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SALUD PARA TODOS

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PERFILES

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# 24 • OCTUBRE 2020 • Pág 38

Pérdida de audición: un problema típico en adultos mayores

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La sordera es una de las afecciones más características de la tercera edad, si bien puede presentarse en cualquier etapa de la vida de una persona. Uno de cada tres adultos mayores de 65 años padece problemas auditivos, y entre las causas que los provocan se encuentran la sobreexposición al ruido o lesiones propias en el oído interno o externo.

La sordera se define como la privación o la disminución de la capacidad de oír, pudiendo clasificarse en parcial o total. La primera, también conocida como hipoacusia, es cuando la persona pierde levemente la capacidad de oír y puede solucionarlo con el uso audífonos que le permitan escuchar todos los niveles del sonido; mientras que la sordera total es cuando la persona afectada tiene una discapacidad auditiva completa y debe recurrir a un implante coclear. Para detectar el tipo de pérdida de audición es muy importante que las personas que rodean al paciente observen su actitud en el ámbito social. Por ejemplo, si el abuelo no interviene en las conversaciones o se mantiene al margen en una reunión familiar puede deberse a que no está oyendo bien. Otro caso muy común es el déficit de atención de los niños en el colegio. Cuando se detecta alguna de estas deficiencias es recomendable acudir a un centro auditivo o un otorrinolaringólogo, para realizar un test auditivo personalizado. Dependiendo de los decibelios que escuche su oído, el profesional

definirá qué tipo de sordera padece según la siguiente clasificación: Dificultades para escuchar correctamente en lugares con ruido: Puede aparecer con la edad avanzada pero también es causa de una exposición prolongada a altos niveles acústicos y es en general progresiva. Oídos tapados: Es un síntoma de pérdida auditiva producido por la acumulación de mucosidad que provoca la obstrucción de la Trompa de Eustaquio, que comunica la nariz con el oído regulando el fluido del aire. Por lo tanto, si se obstruye, provoca la sensación de taponamiento del oído. Además de la acumulación de mocos, también puede provocarse por el exceso de cerumen en el conducto. Pérdida auditiva repentina: Se produce la pérdida de audición de forma brusca, de un día para otro. Las causas más habituales son una infección de oído y la acumulación de fluidos, entre otras. Pérdida auditiva fluctuante: Suele ir acompañado de vértigos, por lo que el problema auditivo es producido por variaciones en la presión arterial, problemas cardiovasculares, ansiedad o deshidratación.

¿Cuáles son los factores de riesgo? Los factores que pueden dañar el oído o llevar a la pérdida de la audición comprenden: • Envejecimiento. Con el paso del tiempo, las estructuras del oído se degeneran. • Ruidos fuertes. El daño puede aparecer con la exposición prolongada a sonidos fuertes o por un estallido breve, por ejemplo, un disparo de arma de fuego, afectando las células del oído interno. • Factor hereditario. Es posible que la composición genética de una persona la vuelva más vulnerable al daño por ruidos o al deterioro por envejecimiento. • Ruidos laborales. Los empleos en los que los ruidos fuertes son parte habitual del entorno laboral (por ejemplo, el trabajo en una fábrica) pueden causar daño dentro del oído. • Deportes recreativos. La exposición a ruidos explosivos como las armas de fuego y las turbinas de un avión,

pueden causar pérdida inmediata y permanente de la audición. • Algunos medicamentos. Ciertos fármacos como el antibiótico gentamicina, el sildenafilo (Viagra) y otros de uso para quimioterapia pueden dañar el oído interno. A su vez, si se toman dosis muy altas de medicamentos antipalúdicos o diuréticos del asa, podrían producirse efectos temporales en la audición como zumbidos o pérdida auditiva. Determinadas enfermedades como la meningitis también pueden dañar el oído.

Medidas de prevención

Las siguientes medidas pueden ayudar a evitar la pérdida de audición inducida por el ruido y su empeoramiento relacionado con la edad: Protegé las orejas: Limitar la duración y la intensidad de la exposición al ruido es la mejor protección. En el lugar de trabajo, en particular aquellos con alta exposición a ruidos, se sugiere usar tapones de plástico u orejeras rellenas de glicerina. Controlá la audición: Si se trabaja en un ambiente ruidoso es recomendable controlar de forma periódica la audición, ya que en caso de haber sufrido una pérdida auditiva pueden tomarse medidas para evitar su avance. Evitá los riesgos recreativos: actividades como andar en moto de agua, cazar, usar herramientas eléctricas o escuchar música con volumen muy alto pueden dañar la audición con el tiempo. Para realizar este tipo de actividades de forma periódica se recomienda el uso de protectores auditivos o tomar descansos para proteger los oídos. Si se tiene una pérdida repentina de la audición, en particular, en un oído, es recomendable buscar atención médica inmediata. A su vez, si se reconoce una dificultad para oír que afecta la vida diaria, se sugiere una consulta con especialista. La pérdida de audición relacionada con la edad ocurre gradualmente, por lo que es posible que no sea notorio al principio. En caso de riesgo de padecerlo, también es recomendable consultar precozmente para un seguimiento.

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