Te atro al B o r d e S e l e c c i ó n d e d r a m at u r g i a 2 0 1 2
Carlos Satizábal
Ellas y la muerte: S u e ñ o d e t r e s p o e ta s
John Artunduaga Centinelas
Jeferson Palacio
Delirios de l a veloci dad
G u s t a vo Pe t r o U r r e g o Alcalde Mayor de Bogotá D.C. Clarisa Ruiz Correal Secretaria de Cultura, Recreación y Deporte INSTITUTO DISTRITAL DE LAS ARTES - IDARTES S a n t i a g o Tr u j i l l o E s c o b a r Director General B e r t h a Q u i n te r o M e d i n a Subdirectora de las Artes Gerencia de Arte Dramático Narda Rosas Mar tínez Gerente Nathalia Contreras Álvarez Asesora Carolina García Contreras Coordinadora de Procesos M ó n i c a M u ñ oz Ve l a Coordinadora Administrativa L u z m i l a M u ñ oz S i l va Asistente Misional Teatro al Borde Selección de dramaturgia 2012 Yo l a n d a L ó p e z C o r r e a l Coordinación editorial A l exa n d r a V i te r i Corrección de estilo D a n i e l F e r n a n d o R o a P i n zó n Diseño Editorial Subdirección Imprenta Distrital DDI Impresión Raissa Rosas Fotografía portada:
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M a t e r i a l i m p r e s o d e d i s t r i b u c i ó n g ra t u i t a c o n f i n e s d i d á c t i c o s y c u l t u ra l e s . Q u e d a e s t r i c t a m e n t e p r o h i b i d a s u r e p r o d u c c i ó n t o t a l o p a r c i a l c o n á n i m o d e l u c r o, p o r c u a l q u i e r s i s t e m a o m é t o d o e l e c t r ó n i c o s i n l a a u t o r iz a c i ó n e x p r e s a p a ra e l l o.
* Impresor: Panamericana formas e impresos S.A . QuiĂŠn solo ac tĂşa como impresor
TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selección de dramaturgia 2012
Presentación Ellas y la muerte: Sueño de tres poetas
Carlos S atizábal . Primer puesto
*
Centinelas,
J ohn Eyder A r tunduaga . S egundo puesto
* Delirios de la velocidad
J eferson Palacio. Tercer puesto
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Ellas y la muerte: SueĂąo de tres poetas // Carlos SatizĂĄbal
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TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selecciรณn de dramaturgia 2012
PRESENTACIร N Palabras de Santiago Trujillo
x x x x x x x x x x x x x x x las e stoy e scribiendo:NAR DA
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Ellas y la muerte: SueĂąo de tres poetas // Carlos SatizĂĄbal
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Ellas y la muerte: Sueño deCarlos tres poetas Satizábal
– Primer puesto –
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TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selección de dramaturgia 2012
Personajes Virginia Silvia Alejandra Nessa
El e scenario Frente al público un tablado circular giratorio dividido en tres habitaciones por tres paneles transparentes abisagrados a un eje que se levanta en el centro del círculo. Vistos desde arriba, los tres paneles dibujan algo parecido al símbolo de paz y amor del movimiento hippie. Cuando fuere necesario estos paneles pueden recogerse en uno solo o retirarse de su eje para conformar un solo espacio teatral. Todos estos movimientos los harán ellas: Virginia, Silvia, Alejandra o sus actrices.
L as habit acione s transparente s En la primera hay una pared de polvo de agua, sobre ella se proyecta la Ofelia, pintura de Millais. En el suelo una espiral de piedras. Predominan los azules, la luz azul y el agua. En la segunda hay un horno y una medusa de mangueras de luz, llaves del gas, una puerta y cintas adhesivas que cuelgan del cielo de tramoya. En ella predominan los blancos, la luz de bombillas transparentes y la nieve. En la tercera hay varios muñecos de tela sentados sobre frascos enormes llenos de pastillas de colores y luz. Una instalación de hileras de pastillas por el suelo. Predominan los rojos del horizonte, de las rosas y de la sangre. Abajo y fuera del círculo: la música y sus instrumentos. -12-
Ellas y la muerte: Sueño de tres poetas // Carlos Satizábal
R uidos ,
músic as ,
y
proyeccione s
sobre
los
panele s
transparente s En ciertos momentos y en diálogo y contraste con la escena, se proyectarán sobre los paneles imágenes mentales, imágenes del sueño, imágenes del pensamiento o imágenes de las premoniciones de cada una de las poetas. Y también aquellas que aluden a momentos icónicos del siglo que vivieron Virginia, Silvia y Alejandra. Bombardeos sobre Londres. Las trincheras. Un bebé cuya imagen se multiplica ad infinítum, cual fractal. Los juicios de MacArthur a los intelectuales norteamericanos. Los Rosemberg. La silla eléctrica. Cuchillas de afeitar. Pastillas. Jimmy Hendrix y Janis Joplin. La Guerra de Vietnam. Woodstock. Los jóvenes objetores norteamericanos quemando sus tarjetas de reclutamiento para no ir a Vietnam. La marcha de los derechos civiles. Un barco que sale de Mar del Plata y gentes que se despiden en cubierta. Calles de Buenos Aires. Evita Perón ante la multitud. Ofelia, cuadro de John Everett Millais, pintor prerrafaelista. Los hombres de las tres poetas: Leonard, Ted, los médicos, sus padres, algún poeta. Agua, múltiples formas del agua, agua cae, agua corre, olas de agua, espuma de agua, un río, una gota de agua. Fractales de nieve, fractales de agua, fractales de sangre. Un valle de piedras. Un panal. Abejas y mariposas en el cerebro. Formas fractales del cuerpo, de los bronquios, de las circunvoluciones cerebrales. Hay una cámara de video que usan las actrices a voluntad, quizá para mirar sus recuerdos o los huecos de la memoria, las circunvoluciones de sus cerebros o los alvéolos infectados de humo de sus pulmones; o las formas o los paisajes y acontecimientos mencionados y sus músicas, sus ruidos y sus silencios.
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TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selección de dramaturgia 2012
0. Prólogo Al público. No verán aquí una gran acción dramática ni un gran conflicto que ante ustedes cree su arco de principio a fin. Un leitmotiv cruza, en cambio, toda la obra: la elección de morir de tres mujeres poetas y las imágenes que revive cada una de ellas en el instante de su muerte; breves momentos de la vida vivida, pequeños conflictos, palabras rotas, gritos, sombras, destellos, ruidos, música e imágenes. Fragmentos o instantes del viaje en que barren sus sombras y recogen sus pasos. Viaje que inicia aquí, ahora, ante ustedes, en este tablado de luz y ruido, antesala del sueño de la verdadera muerte.
1. A las habit acione s transparente s Tres mujeres se levantan del público, cada una dice un texto de su personaje, como una actriz que ensaya sus líneas. Estos textos serán elegidos por cada actriz de los textos de sus personajes. Luego cada una entra a su habitación. Cada una se viste de su personaje: Virginia, Alejandra, Silvia. Cada una escribe un mensaje: Virginia pone el suyo en un sobre azul; escribe “Leonard” sobre el sobre y lo cuelga en el aire. Alejandra termina un dibujo y lo pega sobre la pared transparente. Silvia escribe “los niños ya tienen el desayuno en su cuarto. Si estoy dormida cuando llegues, despiértame y llamas al doctor”. Pega su mensaje en el aire o contra la pared transparente. Virginia juega con la pared de agua, danza entre las piedras, una a una las recoge y llena sus bolsillos con ellas. Se hunde en la pared de agua. Alejandra juega con las pastillas, danza entre ellas, y se las va tomando una a una. Silvia juega con las mangueras de luz, abre y cierra las llaves del gas, toma las cintas adhesivas y sella las hendijas de la puerta. Y mete la cabeza en la caja del horno. -14-
Ellas y la muerte: Sueño de tres poetas // Carlos Satizábal
2. L as tre s en la mor g ue Ruidos de hospital. Leve música: un pedal de acordes, casi inaudible. Tres sillas. Silvia saca la cabeza del horno, trata de respirar algo de aire. Alejandra gira, gira, cae; se limpia la espuma de la boca, abre su mano y cae un puñado de pastillas. Miran el lugar. Virginia, empapada, tirita, gira su cabeza, saca una piedra de su bolsillo, la pone sobre su cabeza. Se miran. Ríen. Entre los ruidos de hospital, se oyen voces. Ellas miran el lugar, tratan de reconocer dónde están.
Voce s:
Voz:
Fue encontrada dos días después, ahogada, en el río, piedras en sus bolsillos. Sobredosis de somníferos. La cabeza en el horno de gas. Ahogada, piedras... Somníferos... Asfixia por gas. En el río... Sobredosis... Gas domiciliario.
Por favor hablen frente a la cámara. Nombres y apellidos. Nombres y apellidos.
V ir ginia:
Virginia Woolf, tinta y humo, agua y piedras.
Silvia:
Silvia, limpio caca y escribo poemas.
Voz: Alejandra:
Nombres y apellidos.
Voz: Alejandra:
Pizarnik, cuchillas, sexo y pastillas. Por favor hable frente a la cámara. Nombres y apellidos.
Pizarnik, cuchillas, sexo y pastillas. Y mierda, a veces hay demasiada mierda. -15-
TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selección de dramaturgia 2012
Voz:
¿Antes de venir a este lugar ha consultado un psicólogo, amigo, médico familiar, boticario, psiquiatra? Cada una gira su silla. Las tres se detienen, se miran, sonríen.
Alejandra:
La muerte es mi consejera. Nuestra consejera.
Voz:
¿Durante los últimos treinta años se ha sentido feliz?
V ir ginia:
To deinotaton. Antropoi, to deinotaton...
Voz:
¿Cómo? ¿Qué dice?
V ir ginia:
Olvídelo. Son solo voces, de adentro. Oigo voces muy antiguas. Alejandra y Silvia continúan la rutina de movimientos sobre sus sillas. Alejandra responde sin detener su movimiento.
Alejandra:
En su diario Kafka dejó escrito una noche de todas las noches: “Las esperanzas de felicidad se parecen a las ilusiones de vida eterna”. (Se detiene, se mira con las otras. Ríen).
Voz:
¿Oye radio o lee periódicos para enterarse de las noticias?
V ir ginia:
Antes del río, Leonard trajo el desayuno con el Times que anunciaba una victoria naval: el ejército aliado hundió un acorazado alemán. En el sueño cayeron bombas sobre Bloomsbury. ¿Eres tú, Leonard? ¿Aquí?
Alejandra:
No es nadie. No hay nadie aquí. No mientas. No oigas. No mires. No digas. Los acontecimientos son indecibles.
Silvia:
Lo dijo Rilke. Indecible, indecente, inde... -16-
indescifrable,
indecisa,
Ellas y la muerte: Sueño de tres poetas // Carlos Satizábal
Alejandra: (Grita, violenta). Yaaa. Cállate. Voz:
Silencio por favor. Decencia. ¿Cumple mal con su trabajo o estudio?
Alejandra:
Soy puta. Puta por amor. Nunca he aceptado un trabajo.
V ir ginia:
Los hombres se miran en mí y se ven el doble de grandes. Soy el espejo de los engaños.
Alejandra:
Deberías ensayar a caminar las calles desnuda bajo tu vestido de agua.
Silvia:
Los hombres se reducen bajo mis piernas. Se convierten en críos, pequeñas ratas indefensas.
Se miran, sonríen.
Voz:
Se le pregunta por su trabajo o estudio.
V ir ginia:
Cuento historias. Soy taxidermista. Disecciono y escojo.
Un aeroplano arroja sus bombas. No trabajo bajo la luna de las bombas. Escribo en luna nueva y en luna menguante, hasta la luna llena, en que vuelven los aeroplanos.
Silvia:
Soy madre y poeta. Limpio mierda, cocino y escribo. Le paso a Ted sus poemas, mientras la otra le chupa...
Alejandra:
¿Ted? Sed de Ted de sed. A menudo somos tontas.
Silvia:
Mi marido.
V ir ginia:
No hay nadie aquí.
Silvia:
Ted. El hombre de los cantos, de la nieve, del frío, de las -17-
TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selección de dramaturgia 2012
otras, de las cartas después de muerta. (Llanto de niño). No todos lloran al nacer, no todos nacen muertos. Darles de comer, limpiarles la mierda, con amor. ¿Usted qué sabe del frío, del hambre y de la mierda de los niños? ¿Ah?
Voz:
¿Ha tenido dificultad para dormir? Música de ruidos: llantos de niño, sanitarios que desaguan, instrumentos de metal que caen, cortos circuitos y un pedal armónico que sostiene todo. Las tres arrojan sus muertes sobre las sillas. Se acuestan, se levantan; crean acciones alusivas o equivalentes a sus muertes —la cabeza en el horno, las pastillas de espuma en la boca, las piedras y el agua.
Voz:
¿Ha tenido fuertes dolores de cabeza? Alejandra y Silvia levantan las sillas y golpean con ellas el piso, las cambian de lugar. Virginia se mueve con su dolor, con una piedra sobre su cabeza.
Voz:
¿Ha perdido peso? ¿Ha perdido peso? Silencio.
Alejandra:
Incomodidad con mi cuerpo. Lo terrible de ser bella en ciertas partes y horrible en otras. (A Silvia). Tú eres una bella de papel. De espejos, de fotografías. Pareces salida de Vanity Fair.
Voz:
¿Ha sentido decaimiento, tristeza, ganas de llorar?
Silencio.
Voz:
¿Ha herido físicamente a alguien?
Silvia:
El primer día Ted estrelló su boca contra la mía. Cuando besó mi cuello, le mordí la mejilla con fuerza. Miren… -18-
Ellas y la muerte: Sueño de tres poetas // Carlos Satizábal
Boda a los dos meses. Alejandra muestra sus cicatrices en las muñecas. Silvia se corta con un pintalabios rojo la boca, el cuello, los pechos.
Voz:
¿Ha tenido problemas o dificultades sexuales?
Silvia: En
New York, en Hollywood, en Boston, los hombres decían: “¿Ya acabaste? Oye, eres un poco rara”.
Alejandra:
No. Me masturbo hasta el orgasmo. Las palabras no hacen el amor. Hacen la ausencia. Si digo agua, ¿beberé? Si digo pan, ¿calmaré el hambre? No quiero palabras. Necesito cuerpos, cuerpos, cuerpos.
V ir ginia:
Cuando ustedes hablen abiertamente de mierda, de retretes y de sexo podrán sentir emociones universales...
Voz:
Se les pregunta por la sexualidad...
Alejandra:
Las calles están atestadas de deseo... Hombres, mujeres y los demás...
Silvia:
Soy en parte hombre: me fijo en los pechos y las caderas de una mujer. Con sus ojos. Los de él. Sus hermosos ojos de violador. Entro en el juego de la dulce virgen americana, vestida para seducir sus ojos. Se mojan. Se les para al mirarme. Castraría a todos esos arrogantes que se vuelven críos al venirse.
Voz: Su sexualidad... V ir ginia: (Levanta las dos piedras). Las manos de mi hermano me visitaban en la noche... Oigo voces... Y oigo los suspiros de Vita, anegando mi roto cerebro. Y veo el silencio de -19-
TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selección de dramaturgia 2012
Leonard preparando los libros en la imprenta de nuestra casa. Bello y callado. Siempre generoso. Y agua. Oigo agua que pasa. Y piedras que caen. Y el sonido de mi pluma que traza palabras sobre el papel azul. Y voces antiguas, antiguas voces que me llaman...
Voz:
¿Tiene dificultad para concentrarse o pensar? Las tres se miran, hacen silencio, sonríen.
V ir ginia:
Pensar es un pequeño juego de hombres...
Silvia:
Preferimos la inspiración, el delirio, la pasión...
Alejandra:
El salto al vacío, la cuchillada en el sexo...
Voz:
¿Ha intentado suicidarse? Ríen y repiten sus relatos hablando una sobre otra, en contrapunto, simultáneamente:
V ir ginia:
Mi primer deseo fue lanzarme de una ventana. No tenía ni un metro de altura. Un leve golpe, magulladuras. Tomé seis gramos de veronal. Me vestí de piedras para el fondo del agua, el río, aquí. La ventana. Veronal. El agua, las piedras.
Silvia: La cuchilla de afeitar. Me corté las pantorrillas. Me encerré en el desván. Un golpe contra el borde de la chimenea, en la cabeza. El auto de Ted contra un árbol. Las pastillas. Y el gas, qué olor tan dulce. Los niños duermen. La leche está en la nevera.
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Alejandra: Alcohol y pastillas. La cuchilla de afeitar. Las heridas en las muñecas. Amantes en las calles. Alcohol y pastillas. La cuchilla de afeitar. Las heridas en las muñecas. Amantes en las calles. Cuchillas, alcohol, pastillas. Pastillas.
Ellas y la muerte: Sueño de tres poetas // Carlos Satizábal
Voz:
¿Ha oído voces que otros no oyen?
V ir ginia:
El espíritu sopla donde quiere.
Voz:
¿Fecha de defunción?
Silencio. ¡Fecha de defunción! Cada una repite su línea y crea variaciones corporales de acciones alusivas o equivalentes a sus muertes —la cabeza en cada hueco del aire, cual agujero del horno, limpiar mierda, escribir; amantes, pastillas y pastillas, y la blanca saliva que brota de la boca; las manos en el cuerpo, piedras, piedras y el agua:
V ir ginia: Voces. Manos. Piedras. Agua. 28 de marzo de 1941
Silvia: Invierno. Niños. Mierda. Horno de gas. 11 de febrero de 1963
Alejandra: Barcos. Muñecas. Alcohol. Pastillas. 25 de septiembre de 1972.
3. Infancia. Juego de niñas . D os hermanas: N e s sa y V ir ginia Música viva en los instrumentos. Las actrices cierran el espacio con los paneles. Hacen de nuevo los cuartos de cada una, como al comienzo. Una de ellas se viste de Nessa, la hermana de Virginia. Virginia y Nessa en la habitación transparente de Virginia.
V ir ginia:
Se ha ido la voz.
N e s sa:
Desde que eras niña te veo escuchar voces.
V ir ginia:
(Insidiosa). Cuando niña, decía siempr...
V ir ginia O cult a : (Off). Síiiii. -21-
TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selección de dramaturgia 2012
Miran.
V ir ginia:
¿La voz?
N e s sa:
Tu voz.
V ir ginia:
De niña el Ángel de la casa levantaba su espada sobre mi sexo y mi medio hermano mayor entraba en mi noche y yo debía decir: “Sí”.
V ir ginia O cult a: (O f f ).
Aaaaaaaaahhhh.
Pausa. Miran. Escuchan.
V ir ginia:
Antropoi. To deinotaton.
N e s sa:
No oigo, como tú, voces de otros tiempos. Ni gritos ni susurros. Ni palabras de lenguas muy antiguas. El griego ha perdido su música en mi oído. Yo canto en antiguo anglosajón.
V ir ginia:
(Salta y juega). Tú no tienes oído. Tú solo tienes alas. ¿Quieres jugar?
N e s sa:
Yo pinto, tú escribes. Juguemos. (Baila).
V ir ginia:
¿Y cantar? ¿Quieres cantar?
N e s sa:
Yo solo canto cuando juego.
V ir ginia:
Yo escribo. Tú pintas. Alas rotas. Manos hermanas que son enemigas.
V ir ginia O cult a:
(Off). Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. Miran al aire de los gritos.
N e s sa:
(Canta y juega). Summer is icumen in -22-
Ellas y la muerte: Sueño de tres poetas // Carlos Satizábal
Lhude sing, cuccu! Groweþ sed and bloweþ med And springþ þe wde nu. Sing cuccu! Sing cuccu!
V ir ginia: N e s sa:
Calla. No cantes en esa lengua muerta cargada de espadas. Dibuja. Solo quiero que dibujes.
V ir gina:
Sing cuccú, sing cuccú. No cantes hermana. Cállate. (Se mira en un espejo de mano). De tres años era bellísima y sonreía. Faltaban pocos días para sufrir las manos nocturnas de mi hermano y diez años para que mi madre huyera en las alas del Ángel...
N e s sa:
V ir ginia:
Alas de la enfermedad, de la locura. Tristeza. Shhh. (Mira acuciosa cual si volara una grave presencia, le ofrece o la sigue con el espejo). ¿Leonard, eres tú?
N e s sa:
¿Quieres cantar sobre la silla?
V ir ginia:
No. Quiero morir sobre las alas del agua, entre las voces que me llaman.
N e s sa:
Ya estás entre ellas. Agua poblada de voces.
V ir ginia:
Calla. Las palabras son mías. Yo escribo. Tú pintas.
V ir ginia O cult a : (Off). Aaaaaaaaa. Pausa. Virginia se mira, se toca, tiembla temerosa del recuerdo.
V ir ginia:
Solo oí ese grito. Y esas manos entre mis piernas. Y ya no canté más en las fiestas de casa. Callé. Y me mandaron -23-
TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selección de dramaturgia 2012
a un rincón con los juguetes rotos. Allí me quedé. En la tormenta del polvo. Entre los libros de mi padre. Nada de escuela, simplemente husmear todo el día en los libros de mi padre, sin la oportunidad de jugar nunca ni pelear con otras niñas ni arrojarse tizas y malas palabras ni gesticular vulgaridades ni sufrir envidias. La cabeza inflamada por el dolor y la fiebre. Y el polvo, una nube de polvo y rumores de antiguas palabras en mis oídos. Nessa lanza un manojo de polvo al aire iluminado. Las dos miran los rayos de luz que se cargan de partículas aéreas.
N e s sa:
Un poco de ceniza. Como al morir.
V ir ginia:
Cállate. Nessa canta y juega de nuevo.
N e s sa:
Summer is icumen in Lhude sing, cuc... Virginia le tapa con las manos la boca. Nessa la aparta.
N e s sa:
Cantarás bajo el agua... Llega un día en que no se llora, en que la Voz se te llena de piedras y cantas bajo el agua.
V ir ginia:
Nessa, no puedo recordar dónde dejé mis alas la noche de acuario en que nací. Ni dónde dejé mi deseo la noche oscura en que desperté ahogada por las manos de nuestro hermano, para luego soñar sobre los libros de mi padre y empezar contigo los juegos de tinta de nuestro periódico casero.
N e s sa:
Hyde Park Gate News. Las niñas nunca olvidan. Pero tú ahora tienes que empezar el juego de nuevo, como si no -24-
Ellas y la muerte: Sueño de tres poetas // Carlos Satizábal
hubiéramos nacido. ¡Canta! Summer is icumen in Lhude sing, cuccu! Groweþ sed and bloweþ med And springþ þe wde nu. Sing cuccu! Sing cuccu!
V ir ginia: N e s sa:
¿Leonard? ¿Eres tú? ¡¡Leonard!!
No es él. Eres tú que o...
