3.2.4 El Primer reloj público de Ibarra

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Edificaciones Antiguas. El Primer Reloj Público de Ibarra.

Para el año de 1898 ya había la idea de construir un reloj de torreón, propósito que fue planteado por un grupo de ciudadanos liberales presididos por Don Luis Villamar, quien un año más tarde sería el presidente del Concejo Municipal de Ibarra; en igual forma por los prestantes ciudadanos Juan José Páez y Antonio Guzmán, siendo este último presidente del Municipio en el año 1900. A pesar de su tendencia liberal, fueron muy amigos de Mons. Federico González Suárez, cuarto obispo de la Diócesis de Ibarra, quien les animó en este empeño y no solamente él, sino también varios clérigos, entre ellos el canónigo Vicente Chávez que más tarde aportaría con la importante suma de 400.00 sucres. El gobernador de aquel entonces (1900) Ricardo Sandoval se ofreció para hacer la adquisición del reloj que serviría al público ofreciendo su garantía para que se consigne en su poder la cantidad destinada para tal objeto. El propio gobernador se comprometió a realizar las gestiones en Quito ante el agente comisionista Augusto Kistenmacher para que consiguiera un reloj fabricado en Alemania. En estos trámites intervino el Dr. Juan Carlos Larrea, de origen ibarreño, que en aquel


entonces desempeñaba las funciones de subsecretario del Ministerio de Gobierno y Cultos. Fue él quien ayudó y autorizó para que se dinamicen los trámites, logrando que el mismo vicepresidente de la República Carlos Freire Zaldumbide emita dos cartas para que las aduanas de Guayaquil faciliten el proceso de llegada del citado aparato. Esta diligencia se hizo en vista de que Eloy Alfaro se había comprometido con las autoridades ibarreñas a impulsar tan feliz idea. En el año de 1902 en el gobierno de Leonidas Plaza Gutiérrez, era presidente del Concejo Municipal de Ibarra el señor Joaquín Gómez de la Torre y fue él quien recibió las piezas del reloj. En ese mismo año fueron presidentes los señores José Domingo Albuja y Rafael Peñaherrera cuando el instrumento llegó a Ibarra y fue motivo de especial regocijo. El precio pactado por el aparato era de mil sucres. El citado reloj fue trasladado en el mes de febrero desde Quito a Ibarra en seis mulas y estuvo a cargo del mestizo Manuel Camuendo, natural de Cayambe, por lo cual recibió la suma de 76.00 sucres, los que fueron pagados por el municipio de Ibarra, habiendo remitido copia del pagaré al ministerio de Gobierno como descargo del trabajo, pues había la promesa del ministro José Peralta de restituir ese dinero al municipio de Ibarra. Una vez que el cronógrafo estaba en la ciudad, las autoridades municipales decidieron construir un torreón, el mismo que por decisión de los cabildantes estaría publicado en el edificio del colegio nacional San Alfonso (actual Teodoro Gómez de la Torre). El rector José Domingo Albuja, al conocer esta decisión, en forma inmediata comienza a gestionar su edificación. Toma contacto con el arquitecto Francisco Smith para que diseñe los respectivos planos. La obra comenzó a levantarse de inmediato y concluyó a finales de 1905. Los miembros del concejo deseaban que su inauguración coincida con la visita a la ciudad del presidente Leonidas Plaza Gutiérrez, quien debía viajar a Ibarra para luego pasar a Tulcán con el objeto de pacificar la zona amenazada por la presencia de los conservadores colombianos.


Esta visita nunca se dio por diversas razones; en tanto que el primer reloj de la ciudad comenzó a funcionar en 1905 y para 1906 estaba bajo el cuidado de Rafael Vinueza, un ciudadano del cual la ciudad guardará especial memoria por su dedicación y cuidado de este símbolo de la ciudad. El reloj comenzó a convertirse en un referente de Ibarra, ya que había sido colocado sobre un torreón cuyo diseño inicial incluía la construcción de un teatro para el colegio nacional, asunto que no llego a concretarse por la falta de recursos económicos. El viajero francés Louis Fronté, en el año de 1925, refiriéndose a Ibarra, dice: “es una ciudad pequeña pero muy hermosa. Sus habitantes no serán más de 30.000, pero son amables y gentiles. El clima es un tanto fuerte es agradable y llevadero. La ciudad tiene una fiebre por reconstruirse superando la grave crisis del siglo pasado. Una de las cosas que más me ha llamado la atención es el magnífico torreón y su reloj de corte europeo, me han dicho que es de procedencia alemana. Está en el centro de la ciudad, en la plaza que llaman de la independencia y pertenece a un colegio nacional como así llaman por esta parte de América a los colegios oficiales. Lo que más llama la atención es su arquería de medio punto, junto con los remates que son diferentes entre sí a lo largo de la obra. Sobresale el frontis en cuyo vértice se halla el reloj magníficamente colocado, es una verdadera obra de arte

arquitectónico.

Luego del terremoto del 5 de marzo de 1987, el reloj sufrió graves daños junto con la estructura del torreón la que fue reparada en la administración del alcalde Marco Tafur Santi, quien restauró la estructura y devolvió a Ibarra uno de, los símbolos más representativos de la urbe señorial.


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