Conventos y Monasterios. El Convento de Santo Domingo de Ibarra La evangelización de la América meridional, en la parte que tomó la Orden de Santo Domingo dio opimos frutos, conquistando las almas de los moradores de estas comarcas para el reino de Jesucristo, incorporándoles a la Iglesia Católica y por ellas comunicándoles la verdadera civilización. Esos nobles conquistadores de almas, grandes en sus concepciones de regeneración espiritual y heroica en sus empresas para que la obra del apostolado fuera duradera del centro de apostolado hacían también la escuela de los pequeñuelos para iniciarles en el conocimiento de la verdad y en la práctica del bien. De esos niños formaron los religiosos, que debían continuar la obra civilizadora; pronto los claustros contaron con religiosos americanos si bien muchos de ellos hijos de españoles, no pocos eran criollos. Hacia el último tercio del siglo dieciséis la Orden Dominicana contaba con algunos Conventos y varias Doctrinas por lo que obtuvo del Capitulo General celebrado en Roma el año de 1585, la facultad para constituirse en Provincia con lo cual se faci1itò también la fundación de nuevos conventos; y, el varón eximio predestinado por Dios para tan noble empresa fue d Venerable Padre Maestro Fr. Pedro Bedón, nacido en el Reino de Quito. En todos los conventos florecía la estrictez religiosa, sin embargo se buscaba mayor austeridad y para un convento de esta clase, los Padres Capitulares pensaron en el valle de Caranqui, el P. Bedón recibió la comisión de fundar, fundación que se llevó a efecto en 1605 a afecto el año 1605. El fin que se proponen y norma de vida, que en el nuevo convento debía llevarse está claramente expresada en la solicitud, que el P. Provincial Fr. Francisco García presenta at Excelentísimo Sr. Obispo Fr. Luis López de Solís para obtener la autorización correspondiente, dice así:
En la Ciudad de S. Francisco de Quito del Perfil a veinte y Un días del mes de Febrero de mil y seiscientos y cinco años, el Presentado Fr. Francisco García Primer Provincial de esta Provincia de Quito, digo que para el aumento de la observancia regular, ordenada at culto divino y a la promulgación evangélica según mis institutos me conviene fundar un Convento de Recolección en la soledad y despoblado al pie de una sierra entre Otavalo y Carangue media legua apartado del camino real en un sitio muy templado que ofrece Melchor de Vi1leg. s, con otras comodidades, para que de ese comedio puedan salir por esta provincia a predicar los Religiosos y aprovechar las almas desinteresadamente, pues su instituto es de extrema pobreza y sustentarse de yerbas....... certifico a V. Señoría que este negocio lo tengo muy pensado, consultado y mirado en el Capítulo Provincial pasado, y hallo que es muy conveniente por todas vías tenga efecto con el favor de V. Señoría, y así con gran instancia le suplico y en ello recibiré crecida merced, además del gran servicio que en ello hará a Dios Nuestro Señor. Fr. Francisco García, Prior Provincial. (Archivo del Convento de Sto. Domingo. Tom. I) La petición fue bien acogida y despachada favorablemente por el eximo Sr. Obispo, Al Presidente de la real audiencia se dirige a P. Pedro Bedón en su calidad de comisionado: Fr. Pedro Bedón, Maestro en Sagrada Teología Prior de los Recoletos, digo que por mi comisión que tengo de mi Provincial me conviene fundar otro Convento de Recolección donde se goce de la soledad, y en paraje más apto de donde se salga a aprovechar más las almas, buen ejemplo y doctrina según mis institutos. Y que al presente me ha ofrecido Melchor de Villegas, sitio muy acomodado entre Otavalo y Carangue al pie de una tierra de temple apacible y más caliente que frio, que para ejercicios de penitencia es más saludable y a oír gente…. Y que nos consta que en este partido hay gran necesidad de ministros y predicadores que salgan a voces desinteresadamente a ejercitar el dicho ministerio y nuestro instituto es pobreza estrecha y áspera… el M. Fr. Pedro Bedón. El 25 del mismo año el Sr. Presidente de la Real Audiencia despacha la solicitud: Digo que en nombre de su majestad aprobaba y aprobó la licencia del dicho Sr. Obispo. Y por lo que toca al Real Patronazgo le da de nuevo para la dicha fundación en la parte y lugar en esta
petición referida, y así lo proyecto firmó y mandó que el Corregidor y demás Justicias de aquel partido favorezcan y ayuden y no impidan en hacer la dicha fundación. El Licenciado Miguel de Ibarra— Fui presente Diego Suarez de Figueroa. (Archivo citado.)
