ……………………………………….34 -El martillo de las brujas o el libro de los idiotas……39 -Gatos, brujas y peste negra………………………………44 -El código masónico en las Cortes de Cádiz………….51 -León Trotski y la masonería……………………………..167 La revista agradece la difusión de los artículos publicados, mencionando la fuente y la autoría.

Valle de Lima Agosto 2017


LEYENDAS PEDIDAS DE LA MASONERIA JUAN EL BAUTISTA Marino de Armas Benitez

Es triste comprobar que la ritualistica masónica de algunas logias, no incluye la leyenda de Juan el Bautista; patrono de la francmasonería desde el 395. Fecha en que los emperadores Honorio y Arcadio sancionan a los Collegia Romanos, que no adoptaran como patronos a los dos Juanes (Juan el Bautista y el Evangelista). Base en que se fundamenta el nombre de Masonería Azul o Logias Simbólicas. 3


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Resulta incomprensible constatar que muchos masones, desconozcan que el titulo Logias de San Juan otorgado a las logias simbólicas exclusivamente; surge tras el discurso pronunciado en 1736 por el Caballero Andrew M. Ramsay de origen escocés, en la Gran Logia de Francia. Y la unión en 1738 de Masones y Caballeros de la orden de San Juan de Jerusalén. Señalando que los Caballeros Hospitalarios u Orden de Malta, al igual que los masones tenían a Juan el Bautista como patrono. A pesar de esto España sigue cambiando la ritualistica masónica antigua y vendiendo una nueva, según consta en documento del 12-06-2017; No. 32368 GLE. …no se admitirán fotocopias o cualesquier otro elemento diferente al libro editado y autorizado… ¿Qué harán los hermanos con menos recurso? La venta de libros es una actividad económica sujeta al impuesto de sociedades, debiéndose estar dado de alta en dicha actividad en hacienda. La posibilidad de recaudación destinada a fines benéficos está descartada, pues en ninguna de las partes el documento insinúa o cita este objetivo. Si hacer el bien es el principio, que une a todos los masones más allá de ideologías, religiones y política; como entender que se impongan leyes que afectan a los menos favorecidos. Este hecho demuestra como los valores de la antigua francmasonería se hieren, ante modernismos impuestos; siendo necesaria la autoeducación del masón para fortalecer el pensamiento correcto, ante conductas ético-morales lejanas a nuestros principios. Por ello pongo gratuitamente en vuestras manos, esta breve instrucción masónica. Para que no olviden de dónde venimos y quienes somos. Leonardo Da Vinci dijo:…La adquisición de cualesquier conocimiento es siempre útil al intelecto, que sabrá descartar lo malo y conservar lo bueno… Leyenda Masónica: Entre nosotros los masones, todo se representa simbólicamente relacionando las herramientas del oficio del maestro cantero con realidades de 5


la vida. No comulgamos en escuela religiosa única, todas son respetadas. Solo pretendemos encontrar los valores ético-morales que nos definen por medio de nuestras acciones, en favor del ser humano. …Sabed que Herodes Antipas Tetrarca de Galilea, vivía en inmundo maridaje con Herodías; esposa de su hermano Filipo. Juan que proclamaba como doctrina la Moral, la Justicia, el Honor y el sacrificio de la vida por la Verdad y la Virtud; no podía ser persona grata y fue encarcelado por predicar. Cuando aconsejo y exhorto a Herodes para que cesara su maridaje con Herodías, esta juro vengarse. Prevaliéndose del ascendiente que alcanzara su hija Salomé sobre Herodes, ante quien esta había ejecutado sugestivas danzas y por la que en su lascivia llegara a ofrecerle cuanto pidiera; aun hasta la mitad de su reino. Herodías instigo a Salomé para que exigiera la cabeza del Bautista. Y la cabeza del Bautista fue tronchada, y en plato ofrendada a Salomé… Ved en esta leyenda la expresión más elocuente del sacrificio de la vida por la Moral, por la Virtud y la regeneración de la Humanidad. Ni la tristeza de una prisión, ni los horrores de un suplicio fueron capaces de sojuzgar a una conciencia pura y a un corazón honrado. Por ello los masones renovamos nuestras enseñanzas, en la vida y muerte de Juan el Bautista; para ejemplificarla en beneficio de la paz universal y el amor fraternal. Notas: • Rómulo primer rey de Roma, según ley dictada los artistas no eran considerados como ciudadanos, porque el ejercicio de sus profesiones no les permitía empuñar armas; por ello no estaban censados ni empadronados. • Numa Pompilio segundo rey de Roma (716 a. C. - 674 a. C.), abolió la citada ley de Rómulo. Fundando los Collegia, institución con un importante papel dentro del derecho romano; tenían estatutos propios (la Lex Collegii) y carácter de asociación privada, dentro de estos colegios fundados tenemos: Collegia Artificum (Artesanos) y Collegia Fabrorum (Arquitectos). 6


• En el 313 Constantino (Flavio Valerio Aurelio Constantino), legaliza la religión cristiana por el Edicto de Milán. Y en el 380 Teodosio, convierte al cristianismo en religión oficial por el Edicto de Tesalónica. • El patrono de los Collegia Artificum y Fabrorum; era Jano (Janus) el dios de las puertas. Representado con dos caras por su facultad de ver el pasado y el futuro simultáneamente, para poder obrar con sabiduría en el tiempo presente. • Juan el Bautista profeta de tres religiones: Cristianismo, Islam y Bahái. Y patrono de los masones. • Jesús dice de Juan el Bautista (Mateo 11:11-13-14-15)…En verdad os digo que entre los nacidos de mujer no se ha levantado nadie mayor que Juan el Bautista…Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan...Y si queréis aceptarlo él es Elías, el que había de venir... El que tenga oídos, que oiga… • Juan el Bautista heredo el Sacerdocio Aarónico (Hijo de Zacarías, Lucas 1:57-59-60); tenia discípulos que le seguían (Juan 1:35); bautiza a Jesús (Mateo 3:13). Su verdadera misión, fue iniciar al Maestro de los Maestros. • Evangélicamente hablando encontramos dos Salomé, una detallada en los Evangelios Apócrifos (Evangelio de Tomás y en el Evangelio de los Egipcios, la existencia de estos textos es atestiguada por Clemente de Alejandría, Hipólito y Epitafio) en los cuales cita a Salomé como la madre de Santiago el Mayor y Juan Evangelista. La otra Salomé princesa, es la hija de Herodías y Herodes Filipo I e hijastra de Herodes Antipas (Hermano de Filipo), quien ordena decapitar a Juan Bautista. • Históricamente hablando, el reino de Herodes el Grande fue dividido por Roma en cuatro partes, de allí su título de tetrarca(rey de cuatro reinos): Idumea (región de origen de Herodes); Judea; Galilea y Perea. Según Flavio Josefo, en el 4 a. C. un esclavo de Herodes el Grande, Simón se apoderó de la región y reclamó el título real de su señor difunto; pero los romanos dominaron la revuelta. La región fue dada a Herodes Antipas tetrarca de Galilea, hasta el año 39 d.C.; posteriormente pasa a Herodes Agripa de Batanea hasta el 44. Finalmente, pasa a ser posesión directa romana. • Arqueológicamente hablando, el rey asmoneo Alejandro Janneo (10478 a. C.) en torno al año 90 a. C. construye la fortaleza de Maqueronte 7


en las montañas de Moab al este del Mar Muerto; en la cumbre de una colina en la antigua Parea, en la actual Jordania. Herodes I el Grande la reconstruyó como puesto militar para defender sus territorios en el año 30 a. C. En esta fortaleza fue encarcelado y decapitado, el predicador y patrono de la francmasonería Juan el Bautista por Herodes Antipas tetrarca de Galilea. • Juan el Bautista único santo al que se celebra su nacimiento (24 de Junio) y no su muerte (29 de Agosto). Las celebraciones del nacimiento de Juan el Bautista, están marcadas por canticos de alegría y alabanzas. Canticos Graduales (Salmos 120 – 134), eran cantados, por los peregrinos que subían las quince gradas del Templo de Salomón hacia Jerusalén; de ello el nombre de gradual como sinónimo de ascenso. • Masónicamente hablando, ¿Por qué se abre la Biblia en el Salmo 133, en el grado de aprendiz? Cuando asistimos a los trabajos masónicos en una logia, se entona este cantico gradual al Amor Fraternal, alabando la luz que recibimos del Gran Arquitecto del Universo. Honrando a nuestros patronos, quienes son los testigos de tan sacro acto. • La francmasonería celebra anualmente dos grandes fiestas con toda solemnidad, una llamada Solsticio de Estío o de San Juan Bautista consagrado al Reconocimiento; y la otra denominada Solsticio de Invierno o de San Juan Evangelista dedicado a la esperanza. Tener en consideración:

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En la antigüedad nuestros predecesores los Artesanos del Faraón, poseían una rica simbología que se conserva hoy tras miles de siglos, en nuestras logias.

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BRISTOL Y SU IMPORTANCIA PARA LATINOAMERICA Aureliano en Hibernia

No hace más de una semana que el trabajo minucioso de los Hermanos Saúl Apolinaire y Víctor Guerra sobre el ritual de Bristol llegó a mis manos. En pocos días lo leí con el frenesí que la ansiedad requería, previendo acertadamente que se convertiría en un libro de relectura y consulta. 10


Para quienes provenimos de masonerías latinoamericanas, poco propensas a cuestionarse sobre el origen real y no mítico de sus fuentes rituálicas, de sus tradiciones particulares y siempre dóciles a cierto canon pétreo de una bibliografía desteñida, un libro de esta naturaleza no puede sino ser vitoreado como una brisa fresca y auspiciosa para inquietudes vivas. Alguna particularidad vinculada a sus autores constituye una pista no menor de una trama que puede (aunque no quisiera llevarme por un excesivo entusiasmo) llegar a desarrollarse y ramificarse en la masonería hispano hablante de América: uno de sus autores es Asturiano y el otro Marplatense. Un lazo fraterno que, a través de una investigación de rigor, ha unido extremos geográficos cuya lengua común aparece siempre desfavorecida en materia de bibliografía masónica de rigor. Cuando uno lee los catálogos de obras masónicas en castellano puede apreciar que en su mayoría constituyen materiales de una espiritualidad cercana al new age, ensayos subjetivos de tintes apologéticos o francamente propagandísticos cuando no, en el peor de los casos, sumas de supercherías de nulo rigor intelectual. Cómo no festejar entonces esta publicación que tanto bien puede generar en la masonería de habla castellana de América. Otra particularidad augura una no menor satisfacción: uno de sus autores ha crecido y se ha especializado en el rito moderno. El otro, formado en el rito escocés antiguo y aceptado predominante en la masonería argentina, se interesó tanto por el rito moderno como por el rito de emulación a los fines de entender cabalmente ese raro escocismo anclado en Sudamérica que, en sus grados simbólicos, de país a país parece en ocasiones sólo tener en común su algo desmesurada denominación. Dicha inquietud honesta y desdogmatizada garantiza una objetividad que puede uno percibir en el transcurrir de la lectura, con la declarada intención de no querer ser la última palabra dicha en la materia: modestia que siempre es de agradecer en los autores masónicos. Pero hay una particularidad que, a mi modo de ver, merece ser tenida como asaz valiosa por los latinoamericanos. Tras la declarada intención de querer revisar un viejo ritual del Siglo XVIII a los fines de establecer 11


si su espíritu se corresponde con las tradiciones de los Modernos o de los Antiguos, los autores nos despiertan la enorme curiosidad de querer ahondar más en dichas vertientes rituálicas a los fines de poder mirar con nuevos ojos la historia de la masonería y, por qué no (se me disculpe tamaña traspolación), los rituales que practicamos en el seno de nuestras logias para poder comprobar que los mismos distan bastante de obedecer a tradiciones perennes de tiempos noaquitas o salomónicos, ni mucho menos ser el resultado coherente de tradiciones exclusivas y monolíticas. Cierta promiscuidad rituálica, propia de los encuentros y desencuentros de las distintas variantes masónicas en Latinoamérica se puede trazar figurativamente en paralelo a las masonerías irlandesas e inglesas cuyo comercio geográfico prohijó el viejo ritual de Bristol que Apolinaire y Guerra han traducido y analizado minuciosamente. ¿No será hora de que los masones hispanoamericanos nos demos a la tarea de releer nuestros rituales y trazar un adn de nuestras identidades, no para depurarlas con afán de Torquemadas, sino para festejar la riqueza de las mismas y abrirnos al conocimiento de todas las diferentes tradiciones que han forjado ese esmerado hábito teatral en que enmarcamos nuestros tiempos de encuentro? ¿No será hora de empezar a vislumbrar que bajo el pretexto de pretendidas tradiciones no se han encumbrado más que cuestiones de políticas obedienciales de coyuntura? ¿No será tiempo de revisar las cuestiones referidas a la regularidad desde una óptica más cercana al rigor histórico que a los devaneos circunstanciales de nuestras superestructuras obedienciales? Por lo dicho, la lectura de este valioso trabajo de investigación conjunta de dos Queridos Hermanos no sólo nos proporciona un cúmulo de informaciones que nos abren a horizontes poco explorados por nuestra masonería latinoamericana, sino que nos induce a mirar con otros ojos nuestras prácticas rituales. Que un libro por si sólo produzca semejante resultado es algo que ciertamente debe ser altamente valorado. Un último detalle: el Querido Hermano Apolinaire pasó al Oriente Eterno en el 2015. El Querido Hermano Guerra completó los trabajos. El resultado es un libro de investigación que, a más mentas, constituye un símbolo de fraternidad tangible y emotivo. 12


BRISTOL: UN ESTUDIO MASÓNICO ÚNICO Joaquim Villalta

Cuando se me propuso hacer el epílogo sobre este magno estudio ritual, no lo dudé dos veces: se trataba de un trabajo único y llevado a cabo por dos Hermanos de absoluta solvencia masónica e historiográfica: Víctor Guerra y Saúl Apolinaire (ya en el Oriente Eterno). Me unía además de la amistad, un vínculo de admiración académica y ejemplar actitud, plasmado concretamente desde el “Círculo de Estudios del Rito Moderno y Francés Roëttiers de Montaleau” del que me siento honrado formar parte, y con quienes llevamos a cabo diversos trabajos pioneros en el ámbito de la masonería iberoamericana. Este libro, no es uno más de los muchos que, respetuosamente, abundan. Es un Trabajo único hasta el día de hoy, y que aborda estratos que siempre quedan en el limbo bien sea por impotencia o complejidad. Querría poder expresar en palabras aquello que nace del corazón y del alma, pero estoy convencido que tal labor sería imposible. Es por ello que además de recomendar su lectura imprescindible a todo amante de la Orden, Historiador o Masonólogo, tengo la seguridad de que el lector obtendrá algo que siempre busca: conocimiento (y más Luz para el Francmasón). 13


Estos 300 años conmemorativos de la fundación de la Francmasonería especulativa vienen repletos de actos, homenajes, agasajos. Providencialmente, estas fechas han querido que dé a luz esta obra única, no sólo en un continente en concreto, sino a nivel mundial, legado para todo masón, académico o simple buscador de la verdad. Dicho esto, les dejo con un pequeño extracto de mi modesto epílogo: Aquellos que hemos tenido acceso a este estudio, somos ciertamente afortunados. Nos encontramos ante una obra para sibaritas, estudiosos, o sencillamente buscadores de esa verdad histórica que por desgracia aparece manipulada y mal mitificada en una y otra orilla de la absurda divergencia conceptual denominada “Regularidad”. En todo caso, “esta joya” quedará como inicial referente ante unas cuestiones no menores. Saúl Apolinaire, ya en el Oriente Eterno, brillante académico investigador, y amante de una humilde discreción ejemplar, se une al potencial de conocimientos del Hermano Víctor Guerra, referente en el estudio del Rito Moderno, para plantear algo, hasta ahora, inédito. Francamente ejercer un desarrollo personal de sus análisis y estudios comparativos estaría absolutamente fuera de lugar, máxime compartiendo sus conclusiones finales, y teniendo el honor de compartir membresía con ambos en el Círculo de Estudios del Rito Moderno y Francés “Roëttiers de Montaleau”. Entrando en materia, sin más dilación, este análisis ritual nos indica a todas luces que es de naturaleza “Antigua”. La pregunta sería: ¿es esta cuestión absolutamente transcendental? A modo analítico sí, obviamente. No obstante me voy a permitir exponer unas humildes consideraciones que creo, en el fondo, pueden ser vitales, al menos bajo mi prisma. 14


Debiéramos remontarnos “ab origo” al tremendo desacuerdo “Antiguos versus Modernos”. Hay mil y un estudios al respecto, pero sea como fuere, la actual historiografía nos plasma una misma fuente procedimental: el abandono del Rito de los Antiguos Deberes y la imposición, aunque transmutada, del denominado Rito del Mason Word. Formalmente eso es así sin discusión. Este libro nos indica sabiamente cómo algunos de los puntos de desacuerdo entre ambos realmente no eran tales. A modo de ejemplo, la Instalación del Maestro de la Logia ya era realizada en sus inicios Modernos (otra cuestión es que no fuera seguida por el resto de su jurisdicción, para lo cual se puso solución). Apuntemos a modo de ilustración, que La Logia de Antigüedad no era otra que la Logia muy antigua (los ingleses dicen en ese caso: «a time immemorial Lodge») que se reunía, en 1717, en la taberna que tenía como letrero «el Ganso y la Parrilla» en el cementerio Saint-Paul. Esta Logia fue una de las cuatro fundadoras, el 21 de junio de 1717, de la Primera Gran Logia de Londres. En 1761 tomó el nombre de “West India and American Lodge” y en 1770 adoptó el de “Lodge of Antiquity”. Es importante anotar que esta Logia nunca pasó bajo la jurisdicción de los Antiguos y permaneció fiel a la G. L. de 1717, excepto de 1777 al 1787 cuando, teniendo a su cabeza el celebre escritor masónico William Preston, conformó, a consecuencia de una disputa con la Gran Logia, la «Grand Lodge of England South of River Trent», trabajando bajo la autoridad de la Logia «of All England» en York. En lo que concierne a la ceremonia de Instalación del Maestro de la Logia, “Lodge of Antiquity” afirma comunicar unos secretos particulares en el momento de la instalación del Maestro por lo menos desde el 1726 (B.E. Jones o.c. p. 248) y conceder desde el 1739 un rango privilegiado al Pasado Maestro Inmediato. Pienso también (y no de forma gratuita) que tanto en la disensión basal de Antiguos y Modernos, como en la Gran Logia de Wigam, donde el 15


Ritual Bristol se llevaba a cabo por algunos, esos disensos eran fruto de ambiciones de poder fruto de una excipiente burguesía y de otros aspectos sociológicos que aquí no desarrollaré por meritar un trabajo externo, más que de aspecto iniciático-formales. Entendamos que el cambio de usos rituales era frecuente, ya no sólo en Gran Bretaña, sino también a nivel europeo continental. A modo de apunte, la existencia en Francia de los Stuarts dentro de un procedimiento acorde al Rito Moderno es indiscutible. Así el ritual Berté de 1788 nos indica claramente: “los dos Stuarts (Stewards de las logias inglesas), uno colocado al medio de la columna del mediodía, y el otro a la mitad la columna del Norte; llevan en la mano, el primero, un bastón de 6 pies con un sol de oro en la parte superior, el segundo, un bastón similar con una Luna. Estos Hermanos acompañan cuando se rinden honores y ayudan a los vigilantes cuando las columnas son demasiado largas. Podríamos citar múltiples ejemplos puntuales, pero extensos, donde se ejecutaba la multiplicación de Expertos como Oficio, o asimismo, el cambio “formal” en las recepciones, era propio e incluso bien considerado en Orientes como los Países Bajos y aún de uso y buen ver en los orientes belgas. Así, el masón viajero, se enriquecía con esa pluralidad de quehaceres que no vulneraban, en definitiva, los puntos esenciales de la Orden.Yendo más allá, hoy en día apreciamos formas diversas de su Rito Moderno (auque analíticamente sea cuestionable por algunos injertos o deformaciones). En la ctualidad, ¿qué nos queda?: Una metodología ritual diferencial. Sin ninguna duda el “Bristol” sigue el concepto de los Antiguos (posteriores en el tiempo a los Modernos calificados despectivamente así por estos últimos). Sea como fuere, la finalidad ritual debe conducir a una misma meta, objeto último de la práctica masónica. A nivel formal, el masón y estudioso (redundando, porque no se puede ser masón y no estudioso) simplemente debe observar la estructura simbólica fundamental (sin más aditamentos ni articulaciones argumentales 16


de segunda fila, complicaciones más políticas que iniciáticas): Tres Grandes Luces: Sol, Luna y Maestro de la Logia, en Rito Moderno Escuadra, compás y Libro en los Antiguos ¿Cuál fue la resolución ante esta diferencia? ¿Dónde quedó el espíritu fundacional ecuménico de Désaguliers? Simplemente, en mi muy humilde opinión fue bufa. Ante la “victoria” de las posiciones “Antiguas”, se denominaron a las primeras Tres Grandes Luces Secundarias. Este “juego de manos” cual trileros, incluso fue utilizado en el Rito Francés por Groussier en sus rituales siendo Gran Maestre, y presionado por muchos miembros de su obediencia que pretendían una cierta recuperación simbólica que fue prácticamente vaciada en el último cuarto del Siglo XIX dejando unos rituales huecos y víctimas de “l’air du temps” político-social imperante. ¡De qué modo más lastimoso se diluyó la regulación del 1786 con el paso del tiempo! Es más: las obediencias afines, por aquello del histórico Reconocimiento, ingirieron semejante sumisión y deformación ritual para todo rito Moderno, incluso después de su repudio, y algunas recuperaron plegarias para más “explanación” en aras de conservar su acta de Regulariadad. Me queda una incógnita irresoluble: ¿Cómo aquellos defensores y portaestandartes del Rito Moderno, desde su estatus de actual Regularidad, aceptan dicho “chantaje”? Tal vez no sea tan difícil la respuesta: política obediencial. Finalizo reiterando mi visión de este excelente estudio y agradeciendo que, hoy en día, continúe habiendo masonólogos como Saúl Apollinaire (ya en el Oriente Eterno) y Víctor Guerra, que nos abran puertas de reflexión, análisis y meditación. 17


Confesiones de un iniciado a los 8 años,

EL ASCENSO HACIA LA VERDADERA LUZ, NO SIEMPRE SIGNIFICA UNA VERDADERA LUZ EN ASCENSO Nelson J. Ressio. “Si encuentras tu espíritu abatido, por una rebeldía de tu propio ser, recuerda que tienes en ti mismo, la propia voluntad para vencer.” Frase inolvidable que he leído cuando era niño en la contratapa interior de un libro de mi abuela paterna, y escrito de su puño y letra. No recuerdo si fue de su propia autoría, ya que no he hallado dicha frase en ningún otro lugar hasta ahora, la cual, se quedó grabada en mí, para siempre. Existen ciertas ocasiones únicas e irrepetibles en nuestra vida, en donde un evento, una persona, una palabra, una frase, un poema, un libro, una canción, o bien, una institución fraternal, llegan a generar un cam18


bio psicológico muy positivo en nuestra personalidad. Y a este respecto, recuerdo muy bien que, cuando tenía unos 8 años aproximadamente, aquella frase que leí al final de un libro, escrita por mi abuela, y que cité al comienzo de estas palabras, generó un gran cambio en mi psique profunda, el cual fue de tal magnitud, que solo esas dos líneas bastaron para que mi vida diera un giro de 360º, la cual pasó a estar revestida de una constante búsqueda de la verdad, del saber, de la duda, del conocer, pero, todo ello, abrazado por lo que sería para mí, el comienzo de una especie de autoconocimiento primitivo, de una vida más introspectiva, y que comenzaba a gestarse, sin llegar a detenerse nunca más. Aquella frase, fue para mí, como una especie de chispa, la cual -en aquellos tiempos- pudo encender un Gran Fuego, dentro de mí muy neófita espiritualidad infantil, como una poderosa Antorcha portada en lo alto de mi mano derecha. Esas palabras escritas por mi abuela, no las he olvidado jamás. Y cuando, todo lo anteriormente dicho, se conjuga con lo último mencionado, con esa chispa, con esa antorcha, es el momento en el que ese gran cambio psicológico se produce. Ese punto de inflexión que causó en mí, el significado de aquella frase, respecto de la manera en que me veía a mi mismo, -y por ende, a todo lo demás-, lo hago análogo a mi inolvidable experiencia iniciática. En la Iniciación, me sucedió un cambio muy similar al de aquella iniciación precoz, a los 8 años de edad, aunque, obviamente, esta fue de mucha mayor magnitud, que cuando leí, en mi niñez, aquella reveladora frase, salvando las diferencias de uno y de otro evento. Pero, más allá de las diferencias eventuales, ambos sucesos generaron cambios psicológicos extremadamente positivos en mi persona, pudiendo percibir, en mi iniciación, y sin dudarlo un momento, aquel punto de inflexión del que hablaba antes. Y me animo a afirmar, con total humildad, que ese punto de inflexión; entre mi muerte a todo lo profano, como un ser, a veces, ajeno a mi propio templo interior; y entre el posterior renacer hacia una nueva vida, hacia una nueva conciencia Perfectible de mi mismo, hacia una especie de transformación de ese Yo que me guía y de ese Súper yo que me condena; se renovarán ambos con fuertes cimientos, con paredes compuestas por inamovibles bloques de virtudes, levantadas en base a 19


aquellas piedras en bruto, labradas una a una con la fuerza de mi espíritu, fuerza que será dirigida por el cincel de la razón y de la sabiduría; de modo de que, con cada día de mi vida… de nuestras vidas… ese templo interior irá tomando forma y firmeza. Y así como todavía recuerdo aquella Frase Iniciática de mi abuela, tal como si fuera la primera vez que la leo, -la cual seguiré portando en mi mente hasta abandonar la mortalidad del cuerpo-, también será lo mismo para el templo que comencé a construir, de una mejor manera que en mi anterior vida profana, a partir de mi iniciación. Pero, así como construir templos materiales, es un proceso que lleva varias generaciones, soy consciente de que nunca terminaré de construir mi templo interior, tampoco terminaré de pulir la última piedra bruta, ni llegaré a transformar el plomo en un oro más puro; pero, de lo que sí estoy seguro, es de que, en el trayecto de esta nueva vida, y junto a mis hermanos de aquí y de allá, podré haber llegado a pulir las suficientes piedras dentro de mí mismo, como para que ese templo; edificado principalmente por mi diario accionar, en una asistencia recíproca con la fraternidad, sea el contenedor y guarda de mi autoconocimiento… de mi capacidad de introspección… para llegar a correr el velo que impide ser consciente de mis propios ángeles y demonios… para saber cuales son mis fortalezas… para transmutar mis debilidades en potencialidades… para llegar a conocer a los demás, de una mejor manera empática… para ser un servidor y guardián de la especie humana, así como de la propia Orden; ese templo… llegará a ser cada vez más fuerte y más alto… tan fuerte y tan alto… que yo pueda llegar a sentir, con mis propias manos, como un Perfectible Obrero dentro de mí mismo, el inconfundible calor espiritual, emanado de la Flameante Luz de mi Conciencia... La Verdadera Luz. El Ascenso hacia la Verdadera Luz, no siempre significa que una verdadera luz esté en Ascenso. Existen muchos iniciados, sumidos en un ostracismo intelectual y de conciencia, que todavía no han aceptado la Verdadera Luz. Pero no solamente, no aceptan a la Verdadera Luz, -inconscientemente, creo yo-, sino que rechazan, de la misma manera, a los que sí la portan, y por desgracias, los primeros son mayoría, mientras que los últimos, solo un puñado. Pero, todos, alguna vez, estuvimos dentro de la mayoría, dentro del ostracismo intelectual, pero los que lo20


gran escapar de la Ostra, los que se desprenden del Ánima que los oprime y no los deja individuar, son los que, en definitiva, logran, hallar aquella Antorcha, siendo sus Portadores por siempre, con la mano de la inteligencia elevada hacia el Cielo. Para poder portar la Antorcha de la Verdadera Luz, primero es necesario, no solo estar atentos a ciertos y determinantes eventos, tales como aquella reveladora e iniciática frase de mi abuela, sino que también, a aceptar, con inteligencia, todas nuestras caídas, porque quien cae 1000 veces, y en todas ellas se levanta, tendrá la fuerza de 1000 Hombres, para poder elevar el pesado manto de la Ostra, y escapar de la oscuridad que envuelve a la Perla que habita en su interior. Pero, como sabemos, las perlas solo se lucen con la Luz. Una Perla no vale nada dentro de su Ostra, tal como sucede con la persona que nunca ha podido escapar de las fuerzas tiranas de su inconsciente primitivo. La Perla, solo se Luce al recibir la Verdadera Luz de la Conciencia, en constante elevación, debido a la propia acción de la voluntad vencedora. 21


RITUALES NATIVOS DEL BRASIL Renato Sztutman

Renato Sztutman, antropólogo. Profesor del Departamento de Antropología de la Universidade de São Paulo, investigador del “Núcleo de História Indígena e do Indigenismo/NHII-USP” y colaborador del ISA.

Introducción Los mitos cuentan cómo las cosas llegaron a ser lo que son. Relatan como se diferenciaron las divinidades, los hombres, los animales y las plantas. Los rituales, a su vez, recorren el camino inverso de los mitos. Y, no casualmente, se disponen en muchas oportunidades a contar el mito, a recrear el mito, promoviendo una especie de retorno a ese tiempo de no diferenciación general en el que las divinidades, hombres, animales y plantas se comunicaban entre sí y producían su existencia por medio de esa interacción. Las poblaciones indígenas creen que esta comunicación, esta interacción se debe dar de manera mediada y que es indispensable para la producción de las personas y de la propia sociedad. Al final, es del cosmos mítico que son extraídas las materias primas para la constitución de las personas y de la sociedad. Perder de vista esta comunicación, esta interacción, es entregarse a la inercia, a la permanencia en un mundo sin sentido.

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Foto: Frei Arsênio Sampalmieri, 1979

Los rituales de iniciación, por ejemplo, consisten en lograr que los neófitos (debutantes) sean separados de la convivencia social y, de esta manera, se sometan a un estado de liminaridad en el cual la frontera del mundo social, humano, parece borrarse. Sólo pasando por ese estado de liminaridad es que el neófito podrá volver a este mundo, ahora de manera transformada. Los rituales funerarios, por su parte, consisten en separar los vivos del muerto, haciendo que este último retorne al otro mundo, mundo no humano. Todo deceso ubica a los vivos, relacionados con el acontecimiento, en un estado de liminaridad. Por eso no es de sorprenderse que los rituales funerarios o pos funerarios sean en muchas oportunidades, entre los pueblos indígenas, aprovechados para la realización iniciática de los jóvenes. Podemos decir que esa comunicación ritual se establece entre seres humanos y seres no humanos, como espíritus, divinidades, dueños de especies naturales, subjetividades que habitan cuerpos animales y vegetales, etc.; todos dotados de diferentes potencias. Pero no podemos olvidar que dicha comunicación termina por ser establecida entre personas provenientes de diferentes lugares: gente de otras aldeas, de otros territorios e inclusive de otras etnias. Los rituales indígenas son una celebración de las diferencias. En primer lugar,

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de las diferencias entre los seres que habitan el cosmos. Los humanos saben que mucho de lo que poseen –aquello que denominamos cultura- no fue meramente “inventado” por ellos mismos, pero si tomado, en el tiempo del mito, de otras especies, e inclusive de enemigos que no se ven desde hace tiempo. Los rituales indígenas son, además de lo mencionado, una celebración de las diferencias entre los mismos seres humanos, diferencias sin las cuales no habría ni intercambio ni cooperación. Y para celebrar estas diferencias se pone en movimiento una intensa trama de obligaciones –de comida y bebida sobre todo, aunque también, en ciertas ocasiones, de cantos y artefactos-.

EL PANORAMA DE LA DIVERSIDAD

Foto: Kim-Ir-Sam, 1973.

El ritual funerario de los bororo (estado de Mato Grosso), marca un momento especial en la socialización de los jóvenes. No sólo porque muchos de ellos son iniciados formalmente, sino, también, porque es por medio de su participación en los cantos, danzas, excursiones colectivas de caza y de pesca que ellos tienen la oportunidad de aprender y percibir la riqueza de su cultura.

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La carrera de troncos, está relacionada con la realización de diferentes rituales, los krahô (estado de Tocantins) se dividen en dos equipos, llamadas “mitades”. Cada uno de ellos carga una sección del tronco de buriti (u otro vegetal) cuyo formato, tamaño y ornamentación son variables. Los krahô son un grupo timbira, de la familia lingüística jê. Otros pueblos timbira y jê también realizan carreras de troncos.

Foto: William Crocker, 1975.

Entre los canela (estado de Maranhão), grupo timbira, los niños son introducidos en su clase de edad por medio de algunos rituales de iniciación. Esos rituales entrenan a los pequeños para que se vuelvan guerreros. Tradicionalmente, la mayoría de las niñas está asociada de tal manera que reciben cintos de madurez, necesarios para contraer matrimonio.

Foto: Michel Pellanders, 1989.

En el yãkwa, ritual realizado por los enawenê-nawê (estado de Mato Grosso), los habitantes de la aldea, divididos en clanes, realizan un intercambio generalizado de alimentos, cantos y bailes. El ritual, que dura varios meses y posee dos fases distintas, intenta cumplir las enseñanzas de los espíritus subterráneos yakairiti.

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Foto: Bartoleu Mella, 1980

La primera iniciación de los niños karajá (estados de Mato Grosso y Tocantins) ocurre a mediados de los siete u ocho años de edad. Consiste en la perforación del labio inferior, que recibirá un adorno. La perforación es realizada con la clavícula de un mono y ocurre en la presencia de los padres.

Foto: Claudia Andujar

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En la maloca toototobi de los yanomami (estado de Amazonas), los hombres realizan una sesión con el polvo alucinógeno yãkuãna. Este está muy presente en la iniciación de los chamanes yanomami y el ritual siempre se debe producir bajo la conducción de los ancianos.

Foto: Milton Guram, 1991

Hombres xinguanos se disputan el huka-huka en la aldea de los yawalapiti (estado de Mato Grosso). La lucha integra el ritual intertribal kwarúp que se realiza en homenaje a los muertos de los diferentes grupos que residen en la región del Alto Xingu.

Foto: Milton Guran, 1985.

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Los bobos (bobotegi) son personajes que figuran en la Fiesta del Barco, realizada por los kadiwéu. Este largo ritual se remonta a los tiempos de la Guerra del Paraguay, cuando este pueblo peleó por el Brasil.

Foto: Mônica Pechincha, 1992.

A pesar de haber sido desterrados a la ciudad de São Paulo, os pankararu, que migraron desde el estado de Pernambuco, continúan realizando sus ceremonias, cantos y danzas.

Foto: Marcos Issa, 1996. TOMADO DE: POVOS INDIGENAS, https://pib.socioambiental.org/es/c/nobrasil-atual/modos-de-vida/rituais

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Index Librorum prohibitorum El Index librorum prohibitorum et expurgatorum, en español “Índice de libros prohibidos”, también llamado Index expurgatorius, es una lista de aquellas publicaciones que la Iglesia católica catalogó como libros perniciosos para la fe; además establecía, en su primera parte, las normas de la Iglesia con respecto a la censura de los libros. La última edición data de 1,948 y, aunque se siguieron incorporando títulos hasta 1,961, una provisión de 1,966 decretó que no se siguiera renovando. Fue creado en 1,559 por la Sagrada Congregación de la Inquisición de la Iglesia Católica Romana (posteriormente llamada la Congregación para la Doctrina de la Fe). El Index contenía nombres de autores cuyas 29


obras estaban prohibidas en su totalidad, obras aisladas de otros autores o anónimas y también un detallado repertorio de los capítulos, páginas o líneas que debían ser cortados o tachados. Esta labor correspondía a los bibliotecarios, que debían ocuparse de ellas antes de dejar los libros en manos de los lectores, además de fomentar también la autocensura de los propios autores. Para el mantenimiento del Index después de la primera edición, de Pío V, se instituyó en 1,571 la Sagrada Congregación del Índice. El Índice fue actualizado regularmente hasta su suspensión, en 1,966, con materiales que se fueron agregando tanto por la Congregación como por el Papa. Otras congregaciones, como el Santo Oficio, pasaban a la anterior sus propias correcciones, para que las incorporara. Al final la lista debía ser aprobada por el Papa, que podía indultar a algún autor o añadir otro. ¿A quienes afectaba? La lista incluyó a autores literarios, pensadores, científicos, novelistas, etc.En definitiva, todo tipo de autores u obras con citas “incompatibles con la fe” y acusadas de herejía, deficiencia moral, sexo explícito, inexactitudes políticas, etc.. Autores y obras de los que los fieles pueden no ser inmediatamente conscientes de que sus posiciones son gravemente contrarias a la doctrina de la Iglesia. A los únicos a quienes no se incluía en la lista eran a ateos o anticatólicos puesto que estos estaban automáticamente vetados. Final del índex: Como lista oficial y la excomunión que implicaba su lectura fue abandonada el 14 de junio de 1,966, bajo el papado de Pablo VI, seguidamente del final del Concilio Vaticano II y en gran parte debido a consideraciones prácticas. No obstante, puede ser considerado un pecado venial para los católicos el hecho de leer libros que eran injuriosos contra la fe o la moral católica. 30


El Vaticano, sin embargo, hizo públicas nuevas regulaciones acerca de libros, escritura y medios de difusión, que incluyó en dos artículos del actual Código de Derecho Canónico (vease enlace hacia la propia “Santa Sede” http://www.vatican.va/archive/ESL0020/_INDEX.HTM) 831 1-Sin causa justa y razonable, no escriban nada los fieles en periódicos, folletos o revistas que de modo manifiesto suelen atacar a la religión católica o las buenas costumbres; los clérigos y los miembros de institutos religiosos sólo pueden hacerlo con licencia del Ordinario del lugar 2-Compete a la Conferencia Episcopal dar normas acerca de los requisitos necesarios para que clérigos o miembros de institutos religiosos puedan tomar parte en emisiones de radio o de televisión en las que se trate de cuestiones referentes a la doctrina católica o a las costumbres. 832 Los miembros de institutos religiosos necesitan también licencia de su Superior mayor, conforme a la norma de las constituciones, para publicar escritos que se refieran a cuestiones de religión o de costumbres. Conclusión El propósito de toda institución religiosa es claro: “Solo puedes creer lo que nosotros te afirmamos, solo puedes pensar como nosotros te decimos y no puedes quejarte de nada de lo que se te inculque o imponga.” El ejemplo está presente aquí, en este index. Una “obra” dedicada exclusivamente a la censura en todos sus sentidos. Cuando el cristianismo, en este caso la ICAR, tuvo más poder, este, en vez de promover la igualdad, la libertad y la cultura, dedicó todos sus esfuerzos a hacer justamente lo contrario promovidos o influenciados por 31


la “interpretación” de lo que ellos consideraban “leyes sagradas” (la Biblia). Visualización de Índices: Index Librorum Prohibitorum de 1559 (online) http://www.aloha.net/~mikesch/ILP-1559.htm Index Librorum Prohibitorum de 1564 (online) Index Librorum Prohibitorum de 1582 (online) Index Librorum Prohibitorum de 1612 (pdf) http://www.uco.es/humcor/behisp/informacion/documentacion/indice_ censorio_expurgatorio.pdf Index Librorum Prohibitorum de 1635 (online) http://fondosdigitales.us.es/fondos/libros/462/10/nouus-index-librorum-prohibitorum-et-expurgatorum/ Index Librorum Prohibitorum de 1790 (online) véase también este enlace. https://books.google.es/books?id=-DYLAAAAQAAJ&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=false Index Librorum Prohibitorum de 1948 (online) http://www.cvm.qc.ca/gconti/905/BABEL/Index%20Librorum%20Prohibitorum-1948.htm También podéis encontrar una lista con la digitalización de los Index Librorum Prohibitorum en la Biblioteca virtual Miguel de Cervantes (http:// www.cervantesvirtual.com/obra/index-librorvm-prohibitorum-cum-regulis-confectis-per-patres-a-tridentina-synodo-delectos--0/). Tomado de: http://www.ateoyagnostico.com/2013/02/04/index-librorum-prohibitorum/ 32


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MALLEUS MALEFICARUM (EL MARTILLO DE LAS BRUJAS) HEINRICH KRAMER & JACOB SPRENGER

