Oración Padre Dios, que creaste todas las cosas con tu palabra poderosa, y por tu Palabra, a través de los profetas, guiaste a tu pueblo por tus caminos.
Tú que en la plenitud de los tiempos enviaste a tu Hijo único, que es tu Palabra encarnada, para anunciar la Buena Noticia que salva. Tú que nos has llamado al ministerio del Lectorado para proclamar tu divina Palabra, danos tu Santo Espíritu, que purifique nuestro corazón y nuestros labios, para que proclamemos dignamente tu Palabra y la vivamos con fidelidad. AMEN
INTRODUCCIÓN Para poder desempeñar bien nuestro ministerio de Liturgia tenemos que conocer bien, entre otras cosas, las partes, los elementos y el orden de la celebración de la Eucaristía, que es la celebración litúrgica central en la vida de nuestra Iglesia. Veamos la misa paso a paso.
I. RITOS INICIALES Entrada (P)
Luego de la monición, entra el sacerdote en procesión, mientras se hace el canto de entrada. El fin de este canto es abrir la celebración, fomentar la unión de quienes se han reunido y elevar sus pensamientos a la contemplación del misterio litúrgico que se celebra. Saludo al altar y asamblea (P)
Cuando llega, el sacerdote besa el altar. Terminando el canto de entrada, el sacerdote y la asamblea hacen la señal de la cruz. A continuación el sacerdote, por medio del saludo, manifiesta a la asamblea reunida la presencia del Señor (Que el amor del Padre, la gracia de Cristo y la alegría del Espíritu estén con ustedes).
II. LITURGIA PENITENCIAL Acto penitencial Después del saludo, el sacerdote invita al Acto penitencial, que se realiza cuando toda la comunidad se reconoce pecadora y hace su confesión general; termina con la conclusión del sacerdote (Dios Padre de misericordia perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna).
Señor, ten piedad (P) Después del acto penitencial, se entona el “Señor, ten piedad”, a no ser que éste haya formado ya parte del acto penitencial. Si no se canta el “Señor, ten piedad”, al menos se recita.
Gloria (P) Este es un antiquísimo y venerable himno con que la Iglesia, congregada en el Espíritu Santo, glorifica a Dios Padre y al Cordero. Si no se canta, al menos se ha de recitar.
Oración colecta (P) El sacerdote invita al pueblo a orar; todos hacen un ratico de silencio. Luego el sacerdote lee la oración que expresa el contenido de la celebración; el pueblo la hace suya diciendo “Amen”.
III. LITURGIA DE LA PALABRA La Eucaristía es sacramento de toda la vida de Jesús. Mediante las lecturas bíblicas nos acercamos a esa vida: La primera lectura (S)
Se toma del Antiguo Testamento y nos sirve para entender muchas de las cosas que hizo Jesús. Salmo Responsorial (S)
Después de la 1ª lectura, sigue un Salmo Responsorial. El salmista o cantor del salmo, desde el ambón, proclama las estrofas del salmo, mientras toda asamblea escucha y además participa con su respuesta. Esta respuesta, lo mismo que todo el salmo, puede ser cantada.
La segunda lectura (S)
Se toma del Nuevo Testamento, ya sea de los Hechos de los Apóstoles o de las cartas que escribieron los primeros apóstoles. Esta segunda lectura nos sirve para conocer cómo vivían los primeros cristianos y cómo explicaban a los demás las enseñanzas de Jesús. Esto nos ayuda a conocer y entender lo que Jesús nos enseñó y también nos ayuda a entender muchas tradiciones de la Iglesia. Aleluya
Después de la segunda lectura se canta el Aleluya, que es un canto alegre que recuerda la Resurrección del Señor.
III. LITURGIA DE LA PALABRA El Evangelio (P)
Se toma de alguno de los cuatro Evangelios de acuerdo al ciclo litúrgico y narra una pequeña parte de la vida o las enseñanzas de Jesús. Es aquí donde podemos conocer cómo era Jesús, qué sentía, qué hacía, cómo enseñaba, qué nos quiere transmitir. Esta lectura la hace el sacerdote o el diácono. Homilía (S)
Es una explicación de las lecturas, teniendo siempre en cuenta el misterio que se celebra para aplicarlo a la realidad de la comunidad.
Profesión de fe o Credo (P)
Con el Credo el pueblo da su asentamiento y respuesta a la Palabra de Dios proclamada en las lecturas y explicada en la Homilía, y trae su memoria, antes de empezar la celebración eucarística, la norma de su fe. Oración de los fieles (P)
En la oración de los fieles, el Pueblo, ejercitando su oficio sacerdotal, ruega por todos las personas (Papa, Iglesia, Estado, necesidades....). La asamblea expresa su súplica con una invocación común, después de cada intención (“Te rogamos, óyenos” u otra).
