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SI LA VIDA TE DA LIMONES, PIDE SAL Y TEQUILA
Fernando Sanfiel
Valentina Vandici es italiana y amiga de batallas. La conocí en La Palma, compitiendo en los múltiples concursos de Coctelería en los que participé como jurado.
Estamos ahora en el Cuervo Margarita Challenge 2021, que lleva como eslogan: En busca del mejor Margarita de España. Entre los 20 finalistas está Valentina, quien avanza en un más que merecido cuarto puesto. Ahora viene lo difícil, ganar el Challenge.
¿Por qué les hablo de Valentina? Porque además de amiga mía es Mixóloga y un servidor estaba buscando una propuesta fuera de lo común para maridar con los puros mexicanos que mi amigo César Salinas envió, después de mucho insistirle, para probar el auténtico tabaco Negro San Andrés. Algo que ya me picaba en la moral desde 2019. En la primera fumada del triple Negro San Andrés me llamó mucho la atención su sabor y aroma fuertes. Y su personalidad picante. Es por ello que quise encontrar el maridaje casi perfecto para saborearlos en la segunda tanda de cata, en la que pongo todos mis sentidos en el sabor y el aroma.
Necesitaba ir a México, fumar con lo más auténtico de sus destilados. Por eso me puse en contacto con Valentina. Y sonó la campana... Le conté qué tipo de tabaco estaba fumando y rápidamente se puso a elaborar su propuesta: Un fantástico Cóctel Buena Onda, con base de tequila.
Le pido que me describa el cóctel y me dé detalles sobre la alquimia. Sólo pude escuchar, sorprenderme y aprender. Aprender mucho, y no sólo de bebidas…
– Su nombre se inspira en los rituales de limón y sal, que son para limpiar las energías. Para la alquimia necesitas:
• 35 ml de Tequila José Cuervo Tradicional.
• 20 ml de Agave seco (licor de naranja con una infusión de
Agave Azul Weber (planta de la que sale el Tequila). • 1/5 de zumo de lima. • 3 Hojas de cilantro (nunca falta en las comidas mexicanas), buen compañero del chile porque aporta un aroma que combina con el sabor “infernal” de los chiles y se convierte en una experiencia gastronómica singular. • 15 ml de Jugo de Tomate. Los jitomates o tomates rojos se utilizaban en la época prehispánica para pagar los impuestos.
Para la decoración: • 1 Chile. • Copa escarchada de sal ahumada con xoconostle y cilantro en barrica de roble.
Cóctel inspirado en la cultura Azteca y en la diosa Mayahuel, que nos ha dado el Tequila.
Reina de la embriaguez, una de las deidades relacionadas con la tierra, es también una diosa de la fertilidad. Según la mitología, en su origen Mayahuel era una joven que vivía con su abuela, una Tzitzimime (quienes movían las estrellas para impedir que el Sol saliera).
En una ocasión, Quetzalcóatl la convenció de que bajase a la tierra para amarse, convertidos en las ramas de un árbol bifurcado. Pero cuando su abuela despertó y no vio Mayahuel, llamo a otras Tzitzimime para ayudarle a buscar a su nieta.
Cuando se acercaron, el árbol se separó en dos. Entonces la abuela, descubriendo a su nieta como una rama, la despedazó y dejó los restos para fueran devorados. Sin embargo, la rama en que Quetzacóatl se había convertido permaneció intacta.
Cuando las Tzitzimime se alejaron, Quetzacóatl tomó los restos de la joven y los enterró. De ellos brotó un Maguey.
BUCARELI ES PURO MÉXICO
El cóctel es una explosión de sabores. Con una historia así, el tabaco elegido para entrar en este combo debe ser excepcional: algo único para una experiencia única.
Por esta condición, y porque sólo puedo decidirme por un tabaco de los que dispongo, elijo un Bucareli en formato Pirámide de 150 por 50 y 13.9 gramos de tabaco de San Andrés Tuxtla, Veracruz, México.
Su tripa, capote y capa son Negro San Andrés. He querido sobresaturarlo de humedad (67 por ciento) para ralentizar y alargar la fumada. Una hora y diez minutos por delante, para disfrutar del momento.
Este Bucareli es homogéneo en tabaco, un puro Negro San Andrés. Sus subidas de tono, que dejan un rastro muy marcado en los labios, son aplacadas con sutileza, pero refuerzo el carácter mexicano con un sorbo fresco, salado y picante de Buena Onda.
En el primer tercio me cuesta encontrar el equilibrio de fuerzas, que se van compensando a la mitad del segundo tercio.
DOMANDO EL TEMPERAMENTO
Al avanzar el segundo tercio todo es México: sabor, aroma, tequila, limón y sal. El tabaco nos introduce, con empujones suaves, en un mundo de vitalidad y rotundidad de sabores. Lejos quedan los frutos secos, la madera y cereza madura. Ahora es todo pimienta y cuero que se deja domar con Buena Onda y el tequila que ya nos oculta el sabor suave del tomate y el aroma del cilantro, dejando que el chile domesticado por la alquimia se complemente perfectamente.
Aquí la propuesta toma todo su valor mexicano. Te transporta a un mundo llamativo, con temperamento, pero equilibrado, donde los fuertes destellos de ambas propuestas se suavizan y forman un conjunto armónico, pero con carácter... de México. No puedes permanecer indiferente ante esta experiencia, por su novedad, potencia y personalidad.
En el último tercio todo es macho. Las sutilezas se fueron y queda lo San Andrés. Para terminar de disfrutar el cabo del tabaco, me animo con un trago seco y solo de tequila, que aclara y restaura el paladar. Puro arte mexicano.
El tabaco Negro San Andrés es una propuesta nueva para mí, o casi. Porque dentro de mis preferidos ya se encuentran tabacos palmeros, con alma de Breña, pero encapados en en este tabaco mexicano, del que ya no podrán separarse.
La Breña, con Italia de Vindici, como celestina de tabacos. La reina de la Micología y la búsqueda de sabores bebibles para tabacos con garra. Tanto por labores de artesanos mexicanos que ya nos deleitan por estas tierras, como por ligas que nos van a sorprender con tabaco de la Breña y aportes mágicos del tabaco Negro de San Andrés.
Queda, para mí, un mundo nuevo por explorar, y otra experiencia marcada por la mitología, el tabaco y el Tequila.
Termino de escribir estas líneas a las 23:00 horas del martes 2 de noviembre. Aquí es el Día de Difuntos, y como nunca he sido demasiado seguidor de las corrientes religiosas, he preferido fumarme un tabaco con un amigo. Aún en la distancia –¿o cercanía?– que nos une, sé que estás ahí. ¡Qué bien me ha sentado tu tabaco!, amigo. En Buena Onda...
Hasta la siguiente, Comandante.