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NUTRICIÓN

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VIDRIERAS

VIDRIERAS

¿Por qué consumir lácteos?

Los beneficios de la leche y sus derivados van más allá de la adecuada salud ósea. Su consumo está asociado con una mejor calidad de dieta y un menor riesgo de enfermedades no transmisibles, debido a que estos alimentos tienen compuestos biológicamente activos, proteínas con potencial bioactivo y calcio de rico contenido.

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Por Lic. Paula Moliterno

Los lácteos constituyen alimentos complejos de calidad nutricional insustituible, cuyas ventajas se asocian a la biofuncionalidad de la suma de nutrientes. En Uruguay, tenemos leche fresca pasteurizada todos los días y nuestro consumo anual es de 230 litros per cápita, más del doble del consumo mundial promedio. Este dato es muy favorable si consideramos que una adecuada nutrición, junto a un buen estado de salud, constituye pilares fundamentales para la prevención de enfermedades no transmisibles (como obesidad, diabetes, enfermedad cardiovascular, entre otras) en la etapa adulta. En este contexto, la leche y los derivados juegan un rol central. Aquellas personas que habitualmente consumen lácteos, en general, adoptan comportamientos más saludables que trascienden a la alimentación y benefician a la salud. Es por eso que la inclusión de lácteos en la alimentación habitual constituye un verdadero marcador de calidad de dieta, cubriendo necesidades nutricionales que de otra forma sería más difícil alcanzar. Desde los orígenes de la domesticación de animales, el hombre ha sabido aprovechar las ventajas nutricionales de consumir leche. La introducción de este alimento -cuya

OCTUBRE 2022 • Pág 48 OCTUBRE 2022 • Pág 48 # 48 • definición comprende el fluido biológico secretado naturalmente por las hembras de los mamíferos- se volvió una práctica corriente cuando se dieron las circunstancias para que las pequeñas comunidades permanecieran en un lugar fijo. Eso permitió que la leche se transformara en un alimento confiable y una fuente de proteínas más disponible que la carne, que además se podía consumir en todas las etapas de la vida. Con un aporte por taza de 138 calorías y 7.8 g de proteínas de alta calidad biológica, desde un punto de vista fisicoquímico, la leche constituye una mezcla compleja de diferentes sustancias: caseínas, albúminas, lactosa, grasa, vitaminas y sales, entre otros. A su vez estos componentes pueden variar considerablemente entre distintas razas de vacas, en especial el contenido de grasas. El aporte de grasa láctea constituye no solo una fuente de energía, sino también un medio importante para el transporte de vitaminas liposolubles y pigmentos, que otorgan el color amarillento característico de la leche entera con su efecto real sobre la salud cuando se lo consume como alimento. Luego del primer año de vida, el calcio lácteo constituye la principal fuente de calcio de la dieta. Cada taza de leche aporta 300 mg de calcio, contenido que es similar en leches enteras y descremadas. Un elemento clave del calcio lácteo es su alta biodisponibilidad (o eficiencia global con la que se absorbe), que puede verse afectada por distintos factores. Entre quienes la favorecen se encuentran la lactosa de la leche, la vitamina D, ciertos péptidos, fructooligosacáridos y prebióticos; todos componentes que mejorarían la solubilidad del calcio favoreciendo su absorción. Por el contrario, el ácido oxálico y el ácido fítico disminuyen la biodisponibilidad y están presentes en vegetales como espinaca, acelga, hojas de remolacha y ciertos cereales. Es por esto que, idealmente, sería prudente que quienes deciden llevar adelante su alimentación excluyendo el consumo de lácteos, maximizaran la incorporación de otras fuentes naturales de calcio en cantidad adecuada y ajusten el contenido de proteínas y sodio de su dieta para incrementar la masa ósea. Siempre es recomendable la consulta con un profesional de la nutrición para orientación y supervisión de la dieta global de acuerdo a las necesidades y actividades de cada uno.

Los beneficios de su consumo Ante la elevada prevalencia de enfermedades relacionadas con la dieta y el estilo de vida, el interés por determinar qué patrones de alimentación se relacionan desde una perspectiva epidemiológica con menor o mayor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas, es creciente. En este sentido, la revisión científica llevada a cabo por el Comité Asesor para la elaboración de las Guías Alimentarias para la población americana determinó que un patrón de alimentación saludable -es decir aquel estilo de alimentación que se asocia con un mejor estado de salud- incluye la ingestión regular de lácteos. Los mecanismos por los cuales los productos lácteos tendrían un efecto protector sobre el riesgo cardiovascular son múltiples, y se atribuyen a algunos componentes naturales como el calcio, proteínas del suero y proteínas lácteas, así como ciertos ácidos grasos. Las consecuencias que más se asocian a la exclusión de los lácteos de la dieta se manifiestan sobre el compromiso de la salud ósea. Los efectos positivos sobre el esqueleto parecen iniciarse durante la etapa fetal: un estudio mostró que el mayor consumo de lácteos en mujeres cursando la semana 28 de gestación predijo significativamente la masa ósea total y contenido mineral óseo de los niños a los seis años. Durante la niñez, el mantener el consumo de lácteos contribuye al crecimiento lineal del esqueleto y reduce el riesgo de fractura en la adultez. Tenemos incorporados estos alimentos desde la infancia, son apetecibles y tienen una altísima composición nutricional. Por lo que siempre que no existan contraindicaciones, la inclusión diaria de la leche y sus derivados mejora el perfil global de la alimentación, resultado muy favorable para la salud en general.

