Reflepsiones. Revista de Psicología nº 15

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REFLEPSIONES Revista de Psicología

Nº 15 Febrero 2010


DIRECTORA Dª. Amelia Catalán Borja Psicóloga

Sumario

Página

PUBLICADO EN EL BLOG REFLEPSIONES REDACTOR JEFE D. Luis Aparicio Sanz Psicólogo

Homeopatía en la Universidad de Zaragoza Luis Aparicio Sanz

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COMITÉ DE REDACCIÓN Dª. Amparo Puig Ricart Psicóloga Dª. Beatriz Sarrión Soro Psicóloga D. Juan José Calvo Cases Médico

INFORMACIÓN Esta revista pretende recoger noticias, comentarios, artículos, etc., relacionados con la psicología, intentando informar tanto a profesionales, como a pacientes y público en general. La mayoría del contenido corresponde a entradas publicadas en el blog Reflepsiones. Para cualquier tema relacionado con esta publicación puede dirigirse al siguiente correo electrónico: reflepsiones@gmail.com

AVISO La información contenida en esta revista no reemplaza a la relación con su médico o profesional sanitario.

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¿Familia o familias? Beatriz Sarrión Soro

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Las extrañas formas del placebo Esther Samper Martínez

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Características clínicas de la anorexia Amelia Catalán Borja

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La vejez en positivo Beatriz Sarrión Soro

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Adicción al trabajo Luis Aparicio Sanz

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Características clínicas de la bulimia Amelia Catalán Borja

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Timidez en la infancia Amparo Puig Ricart

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EVENTOS DEL CENTRE DE PSICOLOGIA

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CLÍNICA I FORMATIVA Curso de Terapia de Aceptación y Compromiso Imparte: Dra. Carmen Luciano Soriano

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ISSN 1989-4716 SOBRE LOS AUTORES

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PUBLICADO EN EL BLOG REFLEPSIONES

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Nยบ 15 Febrero 2010

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Homeopatía en la Universidad de Zaragoza Luis Aparicio Sanz Recientemente, en la información que, por correo electrónico, el Colegio Oficial de Psicólogos de la Comunidad Valenciana (COP-CV) envía a sus colegiados, se incluye en un apartado denominado “Próximos eventos” un enlace a la página web del COP-CV, donde se informa sobre el “Curso de Homeopatía para Ciencias de la Salud” que ofrece la Fundación Empresa – Universidad de Zaragoza (FEUZ), que comenzará el 13 de febrero de 2010 y se impartirá en la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza, siendo su director un profesor de dicha facultad. El curso está acreditado por la Comisión de Formación Continuada de las Profesiones Sanitarias de Aragón con 7,5 créditos y en el tríptico, que puede descargarse en la página web del COP-CV, podemos leer que va “dirigido a profesionales de Ciencias de la Salud: DUE, Matronas, Fisioterapeutas, Podólogos, Psicólogos clínicos, Nutricionistas”. Dejaremos de lado lo comentado en otras entradas (¿Quo vadis, OMC?, Reiki en los hospitales: ¿Ciencia o curanderismo?) en relación con la falta de evidencia empírica sobre la eficacia de los “medicamentos homeopáticos” más allá del efecto placebo, lo que ya, por sí solo, debería ser un argumento de peso para no fomentar la homeopatía en el ámbito sanitario, ni acreditarla, tanto por parte de la Universidad de Zaragoza como por parte de la Comisión de Formación Continuada de las Profesiones Sanitarias de Aragón. Vamos a centrarnos en una contradicción evidente que nos limitaremos a señalar, esperando que, algún día, la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza o la Organización Médica Colegial de España la aclaren en alguno de sus comunicados. La Organización Médica Colegial de España (OMC) publicaba, con fecha 14 de diciembre de 2009, una noticia que informa sobre el acuerdo, por unanimidad, al que habían llegado en Asamblea, para “reconocer la homeopatía como acto médico, que precisa de un diagnóstico previo, de una indicación terapéutica y ser realizada por personal cualificado y en centros sanitarios debidamente autorizados”, poco después, el 18 de diciembre de 2009, emitía un comunicado explicando con más detalle la noticia, donde podíamos leer, entre otras cosas, lo siguiente: REFLEPSIONES

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“La OMC asume el papel que le corresponde en defensa de la sociedad y de la salud de los ciudadanos, partiendo de la premisa fundamental de que toda terapia, convencional o no, alopática, holística u homeopática, es en sí misma un ACTO MÉDICO que precisa de un diagnóstico previo, de una indicación terapéutica y de una aplicación de la misma, y que debe ser realizada, necesaria y obligatoriamente, por una persona cualificada y legalmente autorizada para ello. Es decir, UN MÉDICO.” Por consiguiente, según se desprende del comunicado de la OMC, la homeopatía, por ser “en sí misma un ACTO MÉDICO (…) debe ser realizada, necesaria y obligatoriamente, por una persona cualificada y legalmente autorizada para ello. Es decir, UN MÉDICO”… entonces, ¿cómo puede ofrecerse en la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza un curso de homeopatía “dirigido a profesionales de Ciencias de la Salud: DUE, Matronas, Fisioterapeutas, Podólogos, Psicólogos clínicos, Nutricionistas”? Esos profesionales no son médicos y, por tanto, es posible que si se lograse una legislación sanitaria favorable a las pretensiones de la OMC, plasmadas en el comunicado citado, ese curso no les sirva, para poder aplicar lo aprendido, en su práctica profesional.

Citar como: Aparicio, L. (2010). Homeopatía en la Universidad de Zaragoza. Reflepsiones [Revista electrónica], (15), 4-5. Disponible en: http://stores.lulu.com/reflepsiones [Consulta: FECHA DE CONSULTA].

Blog: http://medicablogs.diariomedico.com/reflepsiones/ Revista: http://stores.lulu.com/reflepsiones

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¿Familia o familias? Beatriz Sarrión Soro En nuestros días la diversidad familiar es considerable, hasta el punto de no existir una única forma estándar o prototípica de familia. Las personas tienen mayor capacidad de elección en cuanto a formas de convivencia, al tiempo que también han cambiando las relaciones personales que configuran la familia. Flickr

Podemos afirmar que no existe un único tipo de familia, por lo tanto, no existe una definición que pueda abarcar la diversidad de formas familiares que existen. El modelo de familia europeo ha experimentado una importante transformación en las últimas décadas. Por distintos factores, ha disminuido la proporción de hogares que representa el modelo nuclear clásico y se ha impuesto el modelo de diversidad familiar. Poco a poco, formas familiares alternativas a la familia nuclear son cada vez más frecuentes. Las causas de los cambios en la estructura familiar se deben a las transformaciones económicas, sociales, legales, demográficas y culturales que se han producido en el último siglo. Por mencionar algunos hitos importantes que han modificado el modelo de familia, encontramos: 

El cambio en los patrones de reproducción. Con la aparición de los anticonceptivos, se ha producido una separación entre sexualidad y reproducción.

El descenso de los índices de natalidad que está relacionado con el incremento de familias nucleares sin hijos.

El envejecimiento de la población por el incremento en la esperanza de vida, implica un crecimiento de los hogares unipersonales integrados por personas de edad.

La transformación en la formación de la familia que actualmente es más tardío.

La incorporación de la mujer al mercado laboral.

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La transformación en la disolución de la familia que ha provocado un aumento de los divorcios.

En la mayor parte de investigaciones transculturales, se ha detectado que la familia tiene dos funciones básicas: 1. Socialización familiar. La familia es el primer agente de socialización. A través de la familia el individuo interioriza las pautas de su entorno sociocultural, se integra y se adapta a la sociedad y forma su personalidad. 2. Red de apoyo social. La familia, habitualmente, protege a sus miembros de las situaciones de riesgo y proporciona apoyo material y emocional. La definición de familia varía en función de la posición teórica que se adopte. Encontramos tres perspectivas teóricas fundamentales que nos proporcionan visiones complementarias acerca de la familia: 1. Desde el enfoque sistémico, se proporciona una visión de la familia como un sistema. La familia es un sistema orgánico, dinámico y abierto que produce un intercambio continuo de información con el medio exterior. La familia es una red de comunicaciones entrelazadas, en la que todos los miembros influyen en la naturaleza del sistema y se ven afectados al tiempo por el propio sistema. 2. Desde el interaccionismo simbólico, se considera la familia como una unidad de personalidades en interacción. Se resalta su papel en la formación de la identidad, en la transmisión de valores y en el aprendizaje de los roles sociales. 3. Desde el constructivismo social, se considera la familia como una realidad socialmente construida. La familia es un modo de interpretar, representar y organizar el significado de las relaciones interpersonales y/o sociales que puede construirse tanto como producción o como resultado secundario del discurso familiar. Ofreciendo una visión integradora de la familia, podemos considerarla como un grupo primario en interacción, con relaciones de intimidad, estables y duraderas. Los miembros de la familia, pueden estar unidos por lazos biológicos y/o vínculos afectivos y psicosociales. Es el espacio clave para la configuración del desarrollo afectivo, social y cognitivo, y el lugar donde se establecen las dimensiones de la personalidad (autoconcepto, identidad…). Es el primer agente de socialización. Es fundamental en la naturaleza social del individuo, puesto que influyen en su adaptación sociocultural y en su sistema de valores y creencias.

