poesĂa - cuento corto - microrelato - opiniĂłn 1
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En la lengua de Íkaro
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ola mis queridos acervos lectores, que día a día se levantan como resucitados, para ganarse unas cuantas piltrafas monetarias. Para sobrevivir una semana más. Para comprar un pan que ni las hormigas se comen, para una botella de vino con sabor a vinagre. Poetas somos todos, metáforas de cuatro rimas: nacer, coger, comer y morir. Un soneto sin terminar pues siempre cerramos los ojos antes del punto final. Amalgamados en un acróstico llamado amor. Ya no quedan poetas, solo adultodolescentes de blogs en YouTube, niños que el único verso que conocen viene de una canción pop. Seres cansados como madrigal en prostíbulo, esperando un mejor amanecer. Una triste épica sin gloria, masturbadores de su propia labia, esperando ser el centro de atención de mentes marginadas en lo cotidiano. El eco sordo de un junglar de cerveza y marihuana, que espera inspiración escuchando un blues, mientras su mano se desliza para escribir un verso etílico. Ya no quedan poetas, solo narcisistas que olvidaron escribir cartas desesperadas, mensajes para soñar. Ya no quedan poetas, solo rebeldes del marketing, revolucionarios de las ventas online. Y cuando caiga el último terco, su tumba dirá — “aquí yace el más dramático de sus poemas” — mientras unos adolescentes sacan un selfie para publicar en Instagram. Ya no queda poetas, solo soldados de métricas en tiempos de ojos cerrados y panzas vacías.
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COACHING PARA BORREGOS
A Anaxágoras (entre otros) se le atribuye haber dicho, tras ser informado de la muerte de sus hijos: —Ya sabía cuando los engendré que eran mortales.
Créditos Revista Íkaro Edición 43 - Año 23 - Diciembre 2019 - Editado por Adrián Montenegro - Apoyo de Steven Ramirez y Arturo Jimenez. Diseño Ikaro Club Parnerts Press o DigtalVox para los amigos. Esta es una publicación contracultural que promueve las artes, las letras y la libertad de opinión como derecho fundamental de los humanos. Email: info@revistaikaro. com / Website: www.revistaikaro.com. Esta publicación puede ser reproducida según sea su necedad. Íkaro 1996 - 2019. Impreso en BrumaBTL Tel: +506 2101-9065. San José, Costa Rica.
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NI CASADO NI SOLTERO
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uando un alfarero consultó a Sócrates sobre qué hacer, si casarse o permanecer soltero, Sócrates le aconsejó: —Hagas lo que hagas, te arrepentirás. PEDRO GONZÁLEZ CALERO, Filosofía para bufones, Ariel, Barcelona, Barcelona, 2007, 185 págs.
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Por: Adriรกn Montenegro
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Ahora sé que el poema, antes de ser las líneas trazadas con prisa, es la conversación en el café, la sonrisa azul de Blanca Luz, la muerte de este hombre, el apretón de manos o la vida entre dos. Ahora sé que trazar estas líneas no es sino la forma última de hacer la poesía, el último acto del poema, la función de trasplantar la vida a la hoja. La poesía empieza en todas partes y termina siempre en los papeles. Arte Poética - Luis Rogelio Nogueras
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l amigo José Luis fue a Cuba y le encargue un libro de Luis Rogelio Nogueras “Wichi el Rojo”, yo en mi ignorancia pensé que al ser cubano y de una gran obra escrita era alguien de peso, más no fue así, en La Habana nadie lo conocía. ¿Un desconocido o un desterrado de la cultura cubana? Ante este anécdota mi pregunta se dirigió a cuantos poetas han ganado un Premio Nobel de Literatura, a mi sorpresa solo 33 de 116 personas y el último fue en el 2016 en algo medio especulativo, dándolo a Bob Dylan, algo que hasta él miro ridículo. Piensa en tu novelista actual favorito. Piensa ahora en tu poeta actual favorito. La invisibilidad de la poesía en los premios no es más que el reflejo de una realidad editorial y social. Por qué la poesía ha perdido relevancia es un debate amplio. Puede que el postmodernismo finalizara el relato de la búsqueda del lenguaje, pero las artes plásticas también perdieron el mismo sendero y sus creadores siguen siendo juguetes del establishment y por tanto 9