El Malleus Maleficarum (en latín: Martillo de las Brujas. y “Der Hexenhammer” en alemán), es probablemente el tratado más importante que se haya publicado en el contexto de la persecución de brujas y la histeria brujeril del Renacimiento. Es un exhaustivo libro sobre la caza de brujas, que luego de ser publicado primeramente en Alemania en 1486, tuvo docenas de nuevas ediciones, se difundió por Europa y tuvo un profundo impacto en los juicios contra las brujas en el continente por cerca de 200 años. Esta obra es notoria por su uso en el período de la histeria por la caza de brujas que alcanzó su máxima expresión desde mediados del siglo XVI hasta mediados del XVII. El Malleus Maleficarumo martillo de las brujas fue compilado y escrito por dos monjes inquisidores dominicos, Heinrich Kramer y Jacob Sprenger, quienes aseguraron en el libro que les habían sido otorgados poderes especiales para procesar brujas en Alemania por el Papa Inocencio VIII, por medio de un decreto papal del 5 de diciembre de 1484; pero este decreto había sido emitido antes de que el libro fuese escrito y antes de que sus planeados métodos fueran dados a conocer. Kramer y Sprenger presentaron el Malleus Maleficaruma a la Facultad de Teología de la Universidad de Colonia el 9 de mayo de 1487, esperando que fuese aprobado, en cambio, el clero de la Universidad lo condenó, declarándolo tanto ilegal como antiético. Kramer, no obstante, insertó una falsa nota de apoyo de la Universidad en posteriores ediciones impresas del libro. La fecha de 1487 es generalmente aceptada como la fecha de publicación, aunque ediciones más tempranas de la obra pudieron haber sido producidas en 1485 o 1486. La Iglesia proscribió el libro poco después de la publicación. A pesar de esto entre los años 1487 y 1520, la obra fue publicada 13 veces. Después de unos 50 años, fue nuevamente publicada, entre1574 y la edición de Lyon de 1669, un total de 16 veces. La supuesta aprobación que aparece al inicio del libro contribuyó a su 35


popularidad, dando la ilusión de que se le había otorgado un respaldo garantizado. Con todo, el texto llegó a ser tan popular que vendió más copias que cualquier otro, aparte de la Biblia, hasta que El progreso del peregrino, de John Bunyan fue publicado en 1678. Los efectos del Malleus Maleficarumse esparcieron mucho más allá de las fronteras de Alemania, causando gran impacto en Francia e Italia, y en menor grado, en Inglaterra. Malleus El Malleus Maleficarum fue originalmente precedido por la bula Summis desiderantes, emitida por el Papa Inocencio VIII el 5 de diciembre de 1484, el principal documento papal sobre brujería. En ella se menciona a Sprenger y Kramer por sus nombres (Iacobus Sprenger y Henrici Institoris), y los conmina a combatir la brujería en el norte de Alemania. El libro en sí no fue ordenado por la Iglesia. Los escritores adjuntaron una nota de aprobación de la Universidad de Colonia, ostensiblemente firmada por 4 de sus profesores. Sin embargo, esta nota era una falsificación. La Universidad y la Iglesia nunca aprobaron el libro, y de hecho lo condenaron por el uso de procedimientos antiéticos, y porque su demonología no era acorde con la doctrina católica. Kramer fue condenado por la Inquisición en 1490, pero el libro continuó siendo publicado, manteniéndose a flote por la creciente hambre popular de soluciones contra la brujería.[cita requerida] Traducciones contemporáneas de la obra incluyen una alemana del 2000, por parte de los profesores Jerouscheck y Behringer, titulada Der Hexenhammer(la traducción de Schmidt de 1906 es considerada muy pobre), y una en inglés (con introducción), realizada por Montague Summers en 1928 que fue reimpresa en 1948 y aun hoy se encuentra disponible como una reimpresión de 1971 por Dover Publications. Una nueva traducción, completamente anotada por Christopher S. Mackay la hizo en noviembre 36


de 2006 la Cambridge University Press. El Libro El libro está dividido en tres secciones, cada una de las cuales plantea preguntas específicas y se propone responderlas a través de argumentos contrarios. Hay poco material original en el libro; es más que nada una recopilación de creencias y prácticas preexistentes con abundantes partes tomadas de obras anteriores tales como Directorium Inquisitorum (1376), de Nicolau Aymerich, o Formicarius(1435) de Johannes Nider. La Parte I busca probar que la brujería o hechicería existía. Detalla cómo el Demonio y sus seguidores, las brujas y hechiceros, perpetran una plétora de males «con el permiso de Dios Todopoderoso». Más que explicar esto como un castigo, tal como muchas autoridades eclesiales de la época hacían, los autores de este libro proclaman que Dios permite estos actos, con tal que el Diablo no gane poder ilimitado y destruya el mundo. Parte de esta sección explica por qué las mujeres, por su supuesta naturaleza más débil e intelecto inferior, son por naturaleza más propensas a la tentación de Satán que los hombres. El propio título del libro contiene la palabra maleficarum, la forma femenina del sustantivo, y los escritores declaran (incorrectamente) que la palabra femina (mujer) es una derivación de fe+minus, sin fe (o infiel, o desleal). La Parte II del Malleus Maleficarumdescribe las formas de brujería. Esta sección detalla cómo las brujas lanzan hechizos, y cómo sus acciones pueden ser prevenidas o remediadas. Un fuerte énfasis se le da al Pacto con el Diablo y la existencia de brujas es presentada como un hecho. Muchos de las informaciones del libro de hechizos, pactos, sacrificios y cópula con el Diablo fueron obtenidos (supuestamente) de juicios inquisitoriales llevados a cabo por Sprenger y Kramer. La Parte III detalla los métodos para detectar, enjuiciar y sentenciar o destruir brujas. La tortura en la detección de brujas es vista como algo natural; si el brujo o bruja no confesaba voluntariamente su culpa, la tortura 37


era aplicada como un incentivo para hacerlo. Los jueces eran instruidos para engañar al acusado de ser necesario, prometiendo misericordia por la confesión. Esta sección también habla de la confianza que se puede poner en los testimonios de los testigos y la necesidad de eliminar acusaciones maliciosas, pero también sostiene que el rumor público es suficiente para llevar a la persona a juicio y que una defensa demasiado vigorosa es evidencia de que el defensor está embrujado. Hay reglas acerca de cómo prevenir que las autoridades sean embrujadas y el consuelo de que, como representantes de Dios, los investigadores están protegidos de todos los poderes de las brujas. Tanto Kramer como Sprenger eran prolíficos escritores, y parte del Malleus Maleficarum es un resumen de un exhaustivo manuscrito sobre brujería escrita por Kramer en 1485. Generalmente basado en la frase bíblica, «A los hechiceros no los dejarán con vida» (Éxodo22:18), el libro también echa mano de obras de Aristóteles, las Sagradas Escrituras, San Agustín y Santo Tomás de Aquino para respaldarse. El sexismo del Malleus es innegable; la creencia de los autores de que las mujeres eran criaturas inferiores, más débiles y fácilmente corruptibles está enfatizada a lo largo de toda la obra. Tomado como un todo, el Malleus Maleficarumdeclara que algunas cosas confesadas por las brujas, tales como transformaciones en animales, eran meras ilusiones inducidas por el Demonio para atraparlas, mientras otros actos, como por ejemplo volar, causar tormentas y destruir plantaciones, eran reales. El libro habla detalladamente sobre los actos licenciosos cometidos por las brujas, su habilidad de crear impotencia en los hombres e incluso da espacio a la pregunta sobre si los demonios podrían ser los padres de los hijos de las brujas. El estilo narrativo es serio y completamente falto de humor – incluso los hechos más dudosos son presentados como información confiable.

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EL MARTILLO DE LAS BRUJAS O EL LIBRO DE LOS IDIOTAS Juan Carlos Boveri

El Papa Inocencio VIII , entre otras acciones, nombró cardenal al hermano de trece años de su nuera y mató a tres niños de diez años sacándoles la sangre para hacerse una transfusión que no evitó su propia muerte. 39


Este Papa promulga, en 1484, la bula Summis desiderantes affectibus. Con ella, la iglesia reconoce la existencia de la brujería. Inocencio manda a Alemania a dos monjes dominicos: Jacon Sprenger y Heinrich Kramer. Ellos se encargarán de realizar la primera caza de brujas de la historia. En 1487, los dos domínicos, expertos en brujería, publican el libro que será dogma para la iglesia y los inquisidores: El “Malleus Malleficarum” o “Martillo de las brujas”. Los autores explican cómo Dios permite que el Demonio, a través de sus secuaces, los brujos, realice malas acciones en este mundo. La razón por la que Dios lo deja hacer a voluntad es porque, de esta manera, evita males mayores. El Demonio podría destruir el mundo. Dejándole hacer males pequeños, en comparación con la destrucción completa del planeta, el Demonio se entretiene y no se acuerda de hacer cosas más terribles.

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La obra describe el modo en que las brujas hacen un pacto con el Demonio. Esto lo prueban en forma absoluta ya que lo han afirmado las propias brujas mientras las torturaban. Ellas han relatado sus hechizos, pactos y actos sexuales con el Demonio. Por supuesto, Sprenger y Kramer, con total conocimiento del tema, exponen el modo de reconocer a una bruja, de combatirla y cómo se debe proceder. Los inquisidores no deben temer nada porque están protegidos de todo maleficio por decisión divina. Los jueces están autorizados a prometer el perdón a cambio de la confesión. Después de la confesión, se las quema vivas para acabar con el mal. Para saber quién es una bruja alcanza con que algún vecino la acuse. Tampoco es imprescindible una acusación formal. Basta con los rumores. Si se dicen cosas sobre alguien, por algo será. El libro explica que las brujas producen dos clases de actos: los reales y los irreales. No es cierto que las brujas se conviertan en animales, como lobos o cerdos. Se trata de una ilusión que realiza el Demonio. Pero son reales los vuelos a través de largas distancias, el poder estar en dos lugares al mismo tiempo, las tormentas provocadas, las sequías, el dejar impotentes a los hombres, enfermar de muerte a quien quieran perjudicar. Lo que los autores dicen no poder afirmar en forma terminante es si las brujas tienen hijos con los demonios. Sugieren que es así pero que carecen de la adecuada documentación para aseverarlo sin dudas. Las pruebas para saber si se trataba de una bruja eran varias. Las más usadas fueron: la prueba del agua que tenía dos variantes: en una, se debía sacar un objeto de un recipiente lleno de agua hirviendo; en la otra, el agua estaba fría y se sumergía al acusado en un pozo, cabeza abajo; si no moría ahogado en unos diez minutos, era inocente. Otra prueba era la de la aguja. Se encontraba una marca del demonio en el cuerpo del acusado (una verruga o un antojo de nacimiento) y se lo pinchaba con un hierro; de sangrar, no era bruja. También, se usaba la prueba del fuego. La bruja tenía que tomar un hierro al rojo y sostenerlo entre sus manos varios minutos o pararse encima del fuego. 41


Desde la bula de Inocencio y la edición del “Malleus Malleficarum” hasta avanzado el siglo XVIII, se calcula que murieron más de doscientas mil mujeres acusadas de brujería. Muchas fueron asesinadas por la iglesia durante las torturas. La mayoría de los asesinatos fueron en la hoguera. El “Malleus Maleficarum” ha sido fuente de inspiración para muchos regímenes autoritarios a lo largo de la historia. Contando con la aprobación de la iglesia, que siempre ve con buenos ojos a quienes siguen sus doctrinas reales, se limitaron a cambiar el término “brujas” por “subversivos” y utilizar los métodos de tortura que la iglesia católica les enseñó. 42


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GATOS, BRUJAS Y PESTE NEGRA Cecilia Di Prinzio

El significado de la palabra latina pestis no es otro que peste, calamidad o ruina. Aún hoy, cuando se quiere hacer referencia a algo malo, o que puede ocasionar un daño grave, se suele decir que es una “peste”. Referencias históricas a esta palabra existen muchas, sin embargo, hay sin dudas una que siempre aparece en la lista: la epidemia de peste negra que asoló Europa, Asia Menor, Oriente Medio y el norte de África a mediados del siglo XIV de nuestra era. Se calcula que entre los años 1346 y 1353 falleció entre un cuarto y un tercio de la población europea a causa la peste, fracción que significó cerca de 20 millones de habitantes. Se trató de una epidemia que se extendió muy rápidamente y no hizo distinción de edad o estratos sociales. Teniendo en cuenta que el mundo medieval estuvo dominado por la Iglesia católica y que la misma tuvo gran influencia en todos los órdenes de la vida ¿Qué tal si algunas de estas creencias religiosas hubiesen ocasionado un gran desequilibrio ecológico? Desequilibrio que trajo consecuencias nefastas entre las que se cuentan que esta epidemia de peste fuese la más devastadora de la historia. 44


Ni la primera ni la última A pesar de que el brote de peste del siglo XIV no era el primero de la historia de la humanidad, para esa época nadie disponía de indicios sobre la naturaleza o el mecanismo de difusión de la enfermedad lo que hacía improbable que se plantearan acciones de prevención. Las personas solían atribuir el mal a combinaciones astrológicas desfavorables o a aires o vapores pútridos, entre otras cuestiones. De acuerdo con diferentes investigaciones arqueológicas y análisis de registros literarios y médicos hoy existe un gran consenso de que la epidemia conocida como “muerte negra” se trataba de una enfermedad infecciosa causada por la bacteria Yersinia pestis. Sin embargo, este conocimiento no llegó sino hasta finales del siglo XIX luego de que ocurrió la tercera pandemia de peste en China. Desde entonces, la propagación de la enfermedad y su incidencia ha disminuido sobre todo debido al mejoramiento de las condiciones de higiene de las ciudades, el desarrollo de los antibióticos y el conocimiento científico acerca de la epidemiología de la enfermedad. La enfermedad se denominó Peste Negra o Muerte Negra porque una de sus características era la presencia de zonas negruzcas en la piel debidas a hemorragias subcutáneas. Hoy se sabe que existen tres variantes de la “peste”. La más extendida es la peste bubónica, que afecta a los ganglios linfáticos y provoca la inflamación (forúnculos o bubones) de aquellos situados en la garganta, en las axilas y, especialmente, en las ingles. Este tipo fue el más habitual en la baja edad media europea. Teniendo en cuenta que no existían los antibióticos en aquella época, la mortalidad de los afectados era superior al 75% y la mayoría moría en la primera semana tras la aparición de la enfermedad. Esta forma no se transmitía de persona a persona, sino que requería de un vector sobre el qué les contaré en breve. La forma septicémica ocurre cuando la bacteria pasa al sistema circulatorio. Los pacientes experimentan fiebre, escalofríos y síntomas gastrointestinales similares a septicemias causadas por otras infecciones bacterianas. Por último, la forma neumónica resulta la más devastadora. Afecta a los pulmones transmitiéndose con facilidad de persona a perso45


na a través de la tos y los estornudos, y era letal casi en el 100 % de los casos. Peste negra, ratas y gatos ¿Cómo se contagiaba la peste bubónica? De acuerdo con las investigaciones actuales, la causa más común de contagio de la enfermedad seguramente estuvo relacionada con los roedores y sus pulgas, pudiéndose transmitir de los roedores a los seres humanos por la picadura de una pulga (vector) infectada con la bacteria Y. pestis, aunque también por contacto directo con animales infectados o con sus productos.

Como mencioné antes, las bacterias causantes de la enfermedad Yersinia pestis afectan a ciertos roedores y a sus parásitos, en especial a la rata negra (Rattus rattus) que abundaba en Europa por esas épocas y a su pulga, Xenopsylla cheopis. Una rata enferma, portadora de la bacteria, puede infectar a la pulga que se alimenta de su sangre y esta pulga, en determinadas condiciones, transmite la enfermedad a los seres humanos. ¿Y por qué? Una vez que la rata enferma murió de la peste, las pulgas que viven en ella se encontrarían sin hogar e irían en busca de un nuevo huésped. Desafortunadamente, el nuevo huésped podía ser un ser humano. 46


Conociendo esta información que les acabo de contar, imaginemos que estamos situados algunos años antes de la epidemia, en el siglo XIII, en alguna ciudad de Europa. Una ciudad con el hacinamiento característico de la época, el exceso de población, la falta de organización sanitaria, las calles pobladas de cerdos y ratas, una situación no muy favorable de salubridad. Pero tendríamos al menos los gatos que contribuirían a controlar la población de uno de los responsables de la diseminación de la peste: las ratas. Ahora bien, ¿qué pasaría si de pronto elimináramos de la historia a los gatos? De gatos, brujas y cadenas tróficas En la época medieval uno de los depredadores más importantes de las ratas negras salvajes era el gato (Felis doméstica), domesticado por los Egipcios e introducido en Europa por los Fenicios en el siglo IX a.C. Los felinos eran muy valorados por mantener alejadas a las ratas de las casas y de los lugares donde se almacenaba alimento. Pero todo cambió de un momento a otro y el gato pasó de ser un animal hogareño a ser temido, odiado y perseguido, sobre todo aquellos de color negro.

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Recordando que en la edad media la Iglesia Católica fue la entidad más poderosa y que las masas se consumieron con la presencia del mal y la erradicación de cualquier forma que este pudiese tomar, cualquier decisión eclesiástica tenía una profunda influencia sobre la vida cotidiana. A fines del siglo XII, al sur de Francia comenzó lo que fue la primera Inquisición. Se trataba de tribunales formados por religiosos con el fin de combatir la herejía y la brujería. Ser hereje consistía en tener una opinión contraria al dogma de una religión y no acatar la autoridad establecida de esa religión.

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Al mismo tiempo que esto ocurría comenzó a observarse al gato como un animal sospechoso de confabular contra las autoridades. Estas sospechas se basaron en parte al desconocimiento de la fisiología del gato y de su comportamiento debido sobre todo a su carácter reservado y su capacidad de sobrevivir circunstancias extraordinarias. Por otra parte, muchos de ellos eran asociados a las llamadas “brujas” y a actos de brujería. La población en general llegó a temer a los gatos a tal punto que se determinaron una serie de características satánicas asociadas a los mismos. El primer paso para condenar al animal tuvo lugar a comienzos del siglo XIII de la mano del papa Gregorio IX, quien en una de sus bulas (documentos) realizó una asociación entre los gatos y el diablo. Los gatos fueron establecidos como consortes del mal, de Satanás. Fue así que tanto la religión Católica como los ciudadanos en general condenaron a estos animales y lentamente comenzaron a exterminar, en muchos casos, mediante tortura y fuego, tanto a las brujas como a la representación del mal: los gatos negros. ¿Qué sucede cuando en una cadena trófica se elimina un eslabón? Para recordar un poco sobre ecología, una cadena trófica (alimentaria) está constituida por una serie de organismos, en el que cada uno se alimenta del precedente y es alimento del siguiente. Las consecuencias en caso de desaparecer un eslabón de la cadena son casi, en su mayoría, negativas. En primer lugar desaparecerán con él todos los eslabones siguientes pues se quedarán sin alimento, se superpoblará el nivel inmediato anterior, pues ya no existe su predador, y por último, como consecuencia de ambas cosas, se desequilibrarán los niveles más bajos. Lo mismo ocurrirá con las redes tróficas de las cuales esta cadena sea parte. Según las fuentes consultadas, basándose en las supersticiones y decisiones eclesiásticas, con el correr de los años se mataron a casi la totalidad de gatos, de cualquier color pero en particular a los negros y a cientos de miles de mujeres acusadas de brujas, entre muchos otros acusados de herejía. Algunos textos señalan que los gatos llegaron casi a desaparecer. Como consecuencia de la gran matanza de gatos, y sin falla de los principios ecológicos, hubo una enorme proliferación de roedores sobre todo de “la rata negra” transmisora, a través de la pulga, de la letal peste negra. 49


Realizar aseveraciones sobre lo que podría o no podría haber pasado de haber mayor cantidad de gatos presentes en el siglo XIV resulta una tarea fútil. Lo que sí puede concluirse es que si bien la peste estuvo presente en esa época, el hecho de que uno de los huéspedes de la pulga (vector de la enfermedad) estuviese superpoblado en Europa, fue algo que en todos los textos consultados es señalado como un hecho que contribuyó a hacer que el brote fuera el más letal de todos los tiempos.

Bibliografía consultada: *Odum, Eugene P. (1985). “Ecología”. Ed. Interamericana. *Donald W. Engels (1999). Classical Cats: The Rise and Fall of the Sacred Cat. Psychology Press. *John R. Campbell,M. Douglas Kenealy,Karen L. Campbell Animal Sciences: The Biology, Care, and Production of Domestic Animals. *Bill Fawccet. (2010). 100 Mistakes that Changed History. *Ole J. Benedictow. (2011). La Peste Negra, 1346-1353: La historia completa. *European Witch Trials: Their Foundations in Popular and Learned Culture, 1300-1500. *Linda Kalof. (2007). Looking at Animals in Human History. *Carlos E. Sánchez-David. La muerte negra. “el avance de la peste”. Revista Med, vol. 16, núm. 1, enero-junio, 2008, pp. 133-135, Universidad Militar Nueva Granada. Colombia *Samuel K. Cohn. JR. (2008). 4 Epidemiology of the Black Death and Successive Waves of Plague. Med Hist Suppl; (27): 74–100. *Rachel C. Abbott and Tonie E. Rocke.Plague.(2012) National Wildlife Health Center. *Pestilential complexities: understanding medieval plague, Medical History. Med Hist. 2010 Jan; 54(1): 133–134.

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EL CODIGO MASONICO EN LAS CORTES DE CADIZ Jorge Yzaga 51


DERECHOS RESERVADOS: DECRETO LEGISLATIVO Nº 822 Prohibida la reproducción de este libro por cualquier medio, total o parcialmente sin permiso expreso de la Editorial. © 2016, El Código Masónico en las Cortes de Cádiz Liberalismo constitucionalista y discurso masónico en las fiestas en honor a Baquíjano (1812) © 2016, Jorge Yzaga Diseño de carátula y diagramación: Miguel A. Tapia Rivera Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 201413035 52


ÍNDICE PRIMERA PARTE. El Código Masónico en las Cortes de Cádiz Liberalismo constitucionalista y discurso masónico en las fiestas en honor a Baquíjano (1812) Introducción............................................................................................11 CAPÍTULO 1 Entre los siglos XVIII y XIX: discursos masónicos y antimasónicos 1.1 Desde el Elogio del virrey Jáuregui (1781) hasta las fiestas celebradas en Lima por el nombramiento de Baquíjano al Supremo Consejo de Estado (1812)................................................................................................19 CAPÍTULO 2 Sistemas ideológicos y discurso político virreinal: barroco, neoclasicismo, ilustración y liberalismo 2.1 Sistemas ideológicos, géneros discursivos y series literarias en las breves descripciones festivas.......………………………………......................51 2.2 La Breve Descripción de las fiestas celebradas en Lima en honor de José Baquíjano y Carrillo....................................……………….........................69

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INTRODUCCIÓN En la Lima colonial, a inicios de julio de 1812, se celebraban, en los distintos sectores y espacios sociales, las fiestas por la elección de José Baquíjano y Carrillo al cargo de Consejero de Estado de la Junta Central de Gobierno metropolitano, entidad política que, junto con las Cortes Generales y Extraordinarias, reunidas por primera vez el 24 de setiembre de 1810 en Cádiz, regía los destinos de la monarquía española y de sus colonias de ultramar, debido a la prisión del rey Fernando VII, impuesta por Napoleón Bonaparte. Con la finalidad de ocupar Portugal en 1808, el emperador de los franceses, creador y controlador de logias masónicas, Napoleón Bonaparte (Ferrer Benimeli 1998, Vidal Manzanares 2005), invadió España, en un movimiento estratégico beligerante diseñado contra Inglaterra. De esta manera, se consolidó la presencia del poder francés en la Península Ibérica, luego de las abdicaciones de Bayona, en que Fernando VII y Carlos IV entregaron la corona española a Bonaparte. La instalación de la Junta Central con sede en Aranjuez (25 de setiembre de 1808) –como respuesta a este hecho y a la Constitución o Estatuto bonapartista promulgado ese mismo año en Bayona (Rodríguez Fernán55


dez 2012, Chanamé Orbe 2008)– fue el mecanismo gubernamental representativo de la monarquía hispánica ante el cuadro de inestabilidad política causada por la ausencia del soberano y la crisis de legitimidad monárquica. Este hecho desencadenó una serie de acontecimientos políticos significativos como el llamado de la metrópoli a la conformación de juntas de gobierno en las principales ciudades españolas, la instalación de las Cortes Genera-les, Extraordinarias y Constituyentes en Cádiz (Varela Suanzes-Carpegna 1983, 2008, 2009, 2012) para concretar una labor de legislación frente al cautiverio del monarca, la conformación de juntas de gobierno en América (Valencia Carmona 2009), la intensificación de los reclamos reformistas en materia política y socioeconómica por los distintos sectores de la sociedad colonial, y la fase más activa de los focos revolucionarios separatistas con ejércitos libertadores en la América aún virreinal. En este complejo panorama histórico, intervinieron diversas fuerzas sociales y personajes que expresaban un conjunto de vertientes ideológicas de gran complejidad: el realismo más absolutista en defensa de Fernando VII, el liberalismo metropolitano y sus diferentes mixturas ideo políticas –entre ellas, el “influjo masónico-liberal” (Ferrer Benimeli 1998, 2008, 2010; Del Solar Rojas 2012)–, y el americanismo protagonizado por actores originarios de las colonias que apelaba a su vez a un programa ideológico de raíces históricas heterogéneas (Varela Suanzes-Carpegna 1983). En la monarquía española, se manifestaban los síntomas del vacío de poder, de la crisis social, el estancamiento de su aparato productivo, el debate ideológico entre distintas fuerzas sociopolíticas que se materializó en las Cortes de Cádiz y su legislación constitucional, la intervención política y militar de las monarquías extranjeras (Fran-cia, Inglaterra, Austria y el Imperio Alemán), que asumirán un rol desequilibrante en las querellas internas de la Península Ibérica durante el periodo napoleónico y la inmediata restauración borbónica que devendría en una lucha por la sucesión al trono en el siglo XIX, acompañada internacionalmente de la inevitable reducción del poderío imperial, la disminución del influjo político de España en el escena mundial y la pérdida definitiva de los territorios coloniales. La designación de José Baquíjano y Carrillo al Supremo Consejo de Estado a inicios de 1812 ocurre mientras el poder napoleónico está en su 56


pináculo en España y a poco de eclipsarse su estrella victoriosa por la desastrosa campaña de Rusia; la guerra de independencia española financiada por Inglaterra contra Bonaparte y la conformación de una sexta coalición europea contra Francia, encabezada de nuevo por Inglaterra. La promoción al Supremo Consejo de Estado del limeño y masón, Baquíjano, fue motivo de inspiración de muchos artistas, literatos e intelectuales, así también de algunos hombres de extracción popular radicados en el virreinato del Perú, y principalmente en las ciudades de Lima y Arequipa, quienes compusieron una nutrida variedad de textos poéticos, narrativos, oratorios, plásticos y musicales, dedicados a este personaje durante las fiestas celebradas en Lima y otras ciudades los días 4, 5 y 6 de julio de 1812. La selección y recolección de estos textos se llevó a cabo en esos días y aun semanas y meses posteriores por el poeta argentino y secretario de Baquíjano, José Antonio Miralla, con el título de Breve descripción de las fiestas celebradas en la capital de los reyes del Perú con motivo de la promoción del Excmo. Señor D.D José Baquíjano y Carrillo, Conde de Vista-Florida, Caballero de la Real y distinguida Orden de Carlos III, Oidor de la Real Audiencia de Lima, Juez de Alzadas de los tribunales de Consulado y Minería del Perú, Auditor de guerra del Regimiento de la Concordia Española del Perú, Juez Director de Estudios de la Real Universidad de San Marcos, Juez Protector del Real Colegio Carolino &&&. al Supremo Consejo de Estado con una regular colección de algunas poesías relativas al mismo objeto. José Antonio Miralla, natural de Córdoba (Argentina), era en ese momento estudiante sanmarquino de Medicina, y contaba con la ayuda material de Baquíjano. Miralla había llegado recientemente al Perú, en 1811, desde Buenos Aires. Presentó el pequeño volumen compilatorio, acompañado de un breve pero trascendental relato, el cual inscribe elementos simbólicos que le dan una articulación y orientación especiales al sentido general de la lectura de todo aquel material literario seleccionado. El filtro selectivo de Miralla recogió composiciones estéticas asociadas a quienes hoy en día son considerados personajes célebres de la cultura peruana: Mariano Melgar, José Sánchez Carrión, José María Corbacho, el marqués de Torre-Tagle, Mariano José de Arce, el marqués de casa Calderón, Isabel de Horbea, la marquesa de casa Conchan, la marquesa de casa Boza, la baronesa de 57


Nordenflycht, María Josefa de Sierra y Ramírez, los negros congos, José Piñeyro, el Colegio Seminario y el Colegio San Pedro Nolasco. Este trabajo es una versión sintética de una investigación mucho más amplia y ramificada sobre la Breve Descripción reunida por Miralla, la cual fue el tema central de investigación para la tesis de licenciatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en el 2002. En el estudio original planteamos un análisis interdisciplinario (política e ideología, historia literaria, retórica y poética, hermenéutica e interpretación de textos) que no aparecen en su extensión en esta investigación con el fin de destacar el asunto principal que pasamos a delimitar. Esta versión contiene fundamentalmente la temática investigada sobre el lenguaje del liberalismo político gaditano y limeño, y de los elementos simbólicos más externos o literales del discurso masónico que permiten la configuración de una semántica de este tipo en la Breve Descripción, a partir de lo cual desarrollamos una investigación que aborda la descripción, análisis e interpretación de los recursos poéticos y retóricos de esa semántica, destacando su dimensión simbólica e ideológica, con las herramientas conceptuales y metodológicas de la hermenéutica analógica, la crítica histórico-literaria y el análisis del discurso ideológico. Cuando empezamos a plantear las aproximaciones preliminares al texto, no existía bibliografía relativa a un análisis de conjunto de este texto virreinal. Lo que se había trabajado respecto de este breve volumen eran datos descriptivos de algunos pormenores fragmentarios del evento histórico, siempre subordinado a esta etapa biográfica de Baquíjano para destacar algunas ideas políticas respecto de la sociedad colonial o más específicamente del sector criollo liberal y su proyecto ideológico, que el orador del Elogio del virrey Jáuregui representaba modélicamente. Este estudio plantea un análisis literario e ideológico de este ejemplar del género festivo –conectado a distintos procesos (literario, político, social, histórico)– y de cada componente discursivo que lo integra, enfatizando en una lectura del complejo lenguaje simbólico que se inscribe en su escritura literaria. Destacamos que el seleccionamiento de textos en la Breve Descripción obedece como era habitual durante el virreinato a un plan semántico que trazó el recopilador, empleando el motivo convencional de las fiestas limeñas, dedicadas en esa oportunidad a las celebraciones en honor de 58


Baquíjano por su ascenso al Supremo Consejo de Estado, institución política clave en ese vaivén internacional de sucesos políticos y militares, que incidieron especialmente en España. Al margen de la tradición colonial que establecía las operaciones de representación estética de una serie literaria específica y de su práctica social en formatos que pudieron haber sido tardíos, dominantes o emergentes, el análisis textual que desarrollamos adopta la modalidad metodológica del estudio exploratorio trazada en la teoría de la investigación científica, para aproximarse a los elementos retóricos del discurso que recrean la semántica de la simbología masónica y la configuración ideológica de la misma, aun cuando cada autor seleccionado pudiera o no haber tenido conciencia de la finalidad comunicativa del recopilador, quien finalmente es el que dispone el ensamblaje del formato total, orientando de esa manera el sentido global de la recopilación. Sacar de los estantes del olvido un documento colonial que la mayor parte del tiempo fue tratado como fuente documental de la ciencia histórica para estudios biográficos o de análisis de las ideas políticas –estos últimos siempre con predominio de lo biográfico– sobre José Baquíjano y Carrillo, y analizarlo identificando sus propiedades estrictamente simbólicas, retóricas o poéticas, fue una labor que, aquel año en que analizábamos el texto de Miralla, el profesor sanmarquino Sandro Chiri denominó “arqueología literaria”. Este quehacer académico lo comprendimos como una especialización de la investigación social que en nuestro medio todavía no está lo suficientemente promovida. En la actualidad, es ciertamente un reto para la investigación, socavar el reducido interés y la indiferencia por las letras coloniales, por la producción prehispánica y virreinal almacenada en bibliotecas y archivos que no está considerada como material de creación estética e ideológica, o que apenas tiene sumarias líneas de reseñas trazadas de forma muy panorámica en los manuales más conocidos de historia virreinal o de literatura peruana. Pero otro tanto ocurre con los métodos oficiales de análisis e interpretación de textos de difusión académica que se emplean para el plexo de estos autores y textos –lo que incluye a los considerados clásicos–, cuyo propósito didáctico debería orientarse al encuentro de la producción literaria con sus propias coordenadas históricas, con sus valores estéticos y cultura59


les, de tal manera que enriquezca la comprensión del lector mediante la apertura cognitiva o acceso a los mensajes del texto, hacia otras formas y sentidos culturales que han formado parte del desarrollo histórico de nuestras letras y artes. Una investigación hermenéutica sobre la incidencia de los simbolismos de los grupos ideológicos coetáneos a la ilustración en el siglo XVIII como los masones, deístas, liberales, para evaluar la verosimilitud de esa semántica en el discurso político y literario virreinal fue una aproximación interdisciplinaria realizada en Los símbolos masónicos en el Elogio del virrey Jáuregui. En ese estudio, se destacó al analizar el discurso oratorio emplazado en el contexto sociopolítico local e internacional y en el movimiento de ideas y lenguajes relacionados a las distintas vertientes ideológicas y estéticas, que la retórica literaria y el lenguaje simbólico propios de la cultura clasicista, renacentista e ilustrada en el siglo XVIII, eran compartidos por otros sistemas y corrientes de pensamiento oficiales –el racionalismo, la ilustración y el liberalismo–, y no oficiales considerados proscritos o heréticos como el deísmo, el filosofismo, la masonería u otras sociedades secretas o iniciáticas. Finalmente, siendo estas últimas, también modalidades ideológicas del discurso político-jurídico y literario, podían articular o mimetizar sin dificultad su propia escritura e ideología de modo criptográfico en ese repertorio simbólico o alegórico, mecanismo que se apreció mucho a inicios del siglo XIX en que los códigos ideológicos liberales servían tanto a los discursos del bonapartismo, del absolutismo o del constitucionalismo gaditano y americano durante la invasión napoleónica y el primer momento constitucional hispanoamericano representado por las Cortes de Cádiz de 1812. Respecto de ciertas modalidades literarias –entre ellas, el elogio, el sermón o discurso fúnebre, las breves descripciones festivas–, tanto el catálogo de figuras como los tópicos literarios y los géneros discursivos fueron elementos de la práctica literaria que se mantuvieron en lo esencial durante todo el periodo virreinal e incluso pervivieron en varias dimensiones hasta la etapa republicana. Estas formas discursivas plantearon estructuras temáticas, figuras tradicionales y lenguajes convencionalizados que se mantuvieron como formato o esquema general durante el virreinato. Sin embargo, en la forma de ejecución de los mismos según la circunstancia o particulari60


dad del evento recreado podía registrar licencias y operaciones retóricas o ideológicas que singularizaban la ritualidad festiva representada en el texto. Entre el Elogio del virrey Jáuregui (1781) y la Breve Descripción de las fiestas celebradas en la ciudad de los reyes del Perú con motivo de la promoción del Excmo. Señor D.D José Baquíjano y Carrillo (1812) aparece siempre la figura vinculante de José Baquíjano y Carrillo, como el orador y el homenajeado, respectivamente. En un principio, en la Breve Descripción de Miralla, nos interesó la presencia en el discurso narrativo de ciertos símbolos y alegorías que quedaron descritos literalmente en el relato de los pormenores de las fiestas limeñas dedicadas a Baquíjano. En una lectura interpretativa conservadora, habituada a la óptica de la tradición clásica, uno de los elementos matriciales de la tradición colonial, el discurso de la Breve Descripción estaría dentro de los marcos prestablecidos. Observamos simultáneamente que el texto era un ejemplo sumario, heterogéneo e híbrido, de las prácticas discursivas que hasta ese momento había concentrado la literatura colonial. La presencia de los discursos estéticos e ideológicos del barroco, el neoclásico y la ilustración, con algunos elementos rayanos a lo romántico, conviviendo en el mismo texto, confirmaba de algún modo el punto de vista de una parte de los críticos literarios e historiadores sobre este tramo del proceso literario. Haciendo del mismo modo, un balance comparativo de los elementos narrativos presentes en las breves descripciones –de la tradición virreinal peruana y de la española– se pudieron confirmar los cánones y formulismos tópicos en el historial del género: la descripción de la ciudad, el relato de los pormenores de las festividades, la acción de los personajes colectivos, las cualidades del protagonista homenajeado, las mentalidades o las ideologías de los grupos sociales, la inserción heterogénea o híbrida de las diversas modalidades y géneros discursivos, etc. En cuanto a lo último, el contraste de los distintos textos permitió registrar elementos irruptores que le daban a la recopilación de Miralla un sello peculiar respecto de sus antecesores literarios. Sin embargo, y atendiendo a este carácter, debe destacarse que las mismas configuraciones simbólicas del discurso clásico y colonial que pueden percibirse en la Breve Descripción se presentan en la semántica y discurso masónicos de la época poseyendo 61


un significado particular en este. En el 2011, el Gobierno Peruano declaró por Decreto Supremo el 27 de julio como Día de la Masonería Peruana. El dispositivo legal reconoció definitivamente como miembros de la masonería a Baquíjano y Pablo de Olavide –entre otras personalidades, que llegaron a ser presidentes y héroes nacionales–, por su labor destacada en el proceso histórico de la emancipación, la independencia y los primeros años de la república. De manera oportuna, coincidía este reconocimiento con los doscientos años del nombramiento de Baquíjano como consejero de Estado por las Cortes de Cádiz. Al margen de la motivación política o cultural de la norma, el dispositivo legal extendía cronológicamente el influjo del pensamiento masónico hasta una etapa en la que los estudios históricos habían desconocido, soslayado o disminuido el tema de la presencia de logias masónicas y su importancia durante el virreinato. El carácter institucional de este elemento de juicio –la condición masónica de Baquíjano– generó una variable sustentatoria para explorar la dimensión ideológica masónica a través del análisis de los discursos políticos, académicos, oratorios o epistolares que el consejero de Estado produjo, o que otros agentes produjeron en torno de su figura social y política, y examinar de manera detenida el lenguaje simbólico que configuraran un léxico o terminología, imágenes, ideas, alegorías, metáforas, es decir, una semántica masónica, interpretable en la Breve Descripcion. En el nivel más superficial de lectura, se apreciaron simbolismos descritos en el relato festivo de las decoraciones de las casas particulares de Lima cuya peculiaridad –al margen de lo ya expresado sobre las convenciones de la tradición clásica y del género discursivo colonial–, tomando en cuenta que la difusión del lenguaje masónico es más abierta hoy, respecto a lo que fue en las épocas coloniales en que era reconocido como ilegal, proscripto y herético por los poderes de turno, comprendía ilustrativamente un corpus de recursos simbólicos explicables mediante la visión ideológica de la masonería, los cuales se confundían entre la parafernalia tradicional de la estética colonial y entre el repertorio lingüístico corriente en la historia de este género literario festivo. Siendo posible una comprensión de la Breve Descripción a partir de las 62


cualidades de su lenguaje simbólico, se actualizaba gracias a una lectura enfocada en la propia hermenéutica del discurso masónico, la conectividad de sentidos entre este texto y el Elogio del virrey Jáuregui, así como las redes de sentido y comprensión con otros documentos próximos, procedentes de la correspondencia epistolar del personaje o aquella de carácter oficial y administrativo en que se trataba sobre su ideario o su conducta política y social. Entre ambos discursos virreinales se teje una red de intertextualidades no solo por el periodo histórico-literario y sus pormenores ideo-lógicos presentes en la mentalidad de los autores de estos textos o en los elementos frecuentes de la creación discursiva, sino también por la clara referencia que se hace en la Breve Descripción de la personalidad del orador del Elogio y de este texto proscrito por la administración imperial española. Todo ello facultó una lectura sustentable en las afinidades ideológicas que comparten ambos textos. Acerca del fenómeno masónico en este tiempo histórico, se están incorporando últimamente, en los estudios coloniales, aspectos representativos como la imagen pública de la masonería en América vistos desde el análisis del lenguaje político y el debate público (Vázquez Semanedi 2007, 2011), por lo que resulta una alternativa promisoria de lectura en un territorio anteriormente desierto en aportaciones bibliográficas sobre la masonería en la emancipación americana. Debe acotarse que en la actualidad esta búsqueda de nuevos elementos probatorios acompaña a una tendencia de la ciencia histórica en el panorama internacional, a recurrir a marcos teóricos interdisciplinarios para plantear investigaciones que permitan visualizar aspectos que anteriormente eran omitidos o subvalorados, para lo cual se vale de disciplinas como la semiótica, la pragmática, la teoría literaria, el análisis del discurso o de los contenidos ideológicos, etc., que generan nuevas perspectivas y elementos de crítica. En nuestro medio académico, los estudios históricos han manifestado poco interés por el tema masónico, debido a razones metodológicas, principalmente por la carencia de pruebas escritas –entendidas así por los métodos tradicionales del análisis histórico– para comprobar la existencia o papel concreto de la masonería en el Perú colonial, pero de manera contradictoria olvidándose esta ciencia que la naturaleza ilegal y proscrita de las sociedades masónicas, presupone un accionar clandestino que debió haber limitado la producción de documentación la cual hubiese hecho vulnerable su 63


existencia frente a la represión y persecución monárquica e inquisitorial. Por otra parte, el cambio de mentalidad y metodología académica para abordar los documentos literarios virreinales ofrecen más de una posibilidad para replantear el análisis textual del discurso ideológico, político o estético, constituyéndose en elementos de prueba histórica mediante nuevos criterios de examen. Efecto similar debiera suscitarse en los estudios sociales nacionales, reconcentrados en aspectos redundantes de análisis como el dominio tradicional de la interpretación a partir de la ilustración europea, o del análisis sociológico o antropológico como las relaciones discursivas de alteridad y subalternidad, y de crítica contra los proyectos ideológicos criollos o las formas de dominación social de las elites en el mundo y discurso coloniales, desconociendo de manera abrumadora no solo el fenómeno masónico y su registro documental, sino también la coexistencia de este con diversos y heterogéneos movimientos ideológicos dentro de la propia ilustración o de las series literarias dominantes. La verosimilitud de un uso público del lenguaje masónico en las fechas de la Breve Descripción, creemos se debe al dinámico contexto político internacional y local por el que atravesaba el virreinato peruano en 1812, respecto del escenario represivo representado por la ejecución del Inca Túpac Amaru II en 1781 y el incruento aplacamiento de focos rebeldes por las autoridades coloniales –el virrey Jáuregui y el visitador Areche–, coordenadas en que se pronunció el Elogio. Sin dejar de ser opresivo en materia política por el control social dispuesto por el virrey Fernando de Abascal contra los movimientos sociales y la legislación promulgada por las propias Cortes de Cádiz, la Breve Descripción mostró una serie de situaciones históricas favorables en el escenario internacional y en el ámbito local para la exteriorización de distintas expresiones ideológicas y sus respectivas manifestaciones comunicativas –reprimidas por el orden absolutista e inquisitorial–, entre las que se cuenta el lenguaje dominante del liberalismo, que fue propiciado por el debate político de las Cortes gaditanas; la difusión internacional de las logias masónicas durante las guerras napoleónicas y la manipulación que operó Bonaparte sobre aquellas; la re-acción absolutista contra las mismas a través de sus medios de expresión y control sociales; la legislación y el parlamentarismo constitucional de las Cortes de Cádiz que promulgaron la Constitución de 1812 64


(Varela Suanzes-Carpegna 1983, 2008, 2009; Hampe Martínez 2008), a partir de la cual la soberanía no descansaba más en el soberano real sino en la nación (Ortemberg 2012), y legislaron la libertad de imprenta (Fernández Rodríguez 2008), las aboliciones del Tribunal de la Santa Inquisición –que permitió en España la difusión de logias masónicas (Ferrer Benimeli 1998)– y de algunas órdenes eclesiásticas, sumadas a la disposición de sus bienes (Vázquez Semadeni 2011), la supresión del tributo indígena y la mita, la prohibición de la masonería (Ferrer Benimeli 1998, Camacho 2005), así como la elección de diputados por los cabildos. También ha sostenido la línea historiográfica masónica, que fue en Cádiz y en fechas próximas a la experiencia constitucionalista española, que se fundó la logia de los Caballeros Racionales, de la cual procedió la logia Lautaro, sobre la que existe tanto una abundante bibliografía como distintos puntos de vista acerca de su participación en el proceso de independencia americana. En ese espectro de medidas políticas, las Cortes eligieron a Baquíjano como consejero de Estado, consumándose con ello un propósito perseguido por la clase criolla: la representatividad tan ansiada en el aparato gubernamental para generar los cambios socioeconómicos esperados durante décadas. Los proyectos de los liberales reunidos en la logia dirigida en Lima por Baquíjano, según Riva Agüero (1962), tenían en él a su figura representativa. Todo este esfuerzo jurídico y político en plena crisis del Imperio español, como es sabido, fue eliminado radicalmente por Fernando VII al recuperar el trono, con la retirada de los invasores franceses. Es en ese contexto que debe entenderse la reacción peruana de 1814, la de los hermanos Angulo y Mateo Pumacahua –en que participaron también los poetas de la Breve Descripción Mariano Melgar como auditor de guerra, José María Corbacho y Mariano José de Arce–, y la instalación de la Junta de Gobierno de Arequipa abiertamente separatista de la cual recordamos en estas fechas su Bicentenario. Finalmente, queremos extender nuestro reconocimiento a todas las personas que han participado en el proceso creativo de esta investigación: a Carlos por facilitarnos en 2001, en su calidad de bibliotecario, la edición original de la Breve descripción de las fiestas celebradas en la capital de los reyes del Perú con motivo de la promoción del Excmo. Señor D.D José Baquíjano y Carrillo en la Sala de Investigaciones de la Biblioteca 65


Nacional del Perú, lo cual nos permitió examinar el ejemplar emblemático de 1812; a Miguel Tapia por su permanente dedicación profesional y las metas que está respaldando para futuros proyectos; a Juan Carlos Panez Solórzano y Zaín Cabrera Pepe por su fraternal apoyo; y a Edgar Díaz y Patricia Sánchez por su importante patrocinio en los momentos iniciales de la investigación original.

