El terremoto de Ibarra 1.- Las últimas resoluciones del Cabildo, días antes del terremoto. LAS ÚLTIMAS RESOLUCIONES DEL CABILDO IBARREÑO, DÍAS ANTES DEL TERREMOTO El 24 de Julio de 1868, bajo la Presidencia del Sr. Camilo Paz, sesiona el I. Concejo extraordinariamente, y adopta, entre otras, las siguientes importantes resoluciones:
SOBRE EL EMPEDRADO DE LA PLAZA PRINCIPAL. Autorizar al señor Presidente para que comunique al señor Gobernador que se han gastado los doscientos pesos cedidos para dicha obra, por el señor Julio Za1durnbide.
APROBACIÓN DE UNA ORDENANZA MUNICIPAL. Aprobar la Ordenanza sobre impuestos municipales, presentada por la Comisión de Redacción, y ordenar pase donde el Jefe Político para su sanción legal.
ORDENANZA REFORMATORIA DE REMATE. Aprobar, asimismo, la Ordenanza Reformatoria, luego de leerla artículo por artículo, sobre el remate del trabajo subsidiario, cuyo texto se redactó ese mismo momento, luego de un pequeño receso, y mandarla para la sanción donde el Jefe Político.
SOBRE UN RECLAMO DEL SR. DR. CEVALLOS. Contestar, luego de aprobar el respectivo informe emitido por el Concejal Leonidas Albuja Buendía, al Dr. José Benigno Cevallos, quien reclama “sobre el derecho que tiene de llevar aguas de su propiedad por la acequia de San Francisco las del público”, que presente los respectivos títulos de propiedad y señale la cantidad de aguas ”que deba contribuir dicho señor”.
RECLAMO ACERCA DEL CAMINO A NATABUELA. Aprobar el siguiente informe emitido en la solicitud del señor Manuel Zuleta: “Si el peticionario se cree con derecho a impedir el uso público que han hecho los vecinos de Natabuela del camino que
dice toca con sus terrenos, ocurra a la justicia civil a deducir sus derechos, que el I. Concejo ha resuelto sostener los usos públicos e impedir de hecho el despojo que el solicitante ha hecho al vecindario de Natabuela. Hágase saber al interesado y archívese esta solicitud para su constancia”. NOMBRASE LA JUNTA CURADORA DE NIÑAS. Nombrar, por unanimidad, para miembros de la Junta Curadora de Niñas, “cuya falta se hacía sentir en la educación del bello sexo”, a las señoritas María Gómez de Larrea, Rosa López de Rivadeneira, María Gaviño de Paz, Pastora Alomía de Guerrero, Rosa del Palacio de España, Quiteria Maya de Rocha y Dolores Rivadeneira de Andrade Marín.
RECONSTRUCCION DE CALLES. Reconstruir las calles de la ciudad, por cuenta del Concejo Municipal, la mitad, y la otra mitad por los propietarios de las casas y tiendas de las calles 5° y 6° de la carrera “De Bolívar”, que son los siguientes: Juan Villavicencio, Manuel Guzmán León, José Benítez, Alejo Garzón, Manuel Sánchez, Valentín Espinoza, José Pabón, José Sánchez, María Santacruz, la Iglesia Catedral, Coronel Teodoro Gómez de la Torre, Mariano Cervantes, Manuel Cifuentes, Felipa Villalba y David Cerón. Esta obra debía empezar después de 15 días de la fecha de sesión.
REMATE DE LOS PANTEONES DE SANTO DOMINGO. Vender, en pública subasta, los dos panteones de Santo Domingo. Una parte de la resolución, dice: “Los panteones de Santo Domingo se rematarán con todos sus usos y servidumbres propias, y el Concejo será responsable de la evisión y saneamiento, prefiriéndose en el remate a las hermandades de beneficencia funeraria: quedando obligado el rematador a entregar gratis a los pobres de solemnidad y a los que designe la policía, como son los ajusticiados o cadáveres expósitos; y en el caso que no se encuentren postores bajo las condiciones prefijadas, se rematará sólo el panteón de bóvedas, quedando el de los pobres de cuenta del I. C.”
SE CANCELA JUEZ CIVIL Y SE NOMBRA OTRO. Destituir al Juez 2° Civil Suplente, al señor Juan Antonio de la Torre, y sancionarlo con la pena legal; y nombrar en su lugar al señor Manuel Cifuentes.
OTRAS RESOLUCIONES EN LA SESIÓN DE 10 DE AGOSTO DE 1868.