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A nivel social, la familia es un fenómeno social dinámico que ha ido evolucionando histórica y culturalmente, desde un modelo patriarcal a la diversidad de modelos familiares que tenemos en la actualidad. Sin embargo, es una institución tradicional que se mantiene en la sociedad moderna, puesto que la familia es una estructura social que permite a sus miembros la satisfacción de sus necesidades, al tiempo que facilita la supervivencia y el mantenimiento de la sociedad. Así, a pesar de que su estructura y sus funciones han variado a lo largo de la historia, del hecho de que presenta una gran variedad cultural y de la coexistencia de múltiples formas familiares (monoparentales, adoptivas, reconstituidas…), la familia continúa siendo un referente importante. A la hora de realizar una intervención en la familia, debemos tener en cuenta en qué contexto familiar y personal se encuentra la persona. Por otro lado, debemos ser flexibles a la hora de definir qué consideramos como entorno familiar y no aplicar un modelo rígido y arcaico, que no refleja la realidad actual. Referencias: Flaquer, L. (1998). El destino de la familia. Barcelona: Ariel. Gimeno, A. (1994). La familia: el desafío de la diversidad. Barcelona: Ariel. Gracia, E. y Musitu, G. (2000). Psicología social de la familia. Barcelona: Paidós. Millán, M. (1996). Psicología de la familia (un enfoque evolutivo y sistémico). Valencia: Promolibro. Musitu, G. y Cava, M.J. (2001). La familia y la educación. Madrid: Octaedro. Ríos, J.A. (1994). Manual de orientación y terapia familiar: (enfoque sistémico teórico – práctico). Madrid: Instituto de Ciencias del Hombre.

Citar como: Sarrión, B. (2010). ¿Familia o familias? Reflepsiones [Revista electrónica], (15), 6-8. Disponible en: http://stores.lulu.com/reflepsiones [Consulta: FECHA DE CONSULTA].

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Las extrañas formas del placebo Esther Samper Martínez El efecto placebo, ese curioso fenómeno que hace mejorar a alguien convencido de los beneficios curativos de sus pastillas o píldoras de azúcar, es más universal de lo que creemos. Lo experimentamos por primera vez y sin saberlo desde nuestra tierna infancia y lo hemos seguido experimentando con más o menos frecuencia según los achaques y la susceptibilidad de cada uno. GazetteXtra

Por convencionalismo, solemos tener la equivocada idea de que un placebo se limita simplemente a un medicamento en apariencia pero que, en realidad, no tiene ningún principio activo ni nada que pueda causar algún efecto en el cuerpo humano por sí mismo. Hasta cierto punto, es lógico pensar que si los fármacos son los que nos curan, los placebos se limitan a ser medicamentos en apariencia. Sin embargo, esto no es así exactamente. Los placebos puedan adoptar múltiples y extrañas formas, muy alejadas de un medicamento simulado, lo que lo convierte en un fenómeno más extendido y sutil de lo que tenemos constancia a simple vista. Como he comentado anteriormente, la mayoría (por no decir todos) hemos experimentado el efecto placebo en nuestra infancia y no nos tuvieron que dar pastillas de azúcar para ello. Tras una caída o un traspié ahí estaban nuestros padres con una tirita de socorro para “curarnos”. En el momento en que se colocaba la tirita, parecía que inmediatamente el dolor disminuía, que estábamos mejorando desde ese instante. Cuando no era eso, era el más que típico “Sana, sana, culito de rana. Si no sanas hoy sanarás mañana” utilizado en multitud de países cada uno con su variante. Quizás los mayores no puedan recordar esas experiencias, pero sin duda sabrán cómo un niño deja de llorar, angustiarse y/o sentir dolor por el mero hecho de que sabe que alguien está tratando su problema, que lo está curando (o al menos lo intenta). El fenómeno del efecto placebo de las tiritas en los niños no es baladí. De hecho, se ha observado que el efecto placebo es mayor cuando las tiritas tienen dibujitos,

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se siente mejor y se tranquilizan con más facilidad aunque realmente no estás haciendo nada sobre la herida salvo protegerla. La distracción de un niño con su dibujo animado preferido puede ser un buen analgésico. Cuando crecemos, y nos convertimos en adultos, podríamos pensar que las tiritas y los “Sana, sana…” ya no nos convencen. Ya no somos tan ingenuos como para pensar que memeces así podrían curarnos… ¿O puede que sí? Para bien o para mal, cuando crecemos seguimos siendo, en muchos aspectos, unos niños grandes. Nuestra ingenuidad ante el placebo sigue presente y no hace falta que sean unas imitaciones de medicamentos sin ningún efecto para que experimentemos el efecto placebo. Desde hace mucho tiempo se sabe que la propia relación médico-paciente es un placebo en sí mismo y puede ser muy poderoso cuando se da de forma óptima. Es decir, en muchas ocasiones los pacientes mejoran o mejoran más de lo que lo harían sólo con un medicamento efectivo por la percepción de que se están preocupando por su problema, de que lo están curando. Por eso cuanto más humano sea un médico, más probable será que cause un efecto placebo en sus pacientes. No han sido pocos los estudios que han tratado de esclarecer este fenómeno. Así por ejemplo, en un estudio se tomaron dos grupos de pacientes. En uno eran completamente informados y tranquilizados con antelación sobre cómo iba a ser su evolución mientras que el otro grupo no recibió este trato. Los resultados fueron bastante contundentes: Los pacientes del grupo informado y tranquilizado necesitaron, de media, la mitad de analgésicos y salieron dos días y medio antes del hospital. Resultados similares se han encontrado en más estudios, por ejemplo, en otro realizado hace 3 años y publicado en el BMJ (Effect of providing information about normal test results on patients‟ reassurance: randomised controlled trial) en el grupo de pacientes que habían sido informados con detenimiento estaban más tranquilos, tomaban menos medicamentos e informaban de menos dolores en el pecho que aquellos que no habían sido apenas informados (con folleto o una explicación estándar). Y es que no sólo el efecto placebo de una buena relación médico-paciente beneficia tanto al paciente como al médico, también puede ahorrar mucho gasto sanitario público. Algo que no se tiene en cuenta por prácticamente ninguno de los gestores, que parecen más empeñados en convertir la atención al paciente en una cadena de producción industrial. Curiosamente y a menudo, el efecto placebo se da o refuerza con pequeños gestos que podrían parecernos soberanas tonterías. Así, por ejemplo, en un estudio realizado

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hace apenas un año y referenciado en el excelente blog Salud con cosas, encontramos lo siguiente: [...] los pacientes operados de microdisquectomía (extirpación de un disco intervertebral o parte de él) lumbar por una hernia de disco padecen menos dolor postoperatorio cuando se les entrega un recuerdo de la operación. ¿Qué tipo de recuerdo? Un fragmento del disco que retiran metido en un bote con una solución salina. Al parecer, los pacientes ven en el “souvenir” una muestra de que la operación fue un éxito y esa tranquilidad les calma el dolor. Como comentan muy bien en La pella de Gofio, muy probablemente este fenómeno no sea aislado y podría ser evidenciado en otros ámbitos mediante estudios: De hecho, y sin haber realizado ningún estudio serio, me atrevo a afirmar lo mismo de los cálculos biliares y las colecistectomías (extirpación de la vesícula biliar). Hasta teníamos una “cantera de reserva” para los casos de barro biliar. Tiempos pretéritos „of course‟. Queda claro que seguimos siendo unos niños grandes. No nos atraen tanto las tiritas con dibujos pero, placebilmente hablando, no sabemos decirle que no a un buen souvenir y al “cura sana” de un médico entregado por nosotros. Citar como: Samper, E. (2010). Las extrañas formas del placebo. Reflepsiones [Revista electrónica], (15), 9-11. Disponible en: http://stores.lulu.com/reflepsiones [Consulta: FECHA DE CONSULTA].

