27. El quattrocento italiano

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Historia universal del arte y la cultura Ernesto Ballesteros Arranz

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El Quattroccento italiano


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emos visto en temas anteriores los primeros pasos del Renacimiento italiano con artistas como Giotto, Simone Martini, Masso di Banco o Fra Angélico, poetas como Petrarca o Bocaccio, eruditos como Marsilio Ficino y filósofos como Pomponazzi. Si el siglo XIV tuvo en Italia un esplendor artístico desusado, el XV confirma y

aun aumenta el prestigio del arte italiano. En el siglo XIV había sido Siena la ciudad más representativa del Renacimiento. En la primera mitad del siglo XV, Florencia, en la cumbre de su poder económico, se erige en guía artística de Italia. La demanda de obras de arte es mayor en Florencia que en ninguna otra ciudad europea de su tiempo. Se puede apreciar

igualmente la influencia de la poesía caballeresca del sur de Francia, traída a Toscana por los comerciantes que hacían la ruta de la Lotaringia. Esta novela caballeresca influye en la iconografía “quatroccentista”. Los nobles comienzan a interesarse por la pintura profana y aparecen decoraciones murales con temas profanos en Verona, Padua, Saluzzo, Milán y tantas otras ciudades del norte de Italia.

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1. Puertas del Baptisterio. Ghiberti (Florencia).

También el arte de las Comunas y ayuntamientos que en el siglo XIV había sido preferentemente de temas religiosos, se torna profano y los temas más pintados son los históricos y los retratos. Cuando nos proponemos estudiar el arte del siglo XV en Italia, conocido con el nombre de «Quattrocento», debemos comenzar la relación por los escultores, ya que ellos son los más avanzados y progresistas del momento. La escultura italiana tenia buenos precedentes en el siglo XIV con la familia de los Pisanos (Nicolás y Juan de Pisa), secundados por numerosos discípulos que difundieron por Italia un arte naturalista y moderno. Pero es en el siglo XV cuando la escultura recibe el definitivo espaldarazo que la hace encumbrarse a la cabeza de las expresiones plásticas. En un siglo, los florentinos revolucionan totalmente la escultura dominando todas las técnicas y estilos. Los materiales más empleados son el mármol y el bronce, pero

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también se utiliza el barro vidriado con gran eficacia. El primer capítulo de la escultura florentina comienza con el certamen que se celebra en Florencia para decorar las puertas del Baptisterio. Desde mediados del siglo XIV tenía dos puertas decoradas en bronce por Andrea Pisano, pero era necesario decorar otras dos puertas, para lo que se abre un concurso público en 1401. Los artistas más significados son Brunelleschi, al que vamos a ver luego con mayor éxito en la arquitectura, y Lorenzo Ghiberti, un joven de veinte años que había

hecho su oficio en un taller de orfebres de la ciudad del Arno. El tema que fue impuesto a los concursantes era el Sacrificio de Isaac y las normas para su ejecución debían ser muy estrictas, porque las dos obras se parecen bastante. Por fortuna conservamos los proyectos de los dos concursantes y podemos contemplar en ellos la maestría de ambos artistas, e incluso el mayor dominio y gusto por las formas clásicas que muestra Brunelleschi. El tribunal juzga más hermoso el trabajo de Ghiberti y le concede la obra. Tarda más de veinte años -hasta 1424-


en terminar una puerta y, una vez terminada, se le adjudica la realización de la otra, en la que emplea casi otros veinte años. La primera puerta está consagrada a la vida de Jesús en compartimentos pequeños cuadrilobulados, que todavía se ciñen a los gustos pisanos, pero en la segunda adopta novedades fundamentales. Reduce el número de compartimentos, con lo que se amplía considerablemente la superficie de cada uno de éstos, que dedica a escenas del Antiguo Testamento. También prescinde del marco cuadrilobulado que empequeñecía las escenas de la primera

puerta. El resultado es sensacional (1), porque Ghiberti, con (Pág. 4) pleno dominio de su arte y del material empleado, realiza una obra revolucionaria desde muchos puntos de vista. Los escultores anteriores (góticos y pisanos del XIV) habían colocado las figuras en el primer plano del relieve realizando composiciones planas. Ghiberti concibe el bajorrelieve como un gran espacio en profundidad donde se debe situar a las figuras en conveniente perspectiva. El estudio exhaustivo de la perspectiva es una de las características del Quattrocento florentino, como vamos a ver, tanto en escultura como en

pintura. Ghiberti introduce en cada uno de sus recuadros de bronce una enorme cantidad de personajes (en alguno, más de cien) que se sitúan en distintos planos de profundidad. Muchos de los paisajes que sirven de fondo al bajorrelieve son arquitecturas clásicas, tal como vamos a ver en la pintura, porque las columnas y los dinteles son los mejores instrumentos para conducir la vista del espectador hacia el ilusionismo de la profundidad. Ghiberti escribe algunas páginas sobre teoría artística y declara que «observando las leyes de la óptica ha llegado a darles una apariencia de realidad a las figuras que. a veces vistas

2. Los cuatro santos coronados. Nani di Banco (Florencia, Museo de la Catedral).

3. San Marcos. Donatello (Florencia, Iglesia de Orsannichele).

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de lejos, parecen de bulto redondo”. No es Ghiberti sólo un artesano práctico, sino que se interesa por el estudio teórico de la escultura y por la contemplación de las obras clásicas. Este descubrimiento del relieve en profundidad quizá esté inspirado en las obras romanas que lo poseían. De cualquier forma, Ghiberti compone cuidadosamente sus obras y por eso tarda un tiempo tan enorme en concluirlas. Pensemos que las dos obras del Baptisterio de Florencia 4. El profeta Habaccuc (Ii Zuccone). Donatello.