Música. Virginia le tapa de nuevo la boca a Nessa. Virginia Oculta, empapada, pasa recogiendo las piedras y guardándolas en el bolsillo de su saya. Nessa juega y canta. Virginia llama a Leonard. Con el canto y las voces, sobre la pared transparente, se proyectan las fotos del atentado contra el príncipe del imperio austrohúngaro y las del incendio del Reichstadt. Y luego imágenes del bombardeo de Londres. Nessa y Virginia miran las imágenes y huyen de la escena. Sobre el bombardeo se superpone la imagen de los ejércitos de Hitler desfilando ante su jefe, y sobre ellos la voz de Janis Joplin cantando O lord. La imagen de Janis cantando, la de Jimmy Hendrix con su guitarra, planos de Woodstock, de jóvenes que queman sus cédulas para no ir a la guerra de Vietnam. La escena gira.
4. Alejandra y su médico en la muer te. Juego. D os Alejandras En un momento del monólogo aparecerá Alejandra Otra. Juega con sus títeres: les da pastillas de colores que caen al fondo de sus estómagos transparentes -25-
TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selección de dramaturgia 2012
y estallan en luces.
Alejandra Una: Dicen que no hay doctor para los muertos. No entiendo qué hace usted aquí, señor, con su bata blanca. No me gusta ese blanco. Es sucio. ¿Dónde están los ángeles? Nos prometieron ángeles. Blancos y rojos ángeles. No inmundos doctores con estúpidas preguntas. No, no sufrí ese horror de las bombas. Sufrí otro, un indecible horror infantil, eléctrico, repentino, como una luz. Una devastación. Vasta como la pampa. Un horror heredado. Una herencia. Todo en mí es herencia. Árbol invertido que anuda sus raíces en mi cabeza. Voy cabeza abajo. Soy la pájara que busca su jaula en el agua. Soy el presentimiento, una larga sombra sobre el césped, según Emily. Como el lento rayo del Ángel Exterminador. Como la ira de Jehová desobedecido. Pensé encontrar aquí a Emily, con su pelo rojo y sus cuadernos de poemas. Pero está usted con su asquerosa bata blanca y sus preguntas. Una imagina a este lado solo ángeles y Emily y Julio y los otros. No doctores.
Alejandra O tra: Miente
doctor. Solo inventa y miente. Julio no está muerto. Se quedó allá, creciendo y escribiendo como -26-
Ellas y la muerte: Sueño de tres poetas // Carlos Satizábal
juega un niño. Mejor cállate. Ven y juega.
Alejandra Una: Me callo cuando las palabras se me vuelvan piedras en la boca. Las palabras me nacen del sueño, doctor. Las piedras de las pesadillas despierta. La primera piedra la sentí de muy niña. Por eso mi voz es hueca. Hueca, hueca, como si usted fuera a dar un grito y apenas le sale un chillido de rata acorralada. (Trata de gritar, la boca abierta, enorme, casi desencajada, y apenas le sale un sordo espasmo de muerto). ¿Ve? La voz limpia el mundo de adentro con sus palabras. Como el agua lava la mierda. Y lo enmierda con sus chillidos. ¿Me entiende? Los zapatos, la ropa, el amor, las monedas se gastan con el uso. También el horror que ocultamos se puede gastar con el uso frecuente. Como el agua y la mierda. Pero este horror... no cesa, sigue, para siempre. Hasta la muerte y más allá. Fue de muy niña, de cuatro años. Estaba con mis padres en el teatro esperando la función. Apagaron las luces y mi cuerpecito vibró convulso como cuando se introduce por un segundo el dedo en el toma corriente. Un alacrán bebedor de sangre se había remontado en mi carne y empezó esta devastación que ni aquí en la muerte se desvanece.
Mi infancia solo abarca un viento blanco y feroz que me aventó a este frío. Recuerdo mi niñez, ya era una -27-
TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selección de dramaturgia 2012
anciana. Las flores se me morían en las manos. No me gustan las batas blancas. Se la voy a quitar, doc. Su piel, ¿es blanca? El blanco es una peste. Me excita.
Alejandra O tra: Tú eres la peste. Ya eras una peste de niña: la niña peste. Te hicieron peste los doctores y sus ojos de violadores. Las dos Alejandras se miran en los ojos y ríen y empiezan el juego.
Alejandra O tra: ¿Quieres jugar? Alejandra Una: Juguemos.
Quiero mirarme en unos ojos que no me
dañen.
Alejandra O tra: Ya
dijiste que el horror de adentro se gasta con el uso frecuente. Juguemos a los ojos que se miran sin reír. Se miran. Sienten una presencia que cruza al vuelo la habitación.
Alejandra Una: (Al aire de las presencias). ¿Me darás amor sin pedirlo? ¿Me llevarás allí donde los ojos se miran sin desprecio?
Alejandra O tra: Mírame. Juguemos. (Canta en ritmo de rock). Julia amaba las pastillas Verdes, rojas y amarillas La encontraron fría en la farmacia. Pepa se amaba con las gringas chuzaba sus venas con jeringas. Flotó riendo entre las barcas...
Alejandra Una: (Sigue mirando la presencia en el aire). Ahí está. Shhh. Alejandra O tra: (Para el canto y el juego, riendo). Ese médico marinero de nuestro viaje a Europa también miraba con ojos de violador. Todos, siempre, alguna vez, la miran a una con -28-
Ellas y la muerte: Sueño de tres poetas // Carlos Satizábal
ojos de violador. Ayer en el metro le mostré mis tetas a uno que restregó sobre mi cuerpo su mirada de estúpido depravado... Le dije: “¿Quiere teta, quiere teta?”. Y le solté un chorro de leche sobre su cara de imbécil boquiabierto. Mírame. Alejandra Una la mira. Alejandra Otra, muy seria, baila con una mano en cada uno de sus senos al aire.
Alejandra Una: Te vas a resfriar. (Mira de nuevo a la presencia). Alejandra O tra: (Habla en susurro, para que la presencia no escuche): De tres años era bellísima y sonreía. Cuando cumplí cuatro fuimos al teatro con mis padres. Apagaron las luces y mi cuerpo... Alejandra Una le tapa la boca y los ojos y se la lleva en un giro de juego. Recorren todo el escenario.
Alejandra Una: Ya
era una anciana. Las flores morían en mis manos. (Mira acuciosa como si la presencia siguiera en el aire).
Alejandra O tra: (Aún en susurro). ¿Querés cantar sobre la silla? Alejandra Una: Shhh.
(Dice “no” con un gesto. Mira al aire de arriba cargado de seres invisibles. Les grita). Eeeee. (Leve pausa). Quiero caminar sobre el aire, ella me sigue.
Alejandra O tra:
Yo te sigo. Dale.
Alejandra Una: No vos. Es ella, esa presencia divina y protectora. Pero ves, le ofrezco manifestarse y solo desaparece.
Alejandra O tra:
Dale. Yo te sigo.
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TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selección de dramaturgia 2012
Alejandra Una: Esperá.
(Cierra los ojos). Va a suceder... Cantále. Bailá
para ella. Está por suceder. (Inclina su cabeza con los ojos cerrados hacia el cielo de tramoyas y le habla). Háblame. Empieza a llover. Pasa un barco por el océano del aire. Sobre la cubierta hay gente que saluda, se despiden. Alejandra Otra les canta:
Alejandra O tra: Es un siglo de aspirinas, de surmenage y de locos.
Y los que no están piantaos, les falta poco…
Alejandra Una: Shhh. ¿Quién eres? Alejandra O tra: (Vuelve a cantar).
Julio no amaba las pastillas. Crecía y crecía entre las sillas.
Alejandra Una: Shhh. Sí, sí, es Julio. Julio que vuela. Miralo. (Cierra de nuevo los ojos, avanza por la habitación, trata de tocar las bocas del aire con sus dedos). Toco tu boca, toco con mi dedo el borde de tu boca. Al cíclope, jugamos al cíclope. (Abre los ojos, mira su cuerpo, sus manos; se toca, temblando, temerosa del recuerdo).
Alejandra O tra: Ya dejá de hacerte la vidente. No tiene gracia. Juguemos. Alejandra Otra arroja ceniza al aire iluminado. Las dos miran los rayos de luz que se cargan de partículas.
Alejandra O tra: ¿Ves? Quedó lo que tenía que quedar. (Canta). Tranquila, sosegate, refrenate y acordate que tenés un corazón. -30-
Ellas y la muerte: Sueño de tres poetas // Carlos Satizábal
Alejandra Una: No es un juego. Alejandra O tra: Solo cenizas hallarás de todo Lo que fue mi amor... Ya no podré...
Alejandra Una: Shhh. (Mira de nuevo el aire cargado de presencias. Se oye un raro ruido animal, gutural).
Alejandra O tra: Acaso
el polvo del aire es la Voz de la violada que se alza con su sangre.
Alejandra Una: (Cierra
los ojos de nuevo). Veo unos ojos que no me atrevo a mirar, velan el cadáver de la niña que fui, una lejana y muy querida niña. Desearía vengarla. (Golpea el aire con su gesto, lucha, se agita, llora).
Alejandra O tra: Serenate,
estamos juntas. No te harán más daño. Los pisaré hasta volverlos cucaracha. (Enciende una vela y los persigue por la habitación amenazándoles con la llama). Les voy arrancar sus vergas putrefactas. Les voy a jalar del pelo hasta sacarles los ojos. Les vamos a sacar la mierda. Los vamos a volver mierda. Alejandra Una le tapa con amor la boca, la abraza. La otra la besa, le susurra al oído.
Alejandra O tra: Mira,
es ella. A vuelto. O nunca se ha ido. Escucha. (Miran, escuchan. Alejandra Otra saca un espejo de mano). Mírate. Vístete. Alejandra Una se viste de Silvia.
-31-
TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selección de dramaturgia 2012
5. D anza de Ana K arenina para Silvia lec tora Suena un tren, largo y veloz. Proyección de los rieles de una carrilera sobre la nieve y la tundra. Entra Madame Karenina, , danza y juega a arrojarse sobre la imagen, como si quisiera ser atropellada por el tren. Violoncelo y balalaika la acompañan con una melodía de juegos ascendentes, en escala menor melódica. Quizá sea Silvia la voz que le habla. Todo termina con el sonido de una alta pared de cristales que se rompe y los trozos de cristal ruedan por una escalera de metal hasta los pies de quien escucha. Luz sobre Silvia sentada. Silvia lee. Crecen llamas de su libro y las páginas crepitan al arder. Lo cierra. Silencio.
Silvia:
Ana, Ana. La nieve de tu alma no se derrite bajo el acero de los rieles. Ya el conde Tolstoi yace congelado en la estación de Astapovo. Los fotógrafos lo miraron con sus cámaras. Y la condesa Sonia miró, como tú Ana, la nieve en su alma y le gritó en silencio: León Nicolaievitch, copié letra por letra tus novelas. Espérame. Pero él ya no importa Ana. Ahora eres tú la que nos habla. Ven. Hay otra vida acá. Ven y verás un jardín que florece en el aire y en el pecho de cada una, más vívido que las primeras hierbas de la primavera, que la tundra que abandona la nieve al oscuro caudal de tus ríos, Ana. Ven Ana, ven con nosotras... Aquí los bosques son hermosos y profundos. Y siempre tendremos horizontes qué recorrer y promesas qué inventar, antes de dormir...
-32-
Ellas y la muerte: Sueño de tres poetas // Carlos Satizábal
6. ¿Quién soy? Tre s Silvias Silvia M uer t a:
the woods are lovely, dark and deep. But I have promises to keep, And miles to go before I sleep... Silvia Muerta juega a meter y sacar su cabeza de la caja blanca del horno. Silvia Madre hace labores de hogar y escribe, cambiando de una a otra acción. Silvia Niña dibuja y cuelga sus dibujos de hilos invisibles en el aire.
Silvia M adre:
¿Preguntas quién soy? Soy la que plancha y lava pañales y escribe los árboles en invierno. Soy la que ríe con la traición. Soy la abeja reina sepultada en su panal.
Silvia Niña:
Las abejas son todas mujeres, solas, sin hombres... y viven en cajas blancas. Sus hombres se llaman zánganos.
Silvia M adre:
Abejas sin hombres... Ah... Soy la diosa de los celos, de la envidia mortal... La que fabrica rosas negras sobre la tumba del alma.
Silvia Niña:
¿No te gustaría volar? (Le muestra un hermoso dibujo de una niña que vuela sobre su caballo sin alas tras el azul apacible, como una niña de Marc Chagall. Luego cuelga su dibujo de un hilo del aire).
Silvia M uer t a:
Silvia Niña:
¿Rosas negras? ¿Volar? ¿Morir? ¿Celos? No. Mejor morir y recibir en cada cumpleaños una carta de Ted. Morir es un arte. (Mete de nuevo la cabeza en el horno).
( Pinta).
Silvia M uer t a: (Con
Como cultivar abejas.
la cabeza en el horno). Morir. Yo lo hago -33-
TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selección de dramaturgia 2012
excepcionalmente bien.
Silvia M adre:
Tan bien, que perfumas todo el vecindario con tu olor a infierno. Silvia Niña les muestra otro dibujo: una niña flota sobre la corriente del río, a su lado y en la orilla las flores del campo la acompañan. Recuerda a Ofelia, la pintura de Millais. Música. Sus cuerpos, con grandes gestos de costureras, juegan a coser vestidos de bebés. Los cuelgan sobre una cuerda en el aire. Visten y desvisten muñecas, las bañan, les dan de comer. Se detiene la música y el juego. Todas miran a un mismo punto. La madre entra en sus miradas.
Silvia M adre:
Máma, estoy hecha por ti para el éxito. Solo quieres que triunfe, que brille con una luz desconocida. Pero de toda creación saldré vestida de humillación, con rabia: siempre será inferior a tu sueño. Silvia Niña esconde por los rincones sus dibujos y poemas.
Silvia M uer t a:
El único triunfo es el triunfo de la Muerte. Su danza. Como en los cuadernos de Holbein y de Durero. Papá triunfó con un solo zapato negro. Pie podrido.
Silvia Niña:
Máma, si papá ya ha muerto nunca más le dirigiré la palabra a Dios. ¿De quién es esa caja blanca y larga que hay en el jardín?
Silvia M adre:
Quizá ya estamos muertas. Mamá, ¿por qué tengo frío?
Silvia M uer t a: (Saca
la cabeza del horno). Irás en busca de un gran amor, peligroso y explosivo como juntar la nieve de todos los inviernos. -34-
Ellas y la muerte: Sueño de tres poetas // Carlos Satizábal
Silvia M adre:
Mi amor está en los bosques florecidos, amorosos, oscuros y profundos... (Se mira en un espejo).
Silvia Niña:
¿Quién eres?
Silvia M adre:
Soy madre y poeta, limpio mierda y enseño las primeras palabras a mis hijos y a su padre.
Silvia M uer t a: (Saca
la cabeza del horno y se mira en el espejo). He triunfado sobre las palabras, la mierda y el mal amor... Aquí. (Mete la cabeza).
Silvia Niña:
(Toma el espejo). Eres poeta. (Muestra el espejo al público).
Silvia M adre:
Soy poeta. Silvia Muerta saca y mete la cabeza en el horno.
7. ¿Quién soy? Alejandra y su muñec a Alejandra Pasa un barco por los océanos del aire iluminado.
Alejandra:
Preguntas quién soy, qué soy. ¿Soy? Yo soy... ¿mmm?
Alejandra M uñec a:
La mujer en el diván. La enamorada del doctor. La que perdió las palabras. La viajera sin camino. La que abre las piernas húmedas en los callejones... Qué placer único esa humedad. Chorros de humedad.
Alejandra: (La calla con dulzura). Desde la ventana de mi tren barco tranvía miro rostros, busco rostros, pasan la prisa del mar -35-
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y de los árboles... Una vez fui feliz: corría a caballo, desnuda, por la playa.
Alejandra M uñec a: Mentira. ¿Jugamos?
Alejandra:
Es verdad. Juguemos
Alejandra M uñec a:
Siéntate. Cierra los ojos. Yo pregunto, tú adivinas. Música. ¿Mis alas?
Alejandra:
Dos pétalos podridos.
Alejandra M uñec a: Alejandra:
¿Mi razón?
Copitas de vino agrio...
Alejandra M uñec a : Alejandra:
Vacío bien pensado.
Alejandra M uñec a: Alejandra:
¿Mi cuerpo?
Un tajo en la silla.
Alejandra M uñec a: Alejandra:
¿Mi vida?
¿Mi vaivén?
Un gong infantil.
Alejandra M uñec a:
No eres nada. No somos nada... amapolas sin licor. Una risa sin cuerpo...
Alejandra:
(Abre los ojos. La calla con la mirada). ¿Mi rostro?
Alejandra M uñec a: Alejandra:
Un cero disimulado.
(Callándola). ¿Mis ojos? -36-
Ellas y la muerte: Sueño de tres poetas // Carlos Satizábal
Alejandra M uñec a: Alejandra:
Ah, trozos de infinito.
Trozos de infinito. (Mira, se derrumba).
Alejandra M uñec a:
¿Qué viste? ¿Qué tienes? ¿Por qué te derrumbas? (Le acerca el oído al pecho, le toma el pulso, lo oye, escucha, espera…). ¿Qué? ¿Qué dices? Ah... Dice que no sabe del miedo de la muerte del amor... Dice que tiene miedo de la muerte del amor... Dice que el amor es muerte, es miedo... Dice que la muerte es miedo, es amor... ¿Quéeee? ¡¡Ah!! Dice que no sabe... Alejandra Muñeca le cierra los ojos, la carga en sus brazos. Pesa.
Alejandra M uñec a :
Alguien que me ayude. La muerte pesa. Pesa...
8. ¿Quién soy? V ir ginia Hablan las voces de Virginia. Una Virginia saca piedras de sus bolsillos y las pone en el suelo, otra las recoge y las guarda en los suyos. Sobre las paredes transparentes se proyecta un río y sobre el río Ofelia que flota, el cuadro de Millais que inspiró su poema a Rimbaud. En ciertos momentos pasa un aeroplano sobre el cielo de Londres y deja caer sus bombas verticales. En otros, fotos de Virginia Wolf y sus amigos del grupo de Bloomsbury. Luego vuelve Ofelia y algunos versos en francés del poema Ophélie: “Voici plus de mille ans que la triste Ophélie / Passe, fantôme blanc, sur le long fleuve noir [...]”. -37-
TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selección de dramaturgia 2012
V ir ginia:
Mi padre, Leslie Stephen, fue biógrafo y filósofo. Mi madre, Julia Duckworth, murió cuando cumplí los 13 años. Pasa un Ángel. Pausa.
V ir ginia:
Los médicos creen que desde la muerte de mamá oigo estas voces. (Mira a lo alto, escucha). Pero yo siento que este es un dolor antiguo y son voces de otro tiempo. Son voces en lenguas muertas las que me llaman desde el fondo de la memoria, las que me invitan a cruzar la verja, a entrar en el aire, en el agua; a cesar los latidos. Dos veces he intentado morir. Dos veces. La primera vez me dejé caer de una ventana, pero era demasiado cercana al suelo. La segunda vez logré alcanzar un profundo sueño, me tomé seis gramos de veronal. “Cayó en coma”, dijeron sabiamente los médicos de bata blanca que me habían recetado veronal para que pudiera dormir. Tuve tres hermanos y tres hermanastros. Éramos muy unidos, aunque guardábamos secretos terribles: creo que mi hermanastro mayor me violó. Vivíamos en Hide Park con un séquito de criadas. Tuvimos una fina y aristocrática infancia. Con mi hermana Nessa jugábamos a ser artistas, decidimos -38-
Ellas y la muerte: Sueño de tres poetas // Carlos Satizábal
desde niñas que ella sería pintora y yo escritora. El periódico familiar fue nuestra primera escuela. Yo escribía y ella diseñaba las páginas y dibujaba. Bombardeos.
V ir ginia:
Cuando comenzaron los bombardeos de Hitler, con Leonard acordamos suicidarnos si las tropas alemanas cruzaban el estrecho que nos separa del continente. Leonard era judío. Mis hermanos me llamaban La Cabra, por mi temperamento cambiante, inestable y caprichoso. Nunca fui a la escuela, sufría fiebres reumáticas y crisis nerviosas. Me formé en la biblioteca de mi padre. Al morir mi padre, me mudé con Nessa y mi hermano menor a una casa de Bloomsbury. Bloomsbury se convirtió en la tertulia de amigos y artistas. Allí conocí a Leonard Woolf, economista e historiador. Con él me casé. Vita Sackville-West, mi hermosa amiga escritora, fue mi amante... El amoroso Leonard lo presentía y callaba. Sólo Leonard, mi marido, con su alma honda y su amor, logró entender algo. Los médicos prohibieron que tuviera hijos, como si ser madre fuera para mí la muerte: “La maternidad acentuará -39-
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su inestabilidad psíquica”, afirmaron con gravedad científica. Mi hermana Nessa fue pintora y madre. Yo solo fui escritora. Y tía. Escribir fue mi supremo alivio y mi peor condena. En un mundo de hombres quise ser la hermana poeta de Shakespeare. Ella está enterrada en la esquina de Elephant and Castle y sus versos renacen en los labios cerebrales de cada una de nosotras que decide tener una habitación como esta, su habitación propia, su propia voz. Rechacé numerosos premios que me otorgaron, excepto el premio Femina Vie Heureuse: Mujer de Vida Feliz. (Ríe). Vuelven los bombardeos y son apagados por la imagen y la corriente de un apacible río. Pasa Virginia Otra, recoge piedras y las guarda en los bolsillos de su vestido. Virginia sentada se lava la cara con agua del cuenco de sus dos manos y sigue.
V ir ginia:
Casi todo me atrae. Sin embargo se alberga en mí la certeza del vacío, la pérdida irreparable, la inutilidad de la búsqueda. Pero soy una buscadora infatigable. ¿Por qué no hay un descubrimiento de la vida? Algo para ponerle las manos encima y exclamar: “¿Es esto?”. Mi depresión es un sentirme acosada. Estoy buscando: pero no, no es eso, ni eso, ni eso… No es eso. ¿Qué es entonces? ¿Tendré que morir sin haberlo encontrado? Y luego, como anoche, cuando atravesaba Russell Square, -40-
Ellas y la muerte: Sueño de tres poetas // Carlos Satizábal
veo las montañas en el cielo: las grandes nubes y la luna que se está alzando sobre Persia. Y tengo una grande y sorprendente impresión de que hay algo allí, ¿qué es eso? No es exactamente la belleza a lo que me refiero... Quiero decir que la cosa en sí basta: es satisfactoria, acabada. (Mira. Pausa). También está ahí una impresión de mi propia rareza, de la rareza de estar caminando sobre la tierra. (Saca de su bolsillo una y otra piedra y las choca). También la infinita extrañeza de la perspectiva humana: estar atravesando Russell Square, con la luna allí arriba y las nubes como montañas. ¿Quién soy yo, qué soy, y todo el resto, qué es, quiénes son? Preguntas que siempre flotan en torno; y de pronto doy de narices con algún hecho concreto —una carta, una voz, un recuerdo vivo, alguien. Y vuelvo a ese alguien, a esas voces a esa carta, y a la forma de sus letras y sus ojos con un gran sentimiento de frescura. Y así continúo la búsqueda. Suelo toparme frecuentemente con eso. Y soñar con esto. Entonces experimento un gran reposo. (Mete la cabeza en el agua. La saca, tal vez la seque con las manos o la agite como si escribiera en el aire con las gotas que escapan). Pero la novela me llama de nuevo. Y la novela me agita como un vendaval a una vieja bandera. En toda mi vida, nunca había escrito con tanta rapidez y facilidad como ahora.