A los señores José Sánchez y Manuel Cifuentes, se les rebaja una tercera parte del valor de la contribución para la reconstrucción de las calles 5° y 6°. Se ordena el pago de diez pesos al maestro Manuel Angulo, por la composición de instrumentos de música. Se asignan “siete pesos para premios dados a los Niños de la Escuela Municipal”; así como también seis pesos por composturas de bancas y ventanas de la Escuela de Niñas de esta ciudad. PARA CELEBRAR EL 10 DE AGOSTO. Se acuerda que, para celebrar el 10 de Agosto de 1868, se ordene al Tesorero entregue al Procurador
Síndico
la
cantidad
designada
al
efecto
en
el
Presupuesto.
Además, con fecha 5 de Agosto, se ordena al Tesorero entregue la suma de siete pesos al Oficial Mayor del despacho, Manuel de Jesús Almeida, para pago de premios de los niños de la citada Escuela Municipal.
PARA LA OBRA DE LA CARCEL. Disponerse sacar a crédito quinientos pesos para atender la obra de la Cárcel; y se hace conocer que se ha conseguido doscientos al interés del dos por ciento, de poder del Sr. Mario S. Lara. DOS ANUNCIOS EL 15 BE AGOSTO. Dos fuertes temblores, el uno después del medio día, y el otro a las siete de la noche, se sintieron en Imbabura y Carchi, durante el día 15 de Agosto de 1868: “movimientos éstos que fueron precursores del más formidable que se conoce y relata en nuestros males históricos, y que sembró la destrucción y la muerte en numerosas y florecientes poblaciones".
2.- El Terremoto del 16 de Agosto de 1868. EL TERREMOTO DEL 16 DE AGOSTO DE 1868
"El Terremoto de 1868" - Rafael Troya
Repuestos y tranquilos ya los imbabureños del susto que les causaran los dos antedichos temblores, dice el Dr. Juan de Dios Navas, todos se habían entregado al sueño y al descanso, a las sombras de la noche; cuando, a eso de la una de la mañana del día 16, a impulso de fuerzas subterráneas, sacudiéronse con tanto furor y violencia las capes terrestres en la vasta extensión de centenares de leguas cuadradas, que en un abrir y cerrar de ojos, los edificios de las poblaciones se desquiciaron y sumieron, sepultando entre sus escombros a los desprevenidos moradores. Y cual si se tratase de agitado mar, la tierra convulsionada se partió en mil grietas, formando abismos, surgiendo montículos, y transportando árboles, escombros y cadáveres de uno a otro sitio. ¡Cerca de veinte mil seres humanos quedaron sepultados para siempre bajo las ruinas, ofreciendo al espectador un cuadro el más lúgubre y desconsolador, agravado por voces de plegaria, aves y lamentos¡. COMO NARRÓ ABELARDO MONCAYO LA HORRIBLE CATÁSTROFE. “A un estampido infernal como de cien truenos en el interior de nuestro globo, a un tormentoso hervidero de su superficie, como el mar en borrasca, los montes se desgarran y precipitan en pedazos, los ríos paran su corriente, las poblaciones se hunden en impensado abismo, zarandeada, sacudida la tierra hasta sus más hondos senos, se trueca una inmensa zona en campo de indescriptible desolación. En menos de diez segundos, cuántas innumerables víctimas que del sueño fugitivo de la noche pasan al profundo de la eternidad, cuántos debajo de los
escombros, en pugna cruel entre la muerte y la vida; y cuántos, si bien escapados por prodigio, atónitos ante lo insólito de su infortunio.
EL TERREMOTO DE 1.868 EN IMBABURA. Era la tarde del 15 de Agosto de 1.868, "el jardín del Ecuador", ensalzado por los viajeros y poetas fue sacudido por varios pequeños temblores que intranquilizaron a los habitantes en especial a los de El Ángel y de Ibarra. Se repitieron sin causar víctimas ni daños mayores y se sosegaron los ánimos. Más en el silencio de la noche, a la una y tres cuartos de la madrugada del 16 de Agosto, los habitantes de Imbabura se sobresaltaron al escuchar un espantoso estruendo subterráneo. Yertos de pavor, sintieron al mismo tiempo que el suelo se desquiciaba y deshacía en pedazos. Con expresión gráfica y muy acertada, se dijo que la capa terráquea se sacudió con tal violencia, como se sacude un caballo enfurecido para librar se del jinete que le gobierna. Sobrevino en seguida otro estruendo, mas no subterráneo sino superficial, causado por el derrumbe de torres, iglesias y casi todos los edificios. Un minuto más y todo fue profundo silencio interrumpido muy luego por alaridos desesperantes, ayes de dolor, lamentos y gritos solicitando socorro y auxilio. !Ay! los pocos ilesos, fuera de sí, descalzos, desnudos o semidesnudos, presos de pánico, se esforzaban por abrirse paso por entre las ruinas, el polvo y la oscuridad para huir al campo mientras a cada instante la tierra temblaba. En el cataclismo los montes y collados se desquiciaron, sus aguas subterráneas se precipitaron y de los Poguios Altos una gigantesca erupción de agua viscosa y hedionda formó una corriente lodosa de cerca de 400 metros en su mayor anchura que recorrió su plano inclinado y pasó arrollando en su curso cuanto encontraba hasta precipitarse en el Ambi. Así muchas personas que no habían perecido aplastadas por los muros y techumbres de sus casas encontraron la muerte envueltas en las torrentadas.
EL EPICENTRO DEL SISMO - NÚMERO DE VICTIMAS. La espantosa ola sísmica, cuyo epicentro se ha fijado entre Otavalo y Atuntaqui, se extendió hasta la ciudad de Guayaquil, y por el Norte hasta Honda, Colombia. El Cantón de Ibarra tuvo 9.700 muertos; el de Otavalo, 6.000; el de Cotacachi, 3.400; el de Tulcán, 60.
AL DÍA SIGUIENTE: EFECTOS DEL TERREMOTO. Al día siguiente la provincia de Imbabura y sus pueblos presentaban un cuadro lastimoso y horrendo. Los efectos del temblor en Otavalo fueron espantosos. No había quedado una sola casa parada, no existía en pie ningún edificio, ni siquiera las tapias de un metro de altura. Las calles habían desaparecido debajo de los escombros, Idéntico estrago en el vecindario de Atuntaqui.
Arruinadas yacían igualmente, si bien con algunas calles y casas la ayer risueña y hoy desconocible Ibarra. La villa de Cotacachi, y los pueblos de Imantag, Urcuquí, San Antonio, San Pablo quedaron muy castigados, y algo menos Salinas, Tumbaviro, Mira y el Ángel. He aquí la lista aproximada del número de los muertos. El cantón de Ibarra tuvo 9 700 muertos, casi 5.000 correspondían a su capital. El de Otavalo 6.000 de los cuales la mitad correspondían a la ciudad. El cantón de Cotacachi 3.000 y 2.000 en Atuntaqui. La verdad es que fueron pocos los que perecieron de contado en las primeras horas de la catástrofe y mucho más numerosos los que sepultados vivos terminaron horriblemente sus días por falta de cuadrillas que les atendiesen. En extrema o casi total necesidad deambulaban por los campos unos 50 mil sobrevivientes. Para colmo de males, gentes desalmadas excitadas tal vez por el hambre y la miseria, se dieron a robar y saquear. En las campiñas un gran número de indios al grito de "¡Viva Atahualpa!" se dispusieron a exterminar por completo al puñado de sobrevivientes blancos para apoderarse de sus bienes y tierras. GRAVEDAD DEL CATACLISMO EN IBARRA. Ibarra fue la ciudad más castigada por el terremoto. Apenas quedó familia que no deplorara varias víctimas y algunas desaparecieron enteramente. De las Carmelitas murieron cuatro, entre ellas la priora, de las Conceptas murieron trece, inclusive la abadesa. Fallecieron los siguientes eclesiásticos Reverendo Canónigo Villalobos, Reverendo Padre Alomía, Padre Trejo filipense y el Doctor Pedro Cevallos. De las familias de Ibarra murieron diez y ocho de la de Rocha y quedó extinguida; de Villota once personas, de Almeida veintiséis, de Vacas cuatro, de Subía siete y con los arrendadores veinte, de Pérez cinco, de Juan Villavicencio diez y ocho, de Dávila seis, de Páez cinco, de Lara siete, de Burbano tres, de Rosales diez y siete, de Andrade Marín doce, de Manuel Andrade siete, de Ledesma quince y se extinguió, de Peñaherrera diez y ocho, de Grijalva cuatro, de Rivadeneira cuatro, de Vega siete, de Yépez seis, de Espinosa seis, de Torres once, de Brizón cinco, de Acosta ocho, de Peña seis, de Pacheco ocho, de Terán tres, de Flores siete, de Gómez cuatro, de Guzmán cinco, de Pozos cuatro, de Benalcázar ocho, de Suárez ocho, de López trece de Valencia cuatro. Además de éstos pereció un número considerable de vendedores que habiendo acudido a la feria se habían quedado en los tres portales de la plaza. El Sr. Dr. Fernando Pérez, Jefe Político de Ibarra, en comunicación al Gobierno en fecha de 1o de Octubre de 1868 daba los datos siguientes: de los 7.200 habitantes de la ciudad han fallecido 4.458, están heridos 2.289 y quedan ilesos solamente 553.
