3 minute read

RESILIENCIA, RESISTENCIA Y SOBREVIVENCIA

TEXTO:

Graciela Ángeles Carreño IG: @realminerooficial

Advertisement

FOTOGRAFÍA:

Jorge Omar Martínez Solís IG: @soyjoms

Desde marzo pasado, mucho ha ocurrido en la vida de todos los mexicanos y del mundo entero. Viviendo en una pequeña provincia, en este caso La Verde Antequera, misma que en los últimos años ha llegado a estar en la mira de muchos turistas ansiosos de conocer la gastronomía, de la que los oaxaqueños nos sentimos tan orgullosos, llegó un virus para detener la inercia y ponernos a prueba una vez más.

Hasta hace unos 5 años, el Estado de Oaxaca mantenía una economía turística cíclica, misma que estaba marcada por los periodos vacacionales. Después del conflicto social de 2006, el estancamiento fue duro y tuvimos que resistir para luego salir a las calles a lavar banquetas y paredes, para sacar la mejor sonrisa y volver a la carga promoviendo las actividades culturales, la gastronomía y obviamente, el mezcal.

Alicia Torres, cocinera tradicional en Tierra Antigua, Teotitlán del Valle.

IG @tierraantigua

En los últimos años, todo lo antes mencionado se fue fusionando para ser parte de un todo: Oaxaca. En los últimos dos años, la ciudad ya no se vaciaba, había turistas permanentemente y estos no sólo se quedaban a visitar los sitios arqueológicos, los edificios coloniales o los mercados de la ciudad. Se fue construyendo una nueva propuesta de turismo, el que se fue especializando en crear “experiencias” al visitante.

Llevarlo a conocer los rincones de Oaxaca y desarrollando el turismo de aventura y el rural. El turismo de playa que en Oaxaca ya tenía ganado un espacio por la cantidad de playas y la diversidad de propuestas ha sido interesante, pues no compite con otros centros de turismo de playa y la participación de los habitantes y las comunidades aledañas han dado un toque particular a lo que puedes venir a disfrutar a Oaxaca. Ese equilibrio que las comunidades y su cultura han dado al turismo, poco han sido considerados.

Se ha tomado un poco de aquí y de allá, se han mezclado diferentes estilos y conceptos para ir recreando Oaxaca como una pequeña ciudad cosmopolita que no tiene como atractivo centros comerciales o mega hoteles. Al contrario: le hemos apostado al diferenciador de producto y servicio.

Al tiempo que nuestra ciudad y nuestros pueblos cada vez presentaban más visitas de extranjeros, también comenzábamos a sentirnos ajenos a este lugar donde habitábamos. La gentrificación del centro de la ciudad, la imposibilidad de disfrutar del día de muertos en comunidad, el tener dos semanas intensas en julio debido a la celebración de la Guelaguetza, nos generaba sentimientos encontrados.

Hoy día y tras casi 5 meses de incertidumbre y con muchos proyectos pendiendo de un hilo, vemos con mucho agrado que los oaxaqueños no hemos perdido la capacidad de adaptación, que somos una cultura resilente y que, por fortuna, nuestra resistencia no se aplica a los cambios, sino a nuestro tesón por seguir adelante.

El fin de semana pasado visité a una querida amiga, una cocinera tradicional de Teotitlán del Valle. Platicando sobre si los turistas llegan o no a la ciudad, concluimos en algo: la nueva forma de hacer turismo y de ofrecer servicios turísticos será la del servicio especializado, bajo reservación y para grupos o familias pequeñas, donde la cercanía con el cliente será indispensable. Curioso y contradictorio ahora que no podemos abrazarnos y debemos mantener una distancia sana, es justo cuando se abre la posibilidad de conversar con la persona que tejió, cocinó, produjo el mezcal, bordó, cultivó, labró, moldeó y dio forma a todo aquello que estamos bebiendo, comiendo, admirando, usando, pensando…

En resumen: las cosas no pasan por casualidad, es tiempo de repensarnos como humanos, ya no sólo como proveedores o consumidores. Todos necesitamos de todos, incluso, necesitamos un abrazo lejano en tiempos de incertidumbre.

This article is from: