TALLER BÁSICO DE LITURGIA Primera Parte.: Lo que se debe SABER Tema 1: La Ministerialidad de la Iglesia 1. La Iglesia es ministerial De la necesaria relación de la Iglesia con el mundo en virtud de su misión de construir el Reino de Dios, se desprende su ministerialidad. Es decir, que la ministerialidad de la Iglesia le es connatural. En efecto, si la Iglesia debe estar presente y ser sacramento de salvación para el mundo en su concreción de lugares, situaciones y estructuras, sólo puede realizarlo con la diversidad de ministerios. Los ministerios constituyen, pues, uno de los elementos integrantes del ser y quehacer de la Iglesia. Todo ministerio es un servicio que responde a una necesidad real de la comunidad. Pero no todo servicio es un ministerio, pues el auténtico ministerio implica fidelidad a una cierta vocación especial, y supone un reconocimiento personal y comunitario para un ejercicio público. Toda comunidad concreta verdadera tiene derecho y deber de desarrollarse ministerialmente, de tal modo que en ella, al mismo tiempo que se cumple la misión recibida de Cristo, realice la vocación apostólica de cada fiel cristiano. 2. Los ministerios en la Iglesia Los ministerios en la Iglesia surgen como respuestas eficaces de servicio ante las diversas necesidades del pueblo de Dios. Por eso los ministerios en la Iglesia van íntimamente unidos al cumplimiento de la misión como expresión de su naturaleza: ser para servir. Los ministerios son constitutivos de la Iglesia, y pertenecen a su ser y a su quehacer en el mundo. Y el fundamento de los ministerios está en su realidad sacramental como sacramento universal de salvación. Toda ministerialidad tiene su fundamento en el bautismo. Como dice la Christifideles laici: Es la inserción en Cristo por medio de los sacramentos de la iniciación cristiana la raíz primera que origina la nueva condición del cristiano en el ministerio… 3. Los ministerios laicales LAICOS son los fieles que han sido incorporados a Cristo por medio del Bautismo y por ese hecho ya participan de su función sacerdotal, profética y real, y ejercen en la Iglesia y en el mundo la misión de todo el pueblo de Dios, a su manera yen el campo que les toca (LG, 31). La vocación cristiana es una vocación al apostolado, que supone una participación en la misma misión que Cristo encomienda de modo privilegiado a sus apóstoles. Con la Acción católica y los movimientos apostólicos se hizo oficial esta encomienda y misión a los laicos. Por eso, es preciso proclamar, redescubrir y promover los compromisos que de cara al mundo lleva el ejercicio de cualquier ministerio, pero especialmente el de la Palabra y la Caridad. El cuanto al Ministerio Extraordinario de la Eucaristía, podemos señalar que los fieles laicos, ya desde hace tiempo, colaboran en diversos ambientes de la pastoral con los sagrados ministros a fin de que “el don inefable de la Eucaristía sea siempre más profundamente conocido y se participe en su eficacia salvífica, con una intensidad cada vez mayor” (Instrucción Inmensae Caritatis, Proemio). Este Ministerio Extraordinario de la Eucaristía se trata de un servicio litúrgico que responde a objetivas necesidades de los fieles, destinado, sobre todo, a los enfermos y a las asambleas litúrgicas en las que son particularmente numerosos los fieles que se acercan a recibir la Comunión.