-41-
TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selección de dramaturgia 2012
Vivo sumergida en la novela y cuando emerjo a la superficie quedo ausente, no se me ocurre nada.
¿No hemos, acaso, implorado el don de aprisionar en un libro algo tan raro y tan extraño que uno estuviera listo a jurar que era el sentido de la vida? Pero aquí debo retroceder y decir directamente al lector que, todo trémulo espera escuchar qué cosa es la vida: no, no lo sabemos. No lo sé, no lo sé... (Lanza a rodar una de las piedras. Otra la arroja en el agua).
9. Silvia y sus médicos . Choque s eléc tricos Dos Silvias. Una en la camilla vertical del hospital de locos, Silvia Enferma. Y la otra, Silvia Enfermera, al lado de las máquinas eléctricas del choque y los adminículos. Cables. Bombillos. Pomadas. Algodones. Blancura. Una campana de cristal.
Silvia Enf erma: ¿Que
por qué intenté matarme? Los médicos de batas ensangrentadas también lo ignoran y creen curarme con descargas eléctricas.
Silvia Enf ermera:
Ser hermosa y perfecta y desear el triunfo son mis llamas. Mi condena.
Silvia Enf erma:
A través de las ranuras de mis ojos, que no me atrevía a abrir demasiado por miedo a que la visión completa -42-
Ellas y la muerte: Sueño de tres poetas // Carlos Satizábal
me matara de repente, vi la alta cama con su sábana blanca, ajustada, y la máquina tras la cama y la persona enmascarada tras la máquina —no supe si era hombre o mujer. (Silvia enfermera se sube la máscara médica sobre el rostro). Y otras personas enmascaradas rodeando la cama por ambos lados.
Silvia Enf ermera:
(Sobre la camilla). Háblame.
Silvia enfermera murmura en inglés un canto mientras le unta en las sienes la pomada y le ajusta luego los electrodos. Canta un poema con la melodía del antiguo canon Summer is icumen:
Silvia enf ermera:
The woods are lovely, dark and deep. But I have promises to keep, And miles to go before I sleep, before I sleep... Vas a estar perfectamente bien, no vas a sentir nada. (Le coloca un pequeño tubo de caucho en la boca, para impedirle morder, como el freno de un caballo). Muerde. Parpadean encandiladas las luces y se apagan. Luz de vela. Silvia enferma duerme con las manos crispadas; una copia reducida suya duerme en la campana de cristal. Se proyectan imágenes de los Rosemberg, de condenados en la silla eléctrica y de bebés recién nacidos con su cordón umbilical. Silvia enfermera
Silvia:
se quita la máscara y el delantal y repite las acciones de Silvia. Mordí con pánico. Y la oscuridad me borró como un niño borra su nombre de tiza en la pizarra. Y caí, caí, caí -43-
TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selección de dramaturgia 2012
en el más hondo y negro descenso sin camino ni tiempo ni final. (Mientras habla, se mira a sí misma en un espejo imaginario, con sus dos manos se toma el cuello y lo aprieta y lo alarga halando y halando, hacia arriba, hacia el viento de los muertos).
10. D e scenso de Antígona Música del violoncelo. En la habitación contigua una actriz danza y juega a ahorcarse. Las demás la desatan, le hablan, le preguntan y ella dice su monólogo.
A c triz 1:
A c triz 2: Antígona:
Dónde estás, Antígona. Vuelve, llévanos en el viento de tu peplo, en el nudo de tu lazo.
No aprieta este nudo. No siento aire en mi voz. Hablo y no oigo mis palabras. Solo veo una luz. Talla tu espada en el costado, hermoso Hemón. Arde tu sangre. Siento su hilo correr desde mi hombro. ¿Es roja? ¿Aún es sangre? Una corriente, una llama, un arroyo delicado calienta mi pecho. Hemón, hermoso y amado, ¿te veré en el descenso? ¿Cruzaremos en la barca de ébano las aguas finales? Y allá en las honduras, ¿Edipo tendrá ojos? ¿O al menos podrá ver con la luz de sus cuencas vacías? -44-
Ellas y la muerte: Sueño de tres poetas // Carlos Satizábal
Y Yocasta, ¿tendrá voz o aún los nudos del amargo dogal ciegan el aire a su garganta? Y Polinices, ¿aún viajará por los cielos en los picos de las aves alígeras? Y aún así, ¿también él vendrá por algún recodo del oscuro descenso? Y mi otro vengativo y codicioso hermano, ¿habrá cruzado ya las negras aguas? Allá, arriba, ignorante y temerosa, la ciudad espera. Ismene, hermana, presiento venir los ejércitos, los vengativos epígonos argivos, el hierro, la candela, el fragor, la desnudez de las carnes bajo la espada. Y a la hora que lleguen, ¿podrás huir, hermana mía? ¿Huirás? Acaso el anciano Tiresias advierta en el graznar enloquecido de los pájaros los incendios que se acercan, y la ciudad huya. Y tú con ella. Entonces lleva contigo estas cenizas. Haznos altares en los caminos, y en las ciudades hospitalarias que te acojan, canta, liba, pon piedra sobre piedra. Ay hermana, ¿acaso te raptarán en el camino? ¿Serás esclava de un tosco guerrero? Ismene, cabeza de mi sangre, hermana mía, oigo voces, voces.
-45-
TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selección de dramaturgia 2012
11. Celos y maternidad. Silvia sueña con su vientre en ge st ación. Ted y L a O tra Silvia duerme. Su cuerpo, inquieto, se mueve de un lado al otro. Se oye su voz del sueño, a veces ríe, a veces se queja, a veces musita palabras.
Silvia: (Voz del sueño). Madre, la luna es una puerta y Ted, mi marido, es un genio que asoma por ella. ¿Llega Ted, Madre, o es Papá el que llega? Padre, Madre... Ted y yo nos hemos convertido en uno solo, místicamente. Escribir juntos en este verano vital y el hijo que crece dentro de mí, nos hacen uno sólo. Ahora entiendo la leyenda de Eva: ella nace de la costilla de Adán. ¡¡¡La maldita historia es cierta!!! Evaaa. Madre... ¿Madre, eres tú o la cara de la luna que me escucha? ¿Me oyes? Madre, yo le pertenezco a Ted. Lejos de él soy... No. No soy. Agonía. Comulgamos, el uno con el otro, intensamente. Todo lo que hago con y para Ted irradia una luz celestial. Aún lavar, planchar y cocinar. Ted es Dios. Yo, la crucificada. Y el hijo y la poesía están en mi útero y en el papel en la máquina de escribir. (Teclea en la máquina -46-
Ellas y la muerte: Sueño de tres poetas // Carlos Satizábal
de escribir). Lo que él y yo escribimos se cimienta en la inspiración del otro y crece gracias a la crítica inimitable del otro. Y todo lo que publicamos es una alegría para el otro. ¿Madre, eres tú? ¿O eres tú, Padre, él que llega por la puerta de la luna con un vuelo de abejas? Ted.... Pasos, ruidos, quizá voces susurradas de un hombre y una mujer. Una puerta se abre y se cierra. Silvia despierta y con sus miradas y su diálogo inventa a Ted y a La Otra.
Silvia:
Silvia:
¿Ted, eres tú? ¿O apenas tu sombra? (Mira hacia un Ted imaginario e inventa a La Otra con la mirada, le habla). Llegas tarde, humedeciendo los labios. (Gesto, movimiento).
¿Qué es lo que dejé intacto en el umbral? (A La Otra). ¿Te sientes la diosa blanca fluyendo entre mis muros? (A Ted) Ted, ¿eres tú o sólo una sombra de tu sombra? Llegas tarde, humedeciendo tus labios. Sonriente. (Mira a La Otra, le habla). Relámpago azulado que soportas como gancho de carnicero el peso de tus partes. Acción, gesto corporal, movimiento del dolor, de los celos; arranca las hojas escritas de la máquina, las rompe, las pone en su boca, como un gran bigote de papel. Las escupe por el aire.
Silvia :
(A Ted). La policía te quiere Ted, lo confiesas todo. (A La Otra). La policía te quiere, todo lo confiesas. Pelo brillante, zapato negro, viejo impermeable de plástico... No puedo pensar en él, ni un minuto, como algo distinto -47-
TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selección de dramaturgia 2012
de mí. Es mi parte masculina. Siempre unos pasos delante de mí. ¿Y tú?.... Perra. Ted, ¿es tan fascinante mi vida? ¿Tu droga? ¿Es por eso que se crece el anillo de tus pupilas? Silvia hace un movimiento de mujer en gestación, con su enorme vientre a punto de nacer. Silvia gira y sacude su manta en el aire, un polvo de colores llena la atmósfera iluminada.
Silvia:
¿Es por eso que las motas de aire se alejan? Ellas no son motas del aire, son corpúsculos. Juega, gira con las motas iluminadas del aire. Rompe y vuelve a Ted.
Silvia.
Ted, abre tu bolsa. Silvia mira dentro de la bolsa.
Silvia:
¿Qué es ese mal olor? Ah, tu calcetín enlazándose afanosamente, hilo a hilo con tus pegajosas golosinas, condones usados. Silvia lo desnuda. Danza de la cópula: equivalencias y alusiones.
Silvia:
Tengo tu cabeza en mi pared, cordones umbilicales rojoazulados gritan desde mi vientre como flechas que se revientan. Cabalgas y me dejo cabalgar. Ay luna negra. Ay angustia. Ay mi carne. Se detiene de repente. Sobre la pared transparente hay un bebé, se acerca lo toca y el bebé se duplica en dos, en cuatro, en ocho, en diez y seis, en treinta y dos, en sesenta y cuatro, en ciento veintiocho, en puntos, en sombras, en nada. -48-
Ellas y la muerte: Sueño de tres poetas // Carlos Satizábal
Silvia:
Los caballos robados, las fornicaciones rodean este útero de mármol. Pariré un océano de piedras blancas de invierno, para enterrarte
Vas siempre unos pasos delante de mí. Y me siento muy mujer, como un camello o un antiguo dromedario de los sueños que halas de su bozal por las dunas de nuestro desierto de amor. Ella enciende un cigarro y mira y toca con sus manos los juegos del humo en la luz.
Silvia:
Soy demasiado pura para ti... y para todos. Mi piel es bruma de oro, mi piel infinitamente delicada e infinitamente costosa... ¿Me venderías a una fábrica de billeteras alemanas? Araño como una gata. La sangre que corre es fruta obscura. Un efecto, maquillaje. ¿Sonríes? No, no es mortal la herida. Pausa. Ted se desvanece. Silvia danza y gira y canta la canción de amor de la joven loca
Silvia:
Cierro los ojos y el mundo muere; levanto los párpados todo nace nuevamente. —Creo que te inventé en mi mente— -49-
TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selección de dramaturgia 2012
(Lanza polvo en los rayos azules y rojos y blancos de la luz). Cierro los ojos y el mundo muere. Sueño que me hechizas en la cama, que amas el sonido de la luna, y me besas locamente. —Creo que te inventé en mi mente— Dios cae del cielo, en el infierno las llamas mueren: dijiste que volverías, lo imaginé y crecí y olvidé tu nombre. Cierro los ojos y el mundo muere. —Creo que te inventé en mi mente— Cierro los ojos y el mundo muere. —Creo que te inventé en mi mente— Busca a tientas y mete la cabeza en el horno. El escenario lo gira Alejandra Otra, quizá en bicicleta.
12. Alejandra y su médico Alejandra O tra:
Juguemos a la paciente y al doctor.
Alejandra Una: ¿Y si nos aburrimos? Alejandra O tra: Podemos morir en la tibieza roja del agua y las cuchillas. Alejandra Otra ríe y se baja de sus ruedas, saca una cuchilla. -50-
Ellas y la muerte: Sueño de tres poetas // Carlos Satizábal
Alejandra Una: Deja, ¿mejor nos cambiamos al juego de la amada y el amor?
Alejandra O tra: Es
lo mismo. (Con voz de criado). Señora: el doctor. (Hace de Alejandra Doctor).
Alejandra D oc tor:
Es para mí un placer que usted me necesite, desearía con todo mi corazón que todo el mundo se hallara enfermo. Puedo usar mi cuchilla.
Alejandra:
Aaahhhhh.
Alejandra D oc tor: Alejandra:
Le hablo con el corazón.
Eeeehhhhhhhhhh.
Alejandra D oc tor:
No todos los días encuentra uno una enferma como usted.
Alejandra: Aaaahhhhhhhh. Alejandra D oc tor:
Yo voy de ciudad en ciudad y de provincia en provincia buscando enfermos dignos de mí. Detesto las enfermedades ordinarias: reumatismo, prurito anal, dolores de cabeza, estreñimiento. Yo quiero enfermedades importantes: calenturas con delirio, orgasmos interminables, priapismos...
Alejandra: Ooooohhhhhhhh. Alejandra D oc tor: Alejandra:
Agua total, alfileres cerebrales, fulgores uterinos...
Uuuuhhhhhhhhhh.
Alejandra D oc tor:
Centauros en el sexo, talón de Aquiles, tormentas -51-
TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selección de dramaturgia 2012
en el monte de Venus.
Alejandra:
Mmmmmmmmmmmmmm.
Alejandra D oc tor:
Enfermedades todas donde yo gozo, donde
triunfo.
Alejandra:
Aaaaaahhhhhhhh.
Alejandra D oc tor:
Señora, desearía que estuviese usted abandonada de todos los médicos, desahuciada, agónica, para mostrarle la excelencia de mis remedios. La delicada precisión de mi cuchilla para extirpar la agonía. Alejandra le ofrece sus brazos.
Alejandra D oc tor:
Tomemos sus pulsos. A ver, mmm, esto no es natural. ¿Quién es su médico?
Alejandra M uñec a:
Su amigo, el doctor Limbo del Hano.
Alejandra:
Alejandra teatrino.
Shhh. (Calla a la muñeca). Él dic la en las mesas de disección, folla en los parques, folla en los cementerios, folla en los sanitarios... se levanta, la calla, la voltea, le tapa la cara, la boca, la mete al
Alejandra D oc tor:
(Tomándole de nuevo los pulsos). Follar no es una enfermedad. Es un don. No mi señora, nada de eso, usted no está enferma de nada más, es solo su infancia. Usted está enferma de su infancia. Hay que extirparle la infancia y sanseacabó. Vuelva a follar.
Alejandra M uñec a:
Es cierto tiene el aire del alma infantil enrarecido. -52-
Ellas y la muerte: Sueño de tres poetas // Carlos Satizábal
Doctor: tabaco, alcohol, música y escrituras de papel de las que brota una asfixiante catarata de letras y sexo, sexo, sexo, sexo, sexo...
Alejandra: (Calla de nuevo a la muñeca). Siento mi cuerpo desviado, doctor, inclinado por el peso de lo arcaico y de la carne y por un sentimiento musical. Algo como una olvidada música de palabras que regresa con las olas de la noche.
Alejandra M uñec a:
Hay alguien adentro de ella que la inclina a considerar la música de la noche y la hace sentir que por irremediable que sea la miseria humana… (Alejandra trata de callarla, le tapa la boca, pero la muñeca sigue hablando). Tu canto es inútil. Cantar es la muer... (La hunde en el agua, la mete al horno de gas).
Alejandra:
La noche de la poesía es mi respiración, negra y hermosa, doctor... Pero la enfermedad es mi cuerpo, la incomodidad con mi cuerpo. Lo terrible de ser bella en ciertas partes y horrible en otras. En vez de mis ojos verdes, hermosos y miopes, preferiría un par de ojos castaños y sumamente vulgares. En vez de mis pequeñas caderas suaveme nte redondeadas, quiero un cuerpo derecho y delgado: anguloso, pero sin escoliosis. La desviación de mi columna es imperceptible pero yo la siento, yo la siento, como el clinamen atómico de Lucrecio en que deriva el universo, lluvia inclinada de partículas. Y doctor, si le hablo de mi cuerpo es porque no hay nada más. Soy mi cuerpo. Pero me siento muerta. Hundida en -53-
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él soy el colmo del objeto. La cosa en sí. Ojalá pudiera vivir solamente en éxtasis, haciendo el cuerpo del poema con mi cuerpo. Rescatar cada frase con mis días y con mis semanas. Infundirle al poema mi soplo a medida que cada letra de cada palabra haya sido sacrificada en las ceremonias del vivir. Poema del cuerpo presente. Presencia pura del poema.
Alejandra doc tor :
Está bien, está bién. Ya sé que el poema puede ser la cuchilla para extirparle la infancia podrida que la pudre, el poema es su espejo, como decía el dramaturgo Hamlet. (Le alcanza un espejo). Mírese.
Alejandra:
No hay nada ahí. Creo que estoy muerta. ¿Ha pensado quién se acercará a su cadáver cuando usted muera? Yo a diario pienso: “¿Y quién se acercará a mi cadáver?”.
Alejandra M uñec a:
(Saliendo del agua, del horno). Yoooo, querida. En tu ataúd pondré un espejo por dentro de la tapa, así te verás desaparecer en el aire.
Alejandra:
Ya estoy muerta. Pongan monedas de espejos sobre mis ojos.
Alejandra doc tor:
Señora, usted se parece a mí cuando yo era joven, si yo hubiera sido joven y en esa juventud me hubiera parecido a usted. Yo fui hermoso como ninguno.
Alejandra M uñec a: Lalailalailalaiiiiii. -54-
Ellas y la muerte: Sueño de tres poetas // Carlos Satizábal
Alejandra doc tor:
Señora, tómese estas pastillas y espere a que llegue la noche.
Alejandra lo besa.
13. O f elia en el ag ua Una actriz dice un verso en francés del poema Ophélie de J. A. Rimbaud, el violoncelo le responde con una frase. Otras dos actrices crean con sus movimientos corporales el juego del agua en que flota el hermoso cuerpo ahogado entre flores. Se proyectan formas del agua y el cuadro Ofelia, de Millais, en el que se inspirara Rimbaud.
14. Silvia y Papi. M uer te de Silvia Sobre el piso del cuarto de Silvia una espiral de zapatos negros, de hombre, todos izquierdos: botas militares, zapatos de charol, botas de trabajo, mocasines, botas de jinete, zapatos de cordón, negros zapatos viejos, usados, nuevos, rotos, limpios, sucios, brillantes, opacos. Al lado de la espiral de zapatos una espiral medusa de mangueras que salen todas de la caja negra del gas. En ciertos momentos se proyectarán imágenes de los Rosemberg, de los juicios del general MacArthur contra los intelectuales norteamericanos; imágenes de la guerra de Vietnam, de Woodstock.
Silvia:
Papá, papito... ¿Ahora eres tú quien llega a mi descenso?
Ella, tarareando una antigua melodía infantil alemana, juega la danza de pasar su pie sobre la espiral, como si una leve intención de calzarse alguno de esos -55-
TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selección de dramaturgia 2012
zapatos fuera su impulso; vacila, juega, se detiene en uno, mete la punta de su pie desnudo en la vieja bota militar abierta y la saca en un gesto de huida o de dolor o su equivalencia. En su gesto se revela un doloroso y, al mismo tiempo, un sarcástico y vengador pensamiento.
Silvia:
No papi, tú ya no sirves. Ya-no-sir-ves. Papá, papito, zapato viejo, negro, roto, he vivido en ti como un pie podrido, treinta años, pobre y blanca y deseada, sin atreverme apenas a respirar o a hacer: “Aaaaaachís”.
(Sonríe, ríe). Papi: he tenido... tengo que matarte. (Suena la Grosse Fugue de Beethoven, ella mira el cielo, el aire de la música, escucha). Papá, ¿acaso la Gran Fuga del sordo Beethoven me trae tu voz? ¡Qué silencio misterioso es la música! Todo se hunde en el olvido... Camino sobre ti como sobre conchas de caracol en la playa, cric crac, cric crac, y el mar que ruge en mi memoria muerta. Yo tenía siete años y no sabía nada, solo dibujaba sobre el silencio del mar, cric crac, cric crac. Tu tenías una pierna y una mente prusianas. Zapato viejo, negro, roto. Tuve, tengo que matarte. Papá, papaíto, ¿también eres Cristo bajo los tilos: Unter den Linden? -56-
Ellas y la muerte: Sueño de tres poetas // Carlos Satizábal
(Ella deja caer golpes de su risa, leve, por lo bajo). ¿No dices nada? ¡Habla! (Ella se calza una bota militar). Habla papá, no oigo, ando algo coja de la memoria. (Escucha en el hueco de la otra, luego la arroja, camina y salta por el paisaje de zapatos). Cric, crac, cric, crac, rezaba para recuperarte. (Se detiene, se quita la bota, y le habla a la bota Padre). Mein Vater. Ach du. Ich du. Liebe dich. Kaput. Te invoqué, paso de ganso, papá, mi papito muerto, te llamé en la lengua alemana de tus padres. La lengua se me pegaba a la mandíbula: Ich, ich, ich, ich… Apenas logré articular el canto de las moscas: pero te moriste antes de que me dieras tiempo… (Retuerce la bota como si le torciera el pescuezo). Esto queda de un hombre, de un padre... Pesado como el mármol, bolsa llena de Dios.
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TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selección de dramaturgia 2012
A los veinte traté de morir, para volver, volver, volver a ti. Pero me sacaron de la tumba y me recompusieron con pegamento. Padre, creo que podría ser judía... Con mi madre obediente a tus órdenes y mi abuela gitana y mi suerte rara y mis naipes de tarot y mi belleza americana, deseada y poseída por todos. Y por ellas. Podría ser algo judía... Y puta. Pápa, papi, siempre te tuve miedo, Cada mujer adora a un fascista, con su bota en la cara. Pápa, ya he matado a un hombre, que sean dos: Ya puedes descansar, papá, papito. Ahora todos bailan y patalean encima de ti. Papi, papito, hijo de puta, padre de puta, estoy acabada. Silvia mete su cabeza en la caja negra. Las mangueras de luz se encienden.
15. M uer te de V ir ginia Virginia Una guarda piedras en los bolsillos de su vestido. Camina lentamente y una a una las recoge y las guarda. Lentamente deja en cada paso la huella de sus pies sobre el suelo. Al llegar a la pared transparente del agua se quita su vestido cargado de piedras y lo entrega a Virginia Otra, la viste. Virginia Otra empieza a jugar con el muro de agua: a meter y sacar las manos, la cara, la -58-
Ellas y la muerte: Sueño de tres poetas // Carlos Satizábal
cabeza, las piernas, el cuerpo; a ahogarse. Virginia Sola escribe la carta que le deja a su marido. Virginia Una y Virginia Otra podrían dictar ciertas frases.