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CAPÍTULO 1 ENTRE LOS SIGLOS XVIII Y XIX: DISCURSOS MASÓNICOS Y ANTIMASÓNICOS “… mi corazón está muy familiarizado con la palabra pérdida” José Baquíjano y Carrillo 1.1 DESDE EL ELOGIO DEL VIRREY JÁUREGUI (1781) HASTA LAS FIESTAS CELEBRADAS EN LIMA POR EL NOMBRAMIENTO DE BAQUÍJANO AL SUPREMO CONSEJO DE ESTADO (1812) Las medidas políticas ejecutadas por el gobierno monárquico que derivaron del pronunciamiento del Elogio del virrey Jáuregui para el autor del discurso y para el texto oratorio, fueron de carácter represivo1 e inmedia1 Véase sobre las medidas de los virreyes Jáuregui y Croix, así como las informaciones dirigidas por el visitador Areche, contra Baquíjano y el elogio, De La Puente Brunke, Enrique. José Baquíjano y Carrillo. Lima, Brasa, 1995; Maticorena Estrada, Miguel (comp.). José Baquíjano y Carrillo. Tomo I, vol. 3, Lima, 1976; Riva Agüero, José

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tas al evento de recepción del virrey, celebrado en los antiguos claustros sanmarquinos 2. En los años posteriores a la ejecución de la pieza oratoria, la estela de obstáculos políticos y medidas contrarias tomadas contra el autor del Elogio por las autoridades monárquica y virreinal, se mantuvieron e incluso arreciaron. Según Carlos Deustua Pimentel (1994: 62), los petitorios presentados por Baquíjano eran archivados, y postergadas “sus solicitudes de ascenso en la magistratura y burocracia”. A pesar de la observancia y coacción política del poder oficial, el futuro tercer conde de Vista Florida se orientó por la labor cultural y educativa. Uno de los proyectos que defendía Baquíjano era, durante los años posteriores a la proscripción del Elogio, la reforma universitaria que buscaba la superación de los métodos y contenidos escolásticos que la Universidad de San Marcos había cimentado durante más de dos siglos de educación. Muchas ideas académicas en el orden de la ilustración, la filosofía moral, el iusnaturalismo o derecho natural y las ciencias útiles, adecuadas para un renacer de la universidad apoyada por los nuevos promotores culturales –función que recaía en la gestión del virrey–, habían sido formuladas en el mismo discurso dedicado a Jáuregui. La manera de ejecutar la reforma implicaba alcanzar el rectorado, para lo cual Baquíjano postuló al cargo en 1783, pero las elecciones no le fueron favorables. La dirección intelectual de la Universidad constituía el principal motivo de confrontación entre dos posiciones: la que representaba Baquíjano con el programa de renovade la. “José Baquíjano y Carrillo”, en Riva Agüero, José de la y Porras Barrenechea, Raúl. Precursores de la Emancipación, Lima, Patronato del Libro Peruano, 1957 2 El virrey Jáuregui había muerto de manera súbita en 1784. En el discurso literario, Ricardo Palma cuenta que Agustín de Jáuregui y Aldecoa muere producto de un envenenamiento, en un acto de venganza, preparado por los hombres de Túpac Amaru II: “Es fama que el 26 de abril de 1784 el virrey don Agustín de Jáuregui recibió el regalo de un canastillo de cerezas, fruta a la que era su excelencia muy aficionado, y que apenas hubo comido dos o tres cayó al suelo sin sentido. Treinta horas después se abría en palacio la gran puerta del salón de recepciones; y en un sillón, bajo el dosel, se veía a Jáuregui vestido de gran uniforme. Con arreglo al ceremonial del caso el escribano de cámara, seguido de la Real Audiencia, avanzó hasta pocos pasos del dosel, y dijo en voz alta por tres veces: ¡Excelentísimo señor D. Agustín de Jáuregui!. Y luego, volviéndose al concurso, pronunció esta frase obligada: Señores, no responde. ¡Falleció! ¡Falleció! ¡Falleció!. En seguida sacó un protocolo, y los oidores estamparon en él sus firmas. Así vengaron los indios la muerte de Tupac-Amaru.” (Palma, Ricardo. “El corregidor de Tinta”, en Tradiciones Peruanas Completas. Madrid, Aguilar, 1964).

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ción académica; y José Miguel Villalta, defensor del escolasticismo y renuente a los planes reformistas, quien finalmente ganó las elecciones (Silva Santisteban 2009: 615). Baquíjano protestó ante las autoridades reclamando un fraude operado en las elecciones, pero esta imputación fue contraproducente, ya que derivó en el pago de una multa en 1786, por considerar, las autoridades españolas, injustificadas las razones expuestas por el magistrado y catedrático sobre el supuesto fraude. Los reveses académicos en San Marcos posibilitaron el desarrollo intelectual paralelo e independiente a la actividad universitaria, producida por Baquíjano y el grupo de intelectuales que comulgaban con su programa entre los cuales figuraban Hipólito Unanue, Vicente Morales y Duárez, etc., puesto que en 1787 se fundó la Academia Filarmónica, de la que surgiría después la Sociedad de Amantes de País (Silva Santisteban 2009: 615). En 1788, Baquíjano postuló de nuevo sin éxito a la cátedra sanmarquina de Prima de Leyes, perdiendo ante el canónico Larrión (Riva Agüero 1962 VII), “a pesar de que su lección sobre la ley de Pánfilo de los Legados y Fideicomisos que presentó para la oposición fue muy celebrada” (Zeta Quinde 2000: 171). De la Puente Brunke (1995: 39-40) cree ver en los intentos fallidos de Baquíjano, durante esos años, una repercusión o represalia política de la autoridad absolutista contra el personaje, por lo expuesto ideológicamente en el Elogio. En el escenario internacional inmediato al Elogio del virrey Jáuregui, la atención y la reacción contra la masonería y otros grupos o asociaciones de este tipo aumentó por los acontecimientos políticos que se sucedían en América y en Europa –destacaban paradigmáticamente las acciones revolucionarias–, en los que una línea de opinión reaccionaria –antimasónica– alimentada por las prohibiciones papales3 y las proscripciones monárquicas4 sugería la velada y perniciosa participación de logias y grupos similares. De ese gradual influjo contrario a la masonería no estuvieron aisladas las colonias hispanoamericanas, como sostiene María Eugenia Vázquez Semadeni (2011: 167): la imagen pública de la masonería que se gestó para el caso de Nueva España atendió a “las circunstancias 3 Las bulas papales antimasónicas de Clemente XII en 1738, In Eminenti Apostolatus Especula, y de Benedicto XIV, Providas Romanorum Pontificum en 1751. 4 En el caso del imperio español, los reales decretos de prohibición de la masonería declarados en 1751 por Fernando VI y Carlos III.

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políticas europeas y novohispanas”. En las colonias norteamericanas recientemente independizadas, el discurso antimasónico y las opiniones públicas y populares encontradas contra la misma fue una corriente de pensamiento político gradualmente creciente. Muchos son los autores que sustentan que el proceso emancipador americano registró informaciones indiciarias de intervención masónica, sobre todo en las acciones políticas que contestaron a las medidas fiscales o reformistas inglesas5 como el Stamp Act, la designación de un obispo anglicano para las colonias inglesas o el Boston Tea Party. Santiago Camacho Hidalgo (2005) destaca que la reacción principal fue justamente el Boston Tea Party organizado por una Logia masónica –Saint John o Saint Andrew–. En las décadas posteriores a la Declaración de la Independencia norteamericana, la inminencia supuesta o presunta de un ataque contra los logros de la revolución norteamericana de nuevo puso a la masonería en la mira del debate político. Acusaciones de autoridades universitarias, políticas y evangélicas, entre ellas, David Pappin en 1789, y la presunta conexión entre el proceso revolucionario francés; y Jedediah Morse, en 1798, de actos sediciosos contra el gobierno independiente, la sociedad y la religión cristianas por parte de organizaciones clandestinas locales e internacionales –también de las logias masó-nicas y de “clubes democráticos”–, generaron desencuentros entre los mismos padres de la patria (acusación de jacobinismo en entendimiento con los franceses, de personajes como Thomas Jefferson y Alexander Hamilton por John Quincy Adams entre 1800 y 1807) (Camacho 2005: 74-77). El proceso revolucionario francés es destacado por el historiador Ferrer Benimeli (1998: 270) para marcar el fin de la primera etapa del desarrollo del fenómeno masónico en España, que se habría iniciado con las primeras logias en ese suelo hacia 1738. Durante ese espacio cronológico las logias masónicas fueron un fenómeno ideológico de reducido alcance en las ciudades españolas en cuanto a la cantidad de las reuniones y afiliación de miembros. El aumento significativo de la actividad masónica se 5 En el concierto económico internacional, las medidas fiscales adoptadas por la corona británica fueron equi¬valentes a las reformas borbónicas implantadas en las colonias españolas de América. De manera análoga a su vez, ambas generaron manifestaciones y movimientos sociales de rechazo (rebelión arequipeña de los pasquines, rebelión de Túpac Amaru II, etc.)

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operó durante la invasión de España por Napoleón, y con la instalación de la dinastía josefina o bonapartista. La construcción de una vertiente ideológica antimasónica en España –y México– era además de un ataque contra las ideas revolucionarias francesas y el dominio bonapartista, una lucha contra la terminología liberal, cuyo léxico político se extendía a distintos actores sociales, que empleaban con amplias licencias y según sus propias aspiraciones sociales condicionadas por la coyuntura del momento. Este ataque gestado sobre todo por sectores vinculados a la Iglesia y la monarquía buscaban desvirtuar los conceptos y principios filosóficos de la semántica liberal (Fernández Torres 2014: 115). Pero lo masónico no solo aparecía ante los medios de prensa o ante la opinión pública6 vertidos por determinados actores políticos cuando se trataba de estos procesos históricos en que se sindicó la participación directa de miembros de logias masónicas. En el panorama internacional, la revolución francesa brindará la oportunidad de concentrar las distintas posiciones antimasónicas, aparentemente dispersas, pero con un hilo argumentativo común, para consolidar la versión conspiratoria del jacobinismo formulada por Agustín Barruel, en cuanto a los hechos de violencia contra la monarquía, la iglesia y la sociedad civil como explicación política del proceso revolucionario francés. La tesis de Barruel, por ejemplo, en más de una variable argumentativa se sintoniza con la reacción de un sector importante de la sociedad americana frente a la situación inmediata a la revolución y los primeros años de gobierno independiente estadounidense. Conforme se iba avivando la crítica antimasónica en el plano político internacional, de la mano también se incrementó la producción bibliográfica de autores masones. Un caso es el de Adolf Francis, el barón de Knigge, quien escribió un conjunto de obras de tema masónico, en su calidad de miembro y autoridad en este campo, entre las que figuran Sobre jesuitas, francmasones y rosacruces (1781), Ensayo sobre la masonería (1784), Contribución a la reciente historia de los francmasones 6 El sentido moderno de “opinión pública” se gestó durante el surgimiento del Estado moderno. Según Nicola Ma¬teucci, el pensamiento liberal inglés y francés acentuó la función pública o política de la opinión pública, mediadora entre el electorado y el Poder legislativo (Mateucci, Nicola, en AA. VV. Diccionario de Ciencia Política, p. 1129). La opinión pública se entiende como “el conjunto de opiniones que son sostenidas por un público de manera relativamente constante y ‘en’ o ‘durante’ una situación determinada” (Miró Quesada Rada, Francisco, 2012, p. 165).

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(1788) y Conversaciones con hombres (1788) (Camacho 2005: 51-52); ello evidentemente incrementó la corriente de divulgación contraria a las logias o grupos considerados masónicos o de análoga traza. Durante los años en que el barón de Knigge se consolidaba como autor de asuntos masónicos, el 22 de junio de 1784, el elector de Baviera aprobó un edicto contra la masonería y los Illuminati, y entre 1785-1791 se llevó a cabo en México un proceso inquisitorial “por delito de pertenecer a la secta de la francmasonería” contra el pintor italiano Diego Felipe Fabris (Vidal Manzanares 2005: 75 y 93), quien fue denunciado “por proposiciones, blasfemias, desprecio a las imágenes de Jesucristo y los santos y retener y vender, figuras indecentes en miniatura”7 . Coetáneamente, en 1786, en el Imperio Alemán, muere el rey de Prusia, Federico II, a quien se le ha adjudicado insistentemente la calidad de maestro masón y unificador de los ritos dispersos en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, el que se proclamó el 1 de mayo de ese mismo año en las Grandes Constituciones. Como señala el rey prusiano, la promulgación de este texto proponía enfrentar el divisionismo que estaba dándose internamente en la masonería. Sobre el conflicto que en ese momento se vivía respecto de la represión de los poderes políticos y al que hacía alusión este documento, Ferrer Benimeli (1998: 274) recoge el testimonio del Venerable Maestro de la logia de Les Pyrénées, Bagnéres de Bigorre, en 1787, que expresa la realidad de la persecución política e inquisitorial contra la orden masónica, la cual sufrían sus miembros en España. En el Perú, mientras tanto Baquíjano se convertía en uno de los fundadores de la Sociedad de Amantes del País, la cual fue el órgano de la publicación “ilustra-da” más representativa de ese tiempo, el Mercurio Peruano. El cargo de presidente de la Sociedad de Amantes del País fue ejercido por Baquíjano entre 1791 y 1793, durante el gobierno del virrey Gil de Taboada, quien respaldó con real decreto de 1792 los trabajos de 7 El expediente de Fabri lleva el número AHN.ES. 28079.AHN/10.1.2. Inquisición, 1732, exp 8. Fabri, natural de Udine, de profesión pintor, adjuro “de vehemendi” y fue absuelto “ad cautelam” (Castro Olivas, Jorge. So-ciedades secretas y masonería en el proceso de emancipación peruano: La Logia Lautaro en el Perú. Tesis de maestría en Historia. Lima, UNMSM, 2009). Respecto de las “figuras indecentes en miniatura”, recuérdese que en la acusación inquisitorial contra Pablo de Olavide se citan elementos y descripciones heréticos similares.

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impresión del Mercurio Peruano y la protección de la Sociedad (Silva Santisteban 2009: 615). El primer número del Mercurio Peruano apareció el 2 de enero de 1791. A inicios del mismo año había fallecido la viuda María Ignacia Carrillo de Córdoba y Garcés de Marcilla, madre de Baquíjano, por lo que se pospuso un proyectado segundo viaje del orador a la metrópoli española. Baquíjano obtuvo finalmente por elección ese año el cargo de vicerrector de la Universidad de San Marcos. El 8 de diciembre fue condecorado con la Orden de Carlos III. Alcanzaría la cátedra de Prima de Cánones en San Marcos por concurso en 1792. Como se ha señalado, el cargo de presidente de la Sociedad de Amantes del País lo ejerció hasta la realización del referido segundo viaje a España, el cual no se realizó sino en 1793. A fines de 1792 presentó un memorial en que solicitaba su jubilación en la cátedra de Prima de Cánones que dictaba en la Universidad de San Marcos, y también pedía su nombramiento como oidor supernumerario sin sueldo en la Real Audiencia de Lima, dejando la posibilidad de una primera vacante como oidor en propiedad. Sobre el último petitorio –el puesto de oidor–, lo había presentado tres veces, siendo desestimado por el Consejo de Indias, debido a la prohibición que existía acerca de que fuesen nombrados como autoridades de las audiencias los vecinos nacidos en la misma localidad del organismo judicial. Al respecto debe destacarse que ninguna de estas dos gestiones tuvo efectos concretos para el limeño. En el nuevo arribo a la Península Ibérica, se hizo portador de las solicitudes de las distintas instituciones coloniales –al decir de Riva Agüero, de “un programa regionalista y descentralizador”–. Se convertiría en vocero de la clase criolla, del Cabildo, de la Universidad de San Marcos, la Audiencia y del mismo virrey, en lo relacionado con los intereses de estos actores. Entre sus encargos estaba proyectado solicitar que al menos una tercera parte de los funcionarios de la Real Audiencia fueran criollos, así como también estuviesen equilibrados entre españoles y criollos los puestos en instituciones como el Tribunal de Consulado, organismo que exigía una presencia más determinante en los asuntos mercantiles por presión de la clase criolla. Debe recordarse que la promulgación del Reglamento de Libre Comercio había sido particularmente perjudicial para este sector. La posición al respecto de la clase criolla comerciante era de 73


fuerte crítica a la dación de este dispositivo. En el mismo sentido, ideólogos como Viscardo y Guzmán también se referían al mismo en términos incluso más fuertes; no obstante, Baquíjano se mostrará más bien favorable a la aplicación de la nueva normativa mercantil. Encontrándose en España hacia 1794, Baquíjano reincidió en su conducta derrocha-dora relacionada al juego y la apuesta, según el testimonio epistolar de su propio hermano Juan Agustín, quien ponía énfasis en el estado ruinoso de la hacienda y finanzas de su hermano José, hasta el punto de indicar que era preferible su regreso. Por esos años, los ministros de Indias del Imperio español fueron el conde de Aranda y Godoy. Este último estaba bien informado acerca de la situación política que vivía América. Sin embargo, en 1795, luego de las iniciales gestiones infructuosas, Baquíjano obtuvo la designación de alcalde del crimen honorario en la Audiencia de Lima y la jubilación de la cátedra de la universidad limeña. Dos años después (19 de febrero de 1797) se le nombró alcalde del crimen en propiedad, con lo cual obtuvo no solo el cargo, sino también una resolución administrativa histórica favorable a los reclamos y reivindicaciones que el sector criollo había exigido prác-ticamente durante décadas de negativa y prohibición imperial. Aquellos nombramientos que favorecían a Baquíjano se llevaron a cabo en el contexto próximo a un ministerio de Indias asumido por un propicio amigo: Gaspar Melchor de Jovellanos8. Los años de la segunda estancia en España (1794-1801) fueron además contemporáneos a la nueva oleada antimasónica, precedidos en la penín8 Gaspar Melchor de Jovellanos es considerado uno de los personajes representativos de la Ilustración Españo¬la. Sin embargo, su ideario político totalmente afecto a la monarquía borbónica y opuesto a algunas ideas clave del pensamiento ilustrado progresista, afín al iusnaturalismo y liberalismo, permite advertir que la Ilustración está muy lejos de ser un movimiento ideológico homogéneo. En ese aspecto, Jovellanos redactó Memoria en Defensa de la Junta Central para que se respetaran las bases constitutivas histórico-políticas de la monarquía hispánica durante el debate sobre la forma de conducción del gobierno y la teoría de la soberanía popular discu¬tidas en las Cortes de Cádiz (Varela Suanzes-Carpegna, Joaquín, “Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812. Una visión de conjunto”, en Revista Peruana de Derecho Público N° 24, enero-junio 2012, p. 14).

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sula por el juicio y condena de Pablo de Olavide9 , y en Francia por el proceso revolucionario, la convención, el régimen del terror y el ascenso gradual del fenómeno político bonapartista. Según Ferrer Benimeli (1998: 270), es el segundo periodo de desarrollo de la masonería en España que va desde la revolución francesa (1789) hasta la invasión napoleónica de España (1808). En ese espacio, Valín Fernández (2004: 235) da cuenta de la fundación de una logia, La Reunión Española, en la ciudad francesa de Brest, en 1801, integrada por militares españoles que pertenecían a la armada. Esta fue de corta duración ya que se disolvió al año siguiente, pero sus integrantes lograron trasladarla a Cádiz y La Coruña. En el caso francés, la respuesta del poder político se materializó en una significativa producción de propaganda reaccionaria contra la expansión de logias masónicas, visto como uno de los factores de la rebelión y la violencia contra el Estado absolutista, y el ataque personal y la irreligiosidad contra la monarquía de derecho divino. La vertiente antimasónica desarrollada siguiendo las líneas trazadas por las encíclicas papales, se 9 Pablo de Olavide reconocido masón por el Decreto Supremo N° 064-2011PCM, es quizá el intelectual pe¬ruano del panorama ilustrado internacional que más interés ha despertado para los historiadores y los críticos literarios. Sus inicios son jesuitas, pero es sugerida en la historiografía la infiltración masónica por esas fechas en la Compañía de Jesús, en muchas de las monarquías europeas incluyendo España. Olavide ocupó una serie de puestos públicos, uno de ellos lo ejerció a raíz del terremoto de Lima en 1747. Algunas circunstancias de su labor despertaron suspicacias durante su desempeño y fue acusado de malos manejos económicos y adminis¬trativos; clandestinamente salió del Perú rumbo a Centroamérica y España. Olavide se vinculó con personajes influyentes de la corte que le valieron para obtener un puesto público que consistía en recolonizar e industrializar las posesiones españolas ubicadas en Andalucía. Dichos territorios improductivos desde la expulsión de los musulmanes eran apropiados para llevar a cabo la política fisiocrática de repoblamiento dentro del marco de las reformas borbónicas. Mas sobrevino el juicio por herejía contra el mismo, escapando luego a Francia donde fue testigo de la revolución y la prohibición de logias. Allí sería recibido y protegido por líderes de la revolución. Llegó a conocer al mismo Voltaire. La influencia de Voltaire en los escritos de Pablo de Olavide ha sido destacada por la crítica literaria peruana, como un fehaciente signo de la Ilustración en la obra del limeño. Pasado el vendaval revolucionario regresó a España donde se estableció, y ahora fue reconocido por su trayectoria literaria y huma¬na, no sin ser objeto de ciertas suspicacias por las autoridades españolas en su calidad de emigrado de suelo francés. El final de la vida de Olavide ocurre en un periodo de crisis y corrupción en las altas esferas monárqui¬cas, con las guerras napoleónicas, de fondo previo a la invasión de la península por las tropas bonapartistas.

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complementó con la posición asumida de los Estados monárquicos, amenazados de manera concreta por las ideas revolucionarias procedentes de la filosofía, la ilustración o el liberalismo que le añadieron importantes argumentos de ataque. Los autores ilustrados –entre los que se cuentan intelectuales y funcionarios que se vincularon o bien trabajaron para la corte– y un sector de aristocracia y la Iglesia católica sumaron argumentos más radicales o enfatizaron los vertidos por las bulas pontificias y las órdenes de prohibición de los reyes. Entre los autores clave de esta nueva etapa, figuran el abate Lefranc que en 1792 publicó, en París, Le voile levé pour les curieux ou le Secret de la Révolution révéleé à l’aide de la Franc-Maçonerie, un escrito donde se acusaba a la masonería de ser la gestora intelectual de la Revolución. Asimismo, el jesuita Lorenzo Hervás y Panduro escribió Causas de la Revolución de Francia en el año 1789, y otros medios de que se han valido para efectuarla los enemigos de la religión y del Estado (1795), publicado en Madrid (1807), donde denunció “los peligros que para el mundo civilizado tenían las ideas revolucionarias difundidas al amparo de las logias masónicas y de la actitud pasiva del pueblo” (Herrero 1988: 19). En España, la actuación de las logias había sido bastante limitada mencionándose solo en el listado de grandes logias provinciales de obediencia inglesa de 1796 a Gibraltar (Vidal Manzanares 2005: 93). El abate Agustín Barruel en 1797, siguiendo la tónica del discurso papal y el historial de crítica antimasónica, acabó por dar su forma acabada a la visión política contra la masonería. Una de las cúspides de este discurso sesga-do será su libro Memorias para servir a una historia del Jacobinismo en 1797, donde sostiene una teoría sobre los acontecimientos revolucionarios franceses ideados y ejecutados por el jacobinismo. El club de los jacobinos, según refiere Barruel, estaba integrado por grupos clandestinos, producto de una coalición de sectas heréticas, opuestos a la Iglesia Católica y la monarquía, así como a los valores establecidos por estas instituciones en favor de la sociedad civil. En Memorias para servir a la historia del Jacobinismo, el club de los jacobinos se conformó por la acción de filósofos “iluministas” –de un credo que habría surgido en Baviera–, una coalición de masones y otras sectas, encabezadas por Voltaire, D’Alembert, Federico II de Prusia y Diderot. Esta coalición era la diseñadora y ejecutora de un plan político de carácter internacional para acabar con las monarquías y la religión 76


cristiana a través de su derribamiento y secularización. La imagen intelectual y religiosa que hace de estos grupos es la de deístas, libertinos, filosofistas, ateístas, etc., encabezados por Voltaire, Diderot, D’Alembert y Federico II, de los cuales confecciona una exégesis biográfica para encontrar elementos incriminantes de su actividad masónica. Los jacobinos –ya no solo los de Francia, sino los que se encontraban esparcidos en otros continentes– fueron sospechosos de conspirar contra el orden político oficial: así la revolución norteamericana y la insurgencia en las colonias españolas dieron pasto a las más enconadas formulaciones contra el peligro masónico. Estas plumas que denuncian la acción masónica se reavivan con la invasión napoleónica de Europa, el sometimiento de España a la dinastía bonapartista, la experiencia política de las Cortes de Cádiz, y cobran nuevos bríos durante el proceso abiertamente separatista de las colonias hispánicas. La primera edición traducida al español de este texto que se publicó en España fue en 1812, año de la Constitución de Cádiz y la elección de Baquíjano al cargo de consejero de Estado. La traducción se tituló Compendio de las Memorias para servir a la historia del Jacobinismo, por Mr., el abad Barruel. Traducido del francés al castellano para dar a conocer a la nación española la conspiración de los filósofos, francmasones e iluminados contra la Religión, el Trono y la Sociedad. Por el muy Ilustre Se-ñor don Simón de Rentería y Reyes, abad de la Insigne Iglesia Colegial de Villafranca del Bierzo y de su territorio abacial. Por Pablo Miñon, Impresor de la provincia de León y del sexto Ejército (Morales Ruiz 2003). Ciertamente esta publicación azuzó más aún el ambiente opuesto a la masonería, que como resultado de ello, fue prohibida el mismo año por las Cortes de Cádiz en nombre del rey cautivo Fernando VII. El discurso de Barruel, indesligable de la revolución francesa y su impacto ideopolítico, se basa en una reflexión particular sobre los móviles ideológicos de la misma y de sus agentes ejecutores. Debe enfatizarse que este personaje fue coetáneo del proceso posterior a la independencia norteamericana y del ya referido panorama vinculado con la masonería en esa sociedad. Ahora era la institución monárquica la que se sentía vulnerada por los hechos revolucionarios desatados, pero sobre todo por el severo impacto cuestionador contra las bases sobre las cuales se erigía el antiguo régimen. El jacobinismo concentraba un conjunto de propósitos ideológicos y planes de acción heterogéneos –como 77


lo fue también el movimiento ilustrado– para la opinión pública. En esos años, el Mercurio Peruano de la Sociedad de Amantes del País había construido una imagen sociohistórica y literaria acerca del proceso revolucionario francés que reseñó en algunos artículos (Rosas Lauro 2007). Algunas de esas descripciones correspondían a ajusticiamientos degradantes contra sacerdotes, monjas y personajes aristocráticos10. En América, las acciones políticas sospechosas de jacobinismo alcanzaron a México, donde la Inquisición procesó a varios extranjeros franceses a quienes se veía como difuso-res de las ideas revolucionarias francesas, y enemigos de la monarquía, iglesia y del orden social (Vázquez Semadeni 2011: 178). En los últimos años del siglo XVIII, los procesos inquisitoriales contra personajes asociados a la masonería –Pedro Burdales (comerciante) y Juan Laussel (cocinero) entre 179311 - 1794 (Ferrer Benimeli 1998: 10 Claudia Rosas Lauro y José Ragas Rojas describen los tópicos de esa imagen revolucionaria desarrollada en el Mercurio Peruano: “El primer aspecto, el aguillotinamiento de Luis XVI, fue interpretado como un sacrilegio, debido al carácter sagrado del gobernante; un regicidio, por haberse perpetrado la ejecución del legítimo rey; y un parricidio, porque el monarca era considerado padre de la nación. El segundo tópico del discurso contrarrevolu¬cionario, el ataque a la Iglesia y la religión católica, se presentó a través de la descripción de escenas impactantes de la persecución y ejecución de sacerdotes y monjas, la destrucción de los símbolos cristianos y la crítica de los principios católicos. La imagen que se proyectó era la de un proceso de carácter irreligioso y ateo. El tercer punto de la imagen negativa de la Revolución fue el terror, que se asoció a la actividad del Tribunal revolucionario, la figura simbólica de la guillotina y la omnipresencia de la muerte. El cuarto y último tópico, fue la guerra con sus consecuencias nefastas” [Rosas Lauro, Claudia y Ragas Rojas, José. “Las revoluciones francesas en el Perú: una reinterpretación (1789-1848)”, en Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinos, 2007, 36 (1), pp. 51-65]. 11 La denuncia inquisitorial por “filósofa” contra la poetisa Isabel de Orbea (Palma, Ricardo. “El latín de una limeña”, en Tradiciones Peruanas Completas. Madrid, Aguilar, 1964), cuyo salón literario parecía tener carácter conspirador, actitud que se revelaría cuando en realizó una recolecta de alhajas y subasta en auxilio de la independencia, por lo que fue condecorada por el General San Martín en 1822 (Dumbar Temple, Ella. Curso de literatura femenina a través del período colonial. Lima, Colección Tres, 1974). Inclusive la interpretación masónica del tenor de la sentencia contra Túpac Amaru II pone énfasis en el carácter herético con que el movimiento insurgente atacó a las imágenes sagradas y al orden vi¬rreinal, lo cual, según algunas fuentes masónicas, es un indicio relacionado con la masonería. Otras como la Gran Logia Constitucional del Perú han rendido homenaje al “hermano” Tupac Amaru II, en el Cusco. En Anales de la Inquisición de Lima del mismo tradicionista, se referencian varios procesos inquisitoriales que destacan la imputación de herejía, como la formulada contra la poetisa Isabel

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271), Juan Malvert, Vicente Lulié, Juan Durrey, etc.– aumentaron significativamente en México, debido a la expansión de los ideales revolucionarios franceses, observable en la producción de pasquines objeto-res de la política imperial y en la presencia de franceses organizadores de tertulias literarias y reuniones políticas en favor de la difusión ideológica en Nueva España, lo cual desató la persecución de la autoridad virreinal (Vázquez Semadeni 2011: 177-179). También las acusaciones de jacobinismo llegaron a Buenos Aires, según sostiene Boleslao Lewin: “En Buenos Aires, por ejemplo, los esclavos –por otra parte, sector minoritario de la población– sólo en 1795 llegaron a preocupar seriamente a las autoridades, a causa de la sospecha, surgida por aquel entonces también en Montevideo, de que integraban un complot jacobino”. El asunto masónico en que dominaba la percepción de ser una asociación herética y contraria a los intereses del Estado, la Iglesia y la sociedad, era entonces a partir de la información proporcionada por la documentación oficial, de conocimiento público, y ello generó una imagen acompañada por una corriente valorativa de opinión en los distintos sectores sociales donde surgieron posiciones respecto de su actuar y finalidad, e inclusive de entre el pueblo colonial aparecieron acusadores, como en las denuncias que se registraron en el Perú. Esta literatura radicalizada auspició textos que seguían el rumbo trazado por Barruel, en los últimos años del siglo XVIII y en los primeros del XIX, en un marco histórico en que todo parecía confirmar el “designio encubierto” del que habló Feijoo, por los acontecimientos oportunos que minaron las bases de la autoridad absolutista monárquica y el dominio de la Iglesia. Respecto de Barruel y la revolución francesa como elemento influyente en esa visión que dio como resultado una explicación del proceso revolucionario debido a una acción concertada por grupos sediciosos, entre los que se encontraba la masonería, Santiago Camacho Hidalgo (2005: 85-89) señala que muchos de los grupos políticos que participaron en la revolución francesa, reconocidos como logias (Amis Réunis, Contrat Social, Neuf Soeurs12, Sublimes Perde Horbea; es de recordar que la imputación de herejía constituía la denominación legal –sobre todo en las bulas papales y expedientes inquisitoriales, aunque también en obras como las de Agustín Barruel– para los integrantes de este tipo de organizaciones y sus prácticas rituales. 12 En la Logia de las Nueve Hermanas, según César Vidal Manzanares, estuvieron el conde de Mirabeau, Danton, Marat, Sieyes y Camille Desmoulins; así también reco-

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fectos Maestros, Los Iguales, Illuminati, etc.), al parecer procedentes de la masonería, tu-vieron un carácter político no homogéneo, pues existían algunas que salvaguarda-ron los intereses monarquistas, la propia vida del rey Luis XVI y de la familia real; otras fueron abiertamente revolucionarias, anarquistas e incluso terroristas; y algunas más actuaron en defensa del orden y la paz públicos frente al régimen del terror y la guillotina, alcanzando algunos de sus miembros por este motivo el suplicio del encierro, el destierro o la ejecución en la cuchilla revolucionaria. El mismo Barruel destacó esta diferencia haciendo distinción entre la verdadera y la falsa masonería, es decir, la inglesa y la francesa respectivamente, cuyos propósitos eran totalmente distintos (Vázquez Semadeni 2011: 177). Incluso el abate sostiene que las sectas que conformaron el jacobinismo, incorporaron a las “últimas logias” masónicas: 2.° A esta escuela de los sofistas impíos acudieron, y presto se perfeccionaron los sofistas de la rebelión. Estos, añadiendo á la conspiración de la impiedad contra los altares de Jesucristo la conspiración contra todos los tronos de los reyes, se reunieron á la antigua secta, cuyas maquinaciones componían todo el secreto de las últimas logias de la francmasonería: pero que de mucho tiempo acá se burlaba de la honradez de los primeros iniciados, reservando solo para los escogidos entre los escogidos el secreto de su odio reconcentrado contra Jesucristo y los Monarcas. Para Barruel los jacobinos eran una triple coalición integrada por distintas sectas con fines políticos muy próximos en cuanto eran acerrimas enemigas de la religión, la iglesia y el Estado: 3.° De los sofistas de la impiedad y rebelión nacieron los sofistas de la impiedad y anarquía, que ya no conspiran solo contra el cristianismo, sino contra toda religión, hasta contra la misma religión natural; conspiran no solo contra los reyes, sino también contra todo gobierno y sociedad civil, y aun contra toda especie de propiedad. Esta tercera secta, con el nombre de iluminados, se unió á los sofistas conjurados contra Jesucristo, noce como masones al marqués de Lafayette, a Carlos de Artois –hermano de Luis XVI, iniciado en 1778 y posteriormente rey de Francia– y el futuro rey Luis Felipe de Orleans –primo de Luis XVI y Gran Maestro– quien durante el proceso revolucionario se hizo llamar “Felipe Igualdad” (Vidal Manzanares, César. Los masones. La sociedad secreta más influyente de la historia. Madrid, 2005, pp. 46 y 81-87).

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y á los sofistas y masones conjurados contra Jesucristo y los reyes. Esta coalición de los iniciados de la impiedad, de los iniciados de la rebelión, y de los iniciados de la anarquía, formó el club de los jacobinos; y bajo de este nombre, que en el día es común á la triple secta, los iniciados reunidos continúan en tramar su triple conspiración contra el altar, el trono y la sociedad. Tal es el origen, progresos y conspiraciones de esta secta desoladora, que se ha hecho tan famosa con el nombre de jacobinos. Empero, antes que Barruel, Lorenzo Hervás y Panduro o el abate Lefranc, de ser fidedigno el texto de las Grandes Constituciones, promulgado por Federico de Prusia en el Congreso de Lausana (1786), sería más bien este el documento que expresara con anterioridad las “conocidas disensiones” generadas por “nuevas sociedades”, que en su mayor cantidad guarda poca o ninguna relación con la masonería: Sin embargo, otras divisiones, nacidas de las primeras, han dado margen a la organización de nuevas sociedades; la mayor parte de ellas nada tienen de común con el Libre Arte de la Masonería, salvo el nombre y algunas fórmulas conservadas por los fundadores, para mejor ocultar sus secretos designios, designios a menudo demasiado exclusivos, a veces peligrosos, y casi siempre contrarios a los principios y sublimes doctrinas de la Francmasonería, tales como las hemos recibido de la tradición. Las conocidas disensiones que han suscitado y por harto tiempo fomentado esas asociaciones en la Orden, han despertado sospechas y desconfianzas en casi todos los Príncipes, y hasta acarreado crueles persecuciones de parte de algunos. Del testimonio del rey, se comprende que la masonería no era en esas fechas un bloque monolítico sino un conjunto extendido internacionalmente de “sistemas heterogéneos” denominados “ritos”. La masonería durante su historia, según el monarca, había sufrido “graves modificaciones, causadas por los grandes trastornos y revoluciones”. La intervención de un grupo político dentro de otro, en la masonería, al estilo descrito por Federico II o por Barruel, se reitera en 1801: John Robinson denunció que esta había sido infiltrada por otras asociaciones que pretendían 81


imponer su ideario, adverso a la filosofía masónica. Caso no distante a los mencionados, según Castro Olivas, acaeció en el proceso de independencia americana, respecto al debate político entre los programas monarquistas y republicanos que se dio en el seno de la logia Lautaro “que nunca o casi nunca fue un grupo con un pensamiento y proyecto políticos únicos. Durante su breve existencia, Lautaro fue seno de divisionismos y enfrentamientos que nadie pudo controlar y que derivaron en su prematura disolución” (2009: 39). En 1798, siendo Gaspar Melchor de Jovellanos, amigo de Baquíjano, ministro de Indias, designó al magistrado limeño juez de Alzadas Perpetuo del Tribunal de Consulado y del Tribunal de Minería en Lima. No obstante, no logró convertirse en oidor en propiedad ni alcanzó a hacer efectivos los petitorios de la sociedad criolla. En 1799, empero con logros no poco significativos, Baquíjano se halla en Cádiz con el propósito de retornar al Perú. En aquellos años, los mares Mediterráneo, del Norte y Atlántico, eran escenario de la conflagración entre las monarquías absolutistas y el Consulado francés, en que destacaba el genio militar y político de Napoleón Bonaparte. Entre 1799 y 1801, la estadía de Baquíjano en Cádiz prácticamente era forzosa debido al escenario bélico europeo. El regreso de Baquíjano, hacia 1801, de este segundo viaje, fue según testimonio epistolar del limeño un retorno con graves contratiempos. En abril de 1800, desde Algeciras, e intentando llegar al Perú, la nave en que venía fue interceptada por piratas ingleses13 y resultó apresado por estos, quienes le sustrajeron 12 cajones de sus pertenencias, de lo cual le fueron devueltos cinco cofres con algunas de sus vestimentas, perdiendo el resto de sus posesiones al parecer de gran valor personal, a pesar de las gestiones que realizó para recuperar su equipaje. De vuelta en Cádiz, estaba con-vencido a los dos meses siguientes de la imposibilidad de recobrar 13 Según Vidal Manzanares, la reaparición de la masonería a fines del siglo XVIII en España se debió a la incorporación de marinos españolesa logias francesas: “Los primeros masones españoles fueron iniciados en Francia y formaban parte de la flota española que, aliada de la francesa, atracó en Brest el 8 de septiembre de 1799, permaneciendo en este puerto hasta el 29 de abril de 1802. Originalmente, estos masones españoles pertenecieron a logias francesas, pero en agosto de 1801 fundaron una española que recibió el nombre de La Reunión Española” (VidalManzanares, César. Los masones. La sociedad secreta más influyente de la historia. Barcelona, Planeta De Agostini, 2005, pp. 93-94).