relevantes. Lo que nos lleva a la perspectiva materialista, de la obra de arte en la era de la reproducción digital: pocas palabras, en términos económicos, carecen de valor. Durante siglos los poetas eran la literatura, sus laureles eran símbolos de eternidad y hasta anteayer todavía formaban el centro de la sociedad. Algunos, como Neruda -y como recordaba recientemente el cineasta Pablo Larraín-, equivalían a todo un país. Y ahora, justamente cuando nos entregamos con pasión a los escritos breves de texto, hemos desterrado su arte. Ningún hasthag tipo #niundiasinpoesía puede salvarnos de esa constatación. Sea como sea, si el zeitgeist de nuestra época se expresa en versos, estos permanecen ocultos o camuflados en un mundo prosaico. Los poetas que transcendían ya no existen, ahora la gente se adorna con poesía en imágenes en el Facebook o Instagram. Los libros de poesía son tumbas de cucarachas o polillas en algunos estantes y los pocos que se publican en ocasiones son carentes de empatía, extraños y sin más compresión que del mismo autor. Artesanos de palabras eso somos, me cuento pues alguno que otro panfletillo he publicado, en algunos casos poemas mediamente buenos, pero a la gente le gustan ¿eso importara? Dicen algunos snobs o académicos que el poema debe regirse por reglas, por ello algunos poemas no les gustan, no ganan premios o no son invitados a lecturas en festivales o ferias de libros. Hasta eso para resaltar en algo el poema debe existir un espectáculo con grupo musical de fondo, pues nadie asistiría. Los poemas deben leerse en bares, escucharse con licor en las venas no como tristes figuras en el podio. Todos los narradores empezaron escribiendo poesía, aunque después su ego les niegue ese momento. Quizás la poesía nunca muera, morirán los poetas que nadie recordara, los que nunca publicaron, los que se hincan al blog en la red y los que se auto publican. Los poetas que ahora existen tan solo son el epitafio de un recuerdo, muchos grandes en ego, pues fama, eso no la tienen. Queda sobrevivir mantener este arte vivo hasta que ya no quede nada más que decir. 10
Mamando Palabras
Debate
JosĂŠ Reynold Quintanilla MorĂĄn (Costa Rica) Coincidir con vos es complicado, es partir el mundo en dos mitades que no se tocan.
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Cultura Rebelde
Mamando Palabras
Si decides navegar conmigo Shirley Morera Fernández (Costa Rica)
No se si es cierto que este algo loca, eso no lo se. Tampoco niego que he cargado conmigo un equipaje pesado que ha hecho lento mi andar; deduzco que no era una compañera ideal de viaje. Varada en tierra rocosa, sin lanzarme al agua y sin una brújula señalando hacia el anhelo de mi corazón era difícil vislumbrar un ¡tierra a la vista! Ahora es distinto, Elijo que llevar conmigo dejo caer a las profundidades Innumerables recuerdos Que mas que tesoros eran anclas con algas enredadas Con sudor y lágrimas bauticé mi barco Soy la mujer del timón Esa nueva ligereza al desprenderme de tanto peso me dificulta mantener los pies en cubierta, de puntitas danzo
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Mamando Palabras
el suelo es lejano este barco a zarpado pausadamente pero firme avanzo Quien decida entrar abordo Debe entender de una piel quemada por el sol De sal en los labios, tempestades Inestables movimientos Nauseas y vómitos De que si un barco se hunde los primeros en saltar son las ratas Y que yo espero más Eso sí… Quien decida estar abordo Lo invito a izar mi bandera A sentir juntos el viento A descubrir perlas A cobijarnos con espuma A leer las estrellas A hablar con las sirenas A caminar entre la arena A descubrir lo indescubrible A nombrar una tierra y hacerla nuestro hogar.
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Mamando Palabras
Aquellos miércoles César Mundaca (Colombia)
Aguas mansas, aguas gélidas. Cloro que baña los cuerpos adolescentes. Gritos eufóricos, chapuzones por doquier, competencia tras competencia, pero no para mí. Para mí, el pánico, que paraliza mis pulsaciones. Para mí, la incomprensión, expresada en hirientes carcajadas. Para mí, la crueldad ajena, que precipita mi ahogo. No hay lugar para la algarabía, sino para la melancolía. No hay lugar para la aventura, sino para la amargura.