V ir ginia S ola:
Queridísimo: tengo la certeza de enloquecer nuevamente. Y esta vez no tendré recuperación. Oigo voces y no me puedo concentrar. Haré lo mejor. Tú me has dado la máxima felicidad posible. Y yo a ti. Pero ahora estas voces terribles... Ya no puedo luchar contra ellas... Sé que estoy destrozando tu vida. Y sé que sin mí podrías trabajar. Y lo harás, lo sé. ¿Te das cuenta? Ni siquiera puedo escribir esto correctamente. No puedo escribir. No puedo leer. Te debo toda la felicidad de mi vida. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bueno. Quiero decirte... Todo el mundo lo sabe: si alguien podía salvarme, fuiste tú. Todo se me escapa, salvo la certidumbre de tu bondad. No puedo seguir destrozándote. No hay dos seres más felices de lo que hemos sido nosotros...
16. M uer te de Alejandra Movimiento posible: en bicicleta, Alejandra hace girar el círculo de la escena. El cigarrillo en la boca, apagado. Sobre el tablado dos Alejandras: las rodillas en el piso, recogidas contra el pecho, la frente apretada contra las pastillas. -59-
TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selección de dramaturgia 2012
Alejandra gira en la bicicleta. Habla.
Alejandra:
Escriban, escriban: es un febrero caluroso, el mes más temido. Mi médico y mi analista se fueron de vacaciones. Llevo cinco meses interna en el Pirovano: locos de todos los cuerpos, locos retorcidos, de todos los colores, las lenguas apretadas contra el paladar y los dientes, sin saliva, tragando la sed de las pastillas. Me encerraron. Mañana saldré. Intenté envenenarme tragando todas mis pastillas y las de los vecinos. Pero nada: solo carbón negro y vómito en la enfermería. Hace un mes, abrí la llave del gas. Quiero morir, doctor. Quiero morir, mamá. Lo quiero con vocación integra. Las palabras son más terribles de lo que sospechaba, papá. Quiero trabajar mucho. Para ti. Para nada. Para ayudarte madre. Sé que escribo bien. Pero escribir no me sirve para que me quieran. El presentimiento se volvió real. Ya no puedo leer. Menos escribir. Solo hablo en voz alta interior. Dicto y las palabras se vuelven piedras. Una catarata de piedras en mi boca. La jaula se ha vuelto pájaro. ¿Qué haré con el miedo? El domingo traté de ahorcarme con un nudo de palabras, de saliva, de mierda. Hoy no dejo de pensar en la muerte por agua. Virginia se puso piedras en los bolsillos del alma y bajó al río. Pero antes escribió la más bella carta de amor. En papel azul, el color del agua. Pero yo ya no quiero ni puedo escribir. A nadie. Escribir es darle sentido al sufrimiento. (Alejandra se detiene, baja -60-
Ellas y la muerte: Sueño de tres poetas // Carlos Satizábal
de la bicicleta). Quién se acercará a mi cadáver y dirá: “¿Estás muerta, Alejandra?”. (Leve, muy leve, en ritmo de tango, muy lento, vuelve el tema del violoncelo, con un piano. Lento crescendo. Alejandra prende una cerilla, mira a las otras, se acomoda). Aunque no lo escuche, lo sabré, algo en mí lo sabrá. Algo en mí esperó demasiado tiempo, como para no oír la pregunta: “¿Estás muerta?”. Temo no saber cómo sonreír a la visitante. Sigue la música. Los tres cuerpos forman una figura, quizá un triángulo, cada uno en su vértice. Cada boca aspira un cigarro apagado, al unísono, fuerte, temblorosa. Y exhala violentamente. La otra mano agarra un vaso. (De los tres, quizá sólo uno tiene licor. Quizá los tres). Cada cuerpo lleva suave y lentamente su vaso por encima de la cabeza hasta dejarlo al lado contrario, en el piso. Vuelve el cigarro a la boca. Los cuerpos giran, quedan en diagonal, el vaso al frente. Aspiran el humo imaginario. Cae ceniza. El torso reacciona, hacia atrás: la cabeza cambia la mirada al lado contrario y de ahí, desde el codo izquierdo, con delicado impulso, el cuerpo se eleva en un suave movimiento y queda de rodillas. Cada boca exhala contra su vaso mientras lentamente un pie lo empuja hacia adelante. Con el movimiento quedan cara a cara contra el piso, a la altura del vaso. Cada cuerpo se recoge en posición fetal, abiertos los ojos tras el cristal. El cigarro cae de la mano derecha que recoge pastillas del suelo y las lleva a la boca. Duermen. Sube la música. Entra la proyección de Buenos Aires: la costanera, el Río de La Plata. Ellas se levantan, lentamente. Alejandra Una se cambia en Silvia, Alejandra Otra en Virginia. Se cambian: miran el puerto, la Avenida Corrientes, el Obelisco, la Universidad, el Cementerio, el Río de La Plata, los barcos que parten; escuchan los ruidos de la ciudad. Silencio... Otras luces. -61-
TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selección de dramaturgia 2012
17. Diálogo f inal de las tre s poet as Silvia:
Creí encontrar en este otro lado la voz, el cuerpo pequeño de Emily Dickinson, su pelo rojo incendiando la eternidad. Pero solo tengo el recuerdo de sus versos… en la voz de Ted. Ah... No hay nada. No hay nadie.
Alejandra:
También yo. Tal vez como ella hemos escuchado una voz que nos llama.
V ir ginia:
¿A este desierto?
(Ríen).
Silvia: (Recuerda el poema de Emily Dickinson). “¿Por qué has muerto?”, preguntó el recién llegado.
Alejandra:
Por el Amor. Dijo.
Silvia:
Yo por la Belleza.
Alejandra:
Entonces somos hermanas.
Silvia:
Y una al lado de la otra conversamos como allegados hasta que el musgo pobló nuestros labios.
Alejandra:
Los indios del Titicaca al morir van a un sitio igual al que dejaron pero más bello, luminoso, florecido. El Ajayu…
V ir ginia:
Ayayu...
Alejandra:
A-ja-yu
-62-
Ellas y la muerte: Sueño de tres poetas // Carlos Satizábal
V ir ginia:
Ajayu. Hermosa palabra. A-ja-y-u.
(Pausa).
V ir ginia:
Siento muy solo este desierto. Hace un momento vi las sombras de mis amigos discutir conmigo, allí, bajo el cielo de Bloomsbury, esperan mi respuesta. Y yo espero que hablemos hasta el amanecer sin temor a las bombas ni a las sirenas ni a que las bombillas comiencen a titilar hasta apagarse bajo el estruendo. Ni a la mirada dulce de Leonard...
Silvia:
¿Te viste con ellos?
V ir ginia:
Y el jardín de la infancia.
Silvia:
Yo veo un jardín y mi piel seca como la corteza de un árbol de invierno, las hojas esparcidas en la hierba, mis recuerdos se pierden en las voces de otros que repiten mis palabras. Ted es ahora un héroe literario. Vive de mi muerte. Con las cartas de cumpleaños que me envió cada año después de mi partida, hizo su libro más premiado.
Alejandra:
Yo veo el frío en los ojos, la esperanza perdida que dejamos. Me pregunto si mi partida atormentará a los que me quieren. A mi pobre doctor. A mi hermana, con su pelo rojo como el de Emily.
Silvia:
¿Partida? Es muy leve esa palabra para nombrar la muerte por propia mano.
Alejandra:
Como Yocasta y Antígona partieron y siguen aquí, con ellos, con nosotras.
-63-
TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selección de dramaturgia 2012
Silvia:
No. Ellas se cortaron el aire con el nudo de unos lazos. Tú elegiste el sueño de las pastillas...
Alejandra:
Es como cortarse las venas en la bañera y dormir. Es igual: da sueño. Ves colores.
V ir ginia:
Ofelia vio un bosque pintado en el agua. Y Madame Karenina el alma blanca atravesada por la frialdad del hierro.
Silvia:
Prefiero el agua. Aunque el ahogo… Pero arrojarse a un tren como Ana Karenina en su estación de invierno… es demasiado… estridente, no sé… y la nieve... sangriento, una imagen violenta, trágica. (Mira al aire, les habla). No tarden, amigas… Pero el agua… el agua es tan generosa. Tan bella. Tan humana. Mi perro la cruza como una hoja que va de una a otra orilla.
V ir ginia:
Pero tú, ¿meter la cabeza en un horno? Donde hacen las tortas. Los asados. No sé...
Silvia:
Da sueño. Te duermes y llegas aquí.
Alejandra:
Habría podido llegar una de nosotras con su cigarro en la boca y… (Hace el gesto del estallido). Parece que buscaras el infierno.
V ir ginia:
O ser adobada y devorada en un memorable banquete por los hambrientos. (Ríen).
-64-
Ellas y la muerte: Sueño de tres poetas // Carlos Satizábal
V ir ginia:
Y mira a dónde llegamos. No hay nada. Nadie. O apenas sombras que quizá pronto se vuelvan voces y cuerpos. Como tu Ajayu, Alejandra.
Silvia:
El infierno es el frío del invierno más blanco y helado, sin amor. La desolación. Y el hambre y la caca y el llanto de los niños. Sí, el horno era el anhelo de un poco de calor. Huir del invierno. Y dormir.
Alejandra:
Como las pastillas y el gas, el frío también da sueño. Lo soldados de Napoleón se dormían entre la nieve rusa. Invierno del alma.
V ir ginia:
El zar no hizo un solo disparo. Algunos prefieren la guerra para matarse. (Ríen).
Silvia:
(A Alejandra). ¿Y tú? Intentaste todas las formas.
Alejandra:
Como todas. Quien no ha considerado todas las formas de matarse aún no ha vivido… (Ríen).
Alejandra: (A Virginia). ¿Dicen que de niña saltaste por una ventana? V ir ginia:
Pero era demasiado baja. Solo logré unos moretones y reír todos los años, al recordarlo.
Silvia:
Hasta encontrar el río. Tu vocación son las piedras en el agua.
V ir ginia:
Y las voces… (Se sonríe).
Silvia: (A
Alejandra). ¿Y tú? Ah, las pastillas. Dulce veneno de la psiquiatría. En el hospital siempre las preferí a la electricidad: los malditos choques eléctricos, quedas como un saco vacío, un agujero baboso, nada. Pero las -65-
TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selección de dramaturgia 2012
pastillas son…
V ir ginia:
La química es demasiado artificial. Prefiero el agua y las piedras. O el tren de Ana o el nudo... Alejandra canta y baila el rock and roll de su canto.
Alejandra:
Ella amaba las pastillas: verdes, rojas, amarillas. La encontraron fría en la farmacia… (Ríen).
Silvia:
Creí encontrar aquí la voz, el cuerpo pequeño de Emily Dickinson, su pelo rojo incendiando la eternidad.
Alejandra:
También yo. Tal vez como ella hemos escuchado una voz que nos llama, como tú.
V ir ginia:
¿A este desierto? Silencio. Lentamente cae la oscuridad final, la última luz en desvanecerse sale de adentro de sus vestidos.
FIN
-66-
Carlos Satizรกbal
(68)
D
ramaturgo, poeta, director, actor, músico y ensayista. Maestro en Escrituras Creativas de la Universidad Nacional de Colombia. Su tesis de grado, la obra La muerte o cómo enterrar al padre, obtuvo méritos académicos y fue publicada enAntología teatral I. Cofundador con Patricia Ariza, Marina Gil y otras compañeras del grupo Tramaluna Teatro. Asesor en diseño sonoro del Teatro La Candelaria. Profesor asociado de la Universidad Nacional de Colombia: ha coordinado el área de dramaturgia para la maestría en Escrituras Creativas y dirige el taller de dramaturgia de la Escuela de Cine y TV. Conferencista y profesor invitado en diversos foros artísticos y académicos nacionales e internacionales — Universidad de Minnesota, Universidad de Toronto, Universidad Andina Simón Bolívar, FIT de Cádiz, Brown University, entre otros. Con el grupo Trama Luna Teatro escribe y dirige las obras: La Libertadora: amor de Manuela y Simón o sueño de un país no fundado; Borges, el Otro, el Mismo; Antígona y Actriz; Nuevas Masculinidades: una conferencia de actor; Hombre que soñó parir una niña por el ombligo; entre
otras. Con varios de estos montajes se presenta en diversos escenarios nacionales e internacionales. Por su libro La llama inclinada recibe en el 2012 el Premio Nacional de Poesía Inédita, premio publicado por la Tertulia Literaria Gloria Luz Gutiérrez y el Ministerio de Cultura. Publica ensayos sobre teatro, filosofía, poesía, estética y política en diversas revistas nacionales e internacionales. Participa en procesos de creación teatral con población desplazada y víctimas de la guerra en Colombia; y trabaja en el Festival de Teatro Alternativo y en el Festival Mujeres en Escena por la Paz —proyectos culturales organizados por la Corporación Colombiana de Teatro (CCT). Crea videoacciones en vivo para medios fluyentes con el Hoeksteen Live de Amsterdam. Realiza acciones poéticopolíticas con Patricia Ariza y los grupos de la CCT. Como director y dramaturgo ganó la beca Arte y Memoria 2013 para el montaje de Antígonas, conTramalunaTeatro, mujeres de la Unión Patriótica, algunas de las madres de Soacha y reconocidas abogadas defensoras de derechos humanos.
(69)
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Centinelas John Eyder Artunduaga
- Segundo puesto -
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Centinelas // John Eyder Artunduaga
Para María Ruby, Luis Adonis y Diana Melissa, mis fuerzas eternas.
El c aballero inexistente Ya suena la media noche, El espectro vendrá en sueños A decirnos la verdad. El caballero inexistente Uno es ninguno, Dos es repetición, Tres es el final de una serie Cuatro es el inicio de una serie infinita.
Alonso Alegría
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Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Per sonaje s Francisco, un hombre de cabello y barba negra. Bernardo, un hombre rubio y de aspecto gracioso. Fortimbras, príncipe de Noruega. Músicos
T iempo El de la representación.
Lugar Puesto de observación en la terraza de un viejo castillo.
D ecorado Telón de fondo: simula un cielo nocturno. Piso del escenario: fondo, oscuro. Centro, cuadros blancos y negros. Proscenio, blanco. Puesto de observación: torre de vigilancia, ubicada en el costado centro-izquierdo del espectador. La escalera de la torre parte del costado izquierdo hacia el centro de la torre. La ventana da hacia el público. Bandera blanca en la punta de la torre.
Ve stuario ESCENA I y II (74)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
Francisco y Bernardo visten de blanco como soldados medievales. ESCENA III Francisco y Bernardo visten como cómicos. ESCENA IV Francisco y Bernardo visten como soldados contemporáneos. Fortimbras viste de negro como un gran rey medieval. Músicos visten de blanco, negro y gris.
R itmo y puntuación Una “Pausa” es más larga que un “Tiempo”, pero bastante más corta que un “Silencio”. Los puntos suspensivos “...” indican una frase dejada inconclusa. Un guión “—“ indica una interrupción.
M úsic a (Composición original). ESCENA I y II Tambor, guitarra acústica y oboe. ESCENA III Tambor, guitarra eléctrica y saxofón.
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Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
ESCENA IV Tambor, guitarra acústica y oboe. Solo tambor.
Iluminación Las condiciones lumínicas deben dar la impresión de medianoche fría y espectral, sin ello decir que hay oscuridad. Se recomienda usar gama de colores azul para luz general y blanca para puntuales. Cuando se realiza un apagón de luz debe ser total.
* * * E SCENA PR IM ER A Música. Luz sobre el puesto de observación. Aquí se halla Francisco, fuma mientras escribe en una pequeña mesa durante un largo tiempo. Resaltan ciertos objetos como un gran cenicero de cerámica, paquetes de cigarrillos y de fósforos, botellas de vino por la mitad o vacías, una lámpara de escritorio, algunos libros y una calavera. Tras sonar doce campanadas, entra Bernardo por la derecha del espectador llevando una linterna que no funciona bien. Hay mucha neblina. Se mueve un rato como si estuviese buscando algo, pero sin encontrar nada: a veces andando, a veces a gatas. Finalmente llega al centro del proscenio. Francisco, al verlo, baja del puesto de observación, prende y apaga varias veces su linterna. (76)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
B ernardo:
¿Quién va?
Francisco:
No, contesta tú. Detente y descúbrete.
B ernardo:
¡Viva el rey!
Francisco y Bernardo se apuntan con el haz de luz, despacio, desde los pies hasta la cabeza, descubriéndose el uno al otro.
Francisco:
¿Bernardo?
B ernardo:
El mismo.
Francisco:
Llegas muy puntual a tu hora.
B ernardo: Acaban de dar las doce, vete a la cama, Francisco.
Francisco:
Por este relevo, muchas gracias. Hace un frío que pela y estoy desalentado.
B ernardo:
¿Tuviste una guardia tranquila?
Francisco:
No se movió un ratón.
B ernardo:
Bueno, buenas noches. Si te encuentras a Horacio y Marcelo, los compañeros de mi guardia, diles que se den prisa.
Francisco:
Me parece escucharlos. Alto: ¿quién anda ahí?
Silencio. Nadie responde.
(77)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Francisco:
Dije: “¿Quién anda ahí?”.
Silencio. Nadie responde. Francisco y Bernardo se miran sin saber qué hacer.
Francisco:
Horacio y Marcelo nunca llegan a tiempo. Quizá se han retrasado por la neblina. Ya aparecerán.
La luz blanca crece en intensidad iluminando un poco más el escenario.
Francisco:
Y… ¿Cómo has estado Bernardo?
Bernardo, nerviosamente petrificado, sólo mueve la cabeza en respuesta afirmativa.
Francisco:
Hombre de pocas palabras. Bueno, veo que has estado bien. Dime: ¿apareció otra vez esta noche —
B ernardo:
(Temblando y pálido). No he visto nada.
Francisco:
Según Horacio, es solo nuestra fantasía: no se deja ganar por la creencia en cuanto a esa visión horrible que hemos visto dos veces; por eso le invite a venir con nosotros a velar los minutos de esta noche para que, si otra vez la aparición viniera, dé fe de nuestros ojos y le hable.
B ernardo:
Esta noche pasada, cuando esa misma estrella al oeste del polo había hecho su curso para ir a iluminar esa parte del cielo donde ahora está ardiendo, Marcelo y yo, al dar la una —
(78)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
Francisco:
Silencio, cállate: creo que ahora si me parece escucharlos. Alto: ¿quién anda ahí?
Silencio. Nadie responde.
Francisco:
Me pareció haberlos visto. Quizá ya estén cerca. Iré a ver qué es lo que pasa.
B ernardo:
(Tomando a Francisco del brazo). No debéis ir señor.
Francisco:
Quita tus manos.
B ernardo:
Haced caso, no debéis ir.
Francisco:
El destino me llama.
Francisco sale. bernardo, sin saber qué hacer, observa al público un poco inquieto. Tras larga pausa, Francisco entra.
Francisco:
El aire corta como una navaja: hace un gran frío.
B ernardo:
¿Y?
Francisco:
Nada. Nunca llegan a tiempo y nos dejan aquí, esperando.
B ernardo:
Esperando.
Francisco:
Nunca aparecen a tiempo.
B ernardo:
Nunca.
Francisco: Y nos dejan aquí, un buen rato, en la penumbra. (79)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
B ernardo:
Un buen rato.
Francisco:
No tardarán en aparecer.
B ernardo:
No tardarán.
Pausa larga.
B ernardo:
¿Tienes un cigarrillo?
Francisco:
Sí, ten.
Francisco y Bernardo encienden sus cigarros y fuman.
B ernardo:
(Fumando con gran placer). ¡Ah…! ¿Y qué hacemos ahora?
Francisco:
No podemos irnos, estamos esperando.
B ernardo:
¿A quién?
Francisco: A Horacio y Marcelo. B ernardo: Ah, menos mal. Francisco:
¿Menos mal, qué?
B ernardo:
Nada, pensé que dirías otra cosa.
Francisco:
(Fumando). ¿Otra cosa?
(80)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
B ernardo:
Sí, pensé que dirías: “Esperamos al espectro de Godot”. Y me dije: “Ahora sí la cagamos, ya confundimos todo”.
Francisco:
(Tosiendo el humo, alterado). ¡Bernardo, qué dices!
B ernardo:
Pues no lo sé. No soy bueno para improvisar. Me da escalofríos con solo pensarlo.
Francisco:
No es cuestión de saber o no, es cuestión de profesionalidad. No se puede decir cualquier cosa.
B ernardo:
¿Ah no? Yo pensé que en el teatro —
Francisco:
¿No te das cuenta? Somos un componente fundamental.
B ernardo:
¿Fundamental? ¡Por favor! Tú y yo, no deberíamos seguir aquí. Tan solo somos extras. ¡Esta no es nuestra historia!
Francisco:
No digas eso.
B ernardo:
Pero si es la verdad.
Francisco:
(Apagando su cigarrillo). ¿Y el espectáculo?
B ernardo:
(Fumando tranquilamente). Me importa una mierda el espectáculo.
Francisco:
¡¿Qué te importa una mierda el espectáculo?! ¿Cómo puedes (81)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
decir eso, después de que esta gente ha pagado su entrada para escuchar a Shakespeare?
B ernardo:
Me importa una mierda Shakespeare. Nunca leí la obra completa, sólo leí mis escenas, ¡igual que tú! ¿O acaso te vas a dar como un erudito de Shakespeare?
Francisco:
Mira, con Shakespeare no te metas.
B ernardo:
¿Has leído toda la obra? Dime, ¿te has leído toda la obra?
Francisco:
No.
B ernardo:
¿Ves lo que digo?
Francisco:
Gracias por hacerme quedar como un imbécil delante de toda esta gente.
B ernardo:
No te preocupes, nadie nos escucha. ¡Míralos!
Francisco y Bernardo observan al público.
B ernardo:
Puedes decir lo que quieras, ya nadie escucha nada. Esta gente no viene a ver la historia de Hamlet, viene a verse a sí misma en una especie de fetichismo. (A Francisco). Podrías recitar el gran monólogo de Shakespeare que ya nadie se emocionaría, saben demasiado. (A público).
(82)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
Solo vienen al teatro a matar el tiempo en un acto íntimamente burgués.
Francisco:
Pero ¿qué pretendes hacer? ¿Destruir el espectáculo?
B ernardo:
(Subiendo al puesto de observación). Sí, ¿por qué no? Podría ser nuestro momento para crear lo que siempre hemos soñado: (Abriendo los brazos). ¡Nuestra verdadera libertad creativa!
Francisco:
¿Libertad creativa? (Reflexionando). ¿Libres para crear qué? ¿Cómo podríamos crear algo?
B ernardo:
No lo sé. En el teatro no hay reglas.
Bernardo fuma.
Francisco:
Es cierto. Sabes, ahora que lo pienso, siempre he querido recitar el monólogo de Hamlet.
B ernardo:
El de… ¿Ser o no ser?
Francisco:
Sí.
(83)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
B ernardo:
¿Por qué? Ese monólogo es lo más estúpido de la obra.
Francisco:
No lo sé. A veces siento que ese monólogo resume el conflicto de todos los espíritus humanos frente a la verdadera libertad del ser.
B ernardo:
He ahí el dilema del hombre: “Creer que se puede ser libre”. (Bajando del puesto de observación). Bueno, puedes hacerlo ahora.
Francisco:
¿Ahora?
B ernardo:
Sí, ahora. Este podría ser tu momento.
Francisco:
Presenté el casting para Hamlet con ese monólogo, pero el director me dijo: (Impostando la voz). “No cuentas con lo dubitativo del personaje. “Francisco” es lo tuyo, harás muy bien ese papel”. (Con su voz). Y allí quedó mi ilusión del protagónico. Hamlet se lo dieron a un actor cuarentón de televisión, un tal.... no recuerdo el nombre.
B ernardo:
(Tomando aire). Bueno, puedes hacerlo ahora que nos hemos adueñado del
(84)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
espectáculo. Al parecer no hemos improvisando tan mal sino ya nos hubieran bajado a tomates.
Francisco:
Esas épocas ya pasaron.
B ernardo:
Ni tanto, en algunos teatros aun conservan la costumbre.
Francisco observa al público un poco inquieto.
B ernardo:
Bueno, entonces… ¿Quieres aprovechar para decirlo ahora?
Francisco:
¿Ahora?
B ernardo:
Sí, ahora.
Francisco:
No lo sé. ¿Crees que pueda gustarles mi interpretación?
B ernardo:
¿A quiénes?
Francisco:
Pues al público. ¿Crees que pueda gustarles?
B ernardo:
Francisco, el público es lo de menos.
Francisco:
No me llamo Francisco, me llamo Bernardo.
B ernardo:
¿Cómo?
Francisco:
Mi nombre es Bernardo.
B ernardo:
¿El de la persona o el actor?
Francisco:
¿No es lo mismo? (85)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
B ernardo:
Hay actores que no son personas y hay personas que no son actores.
Francisco:
La persona.
B ernardo:
¡No puede ser!
Francisco:
¿Qué?
B ernardo: Yo me llamo Francisco. Francisco:
¿La persona o el actor?
B ernardo:
La persona.
Francisco:
¡Qué extraña coincidencia! Solo hasta ahora conocemos nuestros verdaderos nombres. Para mí siempre fuiste Bernardo.
B ernardo:
Lo mismo puedo decir. Para mí siempre fuiste Francisco.
Francisco:
Quizá algún día podamos cambiar y actuarnos a nosotros mismos.
B ernardo:
Huy, ¡no! No digas eso.
Francisco:
¿Por qué?
B ernardo:
Me agobiaría muchísimo el hecho de pensar ser lo que se supone soy. Además, el hecho de pensar que como persona algo ya está escrito de antemano y, por tanto, lo que se diga como actor terminará, inevitablemente, siendo una representación de lo que se supone es presentación de mí mismo, es decir: yo no debería representarme, yo debería ser,
(86)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
pero, al hacer teatro, me represento a mí mismo en un intento por teatralizar lo que soy. ¿Me entiendes? Como si realmente nunca fuera yo en mi estado natural del ser sino otro yo alterado por lo premeditado del texto. No, definitivamente no. Créeme, es algo muy complicado.
Francisco:
Es curioso.
B ernardo:
¿Qué?
Francisco: Todo. B ernardo:
¿Todo?
Francisco:
Sí, todo.
B ernardo:
Pero pues, ¿qué es todo?
Francisco: Todo esto. Que estemos aquí representando una obra y que al mismo tiempo seamos nosotros mismos, tú y yo, quienes se presentan en ella.
B ernardo:
Sí, tienes razón.
Francisco:
¿Sabías que Shakespeare le dio nombre a esta obra en honor a su hijo muerto?
B ernardo:
No.
Francisco:
Se llamaba Hamnet en vez de Hamlet. Fue su único hijo varón. Murió a los once años de edad por causas desconocidas. Curioso, ¿no? Supongo que debió ser una (87)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
terrible obsesión para él, ¿no crees?
B ernardo:
Sí, supongo que sí.
Francisco: A propósito de obsesiones. Ayer escuche decir en camerinos, antes de función, que: Hamlet dice ser “Hamlet”. ¿Puedes creerlo? Hace dos noches pasadas, lo vi corriendo desnudo por los baños, asustando a las mujeres y gritando: “¡Mataré al rey! ¡Mataré al rey!”. Pobre tipo.
B ernardo:
¡Ah! Los artistas y sus obsesiones.
Francisco:
¡Qué va! Ese tipo lo único que quiere es llamar la atención. Si sigue así, lo más probable es que le busquen remplazo pronto.
B ernardo:
Quizá por eso está pasando todo esto ¿No crees? Quizá salió corriendo ante el insoportable peso del personaje, buscando alguna isla desierta que lo ayude a saber quién es. No creas que la carga dramática es sencilla. “Hamlet” es difícil para cualquier actor. O acaso crees que para él no debió ser una terrible obsesión también. Es que esto de interpretar las tragedias de Shakespeare no es nada sencillo.
Francisco:
Sí, pero... ¿Tanto, para que todos nos dejen aquí, tirados?
B ernardo:
Es cierto, Horacio y Marcelo deberían dar la cara.
(88)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
Francisco: Tú sabes que ellos no son buenos para improvisar, les cambias una línea y se creen perdidos.
B ernardo:
¡Malditos cobardes!
Francisco:
La función siempre, de alguna forma, debe continuar. Con ellos o sin ellos debemos continuar.
B ernardo: Tienes razón. ¿Aun quieres hacer el monólogo? Francisco:
Sí. (Dudando). Supongo que sí.
Bernardo sube corriendo al puesto de observación.
B ernardo:
Maestro, manos a la obra.
Francisco sale.
B ernardo:
Ahora estoy solo. (Bebiendo vino). ¡Ah qué bribón y vil granuja soy! ¿No es monstruoso que un actor como este, solo en una ficción, solo en el sueño de una pasión, pueda forzar su alma de tal modo que por su efecto palidezca todo su rostro, haya en sus ojos lágrimas y desvarío en su expresión, se le quiebre la voz y todas sus funciones se ajusten con sus formas a su idea? ¿Y todo eso por nada? ¿Por (89)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Hécuba? ¿Qué es para él Hécuba, o qué es él para Hécuba, para que pueda él llorar por ella? ¿Qué haría si tuviera los motivos y la consigna para la pasión que tengo yo? Una silla es lanzada violentamente desde el lateral derecho a mitad de escena.
B ernardo:
¡Maldita sea! ¿Qué es lo que estás haciendo?
Francisco:
(Fuera de escena). ¿No lo acabas de ver? He tirado una silla.
B ernardo: Ya deja la payasada. No me parece chistoso lo que acabas de hacer. Francisco entra.
Francisco:
(Riendo). ¿Quién dijo que era un chiste?
B ernardo:
Entonces, ¿por qué lo hiciste?
Francisco:
Es la comedia el medio que se traza para tender al alma del monarca un lazo. ¡Comedia, Bernardo, comedia! ¿No crees que si Hamlet está ante su mayor dilema, debería estar activamente muy alterado? Es dramatismo Bernardo, al público le gusta lo teatral.
B ernardo:
Déjate de pendejadas. Ni siquiera el público sabe lo que quiere. Ellos aplauden cualquier cosa que los entretenga.
(90)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
¡Vamos! (Bajando del puesto de observación). Recita el parlamento, te lo ruego, como te lo pronuncié yo, con agilidad de la lengua. Pero si lo vociferas me parecería como si hubiese pronunciado las líneas el pregonero. Tampoco cortes demasiado el aire con las manos así, (Realiza un tosco movimiento de la mano). Sino hazlo todo con suavidad, pues en el mismo torrente, tempestad, y podría yo decir, torbellino de la pasión, debes conseguir y tener templanza para dar al texto mayor suavidad. Ay, me duele hasta el alma oír a un robusto individuo con peluca hacer pedazos una pasión, dejarla en verdaderos jirones para romperle los oídos al vulgo del corral que, en su mayor parte, no atiende nada, salvo a las pantomimas inexplicables y al ruido. Te ruego evites eso.
Francisco:
Se lo garantizo a Vuestra Señoría.
B ernardo:
(Sentando a Francisco en la silla). No seas tampoco demasiado manso, sino que tu propia discreción sea tu tutor. Adapta la acción a la palabra, la palabra a la acción, con esta observación especial: pues todo lo que así se exagera se aleja del propósito de la actuación, cuyo fin, lo mismo al principio que ahora, fue y es, presentarle como quien dice un espejo a la naturaleza, mostrar a la virtud sus propios rasgos, al desdén su propia imagen y a la edad y al cuerpo mismo del tiempo su forma y su sello.
(91)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Francisco:
Espero haberlo corregido.
B ernardo:
Oh, corrígelo del todo. Id a preparaos.
Francisco: Ya estoy preparado. B ernardo:
¿Y por qué no has empezado?
Francisco:
Pues tú iniciaste con ese tedioso monólogo, acerca de Hamlet y sus actores, y no me has dejado representar.
B ernardo:
Es cierto, lo siento. Soy el segundo peor enemigo de la obra.
Francisco:
¿El Segundo? ¿Y quién es el primero?
B ernardo:
El director.
Francisco:
¡Ah! ¿Y el tercero?
B ernardo:
El público.
Francisco:
(Sospechosamente). ¿Y el cuarto?
B ernardo:
No lo sé. Sólo espero que no sea mi compañero de escena.
Francisco: Ten por seguro que no. B ernardo:
Sabes, debo confesarte algo.
Francisco:
¿Qué?
B ernardo: Yo también alguna vez he querido ser “Hamlet”. (92)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
Francisco:
¿Ah sí? Creo que lo acabo de notar. Bueno, y… ¿Por qué no presentaste el casting?
B ernardo:
Creo que no soy un hombre de acción. No lograría interesar.
Francisco:
¿Qué dices? Tú serias un muy buen “Hamlet”. Siempre he admirado mucho tu trabajo.
B ernardo:
Gracias, yo también he admirado mucho el tuyo.
Francisco:
Gracias.
B ernardo:
En especial aquella interpretación que hiciste de Julio César. Magnífica.
Francisco: Tú estuviste maravilloso en Macbeth. B ernardo:
¿La viste?
Francisco:
Claro que sí, muy buenas críticas.
B ernardo:
Fue un montaje con una producción muy pobre pero logramos sacarla adelante. ¿Sabías que la chica que hacía la dama de honor de Lady Macbeth, se acostó con el productor y por eso está ahora interpretando a Ofelia en esta versión? Dicen que será la próxima actriz revelación de seguir así. A mí me parece un poco flacuchenta, ¿no crees? Aunque debo confesar que tiene unas piernas —
Francisco:
(Incómodo). Creo que… deberíamos volver a lo nuestro, ¿no crees? (93)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
B ernardo:
Sí, lo siento, tienes razón. Lamento haberte interrumpido, ¿quieres volver a comenzar?
Francisco:
Sí, por favor.
B ernardo:
Sólo recuerda: es el proceso lo que interesa.
Francisco:
Lo tendré en cuenta.
B ernardo: Y no olvides mantener viva la acción contraria. Francisco:
Presente estará.
B ernardo:
Enfatiza con especial cuidado en los verbos de acción.
Francisco:
¿Puedo comenzar?
B ernardo:
Pido perdón, señor, os he hecho agravio. Más perdonadme, puesto que sois un caballero. Ya los aquí presentes saben, y vos debéis haberlo oído, cómo fui castigado con amargo desvarío. Lo que hice, y que pudo airadamente sublevar vuestra naturaleza, vuestro honor y desaprobación, proclamo aquí que fue por locura.
Francisco: Ya has vuelto a desvariar. B ernardo:
Lo siento, esto de improvisar no se me da muy bien. Ya no diré más. Lo prometo. Puedes comenzar.
Bernardo sube al puesto de observación, donde observa atentamente a Francisco. (94)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
Francisco:
(Parándose de la silla). Ser o no ser, de eso se trata; (Camina lentamente en círculos alrededor de la silla). si para nuestro espíritu es más noble sufrir las pedradas y dardos de la atroz fortuna o levantarse en armas contra un mar de aflicciones y oponiéndose a ellas darles fin. (Para). Morir para dormir, no más; ¿y con dormirnos decir que damos fin a la congoja y a los mil choques naturales de que la carne es heredera? (Se sienta). Es la consumación que habría que anhelar devotamente. Morir para dormir. Dormir, soñar acaso; sí…no. No, no, no. Alto, ilusión.
Francisco, cortando enérgicamente su representación, se para alterado de la silla.
B ernardo:
¿Qué pasa, Bernardo?
Francisco:
(Alterado). ¡Es el sueño de la muerte!
B ernardo:
Detente y háblame. (95)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Francisco:
No, no puedo, no puedo. Me es imposible continuar.
B ernardo:
¿Por qué? ¿Qué pasa?
Francisco:
No puedo persistir en esto.
B ernardo:
Háblame, háblame, tranquilo.
Francisco:
(Calmándose). Siento que Shakespeare me queda grande. Que no lo puedo hacer.
B ernardo:
¿Te has vuelto loco? Si ibas lo más de bien.
Francisco:
No puedo, lo siento. No puedo ser Hamlet.
B ernardo:
Pero ¿por qué? ¿Qué pasa? Debes encontrar una explicación razonable.
Francisco:
¿Es que no te das cuenta de lo que está pasando? ¿No te das cuenta que seguimos haciendo la misma obra? ¿Que todo esto es una ficción, una comedia? ¿Que esto no es real? ¿Que no hemos hecho nada diferente? ¿Que seguimos recitando las palabras de otros y no las nuestras?
B ernardo:
Pero ahora es diferente, hemos hecho nuestra propia versión.
Francisco:
Eso es falso, seguimos haciendo la obra de Shakespeare.
B ernardo:
Bueno, pero entonces, ¿qué propones?
(96)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
Francisco:
Matar a Shakespeare. No hacerlo más. Dejarlo descansar y buscar nuestra verdadera libertad creativa. Nuestra propia obra.
B ernardo:
(Bajando del puesto de observación). Tienes toda la razón.
Francisco:
¿Qué te parece si volvemos al principio?
B ernardo:
¿A tu monólogo?
Francisco:
No.
B ernardo:
¿A lo de “Quién va”?
Francisco:
No, a nuestro propio principio.
B ernardo: Y…
¿Cuál es?
Francisco:
Pues aun no lo hemos hecho.
B ernardo:
Deberíamos empezar.
Francisco: Tienes razón. B ernardo: A las armas. Francisco: Ya olvida lo de las armas. Maldita sea, ya no somos centinelas. B ernardo:
Entonces, ¿qué somos?
Francisco:
Lo que queramos. Menos dos personajes shakesperianos. (97)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
B ernardo: Toda mi vida he querido actuar y ahora que tengo la oportunidad no puedo hacerlo.
Francisco:
(A público). Estimado público: comenzaremos de nuevo.
B ernardo:
¿Nuevamente comenzar?
Francisco:
Entonces, ¿qué propones? ¿Que sigamos desde donde estamos? Venga, no perdamos el tiempo. El público empieza a impacientarse. Tú derecha y yo izquierda.
B ernardo:
Mejor yo izquierda y tú derecha
Francisco : Como quieras. Francisco sube al puesto de observación. Bernardo sale. Oscuro.
* * * E SCENA SEGUN DA Música. Francisco en el puesto de observación. Tras sonar doce campanadas, entra Bernardo al escenario llevando una linterna que no funciona bien. Hay mucha neblina. Se mueve un rato como si estuviese buscando algo pero sin encontrar nada: a veces andando, a veces a gatas. Finalmente llega al centro del proscenio donde encuentra la silla. Francisco, al verlo, baja del puesto de (98)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
observación, prende y apaga varias veces su linterna.
B ernardo:
(Sentándose). ¿Quién va?
Francisco:
No, contesta tú. Detente y descúbrete.
B ernardo:
¡Viva el rey!
Francisco y Bernardo se apuntan con el haz de luz, despacio, desde los pies hasta la cabeza, descubriéndose el uno al otro.
Francisco:
¿Bernardo?
B ernardo:
¿Francisco?
Francisco:
El mismo.
B ernardo: Yo también. Francisco:
¿Cómo?
B ernardo:
Que yo también soy el mismo.
Francisco:
¿El mismo qué quien?
B ernardo:
El mismo que yo.
Francisco:
¡Ah bueno! Menos mal. Llegas muy puntual a tu hora. ¿Qué hora es?
B ernardo: Acaban de dar las doce. (99)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Francisco:
Puntuales como siempre.
B ernardo:
Como siempre.
Francisco: Yo sabía que contigo se podía contar. En cambio, Horacio y Marcelo nunca llegan a tiempo.
B ernardo:
Nunca.
Francisco: Afortunadamente siempre recordamos las linternas. B ernardo: Afortunadamente. ¿Tuviste una guardia tranquila? Francisco:
No se movió un ratón.
B ernardo:
Qué bueno, esto del espectro empezaba a preocuparme.
Francisco:
Sí, a mí también.
B ernardo:
Pensé por un breve instante que esta escena se convertiría en una repetición y me dije: “Nunca podremos ser libres, nunca podremos salir de aquí”. Pero no lo es, ¿no es cierto? Esto no es una repetición, ¿o sí?
Francisco:
(Preocupado). Dime que has venido a improvisar, que por eso estás aquí. Dímelo por favor. (Sacudiendo a Bernardo de los hombros). ¡Dímelo! ¡DÍMELO!
(100)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
(Soltándolo). ¡Maldita sea! Somos una repetición.
B ernardo:
¿Y ahora qué hacemos?
Francisco:
Debemos intentarlo nuevamente. Es necesario volver a comenzar.
B ernardo: Tienes razón. Francisco:
¡Vamos! No perdamos más tiempo. Tú derecha y yo izquierda.
B ernardo:
Mejor yo izquierda y tú derecha.
Francisco:
Como quieras.
B ernardo:
Espera.
Francisco:
¿Qué pasa?
B ernardo:
No lo sé. De repente me he quedado congelado.
Francisco:
¿Estás nervioso?
B ernardo:
En absoluto.
Francisco:
¿Entonces?
B ernardo:
(Mordiéndose las uñas). He pensado: “Y si —
(101)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Francisco:
¡Nada! No dudes, es ahora o nunca.
B ernardo:
Está bien, está bien.
Francisco: Tú derecha y yo izquierda. B ernardo:
Mejor yo izquierda y tú derecha.
Francisco:
Como quieras.
Francisco y Bernardo salen. Oscuro.
* * *
E SCENA T ERCER A Música. Francisco entra dando volteretas y choca con la silla.
Francisco:
(Para sí). ¡Maldita silla! (A público). Con gran respeto a esta noble asistencia, nuestro drama y nosotros les pedimos clemencia para que nos escuchen con paciencia. (Con impaciencia a Bernardo).
(102)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
¡Dale Francisco! ¡El público nos está esperando!
B ernardo:
(Fuera de escena). Aun no estoy listo. Diles que esperen.
Francisco:
(Sentándose). Estimado público: pronto iniciaremos.
Pausa larga. Bernardo entra haciendo una demostración maravillosa de acrobacia.
B ernardo:
Bueno, aquí me tienes. ¿Qué vamos hacer?
Francisco:
Por fin. Improvisar nuestra propia comedia.
B ernardo:
Dale, comienza tú.
Francisco:
No, comienza tú
Bernardo no encuentra las palabras. Finalmente tras un gran esfuerzo.
B ernardo:
¡Eh, basta! ¡Ni una palabra más! Tú, Yago, que siempre has dispuesto de mi bolsa como de cosa propia. ¿Es posible que hayas tenido noticias de ese asunto y —
Francisco:
¡Pardiez! ¿Qué haces?
B ernardo:
Improviso.
(103)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Francisco:
No, no es cierto.
B ernardo:
¿Cómo que no? Me lo he inventado.
Francisco:
Mira, estamos intentando improvisar una historia lejos de cualquier historia shakesperiana. ¡Concéntrate!
B ernardo:
Está bien, está bien, Lo intentaré. Vamos de nuevo. Empieza tú.
Francisco sale brevemente de escena y luego vuelve a entrar.
Francisco:
Hola.
B ernardo:
Hola.
Francisco:
¿Has esperado mucho?
B ernardo:
Siglos.
Francisco:
Siento haberte hecho esperar pero las circunstancias lo requerían.
B ernardo:
¿Qué ha pasado?
Francisco:
Silla, trae la silla.
Bernardo trae la silla.
B ernardo:
¿Qué está pasando?
Francisco se sienta.
Francisco: (104)
Se trata de mi psicóloga. Dice que estoy loco.
Centinelas // John Eyder Artunduaga
B ernardo:
¿Qué?
Francisco:
Sí, dice que estoy loco. Que esto de la actuación ha alterado mi percepción de la realidad llevándome a vivir atrapado en otra dimensión alterna de mi existencia.
B ernardo:
¿Y qué piensas hacer?
Francisco:
No lo sé. Tú eres mi amigo, tú aconséjame.
B ernardo:
Bueno, a ver. (Asumiendo una posición psicoanalítica). ¿Qué es lo que haces para que ella diga que estás loco y, además, que es por culpa de la actuación? Debemos empezar por allí. ¿No crees? Dime, ¿qué le has dicho?
Francisco:
(Poniéndose cómodo en la silla). Pues… He tenido sueños.
B ernardo:
¿Sueños? (Con mucho interés). ¿Qué clase de sueños?
Francisco:
Sueños en los que creo ser Shakespeare o algún personaje de sus obras. Ella dice que estoy obsesionado con él, que no (105)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
puedo apartarlo de mi vida cotidiana debido a mi obsesión por convertirme en un actor.
B ernardo: Veo. Francisco:
Dice que tengo trastorno bipolar, con un pequeño trastorno esquizofrénico y trastorno obsesivo compulsivo. Podría decir que soy algo así como un mitómano, alguien que imagina y siente cosas que no suceden realmente.
B ernardo:
Como un actor.
Francisco:
Exacto. Es por ello que cuando intento describir la realidad, en realidad, me refiero es a la idea subjetiva que entiendo por realidad. En resumidas cuentas, estoy limitado a interpretar la realidad y suponer cómo funcionan realmente las cosas.
B ernardo:
Complicado. Bueno, yo creo que lo que tienes que hacer es…
Francisco:
¿Qué?
B ernardo:
Seguir yendo donde tu psicóloga. Ella te puede ayudar. Ella sabe lo que es mejor para ti y esas cosas.
Francisco:
La última sesión me receto esto.
Francisco le entrega un frasco de pepas a Bernardo.
B ernardo: (106)
¿Y qué es esto?
Centinelas // John Eyder Artunduaga
Francisco: Alguna especie de tranquilizante supongo. B ernardo:
(Examinándolas). Pero cómo, ¿no le preguntaste?
Francisco:
Me dio miedo.
B ernardo:
¿Qué te dio miedo? Bernardo, por favor, no puedes andar por ahí con un frasco de pepas sin saber que son.
Francisco:
Recuerdo que me dijo que me ayudarían a dormir mejor.
B ernardo:
¡Por dios! ¿Y tú confías en los psicólogos? Esa mujer lo que quería era matarte, como todos los psicólogos. Por favor, Bernardo, no se puede andar por ahí creyendo en cuanto extraño aparece. Qué bueno que viniste y me lo dijiste, sino quién sabe la clase de locura que hubieras hecho.
Francisco:
Me dijiste Bernardo.
B ernardo:
¿Y ese no es tu nombre?
Francisco:
Sí, pero ahora no.
B ernardo:
¿Cómo así?
Francisco:
Es la segunda vez que me dices Bernardo. Se supone que no soy Bernardo, soy… no sé, un… Martín, por ejemplo.
B ernardo:
No entiendo.
(107)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Francisco:
Pues estábamos improvisando una situación ficticia, por lo tanto, éramos otros personajes, no nosotros.
B ernardo:
Pero yo siempre he sido yo. ¿Acaso, tú no eras tú?
Francisco:
Sí, pero… Ah, no lo entiendes, olvídalo.
B ernardo:
Es que no soy bueno para improvisar. Me pongo nervioso sin texto. ¡Yo no sé improvisar! ¡Yo necesito un texto!
Francisco:
Pero si tenemos un texto, claro que lo tenemos. Mira, tú en este momento deberías estar diciendo —
B ernardo:
Espera. ¿Dices que tenemos un texto?
Francisco:
Sí.
B ernardo:
Entonces, ¿cómo podemos estar improvisando?
Francisco:
No lo sé, es la magia del teatro.
B ernardo:
¡Déjame verlo!
Francisco le entrega el texto a Bernardo.
B ernardo:
Es cierto. Todo este tiempo hemos estado representado una obra ya escrita. ¡Y tú lo sabías!
Francisco:
Pues… (Sorprendido). No, otra vez no. Dime que no te has vuelto a confundir. Pensé
(108)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
que ya lo tenías clarísimo. Lo hemos estudiado muchas veces.
B ernardo:
Pues al parecer, no. (Reflexionando).
¡Mierda! El gran teatro de la vida, cuyas líneas han sido el mejor libreto posible. Ahora empiezo a entender, quizás comprender. El teatro —dice Hamlet— es la red que atrapará la consciencia del rey. (A público). Sin embargo, ¿Aquellos locos alucinados podrán convencer a un público hambriento de sangre? ¿Usted, qué cree?
Francisco:
¿Con quién hablas?
B ernardo:
Contigo.
Francisco:
¿Conmigo? ¿Estás seguro? A ver, dime, ¿yo quién soy?
B ernardo:
¿Bernardo? No lo sé, ya no sé quién eres, ni quién soy.
Francisco:
Estas empezando a asustarme. Acaso, ¿has vuelto a tener alucinaciones?
B ernardo:
(Gritando). ¡No intentes psicoanalizarme! (109)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Francisco:
No, yo sólo —
B ernardo:
(Gritando). ¡Ah!
Bernardo corre en círculo alrededor de Francisco.
Francisco:
¿Qué te pasa Bernardo?
B ernardo:
No me llamo Bernardo, me llamo Francisco.
Francisco:
Para, por favor, me pones nervioso.
Bernardo se detiene.
B ernardo:
(Gritando). ¿Eso estaba en el texto? Dime, ¿eso estaba en el texto?
Francisco:
(Gritando). Claro que sí, tú sabes que sí.
B ernardo:
Beperitipata, cunchuaculinocuanpefecto, ¡ñama! Gurunga turunga, bra bra bra bra, maicata tupisch sapaick, chei chei chei, cheniei, tochameiane, cheniocota.
Francisco:
¿Qué haces?
B ernardo:
(Para sí). A, b, c, d, e, f, g, h, i, j, k, l, m, n, ñ, o, p, q, r, s, t, u, v, w,
(110)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
x, y, z: estas son las letras del alfabeto. Veintisiete signos que se deberán combinar, para expresar en sangre, el discurso del espíritu; para conformar una estructura sólida en las fronteras de la posibilidad. (Gritando). Anculsticurio, manugobusti, turcaximaño chi chi chucarapita paita mun ñacata
Francisco:
(Gritando). Creo que así no funciona.
B ernardo:
(Gritando). Paita, curitaica cusima juquitancherrote dominico suma werth lopunxa yulijusto rema tu chaipa por ti caima purrr ya. Vutrek surtquimaier shatja mirustiilaaaama chukumapa tukusch ruuuuuuuu pelstink, choipatata. Paitatata. Mape uinccustela choepalameth moeñoque no terr by ¿custalamaja? ¿Maja? Ñapaestama.
Francisco: Venga, Francisco, así no vas a conseguir nada. B ernardo:
(Gritando). Que, que que, caca, quequita, caca que que que que, que quismoq que tiene queqo quisma en el cacacar que caco coquieando qcoquea. (111)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Francisco:
(Gritando). Eso se llama queísmo. Tienes queísmo, Francisco.
Bernardo vuelve a correr alrededor de Francisco. Tras varias vueltas cae.
B ernardo:
(Agotado). ¡¿Cómo podemos ser libres?! Dime, ¡¿cómo podemos ser libres?!
Silencio. Pausa larga.
B ernardo:
Ya no quiero actuar más. (Levantándose). Ya no quiero seguir haciendo esto.
Francisco:
¿A dónde vas?
B ernardo:
No sé, fuera de aquí. Lejos de esta farsa.
Francisco:
¿Por qué?
B ernardo: Tú eres un actor, y yo…
Ya no quiero ser parte de esta obra, ya no quiero seguir haciendo esto. Por favor, de ahora en adelante, ya no hablaré más contigo, quedan cerradas nuestras comunicaciones.
Francisco se interpone en su camino. (112)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
B ernardo:
(Apartando a Francisco). No debo seguir hablando contigo.
Francisco:
Pero haces parte de la obra.
B ernardo:
No, ten por seguro que no, ya no.
Francisco:
Estás hablando conmigo, supongo que eso te hace un personaje. Además, está en el libreto. Francisco, pensé que ya lo tenías claro. Lo hemos estudiado muchas veces.
B ernardo:
Mira, yo... ¿Sabes qué? Adiós.
Francisco:
¿Y me vas a dejar solo?
B ernardo:
Bueno, puedes hacer un monólogo.
Francisco:
Pero no te puedes ir, se acabaría la obra.
B ernardo:
¡Ya no quiero hacer esta obra! ¡Ya no quiero ser parte de esto! ¿Es que no te das cuenta? Tan solo somos quienes no saben quiénes son. ¡Hormigas, Bernardo, hormigas!
Francisco:
¿Hormigas?
B ernardo:
Sí, hormigas. Pequeños quienes. Piecitas de ajedrez. ¡Peones en esta obra de teatro!
Francisco: Ya hemos pasado por esto Francisco. Podemos superarlo juntos.
(113)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
B ernardo: Trabajo inútil y sin esperanza. (Alterándose). Pero ¿cómo es posible? ¿Ah? ¿Cómo es posible que todo esto ya haya sido escrito, que nada de lo que se ha dicho y se sigue diciendo sea nuestro, que estas no sean nuestras palabras y que todos lo hayan sabido menos yo? ¿Ah? (Arrojando el texto por lo aires). ¿Lo sabía la vestuarista?
Francisco:
Sí, claro que sí, son trajes a medida. (Recogiendo el texto). Ah, Francisco, lo que pasa es que tú siempre te tomas muy en serio los papeles que te dan y a veces no diferencias la realidad de la ficción.
B ernardo: Ah, claro, ahora es mi culpa. (Para sí). Ah, pobre libertad vendada ante la luz cegadora de la verdad. Justamente pagas la condena de vivir entre caníbales hambrientos de pornografía barata. La dulce canción de réquiem para morir entre liras y gaviotas que se pierden en el mar de la incertidumbre, vacío e inoportunamente pensado, nostálgico.
Francisco: Vamos, Francisco, debemos continuar con la historia. (114)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
B ernardo:
La lucha por llegar a la cumbre debería bastar para llenar el corazón de un hombre. (Para sí). Pero ¿qué es esta vocecita en mi cabeza? Sin noción de quien estaba diciendo lo que decía el cráneo de quien estaba encerrado en el gemido de quien fuera alguien que al parecer soy yo. Extraños a nosotros mismos y a este mundo. Deseos de profunda claridad se pierden ante la voluntad eterna. En este plano al menos no hay felicidad si no se puede saber. Abismo de incertidumbre sin fondo, en donde se siente lo bastante ajeno a la vida para acrecentarla y recorrerla sin la miopía del soñador. Avanzo, pero ¿hacia dónde? Una explicación racional se pierde ante los deseos del cuerpo. Y es que hay un momento en que todo hombre debe decir sus propias palabras, pero ¿serán estas mis verdaderas palabras? ¿No seré sólo una invención literaria? ¿Una combinación de letras que producen palabras y esas palabras frases y esas frases párrafos y capítulos? ¿No me convertiré en una repetición de otras repeticiones? ¿Palabra de otros y no las mías? ¿Mías?
Francisco:
Francisco, detrás de cualquier comienzo se esconde un comienzo extraño mucho más antiguo. Yo no soy yo, tú no eres tú, él no es él, ella no es ella, ellos no son ellos, nosotros no somos nosotros, vosotros no sois vosotros, ellos nunca serán ellos. ¿Por qué se está aquí? ¿Qué sentido tiene todo esto? Ciertamente preguntarse por este tipo de cosas es, desde cualquier punto vista, algo completamente absurdo. (115)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
B ernardo:
(Calmándose). ¿Y la historia? ¿Y el final? ¿Puedes mostrarme el final?
Francisco:
Esta es una historia de nunca acabar. Se tiene todo menos un fin. Si hay final nosotros no lo veremos, sólo veremos nuestra muerte, no el final. Y aunque mañana nadie se acuerde de nosotros, no se está muerto sino hasta que se acaba la historia. Es la demasía de vivir. Te pregunto: si tuvieras que vivir nuevamente, volver a pasar, tanto por las cosas buenas como por las malas, ¿lo harías?
B ernardo:
Esclavos del destino. Respiramos como criaturas autómatas el exceso de vivir en la manada de mujeres y hombres ausentes. ¡Hemos dejado de sentir! ¡Hemos dejado de ser humanos! ¡Hemos dejado de ser! ¡Ah! Pero ¿quién puede sufrir el tormento de esta conjetura sin morir?
Francisco:
Estas son las reglas del juego.
B ernardo:
Pero ¿qué oportunidad tengo yo de entenderlo todo o cualquier cosa? Hay tanto que no sé: en un juego, cuyas reglas no entiendo, me es imposible mover las piezas. Digo: “Se requieren respuestas definitivas, sin misterios en misterios”. Oh júbilo inmortal. ¡Oh suma libertad de Dios padre, oh suma y admirable suerte del hombre al cual le ha sido concedido
(116)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
el obtener lo que desee, ser lo que quiera! Onda cuyo frenesí aplaca esperanzas de libertad. Somos eternos en cuerpos temporales, pero ¿a quién importa? Lo importante es vivir, vivir en la ficción que se nos ha creado para no despertar, para seguir sumidos ante el control de una mente secreta, para seguir dominados por aquellos que tienen el poder. ¡Ah maldita sea! ¡Cuántas distracciones!
Francisco:
Calla y traga. Hablar con sinceridad me preocupa. Ahora todo es trabajo del gobierno ambicioso cuyo suelo que pisamos les pertenece. Escúchame, oscura y difícil de comprender, esta constante ebullición de ideas torturadoras se enfrenta ahora con verdades y conflictos eternos irresolubles: se habla con todos y no se habla con nadie.
B ernardo:
¿Nadie? (A público).
¡Ah malditos! Solo, igual que todos. Confirmo, informo, deformo. ¡Simulación, simulación, simulación! Bernardo grita.
Bernardo: He aquí mi grito de libertad: Escupiendo desde el fondo de las entrañas la diarrea mental que invade lenta y progresivamente mi cerebro. Tengo cabello, ojos, oído y una boca para expresar lo que pienso, siento, vivo, respiro, transito, recorro, busco, exploro, como y vomito. Ombligo, tetas y culo. Verga y coño. ¿Acaso he empezado a decir algo indebido? Pies, (117)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
manos, ano; cago cuanta banalidad se me presenta ante los sentidos, embutiéndome en el espíritu caos y confusión. Escatológicamente comercial, defeco en el retrete mi poema contestatario, ideales utópicos y pretensiones idealistas. Libertad que busca celosamente un rincón donde se pueda vivir. Tiempo que corre en mi cerebro repleto de periódicos vacíos. Colores quijotescos, irreales y dementes, perdidos en los confines surrealistas, que caminan provocativamente el abismo bullicioso y sin fondo de la sociedad psicoanalítica de vanguardia, muerta prematuramente ante la luz cegadora de la razón.
Francisco:
¿Qué haces?
B ernardo:
Ser libre. (A público). He aquí lo que digo: “El arte no resuelve nada, nada”. Sólo se trata de otra historia mal contada, nada más. Arte como imagen de lo que hemos sido y siempre seremos. Forma como contenido, contenido como forma. Presencia y no representación. Reencuentro simbólico con la pérdida. El arte de la comprensión, no del cambio. Reflejo de la realidad, no utopía cultural. El arte como arte y nada más. (Tomando a Francisco de los hombros). Ausencia de paradigmas predominantes. He perdido la razón, elijo intentarlo. Manifiesto para mí mismo. Un retorno al
(118)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
sujeto como acto de resistencia, porque la resistencia es más importante que la verdad. Bernardo corre por todo el escenario.
B ernardo:
(Gritando). ¡Ah! ¿Qué callará mi ahogo?
Francisco:
El buen escarabajo resucita como un dios reinventado, entre ruinas eternas, entre la mierda, persistiendo como un todo coherente. Sin embargo, ambiguamente se busca la proporción adecuada para el fin que se destina. Lapsos de la existencia que, en partes temporales, intentan cumplir con su propósito. Pero ¿qué es lo que se quiere?
B ernardo:
¡Ya no más teatro! (Cayendo al suelo exhausto). No lo sé, pero ciertamente no esto. ¡Ah! Cómo duele exponerse, caer, vaciarse. En el círculo que se habita y que a veces trae a lugares ya visitados se ha olvidado ser. ¿En qué nos hemos convertido? (A público).
El poder de la voz ha creado palabra. Palabras que ahora se harán pedazos con su magnificente poder. (119)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Bernardo sube corriendo al puesto de observación y toma una botella de vino.
B ernardo:
(Bebiendo). ¡Ah…! Bebamos, amigos míos, para no pensar. Para vivir felices en la ignorancia. Para vivir felices. Bebamos porque no sabemos de dónde venimos ni por qué. Bebamos porque no sabemos para dónde vamos. Bebamos para olvidar que se intenta recordar. Bebamos porque ya el Todo está perdido. Perdido en el infinito. Perdido y no quiere saber de nosotros. No regresará o quizá nunca estuvo. Perdido y así está mejor. Bebamos, amigos míos. Bebamos para olvidar que estamos vivos.
Bernardo baja del puesto de observación.
B ernardo:
¡Ah! Vida que no es mi vida. Fantasía de una mente agobiada ante un porvenir incierto. Se huye de la realidad hacia un mundo creado en distorsión, sueño irreal donde imagino un lugar utópico. La razón la pierdo impidiendo ver el abismo en que se cae. No hay fondo, no hay sueño, no hay hombre, no hay nada.
(Cayendo extasiado). Vida que no es mi vida, ¿dónde estás perdida? Silencio. (120)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
B ernardo:
Y ahora… ¿Cómo debe acabar esto?
Francisco:
No lo sé. (Buscando en el libreto). Ya ni siquiera sé en qué parte del texto vamos.
Bernardo le quita el libreto a Francisco.
B ernardo:
Lo mejor será callar, no decir una sola palabra más.
Bernardo se sienta y bebe.
Francisco:
¿Te vas a quedar ahí sentado, sin decir nada?
Bernardo no responde.
Francisco:
No podemos quedarnos aquí sentados sin decir una sola palabra, es necesario continuar con la obra, con el espectáculo.
Bernardo no responde.
Francisco:
Está bien, si eso es lo que quieres, lo haremos a tu modo.
Francisco se sienta junto a Bernardo. Los dos beben mientras observan al público. Tras larga quietud y silencio hay un apagón de luz.
Francisco:
¿Qué pasa?
B ernardo:
(Prendiendo su linterna).
(121)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
No lo sé.
Francisco:
(Prendiendo su linterna). ¿Esto será capricho del director?
B ernardo:
¿Ponernos en mitad de la escena a oscuras? (Parándose). No. Lo que quiere es terminar con la función.
Francisco:
¿Por qué?
B ernardo:
Pues no pasa nada. Ya hemos pasado por la anagnórisis y la peripeteia de esta historia. ¿Cuál sería el propósito de continuar con este teatro?
Francisco:
¡Ah! Dichosos los oídos que ven y los ojos que oyen. Tienes razón, demasiado teatro en el teatro y muy poca vida en él.
B ernardo:
(Apuntando con su luz hacia todo el público). ¿Tal es el destino que quiere tu voluntad, nuestros sueños de libertad deberemos olvidar? Acaso, ¿cómo podríamos soportar la vida sin esta esperanza? ¿Cómo? (A Francisco). Nada es posible pero todo está dado. Tan solo somos dioses con prótesis. Un simple sueño. Mañana tan solo seremos polvo que retorno al polvo.
(122)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
(A público). ¡A la mierda el arte! Me he cansado como todos los hombres creadores de las viejas lenguas. Mi espíritu está cansado de calzar botas gastadas. Todos los dioses son alegorías de poetas, ficciones de poetas, una simple evasión del sueño cotidiano. (A Francisco). El mundo deberá esperar a que alguien con más fuerza que yo rechace lo razonable y cambie precisamente cuanto está establecido, cuanto hemos luchado vanamente por desmoronar. (Para sí). Todo es vano, todo es caduco. He aceptado mi destino. Di tu palabra y hazte polvo. Si tan solo el gran silencio durase lo suficiente. Pausa larga.
Francisco:
¿Y ahora qué hacemos?
B ernardo: Tenemos que volver a comenzar. Francisco:
¿Qué?
B ernardo:
Sí, tenemos que volver a comenzar.
Francisco:
¿Así, de repente?
B ernardo:
Sí, tenemos que volver a comenzar. El público debe saber la (123)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
verdad.
Francisco:
¿Cuál verdad?
B ernardo:
Pues que… ¡Director! ¡Luces! ¡Luces, por favor!
Francisco:
¿Qué haces?
B ernardo:
Hablando con el director, tú cállate. Director, dadnos luz. Esta vez lo haremos bien, lo prometemos.
Francisco:
Hace un momento no querías actuar más y ahora, de repente, ¿quieres volver al principio? B ernardo: (Susurrando). ¿Es que no te das cuenta de qué se trata nuestra historia? ¡Nos hemos cagado en Shakespeare! (A la cabina de luces). ¡Luces por favor!
Francisco:
¿Y esa no era la idea?
B ernardo:
Dadnos luz por favor. (A Francisco). No, esa no era la idea. La idea era ser libres creativamente, no arruinar Hamlet de Shakespeare. Pero ahora que lo he pensado bien, lo mejor será hacer las cosas bien. Esta historia es una historia tergiversada.
(124)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
Francisco:
Pero, así está el texto.
B ernardo:
La historia pervive en la escritura, sí. Pero esto que hemos representado es una ridiculez y no debe continuar más. No podemos seguir haciendo esto por más tiempo. Tenemos que liberarnos del texto, tenemos que volver a comenzar. Vamos, tú que eres letrado, ayúdame con el director.
Francisco:
Director, por favor, esta vez lo haremos bien.
B ernardo y Francisco:
Lo prometemos.
Se encienden luces.
B ernardo: Tenemos que volver al principio. Francisco:
¿Desde la escena en la oscuridad?
B ernardo:
No.
Francisco:
¿Desde mi monólogo?
B ernardo:
No, desde el principio. Vamos, es necesario.
Francisco:
¿Para qué? Ya estamos por terminar. Acaso, ¿cuánto más tiene que durar esto?
B ernardo:
Lo suficiente para que se pueda dar la acción dramática. (125)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
¡Vamos!
Francisco:
¿Y ellos la recordarán?
B ernardo:
No, no creo.
Francisco:
Entonces, ¿para qué lo hacemos?
B ernardo:
Porque no hay nada más que hacer sino hacer las cosas bien. Vamos, debemos volver al principio.
Francisco:
¿Y cuál es el principio?
B ernardo:
El principio es aquella parte que está después de la nada. ¡Vamos! Es necesario.
Francisco:
¿Y el autor de la farsa? ¿No se molestará?
B ernardo: A la mierda ese autor y sus pretensiones vanguardistas. Prefiero a Shakespeare.
Francisco:
¿Y el director?
B ernardo: Ya nos lo agradecerá. Francisco:
Bueno y, ahora, ¿qué hacemos?
B ernardo:
Lo mismo que hacemos todas las noches, Bernardo: tratar de conquistar el mundo.
Suenan doce campanadas. Francisco y Bernardo se observan sin saber qué (126)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
hacer.
Francisco: Vienen ya a ver la obra. Yo tengo que mostrarme disponible Tú busca un lugar.
B ernardo:
¡A las armas!
Bernardo sale. Francisco sube al puesto de observación.
Francisco:
¡Música! Música aunque nadie baile.
Oscuro.
* * * E SCENA CUARTA Música. Francisco en el puesto de observación. Entra Bernardo al escenario llevando una linterna que no funciona bien. Hay mucha neblina. Se mueve un rato como si estuviese buscando algo pero sin encontrar nada: a veces andando, a veces a gatas. Finalmente llega al centro del proscenio. Francisco, al verlo, baja del puesto de observación con su linterna encendida, prende y apaga su linterna.
B ernardo:
¿Quién va?
Francisco:
No, contesta tú. Detente y descúbrete.
B ernardo:
¡Viva el rey!
(127)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Francisco:
¿Bernardo?
B ernardo:
El mismo.
Francisco:
Llegas muy puntual a tu hora.
B ernardo: Acaban de dar las doce, vete a la cama, Francisco. Francisco:
(Sorprendido). Espera, ¿dices que acaban de dar las doce?
B ernardo:
Sí. Por eso he venido.
Francisco:
No, no es cierto. Tú entrabas porque íbamos a improvisar. ¿No lo recuerdas?
B ernardo:
(Reflexionando). Ahora que lo pienso bien… Creo que… No lo sé, esto es muy extraño. Hemos vuelto a comenzar, ¿no es cierto? Pero no lo hemos hecho como queríamos.
Francisco:
¿Será que estamos atrapados en el tiempo? ¿Será que realmente somos Bernardo y Francisco y el espectro realmente existe y nos está jugando malas pasadas? ¿Será que nos hemos vueltos locos y ya no distinguimos la realidad de la ficción? ¿Será que…? (Cayendo al suelo). Ya no sé si estamos en una obra de teatro.
(128)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
B ernardo:
Hemos vuelto a caer.
Francisco:
Somos una serie infinita.
B ernardo:
Infinita.
Pausa.
B ernardo:
¿Y ahora?
Francisco:
No sé, déjame pensar.
B ernardo:
¿Crees que debamos —
Francisco:
No, ni lo digas. No recurriremos al suicidio.
B ernardo:
Entonces…
Francisco:
Espera, déjame pensar.
Pausa.
Francisco:
Escucha. Lo primero que debemos hacer es… (Dándose cuenta de su importancia). Ven. (Susurrando). Escucha. Lo primero que debemos hacer es… (129)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Francisco y Bernardo susurran una discusión por un breve tiempo.
B ernardo:
Está bien.
Francisco:
¡Corre!
Francisco y Bernardo salen corriendo del escenario. Tras unos segundos de silencio, el escenario vacío, cruzan corriendo nuevamente la escena hasta desaparecer. Tras unos cuantos segundos más, vuelven a aparecer pero esta vez se percatan de dónde están y frenan la marcha.
B ernardo: Tengo miedo. Francisco: Yo también. Pero no hay que tener miedo. De alguna forma saldremos de aquí. Francisco comienza a rezar.
B ernardo: Ahora lo podría hacer perfectamente, ahora que está rezando; lo haré ahora y así me habré vengado.
Francisco:
¿Con quién hablas?
B ernardo:
Con nadie.
Francisco:
Me pareció que dijiste algo.
B ernardo:
No.
Francisco:
¿Estás seguro?
B ernardo:
Sí.
(130)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
Francisco:
¿Seguro? Me pareció que dijiste —
B ernardo:
(Gritando). ¡Que sí! ¡No he dicho nada!
Francisco:
Está bien, está bien. Domínate, por favor. No tienes porqué gritarme.
Pausa.
B ernardo:
¿Tienes un cigarrillo?
Francisco:
Sí, ten.
Francisco y Bernardo fuman.
Francisco:
¡Ah! Necesitaba un cigarrillo en estas circunstancias.
B ernardo:
¿Sabes qué sería perfecto, para acompañar el cigarro?
Francisco:
¿Qué?
B ernardo:
Un poco de vino.
Francisco: Tienes razón. He guardado uno, especialmente, para una ocasión como esta. Ya verás. Francisco sube al puesto de observación y desordena todo buscando el vino
Francisco:
(Encontrando el vino). Helo aquí. (131)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Francisco lanza una calavera a Bernardo.
Francisco:
(Sirviendo el vino). Es un vino buenísimo, ya verás.
B ernardo:
(Con la calavera). Ay, pobre Yorick; yo lo conocí, un sujeto de una gracia infinita, de excelente fantasía. Me llevó en su espalda mil veces y ahora qué aborrecible parece en mi imaginación, se me hace un nudo en la garganta de pensarlo.
Francisco:
(Leyendo el libreto). ¿La única forma de ser libres es morir?
B ernardo:
¿Qué dices?
Francisco:
No, nada.
Francisco vierte veneno en un vaso de vino.
B ernardo:
(Con la calavera). ¿Dónde están tus bromas? ¿Tus piruetas? ¿Tus canciones?
Francisco baja del puesto de observación y le ofrece a Bernardo la copa.
Francisco:
¡SALUD!
B ernardo:
¡Salud!
(132)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
Francisco y Bernardo beben.
B ernardo:
Delicioso.
Francisco:
Sabes, Francisco, hay historias cuyo final sí se puede modificar. Pese a todo, algunas historias sí se pueden modificar.
B ernardo:
¿Como esta? ¿Crees que podamos?
Francisco:
He envenenado tu copa.
B ernardo:
¿Cómo?
Francisco:
Lo siento, tú ibas a matarme primero
B ernardo:
¿Qué?
Francisco:
Para mí también fue una sorpresa cuando lo leí. ¿Cómo te atreves? ¿Cómo te atreves? ¿Ah? He leído el final y ahora me he adelantado. ¿La única forma de ser libres es morir? ¿Cómo podrías decir esas palabras?
B ernardo:
No, no, no, la bebida, la bebida. La bebida. Estoy envenenado. Sabía que así lo harías pero no pude recordarlo. Maldito, cómo pudiste. Traicionado por mi propio compañero. ¡A las armas!
Francisco:
Lo siento Francisco. Tú me ibas a matar, lo he leído en el texto.
B ernardo:
¡Estás loco! ¡Estás delirando! ¿Cómo has podido, ah? (133)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
(Preparando su arma). Morirás antes de que yo muera. ¡Defiéndete cobarde!
Francisco se esconde en la torre.
Francisco:
¿Ves? ¡Eres un tipo violento! Nunca podrías haber escapado a tu destino.
B ernardo:
Lo intenté, sí, pero porque sabía que tú lo harías primero.
Francisco: Yo nunca haría semejante cosa primero. B ernardo:
¡Cállate!
Francisco:
He reaccionado a tu acción.
B ernardo:
¿No te das cuenta que ahora yo debo matarte por tu acción? Eres tú el culpable. He sido yo el que ha reaccionado a tu acción. Eres un maldito, cómo pudiste.
Se inicia un tiroteo.
Francisco:
La culpa es del rey. ¡La culpa es del rey!
B ernardo:
Muere maldito, muere como moriré yo.
Francisco:
Pero yo he leído el final y —
B ernardo:
Debiste haber leído esto también.
(134)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
Francisco: Tú decías: “La única forma de ser libres es morir”. B ernardo:
¿Morir? Claro que morirás maldito. Morirás por envenenarme.
Bernardo y Francisco se disparan hasta acabar balas.
Francisco:
Se te han acabado las balas.
B ernardo: A ti también. Francisco baja del puesto de observación.
Francisco:
Lo siento Francisco, ¿cómo iba yo a saber? ¿Cómo escapar al destino ante la fuerza del sino?
B ernardo:
¡Ah, la vida! Denme la dosis máxima.
Francisco:
Lo siento Francisco, de verdad lo siento.
B ernardo:
¡Cállate! Deja la comedia para el teatro.
Francisco:
Pero si estoy en el teatro.
B ernardo:
¡Ah! Ya no soporto más. En el campo de batalla moriré, no callaré pues estoy dispuesto a morir por mi propósito. Y no es gratuito que diga lo que digo pues, en tierra de muertos, sólo un muerto podría hablar. Bailaré con la muerte si es necesario pues el acto creativo requiere que cualquiera pueda alcanzar las alturas al menos una vez. (Desenfundando su espada).
(135)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
¡Oh, capitán! ¡Mi capitán! Con palabras de labios humanos es momento de armas tomar. Por los poetas del arte como memoria del espíritu humano, con el pecho al viento y mi corazón en la mano no dejaré de gritar: ¡Libertad!
Francisco:
Vivir y morir en este día siempre. ¿No es cierto?
B ernardo:
Siempre.
Bernardo y Francisco esgrimen en un duelo a muerte.
Francisco:
¿Acaso alguna vez seremos libres?
B ernardo:
La única forma de ser libres es morir.
Bernardo atraviesa con su espada a Francisco.
Francisco: Tienes razón, la única forma de ser libres es morir. Francisco muere.
B ernardo:
(Para sí). ¿La única forma de ser libres, es morir? (Sorprendido). ¡NO, no! (Cayendo al suelo).
(136)
Centinelas // John Eyder Artunduaga
Cierro los ojos. Ahora puedo contemplar el infinito. Siempre la misma función, interminablemente la misma función, una obra desgastada y carente de sentido, subestimo el gran peso del destino. Tiempo creado, absurdamente inexistente. Reiteración incesante con la intención de que algo cale pero no cala. Nada de lo que se pueda decir servirá. Se cierran las puertas. Quizá si siga pensando en la verdad nunca llegaré a ella. Ya no pensaré más en la verdad. Ya no buscaré más. He terminado, determinado, minado, ado, Dios, a Dios. Bernardo muere. Suenan cañones y música. Entra Fortimbras con Músicos, estandartes y asistentes.
For timbras:
¿Dónde está el espectáculo?
Oscuro y música. Esta obra fue escrita como un intento de hacer un teatro con propósito. No sé si lo habré logrado. Dejando testimonio de presencia.
FIN (137)
John
Artunduaga
(138)
A
ctor, director, dramaturgo y músico baterista. Investigador y pedagogo teatral. Inicia su formación artística en la Escuela de Teatro del Instituto Departamental de Bellas Artes en Cali. En 2011, egresa de la licenciatura en Arte Dramático de la Universidad del Valle. Entre sus maestros del ciclo profesional se encuentran Alejandro Gonzáles, Everet Dixon, Eduardo Eimil, Douglas Salomón y Gabriel Uribe. Durante sus estudios universitarios participa en los montajes: El Avaro, obra del dramaturgo francés Molière; Nuestro Pueblo, escrita por Thornton Wilder; Todo tiene su final, obra basada en textos de Andrés Caicedo; y Esquina peligrosa, de J.B. Priestley. Dirige y actúa en la obra La muchacha que no podía volar del dramaturgo argentino Ricardo Halac, montaje realizado como parte del laboratorio creativo “El Científico de Cabeza”. Actualmente realiza la maestría en Escrituras Creativas (Dramaturgia) en la Universidad Nacional de Colombia y trabaja con la compañía El Condenado Teatro de Bogotá en proyectos de creación e investigación.
(139)
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Delirios de la velocidad Jeferson Palacio
- Tercer puesto -
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Delirios de la velocidad // Jeferson Palacio
Per sonaje s Put a L eo D ani G allego C arlos Padre M adre , ambos padres de Leo. R amĂłn , testigo, siempre en bicicleta. [**]En este lugar la leche la distribuyen en botellas transparentes.
1. Los personajes llegan y se paran frente al pĂşblico, sin un solo gesto, un solo movimiento, sĂłlo observan. Observan largo rato. Silencio. No me canso de pisar camas. Soy puta, puta y habladora, dos pecados imperdonables. Lo de puta pasa. (143)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Tres condones —una noche— noche sin ritmo pero con un riesgo tremendo. Cada noche es un salto al vacío. Soy puta. Esquina Mitad de calle Pared Reja Andén. Jamás sentada, siempre mostrando este par de piernas. El cliente llega. No hay palabras. Me mira la cara y se quiere ir. Largar. Hasta que ve este par de piernas. Hace un gesto. Nos vamos, solitarios. Cada uno a su ritmo por la calle angosta. Llegamos a la pieza. Pausa. Soy puta y no me divierte. Pausa. No tengo brazos, no cara bonita, no tetas, no sonrisa. No brillo en la mirada. Sólo un largo par de piernas. (144)
Delirios de la velocidad // Jeferson Palacio
Piernas. Largas. ¿Por qué lo harán? Debe ser raro tirar con un par de piernas. Lo demás está suprimido o pequeño o sombrío o sin forma. Entra Leo con un par de botellas de leche.
Put a : Hola. L eo : Buenas. Put a : Hoy se ve mejor que de costumbre, la leche. L eo : Gracias, permiso. (Empieza a salir). Put a : ¿Cuántas a la semana? L eo : (Volviendo). ¿Cómo, perdón señora? Put a : Sí, ¿cuántas por semana? (145)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
L eo : ¿Cuántas qué? Put a : ¿Cuántas te tiras a la semana? ¿O tú eres de los que hace cuentas por mes?
L eo : No… es que yo… Put a : ¡Ah! Okey. Tienes novia y la respetas, pues bien. Porque con estos días tan acelerados, eso no es muy común.
L eo : No. Put a : ¿No qué? ¿No tienes novia o no la respetas? L eo : Ninguna de las dos. Y si me va a decir que me gustan los hombres, pues no, tampoco. Me encantan las hembras. Mi padre me lo enseñó. Me deleito viendo sus lindas caderas, sus senos redondos y burlones. Esas espaldas largas que dibujan ideas corrompidas. Y todo esto aunque sea en revistas o películas.
Put a : Él me miente y cree que le creo. L eo : Lo que pa… (146)
Delirios de la velocidad // Jeferson Palacio
Put a : Pero no me diga que usted es de malas con las mujeres, eso es falso. Muchas mojan sus calzoncitos al verlo, y más ahora que las niñas se ponen la falda de sexto de bachillerato, ya sin virginidad. En este barrio no hay persona que no sienta algún tipo de atracción por usted. Leo ríe. Mire, mire bien… No es común que alguien me vea a la cara y se detenga ahí, justo en los ojos, sin deslizar la mirada para verme las piernas. Común es: que vaya en el bus y un niño me pregunte por qué no tengo brazos y todos los del bus se volteen para escuchar mi respuesta. Es raro, usted es raro. ¿Sabe que soy puta?
L eo : Sí. Put a : Y cómo lo… Pero lo que no sabe es que el noventa por ciento de las veces lo disfruto. Los hombres son de lo más aberrante que conozco, ¡tirar con una mujer sin brazos sin amarla!
L eo : (Mirándola fijamente a los ojos). Señora, eso pasa. Hasta luego.
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Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Put a : Oiga, la próxima vez que sienta un temblor o un impulso o unas ganas de esas que siente cuando abre la revista o le da play al DVD para ver una película triple X mándese sobre la persona que tiene enfrente, no importa el sexo. En la calle, en la empresa, en el bus. Sin palabras. Sin pensamientos que vengan de la moral. El licor debe ser expulsado de la botella. La Puta se lanza sobre él, Leo la esquiva y se va.
2. Caída libre 1 La música a toda velocidad.
D ani : Voy disparado. A toda a mecha. Una bala que se detona desde lo alto de una montaña. El viento me golpea la cara pero no tengo la respiración agitada. Soy más rápido que muchos. La velocidad me trasnocha. Unos trotan hacia arriba, cansados. Yo voy a toda, los cachetes inflados, las manos (148)
Delirios de la velocidad // Jeferson Palacio
heladas pero ya no tiemblan. Movimientos involuntarios de cabeza. Soy el conductor de un coche que solo yo puedo manejar. Un solo impulso desde el inicio de la carretera. Siempre a las 6:25 AM. Siempre veo las mismas corbatas y los mismos tacones que me excitan, ver tacones me excita. Pausa. Soy, fui, quizá no lo soy. Quizá lo fui, bueno, pero no lo seré. Bailarín. Me amputaron una pierna. El doctor vino y tocó la pierna duro duro duro. Donde puso la mano quedó la huella blanca, no volvió el color natural de la piel. Hay que amputar.
3. L eo : Todos los días una botella de leche en la puerta. No hacía un movimiento diferente al que realizaba en las demás casas. Nada. Agacharme, dejar la botella e irme. Nunca probé la leche que yo distribuía en todos los barrios de la zona. Una vida blanca y líquida, como estar en las tetas de una vaca.
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Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
C arlos :
Yo, quietecito, sentado en la taza del baño. Una vida pausada, dañada, bañada, alargada. Junto al champú está el jabón; junto al jabón la máquina de afeitar; junto a la crema dental está el papel higiénico; junto al papel hay un vaso de leche y una torta de queso. Se confunde lo de comer con lo del aseo. No importa. Vivo aquí, en el baño. Muerto en la sala. Cocina. Comedor. Alcoba. Pasillo. Vivo en el baño. Aquí los olores abundan, no siempre son fétidos. No hablo con los cepillos ni con los empaques, loco no soy.
L eo :
Un día nos expiamos el uno al otro. Él me vio desde la ventana del
baño.
C arlos : Yo vi cómo se agachaba a dejar la leche… Pausa. El punto.
L eo : La puerta se abre. (Silencio). Asomo la cabeza suavecito como espiando. (150)
Delirios de la velocidad // Jeferson Palacio
Nada. Sigo. Hay un hermoso sol.
C arlos : Siento una respiración que viene… L eo : Buenas… C arlos : ¿Qué hago? (Silencio). Buenas. Estamos parados frente a frente, no nos conocemos, o sí, él es el lechero.
L eo : Qué calor tan tremendo. Las gotas de sudor me caen por todo el cuerpo, estoy empapado.
C arlos : Antes que nada debería hablarle de… Decirlo sin pensar, sin redondear una sola palabra. Honestamente. Es que…
L eo : Soy el tipo que trae la leche. Nunca he entrado a la casa de un cliente. Una casa grande.
C arlos:
Oye… A ver… Mira yo…
L eo : Nada de palabras bonitas, no el nombre, no historias, tengamos un orgasmo que llegue placentero y se resbale por la columna. Me voy a lanzar sobre él.
(151)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
C arlos : Pero… L eo :
¿Qué pasa? ¿Te arrepentiste? ¿Se te arrugó? Siempre pasa lo mismo. ¡Una mierda!
C arlos : Óyeme… L eo : No. C arlos : Que me escuches te digo. L eo : Me pega un golpe. ¡Hey párala! Me da en la cabeza, yo lo recibo. No podría pegarle, es un desconocido. Es muy pronto para golpes. Nunca me han gustado, los golpes. Pausa.
L eo : Estoy alterado. Yo soy el joven que pone la botella de leche en la puerta todos los días. No más. Un desconocido. Él me pega. Sólo lo ha hecho mi padre. Con una escoba. Yo debajo de las cobijas, él dándome con la escoba, sin parar. Donde caiga. Cabeza, piernas, hombros. El llanto por debajo de las cobijas no le daba lástima a mi papá. Yo no te conozco. No me pegues.
C arlos : Esta es mi casa. Padre : Usted siempre fue débil y este mundo no es para débiles. Le pegaron en el jardín, en el colegio, en la cuadra, en el instituto técnico del que lo echaron por débil o por… El caso es que allá también le pegaron. Usted no parece mi hijo. (152)
Delirios de la velocidad // Jeferson Palacio
Gran Guevón.
L eo : Mi padre le daba golpes a todos en la casa. A mis hermanos, a mi madre; hasta el perro llevó. Lo que se le atravesara cuando en la iglesia tenía una discusión. No tomaba. No fumaba. A mi mamá dejó de tirársela en cuanto tuvieron su último hijo. Como una ofensa jamás la volvió a tocar.
Padre :
Joven, míreme. Cobarde solapado. Con tantas cagadas que hacía en el colegio y jamás tuvo los pantalones para mirarme a la cara. ¡Quién ve el pollo y lo que pica!
R amón: ( Testigo, en bicicleta). Leo se lanza a golpear a su padre. Le da un golpe. El papá se lo devuelve. Una patada va, la otra viene. Sin palabras. Todo tipo de golpes. Son pequeñas, de costado, grandes patadas. Puños, puños entre padre e hijo. Hasta que Leo se lanza a ahorcar a su padre. Toda la fuerza de sus músculos en eso.
(153)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Cuando ya está a punto de hacerlo, el padre se repone, se incorpora. Leo empieza a agacharse. El padre le da algunas patadas. Leo llora. No soporto el llanto. Lo golpea con más furia. Por todo el cuerpo. Como a un enemigo. Como si al verle el pene a su hijo, el día que nació, se le hubiera acabado la felicidad. Quizá fue eso lo que pasó.
M adre : Él siempre quiso una niña. Por eso me dejó de tocar. Padre : No. No le volví a tocar un pelo porque usted dejó de interesarme desde que me dio los hijos que quería. O los que no quería. Ni para eso sirvió, para dar a luz a una niña. Porque es más complejo dar a luz a una mujer. Yo quería hijas, hembras. Para nada más la buscaba. (154)
Delirios de la velocidad // Jeferson Palacio
M adre : ¿Y todo el amor que al principio prometió? Padre : Había que fingir cariño para que usted con esa falsa ilusión tuviera unos hijos bellos y sanos. No unos perdedores sin ganas de vivir. Cuando se tienen relaciones sin ganas, los hijos resultan o feos o bobos, hay que hacerlos con amor, aunque sea fingido.
M adre :
¿Y qué creíste? Que todos los gritos que daba para que tú te desahogaras encima de mí, en una noche pálida y sin cortinas, esos gritos Griticos ¿Eran ciertos? ¿Ahhhh? No te des tantos créditos, pendejo. Las mujeres somos expertas en mentir. Lo llevamos en los huesos. Podríamos creernos una mentira de nosotras mismas.
Padre :
¿Sí? (Se abalanza sobre ella). Muéstreme su profesionalismo para mentir.
La golpea. Dígame que esto no le duele.
R amón:
Mientras el padre golpea a la madre, nosotros observamos.
Él le dice palabras bonitas, mientras la golpea. Palabras bellas con golpes. Cascada.
(155)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Chocolate. Sueño. Colores. Lucidez. Pero no estamos aquí para contarles la historia de la familia de Leo, eso, por ahora, no nos interesa. Vamos al hecho. Los tipos sí eran raros. Ambos. El lechero era hostil, un tipo apuesto que dejaba la leche. Las hijas de las vecinas le coqueteaban, quién sabe si por guapo o por miedo a quedarse solas. El otro, Carlos, un viejo con plata que solo sale de compras y no más. ¿Cómo consigue el dinero? ¡Jum! ¿Cuál será su profesión? Sale, entra, lleva bolsas, trae cosas. No saluda a los vecinos. Con los únicos que tiene contacto es con los que llegan a su casa a ofrecer productos para el aseo. Él cree que la soledad de su casa no es suficiente y por eso vive encerrado en el baño.
C arlos : Entonces, ¿me vas a oír o no? L eo : Nonononono, ahora no.
(156)
Delirios de la velocidad // Jeferson Palacio
R amón:
Los tipos van entrando al baño. Con prisa. El afán es tanto que Leo lleva algunas botellas de leche en la mano. Pero no importa. Siguen. Se desnudan.
L eo : El me quita la ropa con una velocidad increíble pero se detiene a cada instante para ver mi cuerpo. Está admirado.
C arlos : L eo :
Cuando el calor está fluyendo por el cuerpo de esta manera, es imposible parar.
Jamás he tenido una relación. Ningún tipo de contacto. Sólo sentía pequeñas cosquillitas cuando veía al profesor de educación física.
R amón:
Son como un par de felinos a la hora del amor.
Los cuerpos se entrelazan. La torpeza que genera el no conocerse el uno al otro, la disminuye la pasión. El sexo es una buena forma de empezarnos a conocer, de entablar una relación. Pausa. Entonces, justo ahí, cuando la sangre fluye por todo el cuerpo hirviendo, ahí, lo penetra. Las botellas de leche caen. Se estallan. (157)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Put a : El tipo, Carlos, lo penetra. D ani : ¡Huy, eso debe doler! M adre : Quería una niña. Padre : El joven de la leche es, cómo decirlo, pues… es mi hijo. R amón:
Leo siente dolor. Pero ese dolor lo extingue el deseo, el calor. Carlos cierra los ojos. Continúan… No vamos a describir aquello. No vamos a complacer sus morbosidades. Mostrarles. Eso, no lo vamos a hacer. Para eso hay revistas. También películas.
M adre : Hubiera sido una niña. Hubiera sido…
(158)
Delirios de la velocidad // Jeferson Palacio
R amón:
Todo está en silencio.
Suspendido. Todos están quietos. El silencio es tanto que se escucharía el lento fluir de la sangre. Largo silencio. Ahora, in crescendo. Pum pum pum pum pum pum pum. El estremecimiento. La explosión. El éxtasis.
C arlos : Aaaaaaaaaaaaaaaaaa… R amón : Cada habitante del barrio sube la cabeza. La ama de casa, el celador, Dani Gallego, el tendero, el perro, la puta, las señoras religiosas. Como si todo se suspendiera en el suceso, flotara. Una especie de cámara lenta, la sensación. Es un grito que inicia pequeño luego podría romper el tímpano. Están agitadísimos. Leo no sabe que pasa. (159)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Tiene los ojos abiertos. Está asustado.
C arlos : (Jadeando). Aaaaaaaaaaa… (Cae, respira muy rápido). R amón:
Todos salen del shock, pero no vuelven a sus oficios.
Quieren saber lo que va a pasar. La curiosidad no los deja seguir en lo suyo. No nos deja.
C arlos:
Ya acabó. Ahora sí me puedes oír. Tranquilo, sólo voy a decir dos palabras. Escucha.