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todo, dándolo definitivamente por perdido. Sin embargo, acepta que está preparado espiritual y anímicamente para estas adversidades usando una frase simbólica frecuente en el discurso masónico. Baquíjano, en su correspondencia personal procedente del plexo de informaciones referidas a este acontecimiento biográfico, realiza la siguiente manifestación: “… pues los ingleses han salido para Jamaica conduciendo las presas para efectuar allí la venta, lo que hace imposible recuperar cosa alguna. Pero estos males no son los que me abaten, pues mi corazón está familiarizado con la palabra pérdida” (Maticorena 1976, Pacheco Vélez 1972). Sobre el sintagma que emplea Baquíjano –“la palabra pérdida”–, se puede destacar que se aproxima en forma y sentido a la masonería, la cual se registra desde los orígenes conocidos de esta, formando parte esencial de sus creencias (Nieto 2007: 75). Para René Laban, está identificada con “la Palabra Perdida que busca el masón, y que el aforismo equipara a Dios” (2006: 217). Töhötöm Nagy, al respecto, señala que “la búsqueda de la ‘palabra perdida’ a lo largo de los grados, es la gracia perdida; o la verdad escondida que el masón al subir de grados, al fin la encuentra” (1966: 299). Amando Hurtado (2005: 277) señala que la palabra perdida es “la clave de la construcción del Templo de Salomón, que, según la leyenda masónica, se perdió a la muerte de Jiram y que los masones deben buscar a lo largo de su vida (…) representa la clave del Universo, cuyo conocimiento puede conducir hacia la sabiduría que emana del Gran Arquitecto o Principio creador”. Un historiador católico español, Ricardo de la Cierva, sostiene que inequívocamente el gran secreto de la masonería, desde la fundación del rito del Royal Arch –surgido en 1743 o 1750–, descansa en la búsqueda de la “Palabra Perdida”, la cual es el “término masónico clave” y el “Verdadero Nombre de Dios” (1994: 18 y 19). En torno a la variante gramatical formal del régimen ortográfico para el acento o tildación de palabras esdrújulas, debe indicarse que se presentaba optativa-mente en la época, por lo cual la voz podía omitir tal signo gráfico en la ubicación de la sílaba esdrújula, dando como resultado la pronunciación de la paronomasia perdida. Aun dejando a un lado la paronomasia “pérdida” o “perdida”, el simple hecho de que, si lo vemos no como un dato ocasional o prueba aislada, sino al observar el grueso de información vinculante en torno de Baquíjano resulta más que elocuente. 83


De vuelta al itinerario de Baquíjano, estando retenido en Cádiz, contrajo fiebre amarilla, y se trasladó al Puerto de Santa María, en que recuperó la salud. Hacia principios de 1801 volvió a Cádiz para embarcarse rumbo a América, lo cual al parecer realizó abordando un barco sueco que tendría como destino Montevideo. Sobre el medio específico por el cual llegó Baquíjano de esa segunda estancia en España, no se sabe con certeza, sin embargo, arriba al puerto del Callao en 1802 en que es recibido por familiares, amigos y buena cantidad de vecinos limeños. Según Riva Agüero, al instalarse en la ciudad capital, ocupó los flamantes cargos recién obtenidos y volvió a aficionarse por el juego, recordándolo su biógrafo y pariente lejano, como “el mayor jugador de Lima”. En cuanto a la difusión ideológica de las corrientes de pensamiento occidental con las que había entrado en contacto, lo más destacable es que, recordándonos aquellas reuniones nocturnas y de juego que celebraba con Guirior décadas atrás, reinicia sus famosas tertulias literarias en la casa-huerta de Santa Catalina donde recibía la visita de sus “amigos filósofos”, entre quienes destaca a Hipólito Unanue14, fray Cipriano Jerónimo de Calatayud, Vicente Morales Duárez15 –diputado suplente y futuro presidente de las Cortes de Cádiz–, y Bernardo de Tagle y Portocarrero –marqués de Torre Tagle–. Respecto del movimiento de ideas políticas en esa primera década del siglo XIX, mientras Baquíjano intentaba retornar al Perú, el ideólogo Francisco de Miranda, quien tuvo –al igual que Viscardo– un contacto político estratégico con personalidades cruciales de la política internacional entre ellos el primer ministro inglés William Pitt el Joven y el presidente de los Estados Unidos, John Adams, estaba difundiendo las 14 Hipólito Unanue fue uno de los impulsores del conocimiento natural en el campo de la medicina, botánica, climatología, etc. Fundador del Anfiteatro Anatómico y de la Facultad de Medicina San Fernando promovió una ciencia más acorde con los avances científicos del momento. El órgano impulsor de esa voluntad fue evidentemente el Mercurio Peruano, cuya cantidad de artículos escritos con el seudónimo de Aristio en ese rubro es importante. Véase Salazar Bondy, Augusto. Aproximación a Unanue y la ilustración peruana. Lima, UNMSM, 2006. 15 Vicente Morales y Duárez fue uno de los colaboradores articulistas del Mercurio Peruano. En la etapa en que representó al Perú en las Cortes de Cádiz, se pronunció en favor de la igualdad entre españoles peninsulares y criollos, y en torno a la condición de los indios. Su inmediata muerte ´el 2 de abril de 1812´ seguida a la desig¬nación de presidente de las Cortes, impidió el ejercicio del cargo.

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ideas viscardianas de la Carta a los españoles americanos, modelo de los planes independentistas y los movimientos emancipadores americanos (Scarano 2013: 160), haciendo publicar la famosa carta en Londres en 1799 en el idioma original francés –la versión en español es de 1801 publicada también en Londres– y alcanzando ejemplares a Pedro José Caro y Tomás Pictón, gobernador de la Trinidad (Miranda 1938: 414, Vergara Arias 1999: 198). Aunque aún es cuestionable y materia de estudio, se ha solido poner énfasis en el fenómeno de fundación y crecimiento de Logias Lautarinas en América en esas dos primeras décadas del siglo XIX, y sobre todo vinculando este acontecer con la acción de difusión masónica internacional de la Logia Gran Reunión Americana y la Logia de los Caballeros Racionales, a las que una interpretación histórica promovida por algunos investigadores vincula con la acción política de Francisco de Miranda. Para inicios del siglo XIX, está constituida la versión oficial antimasónica, que se manifiesta en el debate público basado en el punto de vista de los autores alineados a las autoridades monárquicas y eclesiásticas. Aunque el espacio público en que se trataba sobre la masonería estuviese focalizado a pequeños ámbitos sociales vinculados más bien a la política y la religión, y la escala de la gente informada sobre el significado y la acción de las logias hubiese sido reducido, no menoscababa la consolidación de una opinión acerca de la masonería y los masones (Vázquez Semanedi 2011: 170-171). Empero también existía una vertiente filomasónica de defensa de los ideales y las actividades sociales representativas de los masones –entre ellas la beneficencia–, la cual adquiere notorio auge con la invasión napoleónica de España. En 1806, Baquíjano se convirtió en uno de los impulsores de la vacuna contra la viruela, al ser nombrado por el virrey Abascal, vicepresidente de la Junta Conservadora de Fluido Vacuno. Esta enfermedad de carácter epidémico, recientemente se combatía a través de la difusión de esta medida sanitaria. Este hecho recuerda el notable impulso que se le dio a la misma por esos años también en España, en que el poeta Manuel José de Quintana compuso una oda alusiva a los beneficios de la vacuna, la cual lleva por título “A la expedición española para propagar la vacuna en América”16. Aquellos años fueron especialmente agudos para España: la

16 La oda fue escrita en diciembre de 1806 y se publicó en Poesías patrióticas (1808) [Monguió, Luis. “Don Manuel José Quintana y su oda: ´A la expedición española

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intervención de Napoleón Bonaparte –quien se había proclamado emperador de los franceses en Notre Dame (1804)– en los asuntos borbónicos y su guerra abierta contra Inglaterra (el bloqueo continental) conduciría a la captura del trono español. Todo se consumó en Bayona cuando Bonaparte hizo abdicar en favor de Fernando VII, al rey padre Carlos IV. España y Portugal no acataron plenamente el bloqueo, a pesar de que sus soberanos hubiesen atendido a la intención francesa aprobatoriamente. De algún modo esta aquiescencia se vio confirmada con la abdicación sucesiva de Fernando VII en favor del hermano de Napoleón, que se coronó con el nombre de José I, instalando la monarquía bonapartista o josefina, como también se le conoce. Con el nombramiento de Oidor en la Real Audiencia de Lima, en 1807, Baquíjano obtuvo el cargo más esperado por la elite criolla, elemento configurador de su programa político de carácter reformista, uno de los aspectos del proyecto liberal criollo que conduciría al año de 1812 y al momento de mayor auspicio para la obtención de estos logros cuando accede al puesto de consejero de Estado. El hermano mayor de Baquíjano, Juan Agustín, segundo conde de Vista Florida, crítico severo contra la conducta pródiga de su hermano menor, falleció en Génova (Italia) en 1807. Baquíjano heredaría el título nobiliario de su hermano en 1809, y se convertiría en el tercer conde de Vista Florida, obteniendo a la vez los bienes del difunto dejados inicialmente en fideicomiso, no sin antes realizar un proceso judicial en que se le reconoció heredero. Así también en este tiempo, sostiene Riva Agüero, Baquíjano presidió una logia instalada en Lima por los liberales (1962 I). Los acontecimientos que se suscitaron en 1808 en el marco de las guerras napoleónicas y la invasión francesa de Europa, y especialmente de España para el desarrollo de esta investigación, alterarían la historia político-jurídica del régimen monárquico hispánico y las relaciones complejas en distintos órdenes que mantuvo con los virreinatos o provincias de ultramar: entre febrero y marzo de ese año los franceses invaden la Península Ibérica, ocupando Barcelona, Pamplona, Figueras, San Sebastián y Madrid; los días 17-18 de marzo se da el famoso motín de Aranjuez en para propagar la vacuna en América´ (homenaje al poeta en el centenario de su muerte)”, en Boletín del Instituto Riva Agüero, 1956-1957, pp. 175-184].

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que se depone al ministro Godoy y el rey de España, Carlos IV, abdica en favor de su hijo Fernando VII; el nuevo rey español se entrevista con Napoleón en Bayona el 20 de abril, quien le da a conocer su propósito de obtener el trono español; de nuevo Carlos IV, en petición formal solicita a Fernando VII que abdique a la corona, a lo cual Fernando VII responde positivamente con algunas condiciones como realizar la abdicación ante las Cortes; se subleva Madrid contra las tropas invasoras francesas, iniciándose la Guerra de Independencia el 2 de mayo; en Bayona, el 5 de mayo Fernando VII abdica en favor de su padre Carlos IV autorizando que la Junta de Gobierno ejerza la soberanía en nombre del rey, y que el Consejo de Castilla convoque a las Cortes con el fin de recaudar recursos económicos para luchar contra los franceses; al día siguiente, 6 de mayo, y en Bayona, Carlos IV renuncia a la corona en favor de Napoleón (Díez Fuentes 2012: 1105-1107). Mientras tanto los reyes de España eran prisioneros del emperador Napoleón y la legitimidad del trono quedaba en entredicho, una gravísima crisis de autoridad se iniciaba y las repercusiones coloniales causarían irreversibles estragos en la unidad del imperio español. Los meses posteriores a las abdicaciones de Bayona, Bonaparte organiza la “regeneración” de España –programa que como veremos tuvo características ideológicas peculiares–, realizando una convocatoria a Junta de Notables –posteriormente Asamblea– (25 de mayo), con el fin de exponer su plan de reformas para el reino español, entre las cuales se dieron la proclamación de la Junta Suprema de Gobierno para realizar las nuevas medidas (3 de junio); nombramiento por Bonaparte de su propio hermano, José I, como rey de España (6 de junio); jura del Estatuto de Bayona por la Junta de Notables (7 de julio); proclamación de José I en Madrid (25 de julio). En lo concerniente al fenómeno masónico en España, Napoleón lo tuvo dentro de su estrategia política en el marco de sus planes expansionistas. Además de la acción represiva y persecutoria de la Iglesia Católica y la Corona Española contra las logias, se sumaba ahora la mira y el cálculo políticos puestos del emperador francés sobre la masonería. Napoleón Bonaparte, ese mismo año, 1808, empleó estratégicamente a las sociedades masónicas (Ferrer Benimeli 1996: 39, Vázquez Semanedi 2011: 180-181, Castro Olivas 2009: 121), creando una Gran 87


Logia Nacional, o “masonería bonapartista”, para controlar a las personalidades políticas españolas vinculadas con los franceses, motivando de esta suerte su incorporación en logias masónicas, en las que con-fraternizaron con importantes figuras militares del ejército napoleónico. Con la finalidad de instrumentar a la organización en Francia, Napoleón, antes de su coronación, “el mes de ju-lio de 1804 firmó un Decreto declarando abiertas las logias masónicas en territorio francés” (Castro Olivas 2009: 120). Sobre la pertenencia de Napoleón a la masonería, hay opiniones encontradas al respecto. Algunos autores afirman novelescamente su iniciación en Egipto y en el interior de las pirámides, recordando esta imagen la constitución del rito egipcio de Memfis-Mizraim; otros niegan que haya pertenecido a la masonería, pero confirman que su familia o específicamente cuatro de sus hermanos –José, rey de España; Luis, rey de Ho-landa; Jerónimo, rey de Westfalia; y Luciano, príncipe de Cannino; otras fuentes sostienen que Josefina fue miembro de esta sociedad–, pertenecieron a logias masónicas (Morales Ruiz 2003, Celis 2005). En el escenario bélico internacional, el intervencionismo napoleónico sobre Europa fue acompañado de reacciones locales de diverso matiz contra el nuevo orden impuesto por el emperador francés, que incluso se trasladó a la producción literaria popular (canciones, proclamas, pasquines, etc.). Por un lado, hubo rechazo por parte de los patriotas que defendían la legitimidad de Fernando VII, así como también se dieron sectores que respaldaron la labor del gobierno napoleónico. En el virreinato peruano, el conocimiento de la prisión y abdicación de Fernando VII generó a la vez un clima político de fustigación contra la tiranía del poder francés, pero del mismo modo fue de gran provecho para la exteriorización de manifestaciones contenidas en la sociedad colonial hispanoamericana por décadas y ciertamente facilitadas por las decisiones políticas y legislativas de los órganos que asumieron las funciones gubernamentales en España por la caída de Fernando VII, prisionero de Napoleón Bonaparte. No se puede comprender el proceso político peruano haciendo a un lado las relaciones internacionales de poder entre Estados; muchas de las reacciones contra el orden colonial o que promovieron la reforma del mismo, mediante la creación de juntas, se debe a un marco internacional de conflictos políticos y militares en el que el caso paradigmático español aparecía condicionado por la invasión bonapartista de España. 88


Un efecto casi inmediato y similar al fenómeno de la política española frente a la prisión del rey Fernando VII fue la convocatoria a la creación de juntas de gobierno en muchas ciudades importantes de España17 y de la América española en imitación de su homóloga metropolitana. La acción de los cabildos de las ciudades más importantes de la metrópoli, entre ellas, Madrid, Valencia y Secuyas, en un primer momento, estuvo inclinada a promover el reconocimiento de la autoridad de Fernando VII frente al invasor napoleónico. Durante el siglo XVIII y en especial luego de la ascensión de los borbones y en los años de la crisis gubernamental española a inicios del XIX, los cabildos en el caso de América habían representado el bastión administrativo de la clase criolla postergada por la política imperial de los cargos clave de la colonia, la cual encontró en los puestos del concejo colonial una forma de expresión social y de poder político que no podía ostentar en la Real Audiencia u otros organismos administrativos. Este control criollo de la institución municipal se ha solido des-tacar marcó una determinada identidad social e influencia política en los acontecimientos emancipatorios inmediatos e incluso durante las primeras décadas republicanas, dejando hondas huellas en las primeras configuraciones nacionales. Al respecto Salvador Valencia Carmona (2009: 692) sostiene lo siguiente: “el municipio colonial se convirtió en el refugio inevitable de la elite criolla que, desplazada de los puestos públicos de alta y mediana jerarquía, encontró en los cargos concejiles una escuela para el aprendizaje administrativo y un sitio para ejercitar sus aspiraciones políticas”. Entre 1807 y 1815, el decurso histórico de los cabildos hispanoamericanos cambiaría de rumbo político por las orientaciones ideológicas que tomaron a través de la creación de juntas de gobierno, las que enarbolaron distintas posiciones respecto a los hechos relacionados con la invasión francesa y la autoridad del rey. Estas confi17 Entre ellas, la Junta General del Principado de Asturias declaró la defensa de la Monarquía y su propósito de sublevar a las provincias cercanas el 9 de mayo de 1808; el 25 de mayo se subleva Oviedo; la Junta de Valencia, el 16 de julio, emitió un pronunciamiento en que proponía a las Juntas Provinciales la formación de un gobierno único; el 23 de julio, la Junta de Granada propone la formación de una Junta Nacional integrada por todas las Juntas Provinciales que estarían representadas cada una por dos diputados; asimismo el 3 de agosto hizo un plan de formación de un gobierno central la Junta de Sevilla [Díez Fuentes, José Manuel. “Cronología”, en Palomino Manchego, José F. y Naveja Macías, José de Jesús (Coordinadores). La Constitución de Cádiz de 1812 (a propósito de su bicentenario). Lima, Universidad Inca Garcilaso de la Vega, 2015, pp. 1106-1107].

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guraron posturas doctrinarias jurídicas y expresiones sociopolíticas que iban desde el fidelismo borbónico hasta la abierta rebelión independentista contra Francia y la misma España. En la Breve Descripcion de José Antonio Miralla, como hecho tradicional referido a las funciones administrativas que regulaban las ceremonias ciudadanas, es el cabido limeño bajo la administración de Bernardo de Tagle y Portocarrero, marqués de Torre-Tagle, quien organiza y dispone las fiestas dedicadas a la figura del héroe americano y padre de la patria, Baquíjano. En este panorama, la masonería aparecía asociada a los acontecimientos políticos en dos posiciones antagónicas de opinión pública. La masonería bonapartista en España propuso una nueva autoimagen de la organización: “se presentó a sí misma como ‘la antítesis de la Inquisición y del despotismo religioso’, mientras los masones se denominaron los enemigos de la intolerancia, la superstición, la intolerancia y el fanatismo” (Vázquez Semanedi 2011: 181). Empero se presentaba una España escindida entre dos ejes políticos, dos autoridades pugnando por la legitimidad, el control del imperio y la obediencia de los súbditos: la España napoleónica con José I como rey y Gran Maestre de la Gran Logia Nacional de España (Valín Fernández 2004: 235), y la Junta Central18 y las Cortes Generales y Extraordinarias convocadas en 1810 que representaban la autoridad de Fernando VII, prisionero de Bonaparte. La reacción inicial de los cabildos tanto españoles como americanos fue de notorio rechazo a la intervención francesa y al destronamiento de los Borbones. El primer movimiento de constitución de juntas hacia 1808 en ambos hemisferios se inclinó mayoritariamente por el fidelismo y el reconocimiento de la autoridad de Fernando VII: “En diversas capitales americanas hubo pronunciamientos: México, 19 de julio, el ayuntamiento pidió al virrey se tuvieran por insubsistentes las abdicaciones de los reyes españoles; Buenos Aires, 21 de agosto, el virrey Santiago de Liniers, héroe de la lucha contra los ingleses, hizo la jura del rey Fernando VII; Venezuela, 15 de agosto, ante la debilidad del capitán general Juan Casas, respondió el Cabildo a favor de Fernando 18 La Junta Central, establecida en Aranjuez el 25 de setiembre de 1808, reunió y representó a los poderes soberanos del imperio español y fue “el máximo órgano gubernativo de la España no ocupada” (Díez Fuentes, José Manuel. “Cronología”, cit., p. 1107).

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VII; Bogotá, 13 de septiembre en adelante declaraciones violentas contra Napoleón se fijaron en los muros de la ciudad” (Valencia Carmona 2009: 693). Al año siguiente (1809), algunas juntas virarían radicalmente su ánimo optando por la rebelión contra España, entre ellas, Chuquisaca (mayo) y La Paz (julio). Pero existía otra cara política que estaba representada por los sectores españoles que sí reconocían la autoridad de Napoleón Bonaparte, y es más, apoyaban abiertamente la intervención, afiliándose al bando francés y respaldando las diversas medidas que el emperador aplicaría en el imperio español con el afán de mantener su integridad. De acuerdo con estos ideales, se había concretizado la creación napoleónica de nuevos Estados europeos, una nueva configuración geopolítica en el viejo continente. El choque armado entre las dos esferas de poder metropolitano hispáni-co –la España bonapartista o afrancesada y la España fidelista– se conoce como guerra de independencia española. El bando fidelista perseguía como finalidad la expulsión de los usurpadores franceses y el restablecimiento de los legítimos Borbones. El discurso antimasónico en ese contexto cobró nuevo impulso. Esto ocurría debido a la manipulación bonapartista que buscaba cambiar su imagen perniciosa – creada por el discurso antimasónico de auto-res como Berruel–, por la de una masonería liberal, racionalista y benéfica. El nuevo ataque contra las logias procedía básicamente de la España fidelista, pero debe recordarse que esta misma posición en favor del retorno de Fernando VII poseía un rostro constitucionalista y liberal. En el Perú, se desataron en esos años (1808-1809), actos de agitación política que tuvieron casi siempre el mismo resultado: la delación o el develamiento19. Entre ellos, podemos destacar las acciones de Manuel Aguilar 19 Hasta 1812 se produjeron en Lima varias manifestaciones políticas contra el poder virreinal que perseguían fines no muy claros: establecer una junta, cambiar al Cabildo, apoderarse de la Real Audiencia, proclamar la independencia, etc. Podemos citar las siguientes encabezadas al parecer por los siguientes personajes: Juan Antonio Navarro, Pedro Calde¬rón de la Barca, José Gómez, Nicolás Alcázar, Casimiro Espejo, el conde de la Vega del Ren, los porteños, Antonio Miralla. Asimismo, los porteños eran un grupo de argentinos que promovían acciones políticas que acordadas en sus reu¬niones. El papel de los militares e intelectuales argentinos en la emancipación estuvo concentrada en las acciones coordinadas con el Alto Perú.

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y José Ubalde en Huánuco, quienes llevaron a cabo un intento político similar de constituir una junta tomando por modelo a las experiencias del mismo tipo que se daban en España y América. El movimiento juntista hispánico y colonial se produjo con la invasión del ejército napoleónico a España, momento estratégico que permitía en el desconcierto de poder optar casi simultáneamente por el autogobierno ante la captura del trono español. En el Alto Perú, contemporáneo a este intento ya seña-lado fue la adhesión de las ciudades de La Paz y Chuquisaca a la lucha independentista. La Paz se manifestó con la siguiente proclama: Compatriotas: hasta aquí hemos tolerado una especie de destierro en el seno de nuestra patria, hemos visto con indiferencia por más de tres siglos sometida nuestra primitiva libertad al despotismo y tiranía de un usurpador injusto que, degradándonos de la especie humana, nos ha mirado como esclavos. Ya es tiempo de sacudir el funesto yugo español, a fin de levantar el estandarte de la libertad en estas desgraciadas colonias, adquiridas sin menor título y conservadas con la mayor injusticia y tiranía (Valencia Carmona 2009: 693-694). La consolidación de la España bonapartista apoyada por los sectores

Manuel Belgrano era un clave refuerzo de las tropas sublevadas; así también el abogado Castelli de quien en esa zona se había formado una visión mesiánica asimilandolo a la figura del Inca. Antonio Miralla, en fechas próximas al nombramiento de consejero de Estado de Baquíjano, fue un conspirador, según Vargas Ugarte, que aprovechó como tantos otros la desestabilidad hispánica. Los carolinos, dentro del ámbito educativo, el cual venía dándose desde varias décadas atrás como un factor de polémica en cuanto a que el sistema educativo era un motivo esencial de debate, que se venía desde la expulsión de los jesuitas, lo cual dejó un vaío en la enseñanza que se quiso estabilizar o modernizar en función de los plantea¬mientos que encabezaban los masones como Baquíjano o amigos de la masonería como Rodríguez de Mendoza. El colegio de abogados de Lima y Arequipa contaba con una concepción más moderna del Estado pero nunca fue frontal en todos los casos ya que se quería evitar la censura o la persecución política. Recuérdese el cúmulo de problemas y obstáculos que significó el Elogio del virrey Jáuregui para la carrera de Baquíjano. Una de las razones por las cuales se sublevó Zela fue hasta ese momento las campañas triunfantes de Castelli. Enrique Paillardelle, dos años después en 1813 se sumaría al intento que continuó en el Alto Perú pero ya con el apoyo de los refuerzos que dio Manuel Belgrano.

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monarquistas afrancesados, sumada al avance arrollador del ejército napoleónico y la imposición política de un nuevo orden concretado en la creación de repúblicas y la nueva demarcación geográfica europea que conllevó esa política, y el cálculo de los virreyes aunado a la represión en las mismas colonias de cualquier intento reformista y de la limitación aplicativa respecto de la nueva legislación aprobada por las Cortes de Cádiz20 fueron sucesos importantes que estuvieron en el de las decisiones que tomaron las juntas en América: Colombia, durante los primeros meses de 1810 se depusieron autoridades coloniales en los pueblos de Bogotá, Cartagena, Pamplona y Socorro, substituyéndolas juntas gubernativas provisionales emanadas de los cabildos; Caracas, el 19 de abril del mismo año, renunció como capitán general Vicente Emparán, integrándose en su lugar una junta con los miembros del ayuntamiento y algunos representantes de la burguesía; Buenos Aires, 5 de mayo, el virrey Cisneros consintió en retirarse del mando, instalándose una junta mediante cabildo abierto; Chile, 18 de septiembre, don Mateo del Toro y Zambrano (conde de la Conquista), se convirtió de capitán general en presidente de una junta de gobierno (Valencia Carmona 2009: 694). Para 1810 se hizo a nivel internacional, el llamado a conformación de las Cortes Constituyentes. La instalación de las Cortes se efectuó en una de las ciudades más liberales de España: Cádiz (Varela Suanzes-Carpegna 2012: 13). Ese año fue además el de la promulgación de la libertad de imprenta que generó un ambiente social caracterizado por la profusión de los manifiestos y proclamas de ideología liberal que se hacían públicas por medio de los periódicos promotores de la ilustración de las masas coloniales. Este cuadro de efervescencia ideológica situado entre los acontecimientos de la invasión napoleónica y la posterior labor legislativa de

20 Como hecho trascendental político y previó a la promulgación de la Constitución de Cádiz, algunas juntas americanas aprobaron documentos legislativos de carácter constitucional: la junta de Bogotá aprobó la Consti-tución de Cundinamarca el 30 de marzo de 1811; la junta de Caracas en un congreso nacional dispuso la Cons¬titución general de Venezuela el 21 de diciembre de 1811; la junta de Quito declaró la Constitución Quiteña el 15 de febrero de 1812 (Valencia Carmona, Salvador. “La autonomía del municipio y su defensa constitucional en México y España”, en La ciencia del Derecho Procesal Constitucional. Tomo III, UNAM, Grijley, p. 694).

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las Cortes de Cádiz no tardó en reproducirse en el lenguaje político tanto de la producción discursiva peninsular21, como de la virreinal en cuyo caso formulaba distintas finalidades pragmáticas –“relaciones oficiales, artículos de prensa, documentos administrativos, memorias, epístolas y crónicas de viajeros”– que recreaban el entramado festivo liberal, fidelista o separatista, desarrollado por los distintos agentes sociales coloniales: “los rituales políticos operaron de diversos modos y fueron manipulados en Lima por distintos actores de acuerdo a la coyuntura, en un momento de crisis monárquica sin precedentes” (Ortemberg 2012). Hacia 1811, en Cádiz, escenario del debate legislativo del imperio español y sus colonias, apareció el Diccionario Razonado en que se definía a la francmasonería: “A esta cofradía corresponden los que entre nosotros tratan de minar nuestra religión y monarquía” (1811: 35). En 1812, el Consejo de Regencia de España e Indias, facultado por las Cortes Generales y Extraordinarias, prohibieron la masonería (Ferrer Benimeli 1987, 1998; Camacho 2005: 171) por instancia de los diputados más conservadores quienes comprendieron al parecer que el rito Escocés estaba tomando relieve entre los criollos en España, motivo por el cual se aprobaría su persecución indistintamente de su rango o privilegios con la orden del 19 de enero de 1812 suscrita por Pedro de Agar y Silvestre Collar (Del Solar Rojas 2012: 733-734). En esta asamblea, algunos autores como fray Rafael Vélez en Preservativo contra la irreligión sugirieron la idea de que existían diputados liberales que se desviaban de la política fidelista a Fernando VII, identificándose con los “filósofos”, lo que se confirmaba además por lo visto en la legislación aprobada que afectaba a la Iglesia, las órdenes, y a la Inquisición (Vázquez Semadeni 2011: 191-193); otros directamente indican que hubo diputados masones en las Cortes (Celis 2005), y algunos, en cambio, han sostenido que no había masones y que incluso los diputados liberales eran antimasónicos (Vidal Manzanares 2005: 95). Acaso esta medida de prohibición de la masonería, podía concebirse como una reacción de las Cortes contra el influjo de los propósitos políticos de Napoleón, de quien está corroborado su apoyo a la 21 Sobre las frases simbólicas sustantivas y adjetivas y la polisemia del ejercicio de los derechos ciudadanos y valores constitucionales, véase Ruiz-Rico Ruiz, Gerardo. “Lenguaje y símbolos en la Constitución de 1812: Breves apuntes para comprender el futuro”, en Palomino Manchego, José F. y Naveja Macías, José de Jesús (Coordinadores), cit., pp. 461-480.

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difusión de las logias, en una guerra, que oponía dos bandos nacionales, y librada en esos momentos en territorio español. No en otro sentido se dejan entender las palabras de César Vidal Manzanares cuando señala: “Las fuerzas invasoras y de ocupación iban creando a su paso logias en las que intentaban integrar a élites nacionales que así quedaban sometidas a Napoleón. Fue así precisa-mente, de mano de los invasores franceses, como la masonería llegó a España” (2005: 93). Es esta la tercera etapa histórica de la masonería en que los franceses fundan la primera logia en San Sebastián, el 18 de julio de 1809, luego en Vitoria, Zaragoza, Barcelona, Gerona, Figueras, Talavera de la Reina, Santoña, Santander, Salamanca, Sevilla y Madrid, donde se instaló la Gran Logia Nacional de España, en octubre de 1809, que funcionó en el local de la Inquisición (Vidal Manzanares 2005: 94). Todas estas logias, a las que se suman siete madrileñas –las más destacadas eran las logias “San José” y la “Beneficencia de Josefina”– y dos logias manchegas, en Almagro y Manzanares, pertenecían al Gran Oriente de Francia y eran integradas por militares franceses e impulsadas por Murat y José I (Morales Ruiz 2003). Recuérdese que en la Breve Descripción, la opinión colectiva representada a través de las voces líricas y el sentir de la narración están contra Napoleón Bonaparte, el que es considerado un tirano y liberticida. Lo cierto es que las Cortes en nombre del rey Fernando VII, el 19 de enero de 1812 decretaron la prohibición de la masonería en España, las Indias y las Filipinas (Vidal Manzanares 2005: 95), junto con el arresto de los masones y la “aprehensión” de sus papeles, debido a los “graves males” contra la Iglesia y los Estados, acumulados durante un siglo de existencia conflictiva: Rey D. Fernando VII, y en su ausencia (...) el Consejo de Regencia de España é Indias22 (...) Siendo uno de los más graves males que afligen á la Iglesia y á los Estados la propagación de la secta Francmasónica, tan repetidas veces proscrita por los Sumos Pontífices y por los Soberanos Católicos en toda Europa, y contra cuyos sectarios expidió el Señor Rey D. Fernando VI, de gloriosa memoria un Real Decreto, con las reglas y 22 Debido a la conformación del Consejo de Regencia debe destacarse que los diputados americanos estuvieron en varias oportunidades en conflicto con el bloque realista, promoviendo su destitución el 8 de marzo de 1813, con la que estuvo de acuerdo el diputado peruano Blas de Ostolaza (Varela Suanzes-Carpegna, Joaquín, cit., pp. 210, 219).

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modo de proceder de los jueces que los aprehendiesen, conviniendo para el bien espiritual de los fieles y la tranquilidad de los pueblos evitar con la mas escrupulosa vigilancia la reunión de semejante clase de gentes (...); He resuelto, habiendo oído á mi Consejo de las Indias, y lo expuesto por mi Fiscal (...), ordenar y mandar que todos los Jueces que ejercen en esos dominios la Jurisdicción Real ordinaria, y con derogación de todo fuero privilegiado, con inclusión del militar, procedan contra los expresados Francmasones, arrestando sus personas y aprehendiéndoles los papeles que se les encontraren (Hidalgo Nieto 1987: 409). Según Castro Olivas (2009: 119) el celo personal y los temores “hasta cierto punto de vista justificados” de Fernando VII hacia las sociedades secretas y en especial hacia la masonería aumentó con los años –acentuándose con su retorno–, habiendo dispuesto una lista personal de miembros de la masonería con 1,500 sospechosos y sus respectivos nombres simbólicos. El año de la prohibición de la masonería fue también próximo al de la fundación de la logia de los Caballeros Racionales en Cádiz. De esta logia, se ha sostenido que procedió la logia Lautaro, tradicionalmente vinculada tanto a la masonería como a la fase final de la independencia americana. Tanto la España bonapartista como la España de las Cortes de Cádiz representaban dos planteamientos doctrinales encontrados, en los que de alguna manera el conflicto ideológico se extendía al interior de la misma masonería. Mientras en la España bonapartista proliferaban las logias; en la España de las Cortes gaditanas se prohibían (Morales Ruiz 2003). Este panorama parece concordar con lo señalado en esos momentos por Barruel y Robinson sobre el divisionismo e intervencionismo de grupos ajenos a la masonería. A partir de este punto, se podría esgrimir la existencia de dos líneas masónicas con obediencias distintas, lo cual tendría antecedentes en la creación del Royal Arch y en la acción de Federico II de crear el Rito Escocés Antiguo y Aceptado para enfrentar esas divisiones en la masonería. Las reacciones antimasónicas no tardaron de producirse en América, cuando en México el padre Simón López en el Despertador Cristiano-político (1809) describió a los colaboradores de Napoleón como filósofos, deístas, ateístas, herejes, pertenecientes a la masonería, interesados en un fin último que era el establecimiento de la irreligiosidad (deísmo, ateísmo, materialismo) y para alcanzarlo las mo96


narquías católicas, defensoras de la Iglesia, debían ser derribadas (Vázquez Semanedi 2011: 182-183). Cuando en el proceso emancipador peruano estaba por con-solidarse la proclamación de la autonomía, se pudo apreciar también una especie de cuadro sintomático similar al de España y México: literatura antimasónica en la prensa, cuestionamiento público de personajes del proceso independentista sindicados como masones y difusión de propósitos políticos contrarios a la religión católica y la autoridad del rey, en el caso peruano por los diarios fidelistas, cuyas críticas viscerales fueron difundidas en El Depositario y en El Triunfo de la Razón en 1821 (Castro Olivas 2009: 127-135). En México, entre 1810 y 1813, (Vázquez Semanedi 2011: 184-190), se escribieron algunos discursos detractores de las acciones insurgentes inspiradas en el manifiesto de Miguel Hidalgo, como los escritos por José Ximeno en Contestación… al manifiesto del señor Hidalgo (1811) y La verdadera felicidad, libertad e independencia de las naciones (1813); y Agustín Pomposo Fernández, Desengaños que a los insurgentes de N. España, seducidos por los francmasones agentes de Napoleón, dirige la verdad de la religión cristiana y la experiencia (1812). A los actores de la causa revolucionaria se les acusaba de estar en conexión con Napoleón y sus agentes masónicos, y de ser seducidos por el engaño de estos, siempre contra la monarquía y la religión católica. Se trata de la misma tónica en el discurso reaccionario, cuyos aspectos más resaltantes fueron similarmente registrados en los procesos revolucionarios norteamericano y francés. Por tanto, considerando este panorama internacional, los tópicos o elementos temáticos característicos del debate antimasónico estaban trazados con años o décadas de anticipación por los sujetos adversarios de la masonería e incluso, de algún modo, por algunos sectores de la propia masonería de aceptarse la posición del rey Federico de Prusia en 1786. Por otra parte, el sentido de crítica que el lenguaje liberal proporcionaba contra el régimen podía identificarse con el lenguaje simbólico de la masonería, el que según Paul Naudon (2008) y Ricardo de la Cierva (1995: 23) constituían actividades de signo político y social, con las cuales las instituciones detractoras de la masonería calificaban a estas sociedades secretas. A este uso lingüístico debe agregarse que la masonería bonapartista asumió también el discurso del liberalismo y la filosofía de las luces (Vázquez Semanedi 2011: 185). Al respecto, Ferrer Benimeli (1998: 275-277) alcanza una serie de 97


fuentes testimoniales referidas al periodo del liberalismo bonapartista en que se puede apreciar el léxico y las imágenes retóricas usuales en las logias respaldadas por Napoleón: un discurso de apertura de la logia Los Amigos Fieles de Napoleón en 1809, presenta a España como “un pueblo esclavo de mentiras, ídolo de prejuicios y ciego por el fanatismo”, representado en el Tribunal de la Inquisición; un manifiesto de la Gran Logia Española, el 27 de noviembre de 1809, en que destaca que la finalidad de la masonería es “fortificar todas las virtudes”, “disipar los errores del fanatismo”, “propagar el amor a nuestros semejantes”, “predicar la sumisión a las leyes”; el discurso del general Thovenot, gobernador militar de Guipúzcoa, Venerable de la logia donostiarra, Los Hermanos Unidos, pronunciado en la instalación de la logia Los Amigos Reunidos, de Vitoria, el 5 de marzo de 1811, en el que apela al lenguaje liberal para considerar a la francmasonería una institución de “virtudes útiles” e “ideas liberales” que ha vencido a la superstición y el fanatismo, “azotes de la humanidad”, en los países donde ha tenido la oportunidad de ingresar. Indudablemente, la monarquía bonapartista se presentaba a sí misma como difusora del progreso y de la virtud, respecto del atraso de dos siglos representados por los monarcas españoles en las ciencias y artes; España era un país atrasado, fanatizado y sin luces, en el lenguaje político masónico usado en las logias bonapartistas. Consideran-do el punto de vista masónico, el contraste ideológico entre logias independientes de la obediencia a Bonaparte y las logias que este controlaba, el lenguaje liberal de ambos bloques demuestra que el discurso masónico sobre la libertad y la tiranía era de uso común: “La Masonería es una marcha y una lucha hacia la Luz. Para el individuo, así como para la nación, la Luz es Virtud, Virilidad, Inteligencia, Libertad. La tiranía sobre el alma o el cuerpo es oscuridad” (Pike 1871: 32). El contexto eleccionario de las Cortes de Cádiz fue ciertamente atropellado. La situación de guerra, la inexperiencia política en materia constitucionalista, el sistema complejo y novedoso electoral que normaba la designación de diputados a las Juntas Provinciales, a las ciudades representadas en Cortes, a los Reinos, y la regulación del diputado suplente para las provincias de ultramar y territorios peninsulares invadidos por Bonparte complicaron el desarrollo de los actos político-electorales (Va98


rela Suanzes-Carpegna 2012: 13). Debido a la invasión inglesa que apoyó a la expulsión de la armada francesa, las Cortes tuvieron que trasladar su sede varias veces. Los años más cruentos de la invasión fueron los de 1808-1812. Se libraron las batallas23 más encarnizadas en ese periodo y la resistencia fue igualmente denodada. El ambiente antimasónico con la publicación de periódicos reaccionarios entre 1812-1814, en Cádiz, entre los que están El Sol de Cádiz, dirigido por el padre Rafael de Vélez, difundió la idea de que las sociedades secretas eran culpables de la situación crítica de España, identificándose en la acción de los liberales, quienes eran masones y agentes de Napoleón (Morales Ruiz 2003); El Procurador General de la Nación y el Rey, o folletos como “Los serviles cuerdos y los liberales locos transformados en maniqueos antiguos, mixturados con los modernos”, publicado por D. Felipe Sanclemente y Romeu, emigrado de Zaragoza (Ferrer Benimeli 1998: 278-279). De este modo, la prensa reaccionaria afín a los sectores católicos y monárquicos configuró su propia retórica, con sus propias imágenes y léxico (“el providencialismo, la lucha del Bien y del Mal como motor de la historia y la edad de oro perdida”), el que además de ser antimasónico, era por extensión antiliberal (Fernández Torres 2014: 116). El año de 1812 fue el más crítico, conocido como “el año del hambre”, por el periodo de improductiva cosecha, por los estragos bélicos, que generó la hambruna en toda España. Ese año debía la metrópoli tomar medidas de actuación cruciales. En enero, las Cortes Constituyentes de Cádiz –en plena elaboración del texto constitucional24 – establecieron la elección de Regentes y Consejeros de Estado. En el gobierno, las Cortes dominaban en ese momento sobre cualquier otra institución gubernamental, incluyendo el Consejo de Regencia. El diputado Larrazábal 23 Batalla de Bailén (1808); sitios de Zaragoza, Gerona, Cádiz, Badajoz, Valencia, Ciudad Rodrigo (1808-1809); batallas de Talavera, Albuera, Arapiles (1812); batallas de Vitoria y San Marcial (1813) (Hurtado, Juan y De La Serna, J. Historia de la Literatura Española. Madrid, Angel González Palencia, 1943). 24 La propuesta a las Cortes para la elaboración del texto constitucional por una Comisión encargada de su redacción se debió al diputado liberal Antonio Oliveros el 9 de diciembre de 1810. La Comisión de 15 miembros – entre los que estaba Vicente Morales y Duárez– se nombró el 23 de diciembre de ese mismo año. El inicio de las sesiones constituyentes se dio en marzo de 1811 y los debates en la Comisión concluyeron el 24 de diciembre. El debate en el pleno de las Cortes continuó hasta el 18 de marzo de 1812.