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Características clínicas de la anorexia Amelia Catalán Borja Son los síntomas físicos, psíquicos y comportamentales de las personas que padecen anorexia: Síntomas físicos:      

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IMC menor de 17´5 o pérdida alarmante de peso. Desnutrición, debida a la pérdida de peso. Amenorrea. Estreñimiento. Sequedad de la piel (piel seca y descamada). Dolor abdominal. Intolerancia al frío.

Hipotensión (tensión arterial baja). Bradicardia (ritmo cardiaco lento). Hipotermia. Presencia de lanugo (vello fino en el tronco). Uñas y cabello frágil y quebradizo.

Síntomas comportamentales:       

   

Negación del hambre y de la enfermedad (consideran su conducta alimentaria normal). Restricción de alimentos que tengan un alto contenido calórico. Eliminación de alimentos mediante purgas o ejercicio físico. Hiperactividad tras la comida. Conducta alimentaria extraña, ritualismos: comer de pie, cortar la comida en trozos muy pequeños, comer con las manos… Aumento del ejercicio físico. Incremento de las horas de estudio y de las actividades supuestamente útiles (esto es debido a la dificultad para concentrarse por malnutrición, obsesionalismo y falta de sueño). Irritabilidad. Pesarse compulsivamente. Evitación de comidas sociales. Aislamiento social (introversión y retraimiento social).

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Uso de laxantes y diuréticos. Evitación de exposición del cuerpo (se esconden en ropa amplia, visten de negro, evitan lugares como playas y piscinas…). Interés por temas relacionados con la nutrición y el peso.

Síntomas psíquicos (alteraciones cognitivas):          

Negación de las sensaciones corporales. Tienen dificultad para darse cuenta de estados internos y sentimientos (hambre, ansiedad, tristeza…). Pensamiento dicotómico (“si no me controlo del todo, no me podré controlar en absoluto”). Pensamiento erróneo (“para tener éxito tengo que ser delgada”). Abstracciones selectivas (“solo puedo controlarme a través de la comida”). Generalizaciones excesivas (“cuando comía hidratos de carbono estaba gorda, por tanto debo evitarlos para no estarlo”). Magnificación de posibles consecuencias negativas (“si aumento 1 kilo de peso, no lo podré resistir”). Ideas de autorreferencia (“cuando como me parece que todo el mundo me mira”). Pensamiento supersticioso (“si como un dulce, se convertirá en seguida en grasa en el estómago”). Lectura del pensamiento (“no me gusta que los demás me miren porque sé que me comparan y me juzgan”). Adivinación del porvenir (“nunca tendré novio porque estoy gorda”).

Síntomas psicopatológicos:      

Perfeccionismo. Alteraciones de sueño. Dificultades de concentración y aprendizaje. Tristeza. Ansiedad. Culpabilidad.

CONSECUENCIAS DE LA ANOREXIA Muchos enfermos de anorexia nerviosa comienzan con una dieta, realizando un excesivo ejercicio físico… porque su objetivo es perder peso, ya sea restringiendo o purgando. Pero lo que generalmente no piensan o no valoran tanto son los riesgos que se corren con estas prácticas.

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Las consecuencias de las mismas estarán en función de la gravedad y duración de trastorno. Así, destacaríamos como consecuencias físicas de la anorexia:        

La disminución del ritmo cardíaco (bradicardia), la bajada de tensión arterial (hipotensión) y arritmias pueden provocar un paro cardíaco y causar la muerte. Osteoporosis que implica la posibilidad de fracturas espontáneas, a causa de la disminución del calcio (el hueso se seca y se vuelve frágil). Disminución del gasto energético y de la temperatura del cuerpo que produce sensación de frío. Piel seca, áspera, quebradiza y fría especialmente en manos y pies. Sequedad en la piel y en el pelo. Caída constante del pelo. Aparición del lanugo, vello fino y largo (tipo pelusa) que cubre todo el cuerpo incluida la cara, buscando mantener todo el calor corporal posible. Estreñimiento que puede llegar a requerir el uso de enemas. Amenorrea. Debilidad y pérdida de masa muscular.

La gravedad de la anorexia está demostrada por la tasa de mortalidad, entre un 5% y un 10%. Referencias bibliográficas: Abraham, S. y Llewellyn-Jones, D. (2005). Anorexia y bulimia. Madrid: Alianza Editorial. American Psychiatric Association (2002). DSM-IV-TR. Breviario. Criterios diagnósticos. Barcelona: Masson. Freire, E. (2007). Culpa. Trastornos de la Conducta Alimentaria, (5), 423-438. Márquez Guerrero, M. (2005). La pena del espejo. Rasgos lingüísticos propios del discurso de una paciente anoréxica. Trastornos de la Conducta Alimentaria, (1), 1-29. Márquez Guerrero, M. (2006). La palabra de eco. Rasgos lingüísticos propios del discurso de una paciente bulímica. Trastornos de la Conducta Alimentaria, (3), 208-227. Toro, J y Vilardell, E. (1987). Anorexia nerviosa. Barcelona: Martínez Roca. Vera Guerrero, M.N. (1998). El cuerpo, ¿culto o tiranía? Psicothema, 10(1), 111-125. Citar como: Catalán, A. (2010). Características clínicas de la anorexia. Reflepsiones [Revista electrónica], (15), 12-14. Disponible en: http://stores.lulu.com/reflepsiones [Consulta: FECHA DE CONSULTA].

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La vejez en positivo Beatriz Sarrión Soro Llega un punto a lo largo del ciclo vital en el que nos preocupan cuestiones como la identidad: ¿Quién seré? ¿Quién soy? ¿Quién he sido? Esta cuestión se nos puede plantear como una sentencia angustiante o como una tranquila reflexión dependiendo de cómo hayamos afrontado el envejecimiento durante toda nuestra vida, ya que en todo momento envejecemos y no únicamente en la transición de la edad adulta a la vejez propiamente. Sin embargo, habitualmente suele ocurrir que es en este momento en el cual tenemos mayor conciencia del proceso de envejecimiento. La vejez es un estado en la vida y el envejecimiento un proceso que sucede a lo Flickr largo del ciclo vital. Hay muchas teorías que tratan sobre las causas ambientales o genéticas del envejecimiento entre ellas encontramos: 

Teoría del uso y el desgaste: Según esta teoría, con el simple hecho de vivir la vida, agotamos nuestros cuerpos. Sin embargo, en general, la analogía con el agotamiento de una máquina no se sostiene. En muchos aspectos el cuerpo humano es su propio taller o se repara muchas de sus piezas averiadas.

Teoría celular: Según esta teoría, la senescencia es el resultado de la acumulación de accidentes que tienen lugar durante la reproducción celular. En todo el cuerpo, las imperfecciones celulares, así como la menor capacidad del cuerpo para detectarlas y corregirlas, puede provocar cambios perjudiciales.

Teoría del deterioro del sistema inmunológico: Algunos creen que la decadencia del sistema inmunológico es la causa del envejecimiento, ya que contribuye a la vulnerabilidad de las personas mayores frente a la enfermedad.

Teoría del reloj biológico: Es posible que la duración máxima de la vida humana esté determinada por una especie de reloj biológico que inicia el proceso del envejecimiento en algún punto. Esta teoría está respaldada por pruebas que aportan varias afecciones, como el síndrome de Down, que

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provocan un envejecimiento prematuro y que tienen su causa en anomalías genéticas. En nuestra sociedad actual, existe la común creencia de que a partir de una determinada edad empieza «la vejez», y que ello, conlleva pérdida, declive y deterioro. La creencia más común en nuestra cultura es que la vejez implica estabilidad y parece que existe una asociación inevitable entre vejez y enfermedad; lo que sería coincidente con lo que sostienen las ciencias biomédicas. Sin embargo, la investigación ha demostrado que lo que ocurre es que el individuo sigue desarrollándose. De hecho, una de las características de la vejez es su variabilidad porque los individuos llegan a esa edad con experiencias muy diferentes. Desde la psicología, algunas veces, se asume erróneamente este modelo biomédico. Sin embargo, hay que ser conscientes de que el ser humano no «termina» su desarrollo cuando acaba su máxima maduración física, sino que el desarrollo dura mientras sigan produciéndose las transacciones entre el organismo biológico y el contexto sociocultural. El proceso de envejecimiento psicológico no ocurre de la misma forma que el envejecimiento biofísico. Existen funciones psicológicas que declinan muy tempranamente, una vez llegadas a su máximo desarrollo, y existen otras que se mantienen e incluso se desarrollan a todo lo largo de la vida. Es cliché muy común que la gente mayor está deteriorada, es incapaz de aprender nuevas cosas, no pueden cuidarse a sí mismos, y son desagradables y regañonas. Los datos con los que contamos nos indican que a todo lo largo de la vida existe una amplia capacidad de aprendizaje, y que existe una extraordinaria variabilidad en la vejez. Esta visión estereotipada y negativa sobre los cambios en la vejez puede tener efectos perversos en las personas. Vamos a comentar algunos de los resultados que contradicen estos estereotipos y que demuestran que existen determinadas aptitudes cognitivas, como la amplitud de vocabulario o los conocimientos, que no sufren ningún declive hasta edades muy avanzadas e incluso otras funciones socioafectivas (como el balance entre el afecto positivo y negativo) se articulan mucho mejor en la vejez. Funciones cognitivas 

Los autores ponen de relieve que las personas mayores, a pesar de requerir un mayor número de ensayos de aprendizaje y mayores tiempos de ejecución (en comparación con las más jóvenes), tienen una amplia capacidad de aprendizaje.

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La inteligencia fluida empieza a declinar, a partir de los 30 años. Sin embargo, la inteligencia cultural o cristalizada, una vez alcanzada una cierta meseta, se mantiene constante o, incluso, puede ser incrementada hasta edades avanzadas de la vida.

Las personas mayores tienen una forma especial de resolver los problemas que se puede relacionar con un concepto como la sabiduría. La sabiduría se puede definir como un conjunto de conocimientos de experto en la pragmática de la vida y se postula que pudiera ser un atributo que se diera con mayor probabilidad en la vejez.

Funciones afectivas: La paradoja de la felicidad Existe la creencia generalizada de que las personas mayores por sus circunstancias vitales y sus posibles problemas físicos han de experimentar una afectividad displacentera. Sin embargo, esto no es así, las personas mayores no expresan una menor felicidad, bienestar o satisfacción con la vida cuando se las compara con las más jóvenes. Las investigaciones ponen de manifiesto, que no existe influencia de la edad en la expresión verbal de la experiencia de la felicidad. A este hecho -la falta de incidencia de la edad en la percepción de bienestar- se le ha llamado la «paradoja de la felicidad». Los estudios han llegado a los siguientes hallazgos: 1. Cuando se es mayor, se experimentan emociones con la misma intensidad y los mayores sienten emociones positivas con igual frecuencia que los jóvenes. 2. Existen pruebas sólidas de que la experiencia emocional negativa se da en mucha menor frecuencia a partir de los 60 años. 3. En la vejez existe una mayor complejidad y riqueza emocional, puesto que existe una mayor «madurez» afectiva. En definitiva, si en el mundo cognitivo ocurren cambios negativos debidos a la edad, en el mundo afectivo parecen ocurrir cambios positivos esencialmente ligados a un declive de la emocionalidad negativa que se debe a una mejor integración o elaboración emocional. Me gustaría resaltar la gran separación que existe entre lo que la experimentación científica ha comprobado sobre el funcionamiento cognitivo y afectivo a lo largo de la vida y el común sentir y pensar en nuestra sociedad. A pesar de los resultados de la investigación, en nuestra cultura, persisten los estereotipos negativos sobre la vejez. Estos estereotipos pueden convertirse en profecías que tienden a su autocumplimiento

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o desencadenar actitudes negativas que, a veces, provocan desigualdades sanitarias o sociales. Referencias: Berger, K.S. y Thompson, R.A. (2001). Psicología del desarrollo: adultez y vejez. Madrid: Panamericana. Fernández-Ballesteros, R. (1996). Psicología del envejecimiento: Lección Inaugural del Curso Académico 1996-1997. Madrid: Universidad Autónoma de Madrid.

Citar como: Sarrión, B. (2010). La vejez en positivo. Reflepsiones [Revista electrónica], (15), 15-18. Disponible en: http://stores.lulu.com/reflepsiones [Consulta: FECHA DE CONSULTA].

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Adicción al trabajo Luis Aparicio Sanz La adicción al trabajo resulta difícil de identificar puesto que, en nuestra sociedad, para muchos es la única forma de conseguir el éxito y suele conllevar recompensas económicas (Fossum y Mason, 2003), logrando a menudo, a diferencia de otras adicciones, consenso familiar y social (Burin, 2007). No obstante, una “pasión” por el trabajo no implica siempre Flickr una adicción, también puede ser una inversión en un trabajo o carrera estimulante que se realiza disfrutando de dicha actividad. El problema viene cuando esa dedicación al trabajo es excesiva reemplazando las relaciones personales y el sujeto no puede dejar de pensar en sus proyectos de trabajo, no sólo cuando está trabajando sino también cuando termina la jornada laboral y se encuentra en su tiempo libre. Cuando alguien centra toda su autoestima e identidad en su trabajo quiere decir que éste se ha convertido en una adicción (Fossum y Mason, 2003). De una revisión de las definiciones propuestas por diversos autores, se puede establecer que el adicto al trabajo se caracteriza por una excesiva dedicación laboral, sacralizando la actividad laboral como el único fin de su vida, con desinterés por todo lo que no sea su trabajo e incapacidad para dejar de trabajar (Alonso-Fernández, 2008; LLaneza, 2009; Polaino-Lorente, 2003; Salanova, 2007), siendo los criterios que lo definen los siguientes: 1. Extrema actitud laboral. 2. Dedicación excesiva en tiempo y esfuerzo. 3. Un cierto trastorno compulsivo e involuntario a continuar trabajando (criterios inclusivos). 4. Un desinterés general por cualquier otra actividad (ocio, familia, deportes, amistades, etc.), que no sea la estrictamente laboral (criterio exclusivo).

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Las características más destacables son (Llaneza, 2009):                

Sentir preocupaciones agobiantes durante el fin de semana. Incapacidad para tomarse vacaciones o descansar. Imposibilidad de abandonar al final de la jornada un trabajo inacabado. Ponerse nuevos trabajos para realizar en los periodos de descanso. Ser incapaz de rechazar ofertas de trabajo adicional. Experimentar que el tiempo pasa muy rápido cuando se trabaja. Ser competitivo en cualquier actividad. Mirar impaciente el reloj. Ser acusado por los familiares y amigos de que dedica más tiempo al trabajo que a ellos. Experimentar cansancio e irritabilidad si no se trabaja durante los fines de semana. Quedarse el último en la empresa. Evitar la delegación. Limitar las lecturas a temas laborales. Tener problemas para relajarse. Trabajar con tensión. Comunicarse mejor en la empresa que fuera de ella.

Fernández-Montalvo y López-Goñi (2010), sintetizan lo expuesto por otros autores, señalando que las características que definen dicha adicción son: a) Implicación elevada en la actividad laboral. b) Impulso a trabajar debido a presiones personales o internas. c) Poca capacidad para disfrutar de la tarea realizada. d) Búsqueda de poder o prestigio. También recopilan las principales señales de alarma en relación con la dependencia del trabajo que son las siguientes: 1. Prisa constante y ocupación continua. Los adictos al trabajo tienen un sentimiento constante de urgencia de tiempo, así como la necesidad de estar implicados en un mínimo de dos o tres tareas simultáneamente y de rechazar actividades no directamente productivas. 2. Necesidad de control. La rigidez de pensamiento lleva a planear y organizar excesivamente todo lo que acontece, de forma que todo sea predecible y controlable. No es frecuente la delegación del control en otras personas.

