6 minute read

LIGA PRIVADA PAPAS FRITAS: Maridando con los bosques de Durham

Luciano Quadrini

Puedo asegurar, casi con un 100 por ciento de certeza, que todo aquel que haya sentido, aunque sea un poco de curiosidad por el mundo del tabaco, ha escuchado hablar o leído por lo menos, algunas líneas sobre maridajes. Sabemos que pueden darse por armonía o por contraste, con destilados, vinos, cervezas e incluso bebidas carbonatadas. También, por qué no, con chocolates y diversos alimentos. Pero de lo que sabemos muy poco (me incluyo dentro de este grupo) es de maridajes con lugares. Seguramente les habrá pasado alguna vez de sentir que se fumaron el puro perfecto en el lugar perfecto.

Casualidad o no, esto sucede, y me ha ocurrido más de una vez, lo que me lleva siempre a tomarme el trabajo de descubrir por qué ese puro en ese lugar parecen ser el uno para el otro. Condición indispensable creo que es conocer la historia del lugar, su flora, su fauna, su clima, las costumbres de las personas que lo habitan, además de la historia del cigarro en cuestión, su procedencia y su composición. De ahí partimos para buscar puntos en común que pueden ser de lo más diversos. Lo interesante de esto es soltar por un momento el comando de nuestra mente y que la subjetividad saque a pasear un rato a la objetividad.

Hoy escribo desde uno de mis lugares preferidos del mundo. Me encuentro en Estados Unidos en la ciudad de Durham, estado de North Carolina. Una ciudad de menos de 300 mil habitantes, ubicada en el corazón del estado, en la meseta de Piedmont. Apenas a unos pasos de donde me dispongo a encender mi puro se encuentra el American Tobacco Trail, pn proyecto Rails-to-Trails (reemplazo de vías ferroviarias en desuso por caminos) de 22.6 millas (36.4 km) de largo, que corre a lo largo de un lecho de ferrocarril abandonado, originalmente construido para la American Tobacco Company en la década de 1970. La ruta atraviesa la ciudad de Durham, el condado de Durham, el condado de Chatham y el condado de Wake. El American Tobacco Trail está abierto a peatones, ciclistas, jinetes (en secciones no urbanas) y otros usuarios no motorizados. Luego de recorrerlo por algunas millas a pie, llegué a la casa de mi primo y me senté en el porche con vista al bosque colmado de robles y algunas ardillas que se acercan como sabiendo que algo va a pasar. Sin duda este es para mí el sitio perfecto.

El puro en cuestión es un integrante de la Serie Único de Liga Privada. Se trata de Papas Fritas. Aunque su nombre es casi gracioso, visualmente es un puro bastante extravagante (al punto tal de que parece un cartucho de dinamita), pero que da señales de que hay que tomarlo muy en serio. Primero por el prestigio de la marca, y segundo porque a la vista ya es un puro con una personalidad particular. El primer lote de la línea Liga Privada fue lanzado al mercado por Drew Estate en 2007 y ha sido un éxito rotundo. Según palabras del fabricante estos puros no fueron elaborados para ser bellos, sino para ser deliciosos. Papas Fritas tiene una capa Connecticut Broadleaf Maduro, de oleosidad considerable, con venas algo visibles pero muy poco palpables. Su construcción es firme al tacto y también pareja. A pesar de esto, su terminación es rústica sin llegar a ser desprolija, haciéndose notar principalmente en la perilla y coronando con un rat tail que le suma puntos en presentación. A la vista podría asemejarse a un Toscano italiano, si no fuese por su forma cilíndrica perfecta. Un capote Brasil Matafina y tripa de Nicaragua y Honduras terminan de conformar este cigarro. Como dato particular, está elaborado con tripa corta proveniente de los sobrantes de las hojas utilizadas para elaborar el No. 9 y el T52 de la misma marca. Sus medidas son 4.5 pulgadas de largo (115 mm) y cepo 44.