Tema 2: El Sacramento de la Eucaristía 1. Los sacramentos en general Sacramento viene del griego μυστηριον, que se traduce por “misterio”, es decir, algo sagrado, oculto o secreto. La palabra griega se traduce al latín por sacramentum, que significa algo que santifica. El Catecismo de la Iglesia Católica define los Sacramentos como signos instituidos por Cristo, que significan y producen el don de la gracia, y son designados con el nombre de sacramentos (Cat., 1131) Sacramento se puede aplicar también a la misma Iglesia, como lo enseña el Concilio Vaticano II: “La Iglesia es en Cristo como un sacramento, o sea, signo e instrumento de la unión con Dios, y de la unidad de todo el género humano” (LG, 1). 2. Sacramento de la Eucaristía La noción de sacramento incluye: Que es una cosa sensible, perceptible por los sentidos. En la Eucaristía, entre otros elementos, tenemos Pan y Vino. Esa cosa es signo de otra realidad o gracia. En la Eucaristía, Pan y Vino manifiestan la vida de Cristo (Gálatas 2, 20) Que haya sido instituido por Cristo durante su vida terrena. La Eucaristía lo fue: Mt 26,26; Mc 14,22; Lc 22,19; 1 Cor 11,24. No sólo significan algo sobrenatural o gracia sino que lo producen de hecho en el sujeto. La Eucaristía de hecho “nos cristifica por entero, asociándonos a la plenitud de Cristo” (San Cirilo). Existen por la Iglesia y para ella (Cat., 1118). La Eucaristía existe por Tradición y Sucesión Apostólica. La Eucaristía es el sacramento en el cual, bajo las especies de pan y vino, Jesucristo se halla verdadera, real y sustancialmente presente, con su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad. Por eso es el más sublime de todos los sacramentos hacia el cual convergen todos los demás. Es el centro de la vida litúrgica para todo sacramento y sacramentales.
3. Efectos del Sacramento de la Eucaristía Aumento de la gracia santificante en el alma: hace aumentar la unión con Dios y la santidad. Regala la gracia sacramental específica: gracia nutritiva, “sustentándola, reparándola y deleitándola” (Concilio de Florencia). Perdona los pecados veniales (enfermedad del alma que debilita frente al pecado mortal). Prenda de vida eterna: “El que come de mi carne y bebe de mi sangre tiene la vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día” (Juan 6, 54).
4. El Ministro del Sacramento de la Eucaristía “Sólo el sacerdote válidamente ordenado es ministro capaz de confeccionar el sacramento de la Eucaristía, actuando en la persona de Cristo” (CIC, c. 900 y Cat., 1411). La afirmación anterior es una verdad de fe, declarada en el Concilio de Letrán contra los valdenses, que rechazaban la jerarquía y otorgaban a todos los fieles los mismos poderes. Igual hizo Concilio de Trento con protestantes.
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5. El Sujeto del Sacramento de la Eucaristía Todo bautizado es un sujeto capaz de recibir la Eucaristía, aunque sea niñ@. Para que la recepción sea fructífera y lícita: En estado de gracia Con intención recta, buscando la unión con Dios y no por otras razones Precedida de una buena preparación y seguida de buena acción de gracias. Signos de respeto y reverencia: ayuno, modos de vestir, etc. (Cat., 1387) 6. Presencia real de Cristo en la Eucaristía Hay doctrinas heréticas en cuanto a la presencia real de Cristo en la Eucaristía, a pesar de la doctrina clara de la Sagrada Escritura y de las enseñanzas constantes de la Tradición de la Iglesia. Son Herejías, pues niegan o explican mal esta doctrina Tradicional que afirma