Silencio. Tengo...
(160)
Delirios de la velocidad // Jeferson Palacio
R amón:
(Interrumpiendo). Es una sentencia.
Oímos la palabra cargada de infección. Todos la oyen. No hay persona del barrio, por lejos que esté, que no oiga la voz de Carlos. Todos. Leo no respira. Se lleva las manos a la cara. Él sabe lo que es eso. Él lleva la leche a los hospitales para enfermos terminales. Él ha entrado muchas veces al pabellón de gente con sida. Ha visto cómo se le empieza a romper la piel a esa gente, cómo se pudren. El vio cómo caminaban lentamente porque ya no tenían energía. Los ha visto a través de la ventana, de lejos, como vio a Carlos, hace un rato, antes de…
C arlos : Oye.
(161)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
L eo : Voy a correr hasta caerme del cansancio. Corrercorrercorrer. Quizá con el sudor se me salga la infección. Quizá así no se me pudran los pulmones tan rápido. Tal vez no muera de una gripa. Los padres van detrás de Leo sin alcanzarlo.
R amón:
Los padres corren.
Pero Leo se pierde en la tarde. Es un ocaso silencioso y sin suspiros. La gente se va por estas calles, tan rotas, tan mojadas. De pronto algún día lo volvamos a ver…
M adre : Si hubiera sido una niña, posiblemente mi marido… Padre :
(162)
Una nenita. Para comprarle todas sus cosas rosadas y protegerla, sobre todo eso.
Delirios de la velocidad // Jeferson Palacio
M adre : ¿Como me protegiste a mí? Tu gran virtud es joder a la gente. Padre : ¿Ah, sí? M adre :
El secretario más indeseado de este país. ¿Cuántos te echaran la madre a diario? Por cada día perdido de su vida. Gracias a ti. Por cada madrugada tirada a la basura. Cada visita al distrito militar, pero de paseo. Porque ni tú ni tus jefes entendieron que algunos no sirven para el ejército, los jóvenes no quieren perder esos dos años tan importantes viendo como sus compañeros caen igual que las hojas de los árboles. Allá se llora y también se ríe, pero para ellos la risa es como si tuvieran un ajo atravesado en la garganta.
Padre : Usted habla mucho. M adre : Menos mal puedo. Qué grave sería, tener que dejar de atender a la gente porque no quiero abrir la boca y que vean el deterioro de mis dientes por culpa del cigarrillo o por…
Padre : Cállese, óigame… M adre : No. Voy hablar. Ese derecho no me lo quitas aunque me revientes la boca todos los días, aunque tenga ya un sabor constante a sangre en la boca. La comida hace meses ya no sabe igual. Todo debe llegar con un color vino tinto al estómago. Decir palabras inconexas. Estupideces. Carro vaca rosada lechugas. Camadolortrampolinfotodentadura.
(163)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Pausa.
Padre : Yo quisiera atender los jóvenes, todos los días pero… M adre : Le falta este papel, el otro. Los despachas rapidito y con la cabeza embolatada para que no te alcancen a percibir la podredumbre bucal.
Padre : ¡Esta perra! M adre :
Pero Martínez, el capitán viceprimero, que nunca te ha querido, me dijo que cuando me volvieras a tocar un pelo, se lo contara. Lo llamara. Llámeme señora y ponemos a ese cabrón en su lugar, lo mandamos para lejos. Donde solo hay culebras y mosquitos. (Silencio). Y tú, ¿qué vas a hacer? ¿Cada día pegarme, pero de a poquitos? Aunque no muy duro, porque se lo digo a Martínez. Todo, hablo sin miedo. Y entonces, mandan a un simple secretario del ejército al infierno.
Padre : Hable. Grite. Corra. Así como su hijo salió corriendo por la calle.
M adre : ¿Qué será mejor? ¿Gritarlo? O, ¿guardarlo como un secreto? Y que la gente se empiece a descomponer sola y sin darse cuenta. Que se le empiece a… po… drir...la...bo…
(164)
Delirios de la velocidad // Jeferson Palacio
4. C aída libre 2 D ani:
Ser bailarín con pierna y media, se imaginará usted lo que es eso. La gente dice, ¿cuántos no han salido adelante sin brazos y sin piernas? Sin voz, sin ojos, sin cara. Como la puta, con un par de piernas. Pero quién le explica a esa gente que ellos no querían ser bailarines. Para ser bailarín lo único que hay que tener es el cuerpo vivo, lleno de verraquera, de magia papá, ¿me entiende? Para iluminar un sitio al que le caben 500 personas. ¿Sí? Iluminar a cada uno. ¿Con pierna y media?
Pausa. Y dice el doctor, muy tranquilamente —noooooo— va tocar amputarle las dos. Cuando me iba a mandar la mano para hacer la misma prueba anterior. (165)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Clavar el dedo. El doctor pone el dedo sobre la pierna con bastante presión. La piel queda blanca. ¿Cierto? Si ese blanco no se pone del color de la piel de inmediato hay que cortarla, la otra. La izquierda. Pausa. Que se pudra. Déjela que se me dañe. Que le salgan gusanos como a una guayaba. Que se gangrene toda. Que se infecte. Pudra. Corrompa. Estropee. Se malee. Coja olor fétido, como la carne que no se guardó en la nevera. (166)
Delirios de la velocidad // Jeferson Palacio
Pero que se me caiga sola. Nadie me toca una parte más del cuerpo. Y menos una pierna. Hacer plié sin un pie. Soy bailarín. De tango. Entra la Put a corriendo, muy agitada.
Put a : ¿Ah, sí? (Mira para todos lados lleva una mochila, cruzada por su torso). D ani : Lo que se pueda hacer con lo que me queda de cuerpo, lo hago. Put a : Bien. Yo siempre lo he hecho. D ani : Bien. Sonido de sirenas, carros de policía que pasan rápido, otros despacio.
Put a : El tipo empieza a bajar la mirada despacito por todo mi cuerpo. Como satisfaciendo una fantasía muy personal. El policía del carro me está mirando, sospecha.
D ani : ¡Qué bonitas piernas! Yo le halago las piernas para que se tranquilice y no sepa que yo sé que la están persiguiendo. ¡Huy papá!
(167)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Put a : Gracias, las tiene a la orden. Silencio.
D ani : ¿Cómo va todo? Put a : Va. D ani : El trajín de esta ciudad es tremendo. Put a : Sí, qué acelere, qué velocidad con la que se vive. De nuevo suenan sirenas, ahora pasa un carro de policía, muy lento, observándolos.
D ani : Cálmese, que los polis ven a un minusválido y se tranquilizan, creen que somos inferiores. No me dejarían cuidando que la leche hirviera, porque creen que se regaría. Si no les das dinero no vales nada. Perros esos. Pausa. Yo ofrecía un producto artístico.
Put a : (Calmada). ¿Qué producto artístico ofrecía? ¿Pinturas? D ani : Un espectáculo de tango. Hermoso. Bailaba con mi prima desde los diez años. En el concurso anual de tango fui el segundo. El segundo, dos veces. Este año sería el primero.
(168)
Delirios de la velocidad // Jeferson Palacio
Put a : Ufff… Pausa larga en la que se miran, se escudriñan sin que el otro se dé cuenta.
D ani : Pero ¿usted si pasaría un rato al lado mío? Put a : ¿Por qué lo dice? D ani : Acaso usted no es una mujer de la vida alegre, perdone que se lo diga. Put a : Por más que disfrute del sexo, la vida de una puta rara vez es alegre. D ani : Me imagino. Pausa. Pero alguna vez ha tenido una experiencia con alguien… (Se señala la pierna amputada).
Put a :
Sí, yo trabajaba en un pueblo donde hacía mucho calor. El lugar, El Séptimo Cielo. Solo había mujeres negras, morenas altísimas, hermosas; y con su baile podían seducir a cualquier hombre.
D ani : ¿Bailaban bien? Put a : Increíble. D ani : ¿Y qué bailaban? Put a : De todo, pero su especialidad era la salsa. D ani : ¿Usted también baila increíblemente? (169)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Put a : No, solo como se baila cuando uno se quiere ganar la comida, ganar la vida.
D ani :
Como debería bailarse siempre, como si la vida se fuera a acabar después de aquellos movimientos.
Put a : En El Séptimo Cielo no había mujer fea, cada una tenía un atributo. Lindas todas. Una noche llegó un joven en silla de ruedas, El Pony, le decían, quién sabe por qué. Él no solo tenía mucha plata sino también era atractivo. La primera noche se llevó la más joven y bonita de todas. Al siguiente viernes volvió y se llevó otra. Otra. Viernes, otra. Las mujeres volvían contentas, con buena plata; y se murmuraban entre ellas. Yo decía: “El tipo de las virtudes”. Guapo, con dinero y el mejor sexo del pueblo, se le olvida a uno cualquier invalidez. (Silencio. Mira a Dani Gallego, sigue). Cuando ya no quedaban más, me miró. Era mi turno. La silla empezó a girar despacito, se iba. Pero me las vio, las piernas. La cabeza giró. El cuerpo se quedó estático. Le hablé al oído. Él me miró. Con la cabeza dijo que sí. Me pagó por adelantado. Llegamos a la pieza. Yo lo acaricié muy despacio y le fui bajando los pantalones. Cuando miro Guaaaau… (170)
Delirios de la velocidad // Jeferson Palacio
Silencio.
D ani : ¿Qué pasó? Put a :
Todo muerto. Estaba muerto de la cintura para abajo. Subí para acariciarlo pero tenía los ojos cerrados y ya se venían los primeros ronquidos. Llamé a los amigos para que le subieran los pantalones y se lo llevaran.
D ani : (Ríe, la mira con ternura). Oye… Put a : Yo sé qué quieres. Tengo un trato. Vamos a la pieza… Pero tú debes pagar un poco más… Lo…
D ani : No tengo un peso. La plata es una ilusión. Sólo déjeme besarla.
Put a : Las putas no damos besos. Eso lo hacen los enamorados. Yo tengo tanto amor que me toca repartirlo entre varios. Dar besos sería desaseado. ¿Cuánto dinero tiene?
D ani : Su pierna derecha. Put a : ¿Qué? D ani : Déjeme besar lo que no tengo.
(171)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Dani Gallego se acerca en su silla de ruedas y le besa la pierna derecha. Ella está sorprendida, pero inmóvil. Le acaricia la rodilla, huele el muslo, le abraza el fémur, le rodea el talón. Dani le besa la pierna como quien besa el amor de su vida. Un último beso antes de partir.
D an i: Adiós. Put a : Los hombres siempre se van después de tirar conmigo. Pero tome (Se agacha para que Dani Gallego coja la mochila que lleva cruzada por el torso). Usted me acaba de hacer el amor. El primero, el único. La Puta se va. La bolsa que le dio a Dani Gallego está llena de dinero.
5. En mitad de una avenida que está llena de carros.
Put a : Está acabando julio. Ya se vienen los primeros aguaceros, habrá que comprar sombrillas. Posiblemente se inunde la periferia, el norte, pero no el oriente, ahí hay montañas. Los pies blancos, mojados. La ciudad está rota por todas partes.
(172)
Delirios de la velocidad // Jeferson Palacio
L eo : Ya ha pasado mucho tiempo, ya empezó la fase terminal. Voy camino al lugar donde me voy a internar. Donde yo dejaba la leche. Donde veía los enfermos desde lejos. Es que los síntomas son muy fuertes. (Pausa). Pero el carro está quieto hace rato. No se mueve.
D ani : ¿Por dónde voy a transitar? Una silla de ruedas no pasa por cualquier parte.
Put a : Nos hubieran avisado. Mejor sería coger las cosas y largarse mientras arreglan. Mientras pasa la lluvia.
Padre:
Prefiero estar aquí sentado en medio de la vía con el aire acondicionado pasando las horas en vez de estar viendo las caras de tragedia de los jóvenes porque no les vamos a dar la libreta militar. Faltan papeles. Mi hijo ya no va a tener que prestar el servicio, ni siquiera la libreta. Encerrado. Hace media hora el carro no se mueve.
L eo : Mi libreta va a ser el certificado de portador de VIH. El comandante verá si me lleva.
D ani : En este barrio que queda tan arriba abrieron la calle y no la han vuelto a cerrar. Todo está roto, lleno de piedras y de unas máquinas gigantes, pero estáticas, quietas. Nos robaron la plata. Habrá que coger palas, agua y cemento, y arreglar las calles. (173)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Eso nos corresponde a nosotros. ¡Claro! Y ahora que viene el invierno. Los que caminan y los que van en ruedas, todos mojados, papá. Pero sobre todo los que vamos en dos ruedas. Todo empapado. Pausa. Deberían inventarse algo para los dis… bueno, para nosotros. Pausa.
Puta: Se vienen las primeras gotas, gordas. Dani:
No sé… Como una sombrilla para pegarla a la silla de ruedas, o un impermeable que cubra todo, aunque se enredaría… Un…
Padre: De ahora en adelante no va a dejar de llover por mucho tiempo, mejor. Dani: Ya sé. Que se inventen una silla de ruedas a prueba de aguaceros, con techo, vidrios, limpiaparabrisas y un súper motor… Cae un aguacero descomunal, todos están mojados pero especialmente Dani Gallego.
(174)
Delirios de la velocidad // Jeferson Palacio
6. Casa de los padres de Leo. Huele a café.
Madre: Las tardes se empiezan a amontonar y la tristeza no da tregua. Los suspiros ya no me alcanzan, a veces me quedo sin aire.
Padre:
Hace cuánto que no vemos a Leo. Días, meses, cuando sean años quizá el dolor ablande.
Madre:
El tiempo no es un remedio contra la tristeza y menos contra las heridas serias.
Padre: Pero ablanda, de que ablanda, ablanda. Madre: Así como tú. (Silencio). Padre:
No tengo una amante ni orgasmos felices. No visito prostíbulos ni coqueteo con la chica del chance, y sé que las cosas tienen que salir, ser expulsadas, hay que amar, pero no me dan ganas. (Pausa). Tres direcciones concretas tiene mi vida. Trabajo, casa, iglesia. Iglesia, casa, trabajo. Casa, iglesia, trabajo. ¿No cree que la vida, a veces, se vuelve una melcocha? Dígame, con una vida así, ¿qué no se ablanda?
M adre : Los deseos. Padre : Nunca ha habido, no tantos. M adre : Una gelatina…
(175)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Tocan a la puerta, muy suave.
C arlos : Soy el vecino. Un conocido que quería saludar.
Padre : Esa voz la conozco. M adre : No le vamos a abrir. ¿Cierto? Padre : Claro que sí. M adre : Pero es… Tocan un poco más fuerte. El Padre va hacia la puerta. ¿Cómo está?
C arlos : Bien, bien. Padre : El tipo va entrando con confianza, como la gente que tiene mucha plata, que cree que todo les pertenece. No le voy a hacer una sonrisita para saludar.
C arlos : Mucho gusto. Padre : (Sonriendo). ¿Cómo está? M adre : Siéntese. C arlos : Vine a hablarles de algo concreto, luego me voy, no vamos a fingir más risas. (176)
Delirios de la velocidad // Jeferson Palacio
M adre : El culpable, el indeseado del barrio, el que nadie quiere mirar a los ojos. Un ser desagradable. El tipo que contagió a mi hijo está frente a mí. La cara se le empieza a poner roja a mi marido.
Padre : No me da rabia verlo. M adre : Es como si le empezara a hervir todo el cuerpo. Un gran ají, lleno de ira. Picante.
Padre : Debo contenerme. El café puede hervir en cualquier momento. M adre :
Está muy quieto, debe ser que siente la ira de mi esposo. Este se levanta.
Padre : ¿Desea un café? M adre :
El tipo contesta aturdido que sí. Pobre señor, las manos le están temblando. Es que no debe ser fácil enfrentarse a nosotros, personas que lo odiamos tanto. Lo veo y me da pesar.
Toman el café, mirándose entre todos. Se miran de todas las formas. Con muchas intensiones.
(177)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
El primero que acaba es Carlos.
C arlos : La gente me juzga en todo el barrio. Todos creen que soy el peor ser, por lo que pasó aquella tarde. Comienzo siempre de cero, cada mañana, como si nada hubiera pasado, pero es imposible. Ustedes son los últimos pero los únicos a los cuales podría recurrir. El cuento es este: Senté a mis padres en la sala, frente a mí. Les dije sin ningún tipo de vacilación que me encantaban los hombres, que cada vez que veía unas piernas velludas algo dentro de mí empezaba a saltar. (Silencio largo). Me taparon los ojos con una venda morada. Y me llevaron a un lugar totalmente desconocido. Nunca los volví a ver. No dijeron una sola palabra.
Padre : ¿Por qué nos cuenta eso? C arlos : Tenía que decírselo a alguien, pero no había a quien. No conozco a nadie. No tengo amigos, nada. Leo no recibe visitas. Pero aparecen ustedes como las víctimas, como mis víctimas.
Padre : Pues usted se merece eso y mucho más. Y el hecho de haber tenido una niñez como la que tuvo no le da derecho a hacer lo que hizo con nuestro hijo.
C arlos : La soledad es un castigo largo y doloroso. Padre : Asúmalo. M adre : Nada va a quitar el dolor que se siente con una enfermedad como esa. Ni las palabras de esos dos, ni nada.
(178)
Delirios de la velocidad // Jeferson Palacio
C arlos : Señora, ¿usted cree que es justo que los padres cometan ese tipo de fechoría con su hijo? Dejar botado un hijo a los trece años con la ropa que lleva puesta y una venda morada tapándole los ojos, sólo por decir una verdad que la mayoría oculta mucho tiempo y otros nunca dicen.
M adre :
Siempre he pensado que la calma y la tranquilidad son la mejor forma de arreglar las cosas.
C arlos : Pero eso no contesta mi pregunta. M adre : No le voy a contestar nada. Váyase. Aléjese. Déjenos con nuestro dolor. Con el recuerdo del olor a café recién hecho, en las mañanas, cuando teníamos a nuestro hijo. (Refiriéndose al Padre). Así este tipo quisiera una niña, yo amaba a mi hijo. Si viéramos a Leo en este momento no lo reconoceríamos, debe tener la piel y el cuerpo como una sabana vieja, lleno de rotos.
C arlos : Vine aquí a disculparme, a pedirles perdón. Pero ellos me dan un tinto amargo y me insultan cada vez que quieren. La Madre se lanza a golpear a Carlos, el Padre, asombrado, la detiene.
Padre : Pero usted nunca había tenido una actitud de esas. Su lema es: “Con calma y tranquilidad todo se puede arreglar”.
C arlos : La señora tiene ira, ira que podría hacer huecos en la pared. Ella podría coger el animal más feroz, sacarle las tripas y lanzarlas muy alto. Pero con la ayuda de su marido, se controla. Padre y Madre están muy agitados.
(179)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
Padre : No se le daña la vida a una persona en un instante, sólo por un acto y una palabra, ese es un delito que no da cárcel, pero es imperdonable. Nosotros deberíamos ser los jueces, sus jueces. Maltratarlo, arañarlo, maldecirlo. Ponerle un dispositivo para que mantenga la boca abierta y meterle cebollas, ajos, rábanos, cubios grandísimos, todo entero y sin masticar. Quizá así sienta el nudo que se siente en la garganta, cuando alguien pierde a un hijo.
C arlos : Ellos se calman de una manera instantánea, se tranquilizan. M adre : Mi esposo saca una venda morada y se la pone a Carlos en los ojos. Padre : Camine con la cara tapada hasta que no sepa dónde está, ni de quién es vecino, ahí se la quita. Ahora váyase señor. Lo sacan de la casa, Carlos queda perplejo.
7. C aída libre 3 - El f inal D ani : La silla de ruedas, es mi aparato para el desplazamiento. El remplazo. Pausa. La prótesis me estaba jodiendo el muñón, lo que quedaba de pierna. Difícil caminar con algo que no es suyo. También taparon la calle por la que bajaba a toda velocidad, como (180)
Delirios de la velocidad // Jeferson Palacio
huyendo de algún delirio. Ahora voy más lento y dando salticos, las piedras me hacen saltar. Y el miembro fantasma (Ríe). A veces me mando la mano a rascarme lo que no tengo. (Pausa). Yo vengo de lejos, llegué a este barrio pero me iré algún día. En dos ruedas. Todo es de a dos, menos mis piernas. Esto es pa’ todos… (Empieza a bailar. Lo hace muy bien, luego cae al piso, a punto de llorar). Fue rápido, rapidito. Todo estaba tranquilo. Yo estaba parado en la puerta de la casa. Pasaron dando bala y me dieron en las piernas. Cerré los ojos y cuando los volví a abrir, estaba en el hospital, se me estaba empezando a podrir la pierna derecha, luego hubo que cortarla. Y ni más de tango. Ni más de baile. Ni más de nada. Una vida tirada a la basura por un pedazo de plomo. Dijo Gardel:
(181)
Teatro en estudio //Teatro al Borde - Selección de dramaturgia 2012
“Adiós muchachos ya me voy y me resigno contra el destino nadie la talla se terminaron para mi todas las farras mi cuerpo enfermo no resiste mas”.
L eo : El muchacho de la leche, mi remplazo, nos mira por la ventana, observa como asustado, a veces lo acompaña su novia y vienen al pabellón de gente con sida, nos miran raro. Pausa. Jamás volví a hablar con nadie. Ramón pasa en su bicicleta.
R amón:
Carlos aún no encuentra su casa. Va de baño en baño buscando el olor del que era el suyo. Lleva un trapito morado en la mano. La muchacha sin brazos sigue llevando una mochila en su torso. Pero ¿qué es lo que lleva ahí? ¿Comida? ¿Papeles? ¿Droga? ¿Plata? También muestra las piernas, esas son sus fuentes labores.
Put a : Tengo que mostrarlas o si no nadie quiere irse conmigo, hay que comer. R amón: Pausa.
(182)
Aquí acaba y empieza todo, en este punto.
Delirios de la velocidad // Jeferson Palacio
Leo sólo se reconoce por su silencio. Algunos enfermos le pegan. Mañana empiezan a romper la calle donde está mi casa. Qué problema para los que andamos en dos ruedas. El padre de Leo perdió el trabajo, la madre se gana la vida limpiando baños. Carlos se encontró al nuevo lechero en un baño. Hoy empezó a salir el sol. De nuevo viene el calor. ¿Cuándo irán a arreglar las calles? Los personajes se paran frente al público, sin un solo gesto, un solo movimiento, sólo observan. Observan largo rato.
FIN
(183)
Jeferson Palacio
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A
ctor profesional egresado de la Academia superior de Artes de Bogotá. Ha trabajado en diversos montajes tanto académicos como profesionales con maestros como Fernando Pautt, Henry Díaz, Juan Carlos Agudelo, Ana María Vallejo entre otros. Creador del colectivo Knockout, en el cual se desempeña como intérprete y codirector. Actualmente lleva a cabo una investigación sobre dramaturgia del intérprete.
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TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selecciรณn de dramaturgia 2012
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Ellas y la muerte: SueĂąo de tres poetas // Carlos SatizĂĄbal
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TEATRO EN ESTUDIO //TEATRO AL BORDE - Selecciรณn de dramaturgia 2012
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