Hombres Ilustres. Alfredo Pérez Guerrero “El recuerdo de Alfredo Pérez Guerrero tiene especial sentido de altura… Sólo su bondad era igual a su talento, sólo en su fraternidad se encuentra similitud con su creación fecunda, múltiple, asombrosa para ser realizada por un solo ser en una sola vida…” Nació en la ciudad de Ibarra el 7 de mayo de 1901. Fueron sus padres el capitán Sergio Pérez Torres y la señora Isabel Guerrero Páez. Cursó sus estudios primarios en el Pensionado "La Salle"; los secundarios en el Colegio Nacional Mejía y los superiores en la Universidad Central del Ecuador. Fue alumno sobresaliente. Intervino entre los estudiantes más distinguidos en el debate llamado "Coubertain". Durante la infancia y los primeros años de juventud enfrentó privaciones extremas a causa de la suma pobreza que existió en su hogar. Cuando en cierta ocasión le preguntó un periodista que opinaba acerca de su propio carácter, respondió: "Los que no me han tratado personalmente me creen adusto. Los que me han entendido han sido especialmente los campesinos, los trabajadores, los jóvenes. Un niño me entiende enseguida. En todo caso tengo el carácter propio de las personas que han sufrido mucho". Se casó con la señora Laura Patino Donoso. Años más tarde de haber fallecido su primera esposa, contrajo matrimonio con la señora Raquel Crespo Mena. Son sus hijos: Rubén, Edelina, Carlos, Isabel y Martha Pérez Patino y Carlos Eduardo Pérez Herrera. Alfredo Pérez tuvo dos hermanos: el primero de ellos también de nombre Alfredo murió a muy corta edad. El menor de los hermanos, Edmundo, fue abogado y profesor ilustre en el Colegio Mejía a quien sus alumnos aún lo recuerdan con cariño y admiración.
En el COLEGIO NACIONAL MEJÍA fue profesor desde 1926. Enseñó en dicho centro docente Cívica, Etimología, Gramática Castellana y Moral Individual. Y ejerció las funciones de Vicerrector desde 1931 hasta 1935. Como fruto de sus enseñanzas escribió libros sobre. Raíces y Afijos griegos y latinos, Etimología de la Lengua Castellana, Moral Individual. En el COLEGIO MILITAR ELOY ALFARO -a cuya planta docente también perteneció cuando fue Director de dicha institución el Coronel Alberto Rivadeneira- dictó clases de castellano. A la UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR ingresó como profesor de primero y segundo año de Código Civil en 1936. Salió de ella cuando fue clausurada por una dictadura que la acusó de "comunista". Retornó a la Universidad en el año 1940. Fue electo Decano de la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales en 1950. En 1951 fue promovido a la máxima dignidad de tan ilustre institución, en donde desempeñó las funciones de Rector durante tres períodos consecutivos hasta 1963, año en que otra dictadura, al reorganizarla, destituyó a las más altas autoridades y a centenares de eminentes maestros. En enero de 1955 el Honorable Consejo Universitario resolvió entregarle la presea máxima "Universidad Central" como principal ejecutor de Ciudad Universitaria. Tal distinción que Alfredo Pérez Guerrero la rechazó, con gesto de ejemplar modestia, fue recibida por sus familiares doce años más tarde cuando él ya no vivía. Dignidades que a desempeñado: Procurador de Sucesiones de Pichincha, Ministro de Previsión Social y Trabajo, Miembro Titular de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (desde 1946), Procurador General de la Nación desde 1944 hasta 1946, Senador Funcional por la Educación Pública (1952-1959), Diputado por Pichincha (1962), Integró el cabildo del I. MUNICIPIO DE QUITO en los años 1928-1929 como "consejero" y en los años 19581959 como Concejal, Ministro Conjuez de la Corte Suprema De Justicia, Presidente de la Comisión Legislativa Permanente 1950-1951, Primer Vocal de la Unión de Universidades de Latinoamérica 1959, Miembro de Número de la Academia Ecuatoriana de la Lengua
correspondiente a la Española 1961, Presidente de la Comisión de Juristas durante el interinazgo del benemérito ciudadano guayaquileño Clemente Yerovi Indaburo 1966, Presidente de la Sociedad Jurídico Literaria, Presidente de Honor del Ateneo Ecuatoriano, Miembro de la Academia de Abogados, Presidente del Tribunal de Honor del Colegio de Abogados de Quito, Presidente de CIESPAL, Miembro de la Academia de Artes y Ciencias de la República de Puerto Rico, Algunas de las Obras que a escrito: "Ecuador" (tesis doctoral), "El Seguro Social y el Código del Trabajo", "Moral Individual" de la cual se han hecho seis ediciones, "Prontuario de Afijos y Raíces Griegas y Latinas", "Fundamentos del Derecho Civil Ecuatoriano" (dos tomos) Premio "Tobar", "Jurisprudencia Civil Ecuatoriana" (dos tomos), "La Sucesión por Causa de Muerte" (dos tomos) se han publicado tres ediciones (precio "Tobar"), Temas Jurídicos (cinco tomos). Esquicios de la Universidad y La Patria, Educación y Libertad, Semillas al Viento, La Universidad Ultrajada (dos ediciones). Con motivo de su brillante defensa a la educación laica y del extraordinario incremento de rentas para la educación se le rindió un homenaje a nivel nacional (1959) al cual se adhirieron más de trescientas instituciones. Fue dicho homenaje, uno de los mayores que se hayan tributado en la historia del País a un educador. Tan magna manifestación puso de relieve la gratitud de los maestros ecuatorianos por cuya causa Alfredo Pérez Guerrero bregó durante toda su existencia. Autor de la Ley de Carrera Administrativa en favor de los servidores públicos. Tras ocho años de lucha consiguió su aprobación aún cuando fue derogada poco después por conveniencias políticas de un nuevo Gobierno; mas, el largo tiempo que requirió la aprobación de la Ley durante el cual expuso con ardor, tesis, argumentos y principios fue la simiente que fructificaría más tarde encarnada en una nueva ley en beneficio de los servidores públicos. Murió el día sábado 19 de noviembre de 1966 en la clínica "Santa Cecilia" en la ciudad de Quito. El poeta licenciado Carlos Manuel Arizaga al relatar este doloroso episodio dijo:
"En una fecha que sigue siendo de luto, Alfredo Pérez Guerrero, zarpó en la nave de la ausencia; la muerte dejó caer su azufre de siglos en su cuerpo de hombre íntegro, de masculina virtud enorgullecedora. Desde entonces, por cada porosidad de una piedra abandonada, por cada ojo abierto a la vida, escápense las lágrimas de un tiempo perdido y sin remedio".