1.3.10 Batalla de Ibarra

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Batalla de Ibarra. 1. Batalla de Ibarra: 17 de Julio de 1823 LA BATALLA DEL 17 DE JULIO DE 1823, LIBRADA POR BOLÍVAR EN IBARRA, CONTRA LAS FUERZAS DEL FACCIOSO AGUSTÍN AGUALONGO

Entre las batallas de Bolívar, encontramos la del 17 de julio de 1823, que se le conoce en la Historia como la BATALLA DE IBARRA. En sus luchas, Bolívar se alentó e impulso con un solo ideal: la unidad americana. Fue un hombre afortunado en las guerras ya que poseía, además, un talento asombroso, de voluntad extraordinaria y de genio fascinante. Ya lo dijo Enrique Rodó: "Sus campañas son el desenvolvimiento gradual y sistemático de sabiduría, son como enormes embestidas, como gigantescas oleadas, que alteran el ritmo desigual con tumbos y rechazos no menos violentos y espantables y, entonces la victoria persiste y crece, y se propaga como las aguas de la inundación, y de nudo de los Andes, cada batalla es un jalón de victoria". Y esto se evidencia en la Batalla de Ibarra, cuando Bolívar encontrándose en el Litoral, sabedor de las pretensiones de Agustín Agualongo, desde allí acudió, presuroso, de inmediato organizó las fuerzas de choque contra los invasores, con voluntarios de Quito e Imbabura, llenando de emoción y gratitud el corazón del Libertador que enardecido expresó para arengarlos: "Quiteños, he visto vuestra magnánima consagración a la causa de Colombia y vuestro patriotismo ha pasmado mi corazón al contemplar tanto desprendimiento de vuestra parte... "Yo os ofrezco por mis compañeros de armas esta próxima victoria.


"Bolívar había querido tomar unos días de descanso en la hacienda El Garzal, en la zona de la provincia de Los Ríos. Y allá le llegó la noticia esperada. Pasto, la indomable se había vuelto a sublevar y amenazaba llegar hasta Quito el caudillo popular coronel Agustín Agualongo. Esa sublevación se había realizado el 12 de julio de 1823. Luego recibió noticias más alarmantes; Agualongo había derrotado al coronel Juan José Flores en un sangriento combate. Entonces Bolívar capta toda la gravedad de la situación y se pone en marcha para aplastar el levantamiento de los pastusos, hombres tenaces, luchadores y capaces de sacrificar todo su ideal realista. Por eso, Bolívar se entrega a fondo en la campaña y pone todos los recursos a su alcance para preparar el triunfo definitivo. "Yo pienso defender al país hasta con las uñas decía Bolívar." Estoy como el sol brotando rayos por todas partes. Y en rápida campaña que dura siete días, Bolívar realiza sus planes para detener y aniquilar a las tropas de Agualongo que habían dominado la ciudad de Ibarra. Concentrado el ejército libertador en Otavalo, realizó su conocida maniobra por el paso de El Abra. Y el 17 de julio de 1823, en sangrienta lucha efectuada en las calles de Ibarra y en los llanos de la hacienda La Victoria, al otro lado del río Tahuando y sus riberas fueron aniquiladas las huestes de Agualongo. Bolívar dirigió en combate desde la legendaria Piedra Chapetona, a la que Pablo Hannibal Vela, le cantó así... Aquí el Tahuando, el rió en cuya orilla Fue la única jornada del suelo ecuatoriano Donde el libertador sacó la espada. Aquí el momento del amargo acíbar La batalla jugándose a la suerte Aquí la piedra que salvó a Bolívar, A los disparos de una aciaga muerte". Cabe anotar que los pastusos al invadir Ibarra, habían cometido atracos, pillaje y orgía, motivo que ayudó a producir una derrota espectacular. De 1.500 hombres del ejército patriota, menor en número murieron 13 hombres, y 8 resultaron heridos. Brillaron por su heroísmo en esta batalla el general Salom, acompañado de Barreto; el coronel Ibarra sirvió de edecán de Bolívar; y, otros oficiales como Medina, Álvarez, Meza, O'Leary, Santana, Martínez, Paredes, Herrera, Sandoval, Díaz, Camacaro, Sonoja y Jijón, castigaron fuertemente a los invasores por sus fechorías cometidas en Ibarra. Después de esta Batalla de Ibarra, Bolívar regresa a Quito, en donde le espera una distinguida delegación presidida por José Joaquín Olmedo, para invitarle a nuevas campañas, que el Libertador acepta. Y así quedó para la inmortalidad de la historia ecuatoriana, y le cupo el honor a Imbabura, Ibarra en esta ocasión tuvo la dicha de que el gran genio de la Libertad de América, haya