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sostuvo que el establecimiento del Consejo de Estado permitiría a las provincias o colonias de ultramar interesarse en el destino político del imperio español mediante su participación directa con el fin de evitar el servicio de los malos empleados, considerando que el Consejo de Estado “propondrá sujetos idóneos” para estos puestos, por lo cual era imperativo que en el Consejo de Estado sean de igual número los consejeros peninsulares y americanos, para no ser pospuestos los nacidos en las colonias (Varela Suanzes-Carpegna 1983: 144). Asimismo según el diputado Villanueva, las propuestas del Consejo de Estado serían importantes respecto de la provisión de beneficios eclesiásticos y civiles en España y América (Varela Suanzes-Carpegna 1983: 148). En el debate sostenido por los distintos bloques políticos integrantes de las Cortes, cuya posición política heterogénea avivaba el conflicto, Varela Suanzes Carpegna (1983: 10-12) distingue los siguientes postulados doctrinales políticos y jurídicos: realista, liberal metropolitano y americano25. La filiación doctrinal americana estaba formada por el bloque de diputados de las colonias, entre los que figuran los diputados de las Indias occidentales. Estos diputados compartían una “común mentalidad antiaristocrática, partidaria de un igualitarismo que rebasaba los límites del clásico y primigenio igualitarismo liberal” (Varela Suanzes-Carpegna 1983: 32). Representaba a la burguesía criolla, cuya conciencia de marginación respecto de los peninsulares, se oponía por siglos a la política reformista borbónica. En lo referido a la elección de consejeros se hablaba de una “maniobra política oscura” que podría beneficiar a alguno de los sectores dominan-

25 En el caso de los diputados realistas y liberales metropolitanos, un punto doctrinal en común fue su estimación de algunos aspectos del sistema parlamentario inglés como la representación especial de la nobleza y el clero –por los realistas–, o el sistema de jurado y la libertad de imprenta –por los liberales–, pero los realistas discordaban en cuanto a los principios políticos que aproximaban a los liberales españoles con las ideas revolucionarias francesas de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, y la Constitución civil de 1791. En el caso de los diputados americanos por su mentalidad aristocrática y espíritu de igualitarismo, el modelo inglés no les atraía, ni tampoco el modelo jacobino francés por su excesivo centralismo político y administrativo, inclinándose más bien por un tipo de sistema monárquico bastante próximo al que impuso la dinastía Habsburgo –modelo inviable para los realistas y liberales–, este planteamiento acercaba a la delegación americana al modelo federalista de los Estados Unidos que fue visto por algunos diputados liberales como una tendencia inevitable a la formación de estados independientes.

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tes de la asamblea; por ello, el diputado peruano Blas de Ostolaza medió el 17 de enero por la no elección de los diputados ya juramentados al cargo de consejero de Estado (Varela Suanzes-Carpegna 1983: 203-205). En materia política, el apoyo de las colonias podía ser factor decisivo para mantener la unidad imperial. De algún modo, el fidelismo de las colonias mantenía aún la cohesión del imperio. Otro tanto en favor de la unidad fue que las Cortes empezaran a aprobar medidas en favor de las elites criollas postergadas en los virreinatos. La designación de diputados criollos o indianos, representantes de las colonias en las Cortes, significó una esperanza de cambios políticos, de que por medio de la participación se salvara la integridad del imperio español con la aprobación de un programa liberal de medidas igualitarias que otorgase el espíritu de justicia ciertamente exigido por las elites locales. Por el Perú, la designación de cinco diputados suplentes para las Cortes (Vicente de Morales y Duárez –amigo de Baquíjano–, Blas de Ostolaza, Ramón Olaguer Feliú, Dionisio Ucho Inca Yupanqui y Antonio Zuazo26), constituyó un acontecimiento trascendente, empero el carácter de suplencia de los mismos que se encontraban en ese momento en España por la dificultad de un envío inmediato de una representación elegida directamente en América suscitó debate en cuanto a la designación (Durand Flórez 1974; Hampe

26 Véase Hampe Martínez, Teodoro. “Sobre la Constitución de 1812: las Cortes gaditanas y su impacto en el Perú”, en Palomino Manchego, José F. y Naveja Macías, José de Jesús (Coordinadores). La Constitución de Cádiz de 1812 (a propósito de su bicentenario). Lima, Universidad Inca Garcilaso de la Vega, pp. 930-931). El historiador del Derecho peruano Ugarte del Pino estableció una delegación de 9 represen¬tantes agregando cuatro miembros más a la primera delegación: José Lorenzo Bermúdez, Pedro García Coronel, Francisco Salazar y Carrillo, y José Antonio Navarrete –secretario de las Cortes– (Ugarte DelPino, Juan Vicente. Historia de las Constituciones del Perú. Lima, Andina, 1978, pp. 29-30). José Palomino Manchego amplió en 2004 la lista de representantes en Cádiz a 14 agregando a Domingo Alcaraz, Tadeo Joaquín Gárate, José Joaquín de Olmedo Marurí –el poeta de Canto a la victoria de Junín–, Mariano Rivero y Besogáin, y Mariano Rodríguez de Olmedo (DelSolar Rojas, Francisco José. “Cádiz y su apor¬te al constitucionalismo hispanoamericano: Visión masónica de Cádiz y su aporte al constitucionalismo hispanoamericano”, en Palomino Manchego, José F. y Naveja Macías, José de Jesús (Coordinadores). La Constitución de Cádiz de 1812 (a propósito de su bicentenario). Lima, Universidad Inca Garcilaso de la Vega, p. 728). Creemos que también se debe agregar entre los representantes por el Perú a los órganos gubernativos vinculados a las Cortes de Cádiz a José Baquíjano y Carrillo, el electo consejero de Estado, quien juró la plaza y ocupó el cargo en 1813, sin olvidar a José Antonio Miralla que si bien fue en calidad de su secretario.

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Martínez 2012: 930). En realidad, los diputados americanos de las Cortes de Cádiz –entre los cuales figuraban algunos de la generación del Mercurio Peruano– constituyeron un promisorio momento para los intereses de las clases coloniales, viéndose luego en el texto normativo constitucional de 1812 “una panacea y solución a los grandes problemas de 300 años de colonialismo” (Del Solar Rojas 2012: 722). Posteriormente la promoción de Baquíjano al Supremo Consejo de Estado afianzaría aún más el sueño liberal. Al verse representados en las Soberanas Cortes se auspició una nueva era propiciada por el pensamiento parlamentarista que estaba haciendo su ingreso en una monarquía en crisis para transformar la política del despotismo ilustrado. Recuérdese que esta medida convocatoria asumida por las Cortes españolas se estimaba desde ya en el liberalismo de Locke, Ferguson, Miller y Smith, sobre la participación de los ciudadanos en el Parlamento en las decisiones políticas, lo cual no se pudo lograr para las colonias norteamericanas; esta tesis última fue defendida por Payne y Jefferson (Miró Quesada Rada 2012), pues los colonos siempre reclamaron sus derechos a ser representados en el parlamento británico, negativa que forjó el hecho de que nunca pudieran debatir, aceptar o rechazar los impuestos y reglamentación de comercio e industria que proponía e imponía la corona inglesa, inclinando el rumbo histórico hacia la declaración de independencia en 1776. El 20 de febrero de 1812, un mes después de la prohibición de la masonería, mientras las Cortes discutían a lo largo de ese mes el texto constitucional, temas militares y de ayuda bélica a los pueblos hispánicos ocupados por las fuerzas francesas (Varela Suanzes-Carpegna 1983: 222), eligieron a su vez a Baquíjano consejero de Estado27. En el intermedio, el 19 de marzo se promulgó la Constitución Política de la Monarquía española, más conocida como Constitución de Cádiz de 1812, o popularmente llamada “La Pepa” por su promulgación el día de San José. La noticia de la designación de Baquíjano, según Riva Agüero, se supo en Lima el 28 de junio de ese año. El ambiente no fue ajeno a manifestaciones antimonárquicas. Se ha referido con bastante frecuencia que los movimientos sociales de reclamo o de rechazo frente al régimen fueron desarrollados en más de un caso mediante acciones clandestinas. Sin embargo, conside-

27 El 17 de abril de ese año, el Consejo de Estado que integraría Baquíjano, fue el único de los Consejos del antiguo régimen que las Cortes no suprimieron.

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rando el debate en Cádiz, la crítica al sistema monárquico y su estructura burocrática y administrativa colonial fue en algunas intervenciones de los diputados gaditanos de carácter explícito, sobre asuntos, por ejemplo, relativos a la creación de nuevos ministerios, el debate se concentraba en la impropiedad e inutilidad de los mismos. Debe destacarse asimismo la siempre presente oposición indiana en lo relativo a las proporciones de voto, su crítica contra los pactos que se daban entre fuerzas políticas para determinar las representaciones, pues como ocurrió respecto del Consejo de Regencia en que se alzó la facción absolutista, los americanos se mostraron inconformes. La discusión acerca de la composición de ministerios, –por ejemplo, de Estado, de Guerra y Marina– giraba en torno a las medidas reformistas que debían delegarse a autoridades idóneas. En el caso americano, según sostenía este bloque, era preferible que los representantes electos fuesen de los mismos lugares. Diputados como Argüelles formularon importantes críticas del sistema colonial, en sí inapropiado y contradictorio respecto de la Constitución de 1812, que no podría verse aplicada en este régimen (Varela Suanzes-Carpegna 1983: 160). Mientras tanto, durante las fiestas de celebración a Baquíjano, los primeros días de julio de 1812 el virrey fue informado de que se intentaba realizar un acto de sedición, aprovechando la coyuntura festiva (Riva Agüero 1962 VII). Se decía además que Baquíjano era partícipe de ese presunto acto clandestino contra el gobierno fidelista del virrey Fernando de Abascal. José Antonio Miralla había sido desterrado por el propio Abascal debido a su vinculación con la conjura de Anchoris. El alcalde ordinario de Lima, Bernardo de Tagle y Portocarrero, marqués de Torre Tagle, fue el organizador de las fiestas en honor a Baquíjano en julio de 1812, expresando que hacia ese año su tío José Baquíjano y Carrillo buscaba la independencia del Perú: El año de 1812 en que servía el cargo de alcalde ordinario, fui reelegido por aclamación. Me pareció que había llegado el término de la esclavitud del Perú, y empecé a poner las bases de la libertad, de acuerdo con mi respetable tío don José Baquíjano y Carrillo, quien estaba animado de los mismos deseos. Pero el astuto Abascal, que velaba como un Argos, porque conocía ser ya imposible que este vasto territorio permaneciese 103


sujeto a su metrópolis, descubrió nuestros designios por medio de don Joaquín de la Pezuela, inspector entonces de artillería y después Virrey del Perú: se apoderó de los que servían de instrumentos a la ejecución, y me intimó un severo arresto en mi casa que fue suspendido a poco tiempo porque temía el tirano el influjo que me habían adquirido en esta ciudad mi nacimiento, mis relaciones y los empleos que había desempeñado. El testimonio de Torre Tagle resulta bastante directo acerca de la posición de Baquíjano en favor de la independencia28. Sin embargo, varios historiadores han negado esa posibilidad debido a criterios como la escasez cuantitativa de fuentes que reiteren las opiniones de Baquíjano sobre este asunto. Creemos que la validación de un argumento no depende de la cantidad abundante o escasa de testimonios, sino de la verosimilitud y la lógica interna del discurso para representar al referente, lo cual debe considerar el momento o circunstancia en que se produjo el texto, así también el género discursivo al que pertenece la fuente escrita, y el rol o estatus que asume en esa circunstancia socio-comunicativa el emisor del discurso. Por ejemplo, sería un método desacertado juzgar las probables ideas independentistas de Baquíjano en instrumentos jurídicos como la defensa que asumió del cacique Tambohuacso, pues en esa circunstancia su estatus era el de un defensor legal que se movía en un sistema de justicia con sus propios procedimientos formales y se desarrollaba en un marco legal que debe respetarse, habiendo sido absurdamente peligroso que en un documento de tal modalidad discursiva haya manifestado el abogado sus propias ideas respecto de la independencia o en favor del delito de conspiración, cuando de lo que se trataba era de mostrar que su patrocinado no estaba implicado en esa acusación delictiva, argumentando razones para liberarlo de una condena. Lo que parece deducirse de esta modalidad de acción política es que los agentes ideológicos como Baquíjano, figura principal del liberalismo (Riva Agüero 1962, De la Puente Brunke 1995) tenían distintos mecanismos persuasivos de operar para evitar la censura y la represión. En cambio, una idea que sí atraviesa la parte principal de la producción discursiva de Baquíjano es su oposición a la violencia, al derramamiento de sangre y la alteración del orden y la 28 En el pensamiento político de Baquíjano, Miguel Maticorena vio una posible posición en pro de una indepen¬dencia por etapas (Maticorena Estrada, Miguel, cit., 1976, p. XI).

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tranquilidad sociales provocados por la guerra, la conspiración y las rebeliones. Este contenido ideológico está presente en el Elogio, la defensa de Tambohuacso y en el Dictamen de 181429. Respecto del liberalismo de Baquíjano30 y su actuación política frente al régimen virreinal, aparece relacionado con algunos periódicos e impresos que manifestaban ideas antimonárquicas y en favor de la ilustración del pueblo31 . Sobre el evento festivo limeño dispuesto por Torre Tagle en celebración de la designación de Baquíjano al cargo de consejero de Estado por las Cortes de Cádiz, José Antonio Miralla es el encargado de la recolección de los textos oratorios y poéticos. Miralla era un joven estudiante, nacido en Córdoba. En 1810, radicaba en Buenos Aires. Había estudiado Teología, y una vez en Lima al parecer entre ese mismo año y el siguiente, estudió medicina en la Universidad de San Marcos. Manejaba el francés, italiano e inglés, y era lector de autores clásicos y modernos, lo cual se observaría años más tarde en sus traducciones de las Cartas de Jacobo Ortis de Hugo Foscolo (1822); En el cementerio de una aldea de Thomas Gray; y La Libertad, Palinodia y La pretensión por despedida de Pietro Metastasio. Su llegada al Perú se ha registrado en momentos próximos o posteriormente a la fundación en Buenos Aires de la Junta de mayo de 1810. Según Alberto Arrieta (1958: I), Miralla se ausentó de Buenos Aires, con la protección de un músico y orfebre con quien llegaría a Lima, el genovés llamado José Boqui y Rubí (Estrella Gutiérrez y Suárez Calimano 1940), pocas semanas antes de los acontecimientos de mayo de 29 Véase Yzaga, Jorge, cit. 30 Sobre la instalación y desempeño de este partido o logia, según Riva Agüero, cuya presidencia es atribuida a Baquíjano, el historiador no da mayores detalles. Lo que se sabe con certeza es que la única organización de tipo inte-lectual o científico que Baquíjano dirigió públicamente fue la Sociedad de Amantes del País entre 1791-1793. Acaso la mención de Riva Agüero, al comentar la existencia de esta logia anterior a 1812 pueda implicar concretamente a esta sociedad estructural y funcionalmente con la forma de una logia masónica, es un tema de investigación por emprende. 31 Al respecto, se le relacionó hacia 1812 con el periódico El Satélite Peruano y el escrito “Breves reflexiones sobre la censura de los oficios dirigidos al Excmo. Ayuntamiento de esta capital por el brigadier Villalta, escritas por el mismo” (Riva Agüero, Jose de la, cit., 1957, y De La Puente Brunke, José, cit., 1995, pp. 80-83).

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1810. Asimismo Ricardo Rojas (1948: 496-497 y 685-687), sostiene que el joven poeta fue proscripto por sus actividades políticas – en Lima, el virrey Abascal le impondría una medida similar–, lo cual determinó su partida de suelo argentino. Miralla radicado ya en el Perú, fue presentado a Baquíjano por intermedio de Boqui quien entabló amistad con el limeño (Riva Agüero 1957: 94), la Universidad de San Marcos y el Convictorio de San Carlos. Hay que indicar que Miralla procedía de una de las zonas de mayor actividad in-surgente, Argentina, donde las logias –de las que se discute mucho su carácter masónico– y grupos políticos independentistas tuvieron importante participación en la movilización de la Junta de mayo de 1810. Al respecto, la logia Lautaro estaba ya operando en Argentina, y se ha sostenido que una de las divisiones de esta logia, que se identificaría como Lautaro Sur fue fundada por primera vez en Buenos Aires en 1812 (Castro Olivas 2009: 40-41). Cuatro años antes de la conformación de la junta, se des-ataron las invasiones inglesas del Río de la Plata entre 1806 y 1807. Bajo el mando del almirante Home Righs Pophan, la flota británica desembarcó el 24 de junio de 1806 en ensenada de Barragán. La ciudad de Buenos Aires fue rendida a William Carr Beres-ford, quien se nombró gobernador de la ciudad. El virrey Rafael de Sobremonte huyó a Córdoba –tierra natal de José Antonio Miralla–. Santiago Liniers y Bremond consiguió derrotar a los invasores británicos en agosto. Un año después, de nuevo Buenos Aires sufrió la invasión armada de la flota británica de John Whitelocke, entre los días 2 y 6 de julio de 1807. Liniers y Bremond volvió a conseguir la victoria contra los invasores. Como veremos más adelante, estos sucesos bélicos estimularon un tipo de creación literaria en que se cantaba a la libertad y a la patria, exhortando a la expulsión de los invasores ingleses. Composiciones de carácter patriótico que se suelen conocer como cancionero de las invasiones inglesas. Este tipo de poesía tuvo su homóloga en la lírica patriótica popular que surgió en los países europeos invadidos por Napoleón Bonaparte, como España y Alemania. Todos esos acontecimientos se suscitaban en los momentos en que el sistema continental de bloqueo económico impuesto por Napo-león contra Inglaterra, impedía el comercio británico con las naciones europeas. Para Inglaterra, la invasión de Argentina fue un intento 106


de aprovechar la aparente desprotección de las colonias españolas, invadiendo territorios coloniales del enemigo aliado de Francia, ganando así posiciones estratégicas. Inglaterra asimismo se desquitaba con un fuerte contrabando contra las posesiones francesas y las aliadas del Imperio Napoleónico, es decir, Dinamarca, Rusia y España que en 1808 había entrado ya en alianzas formales con Napoleón en las abdicaciones de Bayona, en que Fernando VII entregó la corona a su padre Carlos IV y este se la dio a su vez a Napoleón Bonaparte. El emperador francés nombró rey de España a su hermano José I. Inglaterra mediante la intervención armada abrió el comercio británico atacando los puertos europeos. Durante todo el proceso histórico descrito, los defensores y revolucionarios bonaerenses estuvieron al tanto de los sucesos de la invasión francesa de España y la inexistencia de una autoridad regia legítima, lo que al final generaría que la presión popular deponga al virrey Baltazar Hidalgo de Cisneros el 25 de mayo de 1810 (Giménez Pastor 1945, I). Los días 4, 5 y 6 de julio de 1812 en que se llevaron a cabo en Lima las fiestas, Abascal movilizó a las tropas realistas por la información que recibió del sargento Planas acerca de una posible conjuración que se suscitaría aprovechando las celebraciones. Riva-Agüero sostiene que en ese contexto es muy improbable que Baquíjano haya participado en un intento político y armado contra el gobierno colonial, puesto que con la designación al cargo de consejero de Estado se estaban haciendo concretos los planes políticos liberales en favor de la clase criolla y demás sectores sociales que veían sus intereses puestos en el nuevo rol que asumiría Baquíjano. Algunas de las personalidades que ofrecieron sus composiciones para elogiar al consejero de Estado pertenecían a esta clase criolla, entre ellas, se cuentan al marqués de Casa Calderón, la Baronesa de Nordenflycht (María Josefa Cortés y Azúa), Isabel de Orbea, María Josefa de Sierra y Ramírez, la marquesa de Casa Conchán, la marquesa de Casa Boza (Petronila Carrillo de Albornoz). La presencia femenina criolla en el texto le da una especial atmósfera ilustrada y liberal, el cual estuvo muy presente en el régimen cortesano del siglo XVIII, a través de salones literarios, científicos y artísticos donde se permitía el librepensamiento y el libertinaje, en los cuales había participación femenina y aun el auspicio 107


de mujeres ilustradas principalmente en Francia32. Las instituciones políticas, administrativas y educativas, entre ellas, el Tribunal de Consulado, la Universidad de San Marcos, el Colegio Seminario, el Colegio San Pedro Nolasco, el Seminario de Arequipa, el ayuntamiento de Arequipa participaron con ornamentaciones en sus fachadas, arreglos simbólicos, fuegos artificiales, bandas de música, composiciones literarias y musicales.

Universidad de San Marcos.

Asimismo estaba el grupo de los jóvenes liberales pertenecientes a San Carlos y el Seminario de Arequipa. José Faustino Sánchez Carrión, en su etapa de escolar carolino fue una de las figuras más activas en su época, su participación en las elecciones del Cabildo de 1814, causando algún altercado contra la autoridad, nos presentan un joven interesado en la acción política que en esas fechas se vinculaba al bando liberal y a los proyectos reformistas. Sánchez Carrión dedica un poema de rasgos retóricos clásicos, temática de la libertad y la patria, y la tendencia a la declamación oratoria en que expresa una posición crítica contra el Imperio 32 Entre ellas, la marquesa de Pompadour y la condesa du Barry. Asimismo María Antonieta sería famosa por realizar sus reuniones en un palacio que mandó construir específicamente para ello, el Trianon

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español y los siglos de dominación que América ha padecido33. José Piñeyro, Mariano José de Arce, Mariano Melgar y José María Corbacho y Abril, constituyen el grupo de arequipeños que perteneciendo al parecer a la logia fundada o presidida por Corbacho, funcionaba en esa ciudad, extendiendo lazos amicales con Baquíjano (Bacacorzo 1987). La ocasión permitió la manifestación discursiva de todas las clases en general: los vecinos de Lima escribían frases en sus casas con sus respectivas decoraciones, usando también en sus competencias lingüísticas y según su comprensión el novedoso léxico político de las Cortes de Cádiz que eran difundidos por los periódicos limeños. Autores anónimos como una pobre apasionada o un pobre apasionado, y D.*** dedicaron sus composiciones al consejero. Esta modalidad anónima ciertamente era parte de la tradición de repentistas e improvisadores, entre cuyos cultores virreinales más conocidos destacaban Caviedes, Francisco del Castillo el Ciego de La Merced, los poetas de la Academia del Buen Gusto o la larga lista de creadores que participaron en los innumerables certámenes literarios promovidos por la Universidad u otras instituciones oficiales con motivo de algún acontecimiento o festividad. Así también el carácter espontáneo de estos creadores populares, convive con los esclavos negros que tuvieron una presencia literaria en la recopilación de Miralla. La participación esclava por medio de canciones en lenguas africanas y la ejecución de las danzas de sus respectivas “naciones” o cofradías, piezas típicas comúnmente descritas en los espectáculos colectivos virreinales, sin embargo, en el caso específico de la Breve Descripción parece ser uno de los pocos documentos literarios virreinales conocidos en que se registra directamente las formas lingüísticas negras con sus peculiaridades, lo que nos remite no solo a las características sintácticas, morfólogicas u orales de la lengua conga, sino en cierta medida a elementos pervivientes de sus concepciones magicorreligiosas34 y en qué medida estas se sincretizan, hibridan o conviven con el discurso cristiano, la tardía estética 33 En el proceso revolucionario francés, los jóvenes abogados y periodistas como Danton, Marat, Desmoulins, Robespierre, Saint Just, crearon una imagen del joven militante contra el régimen, en la acción política y en la producción de discursos militantes 34 En Cuba, por ejemplo, el fenómeno de sincretismo entre las creencias animistas africanas y las cristianas que se aprecia sobre todo en las denominaciones de los santos negros se conoce como santería.

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barroca, la ideología virreinal oficial y el léxico político liberal de la coyuntura his-tórica gaditana. Si a ello se suma una lectura simbólica afiliada al fenómeno de las logias masónicas, por la presencia del discurso del esclavo negro en un documento que recrea esa semántica iniciática por medio de sus simbolismos clásicos, habría que considerar tam-bién la interacción de sentidos entre el mensaje iniciático y toda la tradición virreinal de la presencia en el discurso festivo de las formas comunicativas y artísticas negras. A las pocas semanas de celebradas las fiestas, era promulgada la Constitución de Cádiz, en agosto de 1812. Ese mismo mes empezaba a cambiar la suerte de la familia Bonaparte en España: Madrid era liberada, las tropas francesas se retiraban de la capital y José I huyó con los masones que formaban parte de su comitiva (Vidal Manzana-res 2005: 96), cerrándose tras ellos las logias que fundaron la Gran Logia Nacional de España (Morales Ruiz 2003). En los años posteriores al retorno de Baquíjano de su segundo viaje a España es cuando se consolida de modo definitivo la nueva concepción y valoración sociales de su personalidad. Quedan atrás los calificativos negativos de los funcionarios virreinales del gobierno de Jáuregui contra el orador del Elogio, para dar paso a una configuración afianzada del personaje. Ahora al ser una de las principales figuras del proyecto político criollo –probablemente la más importante, seguida por los diputados electos de las provincias de ultramar para las Cortes de Cádiz– se construye una nueva discursividad en torno a la figura del héroe criollo, la cual se fortalece en la Breve descripción de las fiestas celebradas con motivo de su ascenso a consejero de Estado. En el periodo reseñado de las fiestas de 1812, la francmasonería constituía una organización internacional de casi cien años formales de existencia35. Se hace difícil concebir la continuidad de las acciones de una 35 La palabra francmasón procedente de dos voces francesas “franc” (libre) y “mason” (albañil) designaba al trabajador medieval de la construcción de catedrales, iglesias, palacios o castillos, fortificaciones y murallas para los monarcas, la iglesia y las órdenes de la misma, la aristocracia feudal y luego la burguesía acomodada. Este se había hecho independiente en su oficio, por lo cual dejó de obedecer directamente a un empleador

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organización durante todo ese tiempo si se tratase solamente de un grupo político de estructura irrelevante o efímera actuación, y si no tuviera una conformación estructural permanente y concreta que le permitiese mantenerse por todo ese tiempo. Así también resulta discutible empequeñecer o de plano soslayar el influjo ideológico y la difusión de los grupos o sociedades masónicos, puesto que quedaría en un sinsentido político el hecho de que el poder imperial haya tomado tal realce represivo al asunto de contrarrestarlos con las medidas legislativas específicas –similares a las de Napoleón Bonaparte para favorecerla con el fin de ejercer control político sobre funcionarios clave de los gobiernos intervenidos–, si solo potentado y se sustrajo del control del mismo. Con el objetivo de mantenerse como experto en su arte y en el más acendrado de los compromisos por mantener sus conocimientos en secreto, se organizó en cofradías, cuya organización conser¬vó su estatus de perito en esas artes, y con el fin de evitar la publicidad de ciertos trabajos y procedimientos que solo ellos conocían los practicaban de manera privada y su preparación exigía un largo periodo de adiestramiento o noviciado. Con el tiempo y probablemente con la decadencia de ciertos estilos o formas constructivas arquitectó¬nicas, lo que precipitó la mayor difusión de estos conocimientos divulgados por impulso del humanismo y la ciencia desarrollada con el renacimiento, estas asociaciones fueron perdiendo su carácter original. Aquí es importante Giorgio Vassari, autor de un texto en que atiende al gran desarrollo de la arquitectura renacentista. Luego quedarían abiertas a la incorporación o admisión de personajes ajenos al arte de construir, quienes se empapa¬ron de estos saberes, conservando nombres e instrumentos del oficio que pasarían por una etapa de resemantización o reasignación de significados y simbolización lo que devino en las primeras formas de sistematización simbólica, el establecimiento de los landmarks, límites, términos o constituciones, y el ideario axiológico básico, así como otros aspectos prácticos de la organización estructural y los hábitos de reunirse y reconocerse entre miembros. En otras acepciones freemason, hacia 1375, identificaba al albañil diestro en su arte, luego representó al mismo que tenía libertad o privilegio entre los miembros de un gremio. Asimismo se refería al albañil que trabajaba en piedra ornamental en oposición a la piedra ordinaria. Speth interpretó el término como aquel trabajador que preten¬día sustraerse del control del gremio local. El New English Dictionary of the Philological Society (1898) recoge la voz como uno de aquellos hábiles trabajadores emancipados de restricciones y del control de los gremios locales, pudiendo viajar y prestar servicios en grandes obras de construcción, asimismo formaban asociación aparte de¬sarrollando un sistema de signos y señas secretos con los que se reconocían entre sí, los cuales eran indicadores de su destreza en el arte de construcción. Durante la época de apogeo de las construcciones góticas eran muy solicitados, pero al entrar en decadencia este estilo, se incorporaron a los gremios de albañiles ordinarios. También la legislación inglesa recoge estas voces, frankmason entre 1444-1445, y freemason en 1495.

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se hubiese tratado de una organización informal o grupo político de simpatizantes no comprometidos y con un ideario eventual o circunstancial, frente a lo cual estaba además el antecedente indiscutible de la condena papal que venía desde 1738 y toda la producción textual que siguió esas directrices.

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CAPÍTULO 2 SISTEMAS IDEOLÓGICOS Y DISCURSO POLÍTICO VIRREINAL: BARROCO, NEOCLASICISMO, ILUSTRACIÓN Y LIBERALISMO 2.1 sistemas ideológicos, géneros discursivos y series literarias en las breves descripciones festivas El formato textual o discursivo de la Breve descripción se practicó a lo largo de la tradición literaria colonial: variedad de textos escritos, pertenecientes a distintos géneros literarios, se dedicaron –formando un volumen compilatorio– a las fiestas o celebraciones desarrolladas en la ciudades coloniales con motivo de sucesos históricos o hechos coyunturales relaciona-dos con el aparato de poder imperial o eclesiástico como el ascenso de un nuevo monarca, la muerte del mismo, el nacimiento del heredero al trono o la llegada de un nuevo virrey, la designación o deceso de autoridades eclesiásticas, o las fiestas religiosas y procesiones 113


oficiales, etc. El referente literario que sirvió de modelo a la imagen festiva colonial fue el desarrollado en la tradición clásica, hispánica y occidental. Sin embargo, por las fuentes arqueológicas –las imágenes en los materiales rupestres, cerámicos, pintura mural, escultura pétrea, mantos, etc.– y los datos socioculturales de las crónicas se puede apreciar que el mundo prehispánico tenía un significativo desarrollo poético, artístico y musical basado en el mismo asunto de la fiesta religiosa y expresada mediante diversos códigos comunicativos. De los tópicos poéticos que esta tradición prehispánica pudo haber establecido y la forma como se haya articulado en el desarrollo festivo y en la escritura virreinales se ha investigado poco en el campo literario. En este aspecto, no se han tomado en cuenta los intercambios semánticos que la tradición festiva prehispánica haya trasvasado a la representación escrita virreinal, a pesar de que la categoría antropológica de sincretismo cultural se use por lo común en muchos ámbitos de las ciencias sociales inclusive en los estudios literarios. Por otro lado, el desarrollo occidental del género, y especialmente en España, durante casi cuatrocientos años, presenta descripciones literarias de festividades que constituyeron una “realidad plural” de temáticas “civiles y eclesiásticas, regias y religiosas, musicales y dramáticas, natales, fúnebres, nupciales y conmemorativas” (Campos y Fernández de Sevilla 2012: 18)36 . En América hispana, el nuevo elemento cultural, incorporado en el proceso de colonización por el imperio español, generó un desarrollo literario análogo. En el caso del virreinato del Perú, la descripción de las fiestas coloniales y su inscripción textual como evento colectivo se habían formalizado entre los siglos XVI y XVIII a través de una producción literaria dedicada a registrar los pormenores del desarrollo del acontecimiento 36 Las expresiones literarias más antiguas dedicadas a las festividades políticas, religiosas o sociales se desarrollaron en las tradiciones orientales egipcia y mesopotámica. En las breves descripciones y demás discursos occidentales en que se celebran acontecimientos de análogo significado, suele presentarse a menudo una conciencia de la antigüedad de esa costumbre haciendo referencia de esos eventos conmemorativos de los reinos o imperios clásicos y la dedica-ción de las festividades a sus personajes más representativos. Las imágenes del mundo antiguo se comparan y actua¬lizan, pero recontextualizadas en una nueva realidad política y cultural que es el régimen monárquico y su imaginario.

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social37: “Distintos eventos de la vida virreinal motivaban una abundante producción lírica, reunida con frecuencia en volúmenes en prosa y verso, que incluían una descripción de los pormenores de la respectiva ceremonia y reproducían numerosos textos líricos, alusivos a la ocasión. Generalmente se trataba de volúmenes organizados por un compilador, en cumplimiento de un encargo oficial, y que reunían (…) poesías de numerosos ingenios” (García-Bedoya 2000). En esta síntesis descriptiva, se indicaría que las celebraciones oficiales en las ciudades coloniales se hallaban conectadas con los eventos sociales vinculados al aparato ideológico y de poder del régimen político ratificando su legitimidad38. No obstante, según Campos y Fernández de Sevilla, el modelo de fiesta, una vez establecidas las reglas sociales y pasos protocolares dejó de enfatizar estrictamente lo ideológico y el factor de propaganda política para convertirse en una acción cultual o ritual que más bien formaba una estructura que “con arreglo a los gustos, educación y convicciones establece y canaliza la sociedad y ella lo modifica en el transcurso del tiempo” (2012: 177). En ese orden, entendemos, que al volverse una tradición literaria indesligable y esperada del evento, la recepción de este tipo de discurso se convertía en una praxis protocolar integrada a la memoria colectiva. En ese aspecto creemos que el aspecto ideológico del discurso se sigue manteniendo en una dimensión estética que trasciende al mismo evento, el cual se concentraría en la recreación de la cultura subjetiva colonial. El tipo de práctica discursiva de la Breve Descripción presenta una forma literaria externamente: realizada a modo de composiciones literarias sueltas, en un primer momento de producción, a veces dedicadas individualmente o solicitadas por la persona que se encarga de reunirlas, asumiendo la forma de compilación, luego. El ensamblaje 37 En la tradición literaria peruana se distinguen ejemplos de descripción de fiestas en las crónicas del descubrimiento, conquista y virreinato. Los ejemplos los podemos encontrar en Cabello Balboa, Betanzos, Garcilaso de la Vega, Cristóbal de Molina el Cuzqueño, Guamán Poma de Ayala, Francisco de Ávila, etc., Constituyen un punto de vista –el cual a veces es recreado testimonialmente– de carácter descriptivo sobre las tradiciones de las antiguas sociedades peruanas. 38 Eduardo Hopkins, haciendo un análisis de los más representativos textos literarios del género épico, sostiene que los preliminares de los textos coloniales también seguían esta orientación ideológica (Cf. Hopkins Rodríguez, Eduardo. Teoría y crítica literaria en preliminares de textos literarios coloniales peruanos. Siglos XVII-XVIII. Lima, 1998).

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del texto final articula diversas formas discursivas y genéricas: narrativa, oratoria, lírica y drama39. Las compilaciones recogían una variedad de textos ocasionales en prosa o en verso. Este tipo de estructura textual se ordenaba a partir de la propuesta de ese recopilador, que actuaba como organizador textual. La actividad de este último estaba determinada por una serie de requerimientos textuales propios del formato en cuestión40. Siguiendo la idea de que todo texto asume una específica línea discursiva, respetando los cánones del género en que se incluya; en ese sentido, las descripciones también formarían una suerte de estándar literario, a lo largo del virreinato. Desde el siglo XVI41 y hasta los tardíos años de las primeras décadas 39 Siguiendo la clasificación que hace Kurt Spang: formas simples, narrativa, lírica y drama (Spang, Kurt. Géneros Literarios. Madrid, Síntesis, 1999). 40 Véanse como ejemplos las modalidades presentes en otros géneros coloniales como las crónicas de la conquista y colonia, los poemas épicos, los elogios y sermones fúnebres. 41 Los textos iniciales del descubrimiento y conquista del Perú (1516-1580) son formas discursivas occidentales vigentes en ese momento histórico en España, aprobadas por su tradición literaria, promovidas y ordenadas por el poder monárquico o religioso cuando llegue la fase de la incorporación de nuevos pueblos al sistema imperial y a su correspondiente sistema de creencias religiosas. Tienen su desarrollo en la Edad Media Europea, formas como la copla, el romance y la crónica, practicadas durante el descubrimiento y conquista de América y del Perú. A inicios del siglo XVI, estas formas se ven influenciadas en Europa por el desarrollo del Humanismo y el Renacimiento artístico y literario en sus diversos contextos políticos, religiosos, económicos y sociales. Este quehacer literario se habrá integrado al mundo americano indígena produciendo una nutrida variedad de formas discursivas y artísticas de aculturación, sincretismo o resistencia. Las primeras manifestaciones poéticas son las coplas y romances de la conquista a esto se suman las crónicas del mismo momento. En términos generales se puede decir como ya ha sido señalado en el estudio acerca del tema que existe una práctica literaria de los cánones del Renacimiento español con claros detalles de la tradición literaria medieval española y por ende europea en general. Sabemos que las crónicas funcionan como textos recopilatorios de otros textos llámense orales de carácter etnográfico o etnológico escogidos o seleccionados por la mano del cronista que también tiene una misión práctica encomendada por la corona, el conquistador, los grupos que mueven la empresa de conquista, la iglesia, la evangelización o la extirpación de idolatrías, los descendientes de los conquistadores, la nueva burocracia virreinal, las elites incaicas mermadas o extintas que desean limpiar la versión que la deslegitima. El claro ejemplo de la labor de selección del cronista para sustentar su versión de los hechos no depende de un factor

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del XIX, las breves descripciones se escribieron dentro de un proceso histórico que experimentó el influjo de varios tipos de series y poéticas literarias. Entre ellas deben mencionarse la renacentista, la barroca y la neoclásica. Las series renacentista y barroca fueron las que consolidaron el modelo literario entre los siglos XV y XVII. Sin embargo, los géneros discursivos a través del proceso de influjo de una serie literaria están sujetos a determinadas convenciones, modelos e ideologías, experimentando cambios y variantes discursivas que pueden agregar nuevos contenidos semánticos y el tratamiento de recursos retóricos para causar efectos de lectura antes no operados. Por ejemplo, las breves descripciones festivas imbuidas de la ideología política de los Habsburgo, destacarán el aspecto monárquico de la pietas cristiana y el espectáculo festivo dirigido a impresionar los sentidos, acompañado de la serie literaria predominante en ese periodo que es la barroca; mientras el mismo formato perteneciente a la época de los Borbones destacará el discurso ideológico del reformismo y también de la ilustración, apreciándose en algún grado la serie literaria neoclásica. Algo similar ocurrirá en las breves descripciones coloniales, las cuales asumiendo este esquema literario de base pueden optar en el momento de actualizar el suceso celebratorio, por algunas operaciones peculiares, que lo singularizan para la posteridad, pues lo que se propone el recopilador muchas veces es tratar de grabar “fielmente” la subjetividad histórica del colectivo colonial. En este proceso literario, las series estéticas no fueron totalmente impermeables, también interactuaron entre sí, permaneciendo significativamente algunos rasgos canónicos, o mostrando influencias de series nuevas, nuevas concepciones de la praxis literaria y de la finalidad de la misma y de la ideología del escritor. En cuanto a las características de la retórica y poética literarias, para 1812, estamos en una especie de campo abierto a las ideas estéticas y a las nuevas concepciones poéticas y retóricas del fenómeno literario. Contribuye a esto, el proceso socio histórico en que se desenvuelve la exclusivo de identidad cultural ya que tenemos como han se¬ñalado sistemáticamente Raúl Porras Barrenechea, Francisco Carrillo y otros que la división de cronistas es muy variada de acuerdo con su extracción social ya que se ha visto soldados, secretarios, clérigos, comerciantes, marinos, académicos, españoles, mestizos e indígenas haciendo esta labor e introduciendo textos literarios de un pretérito nativo que se quiere certificar para determinada finalidad que ya el cronista tiene bien establecida.

