¿En medio de qué nos encontramos? Tanto bendito ajoro, todo el mundo tocando bocina, apurándote en las filas, almorzando en restaurantes de comida rápida, pagando por auto-expreso, entre otros. Es esta noción de que el tiempo se acaba y francamente, el tiempo lo inventó el ser humano. La naturaleza no sabía que existían 24 horas específicamente. La naturaleza actúa bajo instinto, bajo lo natural valga la redundancia. La vida solía ser un poco más lenta, a pie, a caballo, en carreta, llegó el automóvil y...
Foto tomada de la web (Flickr)
el resto es historia. A diario experimento la rapidez con que se vive en el mundo, pero más en esta pequeña isla. Mi tiempo está contado y planificado previo a mi aprobación. Suena increíble, pero mis fines de semana dependenrán única y exclusivamente de mis estudios, de la carga académica. Que irreverente forma de vivir, que una presión externa a tu vida, por la cual pagas y luchas, te responda de tal manera que denega completamente tu libertad. Es como si al ingresar a tus años universitarios introdujeran tu vida en un microondas. Presionan “start” y comienza la bayoya. Te detienen unos segundos para sacudirte un poco y de vuelta al plato giratorio. Las otras bellezas son las ondas radioactivas influyendo en ti constantemente, mientras vives en ese tiempo determinado.
Foto tomada de la web (Google)
Es una vida de pura deshidratación, sin embargo, fui entrenado para dicho fenómeno. Maravilloso espectáculo diseñado por la propia sociedad. Rousseau dijo que “el hombre nace naturalmente bueno, la sociedad lo corrompe”. A ver, por un momento olvido el dilema entre lo bueno y lo malo y reflexiono en lo restante; hombre y sociedad. Hombre que llega al mundo (sociedad), hombre con una conciencia limpia y virgen. Sociedad con estándares, reglas de juego y caminos a seguir. Que clase de combinación, es tal que no quisiera decir más al respecto. De hecho, lo dejaré así, fragmentado y listo para debatir, o más bien reflexionar.
Fotos tomadas de la web (Google y Flickr) Montaje por Mathew Ariel
Caminar solía ser productivo y tradicional, hoy día es casi obsoleto y peligroso. Hablar por teléfono era un excelente medio de comunicación entre personas, hoy día es casi pecado comunicarse con dicho método. Entonces, tomo asiento y me pregunto para qué abono a un estilo de vida tan efímero. Quizás, para alcanzar un grado profesional, impresionar a
alguien, miles de razones. Siempre cuestionándome si es posible atravesar esta ultra barrera estereotípica que se convierte en una especie de realidad alterna. Como si tuviésemos poderes sobrenaturales, que podemos crear tiempo del tiempo, una ridiculez así. Algo que nos permite escaparnos de esta prisión que sólo se basa en horas, minutos y segundos.
Me detengo y veo que lo he logrado, he tomado tiempo del tiempo que ha sido predeterminado para mi y localizar un pequeño hoyo negro, un vórtice, algo así como una tecnología poderosa, capaz de realizar lo imposible. La llaman voluntad. Que cosa, que la solución sea algo propio y no externo. Un comienzo a algo mucho más individual que sólo seguir rutinas, andar en pasos ya trazados. Me hace pensar en el todo de la ecuación y no sólo en uno de los componentes. Pienso, analizo y creo para el beneficio comunitario. Parece ser que después de todo, he logrado despojarme del tiempo. Ha surgido un lapso, un intervalo y la agenda temporal predeterminada ha pasado a otro vano. Mathew Ariel
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