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3. Perfeccionismo. El miedo al fracaso impone un control estricto, un alto nivel de exigencia y una intolerancia a los errores. 4. Dificultades en las relaciones personales. Al estar los sujetos constantemente inmersos en el trabajo, no hay apenas espacio para las relaciones interpersonales, que se consideran como una pérdida de tiempo. 5. “Embriaguez” de trabajo. Es frecuente la alternancia de etapas de sobreimplicación en el trabajo -similar a un episodio de embriaguez- con otras de reducción drástica del nivel de actividad -como la resaca tras una borrachera-, que es resultado de un agotamiento patológico y de una falta de descanso, tanto físico como intelectual. 6. Dificultad para relajarse y divertirse. El ocio se percibe como una pérdida de tiempo. Las lecturas, por ejemplo, suelen estar relacionadas con temas profesionales. La obsesión por hacer cosas, en lugar de relajarse y disfrutar, es asombrosa. 7. Pérdidas parciales de memoria. Son fruto del agotamiento y de la atención simultánea a muchos asuntos. No son infrecuentes los olvidos de fechas y temas relacionados con la vida familiar y social (aniversario de boda, cumpleaños de los niños, etc.). 8. Impaciencia e irritabilidad. Al ser el tiempo una posesión muy preciada, carecen de paciencia y se irritan fácilmente si se les hace esperar o se abordan temas en una conversación que no son directamente de su interés. 9. Déficit de autoestima. El sentimiento de baja autoestima les conduce ansiosamente a la obtención de logros, que consiguen aumentar, pero sólo transitoriamente, los sentimientos de valía personal. 10. Inatención a las necesidades de salud. Son frecuentes una amplia variedad de problemas físicos (obesidad, consumo excesivo de alcohol, tabaquismo, hipertensión, etc.), así como un descuido de las necesidades personales de salud (horas de sueño, descanso regular, chequeos periódicos, etc.). Evolución progresiva del enganche adictivo al trabajo Según Alonso-Fernández (2008), el proceso progresivo de la adicción al trabajo suele atenerse a la ordenación jalonada en las cuatro secuencias siguientes: 

Estadio inicial: comportamiento despótico con la familia y los subordinados y entrega total al trabajo persiguiendo un interés personal. La manifestación más

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relevante es la de dedicar todo su tiempo al trabajo y prodigar a las personas que dependen de él un trato brusco y autoritario. 

Estadio del cuadro de estado: síndrome de estrés asociado con el descenso de la capacidad laboral, pronto convertido en un estado depresivo anérgico. En esta segunda secuencia, concomitante con el descenso de su rendimiento laboral, se erosionan las relaciones con los jefes y los compañeros y aparece el cuadro clínico del síndrome de estrés, que el propio adicto trata de corregir recurriendo a la automedicación o a las drogas. El síndrome de estrés, integrado por sintomatología psíquica, vegetativa, analítica y laboral adopta con relativa prontitud la forma de una depresión anérgica. El cuadro clínico de este estado depresivo parcial está integrado por elementos de apatía y astenia. El sujeto no se siente triste sino habitualmente cansado, agotado o aburrido. El rendimiento laboral experimenta un profundo descenso y se acumulan los errores y la propensión a los accidentes.

Estadio de las complicaciones: trastornos psicosomáticos, adicción o abuso de drogas (alcohol, tabaco, cannábicos, anfetaminas u opiáceos), adicción social (sobre todo al juego o al sexo) o automedicación anárquica estimulante por el día y sedante por la noche. En esta tercera secuencia aparecen otras adicciones químicas o sociales y de trastornos psicosomáticos sobre todo digestivos, al tiempo que se acentúa la sintomatología depresiva y en una alta proporción de casos el estado depresivo se vuelve total, o sea, tetradimensional.

Estadio final: cuadro cardiológico o cerebrovascular. La progresión culmina en algunos laboroadictos en la cuarta secuencia, caracterizada por la presentación de una crisis coronaria aguda (una angina de pecho causada por un trombo lábil o un infarto de miocardio determinado por un trombo extenso y duradero), un accidente cerebrovascular o incluso una muerte repentina. Puede mantenerse la sospecha de que el 20% de los enfermos coronarios interviene como la causa fundamental de su cardiopatía isquémica la adicción al trabajo instalada en una fase evolutiva muy avanzada. La plataforma para la irrupción de una enfermedad coronaria aguda (angina, infarto) no puede ser entonces más propicia, dada esta conjunción de factores de riesgo: el género masculino, la obesidad o el aumento de masa corporal, el sedentarismo, la conducta alimenticia hiperfágica, el estado mental integrado por el síndrome de estrés o la depresión anérgica, la hipertensión arterial, la aceleración del ritmo cardíaco (por descarga adrenérgica), el aumento del colesterol global, la elevación de las lipoproteínas de baja densidad, el exceso de triglicéridos, la tasa de glucemia diabética o diabetoíde, el abuso de fármacos o drogas, el consumo de tabaco o un programa de vida inadecuado o irregular.

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Tipología Naughton (1987, citado en Llaneza, 2009) distingue cuatro tipos de adictos al trabajo en función de dos variables: compromiso con el trabajo y obsesión-compulsión. 

Ergomaníaco comprometido: que puntúa bajo en obsesivo-compulsivo; dedica muchas horas al trabajo, con mucha motivación por los objetivos; asume los desafíos; está muy satisfecho con su trabajo y le presta poca atención a las demás cosas.

Ergomaníaco compulsivo: alta puntuación en dedicación y en obsesión; suele tener dificultades para relacionarse con los compañeros y subordinados; son personas muy impacientes, llenas de manías o pautas, entienden que las actividades sociales y familiares son un enojo y no tienen adecuación entre el puesto que ocupan y las horas que dedican a su trabajo.

No ergomaníaco compulsivo: baja puntuación en dedicación y alta en obsesión; considera el trabajo como algo que hay que llevar a cabo pero se compromete de manera obsesiva con actividades fuera del trabajo (hobbies, deportes, etc.).

No ergomaníaco: baja puntuación en las dos variables; no busca el logro personal a través del trabajo, se desentiende de él cuando acaba su jornada establecida; su motivación la encuentra fuera del trabajo.

La adicción al trabajo no solo perjudica las relaciones familiares y sociales de la persona, también puede llevar a enfermar y a la muerte, o al suicidio. De hecho, en Japón, a finales de los 90, la palabra Karoshi, que significa “muerte por agotamiento debido al exceso de trabajo”, se acuñó como “término médico social que comprende los fallecimientos o incapacidades laborales de origen cardiovascular -como accidente cerebro vascular, infarto de miocardio o insuficiencia cardiaca aguda- que pueden producirse cuando el trabajador se ve sometido a una intensa presión de trabajo” (Llaneza, 2009). Por otra parte, la adicción al trabajo tiene también su impacto sobre el resto de miembros de la familia con la que convive el adicto. Algunos autores (Robinson y Kelley, 1998, citado en Del Líbano, Llorens, Schaufeli y Salanova, 2006b) señalan que “los padres adictos al trabajo crean un ambiente familiar que incrementa la probabilidad de generar problemas psicológicos en los hijos, como mayores ansiedad y depresión”. Además, “las parejas de los adictos al trabajo (las esposas, concretamente) se sienten ignoradas, solas; relegadas a las demandas de los adictos, controladas, necesitadas de atención, consideran que su relación es demasiado seria REFLEPSIONES

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y se sienten culpables e inseguras respecto de su propia salud mental” (Robinson, 2000, citado en Del Líbano, Llorens, Schaufeli y Salanova, 2006b). ¿Las empresas fomentan la adicción al trabajo? Según el Instituto Nacional de Administración Pública (2005), al contrario de lo que suele suponerse, “cada vez son más las empresas que tratan de disuadir a quienes padecen esta adicción. La razón está en que las organizaciones prefieren contar con empleados capaces de mantener un equilibrio entre sus distintos ámbitos vitales”. No obstante, hay empresas más rígidas o menos flexibles, que tienen una cultura de trabajo obsesivo, para las que “trabajar” un gran número de horas (cultura de presencia) significa tener una alta dedicación al trabajo e implica una mejor promoción profesional. Cuando alguien se va del trabajo a la hora de salida que corresponde según su horario laboral, estas empresas lo interpretan como una falta de motivación que, en ocasiones puede ser penalizada haciendo más difícil la promoción profesional. En este tipo de empresas, los altos ejecutivos son determinantes para fomentar esa “cultura de presencia”, que no significa que sea más productiva sino más bien al contrario, debido a sus hábitos de trabajo y sus exigencias sobre los subordinados, lo que acaba generando la adicción al trabajo entre muchos de sus empleados, puesto que convierten a los adictos al trabajo en modelos a seguir por el resto de sus compañeros, en lugar de recomendarles que traten su adicción para conseguir un equilibrio en su vida que les permita incrementar su productividad sin olvidarse de su familia, amigos y aficiones. El desequilibrio entre el ámbito profesional y el personal, además de perjudicar la productividad laboral, puede llegar a provocar problemas muy importantes, tanto en la salud (estrés, depresión, etc.) como en las relaciones familiares (escasa dedicación a los hijos y a la familia) y sociales (abandono de amigos y de todo tipo de relaciones sociales que no tengan que ver con el trabajo). Para evitar esto, las empresas deben racionalizar los horarios para lograr la conciliación entre la vida personal, familiar y laboral, mejorando de esta forma su calidad de vida, lo que acabará repercutiendo, a la larga, en la mejora de la productividad de las empresas que cambien esa “cultura de presencia” que tanto perjudica a los trabajadores y, de rechazo, a las empresas. Actualmente, a pesar de lo que hemos visto que recomienda el Instituto Nacional de Administración Pública (2005), en España todavía nos encontramos con demasiadas empresas que fomentan esa “cultura de presencia”, con demandas laborales que pueden potenciar la adicción al trabajo (Del Líbano, Llorens, Schaufeli y Salanova, 2006a), en detrimento de la vida personal de sus trabajadores, lo que últimamente REFLEPSIONES