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actividad literaria, aportando un referente ideológico y un lenguaje político que introduce una nueva semántica, el discurso del liberalismo de los siglos XVIII y XIX. El proceso político de las Cortes de Cádiz y los logros legislativos liberales brinda una circunstancia ocasional para recrear una ficción literaria e imprime un léxico empleado por distintos agentes productores de discursos que se caracteriza por su polisemia política. El lenguaje liberal estuvo presente en distintos discursos ideológicos entre los que se apreciaban las proclamas, el ensayo periodístico o los discursos populares poéticos y oratorios. Debe destacarse que esa profusión de textos de temática y lenguaje liberal para 1810 gozó del auspicio de la libertad de imprenta declarada en Cádiz. En esa variedad de textos, las ideas de la ilustración y la revolución francesa, el liberalismo, el jacobinismo, el filosofismo, podían apreciarse en las proclamas, folletos y artículos de Napoleón Bonaparte (Fernández Torres 2014: 114); en los manifiestos de las juntas hispánicas y americanas; en la producción legislativa de las Cortes de Cádiz; en el lenguaje de los insurgentes americanos; en la literatura antiliberal y antimasónica, e incluso en el propio discurso masónico. Según Vázquez Semanedi (2011: 195), este lenguaje liberal tuvo muchos contenidos semánticos, y podía ser usado para expresar diferentes posiciones ideológicas, incluso antagónicas, por ejemplo, la referida literatura antimasónica y los grupos políticos que respaldaban esta posición identificaban a las propuestas liberales con el filosofismo ilustrado y revolucionario, el programa político de Napoleón Bonaparte, la masonería –la bonapartista y la inglesa–, y los principios de los diputados liberales de Cádiz, concertados en detrimento de la monarquía y la Iglesia. En cuanto al contexto sociopolítico de ese nuevo lenguaje promocionado por las Cortes de Cádiz, Fernández Torres (2014: 117) sostiene que hubo una verdadera lucha entre los distintos sectores en conflicto ideológico por el control de los nuevos conceptos planteados por el léxico liberal; mientras más se ampliaba el repertorio constitucional (soberanía, libertad, igualdad, ciudadanía, fraternidad, patria, derechos, etc.) por la legislación gaditana, sectores de la Iglesia construían sus propias observaciones formulando contenidos reaccionarios para contrarrestar el impacto conceptual que se entendía peligroso en una eventual ampliación de su uso por los grupos sociales masivos. Creemos que la experiencia liberal constitucionalista gaditana se debió a la confluencia democratizante 118


de distintas posiciones ideo políticas, representada por los bloques heterogéneos de diputados que actuaron en el debate legislativo según su respectivo punto de vista doctrinal político y jurídico, los cuales no siempre fueron del todo consensuales ya que se observaron sesiones marcadas por la confrontación ideológica de diputados defensores del antiguo régimen, sus bases filosófico-jurídicas de cuño escolasticista e historicista basadas en Francisco de Suárez (1548-1617), y de los mecanismos históricos de gobierno monárquico representados en Fernando VII, en oposición de las tesis heterogéneas de diputados liberales metropolitanos y algunos americanos que apelaban al iusnaturalismo anglosajón y francés sobre puntos cruciales –como el debate de la Inquisición (Varela Suanzes-Carpegna 2012: 14)– que remitían al bloque realista al peligro del proceso revolucionario en Francia, lo que en una visión de conjunto también ha sido sustento para que algunos autores hayan calificado las sesiones parlamentarias incluso de contemporizadoras o burocráticas –como en alguna ocasión manifestará el propio Baquíjano al opinar sobre ellas–, pero tratando de encontrar una fórmula “democrática” de gobernabilidad y de legislatividad que se materializó en la producción discursiva legal42. El liberalismo desarrollado en España durante el siglo de las luces, el llamado liberalismo tradicional, combinó distintas posiciones políticas medievales, según Pacheco Vélez. Estas influenciaron en muchos textos escritos en Hispanoamérica, los cuales “se inspiran en el liberalismo tradicionalista español de Jovellanos y Martínez Marina y hacen una ecléctica mezcla de las corrientes con las escolásticas tomistas y suarecianas y con el ambiente ideológico liberal-conservador de Inglaterra de la época en que acuden a ella tantos revolucionarios hispanoamericanos” (Pacheco Vélez 1975: CIV). La filosofía inglesa en el siglo XVIII desarrolló los postulados fundamentales del liberalismo en el terreno moral, político 42 Según el constitucionalista Joaquín Varela Suanzes-Carpegna (2012), los diputados elegidos fueron alrededor de trescientos: un tercio pertenecía al alto clero, sesenta eran juristas, de los funcionarios públicos dieciséis eran catedráticos, una treintena militares, ocho títulos del reino, “quince propietarios, cinco comerciantes, cuatro escritores, dos médicos y cinco marinos”; los diputados probablemente nunca estuvieron juntos en las sesiones. Ciento cuatro diputados firmaron el acta de apertura de las sesiones y ochenta más firmaron la aprobación de la Constitución de la Monarquía Española el 19 de marzo de 1812 (Varela Suanzes-Carpegna, Joaquín. “Las Cortes de Cádiz y la Constitu¬ción de 1812. Una visión de conjunto”, en Revista Peruana de Derecho Público N° 13, enero-junio 2012, pp. 13-14).

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y económico, que tuvieron importante recepción en famosos ilustrados americanos como Francisco de Miranda y Juan Pablo Viscardo y Guzmán. Para inicios del siglo XIX, en España y en América, los postulados del liberalismo político alimentan con su léxico e ideario un conjunto variado de tendencias ideológicas43 (regalismo44, reformismo, monarquía constitucional, fidelismo, separatismo, etc.). Este repertorio lingüístico se encuentra con el lenguaje protocolar de la tradición colonial literaria, o se acopla a él para inyectar nuevas cargas semánticas al discurso tradicional festivo como se aprecia en los enunciadores líricos de la Breve Descripción reunida por José Antonio Miralla. El discurso ideológico liberal que se aprecia en la literatura peruana del periodo tuvo importante desarrollo cuando las corrientes de la ilustración alcanzaron a la intelectualidad criolla, que demandaba reformas políticas y socioeconómicas. El régimen monopólico monárquico y la prohibición de que los criollos ocuparan los principales cargos públicos de la administración en su suelo natal, permitió que el liberalismo sirviera de sustento filosófico de sus exigencias políticas y socioeconómicas. El liberalismo de esta época estaba basado principalmente en una versión ilustrada enfocada básicamente en lo político y en lo económico. Respecto del liberalismo que impulsó al discurso criollo, en el fondo de este estaba presente el principio de la igualdad entre peninsulares y criollos, así también el reclamo 43 En ese aspecto genético parece no diferir de las diversas vertientes ideológicas que han surgido a partir del liberalismo del siglo XVIII o compartido algunos de sus principios nucleares: el liberalismo clásico que propone la democracia, la libertad individual y política, así como la igualdad del hombre; el liberalismo político de John Loc¬ke que critica las bases del orden monarquico absolutista y favorece la rebelión contra la opresión y usurpación; el liberalismo económico opuesto al “monopolio absoluto del Estado sobre la economía, la riqueza, la producción y el comercio”; el utilitarismo político de Jeremy Bentham, Voltaire y Diderot; a fines del siglo XIX el ultralibe¬ralismo o liberalismo conservador de Herbert Spencer; en el siglo XX, el liberalismo nostálgico, el liberalismo intervencionista u organizado y la economía social de mercado; en los años setenta del XX el neoliberalismo (Miró Quesada Rada, Francisco. Manual de Ciencia Política. Lima, Ediciones legales, 2012). 44 Del liberalismo inglés, fue principalmente el modelo constitucionalista y parlamentarista británico de los cuer¬pos intermedios, propuesto por el Charles Louis de Secondat, Barón de la Brède y Montesquieu, el más estima¬do de los propósitos políticos de los diputados realistas por el hecho de disponer de una representación especial para la nobleza y el clero –sector dominante entre los realistas–, similar a la cámara de los lores británica (Varela Suanzes-Carpegna, Joaquín, cit., 2012, p. 15).

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contra las medidas fiscales y el régimen de tributación para las castas45. La cultura política que exigía mayor participación en este contexto puede apreciarse en el empleo del vocabulario liberal, en la opinión popular individual y colectiva, y en las manifestaciones públicas concretas mediante proclamas y demás expresiones comunicativas. La participación activa material e ideológica en las fiestas coloniales vinculadas a las personalidades criollas que representaban al partido liberal46 –Baquíjano, Morales y Duárez, etc.– permite apreciar la democratización de algunos sectores de la sociedad, en el uso compartido de la terminología liberal promovida por la realidad política de las Cortes gaditanas, pero también entremezclándose con los tópicos y formas poéticas tradicionales. En todo lo expuesto, se puede constatar lo señalado por Francisco Miró Quesada Rada (2012) acerca de que las libertades de expresión y de prensa están ligadas a la fusión de la opinión pública extendida, en este caso, en los diversos sectores coloniales. Asimismo esta diversidad generó distintas opiniones del público o populares, siguiendo los conceptos planteados por Carlos Cossío (1973: 37), que es lo que se aprecia en la forma de uso particular del léxico liberal en los autores. En esa dinámica de derechos y libertades facultados por las Cortes de Cádiz, que permitieron la formación de una nueva conciencia social y de nuevos usos lingüísticos que van a expresarse mediante la opinión pública, la opinión social e individual, por medio de distintos canales comunicativos –escrito, oral, pictórico, etc.–, la noción y comprensión sincrónica de la praxis literaria entendida como bellas letras (Enrique Carrión 1987) u obras literarias (Mercurio Peruano) favorece la adecuación del discurso festivo a distintas construcciones discursivas y posiciones 45 Muchas de estas demandas se materializaron con la legislación aprobada por las Cortes de Cádiz, entre ellas la Constitución de 1812, la libertad de imprenta o la abolición de la Inquisición española. Otras medidas que Cádiz legisló fueron la eliminación de gremios, la liberación de la industria, la venta de bienes de los monasterios, el mejoramiento de la agricultura por sobre las leyes de Mesta, la creación de escuelas, la disminución del veto real, la creación de la milicia nacional, el sufragio, el cierre de casas religiosas (Blanco Aguinaga/ Rodríguez Puértolas/ Zavala, cit., p. 70). 46 Según Varela Suanzes-Carpegna, no se podría hablar de partidos políticos – creemos en sentido moderno– en las Cortes de Cádiz, sino de “tendencias constitucionales”, es decir, bloques de diputados que podían compartir entre sí una común, “no idéntica”, filiación doctrinal (Varela Suanzes-Carpegna, Joaquín, cit., 2012, p. 14).

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ideológicas. Desde un punto de vista cultural maximalista, la fiesta es un hecho sociocultural desarrollado y representado en la tradición clásica47. Al respecto, Campos y Fernández de Sevilla señala que la representación literaria de la fiesta en el barroco especialmente la del discurso religioso creó un espacio y tiempo configurados técnicamente a través de una formalidad ceremonial y ritual, definidos de la siguiente manera: La fiesta será el lugar y la ocasión donde –a escala reducida por la mezcla de motivos desencadenantes, elementos que la integran, actos organizados y partes en que se divide–, se den unas circunstancias propicias para que el pueblo pueda sentir ciertas vivencias espirituales en un marco de experiencias complejas don-de los sentidos se inundan por una gran avalancha de sensaciones que le mueven intelectualmente, le conmueven estéticamente y le remueven espiritualmente. Todo, dentro de un estado placentero, porque lo que primero percibe es la belleza y la armonía del conjunto (2012: 24-25). La fiesta es un tópico literario colonial48, una imagen discursiva construida con fines ideológicos y estéticos49 . La fiesta colonial presenta sus con47 El motivo de la celebración social representado en la fiesta es una expresión de carácter universal y ha desarrollado un mundo simbólico de códigos socioculturales que adoptan la forma de ritos, rituales, ceremonias, danzas, carnavales, procesiones, etc. La celebración de un evento significativo por una colectividad tiene una esencia social común que es la identificación y participación de los miembros dentro de los roles que el grupo o comunidad le asignan de acuerdo con su sistema de usos y creencias. Las fiestas religiosas del antiguo Egipto dedicadas a los faraones; las fiestas romanas religiosas de la antigua monarquía o las imperiales de épocas posteriores como las de Augusto patrocinadas por Cayo Mecenas y recordadas por el imaginario renacentista en las familias burguesas que apoyaban a los artistas e intelectua¬les; las fiestas griegas o de otros pueblos como los mesopotámicos o los persas son mencionadas en descripciones y elogios de la producción literaria metropolitana y virreinal. 48 Podemos destacar que en muchos de los productos literarios de la tradición colonial se hace presente la men¬ción directa a las grandes celebraciones de las antiguas sociedades del mundo clásico. En el discurso colonial se recrean festividades y personajes representativos del mundo oriental y grecolatino que se tienden a comparar con la grandeza y monumentalidad de las celebraciones festivas coloniales. 49 En esa práctica de registro escritural, no difería en lo funcional de la labor del

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venciones: participación de sujetos heterogéneos como gremios, castas, aristócratas, poetas populares, etc. En el plano fáctico, socialmente las instituciones y autoridades oficiales la auspician, entre ellas, la Iglesia, la monarquía, el virrey, etc., constituyendo su despliegue de algún modo formas coloniales de control social50. El espacio o espacios coloniales en que se desenvuelve la fiesta suele ser la plaza mayor de la ciudad, la catedral o el frontis de la misma, el cabildo o las salas de este y las propias calles en que circula la muchedumbre que admira las decoraciones de las fachadas de las más distinguidas instituciones coloniales, entre ellas, el Tribunal del Consulado o la Real Audiencia, así como también las casas de los vecinos acomodados y las viviendas de los más humildes sectores sociales, que se ornamentan con diseños arquitectónicos y distintas expresiones plásticas y simbólicas. En las mismas calles se pronunciará o declamará el corpus aún no seleccionado de composiciones, o se inscribirán en carteles colocados en las fachadas de las diversas casas y locales de las instituciones oficiales o de los vecinos de distinta extracción socioeconómica. Las calles se convierten en el medio de manifestación pública por excelencia de todos los estamentos sociales, virtiéndose las distintas opiniones políticas, culturales o sociales sobre el acontecimiento festivo que los congrega. En el caso de las celebraciones a Baquíjano, se relata que su casa fue espacio de reunión de todas las castas y clases sociales, inclusive del reconocimiento y los obsequios de las mujeres limeñas de distintas clases. El espacio festivo también implica una temporalidad que puede involucrar el desarrollo del cronograma de los actos ceremoniales durante el día o la noche, para ello la institucionalidad dispone de una cantidad de días para las festividades que se dan en una fecha especial. Esta determinación oficial del calendario aparece respaldada por las costumbres y tradiciones populares. Empero en cada actualización festiva hay algunos detalles que podrían resultar novedosos o atípicos. Por ejemplo, la ausencia de algunos elementos protocolares del evento como la ausencia de ciertos actores sociales prestablecidos casi obligacronista que por orden regia cumplía con la misión de informar al aparato de estado acerca de los acontecimientos que se suscitaban durante el proceso de dominación imperial de los territorios americanos. 50 Las formas de control social se definen como los mecanismos institucionalizados del Estado para regular y evitar la violencia social, entre ellos figuran la religión, la educación, el sistema penal, las fuerzas policiales y armadas, etc.

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toriamente. En la Breve Descripción dedicada a Baquíjano, es el caso de la autoridad religiosa o el sector eclesiástico. Por otra parte, los autores de los textos festivos serán de distinta procedencia sociocultural: unas veces los vecinos propietarios, ricos o pobres; otras, un genio popular anónimo o un autor representativo de la institución que enarbola el cartel con la composición literaria y los adornos que lo acompañan. Algunas de esas composiciones tendrán la fortuna de ser recopiladas por el encargado oficial de la descripción. Este recopilador oficial es designado debido a sus calidades artísticas, por su vínculo con la institución encargada de las festividades o por su proximidad con el personaje al cual se rinde el festejo. En otras ocasiones, en cambio, la producción de composiciones literarias pasará simplemente sin dejar registro, aunque probablemente el recopilador hable de manera general de todas las piezas dedicadas a la ocasión como expresiones grandes del arte o de la inspiración popular. Existe una importante línea de investigación en los estudios coloniales que identifican el escenario festivo de las ciudades hispanoamericanas con la construcción de la ideología criolla y su discurso. Las categorías de “discurso criollo”, “ideología criolla”, “identidad criolla”, “patriotismo criollo”, “patria criolla”, “epistemología criolla”, “epistemología patriótica”, “identidad americana”, etc., son usadas en una vertiente difundida de investigaciones historiográficas virreinales, pero también en los estudios literarios. Según Gabriel Entin, en el caso de D. A Brading, Anthony Padgen y Jorge Cañizares-Esguerra, se consolidan, en la historiografía hispanoamericana del siglo XVIII, las categorías de “patriotismo criollo” –o “epistemología patriótica” en Cañizares-Ezguerra en un sentido ideológico criollo de reforzamiento de “órdenes socio-raciales y privilegios corporativos”– asociado a una conciencia de identidad americana; no obstante, este patriotismo criollo “no tendría impacto en las élites criollas sino a partir de la crisis de la Monarquía de 1808 y de las revoluciones”51. Hacia el siglo XVIII, los criollos constituían un sector social postergado por la administración imperial, entre las principales restricciones administrativas, se encontraba la prohibición de ocu51 Entin, Gabriel. “El patriotismo americano en el siglo XVIII: ambigüedades de un discurso político hispánico”. Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM. http:// www.academia.edu/3474790/El_patriotismo_americano_ en_el_siglo_XVIII_ambig%C3%BCedades_de_un_discurso_pol%C3%ADtico_hisp%C3%A1nico

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par los cargos más importantes locales. La perspectiva del sujeto criollo que plantearía su ideología y discurso en los textos festivos o laudatorios (elogios, oraciones fúnebres o sermones) es la recreación de su posición subalterna, respecto de la ideología de superioridad cultural y racial del español peninsular, que cobró fuerte impulso con la política reformista administrativa de los Borbones. Esta política de detrimento de los intereses de la elite criolla, además de marginarla administrativamente en el acceso a los puestos importantes de las instituciones virreinales, fue sustentada en una inferioridad para ejercerlos por motivos culturales y biológicos. Para la configuración del sujeto criollo por el sujeto peninsular, se operaban argumentos de discriminación racial y cultural como el lugar de nacimiento en que la ubicación geográfíca52 e influencia del medio ambiente determinaban una constitución orgánica inferior causante de una menor inteligencia y la disminución de otras capacidades humanas valoradas por la administración imperial. El aparato de poder donde se instaló este discurso de dominación y subalternidad era el sistema monárquico que reunía las características de las formas de gobierno teocéntricas, autoritarias, universalistas y esclavistas (Miro Quesada Rada 2012). La discriminación racial de este sistema imperial se especificaba por una base biológica determinista basada en la pureza de sangre y en los condicionamientos naturales (geográficos, climáticos, etc.). En la construcción de las imágenes literaria y sociológica de criollo por el sujeto dominante, la primera operación que realizaba el discurso de los españoles peninsulares afincados en las Indias, era emplazando la posición subalterna de los “criollos” con el uso de este vocablo, con que designaba a los esclavos. Los criollos asumen una posición de subalternidad en el sistema social discriminatorio. La ideología oficial impone la discriminación 52 Tanto la influencia climática, geográfica y biológica como los efectos en la salud y conducta social eran formu¬lados como motivo de sustentación de discursos oficiales, de carácter administrativo, el que era acudido inclusi¬ve en materia universitaria para justificar petitorios legales como el del vecino del Cusco Pedro del Peso de Vera (1601) presentado ante el oidor de la Audiencia de Lima y el rector de la Universidad de San Marcos, solicitando la necesidad de la fundación de una universidad cusqueña, entre otras razones, por la diferencia de climas entre ambas ciudades y la malsania del clima limeño que impedía el desenvolvimiento no solo de los estudiantes de la sierra sino también de otras ciudades virreinales que por ende no acudían a San Marcos, acotando que en Lima hay carestía de alimentos y viviendas, lo que podría generar vagabundos o disminución de habilidades.

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para mantenerlos al margen de una posible intervención en los asuntos gubernamentales principales, planteando una justificación de carácter socialmente complejo –político, jurídico, biológico, etc. –. Esta perspectiva oficial es conocida en los estudios como posición anticriollista. Según Carlos García-Bedoya, la posición anticriollista contó con múltiples vías de discriminación, para relegar a los criollos de los puestos principales de la función virreinal: “Acusaban a los criollos de inferioridad intelectual y ética, que los hacía poco aptos para la austera vida monacal y más aún para dirigirla, y de propiciar la admisión subrepticia de mestizos, que tenían vedado el ingreso a las órdenes monásticas” (2000: 54). La relación justificatoria de esta subalternidad es establecida por los españoles peninsulares para ejercer el control y el monopolio de los puestos más importantes del poder monárquico, y esa construcción ideológica y política se traslada a los discursos y textos coloniales imperiales. Esta relación de subalternidad tendrá un valor paradigmático, ya que servirá de modelo estructural-funcional ideológico y pedagógico –de enseñanza o instrucción social– con respecto a las otras subrelaciones de dominación y discriminación que se establecen en el virreinato entre distintas clases sociales y castas, por ejemplo, el enfrentamiento social entre los mestizos, los indígenas y las diversas castas. El esquema jerárquico de subalternidad y discriminación se reproduce en las esferas sociales menores con sus propias adaptaciones y condicionamientos. El discurso criollo en oposición y contestación a la visión anticriollista dominante construye un espacio o forma “tópica”, expresada en la “exaltación de la patria criolla” (Lavallé 1993). Ante la variedad y el carácter típico de la naturaleza americana como elemento nuevo el criollo pretexta una “recreación imaginaria del espacio y la naturaleza” para exaltar la geografía. El discurso ideológico de resistencia criolla es una reacción traumática por el desprecio del progenitor peninsular –identificado en la autoridad y el aparato de poder político imperiales– hacia el propio vástago el criollo, hijo de españoles peninsulares nacido en América–. La visión peninsular construye la imagen del descendiente criollo disminuyendo su calidad, capacidad, virtudes o genio. De este modo, y como resultado de un discurso retórico hiperbólico que es la visión anticriollista, se compone otro del mismo efecto en el que se destacan de manera maravillosa todas las virtudes del criollo, postergado y menospreciado por el régimen oficial: “Al espacio y 126


al medio americanos arquetipos de todas las perfecciones, correspondían hombres perfectamente dotados en todos los aspectos” (Lavallé 1993). En las descripciones de las fiestas limeñas se construiría la imagen del criollo en un contradiscurso que contesta al dominante peninsular (Moraña 1994: 40 y ss.)53. Ante el perfil sub-alterno del personaje criollo, se genera la construcción ideológica de un sujeto modélico en cualidades morales, éticas e intelectuales, que serían asociadas a las personalidades de este sector que aparecen en el tracto histórico virreinal: por ejemplo, la aparición de los primeros santos de esta procedencia social sirvió de sustento justificatorio para una inicial conciencia nacional del criollo o español americano, en cuanto que los cristianos criollos podían ser equiparables a sus homólogos los santos de la cristiandad occidental. En cuanto a las manifestaciones literarias coloniales que conforman el historial tradicional o el corpus literario, señalaremos solo algunas muestras del género principalmente desde el siglo XVIII hasta inicios del XIX, periodo en que se dan las fiestas liberales por la elección del consejero de Estado durante las Cortes de Cádiz (1812) y se componen los textos dedicados a Baquíjano. Entre los siglos XVI y XVII, los pretextos sociales que sirvieron de argumento en la monarquía hispánica para la construcción de textos literarios y otros productos estéticos54 que plasmaron la imagen de la fiesta barroca fueron, entre otros, motivos coyunturales de la política del momento como el cambio de dinastía real, el acceso de un nuevo rey, el nacimiento del príncipe heredero, el cumpleaños de los reyes, el deceso del rey o de un integrante de la familia real, además de las fiestas religiosas y las procesiones. Los acontecimientos memorables del poder político y religioso implicaban como se ha dicho la práctica de distintos géneros discursivos compuestos en distintas series y poéticas literarias, entre las que se presentaban formas dominantes con un sello ideológico característico. La realidad política imponía una ideología que justificase todo el aparato de poder real y sus funciones de dominio y control. En cuanto a los pormenores de este programa ideológico de po53 “Apologías y defensas: discursos de la marginalidad en el Barroco hispanoamericano”, en Moraña, Mabel. Relecturas del Barroco de Indias. Hanover, Ediciones del Norte, 1994. 54 Entre los que se cuentan pinturas, composiciones musicales y poéticas, construcciones arquitectónicas, etc.

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der, las descripciones literarias de sus más destacados hechos tuvieron un carácter oficial de registro histórico para consolidar la imagen del gobierno según su visión política, cuya influencia u orientación en la opinión pública pasaría a la posteridad, grabándose en la mentalidad colectiva. En Occidente, esta ideología conformó una tradición discursiva de celebraciones que mantuvo a través del tiempo muchos elementos en lo estructural y formal. En el desarrollo del formato literario, si bien la ideología inicialmente imprimió los pasos protocolares y las distintas secuencias, estos constituyeron después un producto ritual aceptado por convención social al margen del predominio ideológico, el cual empero inyectó cargas de sentido para la puesta en escena o la ejecución de elementos que fueron variantes contextuales y que le dieron al género una actualización y cierto grado de innovación que le permitió mantenerse por más de tres siglos. En España, por ejemplo, lo que por convención se convertiría en la fiesta barroca tuvo sus antecedentes discursivos en las etapas previas a la consolidación de esta serie literaria. Campos y Fernández de Sevilla (2012: 12-13) encuentra estos elementos básicos en situaciones oficiales monárquicas –el recibimiento que se hizo en Sevilla al rey Don Fernando, en 1477, o los festejos organizados en Roma por la boda de Lucrecia Borgia con Alonso de Aragón, en 1498– que dieron lugar a la escritura del género antes propiamente de la consolidación del barroco. El fallecimiento de los reyes españoles fue motivo referencial para la producción de textos que reseñaron el historial político, religioso y militar de las dos dinastías que gobernaron España (Habsburgo y Borbón) en el espacio analizado en este estudio. Se pueden citar, por ejemplo, algunos que estampan una indeleble fisionomía al género como La magnifique et somptueuse Pompe Funèbre faite aux Obseques et Funerailles du tresgrand et tresvictorieus Empereur Charles Cinquième (1559), texto que relata las ceremonias fúnebres y la procesión con su complejidad simbólica, ocurridas en Bruselas, en que el discurso mortuorio a Carlos V, pronunciado por el predicador François Richardot55 se convirtió en un paradigma para la oratoria hispánica. Así también los sermones u oraciones fúnebres a Felipe II, Felipe III o Felipe IV, donde la dinastía austriaca de los Habsburgo erigió una ideología política vinculada a la defensa de los intereses católicos en Europa, la consolidó como patrona del resguardo de la 55 El discurso fue pronunciado en la Iglesia de Santa Gúdula el 30 de diciembre de 1558 (véase Janssenns, Gustave, 2001, pp. 349-362, volumen I).

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ortodoxia papal contra los protestantes luteranos, hugonotes, calvinistas, zwinglianos, anglicanos, etc. Estos monarcas ostentaron la enseña cristiana de la pietas. La pietas de los Habsburgo se estableció como un tópico retórico que se reproduciría en los textos coloniales. La imagen de la piedad cristiana de los reyes de España exaltaba su función de defensores de la verdadera religión, prudentes y justos con su pueblo, además de virtuosos en todo lo relativo a la axiología cristiana y generadores de la paz universal. Evidentemente el tópico se desarrolló con sus características peculiares, según el motivo y las personalidades que eran referentes del elogio cristiano, lo cual se inscribió con algunas licencias, adecuaciones o sutiles cambios de sentido según el contexto local y la técnica poética (Campos y Fernández de Sevilla 2012: 12). Por ejemplo, un cierto matiz de la pietas se aprecia en los elementos barrocos que formaron el modelo de santidad en los criollos que fueron elevados a esa categoría56. En el escenario colonial, las descripciones festivas se podían vincular a otros sucesos de recuerdo del ejercicio político o administrativo imperial, así como a la prosperidad determinada por el auge económico de las ciudades indianas, la cual era visible en sus fiestas oficiales. Eduardo Galeano en Las venas abiertas de América Latina (1971: 29-32) señala que un motivo de “tragedia” y de “fiesta” fue la bonanza minera y el apogeo económico de ciudades como Potosí, exteriorizados en los adornos que se acomodaban en las procesiones –Corpus Christi de 1658–, donde los altares de las iglesias y las alas de las esculturas de querubines estaban hechas de plata, y hasta las calles de la ciudad fueron cubiertas con barras del codiciado metal; espectáculo visual propio de la fiesta barroca con temática religiosa. En el ejemplo anterior se puede apreciar el emplazamiento de la fiesta barroca en el escenario colonial hispánico. El espíritu festivo barroco, construido por medio de la imagen literaria, apelaba a la impresión sensorial del público espectador para provocar experiencias de concientización o espiritualización, interiorizando mensajes ideológicos de la esfera política y religiosa. Este efectismo dramático y la concepción 56 La vida de Santa Rosa de Lima del conde de la Granja resulta un modelo biográfico donde se exaltan las cualidades de la primera santa limeña, se enaltecen sus virtudes, su santidad: es el modelo de mujer santa, pero a la vez es expresión de la religiosidad criolla, que accede por medio de su representatividad a la dignidad del reconocimiento divino, pontifical y monárquico.

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estética del espectáculo se mantienen dentro de los elementos estructurales y formales del género tradicional. Al respecto, Campos y Fernández de Sevilla describe lo barroco como una “retórica de los sentidos” en que el éxtasis de la percepción consiste en una experiencia sensitiva compleja, estética y placentera, espiritual e ideológica: esa cascada de sensaciones que impresionan los sentidos anegándolos de percepciones y emociones que, por efecto sorpresa, calan en la sensibilidad del espectador haciéndole que viva una realidad múltiple; sufre el impacto agradable que unos objetos producen en los órganos de sus sentidos como nivel primero o inmediato (olores, sonidos, colores, etc.), desencadenando una sinestesia o sensaciones asociadas: el conjunto de señales parciales forman la visión de conjunto que es la asimilación del hecho bello que está presenciando y desencadena sentimientos de placer inmaterial pero que dejan una huella interior en el ánimo del testigo hasta trascender a niveles superiores de la conciencia, y llevar la experiencia de lo vivido transformado en mensaje ideológico político-religioso que produce el cambio de opinión (2012: 19). Entre los textos que recogen las fiestas limeñas coloniales, Campos y Fernández de Sevilla (2012: 237-268) ofrece una lista bastante detallada de las principales celebraciones dadas en Lima por diversos motivos ceremoniales desde el siglo XVI hasta mediados del siglo XIX57. Comenzando el siglo XVIII, con una tradición barroca de más de un siglo, el discurso festivo en el espacio virreinal, experimentaría gradualmente la nueva serie literaria neoclásica o afrancesada, adecuándose a los nuevos fines políticos de la ideología borbónica. El cambio de dinastía devino en un cambio de discurso político que priorizó lo administrativo, económico y cultural, promocionado con la difusión propagandística de la imagen borbónica, representándose así en los discursos oficiales, con la proyec-

57 Entre las primeras informaciones históricas del siglo XVI sobre descripciones de procesiones y actos públicos oficiales que registra tenemos la “Jura de Felipe II en Lima” y “Del recibimiento que esta insigne Cibdad [de los Reyes] hizo al Virrey Don García Hurtado de Mendoza”. La última descripción conmemorativa registrada en esta ciudad es de época republicana: la Oración Fúnebre pronunciada… en las exequias que mandó celebrar en la Iglesia Catedral el Supremo Gobierno de la República Peruana por las almas de los mártires que gloriosamente murieron en la Gran Batalla de Yungay… (Lima, 1839) por Balaguer y Cubillas.

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ción de una nueva era opuesta esencialmente a la de la dinastía Habsburgo: “Bajo el reinado de Felipe V (1700-1746), se impone una nueva lectura de la historia en la cual la dinastía habsburga es asociada al desorden, a la división y a la decadencia. Los Borbones se presentan como los restauradores del orden y de la unidad, formalizada a través de una uniformización de leyes e instituciones según una matriz castellana”58. Destacaremos a continuación algunos de esos documentos y fuentes literarias para poner en relieve los tópicos que se mantienen en la tradición colonial. Pedro Peralta Barnuevo con ocasión de la muerte del rey Carlos II dedicó una elegía en francés y otras composiciones en español e italiano (Parentación Real, 1701). Previamente había relata-do las pompas fúnebres de la reina Mariana de Austria con poemas en francés, italiano, latín y español que se escribieron en carteles, los cuales adornaron la corona funeraria colocada en la Catedral de Lima. En 1703, produjo un panegírico en prosa destacando el esplendor literario y artístico de la cultura francesa, y dos poemas de ocasión siempre en la vertiente de la exaltación de hechos de la corona española, esta vez por el ascenso de la dinastía borbónica al trono español: Le triomphe d’Astrêe, en honor de Felipe V de Anjou, y La gloire de Louis le Grand, alabando al rey Sol Luis XIV. La descripción de las fiestas con motivo de la entrada pública del marqués de Castelldosrius y su recepción en la Real Universidad de San Marcos, titulada Lima triumphante (1707), contó con un relato de las fiestas hecho por Peralta donde se inscribían los tópicos del formato como destacar las noticias históricas sobre Lima y la Real Universidad, rememorando a “sus hijos ilustres”, santos e intelectuales, y agregando sus apreciaciones sobre la guerra de sucesión española (Lohmann Villena 1987: 22), en este texto, además se encargó de recopilar las composiciones literarias ganadoras del certamen poético dedicado al virrey. El marqués de Castelldosrius organizó una Academia del Buen Gusto, para promover el talento poético y la producción literaria mediante competencias, lo cual se llevó a cabo en el Palacio Virreinal todos los lunes. La Academia literaria comenzó en setiembre de 1709 y concluyó en marzo de 1710, siendo su 58 Entin, Gabriel, cit., pp. 20-21.

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presidente el mismo virrey. Un texto poligráfico de título Observaciones astronomicae (1717), del mismo Peralta –cosmógrafo mayor del virreinato–, escrito en latín, y la serie continuada con el título de El conocimiento de los tiempos, el cual divulgaba informaciones astronómicas principalmente, adjuntaba datos sobre las fiestas religiosas, eclesiáticas y civiles, también “pronósticos y hasta compendios de hechos importantes” (Lohmann Villena 1987: 25). En 1720, estuvo encargado del certamen literario dedicado al virrey arzobispo Morcillo y Rubio de Auñón, por la Universidad de San Marcos, y de la recopilación poética alusiva al evento, titulada El Theatro heroico. Debido a la noticia de las futuras bodas entre Luis I y Luisa Isabel de Orleans, y del rey francés Luis XV con la infanta española, Peralta dedicó en 1723 un texto poético denominado Júbilos de Lima. Las fiestas celebradas en Lima por la proclamación de Luis I (1725) fue ocasión de una loa recitada en una velada teatral en el Palacio virreinal durante el gobierno del marqués de Castelfuerte; a la muerte del mismo monarca dedicó unas elegías recogidas en una corona poética. Se añadieron Fúnebre pompa (1728), recopilación de textos literarios sobre las honras funerarias ofrecidas por Lima al duque de Parma, Alejandro Farnesio, suegro del rey Felipe V; seguida de Galería de la Omnipotencia (1729), por las fiestas limeñas dedicadas a la canonización de Santo Toribio de Mogrovejo, piezas poéticas recopiladas del certamen literario organizado por el arzobispo de Lima. En 1732, con ocasión de los 200 años de fundación de la ciudad de Lima, el mismo Pedro Peralta Barnuevo dedicó el poema épico Lima Fundada o la Conquista del Perú, de 10 cantos, y 1,183 octavas reales, al estilo renacentista. Los tópicos del discurso colonial son la exaltación de la historia del proceso de conquista, de la gloria ulterior de la ciudad fundada y del héroe, en este caso, Pizarro elevado a la categoría mítica de “Eneas americano” (Lohmann Villena 1987: 32). Otro texto conmemorativo del mismo autor fue El cielo en el Parnaso (1736), descripción del suceso público de entrada en Lima del nuevo 132


virrey marqués de Villagarcía, y de la ceremonia de recepción del mismo por la Universidad de San Marcos. En 1739, Peralta compuso un relato de descripción de las fiestas que la Orden de San Agustín ofreció en Lima por el ascenso a cardenal del obispo de Málaga y presi-dente del Consejo de Castilla, fray Gaspar de Molina y Oviedo, asimismo dedicó unas composiciones poéticas que se colocaron en carteles en la Iglesia de San Agustín. La descripción del ingreso a Lima y del recibimiento del nuevo arzobispo Gutiérrez de Cevallos fue una de las últimas ocasiones en que Peralta operó con el género. La línea compositiva de las breves descripciones de las fiestas celebradas en la ciudad de Lima estaba de antemano trazado por la tradición criolla colonial y Peralta fue uno de los productores clave que dominó el formato: “Por lo visto, no había en la ciudad quién rivalizara con nuestro personaje en aptitudes para este género de literatura áulica y a él había que recurrir cada vez que hacía falta un cronista de postín” (Lohmann Villena 1987: 39). Peralta se mantuvo dentro de las tendencias del barroco pero incorporó elementos retóricos y temáticas de autores dramáticos franceses del neoclasicismo como Pierre Corneille y Jean Racine. Por otra parte, los antecedentes estéticos de los modelos ilustrados de las fiestas regias se pueden hallar en las presentaciones de la corte del rey Luis XIV. Durante el reinado de Luis XIV, el rey Sol, se apreciaron espectáculos de gran envergadura técnica, musical y teatral como los Placeres de la Isla encantada, fiestas galantes y magníficas dadas por el rey en Versalles (1664), inspirada en Orlando furioso, en que Molière pre-sentó los tres primeros actos de la comedia Tartufo. Las escenificaciones dramáticas francesas en la segunda mitad del siglo XVII incluían escenificaciones con música, actuación, canto y danza59. Aquí se pueden 59 El teatro de Moliére un tanto ajeno a las unidades dramáticas de tiempo, lugar y acción, así como a las leyes artísticas impuestas por el decoro o las conveniencias (bienséances), solía recurrir a los trucos de máquinas para recrear la oscilación de los astros, el movimiento de las nubes o la entrada y salida de personajes (Molière. Teatro. Barcelona, Bruguera, 1980).

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observar temáticas como la exaltación del rey, simbolizado por el Sol60, centro de la atención de la corte, símbolo del poder político. El tema de la exaltación del monarca se presenta también en los escritos del tipo crónica. En Historia de Carlos X de Suecia, Voltaire presenta la gloria del rey sueco al ascender al trono venciendo a sus enemigos de turno como Pedro el Grande de Rusia. En Breve descripción de las fiestas celebradas en la ciudad de Lima con motivo del ascenso de Fernando VI, se observa ya un canon más afín a lo afrancesado, pero sin dejar de mantener la tradición barroca anterior. Se ve quizá la tendencia afrancesada cuando se ubica esta producción en el contexto de la dinastía borbónica y la moda del “buen gusto”, el cual fue el término identificativo de esta estética pro-movida en el Perú por virreyes como Castelldosrius y la Academia del Buen Gusto. Es en ese periodo donde Lima fundada o La Conquista del Perú volviendo a la forma renacentista en que están compuestos Orlando furioso y Jerusalén libertada, La araucana, La cristíada, Armas antárticas o incluso la misma tendencia afrancesada de Ronsard y la Francíada, o Fenelon y la Telemaquia, y se puede reparar en que el poema épico aún tiene acogida hasta el siglo XVIII. El nexo vinculante de elementos estéticos que comparten el renacimiento, humanismo, barroco, neoclasicismo o afrancesamiento es la tradición clásica. El detalle de cada corriente literaria plasmada en las breves descripciones se puede explicar según las intenciones comunicativas del autor, pudiendo analizarse para este fin su pensamiento, visión política, credo religioso o contexto socio histórico. Durante el proceso emancipatorio, en el que aumentan los reclamos sociales, intrigas y rebeliones, se puede ver un ciclo temático referido a estos hechos a través de pasquines y proclamas. Muchas veces estos escritos propagandísticos recreaban un tono triunfal y festivo en que se alcanzaba imaginariamente la causa política propuesta. Su modalidad retórica asumía el recurso de ataque contra la autoridad, en tono satírico, fuertemente agresivo o irreverente. En los mismos años, en Europa, una 60 Esta suerte de representación con anterioridad fue llevada en las coreografías de danza de la corte francesa, en que se aprecia al rey Enrique II representando al Sol, a la reina Catalina de Medici como la Luna y los demás personajes de la corte como los planetas que giran alrededor del astro rey.

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faceta de esta labor crítica exhortatoria contra el poder o la autoridad la cumplió la prensa. Durante el periodo revolucionario, los periódicos de Marat y Desmoulins promovieron discursos políticos que presentaban escenarios triunfantes de logros revolucionarios enmarcados en un ambiente festivo civil, lo cual era representado paralelamente en las calles por alegorizaciones dispuestas en nuevas fiestas de carácter liberal o revolucionario61 . La tradición clásica que llegó hasta ese periodo constituyó un repertorio de imágenes emblemáticas para la nueva significación del proceso histórico en que son reinterpretadas por el discurso político. En el género poético, se practicaron formas básicas de tendencia popular, por ejemplo, la copla, la proclama, la declamación oratoria, etc.

Óleo de la Plaza de Armas de la ciudad de Lima en 1680

Para fines del siglo XVIII, el formato literario de las breves descripciones estaba fuertemente consolidado por dos siglos de antecedentes de tradición retórica y líneas ideológicas de representación de los sujetos sociales agentes de poder político, religioso o cultural, principalmente por la imagen de la fiesta barroca (Campos y Fernández de Sevilla 2012: 11-12). Sin embargo, el género se permitió algunas licencias y tomó en el despliegue escenográfico la formulación de nuevas direcciones, afian61 Sobre los ideales de libertad se desarrollan imágenes como el árbol, las imágenes de la Roma republicana, los Horacios, Lucrecia, Bruto, Coriolano, Saturno devorando a sus hijos, fueron imágenes frecuentes en el periodo revolucionario.

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zándose con el despotismo ilustrado y la política reformista his-pánica que en ese orden incorporaría nuevos tópicos.

Fiesta revolucionaria del árbol de la Libertad

Disponible en http://1.bp.blogspot.com/-TG1uGD_pRYg/UD4a8ocInRI/ AAAAAAAAC9s/HcQ_lNBh7-Y/s1600/arbol+de+la+libertad.png Hacia 1784, tenemos otro ejemplo en la Descripción Breve de las fiestas que hizo la ciudad de Oviedo, con los plausibles motivos del felíz Nacimiento de los Infantes Gemélos, Carlos, y Felipe de Borbón, y ajuste de la Paz con la Gran Bretaña. En este texto, elementos comunes del género se reúnen para destacar un relato muy breve de apenas tres páginas en que se destaca la organización del evento, la participación de las autoridades y el pueblo reunido en gremios. La descripción de la ciudad adornada con arreglos e iluminaciones nos indica que este tipo de decoración es propia del festejo y del género literario. El cuadro subjetivo social, la alegría, la música, el estruendo de las salvas de fusilería son algunos de los elementos típicos. Así también se hace hincapié en aspectos del desarrollo de la fiesta, caracterizada por el desenvolvimiento apacible (“pero todo con tanto sosiego y tranquilidad pública, que sobraron todas las precauciones que se habían tomado para evitar desórdenes”). Las voces de los colegiales aparecen como factor representativo del momento para dedicar un discurso alusivo o “representación encomiástica”: “representaron quatro 136


niños de Escuela, vestidos primorosamente (…) la Loa siguiente (…)”. El género literario establece un vocabulario común: gloria, concordia, lealtad, gozo, etc. Se da también la recreación del tiempo nocturno (“Llegó la noche, y con mas propiedad se pudiera decir que se ausento el Sol à otro Hemisferio…”) y los arreglos comunes, emblemas y alegorías: El Venerable Cabildo, hizo iluminar su hermosa Torre (gigante de la Arquitectura) Pero aún más rara fue la iluminación de la agraciada Torrecílla ò media naranja del Real Hospicio, y muchas casas de particulares, poniendo en sus frentes varios lienzos de ingeniosas pinturas y emblemas alusivas con multitud innumerable de luces. Y entre todos se admiró comúnmente, el nunca bien ponderado Transparente que apareció sobre la magnífica portada de San Isidoro de la orden de los Comisarios. Era un lienzo de cien varas, en donde en diestro pincel había dibujado una soberbia fachada de un gran Palacio, adornada de hermosas Columnas y recortes: pirámides, y otros esfuerzos del Arte… (24). Lo versátil de esta Descripción Breve y del formato en general es la inserción de una loa dramática interpretada por “los niños de Gramática de los Estudios públicos de la Ciudad”, en esta aparecen personajes mitológicos (Júpiter, Venus, Minerva, Cupido, Momo). Nos pone al descubierto la contaminación de géneros presente en estos textos. En estos se representaban también símbolos convencionales del discurso monárquico católico, por ejemplo, el “Ramo de Oliva, símbolo de la Paz”, representado en el lienzo descrito en el relato. Así también otros procedentes del mundo clásico: “Jeroglíficos significativos de la fecundidad, de la paz, amor y reverencia de la Nación á sus Soberanos; con las principales virtudes que resplandecen en sus Reales Personas, y muchos otros Emblemas constitutivos de nuestra felicidad” (25). Otros elementos son la narración de los días centrales de fiesta (30 y 31 de diciembre; del 1 al 29 de enero), la interpretación de las danzas, el enarbolamiento de pabellones y banderas, la intervención de la Universidad y sus representantes, así como el júbilo popular. Otro aspecto es la dramatización de personajes condenados por 137


la Iglesia por herejes, “los quatro Heresiarcas” (Lutero, Calvino, Arrio y Hugo) en un sentido de desaprobación “ligados con fuertes cadenas, y otros distintivos de sus atroces tormentos digno castigo á su distinguida malicia”. La lucha entre el bien y el mal, o sus variantes como la luz y la oscuridad, elementos antitéticos (“Príncipe de las Milicias Celestiales en batalla con el de las tinieblas”), se da también por elemento tradicional. La referencia histórica a la antigua Roma y sus costumbres (“ese vivo recuerdo de los antiguos Gladiatores Romanos”) confirma la evocación de los espectáculos públicos y las festividades del mundo clásico. También estaba en posición protagónica el elemento religioso: los personajes del mundo católico, los beatos y santos. En la Breve Descripción de las fiestas que hizo el Real Convento de Predicadores de Valencia, en la beatificación del B. Juan de Rivera… (1797), los elementos propios, muchos ya referidos, son desplazados a la construcción del personaje distinguido por su calidad cristiana, a quien también se considera “héroe” y la dedicación de las fiestas es una “exaltación” de la personalidad del mismo. El número de días dedicados a los festejos asciende a tres. La decoración de la ciudad presenta las tradicionales “iluminaciones y campanas”. La manifestación pública para fines del siglo XVIII era apreciada desde el poder como una vía de escape de la tensión popular; el carnaval había tenido el mismo propósito, no obstante, por el contexto revolucionario francés las manifestaciones públicas eran especialmente observadas y controladas para evitar posibles alzamientos armados o motines, que en España y en sus colonias se apreciaron en aumento durante este siglo. En esta breve descripción, por ejemplo, el recopilador para comulgar con la visión de control del Estado y el mantenimiento del orden público, registra la “pru-dente moderación, á que con no poca violencia de sus generosos pechos, procuraron ceñirse ambos Cabildos…”. Al tratar de la tradición de las descripciones festivas entre 1477-1855 en España, Campos y Fernández de Sevilla (2012: 12-18) –quien resume en el cuadro adjunto los temas, léxico convencional y elementos estructurales de la fiesta barroca–, des-taca el “modelo de celebración festiva” que se mantuvo por cuatrocientos años, apreciándose solo “pequeñas variantes diferenciadoras, más propias del lugar, de las posibilidades materia138


les y de la sensibilidad de los artífices, que del esquema que tenían que reproducir”. Fiesta barroca, fiesta de los sentidos62 Sentidos: Fuente de conocimiento

2.2 La Breve Descripción de las fiestas celebradas en lima en honor de José Baquíjano y Carrillo Según la crítica literaria nacional, en teoría, la poética predominante por motivos cronológicos, temáticos y retóricos en el momento de creación 62

Cuadro tomado de Campos y Fernández de Sevilla, 2012.

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de la Breve Descripción era la neoclásica. Ello no significa que esta pueda ser la única conciencia ideológica y estética dominante en todos los textos que componen la Breve Descripción, pues se aprecia la supervivencia de elementos artísticos del barroco y de su fase más tardía: el barroquismo. De igual forma, se advierte la presencia de un programa ideológico y unas prácticas retóricas que contestan insistentemente a la formalidad del “buen gusto”; en la tonalidad sentimental, el estilo heterogéneo y los recursos poéticos del vocabulario liberal constitucionalista se aprecian rupturas notables respecto de los principios tutelares de la preceptiva neoclásica. Algunas de las composiciones líricas, sobre todo las compuestas o traducidas al parecer por Miralla como la “Traducción del Poema latino…”, tienen en el verso libre el formato que amalgama las anteriores características discursivas. En el neoclasicismo, se da una conciencia del valor absoluto y universal de las reglas de creación poética, que derivan o se infieren del arte clásico, de los moldes trascendentales del mundo grecolatino. Este arte plantea modelos estéticos universales, a los cuales los nuevos temas deben adecuarse. En el neoclasicismo, los modelos dramáticos fueron Esquilo, Sófocles, Eurípides, Aristófanes, Séneca. Sin embargo, el neoclasicismo no podía eludir el contexto político en que se regulaban sus normas: se basaba en la concepción clásica del arte y la estética desde la perspectiva del poder político absolutista y de sus formas de control social y cultural. En el Arte Poética (1674) de Pierre Boileau y en La Poética (1737, 1789) de Ignacio de Luzán están expresadas las directrices formales de la estética del arte literario neoclásico, basado en los postulados de Aristóteles y Horacio, así como en la crítica de los escritores, poetas y dramaturgos de las tradiciones literarias francesa y española del renacimiento y barroco63. 63 La teoría neoclasica del arte poética, por ejemplo, planteó las bienséances y la propuesta de las unidades dramáticas (lugar, tiempo y acción) cuyo ceñimiento por parte del artista era practicamente obligatorio para que el producto estético sea validado como artístico. Sabemos además que el romanticismo reaccionó contra esta estética. El neoclasicismo se gestó en diferentes artes entre el siglo XVII y XVIII, básicamente en Italia y en Francia; en este último país, en el arte dramático y lírico en autores como Corneille, Molière, Racine, LaRou-chefoucault, La Fontaine, Boileau-Despráux, etc. El Arte Poética de Pierre Boileau se ha considerado en los estudios literarios como un texto fundacional de la estética literaria neoclásica. La recepción de esta concepción francesa fue de menor impacto en España según expresa una vertiente de la crítica española. En

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La crítica literaria peruana sostiene consensualmente que el neoclasicismo español fue el principal influjo literario en la literatura peruana de fines del XVIII e inicios del XIX. Respecto de la influencia del movimiento de ideas en los autores peruanos del periodo ocurre similar opinión, en lo relativo a su pertenencia ideológica al movimiento conocido como ilustración, resultando de este modo casi equivalentes los términos ilustrado y neoclásico. Algunos críticos españoles sostienen que el neoclasicismo de ese país fue influenciado por Francia; y otros, en cambio, que fue más bien una corriente con influencias propias que consideró el modelo de los autores clásicos renacentistas españoles (Garcilaso, Fray Luis de León, Fernando de Herrera, etc.), y por ello, el neoclasicismo sería un “nuevo clasicismo español”. La estética neoclásica, como se ha destacado, se gestó en un contexto sociopolítico de absolutismo o despotismo ilustrado, incluso fue parte de un conjunto de medidas políticas reformistas (borbónicas) abocadas a redirigir la cultura y las artes. En un primer momento, en España, cuando la rama borbónica accedió al trono, luego de la guerra de sucesión española, se experimentó el influjo del arte literario francés. Sin embargo, como también se sabe, esta nueva estética fue seguida minoritariamente por una escasa elite de artistas e intelectuales. Al llegar ese influjo francés a la literatura peruana colonial, en tiempos del virrey Castelldosrius, se le denominó afrancesamiento y afrancesados a sus cultores. Esta es la calificación otorgada por la crítica literaria a los elementos estéticos resaltantes por el influjo o la conexión con el arte francés de obras y autores peruanos del periodo como Pedro Peralta Barrionuevo y Francisco del Castillo, el ciego de La Merced. Según García Mercadal (1943), el neoclasicismo español se dirigió en España, se mantuvo la estética barroca de mayor aceptación popular, mientras el neoclásico fue un movimiento minoritario que incluso fue rechazado por el público receptor. A ello se debe que dentro de las reformas culturales de las me¬didas de los gobernantes de la dinastía borbónica hayan luchado contra una resistencia del pueblo por el nuevo arte neoclásico bien entrado el siglo XVIII. Cuando las medidas reformistas borbónicas, políticas y económicas, se fueron consolidando, en el aspecto cultural y artístico iba ocurriendo el mismo fenómeno de imposición de formas artísticas. Entonces apareció la Poética de José Ignacio de Luzán. Sobre este texto de reflexión estética, se ha sostenido que no fue dominante en España y solo fue bien recibido y practicado por un grupo de escritores ilustrados entre ellos los que están Nicolás Fernández de Moratín y su hijo Leandro Fernández de Moratín.

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un inicio, apoyado por Carlos III, principalmente al teatro, el cual tomaba la herencia francesa dramática, no encontrando en la escena buenos auspicios. La primera escuela neo-clásica participó en eventos poéticos desarrollados en Murcia como las justas de San Luis Gonzaga y San Estanislao de Kotska, en 1727. Incluso en la literatura española los nombres de aquellos poetas son de menor relevancia. El apoyo de los reyes a la reforma del teatro se convirtió en una guerra contra las piezas barrocas. Nicolas Fernández de Moratín –al ver que sus obras dramáticas compuestas “con todo el rigor del arte” no eran aceptadas por el pueblo–, calificó al antiguo teatro español barroco de “escuela de la maldad”, “espejo de lascivia”, “retrato de la desenvoltura” o “academia del desuello”. Del mismo modo su hijo Leandro Fernández de Moratín, apoyado por la corona, conformó una comisión de teatros promoviendo que la autoridad regia considerase en calidad de “conspiradores contra las leyes del Estado” cualquier autor u obra que no acatase las medidas establecidas por este organismo. Debe recordarse que Moratín hijo formó parte de los funcionarios españoles de Napoleón cuando este invadió España, este grupo era conocido también como los afrancesados. El compro-miso determinante de la monarquía respaldando la reforma borbónica del teatro fue clave para la constitución del neoclasicismo: por Real Cédula de 9 de junio de 1765 se prohibió la escenificación de autos sacramentales y las comedias de asunto religioso, propias de la serie barroca, procediendo incluso con el cierre de los establecimientos que no acatasen la medida. El neoclasicismo en España adquirió “un carácter de absolutismo, de despotismo, de impulso antibarroco, adquiriendo significación política” (García Mercadal 1943: 80)64 . El neoclasicismo se identificaba con el calificativo de “el buen gusto”. En la Breve Descripción en honor de Baquíjano, José Antonio Miralla juzga el valor de “el buen gusto” creando una conciencia poética popular, 64 Debe recordarse por ejemplo la relación con el poder político de teóricos del arte literario como Boileau-Despráux (1636-1711), quien era considerado el “legislador del Parnaso”, además miembro de la Academia Francesa, historiógrafo oficial del rey Sol, Luis XIV, monarca que le otorgó una pensión económica anual; y de Ignacio Luzán (1702-1754), principal teórico del arte literario, concebido dentro de la Era Borbónica, escribió además en la misma línea estética Razonamientos sobre la poesía (1728) y Sueño del buen gusto (1729).

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sentimental y liberal constitucionalista, opuesta a la estética que asocia a la suntuosidad, “el fausto”, “la magnificencia” y el “estéril luxo”. En una apreciación de conjunto, no es posible desasociar del todo un formato vinculado a las partes convencionales del género barroco: la tradicional impresión de los sentidos producida por la puesta en escena de los recursos ornamentales y dramáticos que estimulan la subjetividad o afectividad del observador o receptor, dándole la espectacularidad y emotividad tradicionales a la fiesta colonial. Al respecto, Campos y Fernández de Sevilla expone que esta tendencia efectista –ubicable además en la Breve Descripción– era propia del barroco: “El barroco habla a los sentimientos y se mueve entre los afectos” (2012: 76). La apelación a los afectos y sus manifestaciones populares o masivas frecuentemente iban contra el arte poética del neoclasicismo. El paradigma neoclásico promovido por el poder absolutista borbónico en Francia y España, según se ha expuesto, trató de imponerse a través de una serie de medidas concretas dirigidas al cambio de los gustos artísticos populares, especialmente dedicando sus esfuerzos a la reforma del teatro. Ese mundo espiritual de la colectividad –festivo, carnavalesco–, cuya expresión máxima era la fiesta barroca de los sentidos y afectos populares, era de algún modo postergado por el canon neoclásico que definía al barroco como una manifestación externa del mal gusto, contraria a la razón y al objetivo didáctico que planteaban política y estéticamente el absolutismo y el neoclasicismo. El formato de las breves descripciones demuestra su flexibilidad al comportar en su escritura la permanencia de las formas tardías barrocas y las expresiones censuradas del arte popular, pero permitiendo a la vez la incorporación de elementos ideológicos y estéticos de nuevas series literarias, así como el influjo del movimiento de ideas expresando contenidos del despotismo ilustrado, el reformismo, la ilustración, el liberalismo constitucionalista gaditano. En la Breve Descripción, el narrador del relato festivo hace directa referencia a la confrontación ideológica de estas poéticas, al buen gusto y a la suntuosidad de las fiestas lujosas, vinculadas al derroche y al poder tiránico, y en términos concretos, opuestas al espíritu popular que desea consagrar elogios sinceros al hombre virtuoso y sensible constituido por Baquíjano: “Bien pueden otras Naciones regocijarse con fiestas mas suntuosas, en las que el buen gusto compita con el fausto y la magnificencia; pero jamás el estéril luxo podrá ser comprado con estos placeres 143


animados y patéticos. Los tiranos pueden gozar de aquellas: estos solo se consagran al hombre verdaderamente virtuoso. ¡Dichoso aquel á quien el Cielo ha dado un corazón sensible. y conoce todo su valor al disfrutarlos!”. En síntesis, toda esta disposición técnica de la poética discursiva y las cargas semánticas, diferentes y opuestas al modelo neoclásico, se presentan aún en la interpretación del lector más alineadas a la tradición más popular de cuño barroco, o barroquista, que pervivió durante las últimas décadas de dominación colonial. No obstante, se suma a ello un abierto lenguaje liberal que destaca los principios jurídico-políticos de los textos constitucionales difundidos en la sociedad virreinal tanto por vía periodística facultada por la libertad de imprenta como por mecanismos comunicativos orales que dan cuenta del surgimiento de las opiniones populares y públicas respecto a las ideas político-constitucionales en distintos espacios sociales, cuyos actores no lo expresan de modo unívoco sino más bien según sus propias competencias comunicativas y campos de experiencia de manera polisémica. De esto es reflejo el discurso literario en la Breve Descripción. En lo relativo, a la llamada retórica de los afectos, planteada en el barroco, esta tiene su sucedáneo en las concepciones ilustradas y los sistemas de pensamiento no oficiales de los siglos XVIII y XIX. Esta modalidad retórica es compartida también con los programas románticos emergentes y especialmente con la poesía popular patriótica del contexto de las guerras napoleónicas. Para el caso americano, Ángel Rama sostiene que la poesía popular en el proceso emancipatorio tendió a “la celebración emocional y al arrebato más libre” (1975: 93). En algunos discursos ideológicos de la época, la razón –aspecto dominante que dio nombre a ese tiempo– era complementada por la dimensión subjetiva humana. En la filosofía masónica que es coetánea a los distintos discursos sociales de ese proceso, el nivel afectivo, emocional o sentimental del ser humano constituye una vía de acceso al conocimiento. Esta es una forma especial, valiosa y complementaria de la vía racional. La traducción de la cita clásica de Tito Livio en la Breve Descripción cuyo aporte paratextual es guía de lectura para los textos, destaca una dimensión humana espiritual que es universal y atemporal: “Nunca se presenció tanta efusión de alegría / Y por muchos días la gracia y reflexión”. 144


José Antonio Miralla mantiene a lo largo del relato la tonalidad emotiva, que puede llevar del más exacerbado arrebato de alegría al más intenso efecto de tristeza y orfandad. En el nivel emocional ocurre una gradación, cuya afección y emotividad alcanza también a las masas populares y la vía de afección o de empatía social es la forma del espectáculo festivo. La masa popular es conmovida por el sentimiento de satisfacción al ver a un compatriota alcanzar una posición encumbrada y decisiva de poder político: “Los excesos del júbilo popular, y la uniformidad en todas las Clases, son los garantes mas seguros de la sinceridad de Sus sentimientos, y el triunfo mas completo de la virtud”. La efusión de los afectos es en buena cuenta un tópico de las breves descripciones en general. En el relato dedicado por las fiestas celebradas en Valencia a la beatificación de Juan de Ribera se puede leer la misma orientación subjetiva: “… un Pueblo tan deseoso de expresar la alegría de sus corazones…” (1797: 4). En la descripción dedicada a Baquíjano, el narrador se expresa de manera similar: “En todas las arengas se (…) una sencillez majestuosa y sentimental, no por los adornos del arte que la prisa no les dejaba vestir, sino porque son siempre enérgicas é interesantes las producciones del corazón…”. En otra parte expresa: “Oh! quanto es el poder del júbilo sincero, quando se entrega el corazón á sus afectos!”. El sentimiento colectivo en el ambiente liberal constitucionalista se vertía por medio del espectáculo tradicional festivo, el cual movilizaba y concentraba a las grandes masas virreinales en el espacio social inmediato de la ciudad: en la vía pública. Una razón política del antiguo régimen sobre el rechazo a las aglomeraciones, a los júbilos populares y a las manifestaciones de la masa –de incidencia además en el mundo europeo de los siglos XVI, XVII y XVIII– era el posible efecto de sediciosidad contra el poder político, pues estas concentraciones masivas podían convertirse en una ocasión idónea para el disturbio social contra el orden monárquico y una provocación para el enfrentamiento civil, por parte de grupos proscritos por el gobierno. Sin embargo, en la Breve Descripción, el buen gusto neoclásico, el preciosismo retórico, la perfección formal, ceden paso a un tipo de escritura más bien exenta de adornos, de escasez de recursos figurativos y de fórmulas poéticas recurrentes. Se configura una poética básica en que se tiende a las formas populares y la tendencia efectista de la modalidad ora145


toria. El efecto de dramaticidad e intensidad subjetiva tiende a enfatizarse en la recepción del público. En resumen, el relato de la Breve Descripción desarrolla características que teóricamente contrarían los postulados principistas de la estética neoclásica, establecidos en los textos referenciales de Boileau o Luzán, del mismo modo ocurre con las propuestas planteadas por la crítica literaria. La narración de Miralla intensifica el lenguaje de la subjetividad cuando es abordada en la expresión popular y en los sujetos sociales de esta extracción: “En la puerta de aquel artesano choca demasiado fuerte el aire, y no deja leer fácilmente lo que ha escrito; mas la curiosidad lo vence todo: dicen los mal formados caracteres: Viva mi paysano Baquijano Padre de los pobres! Qué expresivo es el lenguaje del que escribe lo que siente!”. Frente a estas experiencias sociales de expresión de un nuevo léxico político basado en los afectos y en la libertad de expresión, la literatura virreinal del periodo aún se lee en un formato –las breves descripciones– que no cancela del todo los elementos tradicionales y acepta en simultáneo la presencia de elementos contaminantes, ajenos a la conciencia ideológica del neoclásico convencional como es el discurso liberal constitucionalista aportado por el proceso político de las Cortes de Cádiz. Atendiendo a la procedencia del vocabulario político, en el panorama internacional, el ejercicio del poder monárquico y virreinal se encuentra en una crisis de gobernabilidad como producto de los conflictos sociales y militares locales e internacionales. Esta situación aporta referentes, temáticas, léxico y contenidos ideológicos en general a la mayoría de discursos políticos de la época, hallándose muchos de estos en posición conflictiva entre sí. Sobre los productos poéticos populares que se gestaban en Europa y América, debido al contexto de invasión napoleónica, se hizo masiva esta producción lírica de resistencia patriótica frente al invasor francés. Fueron básicamente los reinos invadidos o intervenidos los que registraron la producción de cantos de libertad frente al poder bonapartista, que se convirtió en el modelo de tiranía a ser combatida, vencida y expulsada. En América, la modalidad de contestación frente al poder, tuvo en el pasquín la misma forma de réplica ideológica. En el contexto de las guerras napoleónicas se daban similares mecanismos, entre la producción discursiva de los bandos en conflicto. Para dar una imagen 146


más precisa de esta tendencia, Napo-león Bonaparte difundió a través de una producción literaria –reglamentos, canciones y discursos (Vázquez Semadeni 2011: 180)– una propaganda ideológica de promoción de los ideales revolucionarios y de la justificación de su política intervencionista, basa-da en la lucha contra las formas de tiranía representadas por la monarquía absolutista y por la inquisición católica. En ese contexto, Napoleón difundió estos contenidos por medio de la fundación y control de logias masónicas en los territorios dominados como España. En cuanto al fenómeno de la producción poética popular en la América colonial, la inestabilidad en los asuntos de gobierno y autoridad política, desatados cuando Bona-parte llevó a cabo la invasión de España, movió a Inglaterra a la intervención armada en el virreinato de La Plata. Entre 1806 y 1807, con las invasiones inglesas del Río de La Plata, y la toma de Buenos Aires, se extendió una producción poética que usaba como referente literario esos acontecimientos militares, la reconquista y la expulsión de las fuerzas británicas invasoras por los patriotas. A esta producción se le suele denominar cancionero de las invasiones inglesas. De este modo, el fenómeno literario de la “canción patriótica” circuló en papeles impresos, en hojas sueltas y oralmente, a través de la entonación de “marchas revolucionarias en la calle, en los cuarteles, en los centros políticos, en las es-cuelas” (Arrieta 1957: 26). Entre los poetas de Buenos Aires, que habían difundido este tipo de versificación popular patriótica, estaban Manuel de Lavardén, José Prego de Oliver y otros vinculados con el periódico El Telégrafo Mercantil, Rural Político Económico e Historiográfico del Río de la Plata. Se ha sostenido que la lírica de temática patriótica se dio por una significativa influencia de poetas españoles como Manuel de Quintana65, Juan Nicasio Gallego, Juan Bautista Arriaza, Arjona o Sánchez Barbero. En esos años de invasión inglesa incluso se desarrollaron certámenes literarios, a los que se asoció 65 Manuel José de Quintana (1772-1858). En el periodo gaditano ocupó puestos en el Consejo de Regencia (1810). Fue secretario de la Real Cámara (1811), vocal de la Junta Suprema de Censura y de la Comisión de las Cortes. Durante su ejercicio en las Cortes de Cádiz, fue acusado por Antonio de Capmany de haber excitado a la rebelión a los colonos de América (Fitzmaurice-Kelly, Jaime. Historia de la Literatura Española. Buenos Aires, Anaconda, 1942, p. 335). Con el retorno de Fernando VII, fue desterrado y condenado a prisión en Badajoz durante 10 años (González López, Emilio, cit.).

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el ya citado poeta español del neoclasicismo, Juan Nicasio Gallego, con “A la defensa de Buenos Aires”66, poema referido al momento patriótico de expulsión de los piratas ingleses. Debe destacarse que este suceso se volvió un tópico poético al cual también cantó Pantaleón Rivarola, en “La gloriosa defensa de Buenos Aires”67. Este tipo de poesía generó un propio estilo, en el que por primera vez aparecía como musa poética la Patria, y al que por su simpleza68 y tendencia popular se le denominó a veces “prosaísmo” y otras “versería”69, esta última denominación fue la que le impuso Bartolomé Hidalgo. Como sostiene Ángel Rama (1975), esta musa épica y popular –cuyo máximo exponente fue Manuel de Lavardén70 – iba al auditorio público (la plaza pública) con propósito didáctico y era de ejecución oral con 66 “A la defensa de Buenos Aires”, con motivo de la segunda invasión inglesa en 1807. 67 “La gloriosa defensa de Buenos Aires” de 1807 mantiene el carácter narrativo de sus antecesores. 68 La retórica occidental a fines del siglo XVIII, cuando empiezan a marcarse los primeros atisbos románticos en Alemania e Inglaterra, sufre una reducción a elementos retóricos simples y figuras que formaron un lenguaje estan¬darizado según Tomás Albadalejo. Por otra parte, respecto al mismo desarrollo de la retórica de ese periodo, Helmut Schanze analiza la tendencia oratoria y efectista que desemboca en el sentimentalismo y dramatismo que evolucionó en los géneros literarios de la ilustración y que por el contexto histórico de la revolución francesa, el romanticismo y las guerras napoleónicas, calificaría de “retórica material entusiasta”, refiriéndose al estilo literario que planteó Jean-Jac¬ques Rousseau y posteriormente los poetas alemanes que compusieron una lírica popular con la temática patriótica de ataque a la figura del tirano Bonaparte. Un ejemplo de este efectismo sentimental oratorio de contenido patriótico está representado en Europa por los Discursos a la Nación Alemana de Johan Gottlieb Fichte, cuyo móvil político fue justa¬mente el espíritu de resistencia contra la invasión francesa de Alemania. En 1806, A. G. Schlegel exhortó a los poetas alemanes a la creación de una poesía patriótica enérgica, tomando por modelo las ideas expresadas por Fichte. 69 Sobre la modalidad lírica con características similares que cultivó Mariano Melgar, y que incluye a la poesía de tema patriótico y de vocabulario político liberal, Riva Agüero se refirió de manera general: “rima pobremente, su vocabulario es reducido y desgarbado y lo afean expresiones de mal gusto” (Riva Agüero, José de la. Carácter de la Literatura del Perú Independiente. Tomo I, Lima, PUC, 1962, p. 79). También Francisco García Calderón percibió este estilo disonante melgariano, deplorando “los defectos estilísticos, la vulgaridad y el mal gusto de algunas metáforas” (Melgar, Mariano. Poesía completa. Arequipa, UNSA, Diario El Pueblo, 1997). 70 Poeta argentino. Autor de Oda al Paraná, Siripo y Defensa de los hacendados.

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todos los elementos de ese efectismo oratorio: “La función educativa que asume la Poesía en la plaza republicana –y que habrá de heredar puntualmente el romanticismo– postula una ampliación obligada del público, aunque sin superar los límites restrictos de una sociedad burguesa urbana, lo que determinó una general simplificación de los recursos estilísticos y una invasión de los modos oratorios efectistas” (p. 93). Rama distingue tres características formales de esta poesía popular: 1° Adopción inicial de las formas literarias españolas del neoclasicismo, luego se efectúa una disociación de formas y contenidos. La forma neoclásica vinculada al absolutismo monárquico se haya en contradicción con la ideología liberal que va apareciendo en el discurso lírico emancipatorio. El neoclasicismo se convierte así en un “arte híbrido y contradictorio”. 2° Tendencia a la oratoria, debido a que el lugar de ejecución o recepción del contenido ideológico se dirige a la plaza pública. 3° Manejo de un sistema cerrado de metáforas y comparaciones, que es estático y reiterativo de frases y nombres de personajes, ideas, batallas, etc. En ese sentido, el neoclásico se sustituye por un “arte de incitación que se vincula a las arengas militares y a las consignas de acción” (Rama 1975: 93). Mientras en el virreinato de La Plata se difundía la llamada “versería” en los años de la Junta de Buenos Aires, algunas décadas atrás, Arequipa se había constituido en “centro pasquinero principal” (Bacacorzo 1975) en una coyuntura de rechazo popular contra las medidas fiscales borbónicas la cual se recreaba en el referente de las composiciones opositoras a este régimen. El Perú contaba con su propia tradición pasquinera, su propia poesía popular satírica en la que se criticaban los excesos reformistas del poder absoluto, las medidas lesivas a los intereses de los distintos sectores sociales y los métodos represivos de las autoridades y funcionarios virreinales. Se exaltaba la patria criolla y a los personajes ilustres que habían destacado de este sector social, basándose en un pensamiento de 149


reivindicación de esta clase, pospuesta por la administración colonial. Para inicios del siglo XIX y con los acontecimientos ocurridos en España por la invasión de Bonaparte, la abdicación y cautiverio de Fernando VII y la convocatoria a las Cortes de Cádiz que promulgarían la Constitución Política de la Monarquía Española, la difusión de un lenguaje liberal propagado por el proceso político y la acción pragmática de los diversos agentes ideológicos se desbordó a todos los sectores y espacios sociales, promovida por la ley de libertad de imprenta, que consistía en el derecho no solo de “imprimir”, sino también de “escribir” y “publicar” ideas políticas lo que facultaría un nutrido abanico de expresiones públicas y populares71. En este vocabulario se apreciaron términos de carácter político y jurídico, propios del debate legislativo y constitucionalista gaditano, que eran libremente usados y comprendidos por la prensa y por los distintos sectores sociales quienes podían interpretarlos sin los rigores de las argumentaciones doctrinarias. Acerca del carácter ideológicamente libre72 del uso de la terminología de la Constitución de Cádiz y las Cortes, Del Solar Rojas (2012: 722) sostiene que el texto normativo y el órgano legislativo gaditanos pudieron constituir en la recepción social una identidad hispana frente a Inglaterra y Francia, que se sugiere de dimensión internacional. Esta identidad con lo debatido y legislado en Cádiz –libertad civil, soberanía nacional, división de poderes, libertad de imprenta, derechos naturales, fraternidad, etc.– desbordan a los contenidos semánticos estudiados como característicos de la identidad americana y su identificación en la patria criolla. Cuando llegó al Perú, el recopilador José Antonio Miralla entre 1810 y 1811, la poesía patriótica ya era un fenómeno literario de importante desarrollo en Europa y en Argentina. Algunos estudiosos como Estuardo Núñez Hague, sostienen que al llegar al Perú, José Antonio Miralla difundió una serie de autores y tendencias europeas des-conocidas en estos

71 La libertad de imprenta estipulada en el artículo 371 de la Constitución de Cádiz establece: “libertad de escribir, imprimir o publicar sus ideas políticas sin necesidad de licencia, revisión o aprobación alguna anterior a la publicación”. 72 En el panorama de la historia constitucionalista occidental, la Constitución de Cádiz ha sido vista como un ejemplo de la primera oleada de “revoluciones constitucionales” [Revenga Sánchez, Miguel. “Para leer la Consti¬tución de Cádiz: algunos retos de la democracia constitucional en el siglo XXI”, en Palomino Manchego, José F. y Naveja Macías, José de Jesús (Coordinadores), cit., p. 24].

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territorios. Este tipo de producción lírica dedicada a esas vertientes y al tema patriótico debió tener incidencia en la concepción de la mentalidad poética de la Breve Descripción a través de José Antonio Miralla, quien por su propia personalidad, conducta social e ideología política no podría haberla dejado de difundir, pues se hace decisivo su conocimiento directo de los cancioneros producidos en ese contexto de las invasiones inglesas, el colapso del poder virreinal y la junta de mayo bonaerense. Miralla seleccionaría las composiciones poéticas, que tienen el lenguaje estético de valoración de la nueva musa: la Patria (Sánchez Carrión, Melgar, Arce, Corbacho). Para el año de la Breve Descripción, la difusión de esta temática era una realidad. Un puntual ejemplo es que con motivo de la jura de la Constitución de 1812, en Lima, el 2 de octubre de ese año, Bernardino Ruiz, el editor de la Imprenta de los Huérfanos, donde se imprimió el texto dedicado a Baquíjano, compuso un “himno patriótico” (Toro Montalvo 1996: 288): Venid, ciudadanos Y rendid honor al bien á que os llama La grande Nación Poco tiempo después en 1813, Mariano Melgar con la misma temática compondría la famosa “Marcha Patriótica”, aproximadamente en noviembre de 1813 (Miró Quesada 1998) o los últimos meses de 1814 (Nuñez Hague 1971). Este poema se compuso al parecer cuando la junta de gobierno de Arequipa se proclamaba contra el retorno del absolutismo de Fernando VII, debido a que este aboliera en Valencia la Constitución de 1812, disolviendo las Cortes73 y decretando el destierro y proscripción de los ex diputados gaditanos. En lo relativo a los valores liberal-constitucionales, la Breve Descripción se presentan atravesando los diversos textos: la soberanía, la fraternidad, la libertad, etc. El liberalismo como abono ideológico de una serie de sistemas de pensamiento entre los que se observa, por ejemplo, las

73 Doscientos veinte diputados firmaron el Acta de disolución de las Cortes el 14 de setiembre de 1813 (Varela Suanzes-Carpegna, Joaquín, cit., 2012, p. 13).

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principales teorías políticas y filosóficas de la ilustración, así también constituía una parte de las frases, imágenes y tópicos retóricos del léxico propagandístico de Napoleón Bonaparte y de la masonería que impulsó en España, como también lo fue del lenguaje insurgente de los revolucionarios y reformistas americanos. En materia masónica, uno de esos valores del liberalismo, la fraternidad, valor distintivo históricamente por estar formulado en sus documentos canónicos, era un componente ontológico y axiológico de los fines de las logias durante la ilustración, a través del tra-bajo de las virtudes y el perfeccionamiento de la humanidad (Ferrer Benimeli 2008). La fraternidad masónica o “centro de unión” (Anderson 1723) es un vínculo espiritual un tanto más profundo filosóficamente que el sentir ordinario, y una forma de conocimiento “que nos reintegra a la auténtica identidad de nuestro ser, es decir, aquel que nos da la posibilidad de recordar (en el sentido de la ‘reminiscencia’ platónica) qué o quiénes somos realmente, cuál es nuestro destino y la razón misma de nuestra existencia” (Siete maestros masones 2003: 190). En la Breve Descripción, el sentir colectivo que promueve la fraternidad se extiende hacia un tipo de convivencia armónica que ha superado cualquier conflicto de intereses sociales o políticos: “Mas en medio de este bullicio placentero no se notaba la menor alteración ni disturbio: parecía que el espíritu de sagacidad y mansedumbre que animan al Sr. Baquíjano se había difundido en este pueblo dócil que no respiraba sino fraternidad y complacencia”. La fraternidad de la que habla la masonería es una comunión de “ideales tendencias y aspiraciones” que persiguen el apoyo y socorro mutuos, en sentido material y moral, el cual se alcanza mediante el trabajo en logia (Nieto 2007: 28-29). El imaginario de la fiesta virreinal, recreada en la Breve Descripción, presenta valores ideológicos focalizados en distintos paradigmas estéticos (barroco, ilustrado, afrancesado o neoclásico) y en el léxico de diversos programas políticos (reformismo, liberalismo, constitucionalismo, etc.). Una de las ideas en que coinciden el reformismo borbónico, la ilustración y el liberalismo es el proyecto educativo de instruir a las masas populares. Este aspecto está presente también en el discurso liberal masónico74, en el proyecto político de educar a las masas alcan74 Para Francisco José del Solar Rojas, el influjo masónico en la elaboración de las Constitución de Cádiz de 1812, se dio por los diputados miembros de las logias masó-

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zándoles la ciencia y ejercitando mediante ellas la razón humana. En el discurso oratorio del marqués de Casa Calderón, rector de la Universidad de San Marcos, que se ubicaría al parecer dentro de los cánones de la ideología ilustrada, este reflexiona sobre la política española, destacando la relación del poder imperial con la elección y gestión de los nuevos funcionarios: “sin que la absuelva el fastuoso aparato de la Corte, ni debilite el tiempo y la distancia”. El marqués de Casa Calderón representaba el papel directivo de la institución académica, era el portavoz oficial de esta y su valoración ideológica y cultural era nuclear para consolidar a Baquíjano en el terreno intelectual, correspondiéndole a él destacar las competencias políticas, jurídicas y científicas necesarias para el cargo de consejero recién obtenido. El papel crucial de Baquíjano sería plantear propuestas de solución ante el estado de crisis de la autoridad regia española y la invasión e intervencionismo político de Bonaparte. Ello se lograría con la “luz” de los consejos (“Su claridad la luz de tu consejo”, “De luz y bondad lleno”), el arte y la “ciencia” de Baquíjano (“posee felizmente la ciencia…”, “… por tu ciencia has logrado / De la nación el aprecio”, “Y altos laureles á tu sien preparan / Artes y ciencias”). En el discurso criollo de los siglos XVI-XVIII, la Universidad y sus máximos intelectuales era la expresión del orgullo localista en contra del discurso de discriminación de los criollos frente a los españoles peninsulares. Sin embargo, la creación ideológica del discurso criollo que cuenta con el argumento justificatorio del rol cultural e identitario de la Universidad –del cual han teorizado un grupo significativo de estudiosos–, parecía omitir el proceso de gestación histórica de las tendencias políticas universitarias, observables en las etapas atravesadas por la Universidad –muchas de ellas de desencuentro más que de modélica uniformidad ética–, en que se apreciaban situaciones de facto como la injerencia política del virrey y la Iglesia, el conflicto permanente por la conducción de la universidad por las autoridades y catedráticos75, el enfrentamiento ideológico por la

nicas de los ritos de York y Escocés; sin embargo, considera que –sobre este punto y la injerencia en materia de filosofía y principios masónicos en las primeras constituciones hispanoamericanas y en el desarrollo de la historia constitucionalista– haya autores que niegan o desconocen esa relación (DelSolar Rojas, Francisco José, cit., p. 721). 75 En el caso de otras universidades virreinales, se reprodujeron cuadros similares por el control de las activida¬des administrativas y pedagógicas, o el predominio de un centro de estudios sobre otro sustentado en motivos ideológicos al parecer de incidencia académica y administrativa. Entre ellas, la pugna entre la Universidad jesuita del Cusco

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reforma de los estudios que oponía el plan educativo escolástico al de la tendencia ilustrada y de promoción de ciencias útiles, del cual el mismo Baquíjano fue protagonista frente a Villalta. En el entorno que recrea la Breve Descripción, la universidad y sus distinguidos representantes destacan la labor que ejercerá Baquíjano llevando las luces de América a la Península oprimida, actualizando la idea de la valía intelectual del personaje que tiene el trascendental rol de “salvar” a la monarquía española. En los textos oficiales, el tópico laudatorio del gobernante virreinal tenía una dimensión cultural que consistía en promover la ilustración de la sociedad colonial, sobre todo de los grupos indígenas no evangelizados. Por ejemplo, el virrey cumplía socialmente este rol cultural o educativo en los elogios, estimándose como un difusor de la cultura y la educación. El virrey patrocinaba las actividades de las instituciones culturales coloniales e impulsaba los programas educativos y catequísticos. Entre las instituciones que contaban con su auspicio figuran la Universidad de San Marcos y los colegios o seminarios. No obstante, a diferencia de Baquíjano, en este texto en el cual accede al cargo de consejero tanto por sus cualidades morales e intelectuales (bondad, integridad, etc.) como por el respaldo popular, la relación mando-obediencia que se establece entre el gobernante y el funcionario virreinal en el Elogio del virrey Jáuregui, reflexiona más bien sobre cualidades y condiciones del electo funcionario que pueden ser instrumentalizadas por la política imperial –idea anti-humanista–, además de no estar exento de la corrupción y otros riesgos de la corte. Algunas de las metáforas liberales del texto tienden a coincidir con las figuras del imaginario festivo colonial, entre ellas, la antítesis entre luz y oscuridad. La ideología liberal y la ilustración usaron análogo lenguaje alegórico. La masonería bonapartista representaba al caos y a la oscuridad, a la tiranía, la superstición y la ignorancia en el despotismo borbónico y en la inquisición católica. En la imagen de la descripción dedicada a Baquíjano se configura de la siguiente forma el espacio nocturno, caracterizado por el sema tinieblas: “¡Oh noche! tu negro manto no servirá creada el 2 de febrero de 1622 por Real Cédula de Felipe IV, y la oposición a ella de San Marcos, el Cabildo Eclesiástico y el Seminario San Antonio Abad, seguida del surgimiento de la rivalidad entre los estudiantes de este último seminario y los de aquella universidad jesuita.