dirigido personalmente esta batalla, la única acción de armas en suelo ecuatoriano, que merece recordar con unción patriótica; y, dar la verdadera importancia de parte del Gobierno Nacional, instituciones culturales, educativas, militares y ciudadanía. Esta fecha memorial y muy trascendental, es un privilegio merecer la deferencia especial de Bolívar para Ibarra y la provincia de Imbabura. Los actos conmemorativos de tal acontecimiento deben ser de alta calidad cultural, científica, cívica, patriótica, social, artística, etc. Esperamos que en el futuro se reconozca tan alta categoría, de tener en Ibarra al Libertador Simón Bolívar dirigiendo una batalla personalmente.

Por: Prof. Humberto Oña Villarreal. Tomado del Libro Fechas Históricas y Hombres Notables del Ecuador y el Mundo. Año 2003.


2.- Los Sucesos en San Juan Bautista de Pasto. LOS SUCESOS EN SAN JUAN BAUTISTA DE PASTO Desde el 8 de junio de 1822, fecha en que estuvo Bolívar; la ciudad de San Juan Bautista de Pasto, había permanecido intranquila, hasta que, pasados cuatro meses, volvió a insurreccionarse al mando del Teniente Coronel Benito Bobes. En los primeros días de enero de 1823, Sucre, por mandato del Libertador, con tropas de Quito, Ibarra y Tulcán, marchó sobre Pasto, y después de tremenda y sangrienta lucha, derrotó a los facciosos de manera aplastante. Pero los pastusos, rebeldes a los dictados de la Libertad, y enemigos siempre del Libertador, tornaron a la insurrección transcurridos sólo seis meses desde la derrota que sobre ellos alcanzara el Vencedor en Pichincha. Y fue en esta vez al General Juan José Flores, Jefe Militar de Pasto, a quien le tocó enfrentarse ante la contumacia y sistemática rebelión de los pastusos, los cuales, después de avanzar por Yacuanquer, en número de 800 acamparon en Catambuco, al mando de los Coroneles Agustín Agualongo y Estanislao Merchancano. El General Flores, con 600 hombres, los atacó recia y tenazmente, aunque su caballería no pudo entrar en acción a causa del mal punto en que se trababa la lucha. Mas, a pesar del arrojo y la bravura de los soldados de Flores, este General perdió la campaña, y el 12 de junio de 1823, Agualongo y sus facciosos se apoderaban de la ciudad de Pasto.


