Parques, Plazas y Calles. El Parque Pedro Moncayo (Reseña 1)
Fue la primera plaza existente en Ibarra y sus orígenes se remontan a la fundación de la Villa de San Miguel de Ibarra el 28 de septiembre de 1606. “Reconocido como Juez Poblador, Cristóbal de Troya recorrió una vez más el valle y halló que el sitio era cual convenía para asiento de la villa: llano, el de mejor temple; y señaló sus linderos formando un cuadrilátero de nueve cuadras por banda, a partir del rio grande de Carangue”. “Luego se dirigió al centro de la Villa en trance de nacimiento, seguido por lucida cabalgata, al solar señalado para plaza mayor, donde se hincó un grueso madero a guisa de rollo, que serviría de horca y cuchillo, símbolo de justicia y regimiento.” Una vez fundada Ibarra, alrededor de la plaza se levantaron los principales edificios conforme lo determinaban las leyes españolas y que eran propias de ciudades establecidas por la “cruz y la espada” es decir que habían nacido de un mandato real, razón por la cual su estirpe se debía destacar en el escudo de armas de la ciudad. Estos edificios eran: al norte: casa cural junto a la iglesia mayor; al sur, casa de los corregidores, donde se incluía la cárcel para los infractores de la ley; al este, casa de las escribanías; y al oeste, la casa del cabildo y regimiento. Estas construcciones se mantuvieron hasta el terremoto de 1868. En la actualidad, luego de retorno de los ibarreños
a su antiguo solar ocurrido en 1872, se reconstruyeron los edificios alrededor de la plaza pero solamente dos de ellos se erigieron conforme el ancestro español: la casa episcopal y la del ayuntamiento o municipio. En las otras casas, si bien se cumplían funciones de escribanías, ya no sirvieron como tales, pues desde comienzos del siglo XIX se trasladaron a otros sitios una vez que se crearon las oficinas del Registro Civil, correos y otros servicios públicos gracias a la diligencia y visión del gran transformador del Estado nacional como fue Don Eloy Alfaro y otros gobernantes liberales. En una carta del viajero francés Richeliu Boyens, escrita en 1798 y dirigida al canónigo Louis de la Brancé, le decía: “He visitado la villa de San Miguel de Ibarra y me impresionó mucho su plaza mayor: toda bien definida y ordenada. Guarda perfecta armonía con los hermosos edificios que la circundan en donde funciona la administración del gobierno colonial. Tiene pila de agua pública, la única que existe en la ciudad y fue construida gracias a la diligencia de los padres jesuitas, quienes trajeron una paja de agua desde el río Taguando para uso público. Los días domingos hay feria en donde se halla los más variados productos de la zona que de suyo es rica y generosa. Allí se halla desde azúcar hasta frutas y verduras propias del medio también en estos días se hacen grandes ceremonias religiosas, especialmente las de Corpus Cristi que es pomposa y llena de colorido conservando la tradición de la península. Los habitantes son industriosos y activos, de allí proviene la fama de este valle que es todo amplio y espacioso”. A finales del periodo colonial, esta plaza fue conocida como “Constitución”, conforme lo señala un informe del corregidor Juan de la Sala en 1802 en una comunicación dirigida at Presidente de La Real Audiencia de Quito. Más tarde, una vez que el libertador Simón Bolívar librara la batalla de Ibarra el 17 de julio de 1823, este lugar se le conoció como “Plaza de la Independencia”, pues desde las casas del cabildo se leían las arengas y mensajes patrióticos. En igual forma, en sus puertas se exhibían las listas de los soldados, los muertos y heridos, así como las nóminas de los combatientes y sus respectivos batallones. “Por mandato de mi coronel Juan Ibáñez, he
procedido a dejar la lista de los soldados que intervinieron en el combate del Tahuando el 17 de Julio y se lo hizo a vista pública en las puertas de la Iglesia mayor de la Villa de Ibarra, de lo cual también se corrió bando desde el balcón de la casa de regidores localizada en la plaza mayor de la dicha Villa”. Según un mandato del gobierno liberal, se dispone en 1902 que el parque de la Independencia de Ibarra, sea designado como “Pedro Moncayo”, señalándose además que se erija un monumento a tan preciado hijo de Ibarra. El gobierno provincial dio cumplimiento a la orden gubernamental y cambió de nombre, pero no colocó efigie alguna del pensador. Este afán se cumpliría en el año de 1980, en la Administración del Dr. Luis Andrade Galindo, quién fue alcalde de Ibarra desde 1978 hasta 1984.