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puede haberse incrementado debido a la crisis económica que estamos viviendo y que lleva a los trabajadores a no oponer resistencia, por temor a perder su trabajo, ante las presiones de los ejecutivos adictos al trabajo que pretenden “contagiar” a la fuerza su adicción a todos sus subordinados. Probablemente a esos ejecutivos les iría bien leer lo que señalan Lopera y Bernal (2005): “La principal diferencia entre una persona que ama su trabajo y un adicto, es su motivación. Una persona equilibrada, aunque tenga un gran volumen de trabajo nunca se olvida de su tiempo libre, cultiva sus relaciones personales y familiares y mantiene sus aficiones. Por ello, busca métodos de trabajo que le optimicen el tiempo, que lo hagan más eficaz en la toma de decisiones y que le permitan manejar lo urgente y lo importante. Esa eficacia es lo que hace de él un buen profesional (…) Es importante no confundir la motivación por el trabajo duro con la adicción al trabajo. No todo adicto al trabajo presenta una sana motivación. Puede que esa adicción sea un escape para ocultar problemas personales o evadir problemas familiares. Para el adicto al trabajo su profesión lo es todo, pero a menudo es infeliz en su muy escasa vida privada.” Tal vez esos ejecutivos deberían preguntarse de qué problemas personales o familiares están huyendo e intentar solucionarlos, en lugar de pretender que sus subordinados acaben teniendo también problemas por tener que sacrificar su vida personal al verse obligados a dedicar casi todo su tiempo a la empresa. Si realmente, como suelen afirmar, lo hacen para mejorar los resultados de su empresa… están haciendo lo contrario de lo que sería eficaz para lograrlo. ¿Hay aspectos positivos en la adicción al trabajo? Muchas de las investigaciones realizadas han encontrado que la adicción al trabajo se caracteriza sobre todo por un patrón negativo, predominando variables como la ansiedad (Porter, 1996, citado en Del Líbano, Llorens y Salanova, 2007), pero también encontramos algunas investigaciones que destacan los aspectos positivos de la adicción al trabajo y que conviene mencionar. Del Líbano, Llorens y Salanova (2007), han obtenido resultados que ponen de manifiesto que “los adictos al trabajo en general presentan un patrón caracterizado por el bienestar (con puntuaciones significativas en satisfacción, interés, dedicación y placer, entre otros)”, aunque en otro estudio se había confirmado que “los adictos al trabajo son los menos satisfechos fuera de su vida laboral” (Del Líbano, Renedo, Llorens y Salanova, 2005). Por ello, se preguntan si es mejor fomentar dicha adicción REFLEPSIONES

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para aprovecharse de sus consecuencias positivas o, por el contrario, tratar de prevenirla para que no lleguen a desarrollarse sus efectos adversos. La clave, que nos aclara el bienestar de los adictos al trabajo encontrado en algunas investigaciones, nos la proporcionan Del Líbano, Rodríguez, Llorens, Cifre y Salanova (2006), que explican cómo ese bienestar que puede sentirse en un principio cuando se trabaja en exceso, acaba más adelante desembocando en un fenómeno de naturaleza negativa, la adicción al trabajo. Estos autores indican que las características de las personas que están en flow (una experiencia óptima, extremadamente disfrutada en la que se experimenta total concentración y disfrute, con un alto interés por la actividad) son las siguientes: 

Absorción en su trabajo: hace referencia al estado de total concentración, donde los empleados están totalmente inmersos en su trabajo, sienten que el tiempo vuela, y olvidan lo que pasa a su alrededor. Se encuentra presente en muchos casos de adicción ya que sería la responsable de que el adicto pueda desempeñar su trabajo en cualquier momento y lugar sin ser consciente del paso de las horas.

Disfrute con lo que hacen: es el sentimiento positivo que ocurre cuando el desempeño de una actividad está lleno de placer, divertimento y la realización de la tarea proporciona al individuo sentimientos de satisfacción. También puede estar presente en el inicio de la adicción al trabajo, donde el mero hecho de realizar la actividad le pueda suponer al empleado un grado de placer elevado.

Como vemos, el flow (o fluir) y la adicción al trabajo, tienen cierta relación que lleva a pensar que los adictos al trabajo, en un principio, han podido ser trabajadores que han experimentado flow de forma continuada, aunque en el desarrollo de dicha adicción también pueden influir otros factores. Estas experiencias positivas iniciales, debido a sus fuertes dosis de recompensa, harían que el trabajador dedicase más horas a su trabajo, aunque al principio sería capaz de desconectar al final de su jornada laboral y dedicarle tiempo a su vida privada (familia, amigos, aficiones…). Posteriormente, llega un momento en el que el trabajador ya no trabaja para experimentar esos episodios de placer sino para evitar sentirse mal, puesto que necesita reducir la ansiedad del impulso de trabajar, es decir, el trabajo se habría convertido en una adicción que aleja al adicto de lo que sería un buen trabajador o un “trabajador saludable” que, aparte de su rendimiento en el ámbito laboral, debe tener una buena calidad de vida (laboral y en su vida privada).

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Remedios para la adicción al trabajo Alonso-Fernández (2008), advierte que “el adicto al trabajo es un enfermo de recuperación muy difícil”, enfrentándose con dos escollos fundamentales que se oponen al tratamiento: 1. Resistirse a aceptar el inicio del tratamiento, puesto que no se reconoce a sí mismo como enfermo. 2. La conducta del sujeto rígida o anárquica que le impide efectuar un adecuado seguimiento de las prescripciones terapéuticas y adaptarse a la remodelación de su estilo de vida. Si el adicto al trabajo logra vencer ambos escollos, se afianza la expectativa de obtener un resultado terapéutico favorable. El tratamiento del adicto al trabajo se sistematiza en una intervención triple: 1. La farmacología se encargará de aportar productos de tres tipos: estimulantes del sistema serotoninérgico, productos antiadictivos (naltrexono, acamprosato, topiramato, fluoxetina en dosis alta) y sustancias facilitadoras del autocontrol. 2. La psicoterapia, con una técnica comprensiva híbrida integrada por las modalidades cognitivo-comportamental, adleriana y existencial. 3. La socioterapia, para conducir a una distribución adecuada del tiempo y a una reorganización del plan de vida, en cuya tarea puede colaborar alguna asociación de autoayuda. La comprensión del adicto al trabajo, escuchándole y tratando de captar sus motivaciones, lleva al enfermo a comprenderse a sí mismo e incluso a automentalizarse considerándose como un enfermo apresado por una conducta adictiva patológica. El diseño del tratamiento debe personalizarse, teniendo en cuenta la personalidad, el ambiente, la fase evolutiva de la adicción y el tipo de complicaciones; siendo estos factores muy diferentes de unos individuos a otros, por lo tanto los tratamientos también deberán ser distintos. Sin embargo, algo esencial y válido para todos los individuos es que “sin un profundo cambio del estilo de vida laboral, el tratamiento nunca alcanzará un punto de efectividad suficiente. Por ello, hay que dedicar una especial atención a confeccionarle una agenda de actividades ajenas al trabajo, como la dedicación a la familia y a los amigos, el paseo o el deporte, algún pasatiempo, la lectura o la participación en actos culturales”. REFLEPSIONES