la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Entre estas doctrina heréticas tenemos: Antigüedad: Docetas, Gnósticos y Maniqueos. Estos grupos afirman que Jesús sólo tuvo cuerpo aparente. Siglo XI: Berengario de Tours, considera la Eucaristía como un mero “símbolo”. Hostia es figura presente espiritualmente. Siglo XIV: Juan Wiclef sostiene que después de la consagración sigue pan y vino. Se recibe espiritualmente. Lutero afirma la doctrina de la consubstanciación, según la cual, en la Eucaristía está al mismo tiempo la sustancia del pan y del vino junto con el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Osiandro afirma la impanación, según la cual se efectúa una unión hipostática entre el pan y el Cuerpo de Cristo. Calvino, Zwinglio y otros afirman que Cristo no está vinculado a la hostia, se recibe sólo espiritualmente dependiendo de la fe y sólo en el momento de la celebración. “Por la fe es el creyente que pone a Cristo en la Eucaristía” (Zwinglio). “Cristo está en la Eucaristía, porque actúa a través de ella; pero no está sustancialmente” (Calvino). La Iglesia Católica, en su enseñanza, afirma y defiende la doctrina de la presencia real de Cristo en la Eucaristía: El Concilio de Trento afirma que en el sacrosanto sacramento de la Eucaristía... Se produce una singular y maravillosa conversión de toda la sustancia en pan en el Cuerpo de Cristo, y de toda la substancia del vino en la Sangre; conversión que la Iglesia Católica llama aptísimamente transubstanciación (cfr. Concilio de Trento y Cat., 1376). La Sagrada Escritura fundamenta la fe y la doctrina eucarística de la Iglesia: Los sinópticos y San Pablo presentan a Jesús instituyendo en memorial eucarístico de su muerte, con su petición explícita que se celebrara perennemente en la Iglesia: La Eucaristía se celebra en el contexto judío de la Cena, su contenido era de liberación. Pero Cristo lo hace de una manera especial, más plena, da inicio al Misterio Pascual. San Juan destaca la celebración de la Eucaristía como elemento cúlmine de la vida litúrgica de la Iglesia Primitiva. El Pan de Vida (Juan 6, 32-66) discurso que tiene por objetivo explicar en profundidad la sacramentalidad de la eucaristía: La Eucaristía es el ser mismo de Jesús, a quién recibimos por fe, y es la salvación verdadera en forma de pan y vino. Verdadero maná de la pascua universal.
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7. Nombres de la Eucaristía Eucaristía: Acción de gracias que recuerda las oraciones judías (1 Cor 11,24). Banquete del Señor: Es la anticipación del banquete de bodas del cordero. Fracción del pan y asamblea Eucarística. Memorial de La Pasión y Resurrección de Cristo (Hechos 13,15). Comunión: Nos unimos a Cristo, y entre todos como hermanos para ser un solo cuerpo. Santa Misa: Porque termina en el envío, recordando el sentido de misión que tiene el sacramento. 8. Eucaristía y Comunidad Eclesial
La Eucaristía une a los fieles en el amor, consolidando los vínculos efectivos de comunión eclesial: “Así pues, ya no son extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios” (Efesios 2,19). “Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno” (Hechos 2,44-45). “Alababan a Dios y gozaban de la simpatía de todo el pueblo” (Hechos 2,47). La Eucaristía se celebra como liturgia, es decir, expresión festiva de la fe vivida; e implica la formación, el compartir fraterno y la oración: “Acudían al Templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón” (Hechos 2,46). “Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones” (Hechos 2,42).