3. Agualongo y Merchancano se dirigen al Consejo de Otavalo. AGUALONGO Y MERCHANCANO SE DIRIGEN AL CONCEJO DE OTAVALO «A los señores del Muy lustre Concejo de Otavalo. El día 12 del corriente se sacudió esta fidelísima ciudad del formidable yugo opresor del intruso Gobierno de Colombia, pues sucumbió al frente de dos mil quinientos valerosos combatientes del Ejército del Rey N. S. don Fernando VII, que Dios guarde, cuyos infrascritos comandantes tenemos la satisfacción de comunicarlo a US. asegurándole que en la gloriosa y memorable acción, fue enteramente arrollado el enemigo, habiéndole muerto en la campaña más de 300 hombres y héchole prisioneros igual número, tomándoles las armas, pertrechos y más utensilios de guerra y cada día se nos están presentando por nuestras partidas militares los fugitivos que se dispersaron por los montes. Fuera de la acción de guerra a ninguno de ellos, se le ha hecho ni se le hará la menor hostilidad, pues antes sí a todos los mantenemos con toda la consideración y humanidad que nos es característica, porque todo nuestro objeto, sólo se ha dirigido a recobrar los sagrados derechos de ambas Majestades, sin inferir a persona alguna los notorios males desastrosos que causó Colombia a este fiel vecindario con sus continuados latrocinios, homicidios, y monstruosas violencias, incendios de muchas casas, de haciendas y de tres pueblos enteros, y otras más iniquidades propias de semejante Gobierno bárbaro, sin fe, ni Religión cristiana, porque no perdona ni respeta los santuarios, ni a los Ministros del Altar, sino que a éstos les persigue acérrimamente, como lo hemos tocado con la experiencia en esta jurisdicción, que tuvo la desgracia de experimentar con el mayor dolor fugitivos a unos, y presos a otros, hasta que ha uno dio muerte violenta, sin preceder las formalidades previstas por nuestras Reales Leyes para tales casos. Por tanto, hallándonos poseídos de los sentimientos de La Santa Religión que profesamos, hemos resuelto marchar con nuestro fiel y valiente Ejército a exterminar el enemigo en cualquiera parte que le hallemos, a cuyo efecto luego nos tendrá US. I. en el distrito de su mando, y le requerimos amistosamente a nombre del Rey N. S. que reunamos nuestras voluntades y fuerzas para así conseguir más pronto, y a menos costa el buen éxito que aspiramos; en la inteligencia y seguro concepto que si difiere a nuestra justa solicitud le juramos nuestra palabra de honor, que US. I. y todo ese vecindario tendrá toda nuestra protección y amparo y serán tratados con la debida amistad y fraternidad, sin que de nuestra parte experimenten la menor opresión ni hostilidad en sus personas, ni bienes, pues sólo se les tomará aprorrata con respecto a la posibilidad de cada individuo, algunos víveres, que son indispensables


para el alimento del Ejército, sucediendo lo mismo, con aquellas tropas cuando vengan a nuestro auxilio; mas, si US. I. prescinde de nuestra amistosa y legítima propuesta, será responsable a Dios y al Rey de los males que por su negativa reciba, a pesar nuestro ese territorio; esperamos para nuestro Gobierno tenga US., la bondad de darnos la contestación que estime con la prontitud que exige el caso.» Dios guarde a US. Pasto, junio 20 de 1823. Agustín Agualongo

Estanislao Merchancano»


4.- La Noticia de la Derrota de Pasto llega a Quito. LA NOTICIA DE LA DERROTA DE PASTO LLEGA A QUITO

Según el historiador Sr. Dn. Cristóbal de Gangotena y Jijón, el 17 de Junio llegaba a Quito, escapado del desastre de Pasto, el Mayor Pachano, portador de la noticia del descalabro del Ejército de Flores. Tan extraordinario pareció aquí el suceso, que las autoridades no podían creerlo, tanto mas que al otro día, 18, llegaba propio del Juez Político de los Pastos, dirigido al Intendente del Departamento de Quito, desautorizando las nuevas traídas por el artillero prófugo. Habiendo Agualongo dominado totalmente San Juan Bautista de Pasto, organizó un cuerpo de 1500 hombres, y ordenó, con arrojo admirable, la marcha sobre la Provincia de Imbabura en la creencia de que las tropas republicanas se hallarían por el Perú y que Bolívar y Sucre estarían ausentes. El Libertador se encontraba entonces en la hacienda de Garzal, cerca de Babahoyo. Por de pronto se alarmo. Más, activísimo y resuelto, El Libertador Simón Bolívar tomó la firme resolución de dirigir en persona a la campaña. Y el 20 de junio principia a expedir varias órdenes a sus Generales y Tenientes.