IV. LITURGIA EUCARÍSTICA
Ofertorio (S) Al comienzo de la Liturgia Eucarística se llevan al altar los dones junto al pan y el vino que se convertirán en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo: es de alabar que el pan y el vino lo presenten los mismos fieles. Acompaña a esta procesión el canto del ofertorio, que se alarga por los menos hasta que los dones han sido colocados en el altar.
Plegaria Eucarística (P) Este es el centro y el cúlmen de toda la celebración. Es una plegaria de acción de gracias y de consagración. El sentido de esta oración es que toda la congregación de fieles se una con Cristo en el reconocimiento de las grandezas de Dios Padre y en la ofrenda del sacrificio. Parte de esta plegaria es el Santo.
Rito de la comunión Ya que la celebración eucarística es un banquete pascual, conviene que, según el encargo del Señor, su Cuerpo y su Sangre sean recibidos por los fieles, debidamente dispuestos, como alimento espiritual. Significa "común unión". Al acercarnos a comulgar, además de recibir a Jesús dentro de nosotros, de abrazarlo con tanto amor y alegría y unirnos a él, nos unimos a toda la Iglesia en esa misma alegría y amor.
Padre Nuestro (P)
El rito de la paz (P)
Canto “Cordero de Dios”.
Canto de comunión
Oración después de comunión
V. RITO DE CONCLUSIÓN El rito final consta de:
Saludo (El Señor esté con ustedes)
Bendición sacerdotal
Despedida (Pueden ir en paz)
Con la despedida se disuelve la asamblea, para que cada uno vuelva a sus quehaceres alabando y bendiciendo al Señor, y a hacer vida lo que ha celebrado.
Canto final
Mientras los fieles se marchan, se entona el canto final.
INTRODUCCIÓN A través del ministerio del lectorado la liturgia eucarística se desarrolla de manera más activa, dinámica y participativa. Pero hay que capacitarse para el lectorado porque proclamar bien la Palabra de Dios no es tan simple como parece. Tiene sus exigencias. Es un ministerio muy serio, ya que el lector@ se hace portavoz de Dios para proclamar su Palabra, y esto no se puede improvisar. El lector@ debe tener una buena preparación bíblica para que pueda captar claramente el sentido de las lecturas y así poder proclamarlo según ese sentido.
El lector@ también debe tener una adecuada preparación técnica para proclamar bien la Palabra de Dios.
El acercamiento al ambón El acercamiento del lector@ al
ambón debe ser:
Digno
con naturalidad
Serenidad
no poniéndose en movimiento hasta que el monitor@ haya terminado la monición a la lectura.
Las
mismas formas deben tenerse al dejar el ambón y regresar a su lugar al finalizar la lectura.
La postura La actitud del lector@ debe
evitar tanto el teatro exagerado como la excesiva timidez y encogimiento. No
olvidemos que la asamblea oye al lector@, pero también lo ve.
Debe pararse erguido, con la
cabeza no agachada.
Pronunciación Hay que vocalizar bien, o sea,
pronunciar claramente todos los sonidos. Al
leer hay que pronunciar correctamente cada palabra, produciendo los sonidos de cada letra, de cada sílaba.
Por ello es necesario repasar
previamente la lectura haciendo ejercicios de pronunciación, especialmente de las palabras difíciles.
La velocidad No se puede leer ni muy rápido ni
muy lento.
Las personas que leen muy rápido generalmente no se dan cuenta y no tienen el debido cuidado al pronunciar las palabras. Las que leen muy lento hacen que la asamblea pierda el ritmo de lo que se lee.
En ambos casos la asamblea no capta bien el mensaje. Hay que leer a un ritmo que
permita a toda la asamblea ir captando el mensaje, el sentido de lo que se lee, para que la palabra vaya calando y resonando en los corazones de tod@s.
Las pausas Al leer hay que saber hacer
bien las pausas:
tanto en el momento que lo señalan los signos de puntuación en la escritura, como en el momento en que la asamblea requiere tiempo para entender el mensaje.
Un buen lector@ debe hacer
breves y expresivos silencios para dar vida al pensamiento de la asamblea.
El volumen y el tono de voz Al leer no se debe gritar tan fuerte
que la asamblea quede aturdida, ni leer en voz tan baja que la gente tenga que hacer esfuerzo para captar lo que se está leyendo. El lector@ debe tener un tono de
voz comunicativo, agradable, ni áspero ni agresivo. El tono de voz debe tener una
diversidad expresiva, pues no se lee igual un diálogo que un relato. Para leer una página dramática,
una poética o un salmo no se requiere el mismo tono de voz.