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SEGUNDA PARTE: LO QUE SE DEBE HACER Tema 1: Comunión de los enferm@s y ancian@s 1. La tarea de llevar la comunión a enferm@s y ancian@s Una de las tareas que deben realizar los Ministr@s Extraordinarios de la Eucaristía en el ejercicio de su ministerio es llevar la sagrada comunión a las personas enfermas o ancianas que no pueden acudir a la celebración de la Misa y que están preparadas para comulgar. Eso implica que los Ministr@s de la Eucaristía deben asegurarse que la persona a quien ha de llevar la sagrada comunión no tiene algún impedimento para recibirla: si está en pecado público, si vive en concubinato, si no ha recibido nunca la comunión, etc. Cabe señalar que esta tarea de llevar la sagrada comunión a los enfermos se debe hacer en colaboración y coordinación con el Ministerio de Enfermos, pues ese ministerio tiene la misión de la atención pastoral a los enfermos. 2. Rito de la comunión de enferm@s y ancian@s A continuación vamos a presentar el rito que deben seguir los Ministr@s Extraordinarios de la Eucaristía cuando llevan la sagrada comunión a los enfermos. Ritos iniciales Saludo El Ministr@ llega a la habitación donde está la persona enferma o anciana, la saluda con sencillez y afecto igual que a los presentes con las siguientes o parecidas palabras: La paz del Señor a este hogar y a todos los aquí presentes. El Ministr@ coloca la sagrada comunión en la mesa preparada para el efecto. Se arrodilla haciendo un breve silencio de adoración. Canto inicial Acto penitencial El Ministr@ invita a la persona enferma o anciana y a los presentes a reconocer los pecados para pedir perdón a Dios; lo hace con las siguientes o parecidas palabras: Hermanos, para participar dignamente y con fruto en esta celebración, reconozcamos humildemente nuestros pecados. Luego de un breve silencio para reconocer los pecados, se recita el Yo confieso… Al finalizar el Yo confieso, el Ministr@ concluye con las siguientes palabras: Dios Padre de misericordia nos perdone y nos ayude a alcanzar la vida eterna, Amén. Se puede entonar un canto penitencial Liturgia de la Palabra Se lee uno de los siguientes textos de la Biblia: Lucas 24,13-35 Juan 6,51-59 Juan 14,23 Juan 15,4 1 Cor 11,26
Juan 4,16 Juan 6,24-35 Juan 14,6 Juan 14,27 Juan 15,51
Breve comentario a la lectura Luego se puede hacer un breve comentario a la lectura, resaltando la importancia de la comunión como alimento que fortalece a la persona enferma o anciana y le une a Cristo, para que en él viva su enfermedad o ancianidad con fe firme y esperanza alegre. 5
Profesión de fe bautismal El Ministr@ pregunta a la persona enferma o anciana para que públicamente manifiesta su fe. Lo hace con las siguientes preguntas: ¿Crees en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra? ¿Crees en Cristo, Hijo único de Dios Padre, que nació de María la Virgen, anunció el Evangelio, fue crucificado, resucitó al tercer día y está junto al Padre Dios y con nosotros? ¿Crees en el Espíritu Santo, vida de Dios en nosotros, que fortalece, anima y santifica? ¿Crees en la Iglesia, que animada por el Espíritu camina hacia la unidad y la santidad, que es universal e instrumento de salvación en el mundo? ¿Crees en el perdón de los pecados, en la resurrección y la vida eterna? Peticiones a Dios El Ministr@ motiva e invita a que se hagan algunas oraciones de petición por la persona enferma o anciana. Rito de la comunión El Ministr@ invita a rezar el Padre nuestro: Hermanos, unidos como familia de Dios oremos con las palabras que Jesús nos enseñó… Al terminar el Padre nuestro, el Ministr@ toma la comunión y la muestra diciendo: Herman@s, este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a comer de él. El Ministr@ se acerca a la persona enferma o anciana y le ofrece la sagrada comunión diciendo: El Cuerpo de Cristo. Luego se hace un breve silencio para orar interiormente, agradeciendo a Dios por la comunión de la que se ha participado. Ritos finales El Ministr@ hace la siguiente o parecida oración: Padre Bueno, al darte gracias por la comunión que ha recibido nuestro herman@ (N.), te pedimos le concedas fortaleza de fe, la salud de su cuerpo y un día la salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor, Amén. Invocación de la bendición El Ministr@ invoca la bendición de Dios mientras se santigua: El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén. Canto final Tema 2: En la Celebración de la Misa En la celebración de la Misa, los Minist@s Extraordinarios de la Eucaristía asisten al presbítero en la distribución de la sagrada comunión a los fieles. ¿Cómo deben desempeñar esta tarea? Veamos. En la procesión de entrada Los Ministr@s de la Eucaristía acompañan al presbítero que preside la celebración, bien inmediatamente delante de él o, si no hay otros presbíteros concelebrantes, a ambos lados de él. Al llegar al altar hacen la debida reverencia y se ubican en el lugar reservado para ellos, debajo del presbiterio. En el rito de comunión Buscan la reserva en el Sagrario Mientras se intercambia el saludo de paz y se entona el “Cordero de Dios”, los Ministr@s van al sagrario, y haciendo la debida reverencia, con delicadeza sacan el copón con las hostias consagradas que se distribuirán, lo llevan al altar y lo colocan sobre el corporal. 6
Una vez que el presbítero que preside la celebración les ha dado de comulgar, reciben los compones con las hostias consagradas que han de distribuir y van al lugar que les corresponda para hacer la distribución. Distribuyen la sagrada comunión Al dar la comunión a cada fiel, la elevan ligeramente mientras dicen: El cuerpo de Cristo. La depositan delicadamente en la mano o en la boca de la persona que comulga. Reserva de la sagrada comunión Terminada la distribución de la comunión, los Ministr@s vuelven al altar y colocan los compones sobre el corporal. Una vez que el presbítero que preside la celebración ha recolectado las hostias sobrantes, los Ministr@s llevan el copón al sagrario, lo depositan dentro con delicadeza, y luego de cerrarlo, hacen la debida reverencia y re retiran a su lugar. En la procesión de salida Después de la bendición final, los Ministr@s se dirigen hacia el altar, en el orden correspondiente hacen la debida reverencia ante el altar y se retiran en el mismo orden que en la procesión de entrada. Tema 3: Exposición-Adoración del Santísimo Exposición Mientras se entona un canto eucarístico, el Ministr@ saca del Sagrario la hostia grande consagrada, la introduce en el Píxide (o Luneta), lo coloca en la custodia y lo expone en el Altar, sobre un corporal debidamente desplegado; y se arrodilla frente a él. Terminado el canto, el que preside la celebración saluda: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo… Todos: Amén Y en seguida hace la siguiente oración: Padre Dios, que nos has dado la vida en este mundo, y en tu Hijo Jesucristo nos abres el camino de la vida eterna; gracias por la vida que nos has regalado en este día, y gracias por permitirnos reunirnos entorno a Cristo Sacramentado. Envía su Santo Espíritu que abra nuestros corazones y nos disponga para que en este rato de adoración reconozcamos a Cristo presente en el Pan de Vida, lo veneremos con devoción, los acojamos con amor, nos unamos más íntimamente a él para ser sus fieles discípulos, y nos unamos más a su Cuerpo que es la Iglesia, para ser eficaces misioneros anunciando su Buena Noticia a tod@s. Amén. Terminada la oración, se sientan en silencio. Primera reflexión: Jesús es pan de vida Lectura: San Juan 6,48-54 Yo soy el pan de vida. Sus antepasados, que comieron el maná en el desierto murieron. Aquí tienen el pan que ha bajado del cielo para que lo coman y ya no mueran. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré será mi carne, y la daré para vida del mundo”. Los judíos discutían entre sí:¿Cómo puede éste darnos de comer carne? Jesús les dijo:”En verdad les digo: si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, vive de vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día”. 7