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consumen cuarenta años, es decir, toda la vida activa de Ghiberti. Estas puertas son el comienzo de la escultura ”quattrocentista” florentina. Al mismo tiempo que Ghiberti, trabajaron en Florencia varios escultores cuyas obras se han mantenido en un segundo plano de expectación. En 1410-1414, un artista llamado Nanni di Banco talla las cuatro imágenes conocidas como los “Quattro Coronati” (2) que se hallan en una de las hornacinas exteriores de la iglesia (Pág. 5) de Or San Michele. Estas figuras, de tamaño casi natural, son de ascendencia clásica y sólo tienen paralelo en la famosa Visitación de la Catedral de Reims, o en los modelos grecorromanos antiguos. Las figuras tienen una gran monumentalidad y sus cabezas parecen inspiradas -copiadas diríamos mejor- en los retratos romanos del siglo III. Nanni di Banco introdujo el realismo del retrato romano en la escultura “quatroccentista”. Dejó sin concluir, por su muerte en plena juventud, un gran retablo dedicado a la Asunción de la Virgen en el

5. David (bronce). Donatello (Florencia, Museo del Bargello).

gablete del portal norte de la Catedral florentina. Esta obra es muy avanzada con respecto a los “Quattro Coronati” y vemos que el estilo de Nanni fue progresivo en conquistas técnicas. Ya no son figuras pesadas y clásicas como las anteriores, pero tampoco son figuras góticas y Iaceradas como las de los escultores del siglo XIV. Es un estilo propio


naturalista y renaciente, de gran personalidad. Los ropajes envuelven a las figuras y se pliegan en infinitas curvas y contracurvas. Debemos reseñar a este respecto el espléndido ángel del Retablo de la Asunción antes aludido. La manera de tratar los ropajes, hinchados por el viento, de Nanni, recuerda un poco la pintura flamenca de Van Eyck y del maestro de Flemalle (Roberto Campin). Nanni se muestra así partidario del estudio expresivo del cuerpo humano, cuyo principal descubridor habría de ser otro florentino de su época. El más grande escultor italiano del siglo XV es, sin duda, Donato di Nicolo di Beato Bardi, nacido en 1386 y más conocido por el diminutivo cariñoso de Donatello. Coetáneo de Nanni di Banco, tiene una vida más larga, lo que le permite evolucionar en su estilo hasta grados superiores a los de los otros escultores citados. En su juventud y primera madurez, esto es, hasta los treinta y cinco años, Donatello hace diversos encargos para la catedral de Florencia y la

iglesia de Or San Michele. entre otras, como el propio Nanni. Una obra paralela a los “Quatro Coronati”, y que se enfrenta con los mismos problemas técnicos, es el San Marcos (3), situado en otra hornacina de Or San Michele. Mientras los (Pág. 5) “Quatro Coronati”, de Nanni, se nos aparecen como elementos inseparablemente fundidos con la arquitectura, es decir, puramente ornamentales, el San Marcos de Donatello resulta totalmente independiente de su posición arquitectónica; no tiene nada que ver con ella. La figura puede entenderse por sí misma, y de hecho se entiende

mejor olvidando por completo el lugar donde se encuentra radicada Es decir, que la escultura de Donatello y con ella toda la del Renacimiento deja de ser sierva decorativa de la arquitectura y comienza a tener valor por si misma, a preocuparse por los problemas que dimanan de su propia contextura. Unos años más tarde (1415-1417) hace otra estatua para las hornacinas de Or San Michele. Esta vez se trata de San Jorge, un cuerpo de guerrero joven y elástico cubierto con una pesada armadura y sosteniendo un escudo ante él en perfecta compensación de equilibrio. Debajo de la hornacina hay

6. Puertas de San Petronio. J. Della Quercia (Bolonia).

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8. Tribuna de la Catedral. Lucca Della Robbia (Florencia).

7. Virgen del Rosal. Lucca Della Robbia (Florencia, Museo del Bargello).

un bajorrelieve con la lucha entre San Jorge y el Dragón. Es una de las obras maestras de Donatello, pues se plantea el problema del primer plano y la perspectiva tal como Ghiberti en las segundas puertas del Baptisterio. Las figuras del primer plano: S. Jorge, una joven y el dragón, sobresalen sobre un fondo delicadamente modulado en diferentes ángulos de luz, que reciben reflexiones distintas y brillan de modo diverso desde cada punto de vista. En este pequeño relieve, Donatello crea una

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perfecta armonía de luces y de sombras, gracias al artificio de las figuras salientes sobre un fondo casi plano. Entre 1416 y 1435 hizo Donatello varias figuras para decorar las hornacinas del Campanario (Campanile) de la Catedral de las Flores. Una de las figuras más impresionantes de esta serie es la conocida por el Calvo (Zuccone) (4), que representa un profeta o un personaje del Antiguo Testamento. (Pág. 6) Algunos lo identifican con el profeta Habacuc. En esta

figura crea Donatello un nuevo tipo de profeta que se aleja definitivamente de toda la iconografía medieval. No es un personaje poderoso y barbudo que sostiene un papiro o las tablas de la ley, como aún le hará Miguel Ángel, sino un hombre en la senectud, doblado por los años y los sufrimientos, cargado de preocupaciones trascendentes, que parece que lleva dentro de sí todo el dolor y toda la vejez del mundo. No sin razón ha sido una de las esculturas más admiradas del maestro y propuesta casi siempre como el ejemplo más típico del realismo que Donatello es capaz de imprimir a sus figuras cuando desciende


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