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Carta de amor FONSECA DÍAZ ALEJANDRO
Esas veces en las que esos hermosos dientes y esos gruesos y finos labios me dirían la verdad cada vez que lo necesitara, sintiendo que la persona que amo siempre estaría ahí para mí, sabiendo que no importa qué tan lejos estemos siempre vamos a estar a una llamada de cada uno. Recordando la noche en la que yo estaba destrozada y solo llegaste y me abrasaste viendo que yo estaba hecha pedazos.
Éramos muy jóvenes para saber lo que era el amor para experimentarlo. Todo eso recuerdo de ti cada vez que veo esa foto en el mostrador, cada vez que veo tu cara por toda la casa percatándome de que no vas a regresar, sabiendo que tú ya no estarías a mi lado, que ya no sentiría tus manos alrededor de mi cuello abrazándome por la espalda o sin ver cada amanecer con tu sonrisa, recordando que además de tu cuerpo tu alma también desapareció.
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Tratando de no llorar al momento de donar tu ropa o tirar tus cosas, de no sentir dolor al ponerme tu sudadera que siempre me dabas, ahí es cuando mi llanto se convertía en un rio, aquel momento en el que sabía que no había vuelta atrás, que tú estarías en tu tumba y yo no estaría a tu lado.
Recordando todas esas frases que me decías para levantarme el ánimo.
Ahora me encuentro en el cementerio en donde tu cuerpo podrá permanecer una eternidad, pero tu alma nunca se podrá apagar; yo pensé que no sobreviviría sin ti, pero me equivoqué porque recordé que tú fuiste el que me ayudó a saber qué es el amor y con el que sentí ese clic por primera y última vez, el que siempre vivirá en mi corazón y que tus recuerdos no morirán como tu cuerpo. Tú eres mi persona y como promesa viviré al máximo; te visitaré, te contaré mis historias y después tú y yo nos encontraremos en el lugar más hermoso fuera de la faz de la tierra, ese espacio soñado en el que siempre me contaste que estaríamos juntos, algún día estaré a tu lado y ahí te contaré cómo todo comenzó.
Con todas mis lágrimas, Elouise.
FONSECA DÍAZ ALEJANDRO
Primer aniversario
Un leve destello de luz pasó por medio de las cortinas atravesando los parpados de Ivalex. La húmeda saliva dejó de recorrer la comisura de sus labios y la cálida almohada a la que abrazaba, después de que su mano la limpiara. Con sus ojos entrecerrados se levantó luego de sentir la ausencia de su novio en la cama y el objeto acolchado que rodeaba en su lugar. Adormilado, tambaleándose y con una ligera cojera en la pierna izquierda se acercó a la puerta de la habitación, recorrió el pasillo, conforme más lo pasó escuchó cada vez más nítido la voz de su novio, al llegar a la cocina lo vio al frente de la estufa sin que se percatara de su llegada, se acercó silenciosamente, lo abrazó por la espalda para saludarlo alegremente. Mientras él seguía con su cara recargada en su omóplato su novio le pidió que se sentara en la mesa. Con Ivalex sentado comenzó a servir lo que estaba cocinando durando ligeramente más en uno. Al llevarlos dejó su plato en uno de los extremos de la mesa redonda y al otro poniéndolo delante de Ivalex, con una gran sonrisa plasmada en su rostro, él volteó a su plato recién entregado y sus ojos se exaltaron cuando leyó con puré de papa la frase "Primer Aniversario".