Contacto visual con la asamblea El lector@ debe tener comunicación
visual con la asamblea, mirándola en algunos momentos de la lectura. Debe hacerlo de manera natural, no
mirando la asamblea con demasiada frecuencia o en el momento inoportuno. Son momentos apropiados para mirar
la asamblea:
al comenzar un nuevo párrafo, cuando el texto hace un cuestionamiento directo, cuando exige una respuesta, cuando debemos tomar posición ante una exigencia, etc.
Pero
debe asegurarse de que después de mirar a la asamblea encontrará la parte del texto en la que se quedó para continuar.
El uso del micrófono El lector@ debe asegurarse que el
micrófono está funcionando, pero nunca golpeándolo para probarlo. Debe acostumbrarse a evaluar su
propia voz mientras está leyendo, para hacer las correcciones oportunas: subir o bajar el volumen de su voz. Debe
mantener una distancia adecuada entre su cuerpo y el micrófono, más cerca cuando su voz es débil y distanciarse cuando su voz es fuerte.
Si tiene que toser, apartar la cabeza
del micrófono. Si se mueve, mantener la boca a la misma distancia del micrófono.
INTRODUCCIĂ“N Los lector@s, en el ejercicio de su ministerio, se sirven de los libros litĂşrgicos en los que se contienen las lecturas que se proclaman en las celebraciones.
Por eso es necesario que los lector@s conozcan estos libros y sepan manejarlos, de manera que puedan buscar correctamente las lecturas.
Leccionario Se llama leccionario al libro
que contiene un sistema organizado de lecturas bíblicas para su uso en las celebraciones litúrgicas. El
leccionario tiene una estructura, que se debe conocer.
Leccionario dominical y festivo Contiene el conjunto de lecturas para los
domingos y fiestas del Señor. Se caracteriza por dos cosas fundamentalmente: Toda misa comprende tres lecturas, que son obligatorias en principio:
la primera, del AT, excepto en pascua, que es de Hechos de los Apóstoles; la segunda, del apóstol, o sea, de las cartas y del Apocalipsis, y la tercera, del evangelio.
Ciclo de tres años: A, B y C, estructurados, en cierto modo, teniendo en cuenta el evangelio sinóptico, que se lee en lectura semicontinua durante el tiempo ordinario. Cada año tiene asignado un sinóptico, habiéndose reservado san Juan para parte de la cuaresma y pascua -en los tres años- y para completar a san Marcos en el año B.
El Leccionario ferial
Contiene el conjunto de las lecturas para todos los días de la semana.
La gran novedad de esta parte del Leccionario consiste en haber dotado de lecturas a las ferias de todas las semanas del año. Cada misa tiene dos lecturas: la primera del AT o del NT (de los Hechos en el tiempo pascual) y la segunda del evangelio.
En Adviento, Cuaresma y Pascua, las lecturas son siempre las mismas todos los años, habiendo sido elegidas de acuerdo con las características propias de cada uno de estos tiempos litúrgicos.
En el tiempo ordinario, en las ferias de las treinta y cuatro semanas, las lecturas evangélicas se distribuyen en un solo ciclo, que se repite cada año. En cambio, la primera lectura se reparte en dos ciclos, que se leen en años alternos: el I (años impares), y el II (años pares).
El Leccionario de los santos Hay que distinguir en él una doble
serie de lecturas: la que se encuentra en el propio de los santos, siguiendo las solemnidades, fiestas y memorias contenidas en el calendario; se trata de textos propios o más adecuados para la celebración de cada santo. y la que comprende los llamados comunes de los santos: repertorios de lecturas distribuidas de acuerdo con las diferentes categorías de santos (mártires, pastores, vírgenes, etc.). Los textos de los comunes de santos están agrupados por lecturas del AT, del NT y del evangelio, para que el celebrante elija a voluntad teniendo en cuenta las necesidades de la asamblea.
EJERCICIO BÚSQUEDA EN LECCIONARIOS
1ª Lectura del III Domingo Ordinario, Ciclo A
2ª Lectura del VI Domingo Ordinario, Ciclo B
Salmo responsorial del IX Domingo Ordinario, Ciclo C
1ª Lectura del II Domingo de Adviento
2ª Lectura del IV Domingo de Cuaresma
Salmo responsorial del VI Domingo de Pascua
1ª Lectura del XII Domingo Ordinario, Ciclo A
2ª Lectura del XIV Domingo Ordinario, Ciclo B
1ª Lectura del Miércoles de la XVI Semana Ordinario (I)
Salmo responsorial del Viernes de la XX Semana Ordinario (II)
1ª Lectura del Martes de la I Semana de Adviento
1ª Lectura del Jueves de la III Semana de Pascua
Salmo responsorial del Lunes de la V Semana de Cuaresma