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Flor María Yáñez Álvarez

Flor María Yáñez Álvarez

Doctora en Educación, Artes y Humanidades y consultora internacional.

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Destino político y sentido del humor

Hacia una cultura de la paz

Finalmente arrancaron las tan (des) esperadas campañas electorales en todo el país, dentro de un contexto inédito de pandemia global. Aún así, se realizaron actos multitudinarios con los candidatos y candidatas pues, qué importa contagiarse, lo relevante es ganar y agarrar “hueso”. Como es tradición, rápido se instalaron carpas del circo político con espectáculos, trucos y tragicomedia; la misma trama de siempre, pero con diferentes payasos apasionados en la arena. En la lucha por acceder a puestos populares, varios candidatos decidieron cambiar de partido dejando su ideología, color y valores para pelear por un lugar. Ya no son payasos, son chapulines “transfuguistas” que saltan de un partido a otro por las papeletas electorales: volatilidad y pérdida de identidad; amor, odio, mentiras, burlas, engaños, sed por el dinero y poder.

Los políticos desde la antigua Grecia debían estar bien instruidos en el arte de la retórica para convencer y enamorar al pueblo. Por lo general, quien lograba el mejor discurso, ganaba. Los y las candidatas con sus argumentos, instruidos en este arte, intentan jus sus “trapitos sucios bien conocidos”. La estrategia de la posibilidad de la “mentira política”, de la exageración e incluso la ridiculez aún sigue vigente y perjudicando a la sociedad.

Ikram Antaki hablaba sobre las pasiones políticas y la mentira: “En México la mentira, la manipulación, la exageración, son

parte de nuestro discurso diario, son parte de nuestra cotidianidad, tanto por parte de los políticos como del pueblo en general”. En “teoría”, ante un engaño, las personas no darían su voto a un mentiroso, pero pareciera que, a la sociedad, le gusta ser engañada; lo disfruta. Sabemos que nuestro candidato o candidata nos miente y a pesar de ello, votaremos por él o ella. Clotaire Rapaille, experto en descubrimientos en arquetipos culturales, mencionó que en cada cultura existe un verbo que funciona como llave para abrir la puerta hacia el inconsciente colectivo. En México ese verbo es: aguantar. Por siglos a los mexicanos se nos ha enseñado que Dios hizo que el destino de los pobres y poco educados fuera sufrir y que la única respuesta aceptable era ser piadosos y pasivos. Cuando algo sale mal y la vida se hace difícil y dolorosa, la mentalidad no es cambiarlo, sino aguantarlo, quizá por miedo a las consecuencias. Sabemos cómo está el panorama electoral en nuestro Estado, aún así nos conformamos, toleramos abusos, injusticias y mentiras. Todos son corruptos –dicen por donde quiera–, pero nos conformamos con el dijeron” Los romanos creían que la felicidad dependía de palabras que las parcas pronunciaban en el momento del nacimiento de una criatura, de tal manera que el destino quedaba trazado en la dicta “la cosa dicha”. ¿Será que todo está dicho en la política también? Es momento de cambiar el “hado”, el destino político y romper con las cargas impuestas que nos atan de tener una verdadera democracia.

Paridad de género

Las mujeres históricamente han estado en desventaja con relación a los hombres. Aún permean los géneros masculino y femenino, ambos de constructo social para establecer los roles que hombres y mujeres deben cumplir en sociedad que se ha inclinado a que predomine el género masculino en la vida política de nuestro país, relegando a las mujeres a puestos secundarios por debajo de los hombres. La igualdad entre ambos sexos es fundamental para la vida democrática de nuestro país, de ahí la necesidad de adentrarnos vertiginosamente a los cambios culturales, actitudinales y sociales necesarios para que ocurra; vamos contra reloj.

El Instituto Estatal Electoral emitió un lineamiento para cumplir con el principio de la paridad de género, que garantiza el derecho a la igualdad entre hombres y mujeres en la participación en los asuntos públicos y acceder a los puestos de elección popular. Es un derecho constitucional para asegurar que ambos sexos tengan acceso a la representación democrática con justicia y equidad. El proceso electoral 2021 fue inédito considerado el más grande de la historia de nuestro país y por la cantidad de mujeres que competirán por cargos públicos en las diferentes esferas representativas.

obstaculizado que las mujeres alcancen la igualdad efectiva en el acceso a derechos y oportunidades, es decir restablece la igualdad en una sociedad que continúan asignándole roles que impide su desarrollo. Para contrarrestar los fenómenos de la discriminación, en las que resaltan las cuotas de género; sin embargo, no basta derribar los muros de la desigualdad en la que todavía estamos inmersos.

