Hombres Ilustres. Federico González Suárez Federico Gonzáles Suárez nació en Quito el 12 de abril de 1844. Sus padres fueron don Manuel María González, colombiano; y doña María Mercedes Suárez, ecuatoriana, una mujer de grandes virtudes morales. Fue bautizado en la iglesia de El Sagrario Manuel María Federico del Santísimo Sacramento; su padre partió a Colombia, antes que naciera Federico, allí murió a causa del mal llamado elefancía. Por tanto ni lo conoció. Su madre doña María Mercedes, soportó duras pruebas: enferma, pobre pero fuerte tenía que afrontar el sostenimiento de su hijo. Ingresó a la escuela de San Francisco a los 5 años, luego pasó a la de Santo Domingo. Los estudios secundarios los realizó en el Colegio San Fernando. Es digno de imitarse su caso ya que ni la pobreza, incomodidades y enfermedades fueron motivo para abandonar sus estudios; estudiaba en un zaguán de una casa vecina bajo una luz mortecina o con una vela de sebo. En el Seminario de San Luis cursa Teología y Derecho Canónico; pasa al Convento de los PP. Jesuítas, separándose dos años para trabajar y sostener a su madre; el obispo de Cuenca lo lleva a su lado donde terminó su carrera sacerdotal; viene a Quito al encontrarse su madre agonizante, víctima de pulmonía; se estableció definitivamente en Quito aceptando un cargo en la iglesia Metropolitana; se dedicó al estudio e investigación de los hechos históricos de nuestra Patria, que le sirvieron para escribir su famosa obra "Historia General de la República del Ecuador", a pesar de muchas intrigas; fue designado el 14 de diciembre de 1893 Obispo de Ibarra; en 1894 asistió al Congreso de la república como Senador; el 2 de julio de 1906 tomó posesión del Arzobispado de Quito. González Suárez viajó a Europa, pasando por Panamá y las Antillas Francesas; visitó Francia, conociendo muy despacio París; se detuvo en Milán y pasó a Roma, de allí se trasladó a España para estudiar muchos e importantes documentos que le servirían para su obra; Consulta de archivos de Sevilla, Madrid, Alcalá de Henares y otras ciudades más.
Regresa a la América; llega a Río de Janeiro y otros lugares del Brasil. Recorre Montevideo y Buenos Aires; llega a Chile y Perú, regresando luego a su Patria. González Suárez siempre fue hombre íntegro como religioso, ciudadano y patriota. Demuestra estos sentimientos cuando reprimía enérgicamente ciertos abusos de su clero, dando ejemplo en el cumplimiento del deber y el sacrificio religioso, y no amparándose en una sotana para cometer una serie de abusos. Como Senador de la República en el año de 1894, hizo sentir su voz dando ánimo a sus compatriotas que acudían con Alfaro a la cabeza a defender los linderos patrios, cuando el Perú se obstinaba en arrebatar nuestro territorio; González Suárez pronunció en aquella ocasión una frase que ha recogido la Historia: "Si ha llegado la hora de que el Ecuador desaparezca, que desaparezca; pero no enredado en los hilos de la diplomacia, sino en los campos de honor, al aire libre, con el arma al brazo; no lo arrastrará a la guerra la codicia, sino el honor". Murió en Quito el 1 de diciembre de 1914; sus restos reposan en la Catedral Metropolitana.