3.2.1 El Antiguo Cuartel Militar

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Edificaciones Antiguas. El Antiguo Cuartel Militar

Para 1698, el Alférez Luis de la Morena informa que “en la plaza de la villa de San Miguel de Ibarra hay doce dragones y trece arcabuceros que guardan la plaza mayor y son quienes están listos para apoyar las diligencias del Cabildo y buscar una salida a la mar. Tienen su pequeña guarnición en un costado de la plaza y las vituallas las proporciona la Audiencia conforme las necesidades, aunque ellas deben ser administradas por el Corregidor Mayor de la Villa...” (1). El hecho de que en Ibarra se haya establecido un pequeño cuartel militar, denotaba la importancia que la Audiencia de Quito daba a esta ciudad, pues ello no ocurría con los demás asientos principales de la comarca. En tiempos de las guerras de la independencia, la ciudad de Ibarra fue uno de los centros más activos desde el punto de vista militar, ya que era el lugar estratégico para la defensa de Quito. Por este motivo, el coronel Carlos Montufar y numerosos patriotas pretendían marchar hasta Pasto pasando por Ibarra con el objeto de tomarse esta urbe, al tiempo que uno de los fortines más leales a la causa española. Lamentablemente fueron derrotados por el coronel Sámano, en la batalla de San Antonio de Ibarra, luego de lo cual los realistas cometieron atrocidades entre los pobladores de la ciudad, fusilando a muchos patriotas, entre ellos al Coronel Francisco Calderón.


Ya en el período republicano, en el mes de enero de 1858, el comandante Luis Villavicencio Leiva es nombrado primer jefe de la guarnición de Ibarra y remite su informe al ministro de Defensa en Quito en estos términos:”... el cuartel del batallón Calderón de lbarra está compuesto por 705 integrantes, dividiéndose de la siguiente manera: un oficial superior con el rango de teniente coronel, 12 sargentos mayores, 14 capitanes. 15 tenientes, 29 subtenientes, 14 sargentos primeros, 56 sargentos segundos. 14 cabos primeros, 70 cabos segundos, 451 soldados y 29 músicos… Ocupamos una casa maltrecha frente a la plaza llamada de la Merced que no ofrece comodidades, razón por la que hay varias guarcherías en los alrededores en donde se distribuyen las caballerizas, zapatería, peluquería y sastrería. La casa principal si bien puede albergar a la alta oficialidad, no permite construir más cuartos debido a la incomodidad. He puesto oficio reclamo a mi coronel comandante para comprar dos casas que pertenecen a D. Luis Cervantes y herederos que están en esta misma plaza para ampliar el cuartel en forma considerable. No hay respuesta hasta ahora, por lo que no se puede pensar en otra cosa que no sea la de esperar con paciencia...” (2) En agosto de 1868 ocurre el nefasto terremoto y con seguridad no quedó ninguna evidencia del cuartel militar que en otros tiempos albergó a los batallones Záparos, Pichincha, Mariscal Sucre, Yaguachi, Ricaurte y Vencedores. Se tiene noticias de que el batallón Tungurahua permaneció en esta ciudad pero lo hizo por muy poco tiempo, razón por la que en los documentos consultados señala: “Batallón Tungurahua, de paso por Ibarra...” (3) Luego de la catástrofe, el mayor Carlos Valenzuela en el año de 1 878 solicitó autorización para levantar un nuevo cuartel, debido a que los ejercicios militares y las tropas del Gobierno no podían disponer de un lugar adecuado para su alojamiento, habida cuenta de que el comando de Ibarra desempeñaba una función estratégica para enfrentar las amenazas políticas liberales provenientes de Colombia. En el año de 1907, el mayor Joaquín Delgado, comandante del batallón Jaramillo No. 8, construye un nuevo edificio bajo la supervisión técnica de José Domingo Albuja, quien


trazó los planos dándole una configuración medieval. En el año de 1908 se inaugura el frontis principal y conforme el informe del comandante Delgado, quien de paso era de raza negra, así como de mucha confianza del general Eloy Alfaro a quien informa: “Mi general: Estoy terminando el cuartel militar de Ibarra gracias al apoyo brindado por usted y sobre todo a los ingresos producidos por el impuesto a la sal y aguardiente. Es un hermoso edificio de corte medieval, muy sobrio y digno de esta ciudad de Ibarra, cuyos habitantes han contribuido patrióticamente para su construcción...Espero de que usted disponga que por lo menos durante estos dos años siguientes los dineros que producen los estancos sean invertidos directamente en esta monumental obra ya que apenas hemos concluido la primera parte, faltando caballerizas, dormitorios para la tropa, bodegas de pertrechos y otras instalaciones menores...” (4) El 18 de septiembre de 1925 el mayor José Antonio Recalde. comandante del batallón Yaguachi, se dirige mediante nota cablegráfica al presidente Gonzalo Córdova, en donde lo felicita por su designación como Presidente de la República y le comunica que los facciosos conservadores liderados por Jacinto Jijón y Caamaño fueron derrotados en la hacienda San José de El Ambi, razón por la que insiste en el hecho de concluir con la construcción del cuartel militar de Ibarra, pues no puede albergar a los numerosos soldados que frecuentemente son destinados para acciones de armas en contra de los enemigos políticos del Gobierno. En 1930, el comandante Neptalí Rueda remite un recibo de pagaré por la suma de doscientos sucres empleados “en la compra de cuatrocientos molones tallados para la terminación de la pared que da a la calle que va al parque de la Libertad...” (5) En la actualidad en el edificio del antiguo cuartel militar de Ibarra funcionan varias oficinas públicas y municipales y se halla en un proceso de recuperación arquitectónica, razón por la cual las autoridades deben tomar mayor conciencia del valor histórico de sus edificaciones debido a que es una de las construcciones más emblemáticas de la capital de los imbabureños.


Bibliografía: 1. AM-I. Informes varios, Villa de San Miguel de Ibarra. 1612-1645, folio 63. 2. Archivo histórico del Ejército, Tomo 58, cuarteles. P. 92. 3. Ibid. Tomo 103, p. 15. 4. AMGP-Q, Asuntos políticos, Periodo Liberal, folio 119 y siguientes. 5. Ibid. Cuarteles 1930, folio 119. 6. William Bennet Stevenson, La revolución de Quito. 1809-1822, Quito, Corporación Editora Nacional, 1982.


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