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PREGUNTAS Y CONSEJOS PARA PADRES E HIJOS

CONVIÉRTETE EN UN «SCOUT ESPIRITUAL» PARA TU MINISTERIO UNIVERSITARIO

EDWIN C. RIVERA MANSO

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Edwin Rivera

@EdwinRivera_AON

Es pastor de educación de la Iglesia Apostólica Renovación en Rio Grande, Puerto Rico. Preside A Otro Nivel Enterprises, compañía líder en su país en temas de desarrollo personal y motivación. Es un requerido orador internacional en temas de liderazgo y autor de varios libros en temas de desarrollo personal y pastoral juvenil. Te mandan saludos Epafras, mi compañero de cárcel en Cristo Jesús, y también Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis compañeros de trabajo. Que la gracia del Señor Jesucristo sea con su espíritu. (Filemón 1:23-25, NVI)

Toda organización deportiva de alto rendimiento y/o cualquier club profesional de deportes de élite, en cualquier disciplina competitiva (asociación profesional, colegial, liga privada, etc.) cuenta en su staff o equipo de trabajo con los llamados «scouts» o «escuchas». Estos son por lo general exdeportistas, entrenadores o conocedores del deporte que juegan una tarea fundamental en el futuro de esta organización. Su labor principal es estar a la caza de talentos.

Ellos y ellas (también en los equipos deportivos femeninos) son los encargados de ir en busca de esos atletas talentosos e identificarlos, con la meta de que puedan unirse a la organización. Por así decirlo, están en busca de esos jóvenes que ya despuntan, que tienen la madera, el talento y el temple para unirse a su equipo y llevar la organización a su próximo nivel: están en busca del próximo Leonel Messi del Barça, o Cristiano Ronaldo del Real Madrid, o del próximo LeBron James en el baloncesto.

Ahora, hay algo muy peculiar que todos los scouts tienen –independientemente de la rama deportiva que ejerzan– y sin lo cual no podrían serlo. Sería muy fácil una vez visto el talento maduro de algún atleta, querer tenerlo en una organización, pero la tarea del scout requiere discernimiento para identificar a ese atleta antes de que desarrolle todo su potencial. En ocasiones, el producto terminado que vemos que enardece a todo un estadio y al mundo por sus ejecuciones no siempre mostró ese despliegue de talento; tal vez llegó a sus manos como un carbón en bruto, mientras ellos veían el diamante pulido. He ahí la grandeza de su tarea.

Y cuando observo la vida del apóstol Pablo, puedo ver que tenía un ojo clínico para detectar excelentes líderes y formarlos para la obra del ministerio.

Quisiera que me acompañaras en este breve artículo para que vieras cómo el ministerio del apóstol Pablo tiene mucho que enseñarnos en relación al trabajo que debemos hacer con los universitarios.

Si llevas algún tiempo en el trabajo del ministerio juvenil te habrás dado cuenta de las transiciones que sufren nuestros jóvenes de acuerdo a la edad en que transitan: lo que fue llamativo en la temprana adolescencia ya no lo es más en la adolescencia, y lo que resultaba efectivo en la adolescencia ya no lo es más en la etapa universitaria. Nuestras tácticas y estrategias requieren ajustes constantes para poder trabajar con nuestros jóvenes, y cada vez es mas cambiante, acelerado y retador el panorama.

Las luces, la diversión, el activismo que tal vez en algún momento fue parte de la oferta del ministerio juvenil, ceden en el ministerio universitario ante el desarrollo de relaciones discipulares auténticas y de mayor profundidad que forman el carácter y ayudan a transitar por esta etapa tan definitiva de la vida. Luego de seis años de ministerio a tiempo completo como pastor de jóvenes en una megaiglesia de mi natal Puerto Rico tengo la satisfacción de todavía estar en contacto con muchos de esos jóvenes que discipulé y mentoreé en aquella, mi primera asignación pastoral. He tenido el gran privilegio de oficiar sus ceremonias matrimoniales, sus fiestas de recepción de bebes y tantas otras dichas de verles crecer, pero con los que conservo una relación más estrecha es con aquellos en que más tiempo invertí en su formación ministerial, aquellos en quienes en esa etapa universitaria pudimos ver los destellos iniciales de su llamamiento al liderazgo ministerial. ¡Es maravilloso todavía conversar con ellos, ahora siendo parte de sus vidas ministeriales y de liderazgo como mentor!

Cuando pensamos en el apóstol Pablo, siempre visionamos la tarea apostólica que realizó en torno a la predicación del evangelio, el establecimiento de iglesias y todo lo concerniente al ministerio. Muchas de sus cartas, como el libro de Romanos, comienzan singularizando la clara conciencia de su llamado ministerial: Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, apartado para anunciar el evangelio de Dios1 . Pero un examen detallado a sus epístolas puede mostrarnos cómo también Pablo fue un excelente cazador de talentos, un escucha del ministerio, encontrando en su caso hombres jóvenes e idóneos para el ministerio

1. Romanos 1:1 NIV e invirtiendo tiempo para formarles discipular y relacionalmente.

En todas sus cartas, en sus despedidas o salutaciones finales, siempre hay palabras afectuosas para aquellos amigos, discípulos y amados que están en las ciudades a quienes se dirigía, pero también la mención de aquellos que estaban con él en esa labor ministerial. Así concluye la carta dirigida a Filemón, con la que iniciamos este articulo en el epígrafe.

Hay muchos colaboradores en la vida del apóstol, sin duda alguna, pero llama mi atención el caso de Timoteo. Sabemos que Timoteo es un hombre joven al que Pablo formó, convirtiéndose en un extraordinario pastor de la iglesia de Éfeso. Conocemos de su relación desde muy temprana edad con Pablo como nos cuenta en 2 Timoteo 1:3-5 (NVI):

Al recordarte de día y de noche en mis oraciones, siempre doy gracias a Dios, a quien sirvo con una conciencia limpia como lo hicieron mis antepasados. Y, al acordarme de tus lágrimas, anhelo verte para llenarme de alegría. Traigo a la memoria tu fe sincera, la cual animó primero a tu abuela Loida y a tu madre Eunice, y ahora te anima a ti. De eso estoy convencido.

En esa relación, vemos mediante sus cartas los consejos que Pablo da a este joven desde lo espiritual (Ninguno tenga en poco tu juventud 2 , el mandamiento por excelencia a los jóvenes), los consejos prácticos de la vida misma (cuida tu estómago y tu dieta3), sus expresiones de afecto (mi hijo amado4), y al final de sus días le pide que le traiga su capote y libros,5 deseando verlo cuando iba a morir.

2. 1 Timoteo 4:12a RV1960 3. 1 Timoteo 5:23 4. 1 Corintios 4:17 5. 2 Timoteo 4:13

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