3.- Nómbrase al Dr. Gabriel García Moreno Jefe Civil y Militar. NÓMBRASE AL DR. GABRIEL GARCIA MORENO JEFE CIVL Y MILITAR
Gabriel García Moreno
Con fecha 22 de Agosto el egregio e ilustre ecuatoriano Sr. Dr. Dn. Gabriel García Moreno, fue nombrado jefe Civil y Militar por el Presidente Dr. Dn. Javier Espinosa. He aquí el nombramiento: “La lamentable situación en que ha quedado reducida la desventurada Provincia de Imbabura, exige medidas extraordinarias y, sobre todo, de un hombre de inteligencia, actividad, energía y demás cualidades que distinguen a Ud. En esta virtud, el Supremo Gobierno que desea poner cuantos medios estén a su alcance para el alivio de esas desgraciadas poblaciones, y para procurar, si fuera posible, su rehabilitación, tiene a bien investir a Ud. de todas las facultades ordinarias y extraordinarias que le son propias y cuyo ejercicio requiere las circunstancias, para que, a, presencia de la situación excepcional de estos pueblos, teniendo bajo su dependencia a las autoridades políticas, administrativas, militares y de hacienda, y obrando con el carácter de jefe Civil y Militar de la desventurada Provincia, proceda a dictar cuántas providencias juzgue necesarias para salvarla de su total ruina. El Supremo Gobierno y la nación toda exigen a Ud. este humanitario, importante patriótico servicio, y no dudo que aceptará la Comisión que se le confía. Lo que transcribo a usted a fin de que las Autoridades Civiles y Militares estén bajo la inmediata dependencia del Sr. Dr. Gabriel García Moreno y para que sus disposiciones sean fielmente cumplidas. Dios guarde a Ud., Camilo Ponce”.
4.- Las Principales Víctimas del Terremoto LAS PRINCIPALES VÍCTIMAS ENTRE RELIGIOSOS Y FAMILIAS IBARREÑAS. El ilustrado Historiador Ibarreño, Sr. Dr. Cristóbal Tobar Subía, en su obra Monografía de Ibarra, nos
trae
el
siguiente
informe
sobre
numerosas
víctimas
de
la
catástrofe:
“Caranqui, agosto 21 de 1868. Señor Ministro: Si hubiese habido gente que desenterrase las víctimas que en los seis días pasados gemían pidiendo auxilio bajo los escombros, se hubieran salvado muchas más; pero algunos no podían, muchos faltaban y otros parece preferían robar. Apenas hay familia que no deplore muchas víctimas y algunas como la de Rocha ha desaparecido enteramente. De las Carmelitas murieron cuatro, entre ellas la Priora, restan nueve; de las Conceptas murieron trece, inclusive la Abadesa. Los cadáveres de las primeras quedan insepultos, los de las segundas están sepultados. Murieron los siguientes eclesiásticos: Rdo. Canónigo Villalobos, Rdo. P. Alomía, Padre Trejo filipense y el Dr. Pedro Cevallos. Los doctores Andrade Marín y Joaquín Ponce, murieron en Quitumbita, con otras muchas personas, pues en aquella casa no quedó quien fuese a dar la noticia. De las familias de Ibarra murieron diez y ocho de la de Rocha quedó extinguida; de Villota once personas, de Almeida vente y seis, de Vacas cuatro, de Subía siete, y con las arrendadoras veinte, de Pérez cinco, de Juan Villavicencio diez y ocho, de Dávila seis, de Páez cinco, de Lara siete (ambas familias), de Burbano tres, de Rosales diez y siete, de Retama uno, de Andrade Marín doce, de M. Andrade siete, de Ledesma quince y se extinguió; de Peñaherrera diez y ocho, de Grijalva cuatro, de Rivadeneira cuatro, de Meza dos, de Vega siete, de Yépez seis, de Espinosa seis, de Vinueza una, de Torres once, de Brizón cinco, de Acosta ocho, de Peña seis, de Pacheco ocho, de Terán tres, de Flores siete, de Gómez cuatro, de Guzmán cinco, de Pozos cuatro, de Benalcázar ocho, de Castelo una, de Suárez ocho, de López trece, de Valencia cuatro. Además de estos un número considerabilísimo de vendedores que habiendo acudido a la feria se habían quedado en los tres portales de la plaza. Los del pueblo son muchísimos, y tanto de éstos como de las clases superiores no se conocen aún todas las víctimas. El Gobernador no perdió a ninguno. J. M. España solo un criado, ambos se hallan en Yuracruz; las demás familias se encuentran asiladas en Caranqui, Lulunquí y Cacho y cercanías de Ibarra. En Caranqui se encuentra Mr. Pigatti, M. Acosta, Páez, Vinueza, Baus, las monjas y las beatas, en Lulunquí el Dr. Suárez y Acebedo; en las inmediaciones de Ibarra el Dr. Vergara, el P. Burbano filipense y el Padre Gómez".