HOMBRES ILUSTRES. Víctor Mideros
Por Oswaldo Villalba
“Su originalidad, su inspiración, su imaginación poderosa y deslumbrante, su dominio perfecto del color y de las formas - uno de los pintores más geniales del Continente del siglo
pasado”
Víctor Mideros nació en San Antonio de Ibarra en el año de 1888, tierra privilegiada que ha visto convertirse a muchos de sus hijos en grandes artistas. Su infancia transcurre apacible en este solar provinciano. La educación primaria recibe en la escuelita de la localidad. La secundaria en las aulas del Colegio "Teodoro Gómez de la Torre" de la ciudad de Ibarra. Luego se traslada a Quito para seguir los estudios superiores, ingresa a la Universidad Central, en la Facultad de Medicina, especialidad que culmina brillantemente. Al mismo tiempo que ingresa en la Universidad, se matricula en la Escuela de Bellas Artes para estudiar Pintura. Mideros no aspira a ser Médico, anhelaba en todas las fuerzas de su alma ser artista, advertía una vocación irresistible, una inclinación total al Arte. Escogió Medicina porque sabía que el estudio de la Anatomía le serviría grandemente para dominar la forma humana que posteriormente plasmaría en sus lienzos magistralmente. Mideros escogió el duro sendero del Arte. Se casó con doña Rosa Navarrete, quien se convirtió en su compañera inseparable en la inspiración de ese mundo mágico de color y ensueños.
Tuvo cuatro hijos, los mismos que viven en la actualidad: dos mujeres, Emma y Mariana que hicieron de su vida un apostolado al .abrazar el campo religioso para predicar la fe cristiana y ayudar a los más necesitados. Los varones siguen inmersos en el campo del arte: Raúl es Arquitecto; Boanerges hereda la pólvora de su padre, camina por un camino abierto por su propio ingenio, concibe manifestaciones plásticas muy originales con mensaje nuevo y lenguaje propio. Quiere forjar una América fuerte, unida, una América con voz universal. Víctor Mideros vive para el arte. Difícil nos resulta creer que haya producido y creado tanto con maestría incomparable. Después de cumplir a plenitud su compromiso con su propia existencia, muere en Quito en 1969. Su figura de artista metafísico, de poeta, de filósofo, de profeta, se levanta llena de majestad desde la entraña misma del tiempo y del espacio, desafiando al tiempo. Múltiple en las facetas de su espíritu, Víctor Mideros fue un creador de infinitos, constructor de un mundo mágico donde está presente lo absolutamente humano, lo metafísico y lo telúrico, donde el artista vierte su espíritu de profeta, lleno de una honda serenidad patriarcal, nutrido de aquel fuego interior que consume con grandeza la intimidad humana. Es un visionario, anuncia con voz sonora el advenimiento de una nueva era, se bislumbra, se oye, se siente, cuando se mira su pintura cargada de presagios, de símbolos, de silencios que gritan, de luz que se expande, de una fuerza expresiva nueva, que edifica un mundo para el hombre de esta América, fecunda en sus expresiones y única en la circunstancia de grandeza de sus pueblos. Víctor Mideros es profeta del color, de la forma y la dimensión, es transformador del fuego, del agua, de la tierra, rompe el horizonte violeta y esculpe en el aire donde fluye la vida infinita de su misterio. Penetra en el universo de la conciencia humana donde están sus debilidades y convicciones para proyectar al hombre en una dimensión nueva, más universal más henchida de valores
eternos que quedan hermanados con el tiempo, para magnificar la historia de la humanidad y el paso del hombre como testimonio eterno de su época. En 1919, el Presidente Alfredo Baquerizo Moreno, envió al joven pintor a Italia en calidad de Canciller del Consulado del Ecuador en Roma en reemplazo de don Miguel Valverde. En la ciudad de las siete colinas, Mideros acabó por decidir con firmeza su futuro. Sería pintor, nada más que pintor. Pasó por escuelas y academias, visitó museos, aprendió cuanto le fue dable. El Vaticano le encargó un retrato de García Moreno para una de sus Galerías. La ciudad eterna causa una gran impresión en su espíritu creador, Miguel Ángel, El Tiziano, Rembrant y todos los grandes maestros de la pintura clásica, son observados y estudiados constantemente por el ávido y absorto artista Mideros. A su regreso al Ecuador, Mideros ya era un pintor que se proyectaba con grandes dimensiones. Acepta la dirección de la Escuela de Bellas Artes de Quito y como Maestro comienza a desplegar con fuerza su imaginación y se convierte en uno de los grandes creadores de nuestro país. En 1924, Mideros partió a los Estados Unidos, en New York presentó una exposición en plena Quinta Avenida, obteniendo un sonado éxito. A esa hora, Mideros ya se había caracterizado. Fue contratado para decorar el templo de St. Joseph Serfic College, de Caliooon, New York. El trabajo le llevó dos años, según sus críticos el fresco que representa al Santo predicando a las avecillas del Señor, es de una notable hermosura, Mideros retorna, a su país y no hace desde entonces otra cosa que pintar y enseñar a pintar. El Gobierno le nombra director del Museo Nacional de Arte, cargo que lo ejerció con todo acierto. Fue Profesor de Historia del Arte, de Anatomía Artística, de Pintura y Dibujo en la Escuela Nacional de Bellas Artes.
