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informe central
el lídercoach
Félix Ortiz @fortizf Félix lleva años trabajando en el evangelismo y el discipulado de jóvenes y adolescentes en España, Europa y numerosos países de América. Estudió Historia y Educación en la Universidad de Zaragoza y posteriormente obtuvo dos maestrías en Educación en Estados Unidos y España. Es autor de numerosos libros relacionados con la formación de líderes y el trabajo juvenil y es el Rector de Escuela de Liderazgo Generacional y Coaching en Buenos Aires, Argentina.
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Cada época demanda de los líderes nuevas competencias y mentalidad para hacer frente a la tarea. El líder coach, con profundas raíces bíblicas, será el líder del futuro.
UN NUEVO MUNDO
Los estudiosos del mundo actual utilizan un acrónimo para definirlo: VICA (VUCA en el idioma inglés). Son las iniciales para un mundo caracterizado por la volatilidad, incerteza, complejidad y ambigüedad. Mucho se ha escrito al respecto y puede ser encontrado navegando en la red; sin embargo, para aquellos no familiarizados, desearía definir cada una de estas características con un simple párrafo.
VOLATILIDAD
El cambio pasa de manera rápida, constante, a una escala mayor y cada vez en más áreas de la vida. La consecuencia es una total inestabilidad y falta de previsibilidad.
INCERTEZA
Debido a la cantidad de cambios y a su velocidad, no puede predecirse el futuro con precisión. El pasado ya no nos sirve como base de predicción del futuro; este último ya no es necesariamente una continuación del anterior.
COMPLEJIDAD
Cada vez existen más variables y más interconectadas entre ellas. Se hace cada vez más difícil —por no decir imposible— poder establecer una relación causa-efecto. Cuando ejercemos un input desconocemos qué tipo de output devendrá.
AMBIGÜEDAD
Hay poca claridad en el significado de los eventos y en el impacto que estos tendrán. Hay confusión y difícil interpretación de la realidad debido a que existen múltiples significados, algunos contradictorios entre sí.
Este mundo en el que nos ha tocado vivir es radicalmente diferente del de hace tan solo un par de décadas. Podemos afirmar sin ninguna duda que el futuro nunca más será una mera continuidad del presente; los cambios son ahora cuánticos y no representan procesos graduales sino auténticos saltos disruptivos.
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UN NUEVO LÍDER
Esto exige líderes con nuevas competencias pero también con nuevas mentalidades. Las competencias son los conocimientos, habilidades y herramientas que nos permiten aplicarla. La mentalidad es la forma de entender y procesar la realidad. No en vano la Biblia nos indica con claridad que todo el cambio comienza primeramente en nuestra mentalidad (Romanos 12:1-2).
Denomino a este nuevo dirigente el líder coach y trataré de explicar por qué y sus profundas raíces bíblicas. Este tipo de líder está caracterizado por su capacidad de empoderamiento. Al ir creo que será evidente su base bíblica y su encarnación en el ministerio del Maestro.
La carta de Pablo a los Efesios es considerada como la expresión de su eclesiología. En el capítulo cuatro nos habla de un liderazgo que se caracteriza por cinco manifestaciones complementarias entre sí: maestros, pastores, profetas, apóstoles y evangelistas. Lo interesante de todo ello es que estos líderes no son responsables (¡en absoluto!) del ministerio: son responsables de equipar (¿empoderar?) a los santos para que precisamente sean ellos quienes lleven a cabo la obra del ministerio. El ministerio corresponde a los santos y los líderes son entrenadores, capacitadores (¿coaches?) que les proveen los conocimientos, las herramientas, la motivación y el ejemplo para ellos. Es fácil poder ver en el ministerio de Jesús esa misma pauta: formó a gente que, a su vez, pudiera formar a otros. Es lo mismo que Pablo nos enseña al hablarnos de la multiplicación espiritual en 2 Timoteo 2:2.