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Cuando se inicia el tratamiento del adicto al trabajo, se debe indagar para tratar de detectar sintomatología expresiva del síndrome de estrés o del estado depresivo y de sus posibles complicaciones, como el abuso de alcohol o de otras drogas y el trastorno psicosomático. Si se verifica la presencia de alguno de estos trastornos, además de las medidas generales señaladas, habrá que añadir el tratamiento específico correspondiente. Referencias: Alonso-Fernández, F. (2008). ¿Por qué trabajamos?: el trabajo entre el estrés y la felicidad. Madrid: Díaz de Santos. Burin, M. (2007). Precariedad laboral, masculinidad, paternidad. En M. Burin, M., L. Jiménez Guzmán y I. Meler (Comp.), Precariedad laboral y crisis de la masculinidad. Impacto sobre las relaciones de género. Buenos Aires: Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES). Obtenido el 16 de febrero de 2010, de http://webs.uvigo.es/xenero/profesorado/mabel_burin/precariedad.pdf Del Líbano, M., Llorens, S. y Salanova, M. (2007). Adicción al trabajo: ¿un fenómeno positivo o negativo? Fòrum de Recerca, 10. Publicaciones Universitat Jaume I. Obtenido el 16 de febrero de 2010, de http://www.uji.es/bin/publ/edicions/jfi10/psi/13.pdf Del Líbano, M., Llorens, S., Schaufeli, W.B. y Salanova, M. (2006a). Adicción al trabajo: concepto y evaluación (I). Gestión Práctica de Riesgos Laborales, (27), 24-30. Obtenido el 16 de febrero de 2010, de http://bscw.uji.es/pub/bscw.cgi/d315876 Del Líbano, M., Llorens, S., Schaufeli, W.B. y Salanova, M. (2006b). Adicción al trabajo: acciones preventivas (II). Gestión Práctica de Riesgos Laborales, (28), 18-24. Obtenido el 16 de febrero de 2010, de http://bscw.uji.es/pub/bscw.cgi/d314520 Del Líbano, M., Renedo, M., Llorens, S. y Salanova, M. (2005). ¿Existen relaciones significativas entre adicción al trabajo y satisfacción? Fòrum de recerca, 9. Publicaciones Universitat Jaume I. Obtenido el 16 de febrero de 2010, de http://www.uji.es/bin/publ/edicions/jfi9/psi/12.pdf Del Líbano, M., Rodríguez, A.M., Llorens, S., Cifre, E. y Salanova, M. (2006). Adicción al trabajo y Flow: una relación conflictiva… Riesgo Laboral, (14), 34-37. Obtenido el 16 de febrero de 2010, de http://bscw.uji.es/pub/bscw.cgi/d331223

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Fernández-Montalvo, J. y López-Goñi, J.J. (2010). Adicciones sin drogas: características y vías de intervención. FOCAD. Formación Continuada a Distancia. Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos, 8(2). Fossum, M.A. y Mason, M.J. (2003). Familias adictas y abusivas en recuperación. México D.F.: Pax México. Instituto Nacional de Administración Pública (2005). España, en hora europea. Madrid: Fundación Independiente. Llaneza, F.J. (2009). Ergonomía y psicosociología aplicada. Manual para la formación del especialista. Valladolid: Lex Nova. Lopera, J. y Bernal, M.I. (2005). Y ¿de quién es la culpa? Bogota, Colombia: Intermedio. Polaino-Lorente, A. (2003). La personalidad hoy: entre la autoafirmación y la despersonalización. En A. Polaino-Lorente (Dir.), J. Cabanyes Truffino y A. del Pozo Armentia, Fundamentos de psicología de la personalidad (pp. 446-475). Madrid: Rialp. Salanova, M. (2007). Nuevas tecnologías y nuevos riesgos psicosociales en el trabajo. Veintiocho de Abril. Revista Digital de Prevención, 1(3). Obtenido el 16 de febrero de 2010, de http://www.uhu.es/revista28deabril/numero.php?accion=articulo&ano=2007&nu mero=1&id=125

Citar como: Aparicio, L. (2010). Adicción al trabajo. Reflepsiones [Revista electrónica], (15), 19-29. Disponible en: http://stores.lulu.com/reflepsiones [Consulta: FECHA DE CONSULTA].

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Características clínicas de la bulimia Amelia Catalán Borja CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA BULIMIA La definición de la OMS para la bulimia nerviosa: es un síndrome caracterizado por episodios repetidos de atracones de comida y una excesiva preocupación por el control del peso, que conduce a comer demasiado y a continuación vomitar y tomar purgantes. Este trastorno comparte muchos rasgos característicos psicológicos con la anorexia, que incluye una excesiva preocupación por la silueta y el peso corporal. Los vómitos repetidos provocan trastornos electrolíticos y complicaciones físicas. A Flickr menudo, pero no siempre, existen antecedentes de anorexia nerviosa unos meses o unos años antes. Entre los criterios del DSM-IV para el diagnóstico de la bulimia nerviosa destacan las siguientes características: 

Presencia de atracones recurrentes. Esto implica que: o

Consumen rápidamente una gran cantidad de comida (atracón) en un corto periodo de tiempo (menos de dos horas).

o

Sienten que les falta el control de su comportamiento alimentario durante los atracones.

Conductas compensatorias inapropiadas. Toman medidas regularmente para impedir la ganancia de peso, tales como el vómito provocado, el abuso de laxantes o diuréticos, regímenes estrictos, ayunar o practicar ejercicio vigoroso. Pueden seguir un régimen estricto entre los atracones, o pueden hacer una cantidad excesiva de ejercicio. Pero si de este modo no controlan el peso,

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recurren a métodos más peligrosos para reducir su peso. Pueden lograrlo induciéndose el vómito o tomando grandes cantidades de laxantes. Más de la mitad de los pacientes con bulimia induce el vómito durante y al final de cada atracón. Algunos bulímicos encuentran que el vómito les produce tanto “alivio” que se dan el atracón para luego poder vomitar. 

Se dan como promedio al menos dos atracones por semana durante por lo menos tres meses.

Tienen una preocupación exagerada por su peso y forma corporal.

CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS DE LA BULIMIA Hacen referencia a aquellos síntomas físicos, conductuales y cognitivos de aquellos que padecen bulimia nerviosa. Síntomas físicos:             

Fuertes dolores de cabeza. Pérdida del esmalte dental debido a los vómitos. Reglas irregulares. Pérdida del cabello. Vómitos y diarreas. Fluctuaciones del peso. Mareos debidos a la hipotensión (tensión arterial baja). Aumento de tamaño de las glándulas salivares, sobre todo de la parótida. Callosidades en la parte dorsal de las manos (debido a los traumatismos provocados por la dentadura). Estreñimiento. Esofagitis. Debilidad muscular. Calambres y parestesias.

Síntomas comportamentales:     

Ciclos dieta-atracón. Descontrol de impulsos, conductas desordenadas. Conductas purgativas. Uso de laxantes, diuréticos, vómitos provocados… Falta de habilidades para enfrentarse a los problemas. Poco manejo emocional.

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   

Conducta alimentaria extraña: comer a escondidas, ingerir gran cantidad de comida…). Pesarse frecuentemente. Evitación de exposición del cuerpo (se esconden en ropa amplia, visten de negro, evitan lugares como playas y piscinas…). Interés por temas relacionados con la nutrición y el peso.

Síntomas psíquicos (alteraciones cognitivas):        

Lectura del pensamiento (“cuando un chico me mira sé que está pensando que estoy gorda”). Pensamiento dicotómico (“si no estoy delgada, entonces estoy gorda”). Catastrofismo (“me he comido un caramelo, no tengo fuerza de voluntad, soy débil”). Pensamiento mágico (“si bajo de peso podré ser admirada por mis amigas porque estaré delgada”). Generalización excesiva (“me he saltado la dieta, nunca podré llevarla bien”). Desconfianza hacia los demás. Pocas habilidades sociales. Autoestima baja.

Síntomas psicopatológicos:     

Ansiedad. Fobia social. Fobia a ganar peso. Irritabilidad. Conductas autolesivas.

CONSECUENCIAS DE LA BULIMIA A nivel físico podemos encontrar los siguientes signos en personas enfermas de bulimia nerviosa:     

Pérdida irreversible del esmalte de dientes. Daños en la garganta, el paladar y las encías. Las facciones del rostro se redondean debido al aumento de las glándulas salivares. Debilidad muscular, hormigueos y calambres (por disminución de sodio). El cuerpo se deshidrata.