Suponer que el acceso de las mujeres a cargos públicos automáticamente abrirá la puerta a propuestas con perspectiva de género, es falso. Ser mujer no es igual a feminismo y a ponerse “la playera” para buscar la equidad social y el combate a la violencia de género que pareciera ha infestado al país. El reto de las mujeres va más allá a ser elegidas a un puesto público, tiene que ver con la convicción de que tanto hombres y mujeres son guales en dignidad y derechos y que, por el solo hecho de ser mujeres se padecen distintas formas de violencia estructural, cultural y directa que los hombres no imaginan. Para implementar acciones que sofoquen estas violencias, es damente. Si hablamos de machismo, éste tiene sus bases en la violencia cultural generalmente invisibilizada y por ello, perpetuada de generación en generación en todos los ámbitos de la sociedad. Es decir, tanto hombres como mujeres poseen actitudes misóginas

que retrasan e impiden el acceso a una vida libre de violencia para ellas. No por el hecho de ser gobernadora, presidenta del Congreso o magistrada es garantía de que habrá igualdad y equidad. Como mujeres tenemos la responsabilidad de capacitarnos profundamente en temas de género y como un proceso, ayudar a deconstruir a una sociedad manchada que ha relegado a las mujeres de su plena realización en el ámbito público y privado y dar cuenta de que una verdadera democracia incluye a todas las personas, independientemente de sus diferencias. Son cada vez menos quienes cuestionan la implementación de estas medidas para aumentar la representación política de las mujeres. Será verdaderamente un éxito cuando las mujeres hayan penetrado la estructura de los partidos y establecerse en puestos de dirección y poder en diferentes niveles institucionales.

Falta mucho por recorrer para lograr la paridad efectiva entre ambos sexos, pero hoy estamos más cerca de alcanzarla. Con el esfuerzo de todos y todas, pronto será una realidad tangible.

Porque sólo nos queda reír

El humor y una buena burla son parte de la idiosincrasia mexicana, así como también lo es en un proceso electoral. Comenta una buena amiga que para insultar o despreciar a alguien o algo debes mandar a la “fregada” a otra persona de tal manera, que quede encantada hacia el viaje de la mofa encubierta. Recomienda utilizar en un lenguaje especializado auxiliado del origen y etimologías de las palabras, para suavizar el tono de la ofensa, con el propósito de embelesar a la persona y desviar su atención hacia otros ángulos del texto; consigue satíricamente dar su punto de vista de manera cultura, una buena risa, introducir un tema difícil de tocar, un “jalón

La política de acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española, es el arte de ejercer el poder público, de gobernar y de ocu-

parse de los asuntos públicos en general. En las democracias, los ciudadanos ejercemos nuestro voto para elegir a nuestros representantes, tal como lo hicimos este seis de junio. Al respecto, ¡qué dicha que llegamos al siete sin mayores incidentes y en aparente paz! los Estados”. Gozaba de buena reputación y prestigio, pero ahora, pareciera es una debacle a la democracia. Esta palabra ingresó al castellano gracias a la traducción de la novela de Émile Zola “La débâcle”, publicada en 1892. El argumento se sitúa en el contexto de los acontecimientos políticos y militares que acabaron con el Segundo Imperio de Napoleón III. El vocablo se refería inicialmente a la ruptura de una traba (bâcle) de una puerta y con Zola en “Ger contienda los “perdedores” se enfurruñan por la derrota, se tornan coléricos, se enfadan y gruñen irritados contra los vencedores. Su cara se estropea por el malhumor, palabra proveniente del francés froigne.

La política se ha convertido en un mitridatismo. En biología este trado en dosis pequeñas e “inofensivas” que, aplicados de manera prolongada y progresiva, causa tolerancia a ella. Esta palabra procede del nombre de Mitrídates VI, también conocido como Eupátor Dionysius. A los trece años sucedió a su padre como rey del Ponto. Para escapar de las constantes conspiraciones, se habituó a ingerir inmunizarlo. El problema fue cuando quiso suicidarse y no pudo por haber desarrollado tolerancia a la sustancia entonces, tuvo que ordenar que le matasen. Hemos aprendido a tolerar el veneno de la deformada política y con tristeza, nos aguantamos con elegir “democráticamente” al o la menos peor de los candidatos, y no por el mejor. Dicen que lo que no te mata te hace más fuerte, entones si no te mata, a lo menos quedas atarantado. Las tarántulas fueron la primera arma biológica de la historia. Cuando este insecto picaba a una persona, le producía desorientación y por el nombre de la

araña, se le llamó atarantar. Estas elecciones tuvimos a un grupo selecto de mequetrefes “sujetos entrometidos e inútiles” queriendo llegar al poder. El vocablo es de origen portugués compuesto por meco “libertino”, proveniente del latín moechus “adúltero” y trefe “travieso”, procedente del hebreo “carne echada a perder”. Se acabaron las promesas para los vencedores y comienza el trabajo arduo de aterrizar sus propuestas. Estamos inmersos en teatro de lo absurdo (una obra de origen estadounidense sin explicación lógica y sin sentido). La historia nos ilustra, pero el tiempo, se encarga de llorar, reír y aprender de la etimología de las palabras es mejor.

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