Empoderamos a las personas cuando las ayudamos a que puedan desarrollar todo su potencial en Cristo Jesús. Necesitamos jóvenes y adultos que no sean dependientes de sus líderes y sí que lo sean del Espíritu Santo quien, como el Maestro prometió, nos guiará a toda la verdad y nos enseñará todas las cosas. El mundo se ha vuelto demasiado complejo para que los miembros de nuestras comunidades deban depender de nosotros para desenvolverse en el mismo. Han de saber —y esa es nuestra responsabilidad— conectar con todo el poder y capacidad que el Espíritu de Dios tiene disponible para ellos (Hechos 1:8), y así poder llevar a cabo la obra del ministerio en el entorno en que el Señor los haya colocado.
Pablo, nuevamente en su carta a los Efesios, indica que nuestro propósito es llegar a ser personas maduras en Cristo Jesús. No es una barbaridad afirmar que una buena medida de nuestro liderazgo es el grado de madurez que desarrollamos en la gente que lideramos. Generamos gente dependiente o empoderamos personas, no solo para sobrevivir en un mundo VICA, sino para producir un impacto en el mismo. Vienen a nuestras reuniones para ser alimentados o para ser empoderados; puede sonar similar, pero no lo es. Jesús afirmó que era mucho mejor para nosotros que Él se marchara a fin de que el Espíritu Santo viniera. Nosotros debemos desarrollar personas con esa misma idea en mente: es mejor para ellos que no dependan de nosotros para que así tengan que hacerlo del Espíritu Santo.
El nuevo líder debe verse a sí mismo como un entrenador (¿coach?) y no como el jugador principal del partido, con todos los demás a sus órdenes para proveerle los balones a fin de que pueda hacer goles y lucirse. El buen entrenador de fútbol da instrucciones claras a sus jugadores (¡sin duda!), pero es consciente de que una vez que
el árbitro pita el comienzo del encuentro, ellos deben tener suficiente madurez, autonomía y capacidad de decisión para interpretar las circunstancias del juego y obrar en consecuencia. Su capacidad de influencia queda enormemente limitada, pero es en esos momentos cuando se nota si hubo buen entrenamiento.
UNAS NUEVAS COMPETENCIAS
Son varias las competencias que nos demanda el nuevo tipo de liderazgo. Sin embargo, solo mencionaré unas pocas, las que considero más importantes:
HUMILDAD
Si no recuerdo mal, fue el propio Jesús quien afirmó que aprendiéramos de Él que era manso y humilde. Este mundo es tan complejo que no importa lo capaz y preparado que esté un líder, ya que será totalmente imposible para él o ella entender todas las aristas, dimensiones y facetas de la realidad. Hay mucho más de lo que cualquier líder puede ver; de hecho, se afirma que los líderes con una calidad de liderazgo superior son aquellos que lideran con claridad y convicción y, al mismo tiempo, plenamente conscientes de sus propias limitaciones. Consecuentemente, al reconocerlas, deben ser capaces de aprender de otros que ven las cosas de forma diferente. Un líder humilde entiende que lo diferente, aunque en ocasiones parezca contrario, a menudo es complementario y es el orgullo el que puede impedirnos ver esa complementariedad.
El líder entiende que el Espíritu de Dios ha derramado los dones y las capacidades como le ha placido, siempre de una manera limitada, de modo que los miembros del cuerpo deban colaborar entre sí. El líder coach entiende y valora la interdependencia, es consciente de su potencial, dones y fortalezas y —con la misma intensidad— de sus limitaciones, sabiendo que estas le llevan a trabajar con otros miembros del cuerpo.
