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LA COCHA ENCADENADA
from COMPENDIO DE INVESTIGACIONES Y DATOS HISTORICOS DLE MUNICIPIO DE VILLA NUEVA, GUATEMALA- FERNANDO ML
LA COCHA ENCADENADA
Quienes se asomaban a ver por el cerco aseguraban que era una cerda negra con los ojos rojos y endemoniados, con una cadena al cuello que arrastraba y que producía un sonido aterrador, mientras se perdía con su gruñido por las oscuras calles de Santiaguito, San Miguelito, el Tabloncito y la Doce avenida.
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Un día Neyo el hijo de Doña Chus se animó a ver por el cerco muerto por la curiosidad, ellos vivían en la 6ta calle ―El Callejón del Chucho‖ casi llegando a la 12av. de la zona 1, yendo para San Miguelito.
Neyo y su familia ya tenía noches de estar escuchando a la cocha, en esa cuadra era el tema del día, los vecinos también la escuchaban y comentaban al día siguiente quedito el suceso, como si se tratase de un secreto o un crimen.
—¿Escucho anoche a la cocha doña Queta? —decía calladito doña Tere en la panadería muy temprano.
—¡Hay si doña Queta! ¡Hay que llamar al padre para que venga a bendecir la calle! —respondía doña Queta.
Neyo se creía muy valiente, escuchaba los rumores y decía todos los días a su familia:
—¡Hoy voy a salir en la noche! y voy a matar esa cocha que no ha de ser más que alguna cocha que se sale por la noche a roer por los alrededores.
Aunque presumía de valiente todo quedaba en palabras y nunca lo hacía.
—¡No Neyo!‖ —decía su abuela Magda mientras se santiguaba— . Es un espíritu maligno del mero diablo, ya ratos que no se oía está cocha, solo se escucha cuando va pasar una desgracia.
—¡Babosadas! —decía Neyo— . ¡Hoy si voy a salir con el machete a hacerla picadillo!
—¡No seas necio Neyo! —decía su abuela— . Te va ganar el alma.
Aquel día Neyo estaba decidido a salir por la noche, afilo el machete por la tarde, se puso un crucifijo de plata que era de su difunto padre y espero el anochecer, fueron largas las horas. En el fondo Neyo tenía miedo.
Por aquellos días las calles eran de tierra y las casas de adobe con enormes patios y potreros, solo se dividía de la calle con cercos de alambre de púas y de estacas, era común ver los árboles de piñón y chichicaste en los cercos.
Las horas pasaron, en la cena Neyo se sentó con su familia a comer.
—¡No seas necio! —le dijo su tío Chepe— . Yo una vez la vi y el padre tuvo que venir a rezarme los evangelios al oído porque quedé atontado.
—Hay va ver tío —le dijo— . Que mañana comemos carne de coche y si alguien viene a reclamar esa cocha les voy a decir que ya nos tenía hartos a todos los vecinos este animal.
—Va pues Neyo, allá vos, como sos tan necio, solo te aconsejo que te lleves este rosario puesto, aparte del Cristo que ya llevas puesto y reza tres aves Marías cuando vayas pa afuera.
Uno a uno se fueron a dormir los miembros de la familia.
Neyo esperaba las doce sentado en la mesa a la luz de un candil, a las 10:30 ya todos se habían ido a dormir, solo uno que otro chucho se escuchaba aullar, todo era tan silencioso. Neyo esperaba ansioso la medianoche que era cuando el animal se escuchaba, de repente se escucho una lechuza que puso eléctrico y miedoso a Neyo. Cuando eran las 11:55 empezó a sentirse muerto de miedo pero se dijo:
—¡Babosadas! me voy a preparar, —saco una lima que llevaba en la bolsa y empezó a afilar el machete.
A las meras doce se escuchó el arrastrar de la cadena y el gruñido característico,
—¡Ahí viene esta anímala! —se dijo.
Se puso el crucifijo en la boca, el rosario le colgaba del cuello y el machete relumbraba con el candil. Abrió la puerta y salió al patio se aproximo al cerco de púas para verla pasar y seguirla; el sonido de la cadena y el gruñido era aterrador y demoniaco. Neyo abrió un huequito o un hoyito entre los matorrales del cerco y se quedó viendo esperando ver pasar a la cocha. Empezó a sentir escalofríos fuertes cuando se escuchaba que se iba acercando, cuando menos lo imagino la tenía frente a él observándolo directamente por el huequito que había hecho para mirar, fue espeluznante, la cocha echaba espuma por la boca y cuando abrió el hocico para gruñir salió un olor fétido, al mismo tiempo que saco la lengua que era bífida como la lengua de las serpientes; la cocha arremetió contra el cerco pero algo detuvo al ser maligno, quizá el rosario y el crucifijo, Neyo salió corriendo, los pies le pesaban y el cuerpo lo sentía como de cemento, la cocha gruñía como nunca se había escuchado, al llegar Neyo a la entrada de su vivienda, la puerta se atoro y este no podía abrir, volteo para ver qué había pasado con el animal, y a Neyo casi le da un infarto cuando la vio en dos patas parada viéndolo por encima del cerco con la enorme cadena colgándole del cuello y gruñendo de una manera tan horrorifica y escalofriante. Neyo se acordó de lo que le había dicho su tío Chepe ―Las aves Marías‖ Neyo con los nervios y el miedo a estallar empezó a rezar, cerró los ojos por un instante y luego los abrió y cuando los abrió la cocha se había ido dejando en el ambiente un gruñido espeluznante y un olor fétido. Neyo intento abrir de nuevo la puerta dela vivienda y esta se abrió fácilmente, en cuanto abrió vio la figura de su tío Chepe que salía a su encuentro con la biblia en la mano,
—¡Ya viste que te lo dije cabron! ¡Sos necio Neyo!