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Historia universal del arte y la cultura Ernesto Ballesteros Arranz
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La repĂşblica romana
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HIARES 4ª Edición ISBN: 978-84-16014-92-7 Paseo de Guadalajara, 74 28700 San Sebastián de los Reyes (Madrid)
La república romana
L
a historia del gran Estado que fue Roma presenta básicamente dos fases muy dife-
rentes:
- La República. - El Imperio. La República fue una construcción política ejemplar, obra de un pueblo escrupulosamente serio y religioso. El Imperio
fue una solución urgente ante el desmoronamiento de las creencias tradicionales que habían sostenido la República.
del siglo I a. de J. C., y que produce la rotunda transformación política, económica y social que es el Imperio.
Por ello, vamos a dividir en dos capítulos el estudio de Roma. En el primero repasaremos la estructura política y social de la República romana y de la cultura que le es propia. En el segundo intentaremos ver el profundo cambio que sufre la mentalidad histórica de los romanos a partir sobre todo
Como bisagra y transición entre estos dos momentos históricos está la intuición genial de César: el Cesarismo, que es la fórmula de urgencia, la panacea política que iba a hacer posible la supervivencia de Roma, cuando los romanos habían perdido la fe en las tradiciones de sus antepasados.
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Volterra ETRURIA
Perugia
Tarquinia
UMBRIA
Veies Roma
Caeres
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A D R I ÁT I CO
Cápua
Nápoles
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MAGNA GRECIA
M A R M E D I T E R R Á N E O
1. Mapa de la Italia antigua.
PRINCIPALES ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS La primera etapa que vamos a estudiar dura desde el 753 a. de J. C. hasta la muerte de César, el 44 a. de J. C. Debemos hacer hincapié en que el Cesarismo y el Imperio sólo son la solución urgente de un problema más hondo que se viene experimentando en
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Roma a partir del siglo II a. de J. C., concretamente desde el momento en que los duros y poco soñadores romanos se ponen en contacto con los griegos y se dejan convencer por los sutiles argumentos de Platón, Aristóteles, Plotino, Crisipo y tantos otros filósofos
helénicos. Pero centrémonos aquí en detallar los hechos históricos más sobresalientes de esta jornada, hechos que por sí solos nada dicen y que hay que ver bajo la retícula de la estructura política y cultural de la República, que luego exponemos.
2. Puerta del Arco Volterra.
En la Italia prehistórica vivían muchos pueblos de diferentes procedencias (1). En el valle del Po vivieron los etruscos hasta el siglo VI a. de J. C., (Pág. 4) en que fueron rechazados por los galos hacia el Sur. Estos etruscos -el pueblo de más oscuro perfil histórico de Italia- provenían de Asia, pero no sabemos con certeza su lugar de origen ni su vía de inmigración. Cuando los galos les expulsaron del Po se establecieron en Etruria (aproximadamente la Toscana actual), que es una zona de áspero relieve, con multitud de colinas y lagos volcánicos, y abundantes cursos de agua de pequeño recorrido, entre los que sobresale el Arno. Sus ciudades más importantes fueron Volterra, Perusa, Caere, Volterra
ETRURIA
Perugia
Tarquinia Caeres
UMBRIA
Veies Roma
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Cápua
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M E D I T E R R Á N E O
Clusium, Veies, etc. Todos los autores coinciden en definir a los etruscos como un pueblo meticuloso y religioso, amante de la vida, pero pendiente de los designios divinos, que se podían manifestar en múltiples fenómenos naturales, como el vuelo de las aves o el movimiento de las entrañas de un animal sacrificado; en fin, en casi todos los actos
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naturales y humanos que se producían en torno a ellos. Nos detenemos un poco en estas apreciaciones porque el carácter religioso de los etruscos lo van a heredar luego los romanos, hasta el punto de convertirse en una de sus características más acusadas. Al sur de Etruria estaba el Lacio, donde vivían los latinos (familia de lenguas), entre los que podemos destacar los rótulos de Ardea, los volscos de Antium y Terracina, los sabinos, los romanos y otras tribus. Más al sur estaba la Campania con su ciudad más importante, Capua. Allí estaban las colonias griegas de Cumas y Nápoles (Neapolis). Al E. de Italia hay una zona montañosa (Apeninos Centrales), que es la Umbría, habitada por
oscos, galos senones y por los belicosos samnitas. Son ciudades samnitas Sulmona, Corfinium, etc. Al sur está la Apulia, Calabria y la isla de Sicilia, habitadas por yapigios y mesapios, con ciudades como Brindisium (Brindisi). En las costas meridionales de Italia había tal cantidad de colonias griegas, que se llamaba la Magna Grecia: Regium, Crotona, Thurii, Elea, Posidonia, etc., y en Sicilia, Siracusa, Acragas, Mesenia, etc. En este mosaico de tribus y lenguas dispares (galos, itálicos, etruscos, griegos) aparece Roma como una pequeña aldea que reúne los habitantes de siete colinas vecinas: el Capitolio, Ouirinal, Aventino, Palatino, Esquilino, Viminal y Celio. En medio de
estas aldeas que se aupaban sobre los mencionados montículos, queda un valle alargado donde los romanos acudían a conversar, hacer tratos comerciales y resolver asuntos comunes: era el Foro (lo que está afuera de todas las aldeas, la calle o tierra de nadie). Durante más de dos siglos, Roma (fundada según la leyenda por Rómulo y Remo) sólo fue una de tantas aldeas latinas del centro de Italia. Desde el siglo VI a. de J. C. se encuentra sometida a reyes etruscos que forman poderosas confederaciones en Etruria y el Lacio. Los reyes etruscos más famosos son Tarquino el Antiguo y Tarquino el Soberbio. Este último fue expulsado por los romanos el año 509 a. de J.