5.- Quien era Agustín Agualongo. QUIEN ERA AGUSTÍN AGUALONGO

El aguerrido realista Gral. Juan Agustín Agualongo Agualongo milita en las filas realistas desde 1.811 hasta su muerte, en 1.824. Asciende paso a paso la escala de grados militares, desde voluntario hasta General de Brigada de los Ejércitos de España, distinción otorgada por Fernando VII, y que significó el honor póstumo a su irreversible lealtad monárquica, porque el documento que le otorgaba ese alto rango llegó cuando el caudillo había sido ajusticiado en Popayán. En esos trece años aprendió el arte de hacer la guerra en su ámbito geográfico, actuando ininterrumpidamente en incursiones, asaltos, escaramuzas, combates y batallas que Pasto sostuvo contra el Norte y el Sur en defensa del Rey de las Españas. Ningún pueblo de América luchó y se sacrificó tan largamente como Pasto por mantener con desconcertante sinceridad el régimen monárquico. ¿Qué había en el fondo de esa tozudez indomable? La tenacidad es virtud hispánica que caló bien hondo en el corazón del pueblo pastense. España sembró en ese rincón americano su espíritu acerado y ardiente.


6.- Proclama del Libertador Bolívar a los Quiteños. PROCLAMA DEL LIBERTADOR BOLÍVAR A LOS QUITEÑOS

El Libertador Simón Bolívar «Quiteños! La infame Pasto, ha vuelto a levantar su odiosa cabeza de sedición, pero esta cabeza quedará cortada para siempre. El Ejército de Colombia no ha desaparecido del todo de vuestro hermoso país. Muchos de nuestros batallones han ido ciertamente a dar libertad al Perú, más, ¿ignoran los pérfidos pastusos, que aún quejan a Colombia en el Sur, dos Batallones y cuatro Escuadrones de la invencible Guardia? Estos bravos dirigen sus pasos en este momento sobre los torrentes del Guáitara y Juanambú, que tantas veces han sido salvados por nuestros valientes.

Quiteños! He visto vuestra magnánima consagración a la causa de Colombia. A pesar de vuestro antiguo y acendrado patriotismo, mi corazón se ha pasmado al contemplar tanto desprendimiento de vuestra parte. Todos habéis corrido a las armas sin la necesidad siquiera de tamaño esfuerzo. Un puñado de bárbaros son nuestros enemigos, y para vencerlos basta tender las banderas de Colombia a su turbada vista.


Quiteños! Recibid a nombre de la Patria la gratitud que se os debe por vuestro inflamado celo por la conservación de la sacrosanta ley que ha fundado a Colombia. Vosotros habéis olvidado vuestro rango, vuestro reposo, vuestra dicha y aún vuestra vida, por velar a las armas. Vuestros próceres han dado un ejemplo inimitable. Vuestros antiguos nobles fueron los primeros a entrar en las filas. El más rico ciudadano de Colombia, anciano y enfermo, ha tomado un fusil y ha recibido la disciplina de un simple soldado: como el antiguo Marqués de San José, todos habéis llenado este sublime deber. Quiteños! Reposad tranquilos: héroes de Colombia están entre vosotros, y su valor ningún poder visible puede resistir. Yo os ofrezco por mis compañeros de armas esta próxima victoria.» Cuartel General Libertador en Quito, a 28 de junio de 1823. Bolívar.»


7.- Marchando hacia Ibarra, el Libertador. MARCHANDO HACIA IBARRA EL LIBERTADOR

El Libertador Simón Bolívar Bolívar sale de Quito el 6 de julio, con el objeto de dirigir personalmente la batalla contra Agualongo, y deja encargado al Coronel Tomás de Heres, Jefe Superior de Quito, para que pueda seguir enviándole pertrechos y subsistencias al Ejército Libertador. El 8 llega a Otavalo donde permanece hasta el 11. El 12 imparte orden al general Salóm de «replegarse hacia Ibarra y de conservar siempre 10 leguas de distancia entre el enemigo y la columna de su mando. Mientras tanto, ya llegan los refuerzos que Bolívar espera. El Libertador se replega a Guayllabamba; el 12 de julio, y allí se le unen las columnas de retaguardia que venían de Guayaquil. A Guayllabamba acude el Comandante Pallares, que estaba con alguna fuerza en Tabacundo.» Mientras tanto, aquel mismo día 12 de julio, Agualongo ocupaba Ibarra sin resistencia y la retirada de Bolívar le hace creer que lo teme. Organizado el Ejercito en Guayllabamba en tres seccionen, la primera compuesta de los. Guías de la Guardia y del Batallón Yaguachi, confiada al General Salóm; la segunda de Granaderos a Caballo y de unas compañías del Batallón Vargas, a las órdenes del General Barreto, y la tercera al mando del terrible Coronel Maza, compuesta de la artillería y del Batallón Quito, emprende él Libertador la marcha en busca del enemigo.


Llega el 15 a Tabacundo y luego, pasando por el Abra, el 17 de Julio, hacia las seis de la mañana, se encuentran sus tropas a la vista de Ibarra, en donde el descuidado Agualongo, ocupados sus soldados en saquear y robar la población, no advierte que el poder de Colombia llega a castigar su rebeldía. A las dos de la tarde de aquella memorable fecha, el Libertador, marchando a la vanguardia del ejército, y acompañado tan solo de sus ayudantes de campo y de ocho Guías avanza sobre la Villa.


8.- Llega Bolívar a Ibarra y derrota a los Facciosos. LLEGA BOLÍVAR A IBARRA Y DERROTA A LOS FACCIOSOS EL 17 DE JULIO El 16 de julio, el Libertador estuvo en San Pablo. Y el 17, llegaba a las afueras de la Villa de Ibarra. Señaló los puntos por donde debían atacar sus Tenientes. Avanzó con su Estado Mayor y los Guías de la Guardia hacia las primeras calles de la población, y, a las dos de la tarde, una vez que hubo constatado la presencia de los facciosos, dio orden de combatirlos. El consagrado historiador, cárchense, Dn. Carlos Emilio Grijalva, en uno de sus importantes estudios sobre esta batalla, nos dice:

«Los realistas se hallaban completamente descuidados y preocupados sólo de sus saqueos y regocijos; ni siquiera se habían colocado avanzada hacia el camino de Caranqui, y el Ejército Patriota solo encontró una escolta que cuidaba sus caballerías en la hacienda de Yacucalle. Tal escolta fue alanceada, habiendo escapado heridos dos de esos hombres, que corrieron a dar inmediato aviso a las tropas de Agualongo. Entonces debió ser cuando el Jefe Realista, incrédulo y angustiado, hubo de subir a una de las torres de la iglesia de la Compañía, para convencerse con su propia vista, por medio del binóculo, de una noticia tan alarmante, que en su concepto, debió ser del todo inverosímil. ¿Cómo, los patriotas que lo habían huido desde el Puntal hasta Guayllabamba, y aún Bolívar mismo, que había contramarchado desde Otavalo hacia aquel mismo lugar, alanceaban el resguardo de sus acémilas y venía a combatirlo tan bravamente? Pero su anteojo no le decía nada, porque lo dirigía hacia el camino de San Antonio, al Occidente, y Bolívar entraba por el Sur.» BOLÍVAR ATACA A LOS FACCIOSOS Y DERROTA A AGUALONGO EL 17 DE JULIO