ESCUCHA ACTIVA
Una de las competencias básicas de un buen líder coach es la capacidad para saber escuchar. Santiago ya lo afirma rotundamente: prontitud para escuchar y lentitud para hablar. El Señor, en el Antiguo Testamento y por medio de los profetas, se queja amargamente de que su pueblo no lo escucha, no le presta atención. Los líderes estamos infectados de una maligna enfermedad llamada sabelotodismo. Hemos creído la mentira de que el
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líder ha de saberlo todo y tener la respuesta para todas las preguntas, y por tanto no tenemos ninguna necesidad de escuchar a las personas, pues en cuanto abren la boca ya sabemos lo que necesitan y no podemos sustraernos de bendecirlas con nuestra sabiduría.
Podemos aparentar que escuchamos pero en realidad estamos generando respuestas, buscando soluciones, comparando con nuestras propias experiencias pasadas o presentes a fin de dar soluciones y resolver problemas, ya que en nuestra mentalidad el trabajo del líder no es empoderar sino resolver; con ello, lamentablemente, desarrollamos dependencias insanas y disfuncionales.
CAPACIDAD PARA HACER BUENAS PREGUNTAS
Las buenas preguntas son aquellas que ayudan a que las personas puedan reflexionar y, como consecuencia o resultado, puedan tener una mejor y mayor comprensión de su vida, su realidad y sus opciones. En la Biblia, Dios de forma constante hace preguntas a los individuos y a su pueblo a fin de que se genere reflexión. En los capítulos 3 y 4 del libro de Génesis, el Señor interroga a Adán y Caín con el propósito de que piensen acerca de lo que han hecho. En los evangelios vemos a Jesús usando las preguntas para generar pensamientos profundos en sus interlocutores. Las preguntas no tienen como finalidad satisfacer la curiosidad del líder, son más bien un instrumento en sus manos para empoderar generando reflexión y discernimiento, ayudando a que las personas puedan ver las cosas desde diferentes perspectivas. ¿Cuál crees que es la voluntad de Dios en esta situación? ¿Qué haría el Maestro si estuviera en tu lugar? ¿Qué enseña este pasaje bíblico con relación al tema que me has compartido? ¿De qué modo puedes aplicar estos principios espirituales en vida laboral? Estos son ejemplos de preguntas que no le dicen a las personas lo que deben hacer, sino que más bien las empoderan para depender de aquel que prometió guiarles a toda la verdad y enseñarles todas las cosas.
AYUDAR A ESTABLECER METAS
Jesús afirma que seremos felices si ponemos en práctica las cosas que sabemos (Juan 13:17). Santiago, su hermano, afirmó que debemos ser practicantes de la Palabra y no únicamente oidores. El líder coach empodera ayudando a que las personas tomen pasos prácticos, por pequeños que sean, para
moverse desde donde están hacia donde quieren ir. Lo que nos cambia y transforma no es el conocimiento sino la aplicación del mismo. El líder coach no considera que su trabajo haya terminado cuando ha impartido información, sino que entiende que debe dar un paso más y ayudar a que las personas generen por ellas mismas metas de aplicación.
Si piensas en tu propia vida y en las personas con las que trabajas, verás que el problema no es la falta de conocimiento sino más bien de aplicación y refuerzo; esa es la razón por la cual existe tan poca transformación. Hemos sido mayormente capacitados para enseñar pero no para empoderar. Hemos asumido que esto último se dará automáticamente si hacemos bien lo primero: error fatal, como nos demuestra la experiencia.
Nuevos tiempos, nuevos líderes con nueva mentalidad y competencias. Todo ello puede desarrollarse y es algo con lo que estamos comprometidos en e625. Si deseas saber cómo capacitarte o llevar este tipo de capacitación a tu ciudad, contacta con nosotros. De hecho, en el coaching cristiano usamos una fórmula, que llamamos TRANSFORMACIONAL, que nos indica que el ESPÍRITU SANTO (ES) es quien genera DESCUBRIMIENTO (D) en la vida de las personas. Ese descubrimiento debe ponerse en ACCIÓN (A) y debe REFORZARSE (R); es entonces cuando se produce la TRANSFORMACIÓN (T).