Silencio meditativo Oraciones espontáneas de alabanza o acción de gracias Canto Eucarístico Oración Te pedimos, Jesús, siempre estar preparados para recibirte en la Eucaristía. Necesitamos encontrarnos contigo en el pan que alimenta y da vida. Que nunca nos falte el hambre de Dios, las ganas de que llenes nuestro corazón. Que nunca seamos indiferentes al hambre que sufren tantos hermanos, y que seamos solidarios para ayudar. Que cada Eucaristía sea una verdadera fiesta porque juntos, en comunidad, nos alimentamos con tu presencia viva. Gracias por pensar en nosotros y darnos la alegría de poder recibirte para crecer en nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor a los demás. Que cada Eucaristía nos dé fuerzas para seguirte. Amén Segunda reflexión: La Unidad de la Iglesia en Cristo Lectura: 1ª Corintios 12,12-14 Hermanos: Así como el cuerpo tiene muchas partes, pero todas forman un solo cuerpo, así es también Cristo. Hemos sido bautizados en el único Espíritu para que formáramos un solo cuerpo, ya fuéramos judíos o griegos, esclavos o libres. Todos hemos bebido del único Espíritu. Un solo miembro no es suficiente para formar un cuerpo, sino que hacen falta muchos. Silencio meditativo Oraciones espontáneas de alabanza o acción de gracias Canto Eucarístico Oración Gracias, Señor, por enseñarnos que te quedaste con nosotros, que para recibirte necesitamos aprender a ser solidarios y a perdonar. Por eso hoy acercamos a tu altar nuestro humilde aporte para aquél que lo necesite. Gracias por este encuentro personal contigo y gracias por quedarte siempre presente en nuestro corazón. Amén Ahora se hace silencio contemplativo. Rito de Bendición con el Santísimo Se entona un canto eucarístico, mientras todos se mantienen de rodillas. El ministr@ que preside la celebración se coloca de rodillas ante el Santísimo. Terminado el canto, el ministr@ que preside dice: Les diste, Señor, pan del cielo. Todos: Que contiene en sí todo deleite. A continuación el ministr@ que preside dice la siguiente oración:
Señor nuestro Jesucristo, que en este sacramento admirable de la Eucaristía nos dejaste el memorial de tu pasión, concédenos venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. Gesto de bendición
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A continuación el ministr@ que preside toma la custodia y, con ella elevada, hace la señal de la cruz sobre el pueblo, que contempla en silencio. Al terminar la coloca de nuevo en el Altar, y recita las siguientes Alabanzas al Santísimo: Alabanzas al Santísimo Bendito sea Dios. Bendito sea su Santo Nombre. Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Bendito sea el Nombre de Jesús. Bendito sea su Sacratísimo Corazón. Bendita sea su Preciosísima Sangre. Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar. Bendito sea el Espíritu Santo, Defensor. Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima. Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción. Bendita sea su gloriosa Asunción. Bendito sea el nombre de María, Virgen y Madre. Bendito sea San José, su castísimo Esposo. Bendito sea Dios, en sus Ángeles y en sus Santos. Terminadas las alabanzas al Santísimo, se entona un canto Eucarístico, mientras el ministr@ que preside retira la hostia consagrada del Píxide y la reserva nuevamente en el Sagrario. Nota: Se pueden hacer otras lecturas además de las aquí propuestas, con tal que sean de contenido eucarístico. También se pueden añadir más reflexiones, y en lugar de dos hacer tres o cuatro, según el tiempo que se disponga para la adoración; pero siempre siguiendo el esquema propuesto. TERCERA PARTE: LO QUE SE DEBE SER Tema 1: La Conducta Moral del Ministr@ Extraordinario de la Eucaristía 1. Ser responsable El primer entusiasmo en el desempeño de este ministerio ha de conservarse siempre; y para ello, la revisión de vida y la evaluación frecuente son necesarias. No basta con la “fiebre de principiante”, que con el tiempo decae en el descuido, la pereza y la monotonía en el cumplimiento del deber. La puntualidad siempre será el termómetro de nuestra responsabilidad. Los Ministr@s Extraordinarios han de llegar temprano a la Misa en que les corresponde servir y revisar que todo esté a punto: el Cáliz, Corporal, Purificador, Vinajeras, el