Ese momento cuando viajas en auto desde el área metropolitana (urbana) en dirección a otra parte de Puerto Rico; cuando te encuentras en la transición del cemento a la vegetación. Diez minutos de viaje y lo único a tu alrededor son edificios administrativos, autopistas, centros comerciales, entre otros. Una hora de viaje y la primera clave de cambio de contexto es el tránsito; observas nuevamente tu alrededor y las elevaciones en el paisaje son montañas y vegetación. Observas el cielo amplio, con poca contaminación, como si hubieses entrado a otro país estando dentro del mismo. La jurisdicción natural, donde el hombre no ha querido intervenir en grandes proporciones. Concebimos la mentalidad que donde existe más población, más “tecnología”, más edificios, más ciudad, mayor “progreso”, es el área “moderna” del país y donde existe vegetación, montañas, cuerpos de agua, menos cemento, contaminación y población es el área “primitiva”. Es una completa ridiculez y tocaré varias líneas de pensamiento que tengo al respecto. A ver, ¿cuántos de los que viven en el área metropolitana (urbana) realmente sienten que viven a pleno gusto? Discutamos por un momento algunas características clichés que adoptamos de otros países (por ejemplo EE.UU.) que no nos aprovechan en ningún aspecto: la conglomeración absurda de edificios masivos, junto a la pobre planificación de la ciudad. El mal uso de nuestros terrenos junto al glamour estúpido de costear edificaciones de altos presupuestos y remodelaciones a proyectos irrelevantes, subrayado bajo la escasez económica que sufre el país. La delegación de trabajos y proyectos a Fotos tomadas de la web (Google) Montaje por Mathew Ariel
integrantes de la clase alta que sólo se sitúan en pocas áreas
del país, junto al maltrecho prejuicio a los trabajadores nuevos. La poca atención brindada a temas delicados sobre el estilo de vida llevado y la comodidad del ciudadano, junto a la destrucción total del orden público y gobierno del pueblo. Poseemos un ego humanístico de poderío por la adoración al papelito verde, entre otros. Que bonitos precedentes detrás de nuestro ambiente urbano, pero, ¿y el campo?. Dentro de la Cordillera Central, he residido en tres pueblos (Aibonito, Orocovis y Coamo) y he circundado en casi todos los restantes. Así que hablemos del campo: paisaje en su mayoría elevado en la Cordillera Central que acopla casi toda la isla y se extiende en todos los puntos cardinales. Vegetación densa, pomposa y rica en color verde. Existen bastantes cuerpos de agua, con las temperaturas más bajas de Puerto Rico. Siempre habrá poco tránsito a las ocho de la mañana y entre las tres y cinco de la tarde. Pueblos pequeños (cascos urbanos), tiendas locales, dos o tres centros comerciales, gasolina un poco más barata y toda distancia es lejos, respecto a dónde vives. El acceso siempre será por medio de carreteras y calles pavimentadas pésimamente, junto al desmerado mantenimiento que se les aplica. Baja criminalidad, poco movimiento social y todos se conocen entre sí. Entonces, ¿dónde está lo moderno y dónde se encuentra lo primitivo? ¿Asociamos el progreso con la industria y
la
tecnología? ¿Lo primitivo se convierte en cualquier aspecto que no esté a la moda? ¿Ese es nuestro nivel de madurez e intelecto acerca de este tema? Preocupémonos por un momento y revisemos éstas idioteces. Recordemos nuestro legado taíno, cuando llegaron los españoles a apoderarse de Boriké. ¿Piensan que a los taínos les hacían falta los utensilios y chucherías con
Fotos tomadas de la web (Google) Montaje por M.A.
las que vinieron los españoles a esclavizarlos? Los taínos vivían conforme a sus necesidades, ellos no contaban con changuerías europeas. Regresemos al presente, ¿con cuál propósito nos dedicamos a juzgar indebidamente el estilo de vida particular de ciertos residentes? La definición de lo primitivo se ha distorsionado y se usa en vano. Tanto los residentes del área metropolitana (urbana) como los de la Cordillera Central, son modernos y primitivos. Modernos por el hecho de haber evolucionado y “mejorado” en la realización de cosas; primitivos por formar parte de orígenes en el transcurso del tiempo. No estamos en posición para hacer acusaciones. La Cordillera será parte esencial de la vida urbana, ya que nos inculca la ilusión de un nuevo comienzo, una nueva civilización. Retirarnos a las áreas más nefastas de nuestro país refleja un deseo de origen, un punto de partida fresco. Lo urbano será esencial para la Cordillera, porque nos mantiene ligados a lo más reciente, a ciertos recursos no alcanzables en esas áreas de residencia. Convivimos en una relación simbiótica, codependiente y no existe aún un coeficiente que nos separe. Veremos si nos es posible convivir bajo el mismo cielo y ver si la isla nos da para nuestro ego. Mathew Ariel
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