Los lácteos no engordan

Una de las asociaciones más significativas es la que se ha demostrado entre el consumo de lácteos y la regulación del peso corporal. La evidencia indicaría que el consumo de lácteos contribuye a la reducción de la grasa corporal, aunque no necesariamente el peso, posiblemente vinculado a la preservación del componente magro. Diversos estudios en población adulta y pediátrica muestran evidencia nula o inversa entre el consumo de leche y productos lácteos con marcadores de adiposidad. Al analizar el consumo de bebidas, todos los resultados, a excepción de la leche, se asociaron con incremento del peso corporal, sin diferencias significativas entre quienes consumen leche entera y leche baja en grasa, lo que podría cuestionar la subvaloración de la grasa láctea en el mantenimiento de un adecuado peso corporal. Los mecanismos que podrían estar explicando la asociación del consumo de lácteos con la pérdida de peso y/o pérdida de masa grasa estarían vinculados al efecto del calcio en la regulación del peso, pero también se han postulado mecanismos independientes a la regulación de este mineral. Las proteínas lácteas (del suero, caseínas) tendrían un efecto sobre la termogénesis y la regulación de la saciedad inducidas por la dieta.

PREVENCIÓN CARDIOLÓGICA DEPORTIVA

El beneficio de la actividad física en la salud psico-social está plenamente demostrado siendo un pilar fundamental en la reducción de los factores de riesgo, con impacto en la reducción de la mortalidad cardiovascular a largo plazo.

Esta actividad no está exenta de riesgo, presentando como “talón de Aquiles” la llamada “muerte súbita del deportista” (MSD) definida como una muerte inesperada que sucede durante la práctica deportiva y hasta 24 horas posteriores a la misma, de causa cardíaca y sin otra explicación posible (ejemplo traumatismos).

El riesgo de muerte súbita se ve aumentado en ejercicios de gran intensidad y duración, jugando un rol fundamental además la edad del individuo. Pero también existen otras variables que deben ser consideradas como el sexo y la raza ya que esta entidad es mas frecuente en hombres y en poblaciones afrodescendientes.

Del punto de vista epidemiológico destacamos que tres de cada 1000 individuos de la población general presentan algún trastorno cardíaco que predispone a la muerte súbita durante la actividad deportiva y el riesgo aumenta claramente con la edad, siendo punto de referencia los 35 años. En individuos menores de esta edad, la incidencia de muerte súbita es de 1 a 3 cada 100.000/año, aumentando exponencialmente con una incidencia de 1 cada 18.000/año en mayores de 35 años. Las causas que conllevan en uno y otro grupo al desenlace de una MSD no son las mismas y esto marca un diferencial al momento de una valuación integral destinada a reducir su incidencia.

Es así, que en menores de 35 años predominan las causas llamadas “genéticamente determinadas” asociadas a cardiopatías estructurales, enfermedades de las válvulas cardiacas, de la aorta, anomalías en el origen o trayecto de las arterias coronarias o enfermedades del ritmo cardíaco, determinadas por una causa genética que pueden pasar desapercibidas clínicamente o con una valoración cardiológica no dirigida.

En mayores de 35 años se suman a estas causas la patología de las arterias coronarias, o ateromatosis coronaria cuya detección precoz, y el consiguiente tratamiento de prevención lleva a una franca reducción de la incidencia de la MSD.

Una mención aparte ameritan los jóvenes menores de 18 años, en quienes la incidencia de muerte súbita es baja, pero con un impacto individual y social enormemente negativo. En este grupo se amerita una actividad deportiva competitiva reglada donde debemos poner la lupa sobre los factores genéticos antes mencionados, y donde una valoración integral, pautada y sistematizada permite detectar y prevenir esta fatal causa de muerte.

Como epílogo de este resumen epidemiológico no podemos dejar de mencionar en el momento actual, que dentro de las secuelas post covid están las cardiológicas, que pueden haber sido expresadas durante la enfermedad o pueden aparecer posteriormente, y deben considerarse dentro de la valoración de las personas que desean iniciar o retomar la práctica deportiva. Este hecho se basa en que un porcentaje no despreciable de la población que adquirió Covid, puede presentar tanto en forma sintomática como asintomática, una inflamación del músculo cardíaco o miocardio, que denominamos “miocarditis” y que puede tener consecuencias durante la actividad deportiva, como el aumento de la incidencia de arritmias malignas sintomáticas o muerte súbita. Este hecho marca la necesidad de pautar una estratificación especial en este grupo de pacientes, y que nos exponen en la era actual a este desafío médico.