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para encubrir los delitos del hombre, tu debes publicar las glorias del benemérito de la patria: tus tinieblas vencidas por la claridad forman una sencilla alegoría, y presentan al merito triunfante de la envidia”. Del mismo modo, el efecto sensitivo de la antítesis luz-oscuridad, está asociado a otros, como el éxtasis de los sentidos: “El repique de las campanas conmovía los edificios, la explosión y ruido de la pólvora purificaba y estremecía la atmosfera, la harmonía de una escogida música deleitaba la imaginación y los sentidos, y los bárbaros y rudos instrumentos orientales con sus groseras pero enérgicas canciones formaban el mas sorprendente contraste. Lima se había convertido en día por la general iluminación”. La concepción tradicional de la fiesta a inicios del siglo XIX y principalmente en la Breve Descripción de 1812 consiente la terminología liberal del escenario político próximo, re-presentado por la labor normativa de la Junta Central y las Cortes de Cádiz. El proyecto liberal criollo en 1812 que encabezaba José Baquíjano y Carrillo alcanzó su punto máximo con la coyuntura política de las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812. En el texto de la Breve Descripción se alude por medio del lenguaje literario a la semántica e ideología del liberalismo, configurando la forma constitucional de la monarquía española. Para José de la Puente Brunke, Baquíjano era una de las más importantes figuras del partido liberal. Según este autor, el otro bando político limeño estaba integrado por la posición patriota de José de la Riva Agüero y el Conde de la Vega del Ren. El partido liberal, según varios estudiosos, era fidelista en cuanto aceptaba a la monarquía, con la que no deseaba una ruptura sino solo una reforma política. Pero el mismo bloque ideológico de diputados liberales era visto por los realistas en Cádiz como defensores de los representantes franceses de la Asamblea de 1789 en cuanto a la agenda política de la soberanía popular y la concepción de la separación de poderes orientados a convertir las Cortes en unicamerales en el nuevo Estado español (Varela Suanzes-Carpegna 2012: 14). Sobre estas directrices, en el virreinato pe-ruano, el liberalismo fue el sustrato ideológico tanto de la vertiente fidelista que representaba el partido político liberal limeño como del partido patriota. Sin embargo, el liberalismo constitucionalista basó el poder político en una concepción peculiar de la soberanía del pueblo español76, concepto 76 No solo el bloque liberal manejaba una doctrina de la soberanía. Así también el bloque realista sustentaba una posición sobre la soberanía basada en la teoría de Suárez

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que se depositaba en la representación de todos los españoles –peninsulares, indígenas, mestizos, criollos, libertos– en las Soberanas Cortes, aun cuando la Constitución se jurara en nombre de Fernando VII a quien se reconocía rey de España, pero limitándose sus actos por el encierro al cual lo había reducido Napoleón Bonaparte. En ese sentido, el texto constitucional fue promulgado en nombre de Fernando VII, a quien se seguía reconociendo rey legítimo de España, siendo representantes en su ausencia las Cortes extraordinarias. Como sostiene Rodríguez Fernández (2012), la promulgación de la ley gaditana tuvo entre sus principales razones el rechazo a la invasión napoleónica, el intervencionismo político de Bonaparte, la imposición de un rey ilegítimo, Jose I, y la aprobación de un Estatuto en Bayona (1808). Sin embargo, las Cortes desconocieron los actos de Fernando VII en cautiverio, y los anularon debido al temor expreso de que el monarca firmase un acuerdo o pacto secreto con José I (Varela Suanzes-Carpegna 1983: 335-336), maniobra bastante frecuente entre la administración borbónica española y el gobierno bonapartista77. El lenguaje liberal de los diputados gaditanos acudía a la terminología constituyente francesa, a tópicos planteados del iusnaturalismo racionalista como estado de naturaleza, pacto social, derechos naturales, pero enfatizaba las ideas de la soberanía popular y división de poderes de un “supuesto liberalismo medieval español”, etapa de justificación doctrinal en la cual coincidían tanto realistas como liberales (Varela Suanzes-Carpegna 2012: 14). El lenguaje liberal de la Breve Descripción es paralelo a la visión expuesta por la filiación americana en las Cortes de Cádiz, en una diputación que presentaba principalmente 14 diputados, y en que se reconocía ideológicamente “principios procedentes de la escolástica española y el derecho de Indias con principios revolucionarios, por ejemplo de Rousseau, a lo que debe añadirse el influjo de algunos iusnaturalista holandeses y alemanes, sobre todo de Grocio y Pufendorff” (Varela Suanzes-Carpegna 2012: 15). El texto virreinal recopilado por Miralla nos proporciona una polisemia política78 por el uso social y los giros sobre la translatio imperii que consistía en un régimen político de equilibrio entre el Rey y las Cortes (Varela Suanzes-Carpegna, Joaquín, cit., 2012, p. 14). 77 El pacto de Fontainebleau (27 de octubre de 1807) entre Napoléon y el ministro Godoy significó, por ejemplo, la alianza militar francesa y española para la invasión y la repartición de Portugal. 78 Uno de los términos polisémicos de la Constitución de Cádiz es la “justicia” y

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semánticos que le imprimen los sujetos del discurso; esta característica polisémica es conforme a la amplitud de la naturaleza doctrinaria del liberalismo político, anteriormente descrito. No de otra forma podríamos entender que un término como “Filósofo” que era caro a los ilustrados como Voltaire y Federico de Prusia, para el discurso antimasónico de Agustín Barruel sea un calificativo vinculado a las sectas heréticas dispuestas contra la religión y los reyes; y en la Breve Descripción sea el denominativo de Fernando VII y del propio Baquíjano. Pero este término ciertamente desconcertante, según refiere César Vidal Manzanares (2005: 59 y 95) fue usado por algunos masones como Giacomo Girolamo Casanova en el momento de su muerte –“He vivido como un filósofo y muero como un cristiano”–, o para calificar al propio Napoleón y su hermano José I, rey de España: Napoleón era “el emperador Filósofo” como también lo era su herma-no, el intruso José I del que se afirmaba en las logias: Viva el rey filósofo Viva el rey clemente Y España obediente Escuche su ley. Por lo expuesto, un aspecto del fenómeno ideológico lo constituye el liberalismo y sus conceptos doctrinales; y otro, el lenguaje constitucional que se aprobó en la Carta Magna y demás legislación de las Cortes gaditanas. El contenido y la expresión lingüística de la normativa estaban basados en principios políticos que surgieron del debate de los asuntos sociales concretos sobre los que se legisló, entre ellos, la soberanía nacional79, la división de poderes80, la libertad civil, la propiedad, la libersus derivados, que no se definen como valores constitucionales en sí (Ruiz-Rico Ruiz, Gerardo, cit., p. 476). 79 El artículo 3 de la Constitución de Cádiz establece el principio de la soberanía nacional del siguiente modo: “La sobera¬nía reside en la Nación, y por lo mismo le pertenece exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales”. 80 La justificación del principio de división de poderes está planteada en el Discurso preliminar de la Constitución de Cádiz y en los artículos 15 al 17. Sobre este principio el Discurso preliminar señala: “La experiencia de todos los siglos ha demostrado hasta la evidencia que no puede haber libertad ni seguridad, ni por lo mismo justicia ni prosperidad, en un Estado en donde el exercicio de toda la autoridad soberana esté

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tad de imprenta que era a su vez libertad para publicar y escribir ideas políticas, la igualdad de los derechos ciudadanos para españoles y americanos, la abolición de tributos y de regímenes de trabajo, la anulación de pruebas de nobleza para ingresar al ejército, la abolición de la tortura en los juicios, el derecho al juez predeterminado por la ley o a dirimir contiendas mediante jueces árbitros, la inviolabilidad de domicilio, la abolición de la trata de esclavos, las libertades de industria, comercio y trabajo, la desamortización eclesiástica o la parcelación de los bienes de propios, realengos y baldíos, la abolición del Tribunal de la Inquisición, etc. La conciencia ciudadana virreinal hasta entonces forjada en el escenario socioeducativo y la mentalidad de la monarquía absolutista da paso gradualmente a una experiencia ideológica de aprendizaje social y lingüístico de esos recientes contenidos constitucionalistas, claro está según las formas de difusión periodística que reproducía ese lenguaje en tendencias de la cultura política liberal y sus estilos retóricos, las posibles limitaciones de esa difusión por el poder oficial encarnado por el virrey Abascal y las competencias y experiencias sociocomunicativas del público virreinal que ensayaba su propia comprensión. Por ejemplo, el concepto de Monarquía mismo se identificó en Cádiz con el de Nación que estaba formada por todos los españoles y americanos de la península y de los territorios de ultramar quienes formaban un “cuerpo moral”. En ese orden, apelativos populares usados en la Breve Descripción como “Padre de la Patria”, eran extendidos en los actores sociales por la comunicación pública, por la reciente instrucción política en materia liberal constitucionalista promovida por los diarios limeños. Si bien este apelativo había sido de uso convencional en la cultura política y en los discursos literarios, puesto que en el Elogio de Carlos III (1788), Gaspar Melchor de Jovellanos –diputado afiliado a la ilustración, el liberalismo y al sistema parlamentario británico en las Cortes de Cádiz– califica a este rey de “ʻPadre de la Patriaʼ que había combatido la ignorancia y la deca-

reunido en una sola mano”. El artículo 15 dispone la función del poder de legislar en las “Cortes o Representación Nacional”: “La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con el Rey”. El artículo 16 establece la función ejecutiva “del Rey o de la dignidad real”: “La potestad de hacer executar las leyes reside en el Rey”. Por último, la función judicial “De los Tribunales, y de la Administración de Justicia en lo Civil y Criminal” es estipulada en el artículo 17: “La potestad de hacer executar las leyes en las causas civiles y criminales reside en los Tribunales establecidos por la ley”.

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dencia asegurando ʻla abundancia y la prosperidadʼ mediante la difusión de ideas, ciencias, artes y comercio”81; sin embargo, para esta etapa en que se difunde el discurso liberal, se aprecia en la amplitud del uso una tendencia democratizante que convierte formas figurativas de este vocabulario en patrimonio ideológico de las masas –creando al parecer a partir de la difusión de un maremágnum de discursos liberales distintas identidades cívico-políticas por la apropiación lingüística e ideológica en cada actor o grupo social–, y en lo sucesivo en formas retóricas protocolares del discurso patriótico. Se otorga el calificativo de “Padre de la Patria” a Baquíjano –en los poemas que se le dedicaron se convierte en un tópico (“Al padre de la patria verdadero”, “fuiste proclamado de la patria por padre”)– y a los diputados peruanos en Cádiz –por ejemplo para el fallecido Morales y Duarez–82. En los poemas más simples de autoría anónima el uso del lenguaje liberal iba acorde con la comprensión comunicativa de los sectores sociales populares. Gracias a la Breve Descripción, podemos apreciar que en las composiciones literarias de los distintos autores se había extendido un uso independiente y popular de la terminología constitucional de Cádiz en el habla urbana, sin ningún tipo de doctrina jurídico-política fija que precise sentidos únicos y exclusivos a estas voces o frases, las cuales eran sentidas e interpretadas según la pragmática propia de los grupos sociales, sus propias competencias comunicativas y las experiencias subjetivas del público virreinal. Este empleo democratizante del nuevo lenguaje –que nos sugiere que la primeras formas de conciencia independentista se hallan en la libertad lingüística o en la libertad de expresión política por medio de los discursos sociales como la opinión popular o pública y la creación literaria–, se vio favorecido por la difusión que hacía de él la prensa surgida por la libertad de imprenta en 1810 (Ortenberg 2012), generando asimismo espacios de socialización política83 no vistos antes en la colonia. El lenguaje liberal 81

Entin, Gabriel, cit.

82 El lenguaje liberal servía también para plantear la moderna teoría de la representación que se apreciaba en Cádiz con la elección por los cabildos de diputados. La base del pensamiento liberal inglés fue la propuesta de John Locke, Thomas Smith, Robert Filmer, William Blackstone y Edmund Burke (Miro Quesada Rada, Francisco, cit.). 83 Günther Behrman señala que la socialización política está dada por “aquellos procesos en los que los cono¬cimientos, creencias, sentimientos, valores, normas y símbolos, que orientan, regulan e interpretan el comporta¬miento político son transmitidos por los agentes de la socialización a los sujetos de ella, quienes los aprenden y, en parte,

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constitucionalista se usaba a su vez para estimar un balance histórico, para plantear implícitamente una crítica contra los tres siglos de dominio español, por ejemplo, en la silva de José Sánchez Carrión. De esta suerte, existen suficientes proposiciones poéticas en este texto virreinal para sustentar una oposición política a la figura tiránica del antiguo régimen y de las formas de dominio como el reinado de la dinastía bonapartista. A manera de ejemplo, casi de inmediato al retorno de Fernando VII en 1814, las manifestaciones ideológicas y estéticas asociadas al fidelismo no tuvieron mucha dificultad en reinventarse en una reacción contra la política absolutista, que en el terreno pragmático social significó no solo la cancelación por el rey de toda la obra gaditana, sino también porque se mostró contra toda expresión que recordara el constitucionalismo, el liberalismo y la masonería (Morales Ruiz 2003). Para profundizar aún más en la relación ideológica entre los discursos liberal y el masónico, Del Solar Rojas (2012: 732) sostiene que entre los criollos acaudalados de fines del siglo XVIII e inicios del XIX el liberalismo se identificaba con la masonería: “pensaban que ser liberal era también ser masón, y la verdad fue que la mayoría de liberales fueron masones y los masones de corazón, ʻen esenciaʼ, fueron liberales”. Por otro lado, la fiesta liberal de la Breve Descripción establece una configuración singular, pre-sentándose como una nueva era política. Algunos elementos asociados a esta nueva realidad gubernamental, probablemente apelan a la vez al vocabulario de los albores de la reciente tecnología industrial, expresada por ejemplo en imágenes como el globo aerostático: “a manera de un golpe eléctrico se vió brotar un extraordinario y unánime júbilo desde las clases más elevadas hasta la más ínfima plebe; todos veneraban el día más grande de este opulento imperio que por la primera vez miraba un hijo suyo influir en sus destinos”. Sin embargo, es distintiva aún la perduración de la escenografía tradicional del género, manteniendo en la descripción del desarrollo festivo la visión y representación social carnavalesca propia de la estética barroca: “El pueblo, si esa porción la más abatida pero la mas preciosa de las naciones, corre por la calle del puente á la plaza con carros y castillos de fuegos artificiales colocándolos alrededor de los que estaban ya fijos de antemano; y sobre los interiorizan” (Berhman, Günther. Socialización política. Madrid, Alianza, 1980, p. 598).

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un tablado inmediato coloca la orquesta que le acompaña: en el extremo opuesto de la plaza, los negros que habían andado por las calles desde la tarde, continuaban sus danzas africanas…”. En balance, el discurso festivo liberal demuestra su flexibilidad a vertientes estéticas distintas, y a los postulados de sistemas de pensamiento divergentes (renacentista, barroco, neoclásico, despotismo ilustrado, reformismo, constitucionalismo, liberalismo, etc.). Hasta el siglo XIX, en lo concerniente a los espectáculos oficiales protagonizados por la masonería, las manifestaciones públicas de las logias masónicas en Europa, no fueron numerosas debido a las prohibiciones de las monarquías y de la Iglesia Católica. En Inglaterra, hay ejemplos previos de procesiones masónicas que se celebraron en el siglo XVIII. En Londres, en 1737, la masonería autorizó manifestaciones oficiales, durante la toma de posesión del Gran Maestro Darnley, en que una procesión masónica muy brillante recorrió las calles de esta ciudad: “Por la mañana, los grandes oficiales se dirigen a casa del conde de Darnley; después de almorzar, se organiza el cortejo. En cabeza va el Gran Tejero con su espada flameante; siguen, en la Orden, los principales dignatarios, los Maestros de las Logias, los oficiales de las Logias y todos los demás masones” (Jacq 2004: 76). En los Estados Unidos de Norteamérica, se recuerda además el 18 de setiembre de 1793 la ceremonia masónica de colocación de la primera piedra del Capitolio en la colina de Jenkins por George Washington, ataviado con los símbolos de la francmasonería (Vidal Manzanares 2007: 138). Asimismo en Lisboa se llevó a cabo una procesión realizada por masones británicos el 27 de diciembre de 1809, por la cual el duque de Wellington, quien era masón, mostró su desacuerdo (Vidal Manzanares 2005: 98). De la misma manera, en la España controlada por Napoleón Bonaparte se desarrollaron ceremonias masónicas en las que los códigos comunicativos fueron expresados públicamente to-mando por vehículo el lenguaje retórico liberal y los simbolismos propios de los rituales de las logias. En síntesis, las mismas ceremonias masónicas en la España bonapartista se identificaban con la ideología liberal, su lenguaje y sus simbolismos. Al respecto, en las denuncias inquisitoriales planteadas contra la masonería, los testimonios de los denunciantes suelen referir ceremonias y objetos simbólicos, entre los 161


que figuran pinturas y estatuas84, trazos geométricos y explicaciones gráficas de los rituales masónicos85. Otra avanzada de la masonería, aunque al parecer opuesta a las logias bonapartistas, estaba formada por algunos diputados masones de las Cortes de Cádiz, pertenecientes a los ritos de York y Escocés Antiguo y Aceptado, los cuales “temían” ser asociados a los “afrancesados” (Del Solar Rojas 2012: 723). En el caso de la fiesta virreinal se acostumbró la disposición tradicional de arreglos arquitectónicos en la plaza mayor, las calles, las fachadas de las casas y locales institucionales que solían presentar decoraciones ornamentales diversas: iluminaciones, pirámides, estatuas, lienzos, jeroglíficos, carteles con composiciones poéticas, piras funerarias, estandartes con escudos nobiliarios, etc. Las instituciones tutelares ofrecían estos arreglos en las distintas ocasiones sociales, sobre todo cuando la festividad se asociaba a su interés político. El Tribunal de Consulado, por ejemplo, era representante de los intereses económicos de la clase criolla; en la Breve Descripción, su participación contribuye a reforzar la idea del respaldo al consejero por el sector criollo mercantil que más le había encomendado sus peticiones dirigidas a la metropoli cuando tuvo la oportunidad de viajar Baquíjano a España en dos oportunidades anteriores. Los versos breves del Tribunal del Consulado alusivos a las “iluminaciones” y el pabellón ornamentado en el edificio aledaño de motivos simbólicos explícitos como las dos columnas y el ojo de la previsión corresponden tanto a la iconología clásica difundida en el renacimiento como a las formas alegóricas del discurso liberal que tuvieron un significativo despliegue en el lenguaje revolucionario francés. También se narra en la Breve Descripción que el Tribunal de Minería dedicó una composición que se colocó en el frontis de su local. El Colegio Seminario en que se formó el limeño en sus primeros años, correspondiendo a las citadas imágenes de uso ideológico revolucionario en el proceso político francés, emplea el simbolismo del árbol (“Y es árbol que hoy le da sombra y reposo”); quizá la intervención del Colegio Seminario sea uno de los pocos elementos enunciados en el texto que hace alusión indirecta a la formación 84 Al respecto véase el juicio de herejía contra Pablo de Olavide (Núñez Hague, Estuardo. Pablo de Olavide, cit.). 85 Los procesos de 1753 contra un comerciante limeño, el seguido contra Pedro Fox en 1758 y el más conocido contra Diego Lagrange en 1773

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religiosa y por correlato a la presencia religiosa colonial en el evento liberal constitucionalista86. En algún sentido, esa presencia desapercibida ya estaba convalidando las medidas legisonoce ninguna otra relilativas de la política gaditana cuando se ejecutaría la abolición del Tribunal de la Inquisición el 13 de febrero de 1813 y en Lima se tomó el local en la plaza del mismo nombre, en que las fuentes históricas han destacado que intervinieron varios personajes vinculados a la Breve Descripción como Corbacho, Sánchez Carrión y aunque aún no se haya confirmado plenamente Mariano Melgar. Al producirse este hecho coetáneamente en México, generó opiniones adversas por parte del clero, como la formulada por José de San Bartolomé en proclamaba la confesión católica sin reconocer la libertad de religión: “La religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera. La Nación la protege por leyes sabias y justas, y prohíbe el ejercicio de cualquier otra”. Según explica Varela Suanzes-Carpegna, esta concesión de los diputados liberales al clero, a los realistas y a los “sentimientos mayoritarios de los españoles” fue para asegurar la pervivencia de la Constitución (Varela Suanzes-Carpegna, Joaquín, cit., 2012, p. 24); sin embargo, los decretos de abolición de la Inquisición y de pérdida de privilegios estamentales eclesiásticos ocurrieron poco tiempo después de la promulgación del texto constitucional. El duelo de la inquisición (1814), quien sostenía que la abolición del Santo Oficio generaría la proliferación de logias masónicas, inspiradas en la ideología revolucionaria francesa y bonapartista, y así también por el efecto de las leyes promulgadas en las Cortes de Cádiz (Vázquez Se86 Debe destacarse que la Constitución de Cádiz, tenía un matiz religioso marcado puesto que invocaba a “Dios todopoderoso” como “Autor y Supremo Legislador de la Sociedad”, “Padre, Hijo y Espíritu Santo”, y en el artículo 12 proclamaba la confesión católica sin reconocer la libertad de religión: “La religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera. La Nación la protege por leyes sabias y justas, y prohíbe el ejercicio de cualquier otra”. Según explica Varela Suanzes-Carpegna, esta concesión de los diputados liberales al clero, a los realistas y a los “sentimientos mayoritarios de los españoles” fue para asegurar la pervivencia de la Constitución (Varela Suanzes-Carpegna, Joaquín, cit., 2012, p. 24); sin embargo, los decre¬tos de abolición de la Inquisición y de pérdida de privilegios estamentales eclesiásticos ocurrieron poco tiempo después de la promulgación del texto constitucional.

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madeni 2011: 192, Ferrer Benimeli 1998: 273)87. Por otra parte, la participación femenina en las fiestas dedicadas a Baquíjano consistió en la expresión comunicativa pública de mujeres de distintas procedencias socioeconómicas, compartiendo el motivo de la celebración, aunque no siempre los mismos espacios sociales. Entre los personajes femeninos de la elite criolla limeña que declamaron sus versos en la casa del consejero, figuran la Baronesa de Nordenflycht (María Josefa Cortés y Azúa), esposa del alemán Theodor von Nordenflycht; Isabel de Orbea, dama ilustrada criolla a quien la Inquisición procesó por herejía, cuyo poema combinó el lenguaje político liberal con residuos de la poética barroca; María Josefa de Sierra y Ramírez, esposa del general Ramírez quien develó varias rebeliones y movimientos juntistas en el Alto Perú; la marquesa de Casa Conchán; y la marquesa de Casa Boza (Petronila Carrillo de Albornoz). La presencia de estas mujeres cultas del sector criollo le da a la recreación festiva una atmósfera cortesana e ilustrada. En el universo narra-tivo de la Breve Descripción, en los ambientes palaciegos virreinales, se recrean las es-cenas de los salones literarios, científicos y artísticos que servían como espacio social a las reuniones homólogas de Francia y el resto de la Europa ilustrada: “A la hora señalada empezó el baile: el Excmo. Sr. Virrey completó con su obsecuente asistencia lo majestuoso de la asamblea, y su amabilísima hija coronó el lucimiento con sus gracias y hermosura. Las Señoras y caballeros del primer orden triscan enlazados en las festivas contradanzas: en estos se muestra la destreza y agilidad, y en aquellas además compite la belleza con el adorno. ¡Qué cuadro tan delicioso!” Por otro lado, las mujeres más humildes según su propia subjetividad y cultura también expresaron durante la festividad sus sentimientos hacia Baquíjano llevándole obsequios sencillos. Entre los textos dedicados por el elemento femenino, “una pobre apasionada” le dedicó una composi87 Para Del Solar Rojas fueron aportes jurídicos masónicos a la Constitución de Cádiz, los derechos fundamen¬tales –civiles y políticos– de la Constitución francesa de 1791, la primera enmienda de la Constitución de Es¬tados Unidos de América (1791), los principios de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789) (DelSolar Rojas, Francisco José, cit., p. 732).

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ción de inspiración popular y libre de los rigores de la preceptiva formal, la neoclásica. Luego de las fechas centrales de los festejos se siguió celebrando la designación de Baquíjano hasta meses después, antes de la partida del consejero a tierras hispánicas a ocupar su puesto. Las manifestaciones populares de agradecimiento, alegría y buenos deseos se presentaban siempre en el domicilio de Baquíjano. Los últimos actos en honor del consejero se desarrollaron en el local de San Marcos en la Plaza de la Inquisición el mismo día que se celebraron en la Catedral de Lima las exequias del diputado y presi-dente de las Cortes de Cádiz, Vicente Morales y Duárez. Baquíjano y su secretario José Antonio Miralla partieron del puerto del Callao rumbo a Panamá y luego a Cuba, que fue el último lugar en que permanecieron juntos. En esta isla, Baquíjano fundaría la Sociedad Geográfica de La Habana. En 1813, el 1 de octubre se abrieron en Cádiz las sesiones de las Cortes Ordinarias convocadas por las Cortes Generales y Extraordinarias que fueron reemplazadas. El consejero llegó a Cádiz el 16 de enero de 1814. Pero el gobierno se había trasladado a Madrid, debido a la retirada de las tropas francesas que evacuaron territorios hispánicos y a la intervención aliada inglesa contra estas. El limeño juró el car-go de consejero de Estado el 14 de marzo de 1814. Según sostiene Riva Agüero, la casa de Baquíjano en Madrid fue centro de reunión de residentes americanos y de diputados gaditanos. Empero Fernando VII ya estaba libre del cautiverio napoleónico y retornaba a Madrid, para acabar en corto plazo con toda la obra constitucional realizada por las Cortes que legislaron en su nombre con el ideal de mantener la unidad e integridad del imperio español88.

88 Dentro de las medidas del retorno de Fernando VII estuvieron una real orden, fechada el 24 de mayo de 1814, de prohibición de las “asociaciones clandestinas” que “han afligido a muchos reinos del mundo” y a España, inclusive seduciendo a miembros de la Iglesia y personas religiosas con “opiniones perjudiciales a la Religión y al estado… se han dejado llevar tanto de ellas que han escandalizado a los buenos y arrastrado a muchos a tan grave mal”; y la reinstalación del Tribunal de la Inquisición el 21 de julio del mismo año, la cual puso especial cuidado en la persecución de masones y liberales gaditanos (Morales Ruiz, cit.; y Ferrer Benimeli, José Antonio. Masonería española contemporánea. Siglo XXI de España Editores, Madrid, 1980, Vol. 1, pp. 207, 208 y 209).

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León Trótsky y la Masonería

Se habrá preguntado ¿Por qué los marxistas persiguieron a los masones? Vicente Alcoseri La ideología de los Marxistas o comunistas es atea. No sólo del tipo que no cree en Dios, sino del tipo que desea destruir las religiones y las libertades individuales. Mientras que nosotros los masones tenemos un requisito y es el de que para ser iniciado masón debes creer en Dios, y en el Alma. Los masones fueron perseguidos en la Rusia Comunista , en toda la URSS , y en otros países como China , y demás países comunistas , sólo en Cuba los masones fueron tolerados, pero bajo estricta vigilancia . Cientos de masones murieron y miles de ellos huyeron a Francia. Fueron los masones perseguidos y muertos en Polonia, Ucrania y Rumania. El motivo es fácil de entender: la ideología de los masones, de combate a la tiranía, de libertad, igualdad y fraternidad, de libertad religiosa va contra todas las ideas marxistas de control de la filosofía, de la religión, de la política y de todo lo demás. La masonería no acepta ateos en sus cuadros. Esto elimina a los comunistas. Pero habrá todavía comunistas en el orden, sobre todo los que adoptan ideas de izquierda, y en logias masónicas irregulares cuyo requisito no sea el creer en Dios, o en logias

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regulares donde los ateos mientan a la hora de llenar la solicitud, donde se les pregunta si creen o no en Dios, y sencillamente contestan que sí , negando su ateísmo . El problema de estas personas es que tienen ideas de las que no conocen el contexto masónico. De ahí la necesidad de hablar sobre esto en esta ocasión. Incluso muchos piensan que la masonería es cosa de ateos y vincula al Comunismo o Socialismo. Los comunistas durante gran parte del Siglo XX persiguieron religiones, filosofías, ideologías, grupos y razas etc. y claro persiguieron masones, es verdad que ahora existe moderación, pero China sigue siendo comunista en su política y capitalista en su economía, y la masonería apenas y se tolera ahí, que no pensar en Corea del Norte. Para los comunistas, lo que importa es dominar la política y en ella permanecer implantando el socialismo. En la práctica, implantar el socialismo significa oprimir a la sociedad, esclavizándola y asesinando a los opositores políticos, a los diferentes, a los que quieren libertad, a los que se expresan libremente. Bien, el Socialismo así se convirtió eufemismo de Comunismo, pero la tendencia lo vemos en Venezuela , es exactamente lo mismo. Y todas las izquierdas ahora moderadas tienen ese germen del autoritarismo, y del control total. Porque la censura a los medios de comunicación, y a cualquier tipo de libertad de expresión, es para ellos, es una forma de dominar la política y del poder político nunca salir. Mientras que la tendencia masónica es de Libertad de expresión de las ideas, aunque muchas logias masónicas oscurantistas prohíben a sus miembros hablar libremente de religión y de política , es claro que esta es una infiltración , para que los masones ingleses , no criticaran a la corona británica o a la religión anglicana en este caso. La persecución a los masones, en el pasado, fue siempre dirigida a quienes tenían ideas contrarias al comunismo principalmente. En algunos países, como Rumania, la masonería fue prohibida desde 1948. A partir de ahí, los masones pasaron a actuar en el exterior con el objetivo de llevar de vuelta a la democracia en aquel país hasta 1989, cuando volvieron 168


a existir Logias masónicas allí. La incompatibilidad entre la masonería y el comunismo ¿Y en Rusia? Durante el Cuarto Congreso de la Internacional Comunista en 1922, fue definido que ser masón y comunista era incompatible. Claramente, fueron ellos los comunistas quienes dijeron eso, no fuimos nosotros los masones los que declaramos tal cosa, así mismo durante la dictadura franquista en España , se metía en el mismo saco a la masonería y al comunismo, seguramente en España si existían masones comunistas eso supongo. Para el Comunismo, la Francmasonería era una ideología del tipo concepto burgués, cuyos principios no coinciden con la dictadura del proletariado - eso en palabras del mismo León Trótsky Se trata de una incompatibilidad que se ha definido en el lado de ellos de los comunistas y no de los masones, pues es claro que en la solicitud que se llena a la hora de aplicar para ser masón , no se pregunta sobre sus preferencias políticas o religiosas, simplemente se pregunta si se cree o no en Dios. Si hoy hay francmasones comunistas, en muchas logias masónicas, debemos en ocasiones reflexionar si no se trata de infiltrarse con el propósito de manipular y distorsionar nuestras enseñanzas, así como desalentar la acción política por parte de los masones hacia corrientes progresistas, esa infiltración comunista sucedió en la misma Gran Logia de Cuba , donde incluso un comunista llegó a ser Gran Maestro de la Gran Logia de Cuba , con el fin de destruir a la Masonería Cubana; me refiero al caso del traidor de José Manuel Collera Vento, ahora irradiado de la Orden y de triste recuerdo, y no pienso que sea este el único caso de infiltración socialista hacia la Orden Masónica en el Mundo, el caso de Collera Vento lo he tratado ya aquí en los foros masónicos de la Internet. Por supuesto, la masonería siempre refleja un recorte ideológico del país donde opera, respetado las leyes y constituciones de cada país donde nos desenvolvemos, y claro respetando a sus autoridades públicas , a su ejército y manteniendo sana distancia de las religiones dominantes del pais 169


. Por supuesto que hay masones de izquierda. Pero, incluso los que se creen de izquierda, y que extrañamente tienen como misión combatir la tiranía, pero nunca se pronuncian contra el socialismo tiránico en Cuba o en Venezuela, tomando estos dos ejemplos que hay más . Y, actualmente, en el actual concepto ideológico de derecha y de izquierda está muy desdibujado , la izquierda no permite libertades económicas, y las libertades de experción, y acepta la destrucción de la rectitud moral. Son problemas que demuestran la incompatibilidad entre los ideales de izquierda y los ideales enseñados por la masonería. En la batalla contra la tiranía a muchos masones de izquierda se les olvidan los tiranos de izquierda , y jamás los señalan , y cuando se proclaman las frases "Libertad, Igualdad, Fraternidad" olvidan que en países socialistas esto de Libertad no existe más que en el falso slogan " Existen aunque usted no lo crea masones que realmente creen que la masonería Liberal, y que tiene más ideas progresistas liberales, ya son escasos estos masones pero de cuando en cuando aparece por ahí un masón con altos ideales de libertad, y no simulados como los de muchos de izquierda infiltrados . No hay como creer en ideas de izquierda, ya que son contrarias a los ideales de libertad, igualdad y fraternidad. Y también creemos en la rectitud moral, los masones liberales no somos amorales, ni pervertidores de sanas costumbres, es más, el conservadurismo ético en muchas logias masónicas aun subiste. Los políticos que apoyamos necesitan tener ese principio ético como base sólida. De lo contrario, también los vamos a criticar en la debida forma. El riesgo de tener infiltrados con otras ideologías en la masonería Leon Trótsky, fundador del Ejército Rojo comunista , estudió muy a fondo sobre la masonería antes de considerarla en oposición a la dictadura del proletariado. De ella de nuestra Masonería , él seguramente aprendió sobre el mecanismo de estructuración del Estado y cómo los masones manejamos el simbolismo, el arte y la filosofía para alimentar un concepto de pueblo. Pero Leon Trótsky obviamente uso este saber masónico 170


para el mal , y Stalin debió adueñarse de este poderoso saber luego que destituyó a Leon Trótsky Así, los masones deben perseguir ideales de libertad, igualdad y fraternidad, y que esos ideales, hoy, pueden ser considerados como ideales de progreso pare el pueblo. No creemos en el colectivismo que anula el individualismo, ni en la tiranía como modelo de política. Pero sabemos que hay masones con ideas de izquierda, pero con certeza luego de un tiempo comprenden el ideario progresista de la Masonería Lo que Trótsky trató de hacer, hábilmente, fue subvertir las enseñanzas masónicas, que aprendió estudiando la historia del orden, claro sin iniciarse masón, a veces pienso que fue asesorado por algún hermano masón que creyó ingenuamente en la revolución bolchevique . Leon Trótsky estudio a fondo la filosofía , la estructura, y los rituales de iniciación y en el intento de construir un nuevo concepto de "fraternidad", sustituyendo la palabra "hermano", que los masones usan en conversaciones entre sí, por la palabra "camarada" o "compañera" (en ruso Tovarisch). Los estudios de Trótsky sobre la historia de la masonería Trótsky dijo lo siguiente: Por nosotros, no estábamos preocupados por las ideas pastorales de Kant o las ideas vegetarianas de Quaker sobre "la vida humana sagrada". Nosotros somos por naturaleza revolucionarios de oposición y habíamos permanecido como revolucionarios en el poder. Para hacer al individuo sagrado, necesitamos destruir el orden social que lo crucifica. Y este problema sólo puede ser resuelto por sangre y hierro. El hombre, que reconoce la importancia histórica revolucionaria del propio hecho de la existencia del sistema soviético, debe también sancionar al Terror Rojo. Dejando claro que el comunismo tenía un aspecto revolucionario la violencia . Conocedor de la filosofía kantiana, ellos no la adoptarían jamás, partiendo para la destrucción de la vida humana y de las libertades individuales. Trótsky eventualmente dejó de estudiar sobre la masonería en 171


algún momento, o sencillamente todo lo que le convino . Cuando lo hizo, sus conclusiones fueron las siguientes: He discontinuado mi trabajo de estudio sobre la masonería para estudiar economía marxista. El trabajo en la masonería funcionó magistralmente para estructurar a un pueblo y como un tipo de prueba para esas hipótesis. Por mi parte creo que eso influenció todo el curso de mi desarrollo intelectual. Una estructura masónica para la política y una marxista para la economía. Es decir, Trótsky logró utilizar magistralmente la historia política de la masonería como ejemplo de contrapunto de la tesis económica marxista. De hecho, marxismo y masonería son incompatibles. Y ahora usted puede analizar estos textos y llegar a la misma conclusión que nosotros y la misma conclusión que Trótsky. El fin de Trótsky fue en México creo en 1940 si no me equivoco, donde Stalin envió un espía para asesinarle. Porque, como sucede, los socialistas más intelectuales son los primeros en morir cuando el régimen se convierte en una tiranía clásica. Trótsky huyó y retrasó su muerte lo máximo que pudo, algunos hermanos masones me dijeron hace años que Trótsky tuvo contacto íntimo con la Masonería mexicana en ese momento, era la época del Presidente Francmasón Lázaro Cárdenas, un masón Cárdenas con ideas socialistas que finalizo su mandato justo en el año 1940 mismo año que asesinaron a Trótsky, supongo se verían en privado compartiendo afinidades, o aún más Trótsky era un protegido del Francmasón Cárdenas, bueno esto último sólo lo supongo . Pero Trótsky acabó siendo víctima del régimen que él mismo ayudó a crear. León Trótsky, cuyo verdadero nombre fue Lev Davidovich Bronstein (Yanovka, Ucrania 1879-Coyoacán, México 1940), no se inició en la masonería pero la estudió a fondo, de manera integral. Esos estudios y análisis de la filosofía y doctrina masónica le “equiparon con el bagaje necesario para comprender la función subalterna de las ideas en el proceso histórico”. 172


Trotsky seguro no fue masón por ser ateo, no creo que si fue iniciado masón lo negara, a menos que a sus intereses políticos no le convinieran, si igual que tantos masones políticos mexicanos , que nunca lo dicen por razones que ellos entenderán. Trótsky fue expulsado de la revolución en enero de 1928, empero, seguidor de Marx y simpatizante de la masonería hasta su asesinato en 1940. Estando en la cárcel de Odesa, llegó a Trótsky a leer libros y revistas sobre la masonería. Fue su primer contacto e interés por conocer a la Orden, y se peguntaba Trótsky “¿De dónde procedía este extraño movimiento?,¿Cómo lo explicaría el marxismo? De ahí que Trótsky, “En ese entonces, empezó a interesarse más y más por la masonería. Pasó meses leyendo afanosamente todos los libros que los parientes y los amigos pudieron encontrar en la ciudad sobre la historia de los francmasones. Trótsky se preguntaba ¿Por qué toda esta extraño secreto tan poderoso que creo a los estados unidos? Poco a poco el misterio se me fue aclarando. En efecto, Trotsky comprendió que el secreto del asunto estaba –y aún está– en la formación ética, moral y costumbres que la Orden pretende o quiere inculcar en sus miembros. Esto es una auto enseñanza en la que los masones “pulen su piedra bruta o tosca” con la finalidad de tener “esencia masónica” para que prime la libertad, la igualdad, la fraternidad y la tolerancia entre los integrantes teniendo como base fundamental la existencia de un Dios Los estudios realizados sobre masonería por Trótsky fueron plasmados en un cuaderno de más de mil páginas, donde “registró ideas propias acerca de los francmasones.” Circuló por las celdas de la cárcel de Odesa que Trótsky se había convertido en un maestro masón. Hoy muchos masones pagarían mucho por encontrar los apuntes masónicos de León Trótsky.

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