Iglesias. La Iglesia San Francisco La iglesia capuchina
Amílcar Tapia Tamayo, PUCE-SI. IBARRA, LA HORA 22 de julio del 2006 Los sacaron de Panamá y también con el pasar del tiempo de Ecuador, pero regresaron a Ibarra para levantar su templo. Luego del fatídico terremoto de 1868, el Presidente Gabriel García Moreno emprendió la titánica misión de reconstruir la ciudad. Para ello no escatimó esfuerzo alguno en dotar a la nueva urbe de los necesarios servicios materiales, pero también consideró importante proveerle de nuevos operarios del Evangelio que podrían desempeñar un nuevo y diferente misionero. Para lograr sus fines golpeó las puertas de la misión Capuchina en Panamá, ciudad a la que llegó un grupo de frailes franciscanos de la Orden Capuchina luego de ser expulsados de Guatemala y El Salvador debido a problemas políticos originados en tesis liberales que no toleraban la presencia de religiosos extranjeros. En este caso, la mayoría de ellos era de
origen español. Los ideólogos de estas abruptas gestiones acusaban a los monjes de "intromisión en asuntos de Estado" (1) Estos eremitas fueron fundados por San Francisco de Asís y su obra se divide en varias órdenes; sin embargo, todos se fundamentan en el carisma del poberello, sustentada en el amor a la caridad. Cuando García Moreno fue informado de estas injusticias, decidió pedir a los superiores se establezcan en Ecuador y particularmente en Ibarra, siendo su primera fundación en tierra ecuatoriana. Los nombres. Luego de incontables peripecias, el 24 de junio de 1873 llegaron a Quito los once primeros misioneros. Después de reposar unos días en la capital, salieron de Quito con dirección a Ibarra a donde llegaron el 12 de julio del mismo mes. Ellos fueron: padre Manuel de Prats de Llusanés, guardián y comisario interno; padre Serafín de Arenys de Munt, vicario; padre Lorenzo María de Mataró; padre Manuel de Montbuy; fray Benito de Guatemala, corista; fray benigno de Archidona, corista; fray Bartolomé de Igualada, corista y primer cronista; fray Bernardo de Castelltersol, hermano lego; fray Magín de Terragona, hermano lego y fray Crispín de Villalonga. Todos ellos, excepto los hermanos Benito de Guatemala y Benigno de Archidona, eran de origen catalán. Fue el mismo García Moreno quien contribuyó con mil pesos mensuales durante 1873 para que los capuchinos construyan su iglesia y convento. En total se invirtieron 10 mil pesos. En la cuaresma de 1874, los religiosos se trasladan a su nueva casa: "Tenemos iglesia de sesenta varas de fondo y diez de elevación con veinticinco celdas, comedor y cocina...", escribe a sus familiares el padre Lorenzo de Mataró. (2) La memoria histórica refiere que "daba lástima ver a los padres capuchinos como en calidad de humildes albañiles desde el superior hasta el más simple de los hermanos legos trabajaban largas horas en tareas demasiado sencillas en la construcción de su casa y convento. Apenas se los podía identificar del resto de peones por sus hábitos, pero eran en
extremo callados, humildes y en exceso serviciales, razón por la cual todos los habitantes de Ibarra aportamos aunque sea en forma breve en sus afanes por levantar su casa..." (3) El deterioro. Lamentablemente, los materiales empleados por los tenaces constructores no fueron lo suficientemente fuertes y resistentes, razón por la cual prontamente se deterioraron. Con ocasión de la visita del padre Comisario Provincial de Ecuador y Colombia, fray Melchor de Tivisa, efectuada en noviembre de 1892, dispuso la reparación inmediata del edificio, indicando se pongan en el claustro pilastras de ladrillo para dar mayor solidez y evitar continuas reparaciones. En virtud de esta disposición, se sustituyeron los viejos postes de madera por arcos y columnas de mampostería de cal y ladrillo y basamento de piedra. (4), con la circunstancia de que los materiales no fueron nuevos, ya que la pobreza de los religiosos no permitía comprarlos, razón por la que el padre Alfonso María de Ager, guardián o superior de la casa, pidió al obispo Pedro Rafael González Calixto autorización para trasladar a la construcción los pilares de piedra desde el derruido edificio del monasterio de La Concepción que había sido destruido por el terremoto de 1868. Por lo tanto, las actuales columnas barrocas y monolíticas que existen en el tramo oriental del convento de nuestros días pertenecieron al antiguo edificio colonial de las conceptas y sin lugar a dudas, junto con el capitel de piedra de la capilla de las religiosas franciscanas del colegio Oviedo, que perteneció a la iglesia de la Compañía de Jesús, son de las pocas reliquias que se conservan del Ibarra colonial. Este tramo fue construido con gran sacrificio en el gobierno religioso del padre Serafín de Lezaún entre los años 1959 y 1961. Nuevamente la pasión política que se desató en el país luego de la revolución liberal permitió que los capuchinos sean expulsados, junto con miembros de otras órdenes religiosas, en 1896, razón por la que el 16 de marzo del mismo año fueron expatriados a Colombia, lo que produjo gran conmoción entre los ibarreños quienes no encontraban razón para que estos frailes sean arrastrados al confinamiento.
MÁS HISTORIA. La misma historia. La historia se repetía con lo que les ocurrió en 1873 en Panamá, pues los acusaban de" confabulados con los sediciosos conservadores". Nunca se ha podido comprobar la más mínima relación entre ellos y la política de ese entonces. Nuevo edificio. Luego de 40 años regresaron a su casa, hecho ocurrido el 27 de febrero de 1936 cuando gobernaba el país Federico Páez. Encontraron casi en ruinas su convento por lo que con el mismo entusiasmo comenzaron a levantar el nuevo edificio siempre callado y perseverante. La bendición. En sus planes se hallaba la posibilidad de crear una escuela para educar a la niñez pobre de esta ciudad. Con el paso del tiempo, se convertiría en el colegio San Francisco, cuya trayectoria es reconocida debido a su seriedad y prestigio. El nuevo convento de los capuchinos fue bendecido el 27 de mayo de 1954 por Monseñor Liborio Madera, deán de la catedral. HISTORIA » Fuentes de consulta. 1. Eduardo
Espinel,
Ediciones
García
Moreno,
epónimo
de
la
fe,
Bogota,
Metropolitanas, 1948, p. 162.
2. Eulogio Zudaire Iluarte, Misiones capuchinas, Quito, s/e, 1984, p.24. 3. Archivo de la Curia Metropolitana de Quito, La Orden de los capuchinos de marzo
Ibarra. Carta de Dña. Juan de Andrade al deán de la catedral de Quito, de 1874, documento No. 28.
4. lbid. p.25.