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    

Alteraciones digestivas: hernia de hiato, perforación del esófago, colon irritable, reflujo gastrointestinal, etc. (por el reflujo gastro-esofágico el cuerpo se acostumbra a vomitar espontáneamente, sin tener que hacer ningún esfuerzo). Diarreas y dolores abdominales. Alteraciones cardíacas y del metabolismo. (disminución de la tensión arterial, aumento de la frecuencia cardiaca, aparición de arritmias cardiacas,…) Amenorrea o reglas irregulares. Si se abusa de diuréticos se puede llegar a sufrir daños en el aparato urinario. Callosidades y erosiones en las manos en el punto de roce contra los dientes cuando se usan para provocarse el vómito.

La tasa de mortalidad en bulimia nerviosa no se conoce, aunque se sabe que es menor que la de la anorexia. Referencias bibliográficas: Abraham, S. y Llewellyn-Jones, D. (2005). Anorexia y bulimia. Madrid: Alianza Editorial. American Psychiatric Association (2002). DSM-IV-TR. Breviario. Criterios diagnósticos. Barcelona: Masson. Freire, E. (2007). Culpa. Trastornos de la Conducta Alimentaria, (5), 423-438. Márquez Guerrero, M. (2005). La pena del espejo. Rasgos lingüísticos propios del discurso de una paciente anoréxica. Trastornos de la Conducta Alimentaria, (1), 1-29. Márquez Guerrero, M. (2006). La palabra de eco. Rasgos lingüísticos propios del discurso de una paciente bulímica. Trastornos de la Conducta Alimentaria, (3), 208-227. Toro, J y Vilardell, E. (1987). Anorexia nerviosa. Barcelona: Martínez Roca. Vera Guerrero, M. N. (1998). El cuerpo, ¿culto o tiranía? Psicothema, 10(1), 111-125.

Citar como: Catalán, A. (2010). Características clínicas de la bulimia. Reflepsiones [Revista electrónica], (15), 30-33. Disponible en: http://stores.lulu.com/reflepsiones [Consulta: FECHA DE CONSULTA].

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Timidez en la infancia Amparo Puig Ricart La timidez se define como un patrón de conducta caracterizado por un déficit de relaciones interpersonales y una tendencia estable y acentuada de escape o evitación del contacto social con otras personas. En la timidez el grado de malestar puede ser fuerte, existe una notable incomodidad, pero, inicialmente no es incapacitante, ya que no interfiere gravemente con el progreso académico y la adaptación social del niño. Las principales manifestaciones de la conducta tímida son: 

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Déficit o carencia de conductas de interacción con compañeros y adultos.

Conductas de ansiedad, miedo y temor ante situaciones interpersonales habituales y situaciones que impliquen evaluación junto a síntomas psicofisiológicos. Con el tiempo se llega a evitar y/o escapar en lo posible.

Problemas relativos al concepto de sí mismo y a la afectividad.

Existen varias teorías etiológicas acerca de las conductas de timidez: 1. Psicobiológicas: Suponen una predisposición hereditaria temperamental: 

Se encuentran diferencias individuales en recién nacidos en actividad motora, irritabilidad y tipo de reacción ante acontecimientos nuevos.

Se descubre un rasgo de inhibición ante lo desconocido. Se refiere a un umbral excesivamente bajo de activación psicofisiológica ante estimulación social nueva que se manifiesta en rubor, taquicardia y lentitud en la reducción de dicha activación.

El grado de timidez de los hijos es inversamente proporcional al grado de sociabilidad de las madres.

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El tipo de temperamento del niño puede determinar el tipo de comportamiento de los padres y cuidadores (un niño inhibido provoca en los padres menos conductas de atención).

2. Aprendizaje: Déficit de habilidades e interferencia: 

No cuentan en su repertorio con las habilidades necesarias para establecer y mantener relaciones sociales.

El niño puede tener esas habilidades, pero no las pone en juego por ansiedad, autoverbalizaciones negativas, creencias irracionales, pensamientos autoderrotistas o autoconciencia excesiva.

3. Interactivas: Combina variables intraindividuales (predisposición genética), interindividuales (primeras experiencias de aprendizaje y todo lo relacionado con el apego) y ambientales (las interacciones tempranas son cruciales para favorecer y reforzar la predisposición biológica o bien para reducirla y minimizarla). 

Por contacto directo, observación o información, el niño va manteniendo o modificando su repertorio inicial.

El repertorio inadecuado hará que las situaciones sociales se vean como amenazantes.

El fracaso hará que el niño crea que no es capaz de enfrentarse a los retos interpersonales y la conducta inhibida y tímida se desarrollará y consolidará.

Citar como: Puig, A. (2010). Timidez en la infancia. Reflepsiones [Revista electrónica], (15), 34-35. Disponible en: http://stores.lulu.com/reflepsiones [Consulta: FECHA DE CONSULTA].

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EVENTOS DEL CENTRE DE PSICOLOGIA CLร NICA I FORMATIVA

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SOBRE LOS AUTORES

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Sobre los autores Amelia Catalán Borja            

Licenciada en Psicología. Máster en Psicología Clínica y Jurídica. Máster en Psicología Clínica y de la Salud. Especialista Universitario en Hipnosis Clínica. Experta en Técnicas Gerontológicas. Postgrado en Intervención Psicopedagógica en Contextos Escolares. Postgrado en Intervención Social con Menores (Reconocido por la Conselleria de Benestar Social de la Generalitat Valenciana). Ponente del personal sanitario del Servei Valencià de Salut en la Comunidad Valenciana. Directora del Centre de Psicologia Clínica i Formativa de Valencia (CPCiF). Tutora externa del módulo “Practicum en Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico” de la Facultad de Psicología de la Universidad de Valencia. Colaboradora activa del Centro de Psicología Especializada (C.P.E.). Miembro investigador en la Facultad de Psicología de la Universidad de Valencia.

Amparo Puig Ricart      

Licenciada en Psicología. Máster en Psicología Clínica y Jurídica. Máster en Psicología Clínica. Psicóloga del Centre de Psicologia Clínica i Formativa (CPCiF). Profesora del Máster de Psicología Clínica del área infanto-juvenil (CPCiF). Profesora del Máster de Psicología Clínica del área de trastornos de ansiedad (CPCiF).

Beatriz Sarrión Soro   

Licenciada en Psicología. Máster en Psicología Clínica. Colaboradora del Centre de Psicologia Clínica i Formativa (CPCiF).

Esther Samper Martínez      

Licenciada en Medicina. Coordinadora, redactora y responsable de la sección de Salud del medio digital Soitu.es (Octubre 2007-Octubre 2009). Administradora y creadora de la comunidad Hispaciencia. Colaboración literaria con Medical Reports, revista médica de la farmacéutica Genetikapharma (2008). Divulgadora científica freelance en el ámbito biosanitario. Finalista Prensa Escrita en los Premios Boehringer Ingelheim al Periodismo en Medicina 2009.

Luis Aparicio Sanz     

Licenciado en Psicología, Especialidad Clínica. Máster en Psicología Clínica y Jurídica. Especialista Universitario en Hipnosis Clínica. Profesor del Máster de Psicología Clínica del área de técnicas de relajación e hipnosis (CPCiF). Profesor del Curso de Experto en Hipnosis Aplicada en las Terapias Psicológicas (CPCiF).

REFLEPSIONES

Nº 15 Febrero 2010

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ISSN 1989-4716

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INFORMACIÓN Esta revista pretende recoger noticias, comentarios, artículos, etc., relacionados con la psicología, intentando informar tanto a profesionales, como a pacientes y público en general. La mayoría del contenido de esta revista corresponde a entradas publicadas en el blog Reflepsiones. Parte de una propuesta realizada por el Centre de Psicologia Clínica i Formativa (ValenciaEspaña) a los profesionales que, de una u otra forma, colaboran con dicho centro, para que aporten información y reflexiones sobre los temas psicológicos que consideren oportunos, siendo todos sus autores profesionales del ámbito sanitario o de la psicología. Los artículos y opiniones escritas en esta revista, y sus derechos, pertenecen a los autores que las han publicado. Para cualquier tema relacionado con esta publicación puede dirigirse al responsable escribiendo al siguiente correo electrónico:

Luis Aparicio Sanz (reflepsiones@gmail.com)

AVISO La información contenida en esta revista no reemplaza a la relación con su médico o profesional sanitario.

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