Dado la complejidad de los aspectos mencionados, la evaluación del deportista o personas que quieran iniciar actividad deportiva, se ha transformado en un desafío cardiológico, que amerita en la actualidad un equipo especializado en el área, que pueda tener la posibilidad de una resolución integral a medida que se sucede la valoración.

Con todas estas premisas mencionadas, nos propusimos generar una unidad especializada en prevención cardiológica deportiva. La misma tiene como centro al individuo que realiza actividad física profesional o de forma amateur o aquellos que van a iniciarse en la práctica del deporte, generando en ellos y su entorno, la tranquilidad de la prevención de la gran mayoría de las causas de muerte súbita del deportista. Esta valoración se lleva a cabo en un espacio individualizado con especialistas de diferentes áreas.

EQUIPO TÉCNICO

COORDINADOR

Dr. Andrés Tuzman Dra. Julia Aramburu Dra. Natalia Lluberas Dr. Gabriel Parma Dr. Carlos Américo Dr. Ignacio Farro Dr. Fabián Martínez Dra. Lía Carlevaro Dr. Mateo Ríos Dr. Santiago Millan Dra. Valentina Agorrody

Dr. Daniel Mallo

INDIVIDUALIZAMOS LA VALORACIÓN EN 4 GRUPOS:

• Práctica deportiva de profesionales o federados. • Actividad deportiva recreativa. • Evaluación previo al inicio de la actividad física en pacientes post Covid. • Actividad física en adolecentes.

En cada uno de estos grupos se realiza una evaluación individualizada, pero teniendo como factor común tres instancias concatenadas fundamentales para la evaluación integral del deportista: 1- Consulta inicial integral que será llevada a cabo con un cardiólogo especialista, el cual realiza una pormenorizada historia clínica y examen físico enfocado a cada grupo, con interpretación del electrocardiograma y paraclínica sérica .

2- Estudios paraclínicos de imagen: ecocardiograma basal y ecocardiograma con estrés físico para reproducir la actividad deportiva bajo la “lupa” de la valoración con imagen, mientras realiza la actividad física.

Este ultimo estudio se realiza con un ergómetro especialmente diseñado para este fin y se cuantifican variables que nos permitan conocer aún mas la performance cardiovascular. Según estratificación de riesgo y edad la valoración es completada con el análisis directo de la ateromatosis coronaria, basados en el score de calcio coronario, que es un estudio tomográfico, que permite sin el uso de contraste visualizar si existe ateromatosis coronaria, y así individualizar mejor el riesgo cardiovascular de cada paciente.

3- Etapa de devolución: con la información adquirida, y en forma individualizada, se brinda una devolución a modo de consejo cardiológico en cuanto a la aptitud deportiva, y según los hallazgos podremos profundizar en otros estudios específicos como: cardioresonancia o tomografía coronaria.

Cuando haya evidencia de algún elemento de alarma clínico, electrocardiogáfico o paraclínico que amerite otros estudios cardiológicos o conductas cardiológicas específicas se discutirá en ateneo multidisciplinario para poder brindar el mejor consejo cardiológico a seguir, pensando siempre en la necesidad de realizar actividad física.

PREVENCIÓN CARDIOLÓGICA DEPORTIVA PEDIÁTRICA

La muerte súbita e inesperada es muy infrecuente y puede estar causada por varias patologías siendo las de origen cardiovascular el 80%. En la edad adulta, en algunos casos se conocen patologías que puedan provocarla, pero cuando ocurre en la edad pediátrica o en etapa adolescente es aún más inesperada, generando a nivel familiar consecuencias desbastadoras.

Las medidas de prevención se deben orientar principalmente a la identificación de los grupos con mayor riesgo de padecer la muerte súbita. Esto ha sido estudiado internacionalmente sin alcanzarse un consenso que nos guie específicamente a través de protocolos estandarizados, quedando simplemente recomendaciones globales que cada sistema de salud evaluará y adoptará.

En nuestro caso consideramos que la evaluación clínica es fundamental, pero debe ser apoyada por algunos estudios paraclínicos. Tenemos la posibilidad de identificar la gran mayoría de causas potenciales de muerte súbita de origen cardíaco, con métodos no invasivos y sencillos.

La valoración que proponemos para niños-adolescentes entre 12-16 años, consta de tres pasos que son los siguientes:

1- Cada deportista tendrá la posibilidad de ser evaluado inicialmente de forma clínica (interrogatorio y examen físico), valorando antecedentes personales y familiares. En esa misma consulta se realizará un electrocardiograma.

2- Como segundo paso se realizará un ecocardiograma transtorácico seguido por una ergometría.

3- Finalmente se hará una devolución al deportista y a la familia con toda la información obtenida.

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