Casi como buscando un alivio me acerco el puro a las fosas nasales. Inmediatamente en la capa aparecen el cuero, la madera de roble y los frutos secos, como nueces y almendras. Pero el pie arroja notas más ácidas, dulces y herbáceas, como heno y chocolate con leche. Procedo a cortar mi puro con una guillotina de doble hoja y hago la primera calada en frío. En esta se percibe una mínima resistencia, que a mi parecer y gusto es indispensable. No me resultan agradables los puros en los que el tiro esta tan flojo que el aire pasa como a través de un tubo vacío. Esa mínima resistencia puede ser sutil pero siempre tiene que estar. La calada en frío la dominan el chocolate y el cuero, con alguna reminiscencia a pimienta negra y un picor suave que se queda sobre la punta de la lengua.

Fuego. Enciendo con encendedor tipo torch, y, mientras que estoy encendiendo, el humo que emerge ya me empieza a spoilear los primeros episodios que parecen estar protagonizados por la madera. Veremos. Sin demora, las primeras caladas son pertenencia de la madera de roble, que se para en la puerta como un guardaespaldas y no deja pasar a nadie más. De improviso una calada llega colmada de notas a nueces y amenizan tanta madera, dándole más cuerpo.

Al cabo de unos minutos surgen aromas a tierra seca, acompañados de una nota extraña pero agradable, similar al carbón vegetal. Mientras tanto los tostados pasan por atrás, pero van en aumento. En el retronasal el chocolate se hace evidente al igual que una nota a pan tostado.

La ceniza es firme, sobre todo teniendo en cuenta que el puro es de tripa corta, y posee un color blanquecino con trazos grises.

El segundo tercio se asienta con el cuero, que se va depositando en la parte posterior de la lengua ganando amargor e intensidad. La pimienta negra se despierta y comienza a caminar por toda la boca.

La combustión de este puro es muy pareja, constante, fresca, y genera una importante cantidad de humo. Estoy fumando en exteriores. Acá es otoño y hacen unos 16 grados celsius de temperatura en el medio del bosque y aunque corre una suave brisa, no evita que este puro queme a la perfección. El humo se escurre entre robles blancos americanos, ardillas y algunas personas que luchan en vano contra las hojas caídas de los árboles que se acumulan en pilas de tonos rojizos, amarillos y marrones. No puedo dejar de sentir que el puro está en armonía con el paisaje.

Algo de café tostado comienza a percibirse al final de cada calada y surgen notas herbales como de heno, mientras la tierra le provee un amargor que se asienta en la parte de atrás de la lengua junto al cuero.

En los primeros pasos del último tercio emerge una nota a ciruela madura, pero a medida que seguimos avanzando hacia el final el cuero y la madera lo dominan todo.

A pesar de su fortaleza alta por su elevado contenido de nicotina, este puro dan ganas de fumárselo hasta quemarse los dedos. No es un puro complejo, al contrario, pero creo que en esa simplicidad es donde gana armonía, cuerpo y definición en sus sabores. Factor que no está de más recordar es que es un puro de tripa corta, lo que le da aún más mérito, y le otorga el lugar del mejor puro off-Cuba de tripa corta que he fumado hasta el momento.

Muchas veces nos dejamos llevar por tecnicismos, por estrategias de marketing o simplemente por la anilla o la prolijidad de la capa de un cigarro y nos perdemos de probar maravillas como estas. Lo recomiendo absolutamente.

Si alguna vez te pasó esto de sentir que un puro concordaba perfectamente con el lugar en donde te encontrabas me gustaría que me cuentes tu experiencia. Podés enviarme un inbox a mi cuenta de Instagram @cigardoc_, o un e-mail a lucianoquadrini@hotmail.com. Será un placer leer tu vivencia y, por qué no, corroborar en un futuro que estás en lo cierto.

This article is from: