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«ACOSO FÍSICO Y EMOCIONAL EN LA IGLESIA»

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METROPLEX

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COLUMNISTA INVITADO

ACOSO FÍSICO Y EMOCIONAL EN LA IGLESIA

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Existe una tentación a pensar que el acoso psícológico y emocional es algo que está fuera de la iglesia, porque asociamos que allí está el mal, todo es diabólico y los que practican el acoso no son cristianos. Sin embargo, me atrevo a decir que es actuar como avestruz, metiendo la cabeza en un hoyo para no ver tal realidad.

Ricardo Vásquez Es bachiller en teología con Maestría Pastoral con énfasis en misión urbana en FATELA. Casado con Ruth y padre de Dámaris y Moisés. Asesor Espiritual y Consejero del Equipo EJ-Chile. Fue pastor de jóvenes y adolescentes por 15 años en Chile y consejero nacional del ministerio juvenil de su iglesia a nivel nacional. Una de las características del acoso es el abuso de poder, lo que inmediatamente dirige mi mirada hacia el interior de las iglesias. Por ejemplo: cuando ciertos líderes usan sus cargos con agresividad, intimidando a sus fieles; también el uso sesgado de las Escrituras para controlar o violentar la vida de muchas personas. Como iglesia evangélica en Santiago de Chile, hemos tenido la gran bendición de recibir a muchas personas que llegan de otras iglesias con daños emocionales, porque han sido víctimas del maltrato psicológico y emocional de algunos líderes religiosos. En el ámbito de lo espiritual podemos verificar fuertes desórdenes que sin duda son acoso, por ejemplo cuando funestos líderes escupen a las personas para entregar la bendición de Dios, otros que dan cachetadas para compartir la gracia del Espíritu, también se dan patadas a las personas para que puedan caer y experimentar la unción de Dios, y otros que con manguera lanzan chorros de agua a los fieles para que reciban un bendición especial. Tal grado de manipulación es realmente grosero, aprovechándose del deseo honesto de personas que desean algo más de Dios: se les controla con formas y prácticas que rayan en la herejía ¿Si es eso no agresión física y psicológica qué es? El deseo de poder, dinero y fama es algo que se ha instalado en la realidad de algunas iglesias, a tal grado que para ser reconocido o admirado se integran prácticas que no se encuentran en las Escrituras y que rayan en el exceso de violencia. Para qué hablar del trato hacia las mujeres, trato discriminatorio y peyorativo. Por tal razón muchas de ellas quedan frustradas emocionalmente, y son relegadas a servir desde el silencio, porque no les permitido hablar en los cultos, simplemente porque hemos interpretado tan mal el texto bíblico que las mujeres deben callar en la congregación. Aunque se han dado grandes pasos de avance en el tema de la igualdad con la mujer, aún estamos en deuda. Reconocido es que en el ámbito de lo ministerial, es decir ser pastoras, no pueden ser líderes porque no pueden estar sobre la autoridad del hombre. RICARDO VÁSQUEZ

Qué decir de las familias evangélicas. Es muy probable que en muchas de ellas no exista la violencia física, pero sí en los más fundamentalistas existe violencia psicológica. El machismo es brutal, la posición de varón como cabeza del hogar o sacerdote del hogar, como los hemos denominado, es una de las formas de otorgar poder al varón, el cual siente que puede decir lo que sea simplemente porque cree que es el representante de Dios en su casa. A mi entender esto puede derivar en violencia psicológica. Hay ciudades en Chile, y entiendo que también en Latinoamérica, donde las estadísticas muestran que hay una fuerte mayoría evangélica, sin embargo, también encontramos índices muy altos de violencia intrafamiliar, de alcoholismo y drogadicción. ¡Algo no anda bien!