Su obra le hace merecedor de una sólida nombradía dentro y fuera del país. Obtuvo medallas y premios en varias exposiciones nacionales y extranjeras, entre ellas podemos mencionar a la Condecoración Nacional al Mérito que le otorgó el Gobierno del Doctor Arroyo del Río, entregada en ceremonia especial con motivo de la inauguración del hoy Instituto de Artes Plásticas "Daniel Reyes" de San Antonio de Ibarra. El Gobierno de Colombia en reconocimiento a la gran obra artística de Víctor Mideros, hace la entrega de la condecoración "LA GRAN CRUZ DE BOYACA". El Gobierno de Francia galardona el pecho de Mideros con la condecoración "DE LAS PALMAS". Se hizo acreedor a varios premios "Mariano Aguilera" en Quito. Su amplia labor en el campo de la pintura, no sólo le permite conseguir condecoraciones, pues la Real Academia de San Fernando de Madrid le nombra Miembro de Número, igualmente el Círculo de Artistas del Adriático. El máximo ideal de Mideros sería el reconquistar para la Pintura ecuatoriana los laureles secularmente místicos de la Escuela Quiteña del Siglo XVII, consiguiendo con largueza sus propósitos. La labor y la obra hecha por Mideros es fecunda. Entre las principales obras se encuentran seis enormes lienzos que decoran la Capilla del Mausoleo del Mariscal Antonio José de Sucre, desenvuelve en esos lienzos fondos históricos relativos a la emancipación del Ecuador. Mideros decora el locutorio y la portería del Carmen Alto. El templo de La Merced de Quito ostenta varios cuadros de Mideros. En el presbiterio se encuentran Los Siete Misterios de la Madre y otros veinte cuadros que adornan sus columnas. Sobre numerosa, la obra de Mideros es múltiple. Plasma el tema histórico, el religioso, la interpretación simbólica, el paisaje, el retrato. Mideros es de los primeros pintores que introducen al indio como tema de expresión artística en el Ecuador, causando una gran novedad. Sus melancólicas armonías ejecutadas en rondador o flauta, recortando el fondo de las montañas, interpretando las ventiscas serraniegas en el marco agreste de chaquiñanes son tratados por primera vez en el país. Rostros indígenas expresivos, arropados de vestidos que por su pulcritud y tipismo se convierten en exaltación de nuestra raza.
Mideros prefiere la gran decoración figural para templos, teatros, escuelas, o bancos, la pintura sobre muros con anchos motivos con una indiscutible técnica peculiar y estilo muy personal. Mideros recuerda a Mideros. Fue un pintor con todas las virtudes clásicas en la concepción de la figura humana, uniendo la forma llena de fantasía a una cromática enriquecida por la paleta del creador. Su espíritu religioso le llevó a profundizar el estudio de los libros sagrados, encontrando los temas adecuados para su carácter, que los transformó en alegorías magistrales de meditación, cuyas obras se convierten en verdades permanentes. Las texturas son tan bien empleadas que hacen resaltar el dominio cromático por medio de toques brillantes llevados al lienzo con maestría como sólo Rembrant solía hacerlo. En otras ocasiones, Mideros combina sutilmente en una nueva forma de composición y concepción, tendencias cubistas, subrealistas o neoclásicas, como un recurso para hacer más lúcida y comprensible su obra que en algunos casos es una prédica dirigida al hombre, una enseñanza moral, contra el mal y sus secuelas. Mideros impone su personalidad, crea un estilo, no se deja influenciar por las corrientes de moda, por eso es reconocido y laureado en los países donde expone su obra. Su peregrinaje por el mundo es largo, sus exposiciones innumerables, es un trabajador a quien no doblega la fatiga. Realiza exposiciones en Francia, Italia, España, Suiza, Austria e Israel, en el viejo continente. En América: Estados Unidos, México Venezuela, Colombia, Argentina y por supuesto en el Ecuador. Víctor Mideros es uno de los grandes artistas que tiene la plástica ecuatoriana.