Te imaginas si todas las personas en Puerto Rico decidieran sentarse, echarse hacia atrás. Todo esto durante un día, sólo como experimento social, para el bien común. Todos haciendo nada, cero autos en movimiento, cero establecimientos abiertos. Literalmente, sólo la gente respirando, en silencio, ¿no? Curiosamente, no se me hace difícil pensarlo, ya que hoy día se siente como si el 30% de la población fuese productiva. Es debatible, pero es lo que observo. Quizás haríamos más Foto tomada de la web (Google)
si no estuviésemos haciendo nada en
primer lugar. Muy interesante, no hubiese contaminación (visual, auditiva, ambiental), no habría necesidad de utilizar combustible, no habría escasez de ninguna índole. Que conste, lo dicho anteriormente es a partir del hecho de dedicar un día a hacer nada “productivo”. Sólo respirar, ser natural. Un solo día y todo parece estar normal, parece no importar... No estaría mal combatir contra un cambio instantáneo, una terapia de choque. En muchas ocasiones, es necesario actuar con tal actitud. Diría que el problema en manos no es uno de actuar o no, sino el ritmo y consistencia, la integridad y seguridad con la que vivimos al paso del tiempo. La conciencia de que se necesita un cambio y hay que actuar. Posiblemente, todos tenemos la actitud pero nadie tiene el valor para dar el primer paso. Nos quedamos en lo verbal, no pasamos más allá. ¿Seremos fabricados a cámara lenta? ¿Salimos defectuosos, deteriorados, con lavado de cerebro?
Foto tomada de la web (Flickr)
Parece mentira que seamos tan negligentes, ¡qué mentes las de nosotros, de seguro estamos dementes! La vagancia y la negligencia suenan casi a la par. También, me suenan status y educación. Continúo y se transforma en una reacción en cadena, que desenlaza numerosas combinaciones que apuntan en una sola dirección: nosotros. Puedo dedicarme a escribir y escribir todas las cosas que considero que deben cambiar, cuán mal está la sociedad, entre otras críticas; pero, desgraciadamente, el factor clave no es quien está sentado en La Fortaleza o aquél que ganó el premio Nobel de la Paz (2009). Todo, al final de cualquier operación numérica, dará como resultado nosotros. Es un ciclo vicioso donde buscamos que las situaciones cambien, pero la mayoría de las veces no tenemos las agallas para generar el delta que culminará esta masa de aberraciones con las que contamos en la “Isla del Encanto”. Si la naturaleza tuviese conciencia plena de lo que llevamos haciendo hace siglos, hace una millonada hubiese recogido sus recursos y se hubiese largado. Entonces, ¿qué realmente esperamos? Mathew Ariel
Fotos tomadas de la web (Google) Montaje por Mathew Ariel
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