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Mamando Palabras
Los cielos negros
Yessika María Rengifo Castillo (Colombia) Hay noches tan melancólicas, tan taciturnas... No entiendo. Noches como la muerte, que se llevan el amor, en promesas fallidas. El dolor es tan inmenso, que ni el canto de los turpiales, alegran el alma. Se rompe el corazón tan fuerte, que llegan los años, y no hay consuelo, se sobrevive. Los cielos negros, te han llevado amor mío, y he llorado tanto porque hay partidas, y heridas tan profundas en la vida que no comprendo, cielo mío.
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Una noche en el Héroes
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Pablo Retana (Costa Rica)
l bar Héroes tenía forma de palíndromo. Imaginen las seis salas de la abadía almenada en la que toma lugar el baile del príncipe Próspero en The Masque of the Red Death de Poe. Solo que en lugar de seis salones diferentes uno tras otro, eran tres salones repetidos en orden opuesto; en otras palabras, el primer cuarto era igual al último, el segundo era idéntico al quinto, y el tercero y el cuarto eran perfectos reflejos uno del otro. Excepto por la gente, pero ya hablaré de la clientela un poco más tarde. La casa en general estaba decorada y amueblada como un apartamento de soltero, e incluso el menú delataba esa singularidad. Entre los platillos disponibles había aguacates partidos a la mitad, atún en su lata, huevos revueltos cocinados y servidos en el mismo sartén, y cereal – con o sin leche. La sencillez de la oferta gastronómica se debía tal vez a que había cocina pero no cocinero. Igual con el alcohol. Era una barra libre sin barra. En el enorme refrigerador había comida, hielo y cervezas. En los gabinetes de licores había, como uno podría razonablemente esperar, licores. En la despensa y en
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la bodega había suministros para alimentar un ejército durante un mes. Y los presentes no se andaban con remilgos y alegremente se turnaban para hacer viajes de los que regresaban con suplementos frescos. Lo único que estaba fuera de nuestro control era la música, pero quien fuera estuviese a cargo de la selección musical tenía un profundo conocimiento al igual que un gusto exquisito. Yo me lo imaginaba como una mezcla de David Byrne y Ry Cooder. Pero ya he mencionado a los clientes del bar y es hora de trabar conocimientos con algunos de ellos. Primero que todo, la palabra “cliente” es probablemente incorrecta. “Invitados” es un término más apropiado, ya que todos estábamos allí por invitación. Por otra parte, la invitación, que incluía la dirección y una copia de la llave de la casa, claramente llamaba al lugar “Bar Héroes”. Nuestros invisibles anfitriones no eran prejuiciosos. La crema y nata de la sociedad josefina (a propósito, todo esto ocurría en la capital de Costa Rica, San José) había sido invitada junto con lo más crudo del hampa (y yo, en mi incorregible ingenuidad, hablo de los dos elementos como si fueran mutuamente excluyentes). Por ejemplo, estaba presente Deborah Nowalski, la princesa hebrea – el cargo extra por utilizar los cajeros automáticos de los bancos de su padre era nuestro pequeño tributo a su frágil carrera musical. Por este otro lado teníamos a Cuco Alvarado, líder del cartel conocido como El Cuco’s Clan, especializado en la distribución y venta de una droga de su propia creación, la cucaína. A unos pocos pasos de él se encontraba Zonzinski Luis Marsh – cuyo antepasado Obed Marsh había fundado la Orden Esotérica del Dragón en Innsmouth, Massachusetts – quien se había postulado en las pasadas elecciones presidenciales. Lamentablemente, su slogan (“Peor es Nada”) no había logrado ganar muchos votos. Por acá se hallaba Bam Bam Castro, quien había sido un temido asaltante. ¿Qué tan temido? Digamos que se ganó su mote porque atacaba a sus pobres víctimas con un enorme garrote de cavernícola mientras gritaba “¡Bam Bam! ¡Bam Bam!” Afortunadamente, en la cárcel había vencido su adicción a la cucaína y escrito sus memorias. Más allá el cantante de rock pesado Machete Kung Fu llamaba la atención con sus payasadas. Inspirado por el éxito de Marilyn Man-
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son a principios de los 90s, había llamado a su banda Los Pelos de Vica – una combinación de los nombres de la modelo mexicana Vica Andrade y un criminal local apodado Tres Pelos (la mitad de una dupla de presuntos homicidas conocidos como “los matasiete”; algo así como los Ottis Toole y Henry Lee Lucas del trópico). Detrás de él, decepcionado por no ser el centro de atención, el comediante Jimeno Hernández, cuyo show era tan deprimente que los espectadores se hundían en sus asientos abrumados por el llanto, y quien además se estaba esforzando para que todos en el bar se dieran cuenta de que me estaba dedicando un desprecio olímpico, solamente porque yo lo había acusado en mi columna de haber inventado el sitdown tragedy. Y por supuesto su seguro servidor, autor de los libros Asesinos en serio: Suicidas, Homicidas y Genocidas, Puerto Viejo’s Blues: Cuaderno de Bitácora, y Seis películas costarricenses en busca de crítico. Fui de los primeros en irse. Repentinamente me sentí embargado, como me sucede a menudo, por una misantrópica cachondez, así que fui a encerrarme en mi cuarto de hotel a beber Coronas micheladas, inhalar cucaína, y ver porno hasta muy adentrada la mañana del día siguiente. Después de dormir hasta la tardenoche, sentí curiosidad por lo que estaría pasando en el Héroes. Cuando regresé a la casa, no había ningún letrero afuera (pero nunca hubo un letrero que identificara el lugar; así de exclusivo era). Mi llave ya no servía. Toqué la puerta y nadie respondió. Llamé, “¡Hola! ¿Alguien en casa?” y ninguna voz contestó. Fui a ver por las ventanas pero habían sido tapiadas. Sin embargo no me había equivocado de lugar; aún tenía mi invitación con la dirección exacta. He vuelto varias veces, de noche y de día, sin resultado. He entrevistado a varios de los demás invitados, y todos se han negado a responder mis preguntas respecto a esa noche; algunos incluso pretenden no saber de lo que estoy hablando. Todo eso, aunado a mi fama de tratar de tomarles el pelo a mis lectores más inocentes, ha llevado a la opinión pública a llegar a la conclusión de que el Bar Héroes es mi intento de crear una leyenda urbana. Siempre me hacen la misma pregunta. ¿Por qué el bar más chic de todo San José cerraría sus puertas después de un solo día? Y yo siempre respondo citando las palabras de Bowie; “We can be héroes, just for one day”.
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MICRORELATO
TARDE CON ARQUÍMEDES RICARDO BUGARÍN (Argentina)
Arquímedes llamó para citarme en un café. Me dijo que quería revivir buenos momentos. La ilusión del encuentro se fue cristalizando entre jueguitos de manos, enroscaditas de dedos y carreras de miguitas sobre el mantel. Con esa forma clara de mirarnos, nos fuimos enterneciendo y al promediar nuestra conversación, haciendo uso de esa capacidad tan propia de graficar sus expresiones, tomó una dorada medialuna y me confesó que todo objeto sumergido en el seno de una masa líquida recibe un empuje, de abajo hacia arriba, igual al peso del café con leche desalojado. Taza, platillo y mantel quedaron hechos un desastre.
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Escribe Thoreau en Musketaquid:
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a mitología ha ido creciendo desde el principio: los cuentos infantiles de esta generación son los mismos que los de las razas primigenias. Emigran de Este a Oeste, y luego de Oeste a Este, ora ampliados y convertidos en el «relato divino» de los vates, ora menguados en una rima popular. Se trata de una aproximación a ese lenguaje universal que los hombres han buscado en vano. Esta orgullosa reiteración de las expresiones más antiguas de la verdad por parte de la posteridad más moderna, a la que le basta con retocar ligera y religiosamente el viejo material, es la prueba más impresionante de una humanidad común. Todas las naciones, judíos, cristianos y mahometanos, adoran las mismas gestas y las mismas historias, y basta con traducirlas para satisfacerlos a todos. Cada hombre es un niño y todos pertenecen a una única familia. El mismo cuento los manda a todos a la cama y los despierta por las mañanas. Joseph Wolff, el misionero, distribuyó entre los árabes copias de Robinson Crusoe traducidas a su lengua, que causaron gran furor. «Los mahometanos», nos dice, «leían las aventuras y la sabiduría de Robinson Crusoe en los mercados de Saná, Al Hudayda y Lahij, ¡y las admiraban y las creían!». Al leer el libro, los árabes exclamaban: «¡Ah, ese Robinson Crusoe tuvo que ser un gran profeta!».
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