3. Reconstrucción de un templo etrusco.
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4. Tumba de los relieves (Necrópolis de Cerveteri).
C. y se proclamó la República. Casi al mismo tiempo, los atenienses expulsaban a los tiranos Hiparco e Hipias, y Clístenes decretaba la reforma democrática de Atenas (509 a. de J. C.). Todo el siglo V a. de J. C. lo pasa Roma luchando contra sus vecinos latinos por imponer su sistema de vida sobre ellos. Es la época de los legendarios Coriolano, Camilo, Horacio, etc. Roma vence a los volscos, etruscos, sabinos. En el año 400 a. de J. C. un nuevo peligro se cierne sobre la ciudad: los galos vencen en Allia y saquean Roma. Pero luego se retiraron y la República sigue extendiendo su «voluntad de imperio». El 396, Camilo toma Veyes, una de las capitales etruscas. El 348, Cartago
juzga conveniente hacer un tratado de paz con la nueva República romana. El 343, estallan las guerras con los samnitas del Este. Son tres guerras largas y devastadoras, en las que los romanos pierden batalla tras batalla. Después de la espectacular derrota de las Horcas Caudinas, donde los samnitas capturaron y rindieron a todo el ejército romano, éstos reorganizan su milicia en legiones, cohortes y manípulos, dándole la fortaleza y maniobrabilidad que luego les hará invencibles en todo el mundo. Por fin, vencen a los samnitas en la tercera guerra, después de las batallas de Bovianum y Sentinum (295). A principios del siglo III a. de J. C. Roma tiene unida bajo su poder la Italia central. Se enfrenta ahora con las colonias griegas del Sur, que piden
ayuda a Pirro, rey del Epiro. Acude Pirro a Italia y vence a los romanos en Heraclea, Ausculum y Benevento (274 a. de J. C.). Pero los romanos que vencen pocas batallas, tienen la suficiente paciencia para ganar todas las guerras. El 264 a. de J. C. se enfrentan a Cartago en la disputa de Sicilia; es la primera guerra púnica. Los romanos vencen a los cartagineses en Ecnomos y Egatas y se apoderan de Sicilia, Córcega y Cerdeña, además de una cuantiosa indemnización de guerra. A estas alturas, Roma tenía una flota importante, pues venció por mar a los cartagineses. El año 218 a. de J. C. el cartaginés Aníbal ataca las colonias griegas en Hispania, protegidas por Roma, para provocar la segunda guerra con Roma (segunda púnica).
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Con un ejército formidable, Aníbal cruza los Alpes y vence a los romanos en Trebia, Tesino, Trasimeno y Cannas, aniquilando prácticamente el poderío militar de Roma. Pero las ciudades itálicas cierran sus puertas a Aníbal, porque prefieren vivir bajo el Derecho romano. El cartaginés acampa en Capua (siempre hostil a Roma) durante varios años. Los romanos mandan un ejército a Hispania, con Publio Cornelio Scipión, que toma Cartago-Nova, Cádiz y todas las posesiones cartaginesas en Hispania, para
pasar luego a África a sitiar Car tago, que pide ayuda a Aníbal, acampado cerca de Roma. Aníbal salta a África y es vencido por Scipión en Naraggara (202 a. de J. C.). Roma se encuentra a comienzos del siglo II a. de J. C. dominando toda Italia con Sicilia y la costa mediterránea de Hispania. Comienza ahora su período de expansión imperialista, favorecido por algunas familias nobles, como los Scipiones. El 197 a. de J. C. vencen a los griegos en Kinoscéfalos, y el 190 en Magnesia. Reparte
5. Fresco de la Tumba de los Leones (Necrópolis de Tarquinia).
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los reinos helenísticos a su manera, favoreciendo a los pequeños -Rodas, Bitinia-, que la reclaman como protectora, y dividiendo a los grandes -Siria, Macedonia, Egipto- , que no saben unir sus fuerzas para contenerla. En el 168 a. de J. C. vence a Perseo y ocupa Macedonia. El 147, para sofocar una rebelión de la Liga aquea, destruye Corinto y toma toda Grecia. Ese mismo año, Scipión Emiliano (hijo adoptivo de aquel otro Publio Cornelio Scipión que venció a Aníbal), destruye Cartago por decreto del Senado (tercera guerra púnica), apoderándose de todo el norte de África. Para conservar la costa mediterránea de Hispania tiene que someter a los indígenas del interior. El paso fundamental hacia la Meseta, Numancia, fue tomado por Scipión Emiliano el año 133