A nivel de adolescentes y jóvenes, también existe al interior de nuestras iglesias muchas actitudes violentas que como líderes juveniles debemos lidiar. Por ejemplo, cuando en nuestros ministerios los jóvenes no dejan que otros se integren, formando grupos cerrados, donde se decide quiénes pueden entrar. Incluso se discrimina por el solo hecho de que no califica por su nivel social, por su apariencia e incluso porque se le percibe de muy poco espiritual, atribuyéndose el termómetro que mide la espiritualidad de las personas. Esto no se da solo a nivel de jóvenes, sino también sucede cuando los hermanos que son supuestamente adultos y más espirituales deciden qué

COLUMNISTA INVITADO

FUNESTOS LÍDERES ESCUPEN A LAS PERSONAS PARA ENTREGAR LA BENDICIÓN DE DIOS, OTROS QUE DAN CACHETADAS PARA COMPARTIR LA GRACIA DEL ESPÍRITU, TAMBIÉN SE DAN PATADAS A LAS PERSONAS PARA QUE PUEDAN CAER Y EXPERIMENTAR LA UNCIÓN DE DIOS, Y OTROS QUE CON MANGUERA LANZAN CHORROS DE AGUA A LOS FIELES PARA QUE RECIBAN UN BENDICIÓN ESPECIAL... ¿SI ES ESO NO AGRESIÓN FÍSICA Y PSICOLÓGICA QUÉ ES?

jóvenes pueden ser parte de la iglesia. Recuerdo mis primeros años de ministerio con jóvenes que comenzamos a trabajar el caso de muchachos que vestían los pantalones muy debajo de cintura, otros con cadenas, con pirsin o aretes, algunos con los pelos pintados, etc. Eso provocó distintos comentarios de los líderes y adultos de nuestra iglesia. Las frases más comunes fueron: está entrando el mundo a la iglesia. Otros manifestaron que estos jóvenes tenían espíritus inmundos. Incluso me dijeron en más de una ocasión: “pastor hable con esos jóvenes para que cambien su forma de vestir y sáquele los aros.” ¡Como si yo fuera el Espíritu Santo para cambiar la vida de estos jóvenes! Tristemente algunos jóvenes escucharon esos comentarios, observaron las miradas de juicio, sintieron el rechazo de quienes los juzgaron sólo por su aspecto. Por ello es muy relevante la pastoral de adolescentes y jóvenes, porque cuando se da ese grado de violencia y juicio debemos acompañar a esos jóvenes para que superen todo eso y miren a Cristo. Pero me pregunto ¿Cuántas personas no llegan a la iglesia por el grado de violencia emocional que les causamos? ¿Cuántos se han ido de nuestros grupos simplemente porque no han sido comprendidos? CONCLUSIÓN Y SUGERENCIAS Para aquellos que son líderes juveniles algunas sugerencias y consejos. Debemos pensar en estos puntos:

1. Comprender que hemos sido llamados por el Señor a servir a nuestra generación y a no juzgarlos ni ejercer autoritarismo sobre ellos.

2. Eliminar de nuestro desarrollo ministerial cualquier grado de violencia física y emocional hacia las nuevas generaciones.

3. Hay que comprender que los adolescentes y jóvenes están en constantes cambios y crisis que muchas veces no logramos percibir y conocer, por lo tanto, evitemos usar cierto chantaje emocional para obligarlos a estar en nuestros grupos de jóvenes.

4. Enseñar tanto a líderes de nuestros ministerios como al grupo en general, a no discriminar a nadie que llegue a nuestras actividades. Menos asumir que somos el termómetro de Dios para medir la espiritualidad ajena, porque lo único que provocará será un gran rechazo a la iglesia.

5. Y por último, evaluémonos con honestidad si en nuestro desarrollo ministerial hemos hecho algún tipo de presión o manipulación física o psicológica sobre aquellos que el

Señor ha dejado en nuestras manos para acompañarlos espiritualmente. Si llegamos a la conclusión de que sí lo hemos practicado, consciente o inconscientemente, pidamos perdón al Señor.

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