Copón con las hostias para consagrar, las Patenas, etc. La misma actitud de responsabilidad se debe tener en el cumplimiento de las otras tareas que les corresponden: visita a los enfermos, exposición del santísimo, etc. No debemos dejarnos llevar con facilidad de la descomplicación y mediocridad de nuestro mundo. Crecer en la responsabilidad significa también ir adquiriendo el hábito de la limpieza personal. Así como es agradable sentarse a la mesa de un restaurante y que la persona que sirve lo haga decente y limpiamente, lo mismo ha de esperarse de quienes sirven el Pan de Vida eterna. Esto se traduce en una presentación decente, que empieza por el aseo diario, manos y uñas limpias, porque en definitiva somos “meseros” del banquete del Señor. Igualmente, ser responsable quiere decir preocuparse por las cosas que son de todos y tratarlas mejor que si fueran de uno. Tienen que evitar toda forma de descuido de las cosas sagradas. Esto requerirá siempre atención y no distracción, respeto por las personas y las cosas en el trato que les damos. 9
La responsabilidad exige también buen comportamiento dentro y fuera del templo, veracidad y sinceridad en todo aquello que digamos y hagamos para no caer en las redes de la falsedad, la mentira y el engaño, tan comunes hoy entre nosotros. 2. Dar testimonio de los valores cristianos Los discípulos de Jesús dieron razón de cuanto habían visto y oído y esto hizo que se convirtieran en testigos calificados. Convencían y entusiasmaban en muchos casos porque eran los primeros en estar convencidos y en vivir aquello que predicaban y enseñaban. Los Ministr@s Extraordinarios han de valorar la celebración eucarística diaria o siquiera la celebración dominical y trazarse como meta la misma de los primeros cristianos: “nunca un domingo sin Eucaristía”. En una sociedad que deja de lado a Dios para dedicarse a otras ocupaciones que lo opacan, necesitamos ser diferentes para hacer ver que “hemos de obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch. 4,19). La Palabra de Dios escuchada, hecha oración y convertida en vida, ha de ser la norma que orienta y da sentido al quehacer diario de los Ministr@s Extraordinarios. Sin ella nos fabricamos una vida cristiana a nuestro antojo. Leer, meditar, orar la Palabra es un camino seguro que podrá servir de ayuda a la maduración de la fe. Todo esto se complementa y manifiesta en una vida ejemplar y transparente, dondequiera que uno se encuentre. Los Ministr@s Extraordinarios no pueden ser “luz de la calle y oscuridad de la casa”, sino “luz en todas partes”. Este ministerio tiene que brillar, entre otras cosas, por un amor sincero y solícito, especialmente los enfermos, los pobres y necesitados. No está de más mencionar, por último, que la piedad, el fervor y la participación activa, consciente y fructuosa en las celebraciones han de ser los distintivos de los Ministr@s Extraordinarios, quienes han de tener siempre conciencia de que desempeñan un oficio sagrado. Tema 2: Recomendaciones para los Ministr@s Extraordinarios de la Eucaristía. En nuestra Parroquia son de mucha importancia los Ministr@s Extraordinarios de la Eucaristía. Estas recomendaciones van dirigidas a ellos, para ayudarlos a vivir convenientemente este ministerio eclesial. 1. Los Ministr@s Extraordinarios de la Eucaristía no deben considerarse como si fueran sacerdotes, pues son “ministros” laicos. 2. Consideren seriamente que esta condición de "ministros" no es un privilegio, sino un servicio para bien de los demás. Esto les exige dignidad y ante todo humildad al desempeñar su función. 3. Han de potenciar este ministerio con una intensa vida de oración y participación regular en los sacramentos, especialmente en la Eucaristía, no sólo cuando le corresponda ejercer su ministerio. 4. Al exterior reflejamos aquello que va por dentro. Por eso, importa mucho la actitud espiritual interior. Respeto y aprecio a la Eucaristía: es decir, tener un sentido de lo sagrado. Esto se manifiesta en el modo de actuar (con naturalidad, no en forma postiza), en la postura externa (pierna cruzada durante la celebración), en los gestos (genuflexión distraída y apresurada) y en la rutina o monotonía (cansancio). Respeto y amor a la comunidad a la cual sirven (que jamás se les suba el ministerio, o resulten mandando más que el Párroco: "hoy no confesamos"). Su tarea consiste en ayudar a sus hermanos a que se incorporen más plenamente en el "Cuerpo de Cristo" por la recepción de la Eucaristía, y facilitar el encuentro de fe a quienes no pueden acudir a la celebración comunitaria por enfermedad e impedimento. 10