Bolívar ataca a los facciosos y derrota a Agualongo el 17 de Julio Han pasado las dos de la tarde. Las fuerzas patriotas están dispuestos en su terreno, listas para entrar en acción. Bolívar está a la vanguardia en su brioso corcel. Desplegados sus Tenientes Barreto y Salóm y más Jefes ansiosos de cubrirse de gloria. La infantería y artillería a derecha e izquierda del camino. La caballería al centro. Suena el clarín de combate, y los Generales Maza, Barreto y Salóm se lanzan al ataque con espartana bravura y entran a la Villa.- Agualongo y los facciosos, ante el invencible empuje de los soldados de Bolívar. Fe desbandan y huyen despavoridos. Cargan los Granaderos y los Guías. Los defensores de la Villa, se detienen en las breñas del Tahuando, en desesperada resistencia. Cual el rayo, la caballería de Colombia los sigue y los desaloja. Los facciosos combaten con fiereza. Tres veces son desbaratados por las fuerzas libertadoras. Mas, ya derrotados definitivamente, tienen que huir hacia el Norte. Unos corren por El Olivo, otros por el Alto de Reyes y otros por el lugar donde es hoy la hacienda La Victoria. Los pastusos han coronado Aloburo. Bolívar en persona los persigue y sus fuerzas victoriosas los castigan hasta más allá del Chota, titulado por él Cura y Vicario de Ibarra, Dr. Dn. Pablo de Santa María y Montesdeoca, «Río Patriota», y no de Chota. Ochocientos son los muertos que los facciosos dejan tendidos por las calles y afueras de la ciudad. Bolívar y sus Tenientes habían vencido en el centésimo combate librado en favor de la independencia americana.


9.- Parte del Ayudante General del Libertador sobre la Batalla. PARTE DEL AYUDANTE GENERAL DEL LIBERTADOR SOBRE LA BATALLA

El Ayudante General del Libertador, Vicente González, dice al final del parte enviado desde el Cuartel General en Ibarra, el 18 de julio: «No puede ponderarse la audacia y determinación de nuestros Jefes y Oficiales de una manera que corresponda a lo que han hecho. El benemérito General Salóm se comportó del modo más arrojado que puede decirse, y el señor General Barreto con el valor que acostumbra. Se recomienda muy particularmente la conducta de estos bravos generales, la del señor Coronel Ibarra primer Edecán de S. E., la del Teniente Coronel Medina, que hizo prodigios como nadie, la de sus otros Edecanes Álvarez y O' Leary, la del Capitán Santana, la del Comandante de Guías, Martínez, y el de Granaderos a caballo, Paredes, y Mayor de Guías, Herrán, los Capitanes Sandoval y Pío Díaz, el Teniente Camacaro, los Alférez de Guías, Sanoja y Jirón, y todos los demás subalternos de Caballería. Nuestra infantería aunque no pudo entrar en combate toda ella, manifestó los más vivos deseos de combatir y se distinguió muy singularmente el Mayor Arévalo de Yaguachi. Los Coroneles Chiriboga y Maza, y los Comandantes Farfán y Pallares llenaron su deber, como todos los demás oficiales y tropa.»

Según el mismo parte, el Ejército Libertador sólo tuvo trece muertos, ocho heridos, entre ellos el Comandante Martínez, dos subalternos de levedad y sólo un soldado de gravedad. Después de esta campaña en la que volvió a cubrirse de gloria el Libertador y sus valientes Ejércitos, hizo la apoteosis del soldado Ibarreño. El 17 de julio de 1823, pudo Bolívar conocer, en el campo de batalla, al intrépido soldado imbabureño. Así como elogió con palabras llenas de honor y de grandeza la lealtad de los ibarreños a Bolívar y su justa causa, la de la Libertad e Independencia Sudamericana. Por esto, el 2 de Noviembre de 1829, en su séptimo y último viaje realizado a esta ciudad, Bolívar, de su puño y letra, expide un Decreto elevando la Villa de San Miguel de Ibarra, a la categoría de Ciudad; Decreto cuyo original reposa, cual sagrada joya histórica de inapreciable Valor, en el Archivo Histórico de esta Municipalidad por así haberlo ordenado el mismo Libertador.

Ibarra, 17 de Julio de 1945.


Escenificaci贸n de la Batalla de Ibarra.




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