Llenadas ya todas las formalidades que la nueva fundación requería, no demoró sino el tiempo necesario para trasladarse al lugar elegido; debió ser a primeros días del mes de marzo que 11:,go al siento de Caranqui, comunicó su pensamiento y fin de su presencia, dando también principio a su apostolado de la predicación, que más necesaria so hacía por estar en cuaresma. Grande fue el calabozo con que recibieron tan fausta nueva; pero luego se troco en llanto al escuchar de los labios del V. Padre que buscaba un lugar de soledad y retiro porque su intención era llevar vida de austeridad, renovando los primitivos tiempos de la Orden Dominicana.. Pero quo esa Vida de austeridad, ,penitencia y contemplación estaba encaminada al bien espiritual de los habitantes de la comarca, pues el Religioso Dominicano no es ermitaño sino apóstol que a la oración profunda hermana el estudio asiduo para vestirlo en la predicación evangélica. Hubo diversos pareceres, dice el Hno. Fr. Juan López, Obispo de Monópoli Fr. Juan López, entre la gente de la tierra sobre el sitio donde se había de edificar la casa. Dec1arola el Señor t con una maravillosa visión; y fue, un día caminando por aquel camino tres hombres, un español con dos indios, llegando junto al sitio en donde después se edificó el convento, vieron una imagen de Nuestra señora cubierta con un manto blanco, y la ropa cubierta Con preciosas ,joyas la cual iba caminando por el aire, causando grande resplandor dos blandones y dentro de poco rato vieron quo el rostro de la santa imagen echaba de Si un grande y maravilloso resplandor, y 'por todo el valle se vio una claridad grande que unos pastores viendo a1bortadas las ovejas los perros del ganado, despertaron y vieron la claridad ocupaba todo el valle. Desapareció la visión cuando llegó al sitio donde el bendito padre había acordado edificar el convento.
Ante tal prodigio los poseedores de aquel sitio se apresuraron a ponerlo a disposición del P. Bedón; fueron ellos los caciques de Caranqui Juan de Carvajal y Marcos de Velázquez, <<esa tierra se llama Amagan y Tubuela, reza la escritura de venta, que linda con tierras de Antonio Cordero por las cabezadas y por un lado con una quebrada que va salir al rio grande, por otra parte con usa acequia que llega hasta una tola grande. El 27 de marzo de 16C5 firmaron el contrato preliminar a fin de que el Venerable Padre pudiera principiar la construcción, siquiera provisional, el 17 de Abril celebraban la escritura pública y en el mismo día tomó posesión y declaró fundado el Convento de nuestra señora del Rosario de la peña de Francia. Firman como testigos juntamente con el Corregidor Juan Nieto de Torres, Diego Méndez de los Ríos, Diego Ponce, Juan Piñán Castillo, Antonio Cordero y presentes otras muchas personas. Fr. Pedro Bedón, Fundador. En testimonio de verdad. Diego Mata. Para la fundación tuvo consigo una portentosa imagen de la, Madre de Dios, de grande devoción en la ciudad de Quito, como afirma el Presbítero Diego Rodríguez de Ocampo al tratar de In Recoleta de Quito: Refirió el dicho fundador Maestro Fr. Pedro Bedón, que esta Santa imagen y otra primera con que se instituyó el Convento, hizo siete milagros en salvar enfermos y Socorrer la casa con limosnas para su edificio y en ],as paces que hicieron entre personas muy enemistadas; la primera imagen se llevó a la iglesia de S. Miguel de Ibarra, a donde se fundó otro convento y asisten religiosos a forma de tal. Fundado el Convento bajo la protección de la Stma. Virgen María, colocada su imagen en humilde ermita, en donde, se entonaba diariamente el cantar sagrado del santo rosarlo; Sc preocupó colocar el altar en donde debía recibir la adoración Jesús en la Sagrada Eucaristía. No pasaron dos mees en que el huésped Divino tomó posesión de aquella en sus principios humilde capilla y bien merecida que un suceso de esta clase quedara refrendado por la autoridad: Yo Pedro Carvallo Escribano público del Corregimiento de Otavalo por el Rey N. Señor doy fe y verdadero testimonio a todos los que la presente vieren come en el Convento ahora nuevamente se ha poblado en términos del pueblo de Carangue, que se
intitula de la Recoleta, en el altar de la Iglesia de dicho Convento, está una casa que sirve de Sagrario, en la cual está encerrado e1 Santísimo Sacramento, para este efecto, y delante de dicho altar está una lámpara de plata ardiendo y que alumbra el dicho Sagrario y porque de ello conste de pedimento de dicho Maestro Fr. Pedro Bedón Prior del dicho Convento, y en presencia del Capitán Juan Nieto de Torres Corregidor de este partido y testigos de cuyos escritos del presente en dicho Convento de la Recoleta a diez y nueve días del mes de Junio de mil y seiscientos cinco años siendo testigo Juan de Leon Avendaño y Pedro de la Torre y en fe de ello lo signé y firmé. En testimonio de verdad. Pedro Carvallo. Establecido ya el Convento fue instituido de Vicario el R. P. Fr. Juan de Arcaya; pero el Capitulo General celebrado en Paris el año de 1611 elevó al convento a la categoría de Prioroto.
La
soledad
que
los
Religiosos
habían
buscado
no
fue
duradera,
pues sus mismas virtudes y el ministerio apostólico por ellos ejercido atrajo las familias de los españoles. Los Religiosos Dominicanos trabajaron sin descanso en la instrucción de los moradores de la naciente villa de S. Miguel de Ibarra y contribuyeron eficazmente para el adelanto ya intelectual y moral como también material. El magnífico templo que habían principiado a construir, como los claustros del convento, no tardó mucho en que vieran coronados sus esfuerzos. En 1640 el P. Fr. Miguel Martínez o P en relación enviada a Roma acerca del estado material de los conventos, al tratarse del nuestro. Los Dominicos, por tres siglos y medio Sin interrupción, han compartido con los ibarreños en los días de gloria como también en los de dolor.