5. La ropa ha de ser digna y adecuada; han de procurar mantener una buena higiene personal, cuidando la limpieza de sus manos y uñas. 6. Si son encargados o se les encomienda una celebración de la Palabra con distribución de la Comunión en ausencia del Presbítero considérense animadores, guías o moderadores de la asamblea reunida. 7. Este ministerio debe ir unido a una actitud de disponibilidad generosa y permanente. Pero de ninguna manera puede aparecer como "afición", "fiebre" u "obsesión". De modo que los Ministr@s extraordinarios no deben querer siempre estar en todo, en toda celebración, y pretender acapararlo todo. 8. Los Ministr@s Extraordinarios no deben buscar reverencias ni recompensas. No hay derecho a remuneración de ninguna clase; es un servicio sin ánimo de lucro que se presta con desinterés, alegría y fe. 9. Este ministerio requiere una adecuada preparación: formación y capacitación continua, estudio continuo y lectura asidua. Por ignorancia cometemos abusos y está comprobado que en cuestiones de liturgia cuanto menos sabemos más cosas raras y errores hacemos. 10. Los Ministr@s Extraordinarios durante la Misa han de hacer los gestos, decir las palabras y tener las posturas correspondientes a cada momento de la celebración: de pie, de rodillas, etc. 11. Cuando los Ministr@s Extraordinarios comulguen no lo hagan como si fuera un "autoservicio", ya que la comunión se da y se recibe del hermano y no está bien tomarla por su propia cuenta. 12. Los Ministr@s Extraordinarios deben preocuparse por enseñar a sus hermanos a comulgar como es debido: las condiciones para poder recibir la comunión, la forma de poner las manos para comulgar, las actitudes de reverencia y devoción al acercarse a comulgar, la respuesta “Amén” al comulgar, etc. 13. Los Ministr@s Extraordinarios deben tener cuidado con quienes reciben la Comunión en la mano, para evitar los gravísimos abusos que se dan: llevar la Comunión a otras personas, o para cultos satánicos; otros tienen las manos sucias, o ponen una sola mano teniendo la otra ocupada, y otros hacen la señal de la cruz con la hostia. 14. En la visita a los enfermos, hay que prever que en el lugar se disponga de una mesa con un mantel sencillo, una vela y si es posible algunas flores. Si uno encuentra personas que cuidan al enfermo y quieren comulgar y están preparados, se les puede dar también la Comunión. 15. El ayuno eucarístico recomendado a los enfermos o impedidos es de unos 15 minutos; sin embargo, en algunos casos habrá que esperar un momento nada más, si acabó de comer, para no privarlo de la Comunión. 16. Si se dificulta volver al lugar de la reserva para depositar el Pan Consagrado sobrante, el Ministr@ Extraordinario puede consumir tan pronto como hayan terminado las visitas programadas a los enfermos. No olvide purificar ahí mismo el portaviático sobre un vaso con agua, que ha de tomarse. 17. Si se llegara a dar el caso de la "devolución" de la hostia por parte del enfermo, bastaría con retomarla con los dedos o recibirla en un vaso con agua y luego colocar todo bajo tierra. 18. La Reserva Eucarística siempre va con nosotros y no la podemos dejar olvidada en cualquier parte; mucho menos nos permitimos la entrada con Ella a cualquier establecimiento. 19. Los Ministr@s Extraordinarios pueden dirigir la celebración de Exequias (funerales) en caso de verdadera falta de un Ministro ordinario y observando las normas litúrgicas para el caso. Para ello se requiere que tengan la adecuada preparación doctrinal y litúrgica.
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